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¿Qué importancia tiene la Trinidad?

Jorge Schulz

Regresa en tu mente por un momento a la eternidad pasada, antes de la


creació n, y ponte a imaginar a un Dios que NO es una Trinidad. Un solitario,
todo-poderoso, auto-suficiente Ser Supremo. El no se relaciona con nadie, no
responde a nadie, y no habla con nadie. El es independiente y solo. Sus
pensamientos no van má s allá de sí mismo, porque no existe nadie má s que É l.
El no conoce nada de relaciones, diá logo, intimidad, compañ erismo, amistad, o
amor. En ningú n momento necesita practicar paciencia, consideració n,
respeto, desprendimiento, generosidad, compasió n o cariñ o. El no toma en
cuenta a nadie, porque nadie má s existe. Su existencia gira en torno a sí
mismo.

Si un Dios de esta naturaleza creara un universo, ¿por qué lo haría? Y, ¿có mo


sería? Y ¿qué esperaría él de nosotros, su criaturas?

¿Crearía un mundo donde lo má s importante es familia, amistad, comunidad y


relaciones? ¿Se le ocurriría crear algo llamado "matrimonio" donde dos vidas
se fusionan y conviven en amor? Poco probable. ¿Nos crearía con la capacidad
de humor, disfrute y risas? ¿Establecería el amor como la virtud suprema?
Difícilmente. ¿Se le ocurriría volverse humano para compartir su gloria con
nosotros? Probablemente nunca se le cruzaría por la mente.

Si la Divinidad Solitaria nos creara, sería con el fin de obtener servicio y


adoració n. El es rey y nosotros somos sus siervos; él es grande y nosotros
somos pequeñ os. Nuestro deber es cumplir con sus ó rdenes. El asunto
principal sería su supremacía y nuestra sumisió n. Cuando él aparece, nosotros
nos postramos. Cuando él manda, nosotros obedecemos. Un Dios de esta
naturaleza debe ser temido, reverenciado y obedecido. Este es el tipo de
universo que podemos esperar del Supremo Monarca que reino solo en las
alturas.

Pero, ¿qué si Dios fuera una Trinidad? ¿Una comunidad de amor y bondad y
creatividad y gozo? ¿Qué si El fuera un Dios Trino—un Padre e Hijo que se
aman con pasió n eterna en la comunió n rebosante del Espíritu? En este caso,
podríamos esperar que su actividad creativa fuese totalmente distinta.
Esperaríamos ver un mundo donde la gente experimenta los goces del
matrimonio y familia y compañ erismo, y donde el amor reina como virtud
suprema. Un mundo donde hay gozo y bondad y belleza y asombro. Un planeta
de puestas de sol, mariposas, cataratas, rosas y picaflores.

Es má s que probable que un Dios Tres-en-Uno crearía a los seres humanos a


su imagen para derramar sobre ellos su amor y bondad. Y no sería de
sorprenderse, si las cosas saliera mal, que El respondiera con misericordia y
compasió n, y, si fuera necesario, actuaría con amor y auto-sacrificio para
rescatar a su creació n. También no es difícil imaginar que esta Comunidad
Divina de amor hiciera algo má s—que invitaría a seres humanos para ser
parte de su familia como hijos e hijas.

Surge un escenario maravillosamente diferente cuando tenemos un Dios que


es una Trinidad en lugar de un Caesar Celestial. El universo sería
absolutamente distinto si tuviésemos el uno en lugar del otro. La Trinidad
resulta ser mucho má s que otro punto en el credo. Transforma todo de manera
radical.

La Deidad Solitaria termina pareciéndose mucho a Allah, quien recompensa a


matones y terroristas con el cielo. El Trino Dios termina pareciéndose a Jesú s,
dando su vida por sus enemigos en la cruz.

Una leve diferencia.

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