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Programa Ciencias Bíblicas

Nombre Docente Juliana Triana


Nombre del José Andrés Hurtado Soto NRC
Estudiante
Nombre Curso Obra Lucana Jornada Diurna
Actividad Entrega Final de Obra lucana

Retórica Bíblica

1. Texto: Hechos 2,1-13

2 1 Καὶ ἐν τῷ συμπληροῦσθαι τὴν ἡμέραν τῆς πεντηκοστῆς ἦσαν πάντες ὁμοῦ ἐπὶ τὸ αὐτό.
2καὶ ἐγένετο ἄφνω ἐκ τοῦ οὐρανοῦ ἦχος ὥσπερ φερομένης πνοῆς βιαίας καὶ ἐπλήρωσεν ὅλον
τὸν οἶκον οὗ ἦσαν καθήμενοι 3καὶ ὤφθησαν αὐτοῖς διαμεριζόμεναι γλῶσσαι ὡσεὶ πυρὸς καὶ
ἐκάθισεν ἐφ᾽ ἕνα ἕκαστον αὐτῶν, 4καὶ ἐπλήσθησαν πάντες πνεύματος ἁγίου καὶ ἤρξαντο
λαλεῖν ἑτέραις γλώσσαις καθὼς τὸ πνεῦμα ἐδίδου ἀποφθέγγεσθαι αὐτοῖς. 5Ἦσαν δὲ εἰς
Ἰερουσαλὴμ κατοικοῦντες Ἰουδαῖοι, ἄνδρες εὐλαβεῖς ἀπὸ παντὸς ἔθνους τῶν ὑπὸ τὸν
οὐρανόν. 6γενομένης δὲ τῆς φωνῆς ταύτης συνῆλθεν τὸ πλῆθος καὶ συνεχύθη, ὅτι ἤκουον
εἷς ἕκαστος τῇ ἰδίᾳ διαλέκτῳ λαλούντων αὐτῶν. 7ἐξίσταντο δὲ καὶ ἐθαύμαζον λέγοντες, Οὐχ
ἰδοὺ ἅπαντες οὗτοί εἰσιν οἱ λαλοῦντες Γαλιλαῖοι; 8καὶ πῶς ἡμεῖς ἀκούομεν ἕκαστος τῇ ἰδίᾳ
διαλέκτῳ ἡμῶν ἐν ᾗ ἐγεννήθημεν; 9Πάρθοι καὶ Μῆδοι καὶ Ἐλαμῖται καὶ οἱ κατοικοῦντες τὴν
Μεσοποταμίαν, Ἰουδαίαν τε καὶ Καππαδοκίαν, Πόντον καὶ τὴν Ἀσίαν, 10Φρυγίαν τε καὶ
Παμφυλίαν, Αἴγυπτον καὶ τὰ μέρη τῆς Λιβύης τῆς κατὰ Κυρήνην, καὶ οἱ ἐπιδημοῦντες
Ῥωμαῖοι, 11Ἰουδαῖοί τε καὶ προσήλυτοι, Κρῆτες καὶ Ἄραβες, ἀκούομεν λαλούντων αὐτῶν
ταῖς ἡμετέραις γλώσσαις τὰ μεγαλεῖα τοῦ θεοῦ. 12ἐξίσταντο δὲ πάντες καὶ διηπόρουν, ἄλλος
πρὸς ἄλλον λέγοντες, Τί θέλει τοῦτο εἶναι; 13ἕτεροι δὲ διαχλευάζοντες ἔλεγον ὅτι Γλεύκους
μεμεστωμένοι εἰσίν.
1
Al llegar el día 2.
de Pentecostés,
eescritura del texto

estaban todos reunidos

en un mismo lugar.

2
De repente vino del cielo un ruido
como el de una ráfaga de viento impetuoso,

que llenó toda la casa en la que se encontraban.

3
Se les aparecieron unas lenguas como de fuego

que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos;

4
quedaron todos

llenos del Espíritu Santo

y se pusieron a hablar en otras lenguas,


según el Espíritu

les concedía expresarse.

5
Había en Jerusalén hombres piadosos,
que allí residían,

venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo.

6
Al producirse aquel ruido

la gente se congregó y se llenó de estupor

al oírles hablar cada uno

en su propia lengua.

7
Estupefactos y admirados decían:
«¿Es que no son galileos
todos estos que están hablando?

8
Pues ¿cómo cada uno de nosotros
les oímos en nuestra propia

lengua nativa?

9
Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia,
Judea, Capadocia,
el Ponto, Asia, 10 Frigia, Panfilia,

Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene,


forasteros romanos, 11 judíos y prosélitos,
cretenses y árabes,

todos les oímos hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios.»


12
y se decían unos a otros:
«¿Qué significa esto?»

13
Otros en cambio decían riéndose:
«¡Están llenos de mosto!»
3. Descripción del texto

El texto que es abordado para este estudio hace parte del contexto de la fiesta de Pentecostés,
en el primer versículo de dicha perícopa se especifica que todos se encontraban reunidos en
un mismo lugar. Este versículo está conformado por un segmento trimembre, caracterizado
por poseer tres sintagmas y delimitado en el cuadro realizado, por una línea intermitente color
azul. El versículo dos, hace referencia específica a la ocurrencia de un ruido fuerte
proveniente del cielo y asemejado a una ráfaga de fuerte viento; este segundo segmento tiene
la característica de ser trimembre, dada su conformación por tres sintagmas; también está
delimitado el segmento por una línea intermitente de color azul. El versículo siguiente, el 3,
relata la aparición de unas lenguas comparadas a llamaradas de fuego que se situaron sobre
ellos; este verso esta estructurado como un segmento bimembre debido a que está constituido
por dos sintagmas. Hasta este punto, tres dos primeros versículos de esta perícopa conforman
un brano, delimitado en nuestro cuadro con una línea uniforme de color rojo que está unida
a la intermitente azul que da razón de la presencia del tercer segmento.

El versículo 4 describe el hecho de que quedaron todos en ese lugar llenos de Espíritu Santo,
lo cual hizo hablar a los presentes en otras lenguas según era voluntad del Espíritu. Esta
acción se comprende gracias a la división del versículo en dos segmentos, el primero de
característica bimembre, debido a que está conformado por dos sintagmas, delimitados por
una línea intermitente azul en el cuadro, y el segundo es trimembre debido a la presencia de
tres sintagmas, también demarcado por la línea azul intermitente. El versículo 5 describe el
hecho de la presencia en Jerusalén de muchos hombres provenientes de muchas naciones, un
versículo estructurado como un segmento trimembre debido a sus tres sintagmas presentes;
puede verse señalado con la línea azul intermitente. En este punto, los dos últimos segmentos
anteriores conforman un nuevo brano, descrito por una línea roja y junto al primero, la
primera parte de este pasaje, explicada con una línea verde.

El versículo 6 relata que al producirse aquel ruido, la gente se congregó y se llenó de estupor,
por el hecho de estar escuchando a cada uno de los presentes hablar en su propia lengua. Este
versículo está dividido en dos segmentos, integrados por dos sintagmas cada uno, de allí que
sean considerados bimembres. El versículo 7 continúa en la idea de impresión que
caracterizaba a los presentes y que los llevaba a cuestionarse sobre el origen de cada una de
las personas en el lugar. Este versículo es un segmento trimembre, contentivo de tres
sintagmas y delimitados en nuestro cuadro, por una línea intermitente de color azul. Estos
dos recientes versículos, descritos en este párrafo conforman un tercer brano, delimitado por
una línea de color rojo.

El siguiente versículo, el 8, está conformado por una pregunta que gira en torno al hecho de
que todos puedan entenderse entre sí mismos, siendo que eran de distintos orígenes. Este
versículo está conformado por un segmento trimembre, debido a los tres sintagmas que lo
integran. En el cuadro está delimitado por una línea azul intermitente. El versículo 9 en su
totalidad y una primera parte del 10, narran las ciudades y lugares de donde provenían los
presentes en el hecho ocurrido y la narración se hace en un segmento trimembre, conformado
por tres sintagmas y señalado por la línea azul intermitente en nuestro cuadro. En este punto,
los versículos 8, 9, y parte del 10, conforman un nuevo brano, con los dos segmentos descritos
y delimitados con la línea roja en el cuadro.

La segunda parte del versículo 10 y la primera parte del versículo 11 continúan narrando las
ciudades de las cuales provienen los que se encuentran presentes en esa fiesta en Jerusalén y
además las nacionalidades de estos. Esta descripción se observa detallada en un segmento
trimembre, distribuido en tres sintagmas delimitados por una línea intermitente de color azul.
La segunda parte del versículo 11 viene dada por una frase que confirma una afirmación
anterior y era el hecho de que todos los oían hablar en su propia lengua, sobre las maravillas
de Dios, lo que los lleva a una pregunta en el versículo 12. Esto que acabo de describir, hace
parte de un segmento trimembre debido a su estructura conformada por tres sintagmas y
delimitado por una línea intermitente azul. El último versículo de esta perícopa, el 13,
comentan en torno a la escena de la cual son testigos, que estaban llenos de mosto. Este
último versículo esta estructurado en un segmento bimembre debido a los dos sintagmas
presentes, y la demarcación de la línea indicatoria azul. Junto a los tres últimos segmentos
descritos, conforman un nuevo brano, delimitado por la línea roja y una segunda parte,
delimitada por la línea verde, integrada por los tres últimos branos.

En lo que respecta a la descripción de esta perícopa de 13 versículos, será posible identificar


una división de dos partes en la misma; la primera parte conformada por dos branos y la
segunda parte, por tres branos. Esas dos partes del texto del acontecimiento de Pentecostés
conforman una secuencia y esa secuencia hace parte del libro que es Hechos de los Apóstoles.

4. Reubicación del texto

La perícopa que relata el acontecimiento de Pentecostés en el libro de los Hechos de los


apóstoles, inicia en el versículo 1 haciendo referencia a una reunión de personas; de acuerdo
con el relato tomado del libro del Éxodo 23,14, podemos situarnos en la ocurrencia de una
de las fiestas de Israel que se dan posterior a la culminación de los 50 días del tiempo de
Pascua, conocida como la fiesta de la siega o convertida también en fiesta de la renovación
de la alianza, mencionada también en Deuteronomio 16,3 en donde se relata “No comerás
con ella pan fermentado; durante siete días la comerás con ázimos, pan de aflicción, porque
a toda prisa saliste del país de Egipto”.

El versículo 2 menciona la acción de una ráfaga de viento que llenó toda la casa, y
situándonos en el texto de Juan 3,8 que reza “el viento sopla donde quiere y oyes su rumor,
pero no sabes de donde viene y adonde va. Así es todo el que nace del Espíritu”, de allí que
pudiera considerarse cierta afinidad entre la figura del viento y del Espíritu, en su traducción
muy similar (espíritu y soplo). Asimismo, se hace una referencia a Eclesiastés 11,5 “si no
sabes cómo entra el espíritu en los miembros, en el vientre de la mujer encinta, tampoco
sabrás la obra de Dios que todo lo hace”, lo que pudiera ir dando apertura al tema que en
Hechos se mencionará próximamente, la recepción del Espíritu Santo, como se comprende
desde el Salmo 104,30 “si envías tu aliento, son creados, y renuevas la faz de la tierra”,
aduciendo al espíritu de Dios como en quien reposa el origen y ser de la vida; el aliento de
su boca, lo definirá el salmo 33,6, de Dios saldrá el Espíritu que es dador de vida, según Juan
22,20 “Dicho esto, sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”.

El versículo 3 da cuenta de unas lenguas de fuego que se posaron sobre quienes estaban en
el lugar, y en el texto de Isaías 5,24 se refiere el autor a la acción del fuego sobre la paja y el
heno, los cuales serán consumidos por haber recusado la enseñanza de Yahvé y por haber
despreciado la Palabra del Santo de Israel. Es el fuego un elemento enteramente ligado a la
acción divina, como vivificador e inclusive como purificador, según se evidencia en Isaías
6,6-7 “entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en la mano, que con las
tenazas había tomado de sobre el altar; y tocó mi boca diciendo: “como esto ha tocado tus
labios, se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado”.

El versículo 4 describe el resultado de las acciones ocurridas anteriormente, la llenura del


Espíritu Santo sobre la vida de quienes estaban presentes, lo que acarreó, por consiguiente,
que comenzaran a hablar en distintas lenguas, por un don del Espíritu Santo. En Lucas 1,15
se hace alusión a la llenura del Espíritu Santo en la figura de Juan el Bautista, desde inclusive
el seno de su madre, lo que lo convertiría en un gran anunciador del Reino de Dios, en clara
relación con este segmento de nuestra perícopa de estudio. Lo mismo sucede al situarnos en
la Primera Carta a los Corintios, capítulo 12 al 14, en general la temática que aborda está
referida a los dones espirituales dados por Dios y el buen uso de los mismos en la persona,
los cuales han sido concedidos a la comunidad como una presencia real del Espíritu Santo, y
de cierta manera para levantar la situación de una comunidad que permanecía obrando según
la mentalidad sumergida en el paganismo. Entre los signos que se hacen referencia en esta
perícopa está la glosolalia o don de lenguas como resultado de la acción del Espíritu, lo cual
es reafirmado en el Evangelio de Marcos 16,17 “Estos son los signos que acompañarán a los
que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguas nuevas”, muy en sintonía
con lo que va relatando esta cita de Hechos. Estos acontecimientos descritos en estos
evangelios y en el libro de Hechos de los Apóstoles encuentran sus antecedentes en Nm
11,25-29 en donde las manifestaciones teófanicas de Yahvé al pueblo de Israel, las cuales
producen la efusión de Espíritu sobre ellos, otorgan dones y carismas que los llevan, en este
caso, a profetizar. El primer libro de Samuel 10,6 también hará una referencia directa a la
invasión del Espíritu de Yahvé y la consecuente transformación en su ser, descrito como un
“cambio en otro hombre”, posterior a un trance; esa acción de un trance se verá también
descrita en 1 S 19,20-14 y 1 R 22,10. En el contexto de la literatura profética también el libro
de Joel en el capítulo 3 describirá el derramamiento del Espíritu “sobre toda carne”,
produciendo que muchos ahora realicen acciones que antes no son descritas, profetizarán,
sonarán sueños y verán visiones. El elemento del fuego es también mencionado en Joel como
en versículos anteriores de Hechos, el cual es citado por Pedro en su discurso en torno a este
acontecimiento en Hechos 2,17ss.

El versículo 5 del capítulo 2 de Hechos, hace referencia a la llegada a Jerusalén de personas


con el calificativo de “piadosos”, provenientes de todas las naciones a propósito de las fiestas.
Relación con este, encontramos en Lucas 24, 47 en donde se hace alusión a la misión a la
que envía Jesús a sus discípulos, enviándolos a predicar para perdón de los pecados a todas
las naciones, empezando desde Jerusalén, mismo sentido que se encuentra en el Evangelio
de Mateo 28,19 en el cual se hace la acepción específica que es “a todas las gentes” que
estaba destinada la llegada del Reino. El sentido de universalidad del destinatario del mensaje
de Jesús y de la acción del Espíritu también es confirmada en Colosenses 1,23 “con tal que
permanezcáis sólidamente cimentados en la fe, firmes e inconmovibles en la esperanza del
Evangelio que oísteis, que ha sido proclamado a toda criatura bajo el cielo y del que yo,
Pablo, he llegado a ser ministro”.

El versículo 6, una vez más vuelve sobre la acción del Espíritu en las distintas lenguas
presentes, y la impresión generada en quienes eran testigos. El libro del Génesis 11 comienza
a dar indicios de lo que la glosolalia implicaba, una alabanza uniforme a Dios en lenguas
extranjeras, “todo el mundo era de un mismo lenguaje e idénticas palabras”, en cierta forma
el sueño de Dios para su pueblo, “he aquí que todos son un solo pueblo, con el mismo
lenguaje y este es el comienzo de su obra”; estas son extractos del libro del Génesis en el que
pueden encontrarse indicios de relación con el acontecimiento de Pentecostés. La primera
Carta a los Corintios hace menciones constantes del don de lenguas en el 14,2 y lo
caracterizan como una forma de diálogo con el mismo Dios y como un medio para la
edificación, exhortación y consolación; por otro lado, es visto por Lucas como la restauración
de la unidad perdida en Babel.

La acción ocurrida sobre los presentes, en la cual fueron llenos del Espíritu Santo y
comienzan a referirse en infinidad de dialectos, mantuvo la impresión y el estupor sobre
quienes fueron testigos, hasta el punto de preguntarse en el versículo 11b ¿cómo es posible
que los oigamos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios?, ese mismo
sentimiento y cuestionamiento se sitúa en 1 Co 14,23 en la que se pronunciaban con
cuestionamientos: “si pues, se reúne toda la asamblea y todos hablan en lenguas y entran en
ella no iniciados o infieles, ¿no dirán que estáis locos?. En el 11ª se hace referencia a los
judíos y prosélitos que fueron objetivo de este obrar de Dios; es va´lido recordar que los
prosélitos son los que, sin ser judíos de origen, han abrazado la religión judía, han aceptado
la circuncisión y así han pasado a conformar el pueblo santo de Dios. En Mateo 23,15 se verá
una denuncia del evangelista hacia los fariseos y escribas, en los que eran tildados como
hipócritas, dado que las personas que alcanzaban a ser convertidas por esta casta sacerdotal
judía, no se constituían realmente prosélitos conversos.

5. Interpretación del texto

Al aproximarnos al texto de Hechos de los Apóstoles, nos posamos en un acontecimiento de


suma trascendencia, inicialmente para el pueblo judío, por el contexto de tiempo espacio en
el que se da, pero también para las nacientes comunidades cristianas, por el hecho de tratarse
del cumplimiento de la promesa del redentor, como parte de las acciones escatológicas de
salvación para la humanidad que ha aceptado su nombre y reinado. El discurso de Pedro, que
se da en el contexto del acontecimiento de Pentecostés, es un claro signo de las promesas de
Dios anunciadas en tiempos antiguos por los profetas.

El primero de los criterios que nuestro estudio retórico nos invita a abordar es el
acontecimiento teofánico en sí, suscitado en el contexto de la fiesta del Pentecostés, también
conocida como fiesta de las semanas y en la cual la población judía celebraba la entrega de
la Ley en el Sinaí en ocasión de la Pascua que permitía a esta comunidad recordar la
liberación del imperio egipcio. Es importante hacer la mención de la importancia que esto
representa en el ambiente de la comunidad judía, pues se trataba de un festival en el templo,
del cual hacían parte en su totalidad personas judías, inclusive los conversos o prosélitos. La
importancia de esta observación radica en el hecho de que Dios cumple sus promesas y
propósitos.

¿En dónde radican las promesas? En el hecho de que lo que en la antigua alianza habían
vivido, con la llegada de Jesús, el cumplimiento del plan divino, su Pasión, Muerte y
Resurrección, sería ratificado y plenificado, de allí que el autor utiliza una serie de elementos
teofánicos para describir el derramamiento del Espíritu de Dios, un derramamiento que era
evidente a los ojos de todos, y además perceptible a ser recibido. Una de las columnas de la
reescritura propuesta en esta perícopa, habla particularmente de signos de Dios que podían
ser captados por medio de todos los sentidos del ser humano, primero considerar el hecho de
que se relata el que “aparecieron” nos da un indicio de algo que fue captado por la vista, por
otro lado, el viento y el fuego que son perceptibles al tacto, el ruido y las distintas lenguas o
dialectos que podían ser captados por la audición, ese mismo elemento de las lenguas que es
relacionado con el sentido del gusto y si tomáramos como referencia algunas de las
reubicaciones de nuestra perícopa, podríamos inclusive vincular el elemento fuego con dos
columnas de humo que se mencionan en los textos del Antiguo Testamento y que podría
relacionarse con el sentido del olfato. Esta referencia de elementos con la totalidad de los
sentidos del ser humano, los relaciono con una simbología de la plenitud del hombre que
Dios anhela llenar y poseer y asimismo aquellos hombres que escucharon la Palabra de Dios
y decidieron seguirle, serían objeto de ese ἐπλήσθησαν, un verbo pasivo que al traducirlo
denota esa acción de “ser llenados”, mencionado en varias oportunidades en los paralelos
reubicados de dicha perícopa.

El segundo de los criterios que asumimos en la reestructuración del texto, viene dado por los
destinatarios de la acción; bien delimitada queda la acción en torno a quienes estaban
inicialmente en el lugar, ese lugar era una casa, sobre la cual se refiere que sucedió una acción
que ἐπλήρωσεν (llenó) todo el lugar, una palabra que alcanzamos a encontrarla en dos
oportunidades durante todo el texto, de allí que nos permita deducir que la acción de la llenura
del Espíritu Santo es de suma importancia para el autor y el objetivo de esta perícopa. Es
importante posar la mirada sobre un sustantivo que le da una característica especial a un
elemento, el ἦχος, el ruido fuerte asume la figura del sujeto que protagoniza la acción, ese
ruido fuerte es “quien” toma la iniciativa de tomar posesión del lugar y llenar a los allí
presentes.
El hecho de la reunión de este grupo de personas nos puede situar en el contexto del pueblo
de Dios reunido a propósito del éxodo, el cual vivieron posterior a su liberación de Egipto.
El nuevo Israel es ahora representado en las personas de todas las naciones a quienes está
dirigido el mensaje cristiano y que representa prácticamente la ampliación de ese pacto inicial
de Dios, un pacto plenificado en Jesús. Esta reunión de personas, como he afirmado,
representante del pueblo de Dios, da cuenta del pueblo de Dios, de la ekklesía que está
llamada a ser pueblo misionero que peregrina movido e inspirado por el Espíritu Santo, como
guía de su caminar.

La espontaneidad y la libertad de la venida del Espíritu Santo se demuestra con vehemencia


en esta perícopa, y da cuenta de una acción divina y salvífica de un Dios que no hace acepción
de personas. El adjetivo πάντες ocupa una presencia importante a lo largo de la perícopa, al
aparecer en varias oportunidades, para dejar en claro que esa acción de escogencia de Dios
sobre un pueblo específico, el de Israel, se amplía a muchos más que desde la comprensión
de la primera alianza, no eran destinatarios de la salvación, de allí los muchos sustantivos
que se mencionan para hacer alusión a las distintas naciones conocidas de ese tiempo.

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