Arquitectura del paisaje

4 Editorial / Hugo Mondragón

6 Noticias / Notas
11 Reseñas / Libros y revistas

14 Arquitectura del Paisaje: Una disciplina transversal e

integradora / Osvaldo Moreno
20 ¿Políticas de paisaje? / Romy Hecht

26 De la selva araucana a la “Suiza chilena” / Rodrigo Booth

32 Atacama y Tierra del Fuego: Paisajes culturales extremos
en Chile / Eugenio Garcés
38 Apuntes para un paisajismo del secano /
Rodrigo Pérez de Arce

44 Paisajes del agua y trayectorias del arraigo en la

Patagonia chilena / María Dolores Muñoz
50 Un espacio inesperado se esconde en Huasco /
Mario Pérez de Arce A .

54 Qhapaq Ñan: El Camino Principal / Solange Díaz

Dossier de obras
62 Puente ecológico para pájaros y Manual de observación
ornitológica / Claudio Magrini + Emilio Marín
68 Plaza Mirador Pablo Neruda / Carlos Martner +
Humberto Eliash

74 Remodelación Parque Quinta Normal /

Teodoro Fernández + Danilo Martic

80 Ecomuseo Chicauma / Andrew Harris Y Claudia Illanes

86 El paisaje del río: de memoria en memoria /
Sandra Iturriaga

92 Rapa Nui: Liceo Lorenzo Baeza Vega / Rodrigo Chauriye

Y Mario Marchant

96 Proyectar con el paisaje: Lo fijo y lo variable /

Carla Ruttimann Y María Cecilia Rencoret

102 Parque Metropolitano de Cerrillos: El paisaje como

proyecto público / Pía Montealegre
108 Fundación Mi Parque. Cambiando la realidad de las
áreas verdes / Martín Andrade
112 Apuntes de mi Moleskine. Sendero de Chile / Antonio Gil
 2
ciudad y  arquitectura
 Arquitectura
del paisaje

Edición y Producción Equipo Revista Ciudad y

Arquitectura / ISSN 0716-3622 / Sociedad
Arquitectos Chile Ltda./ Alameda 115, Santiago
Centro  / Teléfono +56-2 353 2300 / Editor
Responsable Colegio de Arquitectos de Chile A.G.

Representante Legal Patricio Gross / Gerente General

Alejandro del Río / Directorio Nacional Colegio de
Arquitectos / Presidente Nacional Patricio Gross /
Vicepresidente Asuntos Internos Luis Eduardo
Bresciani / Vicepresidente Asuntos Externos Marcos
Araya / Past President Alberto Montealegre / Secretaria
General Ivannia Goles / Director Tesorero Alberto
Arenas / Directores Nacionales Sergio Andreu, Sótero
Apablaza, Víctor Gálvez, Agustín Infante y Hugo Pereira.
Comité Editor Rodrigo Chauriye, Pablo Gil,
Patricio Gross, Agustín Infante, Juan Lund, Mario
Marchant, Alberto Montealegre, Marjolaine
Neely y Mario Pérez de Arce A.
Editor Hugo Mondragón / Producción editorial
Elisa Gil / Edición de textos Hugo Mondragón y
Juan Luis Rodríguez / dirección de arte y diseño
Pozo Marcic Ensamble / Edición de imágenes Hugo
Mondragón, Elisa Gil, Constance Neumann, Patricio
Pozo y Paula Barahona / Corrección de Estilo
Edison Pérez / Impresor Gráfica Puerto Madero S. A.

Colaboradores Martín Andrade, Maximiano Atria,

Umberto Bonomo, Rodrigo Booth, Rodrigo Chauriye,
Solange Díaz, Humberto Eliash, Teodoro Fernández,
Eugenio Garcés, Antonio Gil, Andrew Harris, Romy
Hecht, Claudia Illanes, Sandra Iturriaga, Claudio Magrini,
Mario Marchant, Emilio Marín, Danilo Martic, Carlos 3
Martner, Pía Montealegre, Osvaldo Moreno, María
Dolores Muñoz, Mario Pérez de Arce A., Rodrigo Pérez

Otoño 2011
de Arce, María Cecilia Rencoret y Carla Ruttimann.
Reserva de espacios publicitarios y suscripciones
Teléfono +56-2 353 2321 / Fax +56-2 353 2355 /
E-mail: actividades@colegioarquitectos.com

fe de errata / En el catálogo de la XVII Bienal de

Arquitectura 8.8 Reconstrucción Bicentenario 2010, se
omitió por error la mención a una de las publicaciones
seleccionadas en la Muestra de Publicaciones. Se trata de
Foto: Gabriel Renié

“Guía para la recuperación y reutilización de los escombros

simbólicos en el espacio público” de los autores Patricio
Mora, Hilda Basoalto, Viviana Vilches, Claudia Cerda,
Felipe Rivera, editada por Bío Bío Proyecta, Universidad
de Concepción, Concepción, 2010.
 EDITORIAL

Arquitectura
del paisaje

4
Hugo Mondragón
ciudad y  arquitectura

Editor

Arquitectura es una palabra compleja, polisémica, evanescente.

Se ha utilizado y se sigue utilizando para designar fenómenos y
hechos muy diversos entre sí. Paisaje es otra palabra igualmente
compleja. Dependiendo de la tradición desde la que se intente
su definición, puede significar una representación pictórica,
fotográfica, fílmica, musical, narrativa o poética; pero también
puede significar aquello que surge una vez que la mano del hom-
bre se posa sobre la naturaleza para transformarla.
Arquitectura del paisaje. No es necesario insistir en la com-
plejidad del término compuesto. En este número de la revista
C/A no estamos intentando una definición taxativa para el tér-
mino. El número se ha pensado como un foro, una invitación a
los autores a debatir sobre un término cuyo significado parece
habitar en un lugar inalcanzable, más allá de riscos y peñascos,
rodeado de pantanos y arenas movedizas.
A pesar de la familiaridad –y esta es la trampa, pues casi to- la corta, que la amontona, en fin, que la domina. Pero al mismo
dos creemos saber de qué se trata la arquitectura del paisaje– lo tiempo nos recuerdan que no podemos olvidar que la arquitec-
cierto es que estamos frente a un término que, a poco andar en tura del paisaje tiene también mucho que ver con el ojo. Supone
el camino de su definición, se comienza a revelar tan oscuro y un hombre afuera del paisaje, un hombre contemplativo, que
opaco como sugerente y teñido con los colores de la actualidad. observa y que mide con cuidado, para construir una represen-
Un síntoma es que la palabra circula por muchas bocas. Cierta- tación estética de lo que ve.
mente por la de los arquitectos y los paisajistas, pero también Finalmente, me parece que los artículos, los proyectos y las
por la de poetas, periodistas y políticos. obras logran transmitir con claridad de qué manera la arquitec-
Los autores invitados a este número nos hacen saber que la tura del paisaje oscila entre el pragmatismo y lo sublime, entre
arquitectura del paisaje tiene que ver con el impulso civilizato- la civilización y la cultura, entre lo que se transforma y lo que
rio, con lo que cambia, con lo que transforma, es decir, con las permanece, entre el viaje y la patria, es decir, creo que logran
infraestructuras, con los trazados de las carreteras y los puentes, dibujar el amplio y rico territorio de realidades y posibilidades
con los canales de regadío y los grandes cultivos, pero al mismo de la arquitectura del paisaje.
tiempo nos recuerdan que la arquitectura del paisaje tiene que Con este número 147 inicio con entusiasmo y responsabili-
ver con lo que permanece, con la cultura, con los intricados e dad la tarea que me ha encargado el Colegio de Arquitectos de
inefables asuntos de la identidad y de las tradiciones. Chile de editar la revista C/A en una nueva etapa. Junto a mi
También nos aclaran que la arquitectura del paisaje tiene equipo, esperamos que el producto que tiene es sus manos esté
Foto: Gabriel Renié

que ver con las manos y con el hacer. Con un hombre activo, a la altura de sus expectativas.
un hombre que se enfrenta al territorio con la técnica, con las
herramientas. Un hombre que rasga la tierra, que la abre, que
 5

Otoño 2011
 6
ciudad y  arquitectura

(Ruedas de negocios)

Nuevo Editor Revista C /A

En este nuevo número de la Revista C/A – Ciudad
para contratar: ferias@dac.cl » tel. 205 9850 y Arquitectura, me complace presentar al nue-

www.100showrooms.cl
vo Editor General, Arq. Hugo Mondragón, aca-
démico de excelencia que tomará los nuevos
desafíos de nuestra revista, la principal y más
antigua publicación de arquitectura nacional,
y que comenzara en enero de 1968. A lo largo de
Patrocinan estas cuatro décadas se ha situado como una
de las publicaciones más leídas, constituyéndo-
se en el banco de información arquitectónica
más completo en el país.
Quiero agradecer la excelente labor y ges-
tión llevada a cabo por el Editor saliente, Arq.
Auspician Organiza
Marcelo Sarovic, y a todo el equipo que trabajó
en conjunto desde finales del 2008 por desarro-
llar la revista C/A.

patricio gross / Arquitecto Presidente

Nacional Colegio de Arquitectos de Chile
NOTICIA S notas

Otoño 2011
Memorial 27–F
En la búsqueda de un proyecto representati-
vo para la conmemoración del terremoto que
sacudió a Chile el 27 de febrero de 2010, la XVII
Bienal de Arquitectura en conjunto con la Co-
misión Bicentenario, convocaron a un concur-
so nacional de anteproyectos para el Memorial
Víctimas de Terremoto y Maremoto 27F.
De las 106 propuestas presentadas, un jurado
presidido por Antonia Lehmann, eligió la desa-
rrollada por los arquitectos Ricardo Atanacio
y Juan Agustín Soza, con el artista Fernando
Feuereisen, y los colaboradores Marco Aguirre,
Macarena Fuentes y Nicolás Arias. pertenencia e identificación con el memorial. Vistas proyecto
Según Atanacio,“el concepto del proyecto Las consideraciones del proyecto son: la revisión Memorial 27-F.
Fuente: Arquitectos
considera el lugar de la memoria como un es- de un espacio urbano desmembrado en proceso
Ricardo Atanacio y
pacio de inmersión liberado de las imágenes de constante configuración y la construcción del Juan Agustín Soza.
figurativas de un hecho histórico y de sus prota- testimonio que se reconstruye con las piedras de
gonistas. Privilegia las propiedades tectónicas dicho desmembramiento. El proyecto plantea la
y urbanas del terreno, transformándolo en un repetición de volúmenes verticales como un símbo-
espacio referencial, temático y de uso público. lo que remite a las prácticas ancestrales de conme-
Se plantea la Placa Conmemorativa como un moración, al apilamiento de piedras del lugar y la
lugar para que los protagonistas, las víctimas, construcción de hitos, como testimonio y registro
y el público general desarrolle un sentido de sobre el territorio y nuestro habitar en él”.
 NOTICIA S notas

Edificio Sede Colegio

de Arquitectos.
Avenida Libertador
Bernardo O'Higgins 115.
Fotos: Gabriel Renié.

Celebración del
Día del Patrimonio
El Comité de Patrimonio Arquitectónico y Am-
biental del Colegio de Arquitectos de Chile se
encuentra preparando uno de los días más
importantes del año: la celebración del Día del
Patrimonio Cultural, oportunidad en que la
Sede del Colegio –obra de 1920 del destacado
arquitecto Luciano Kulczewski– será abierta al
público como parte del circuito de recorridos.
Para esta conmemoración, el objetivo principal
del Comité se ha enfocado en ratificar el valor
patrimonial de este inmueble reconocido
y apreciado por la comunidad. En vir tud
de ello, junto con la labor que significó la
declaratoria de la Sede como Monumento
Histórico por el Consejo de Monumentos
Nacionales, ahora el Comité se encuentra
arduamente trabajando para completar la
restauración del edificio, mediante la pos-
tulación a financiamiento del BID a través
del programa Puesta en Valor del Patrimonio.

8
ciudad y  arquitectura

Arquitectura chilena
de exportación
 “Blanca Montaña: Arquitectura reciente en Chile”
es una iniciativa impulsada por Puro Chile en
1 Portada Libro conjunto con la Dirección de Asuntos Cultura-
Blanca Montaña.
les de la Cancillería y el Consejo Nacional de la
2 Hotel Remota Cultura y las Artes, entidad que aprovecha este
arquitecto
lanzamiento para dar a conocer la creación de
German del Sol.
Fotos: Vanguardia su nuevo Departamento de Arquitectura. Por
Comunicación. ello, el lanzamiento del libro fue encabezado
2
por el Ministro de Cultura Luciano Cruz-Coke,
junto con el director de Asuntos Culturales de
la Cancillería, Horacio del Valle y Miquel Adrià.
“La arquitectura chilena es la más interesante y ori-
ginal de todo el continente americano” opina Miquel
Adrià, editor de esta publicación que recorre los
hitos más relevantes de la historia de la arquitec-
tura contemporánea en Chile. Está compuesto
por textos de profesores e investigadores como
Horacio Torrent y Pablo Allard, como antesala de
las 121 obras que fueron elegidas por Adriá y un
comité editorial chileno y que incluyen proyectos
de sesenta reconocidos estudios de arquitectos,
desde el de Borja Huidobro y José Cruz Ovalle,
hasta representantes de las nuevas generaciones
como Mathias Klotz y Alejandro Aravena.
Blanca Montaña: Arquitectura Reciente en Chi-
le, se inserta en la estrategia implementada
por  la editorial Puro Chile, creada por Tomás An-
dreu y Claudia Pertuzé, que busca posicionar a
nuestro país en el exterior mediante ediciones
pensadas para exportar nuestra cultura.
 1

2 centros de la Asociación Helmholtz, en estrecha 1 Proyecto en mesa de

CAS – Conferencia de colaboración con sus socios latinoamericanos. trabajo de clima.

Esta iniciativa busca determinar los principales 2 Presentación

arquitectura sustentable
Conscientes de la realidad nacional y mundial
del cambio climático y la crisis energética, den-
tro de los pilares fundamentales del Comité de
Sustentabilidad y Energía del Colegio de Arqui-
tectos de Chile, se encuentra el aportar efec-
tivamente al desarrollo sustentable del país.
En este marco, una de sus principales acciones
durante el 2011 es la participación en la mesa
de trabajo Clima –Adaptación– Santiago (CAS),
proyecto en que trabajan investigadores de dos
efectos, riesgos y consecuencias del cambio cli- Conferencia.
Fotos: Colegio
mático en nuestra Región Metropolitana y su
de Arquitectos.
población, con el objetivo de elaborar de me-
didas de adaptación en los sectores claves de
energía, agua y uso de suelo.
Bárbara Aguirre, presidenta del Comité, pre-
cisa que esta mesa de trabajo representa una
excelente instancia para conocer el real impac-
to climático y energético que tiene nuestro tipo
de construcción y planificación en Santiago,
aspecto sobre el cual los arquitectos pueden
aportar notablemente con su expertise.

IFLA 2010 – Conferencia
Regional de las Américas
Arquitectura del paisaje
y geografía
Chile, un país de paisajes extremos y telúricos
fue la sede de la pasada Conferencia Regional
de las Américas realizada entre el 2 y el 4 de sep-
tiembre de 2010. Se trató de una actividad orga-
nizada por el Instituto Chileno de Arquitectos
Paisajistas (ichap), miembro de la Internatio-
nal Federation of Landscape Architects (IFLA).
Se buscó posicionar a la Arquitectura del
Presentación Parque
arquelógico Solure. Paisaje como una disciplina que resultaba de
Foto: Carla Ruttimann. la hibridación entre geografía, paisaje habitado,
y espacio urbano. El objetivo de la conferencia
fue promover la Arquitectura del Paisaje que
logra poner en valor la identidad geográfica de
cada lugar. Su organización tomó cerca de dos
años y contó con el apoyo y auspicio de cinco
universidades: Pontificia Universidad Católica
de Chile, Universidad Diego Portales, Universi-
dad Finis Terrae, Universidad Central e INACAP.
Al evento asistieron cerca de 300 personas
provenientes de 15 países: Argentina, Alemania,
Bolivia, Brasil, Canadá, Colombia, Costa Rica,
España, Estados Unidos, Francia, México, Perú,
Uruguay, Venezuela y Chile.
En miradas surgidas de aproximaciones
tan diversas como el urbanismo, el proyecto
de paisaje, la investigación, la planificación, la
participación ciudadana, la teoría e incluso la
poesía, fue posible descubrir una interesante
sintonía en las ideas y tendencias que dominan
hoy en la Arquitectura del Paisaje.
Tres líneas argumentales dominaron la
conferencia: Revelar el paisaje – Humanizar el
espacio urbano – Hacer visibles los procesos de
generación de paisaje.
Una idea recurrente fue la consideración del
paisaje local y sus hechos geográficos en las dis-
tintas escalas, como generadores de proyecto
y primera inspiración, capturando el potencial
que lleva implícito un hecho geográfico, sepa-
rándose del paisaje para “revelarlo” o atrapando
su ritmo y espíritu.
Otra idea que prevaleció fue la de instalar al
hombre como centro, observando y consideran-
do sus aspiraciones, necesidades, tradiciones y
escalas. Conceptos como confianza, orgullo,
colaboración, densidad social o el valor cultural
Otoño 2011
del paisaje aparecieron como muy importantes
a la hora de tomar decisiones sobre el territorio
y la ciudad. Muchos expositores coincidieron
en la necesidad de humanizar el paisaje, crear
lazos perdurables con él, cargarlo de significa-
dos, conocer su historia; en síntesis construirlo
como un elemento fundamental de la cultura.
Los criterios predominantemente técnicos y
económicos en que se habían basado hasta hoy
gran parte de las intervenciones sobre el territorio
están cambiando. La vocación del lugar, las tradi-
ciones locales, los deseos y afectos de las perso-
nas que lo habitan, los sistemas naturales y sus
procesos, el valor escénico; adquieren prioridad.
Agradecemos al equipo organizador de
ICHAP constituido por Paulina Márquez, Ceci-
lia Vergara, Claudia Illanes, Pamela Jarpa, Pie-
ra Sartori, Fulvio Rossetti, Carla Ruttimann y
Paula Villagra; a Paz Hormazábal a cargo de la
logística; a los auspiciadores y patrocinadores
dentro de los cuales están las cinco Universida-
des nombradas, que creyeron en el proyecto y
lo apoyaron; a la comisión científica evaluadora
de ponencias presidida por Romy Hecht, y a los
charlistas de primer nivel que generosamente
mostraron su trabajo e ideas.
Nos alegra haber sido anfitriones de esta ce-
lebración del paisaje y esperamos haber senta-
do las bases que consoliden las redes iniciadas..
carla ruttimann / cecilia vergara /
paulina márquez
Directiva ICHAP / www.ichap.cl /conferencia
 ciudad y  arquitectura

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K
Y
C

CY
M

MY
CM

CMY
R E SEÑA S libros  y revistas

categorías son: la naturaleza contemplada, la

naturaleza reinventada y la naturaleza narrada.
Arquitectura del paisaje En la primera parte se definen conceptos y
en Chile – Hacia un acontecimientos y se presentan los principales
protagonistas que han contribuido a transfor-
quehacer contemporáneo mar tanto a Santiago como al resto del país con

Foto: Gabriel Renié

Info / Autor Fulvio Rossetti / e ditorial
Ocho Libros Editores / Año 2009 / Páginas 199
El libro “Arquitectura del paisaje en Chile. Hacia un
quehacer contemporáneo” escrito por el arquitecto
sus ideas innovadoras pero sobre todo con sus
proyectos de arquitectura y paisaje. Gracias
también a un estilo de escritura ágil, el autor
pasa de temas históricos y urbanos –como los
desarrollados por personajes como Vicuña Mac- 11
kenna y su visionaria imagen de Santiago– a

italiano Fulvio Rossetti y publicado en 2009 por
la editorial Ocho Libros, es el primer texto publi-
cado en Chile que intenta delinear la trayectoria
de la arquitectura del paisaje en el país.
El texto se divide en dos partes, la primera
de carácter teórica y la segunda de carácter
analítico-descriptivo.
En la primera parte del libro se introducen
tres grandes categorías que contribuyen a
definir los ámbitos temáticos específicos que
establece Rossetti, para clarificar la lectura
del territorio, del paisaje y de las obras que se
analizan en la segunda parte del texto. Éstas
Otoño 2011
temas relacionados con el territorio y el pai-
sajismo –caracterizados por personajes como
Oscar Praguer o Carlos Martner. En esta sección
se analizan obras como el Parque Forestal, el
Parque Providencia, la Piscina Tupahue o Anti-
lén, todas ellas del siglo pasado.
Particular relevancia se le atribuye a las
obras realizadas en la Ciudad Abierta de Ri-
toque por el grupo de académicos, artistas
y poetas del Instituto de Arquitectura de la
Universidad Católica de Valparaíso, las cua-
les habrían marcado un hito tanto nacional
como internacional. / u.B.

te los planos y fotografías de las obras de un

Marsino arquitectos,
universidades y colegios
Info / editores Monserrat Palmer y
Patricio Mardones / Editorial ARQ
ediciones, PUC / Año 2010 / Páginas 148
Dentro del marco de lo que debe ser un catá-
logo de la producción arquitectónica de una
oficina, el libro de Marsino Arquitectos apa-
rece como una adición refrescante, principal-
mente por aquello que agrega a la tradicional
presentación sucesiva de obras: un texto que
Foto: Gabriel Renié
catálogo, y que Jorge Marsino ilustra perfecta-
mente en el título Operaciones arquitectóni-
cas, con que inicia la sección de obras. Lo más
interesante es la propuesta de una lectura que
va y viene entre las palabras y las imágenes,
entre la pregunta para entender lo que se ve y
la expresión de ciertas reglas de trabajo. A ello
se agrega también la relación a la que invita
Horacio Torrent, acerca de cómo el ámbito
de la educación ha venido modificándose en
su esencia y en su forma construida en las
últimas décadas, y cómo la obra de Marsino
Arquitectos opera desde la disposición de los

permite acceder a un modo de hacer, y que elementos propios de la arquitectura y su sen-

pone en evidencia aquello que normalmente tido funcional en la configuración del espacio
una monografía no permite ver. Esto es lo que educacional, como fin último de la arquitectu-
habitualmente se busca al mirar detenidamen- ra de universidades y colegios. / M.A.
 R E SEÑA S libros  y revistas
Archipiélago de
arquitectura
Info / Editores Miguel Mesa, Verónica
Restrepo y Verónica Betancur / Editorial
Mesa editores / Año 2010 / Páginas 304
El libro Archipiélago de Arquitectura, de Mesa
12 Editores, revela, enfrenta y comparte la visión
y trabajo de siete oficinas de arquitectura radi-
ciudad y  arquitectura
cadas en Colombia; Oficina Informal, Camilo
Restrepo Arquitectos, CTRL G + Federico Mesa,
Mesa Editores, Manuel Villa Arquitectos, Paisa-
jes Emergentes y Plan B Arquitectos.
Previa presentación de la arquitecta argenti-
na Florencia Rodríguez (PLOT) y Geoff Manaugh
(BLDBLOG) y de la muestra de cada oficina y
algunas de sus obras, este compendio nos pre-
Foto: Gabriel Renié
senta una entrevista cruzada por parte de los
estudios, estableciendo una discusión discipli-
nar relativa al desarrollo y postura de cada uno,
un debate frente al proyecto y al rol social de
la profesión y a la producción de arquitectura.
Cierra, finalmente, con comentarios escri-
tos por una oficina sobre la visión que tiene de
sus pares y con una reseña bibliográfica de los
arquitectos, que hoy, están moviendo la arqui-
tectura colombiana y sudamericana. / c.n.
Revista Trace Nº  1
Info / editores Jaennette Plaut
y Marcelo Sarovic / e ditorial
Constructo / Año 2011 / Páginas 100
Esta nueva revista chilena de arquitectura pre-
senta en su primer número una amplia gama de
temas relacionados con la arquitectura local y
mundial, de antes y de ahora. En palabras de sus
editores Jaennete Plaut y Marcelo Sarovic, la pu-
blicación se concibió “como un esfuerzo independiente
por situarnos desde la disciplina y en su cruce con otras”,
teniendo a Chile como foco de desarrollo cultural.
En relación a la arquitectura chilena, expli-
can los editores, se abordan tres nuevas obras
Foto: Gabriel Renié
que reflejan dualidades dentro de la disciplina:
Moon Shadow de Smiljan Radic, Transoceánica
de + arquitectos y El parque de los lamentos de
Alfredo Jaar. Las tres ampliamente presentadas
en este número.
La revista comienza con dos artículos sobre
el MoMa, conversaciones con Glenn Lowry y
Barry Bergdoll, y una presentación de los ga-
nadores tanto del YAP 2010 (Young Architects
Program_MoMa P.S.1) como de su versión lati-
noamericana PAL 2010.
El contenido de la revista se compone, tanto
en teoría y crítica como en proyectos, con va-
riadas, y completas, aproximaciones al campo
de la arquitectura que abarcan conversaciones,
concursos, entrevistas, artículos, profiles, mo-
dern reviews y presentación de obras. / e.g.

Foto: Gabriel Renié
América. Luego se destacan siete obras mu-
Revista Suma + Nº  111 nicipales principalmente de Chile, Brasil y Ar-
gentina, para finalizar con un gran reportaje
Museo memorial / que cuenta la historia del emblemático Teatro
Edificios municipales Colón de Buenos Aires, sus inicios y la relación
y comparación de éste con otros importantes
Info / editor Fernando Diez /
teatros del mundo de principios del siglo xx.
 e ditorial DONN S.A, Buenos Aires /  La arquitectura emergente en Santa Fe, Ar-
Año 2010 / Páginas 128 gentina, y la trayectoria de Casa Foa también
forman parte de este número, el que finaliza
Este número propone un recorrido por diver- con un emotivo post scriptum de Fernando Diez
sos edificios municipales de distintos puntos despidiéndose de un lugar, el Bar Taller, alu-
de Latinoamérica, marcando un claro énfasis diendo a la dignidad implícita en el cierre de
en la importancia del papel de la arquitectura este icónico edificio.
contemporánea en este ámbito hoy en día. El La revista trae además un póster desplegable
recorrido comienza en Chile con el Sitio para de la Casa Poli de Pezo Von Ellrichshausen Ar-
la memoria, nombre que recibe el Museo de la quitectos, parte de una colección que Summa+
Memoria y los derechos humanos del Estudio entrega en cada número. / e.g.
Revista ARQ Nº  76
– Día y Noche
Info / editor Patricio Mardones / Editorial
ARQ ediciones, PUC / Año 2010 /Páginas 108
El número 76 de la revista ARQ, es la última
edición en que intervino Montserrat Palmer,
su fundadora y directora. Se titula Día y Noche,
nombre que se refiere a la infinita relación de la
Foto: Gabriel Renié
arquitectura con la luz y la sombra. Basándose
en la frase “los cuerpos bajo la luz”, hace un reco-
rrido partiendo en la obra y estudios lumínicos
de Le Corbusier hasta proyectos de diversas es-
Foto: Gabriel Renié
Revista aU, Arquitetura
e Urbanismo – Nº  200
Info / Autor Bianca Antunes / e ditorial
Editora PINI Ltda. / Año 2010 / Páginas 96
La número 200 de la revista aU es una edición es-
pecial titulada Intervenciones en favelas. Se trata
de uno de los problemas sociales, urbanísticos y
arquitectónicos más importantes en Latinoamé-
rica, que se encuentra en constante crecimiento.
Tal como lo dice su editora Bianca Antunes “fave-
la es una contingencia urbana inevitable”.
Se presenta una muestra de obras –centros
comunitarios y plazas– desarrollados por ofici- 13
nas locales en Belo Horizonte y Río de Janeiro y
Otoño 2011
finalmente recoge el proyecto Institución edu-
cativo Flor del Campo de Giancarlo Mazzanti
en Cartagena de Indias, Colombia. En todos
los casos se trata de proyectos que modifican
una condición barrial precaria a través de un rol
social e integrador de la arquitectura.
Fernando Luiz Lara, hace una reflexión sobre
como con soluciones de una extrema sencillez
material y bajos costos, las intervenciones ar-
quitectónicas que se realizan hoy en las favelas,
han podido dar dignidad a sus habitantes.
Finalmente, viene una entrevista a Ryue Nis-
hizawa, socio de Sanaa oficina con Kazuyo Se-
jima, quien habla de la influencia de Niemeyer
en su arquitectura, de la obtención del Premio
Pritzker 2010 y del escenario urbano en que se
encuentra Japón. / c.n.
calas; desde un plan de iluminación para Brasil
hasta el objeto de iluminación a través de un
dossier especialmente dedicado a ello.
Hace una lectura de la ciudad y el uso del
espacio público iluminado, como un todo que
vive incesantemente y del cual somos parte
inherente y activa, y de la incorporación de
la luz natural en edificios de altura ligados al
clima y la geografía.
Destaca en las obras presentadas –casas,
estudios, colegios e intervenciones– la constan-
te búsqueda de la integración de la luz natural
como un problema de arquitectura, que permita
generar relaciones de proximidad y confort liga-
das, tanto con el paisaje circundante como con
los usos y programas al interior de la obra. / c.n.
Houtan Park. Shanghai, China.
Foto: Kongjiang Yu. Fuente: ASLA
 Arquitectura del paisaje
Una disciplina transversal
e integradora

Osvaldo Moreno
Director Escuela de Arquitectura del Paisaje. FAUP.
Universidad Central de Chile. Arquitecto U. de Chile.
Magíster en Paisaje, Medioambiente y Ciudad. UNLP.

Desde un marco conceptual amplio, Paisaje1 puede identi-

ficarse como el conjunto de relaciones derivadas de la su-
perposición e interacción de factores bióticos,2 abióticos3 y
antrópicos;4 en un determinado contexto espacial e histórico.
Al situarse el ser humano frente a este conjunto de factores,
con sus recursos perceptivos, se genera una respuesta deno-
minada Paisaje. Entonces, Paisaje es una realidad física experi-
mentable a partir de los sentidos, condicionada según el perfil
cultural y psicológico del observador, así como de su capacidad
de percepción. El Paisaje es así el efecto de la superposición de
la actividad humana sobre la naturaleza, e incluye desde la sola
mirada contemplativa hasta las modificaciones derivadas de la Aproximaciones al paisaje: categoría estética
actuación sobre el medio para fines productivos, recreativos, y ciencia ambiental
estéticos o funcionales. Se trata entonces de un concepto que En términos generales, tanto en la práctica como en la academia,
implica la proyección de la cultura sobre un espacio geográfico el paisaje se ha enfocado a través del tiempo desde al menos tres
determinado, transformándolo en Territorio. perspectivas paralelas: como categoría estética ligada a las mani-
No obstante, la comprensión de la noción de paisaje implica festaciones del arte; como ciencia ambiental derivada de la ecolo-
conocer su trayectoria a partir de la confluencia de diversos en- gía, y como una disciplina relacionada al diseño y ordenamiento
foques provenientes de ámbitos vinculados a las ciencias ambien­- del espacio, en sus diversas escalas de aproximación. A conti-
tales, las ciencias sociales y las disciplinas del arte y del diseño. nuación se revisarán los alcances de cada uno de estos enfoques.

1 En su raíz etimológica, el término paisaje proviene del latino pagus, que signi-
fica tierra (país); una porción de territorio habitada y apropiada por un grupo
social determinado. De la misma raíz proviene el término paisano, concepto
que describe a un habitante de una región –o país– en particular. Ver en roger,
Alain. "Breve Tratado del Paisaje." Editorial Biblioteca Nueva. España, 2007.
2 Por factores bióticos se entienden aquellos componentes de los ecosistemas: co-
munidades de flora y fauna en sus diversos niveles de complejidad e interacción.
3 Por factores abióticos se entienden aquellos componentes derivados del soporte
físico, principalmente geomorfología, hidrología y clima.
4 Por factores antrópicos se entienden los componentes derivados de la acción
humana sobre el territorio: desde elementos tangibles, como las edificaciones,
infraestructuras y usos productivos del suelo; hasta aquellos intangibles, como
las normas, costumbres y tradiciones, que pueden condicionar las acciones
sobre el territorio.
Categoría estética
En primer lugar, existe una perspectiva que ha definido histó-
ricamente al Paisaje como categoría estética vinculada esencial-
mente a la pintura, a la fotografía y de manera más reciente al
land art. En efecto, la noción de paisaje nace como categoría
estética. Antes de su invocación en disciplinas como la geografía
y el urbanismo, el término paisaje o landscape –que surge como
derivación del concepto holandés de landschap, a comienzos del
siglo xvi– designaba a un género pictórico del Renacimiento
en el norte de Europa, que tuvo su apogeo con la pintura al
aire libre de la escuela de Barbizón y con los impresionistas,
en el siglo xix.
 2 1 Theater Group Retreat. Boston,
USA. Foto Landwork Studio.
Foto: ASLA.

2 Mirador de Paisajes
productivos. Rocha, Uruguay.
Foto: Osvaldo Moreno.

3 Orongo Station Conservation

Master Plan. Poverty
Bay, New Zealand.
Foto: Nelson Byrd
Woltz Landscape.

4 Reserva Ecológica.
Buenos Aires, Argentina.
Foto: Osvaldo Moreno.

16 La pintura del paisaje representaba escenas de la naturaleza

y del mundo rural, contribuyendo a modificar la relación cul-
Como disciplina derivada de la geografía y
ciudad y  arquitectura

tural entre la sociedad y el territorio. A través de la pintura y

luego con la fotografía, los artistas conquistaron para el resto
de la sociedad aquellos paisajes lejanos y desconocidos, como la
montaña, el litoral y los bosques. Al trabajarlo en forma estética
participaron en la apropiación social del territorio, generando la
admiración por escenarios que luego serían objeto de atracción
turística (grand tour5) y de representación cultural de las socie-
dades, a través de la idealización de campiñas agrícolas, bordes
costeros, valles y viñedos, entre otros paisajes.
Aquella operatoria de aprehensión territorial desde el arte
ha sido denominada en la actualidad con el término de artia-
lización: una forma de interpretación del territorio percibido
a través de la sensibilidad artística, construyendo una mirada
cultural que lo devuelve como Paisaje.6 Ello ha sido explorado,
como se ha señalado, desde disciplinas tales como la pintura
en el Renacimiento tardío, pasando por la fotografía y las artes
cinematográficas, hasta experiencias más contemporáneas de
land art7, earth work,8 e incluso en torno a proyectos de arqui-
tectura del paisaje.9
Como disciplina derivada de la geografía y estimulada por la
representación pictórica impresionista del siglo xix, el Paisaje
en el contexto europeo es parte fundamental de la planificación
territorial, y es considerado patrimonio a conservar, restaurar
5 El concepto de grand tour tiene sus orígenes en la Europa del siglo xvi, asociado
a las travesías con fines formativos que emprendían intelectuales, artistas y
científicos con el objetivo de conocer nuevos territorios y culturas. Los destinos
y recorridos se iniciaron a través de la campiña francesa, el litoral italiano, los
Alpes suizos y los países bajos. Luego, se incluirían territorios más lejanos del
Norte y Este de Europa, Medio Oriente, Norte de África y América.
6 Roger, Alain.“Breve Tratado del Paisaje”. Editorial Biblioteca Nueva. España, 2007.
7 Entre los referentes más importantes del land art, cabe señalar a Christo and
Jeanne-Claude, con la obra Running Fence, instalación continua de 5 m de
altura ejecutada a lo largo de 39 km, en California, Estados Unidos.
8 El concepto de earth work está asociado al land art, y especifica aquellas tipologías
de intervención a mayor escala, algunas de las cuales requieren de grandes movi-
mientos de tierra, maquinarias pesadas y procesos complejos para su elaboración.
Uno de los proyectos que puede considerarse como earth work, inscrito también
en la categoría de land art, es la obra Spiral Jetty, de Robert Smithson.
9 Algunos arquitectos paisajistas –como Alain Roger y Bernard Lassus– han
explorado los límites de la arquitectura del paisaje desde intervenciones que
podrían considerarse como land art.
estimulada por la representación pictórica
impresionista del siglo xix, el Paisaje en el
contexto europeo es parte fundamental de
la planificación territorial.
o promover, dada su relevancia como reflejo de las particula-
ridades culturales de una determinada región. Testimonio de
ello es la institucionalidad que se ha construido en torno al Pai-
saje desde el año 2000: primero la Convención de Florencia,
luego la Ley Europea del Paisaje y últimamente la elaboración
de instrumentos precisos tales como las Cartas de Paisaje y los
Catálogos de Paisaje.10
Ciencia ambiental
En segundo término, desde las ciencias ambientales, el paisaje
constituye un modo de organización de los componentes bió-
ticos y abióticos de la superficie terrestre, considerando entre
otros temas, los procesos geomorfológicos y la distribución de
los ecosistemas en el espacio geográfico, a lo largo del tiempo.
Ejemplo de este enfoque es la ecología del paisaje, rama de
las ciencias ambientales que estudia la estrecha interacción en-
tre las matrices espaciales y los procesos ecológicos, orientada
a la comprensión de las causas y consecuencias que generan la
heterogeneidad espacial a lo largo de diversos rangos escalares.
Enfatizando métodos de análisis cuantitativos, recurre frecuen-
temente a estadísticas espaciales, modelos ecológicos y sistemas
de información geográfica para la interpretación del territorio.
10 La Convención de Florencia, también llamada Convención Europea del Pai-
saje, estableció a inicios del milenio las bases conceptuales y las directrices
operativas que luego darían forma a la Ley Europea del Paisaje; un acuerdo
normativo conjunto que instala al Paisaje como un recurso estratégico de alto
valor ecológico, cultural y económico, el cual se debe conservar, preservar o
restaurar a través de la aplicación de las leyes ambientales y de planificación
territorial implementadas en cada uno de los países integrantes. A su vez,
instrumentos como los Catálogos o Cartas de Paisaje son iniciativas que en
los últimos años han intentado establecer con mayor precisión técnica y me-
todológica lo establecido en la ley.
4

Esta perspectiva científica del paisaje es alimentada por disci- 17

plinas como la Botánica, la Zoología, la Biogeografía y la Ecolo-

Otoño 2011
gía, poniendo un menor énfasis a su valor estético, así como a
su rol social y cultural. En la práctica, la Ecología del Paisaje ha
derivado hacia nuevas metodologías de planificación y gestión
territorial, aportando técnicas precisas en el modelamiento de
los procesos ambientales, así como también estrategias de in-
tervención dinámicas, en sintonía con la condición cambiante
y compleja del territorio.11
En tercer lugar –en medio de las concepciones anteriores,
como resultante de su denominación estética y ambiental– y
nutrida fundamentalmente por los discursos y experiencias
provenientes de la Arquitectura y el Urbanismo, podemos
instalar el concepto de Arquitectura del Paisaje. Hacia fines
del siglo xix, el término Landscape Architect fue acuñado por
Frederick Law Olmsted12 para reemplazar al de Landscape Gar-
dener, herencia del paisajista inglés Humphry Repton, centran-
do la atención en una idea de construcción del espacio público
moderno a través de la noción de parque como hábitat, y no
ya en la aspiración de una naturaleza sublime contenida en el
paisajismo de jardines.13 Más allá de las cuestiones semánticas,
este enfoque alternativo permitió reconocer el valor ecológico,
social y monetario de la presencia activa de naturaleza en la ciu-
dad y en el territorio.
El proyecto paisaje –resultante del encuentro entre una
demanda ambiental y/o social determinada, una oferta de re-
cursos disponibles y una idea o plan de actuación sobre el te-
rritorio– se traduce en imágenes, planos y otros documentos
técnicos, que ilustran la respuesta a objetivos multisectoriales,
escenarios socioculturales y procesos ecológicos, convocando a
distintas disciplinas en una dinámica trasversal de intervención.
Orientada a mejorar la calidad integral del espacio habitado, su

11 Una de las estrategias de planificación ecológica del territorio más difundida a nivel
mundial la constituye los Planes de Manejo integrado de Cuencas. Ver Gómez
Orea, Domingo. Ordenación del Territorio: Una Aproximación desde el Medio
Físico. Instituto Tecnológico Geominero de España, Madrid, España, 1994.
12 Arquitecto del Paisaje, creador del Central Park en Nueva York y de la noción
de Parque Nacional, aplicado a Yosemite National Park, entre otros tantos
casos. En 1906, su hijo funda la primera Escuela de Arquitectura del Paisaje
en Harvard. Ver Ábalos, Iñaki. Atlas Pintoresco. Volumen 2: los viajes. Editorial
Gustavo Gili, Barcelona, España, 2008.
13 Esta noción puede ser también asimilada a las ideas paisajísticas de otros au-
tores, entre los que destaca Le Notre y sus jardines barrocos.
 5 5-6 Running Fence, instalación
continua de 5 m de altura
ejecutada a lo largo de
39 km, en California,
Estados Unidos. Christo and
Jeanne-Claude, 1972-1976.
Fotografía por Wolfgang
Volz .Fuente: http://www.
christojeanneclaude.net

7 The High Line Park, New

York. 2009. Un parque
lineal que se desarrolla a lo
largo del antiguo viaducto
ferroviario elevado de la
ciudad, en el área oeste de
Manhattan. Un claro ejemplo
de recuperación patrimonial
6 postindustrial, operada desde
la Arquitectura del Paisaje.
Fuente: http://www.
thehighline.org

18
ciudad y  arquitectura

plataforma metodológica, conceptual y técnica, apta para

Actualmente, los espacios verdes desempeñan
un papel fundamental en la calidad ambiental
de las ciudades, y su gestión apropiada brinda
numerosas posibilidades para la corrección
y prevención de impactos generados por
el desarrollo económico y productivo del
territorio urbano.
escala de acción se extiende desde el diseño del mobiliario ur-
bano hasta la elaboración de planes regionales de Paisaje, como
instrumento compatible con las políticas de ordenamiento y
planificación territorial. A modo de argumento que lo valida,
el proyecto se basa tanto en las huellas o testimonios de las
relaciones precedentes entre la sociedad y su espacio, como en
el imaginario y aspiración de la comunidad que lo habita en el
presente. Constituye, por tanto, una mediación entre el histo-
rial pasado y el imaginario prospectivo que el colectivo social
reconoce sobre su territorio.
Plataforma de servicios ambientales y
culturales del hábitat urbano
El concepto de Arquitectura del Paisaje responde hoy a nuevos
requerimientos de intervención, diseño y ordenamiento terri-
torial; escenarios complejos donde se encuentran estrechamen-
te ligadas y superpuestas las problemáticas sociales, económi-
cas, ecológicas, culturales y estéticas del espacio habitado.
Entendida como componente estructural del territo-
rio urbano, la Arquitectura del Paisaje se transforma en una
mediar en los desafíos ambientales y culturales emergentes
en nuestras ciudades a nivel local y global, en una posición
intermedia e integradora entre las ciencias sociales, las ciencias
naturales y las disciplinas del arte.
Los espacios verdes de las ciudades, y particularmente los
parques urbanos, representan sistemas ambientales que cum-
plen con un doble rol, social y ecológico, en donde es posible
evaluar sistemáticamente las condiciones de sustentabilidad
urbana. Asimismo, son atractores que influyen directamente
en la economía urbana, incrementando o disminuyendo el valor
de suelo de las zonas adyacentes.
Actualmente, los espacios verdes desempeñan un papel fun-
damental en la calidad ambiental de las ciudades, y su gestión
apropiada brinda numerosas posibilidades para la corrección y
prevención de impactos generados por el desarrollo económico
y productivo del territorio urbano.
Los servicios ambientales14 que brindan los espacios ver-
des son múltiples y diversos; algunos han sido identificados y
clasificados, pero la gran mayoría aun permanecen sin ser de-
terminados con precisión por falta de suficiente conocimiento
técnico. Desde el punto de vista del hábitat urbano, las exter-
nalidades positivas que pueden generarse a partir del manejo
y gestión sustentable de las áreas verdes centran la atención
principalmente respecto a:
14 Los servicios ambientales pueden definirse como aquellas externalidades positi-
vas generadas a partir de la funcionalidad biológica de los ecosistemas naturales,
las cuales aportan beneficios directos e indirectos al desarrollo sustentable de las
actividades humanas. Ver Costanza, Robert et al. Introducción a la economía
ecológica. Ediciones Aenor. España, 1999.
7
   – El mejoramiento de la calidad del aire, a partir de la capacidad
de retención de agentes contaminantes atmosféricos median-
te el metabolismo vegetal.
   – La protección de suelos de infiltración para favorecer el dre-
naje de las precipitaciones, manteniendo el equilibrio de
humedad de los suelos, promoviendo el ciclo del agua y el
abastecimiento de las napas freáticas del subsuelo urbano.
   – La proyección de áreas de sombra, donde el arbolado actúa
como regulador de temperaturas, mitigando el efecto de isla
de calor, favoreciendo la generación de corrientes de aire y la
ventilación de la atmósfera.
   – La generación de hábitat, promoviendo la funcionalidad de
ecosistemas a través de la asociatividad de las especies vegeta-
les, especialmente en aquellos escenarios donde se privilegia
el uso de especies nativas y silvestres en diversos estratos.
   – La implementación de circuitos deportivos y de esparci-
miento, bajo la óptica de las nuevas tendencias culturales
de vida saludable y de nuevos modos de desplazamiento
no motorizados.
   – La valorización de la belleza escénica del paisaje urbano, tan-
to como indicador de bienestar comunitario, como atractor
de proyectos de inversión inmobiliaria y como agente de
marketing político.
Las tendencias contemporáneas en el diseño y manejo de es-
pacios verdes urbanos dan cuenta del valioso aporte de la ar-
quitectura del paisaje a la gestión sustentable del territorio: una
potencial plataforma estratégica para la generación de externa-
lidades ecológicas, sociales y económicas orientadas a mejorar
el desempeño ambiental de nuestras ciudades.
Repensar el espacio urbano y el territorio desde la Arqui-
tectura del Paisaje permitirá individualizar lugares, estrategias
y programas para equilibrar el déficit medioambiental de la
19
Otoño 2011
ciudad, su oferta de ocio y productividad. Ello demanda el de-
sarrollo de análisis e intervenciones ligados a una concepción
tanto estética como productiva de los sistemas naturales, desde
la experimentación de metodologías en las que confluyan los as-
pectos económicos, arquitectónicos, urbanísticos, ecológicos y
sociales, para generar nuevas visiones y concepciones de ciudad,
construyendo en suma una mirada actualizada sobre el medio
territorial de nuestras sociedades contemporáneas.
La formación de los profesionales vinculados a la gestión
y diseño del territorio debe estar estrechamente vinculada al
aprendizaje y la generación de competencias en el ámbito del
Paisaje. Las Escuelas de Arquitectura, Urbanismo y Arquitec-
tura del Paisaje deben ser capaces de asumir los nuevos y com-
plejos desafíos inherentes a la producción del paisaje contempo-
ráneo, ligado no sólo a parques, jardines o áreas silvestres, sino
implicado profundamente en las dinámicas de transformación
del territorio: de las infraestructuras, de los recursos ambienta-
les, de los grupos sociales y del patrimonio cultural.
Reconociendo la diferenciación y los dominios de cada disci-
plina –Arquitectura, Urbanismo y Arquitectura del Paisaje– han
compartido su atención en el espacio habitado, es decir, en el
espacio producido y percibido por las sociedades humanas a lo
largo del tiempo y en distintos contextos. Existe por tanto un
conocimiento acumulado que necesita ser revisado y actuali-
zado, para obtener de él los medios que permitan la interacción
con las variables bióticas, abióticas y antrópicas –materiales y
virtuales– que conforman el contexto de actuación tanto para
arquitectos, urbanistas y arquitectos del paisaje.
Vista Aérea Cerro San
Cristóbal, Santiago.
Foto: Ignacio Julio.
 ¿Políticas
de paisaje?

21
Romy Hecht

Otoño 2011
Arquitecta y Magíster en Arquitectura, PUC. Ph.D.
Princeton University. Subdirectora Académica de
Licenciatura y Profesora Asistente de la Escuela de
Arquitectura de la PUC.

En los últimos meses se han debatido públicamente al menos

tres temas relativos al rol del paisaje en el desarrollo de la ciudad
de Santiago: primero, el establecimiento de criterios de equipa-
miento urbano y, consecuentemente, de reducción de superfi-
cies libres de parques tradicionales; segundo, la implementación
de un plan de recuperación de lo que es considerado como único
patrimonio natural disponible en la cuenca metropolitana, su
conjunto de cerros; y tercero, la necesidad de superar el actual
déficit de árboles urbanos a través de un plan de forestación que
permita alcanzar, e idealmente superar, el estándar de 9 m2 de
áreas verdes por habitante establecido por la oms.
En la ceremonia de lanzamiento de la primera actividad Bicen-
¿Puede algún urbanista o arquitecto de la I. Municipalidad de tenario de su Gobierno, el Presidente Sebastián Piñera dio inicio
Las Condes explicarme con qué criterio o razón se rebanaron
al así llamado Plan Bicentenario de Forestación Urbana, cuyo
veinte naranjos a destajo en la calle La Pastora, paseo caracte-
propósito es plantar un árbol por cada chileno antes del año
rístico del barrio El Golf, árboles muy apreciados por los vecinos?
—Juan Eduardo Undurraga al Director, El Mercurio 2018. De acuerdo a sus palabras, tal plan busca duplicar el nú-
(07 Nov. 2009): A2 mero de árboles y duplicar las áreas verdes para así lograr que
Chile [deje] de ser un país subdesarrollado en lo que a árboles se
Santiago se está quedando sin pulmones verdes.
refiere y [alcance] los estándares de los países desarrollados (…)
—Víctor Zúñiga, El Mercurio (25 Nov. 2009): C9
Los árboles significan vida, significan sombra, significan áreas
Santiago tiene unos 6,3 millones de árboles y necesitamos tener verdes, significan aire más limpio, significan ciudades más her-
unos 18 a 20 millones.
mosas, significan lugares de recreación (…)1 Si bien el postulado
—Juan Ignacio Domínguez, El Mercurio (25 Nov. 2009): C9
gubernamental es una iniciativa loable, la implementación de un
(...) los árboles nos prestan servicios ambientales muy significa- plan supeditado a la buena voluntad de quienes reciban árboles
tivos: reducen el consumo energético y los niveles de ruido, fijan
carbono, valorizan las propiedades, entre otros beneficios.
—Antonia Lehmann al Director, El Mercurio (27 Nov. 2009): A2
1 “Presidente Piñera Celebró el Día Internacional del Medio Ambiente con
(...) ¿cómo podemos salvar y mantener los árboles existentes y que Lanzamiento del Plan Bicentenario de Forestación Urbana” en Gobierno de
hoy no logran sobrevivir en las vías urbanas, dada la poda de que Chile (2010), fecha de consulta: 30 Nov. 2010, disponible en: <http://www.
son objeto por las propias leyes y normas que la autoridad dicta? gobiernodechile.cl/noticias/2010/06/05/presidente-pinera-celebro-el-dia-
—Yves Besaçon al Director, El Mercurio (08 Ene. 2010): A2 internacional-del-medio-ambiente-con-lanzamiento-del-plan-bicentena.htm>.
 2 3
22
ciudad y  arquitectura
para plantarlos, idealmente, en algún lugar de acceso público,
reduce la intervención en el paisaje a operaciones asincrónicas y
fragmentarias sin otra guía que instrucciones de riego.
Santiago, antes que por parques, plazas o patios, estuvo de-
finida y caracterizada por sus calles y avenidas arboladas. Ori-
ginalmente, estos paseos cívicos definían un lugar placentero
para el habitante y constituían uno de los espacios urbanos más
significativos de la ciudad. Recientemente, ante lo que el clamor
popular ha establecido como una alarmante destrucción de su
trama urbana a manos de empresas inmobiliarias, municipalida-
des y los mismos ciudadanos, la calle ha sido revalidada como el
jardín público por excelencia. El debate, eso sí, ha estado centra-
do en el déficit numérico de especies y en la cantidad de metros
cuadrados necesarios para alcanzar estándares internacionales
de áreas verdes por habitante, dejando de lado los alcances y
significado del patrimonio verde del siglo xix, el mismo que
frente a desastres naturales suele salir incólume, no así de la
transformación a manos del hombre.
Los arquitectos del paisaje y todos aquellos profesionales que
han intervenido los espacios abiertos de nuestras ciudades, han
establecido tradicionalmente dichas transformaciones en fun-
ción de las cualidades físicas que esperan los lugares creados
adquieran. Como resultado, la idea de paisaje como un proceso
en continua transformación ha sido ignorada y reemplazada,
las más de las veces, por la idea de paisaje como una escena de-
tenida en el tiempo, específicamente en el minuto de su eje-
cución. En un país como Chile, sin una extensa tradición en
intervenciones de paisaje al nivel de países pioneros en el tema
como Estados Unidos o algunos países europeos, la noción de
paisaje se torna dramáticamente superficial al intercambiarse
libre y aleatoriamente con el concepto de área verde, o la zona
predominantemente ocupada con árboles, arbustos o plantas
2 Parque Bicentenario.
Vitacura, Santiago.
Foto: Andrés Téllez.
3 Piscina Antilén, Parque
Metropolitano,Cerro
San Cristóbal, Santiago.
Foto: Andrés Téllez.
4 Urbanizaciones en Lampa.
Región Metropolitana.
Foto: Gabriel Renié.
y por ende, capaz de asegurar múltiples beneficios sociales y
ambientales para los residentes urbanos, tales como recreación,
ornamentación, aumento de plusvalía, protección y recupera-
ción del entorno, entre otros.2
Un siglo atrás, durante la celebración del Centenario de la
República, si bien la ciudad de Santiago era visiblemente pre-
moderna y, por ende, aún ajena a los conflictos derivados de
la construcción de infraestructuras y redes de transporte o a
los problemas asociados a un aumento explosivo de población,
su paisaje era en cambio un producto complejo y determina-
do por la coexistencia de paisajes productivos (como el fundo
Peñalolén, las haciendas Lo Fontecilla y Los Leones, la chacra
Valparaíso, las viñas Santa Elena y Cousiño Macul o la Quinta
Normal de Agricultura), de paisajes culturales (como la Alame-
da de las Delicias, el Parque Cousiño, el Parque del Seminario
Conciliar o la calle Pedro de Valdivia) y de paisajes determina-
dos por elementos geográficos que comenzaban a integrarse a
la trama urbana (como los cerros San Cristóbal y San Luis y la
ribera del río Mapocho).
Estas piezas urbanas, si bien dispersas a lo largo del territorio,
fueron propuestas intencionadas que no buscaban incorporar
simplemente espacios verdes capaces de entregar a sus habitan-
tes un sentido de identidad colectiva y posibilidad de vida al aire
libre, sino lograr la integración de la ciudad y su valle a través
de predios específicos que definían un traspaso entre la trama
urbana y su periferia agrícola dotando a la ciudad, en conse-
cuencia, de espacios públicos lineales y corredores circundantes
pensados, diseñados y construidos como medios de circulación
capaces de reconocer la extensión geográfica del valle.
2 conama, Región Metropolitana, Área de Ordenamiento Territorial y Recursos
Naturales, Áreas Verdes en el Gran Santiago, Santiago, Chile, 2002.
4
El paisaje se ha valorado en su capacidad de
camuflar las intervenciones del hombre a su
entorno con material vegetal como si esta fuera
la condición tangible capaz de medir la pureza
y el grado de naturalidad del paisaje resultante.
En el panorama contemporáneo, la directa asociación entre pai-
saje y verdor nos enfrenta a una realidad donde la mayoría de las
viviendas emergen como unidades instaladas sobre una carpeta
de pasto y donde la construcción de plazas y parques públicos,
cualquiera sea la condición socioeconómica del territorio ur-
bano en el cual se emplazan, se define a partir de estrategias de
plantación. Las llamadas áreas verdes han tenido un enraizado
pero no siempre legible papel como elemento central en la va-
loración del paisaje. La convicción acerca de la existencia de una
vida simple y bucólica más allá de las fronteras de la civilización,
de un estado puro y natural con formato de parque, calle arbola-
da o cualquier otro artificio proporcionando follaje, praderas y
pasto verde es lo que nos ha llevado a intercambiar libremente
los conceptos de superficies dotadas de material vegetal (cual-
quiera sea su envergadura) con paisaje. Aún más: el paisaje se
ha valorado en su capacidad de camuflar las intervenciones del
hombre a su entorno con material vegetal como si esta fuera la
condición tangible capaz de medir la pureza y el grado de natu-
ralidad del paisaje resultante.
En este contexto, la posibilidad de superponer (sólo en San-
tiago) seis millones de unidades verdes a una matriz de calles
y avenidas se presenta como una oportunidad de establecer (y
23
Otoño 2011
enumerar) la pureza y belleza del paisaje y, con ello, de preservar
la existencia de una vida más simple, sin las complejidades de la
sociedad urbana contemporánea. Sin embargo, bajo esta imagen
bucólica se esconde un complejo sistema tecnológico produ-
ciendo, financiando y manteniendo tal ilusión, partiendo por
el consumo de pesticidas domésticos usados para mantener la
supuesta condición natural del paisaje, medible en la capacidad
de tener una producción agrícola estable y visible en la capacidad
de mantener el verdor de calles y jardines durante todo el año.
A lo anterior hay que agregar el uso desmedido del agua para
apoyar tal intervención.
Chile es un país donde en el año 2008, por primera vez en
cien años, 209 de sus 341 comunas fueron declaradas en esta-
do de emergencia agrícola a causa de la sequía. La pérdida de
fuentes de agua, la deforestación y el impacto de las actividades
mineras son causa directa de esta situación. Sin embargo, no
se puede dejar de lado el hecho que cerca de un 50 por ciento
del recurso es destinado al riego. Y si consideramos que en
Santiago la ausencia de precipitaciones se suma como factor
en la fórmula, la persistencia de esta práctica implica un gasto
de aproximadamente 400 litros de agua anuales en una super-
ficie de 10 m2.3 Usar pasto y pretender mantener su verdor en
un terreno cuyo clima no lo permite “naturalmente” implica
el uso masivo de hidrocarburos, agua y químicos, los cuales
determinan una menor retención de nutrientes y una mayor
3 Emergencia por Sequía… Causa y Efecto de la Desertificación, Observatorio
Latinoamericano de Conflictos Ambientales (Mayo 2008), fecha de consulta:
16 Dic. 2008, disponible en: <http://www.olca.cl/oca/desertificacion/infor-
me027.htm>. La proporción de agua de riego fue realizada en función del uso en
California, datos obtenidos de Ted Steinberg, American Green: The Obsessive
Quest for the Perfect Lawn (New York: W.W. Norton & Co., 2006): 113-16.
 5 5 Urbanizaciones en Lampa.
Región Metropolitana.
6 Lampa. Región
Metropolitana.
7 Parcelación en Lampa.
Región Metropolitana.
8 Lampa. Región
Metropolitana.
Fotos: Gabriel Renié.
24
ciudad y  arquitectura
Mantener el estado supuestamente natural
de espacios a través de una operación de
plantación a gran escala, ya sea con el fin
de paliar la contaminación, de preservar la
identidad agreste originaria de un territorio
o bien de favorecer su capacidad de resiliencia
ecológica es un pensamiento escapista que
impide reformular y sensibilizar las prácticas
de planificación y diseño del paisaje urbano en
términos biofísicos, socioculturales y estéticos.
emisión de carbonos y, con ello, el aumento en la superficie
erosionable, en la contaminación de aguas y suelos con el ex-
ceso de pesticidas y fertilizantes, en la cantidad de desechos
sólidos (pasto cortado), además del inevitable incremento del
calentamiento global.
Durante las últimas dos décadas los arquitectos del paisaje y
todos aquellos profesionales que han intervenido los espacios
abiertos de nuestras ciudades han comenzado a incorporar en
sus composiciones la condición básica de cualquier paisaje: que
sus principales materiales constituyentes, las especies vegetales,
cambian como cualquier otro ser vivo a lo largo del tiempo. La
asociación del concepto de ecología a la construcción de paisajes,
referido a la intrínseca y no siempre predecible relación entre
los organismos y su hábitat, se ha convertido lentamente en la
clave de operaciones de diseño para así lograr que los elementos
constituyentes sean capaces no sólo de definir formalmente a un
paisaje sino también de representarlo y, por tanto, dar cuenta
de su proceso de cambio a lo largo del tiempo. De una u otra
manera la idea de paisaje como una asociación de elementos en
permanente desarrollo, donde es posible observar, identificar y
entender las capacidades productivas y adaptativas de sus partes
constituyentes, ha comenzado a reemplazar a la idea de paisa-
je como naturaleza incólume, como un espacio diseñado para
aparentar que no ha sido alterado por el hombre.
De cierta forma, tomar ecología como punto de partida para
justificar el cuestionamiento de las actitudes del hombre hacia
la naturaleza implica destacar su acción disruptiva en el balance
de la misma. Sin embargo, la raíz del término oikologie, derivada
del griego oikos –casa– y base también para el concepto de ecú-
mene –oikoumene– o mundo habitado, implica que el habitante
debe, una vez más, convertirse en la parte responsable, adminis-
tradora y supervisora de recursos. Por tanto, mantener el estado
supuestamente natural de espacios a través de una operación de
plantación a gran escala, ya sea con el fin de paliar la contamina-
ción, de preservar la identidad agreste originaria de un territorio
o bien de favorecer su capacidad de resiliencia ecológica es un
pensamiento escapista que impide reformular y sensibilizar las
prácticas de planificación y diseño del paisaje urbano en térmi-
nos biofísicos, socioculturales y estéticos.
En consecuencia, cabe preguntarse: ¿cómo el discurso de la
arquitectura del paisaje en Chile (si es que ha existido) ha de-
terminado los aspectos formales de la estructura del paisaje y
guiado la producción de dichas formas en las prácticas contem-
poráneas, específicamente en relación al uso (o mal uso) de los
conceptos de paisaje, sitio, programa y ecología? Y más impor-
tante aún, ¿puede un plan de reforestación, basado en una meta
numérica y no en una propuesta de intervención basados en pa-
trones de diseño, asumir un rol protagónico en dicho discurso?
8

25

Otoño 2011
La construcción de espacios abiertos en nuestras ciudades,
sean parques públicos o jardines privados debe, primero, ba-
sarse en la creación de un respiro en la ciudad que permita tam-
bién estimular o, más aún, estructurar y enmarcar el desarrollo
urbano. Segundo, debe considerar que un parque o jardín es un
lugar artificial definido por una serie de procesos compositi-
vos, pero también que es un lugar identificable por su asociación
con sistemas ecológicos locales donde interactúan elementos
topográficos, climáticos, hidrológicos, vegetales y animales,
entre otros. Y tercero, tanto el parque como el jardín –aunque
este último en menor escala– deben responder a las futuras de-
mandas funcionales de crecimiento de la ciudad y a sus propios
requerimientos programáticos.
El tema es, entonces, desafiar índices numéricos y exigir
(al momento de plantar) el diseño o prefiguración de una es-
tructura de paisaje capaz de dar soporte e identidad a la ciudad,
pero con la flexibilidad necesaria para adaptarse en el tiempo a
demandas ecológicas reales. En este contexto, no basta apor-
tar cantidades de especies; se debe precisar el rol de cada árbol
como un elemento urbano capaz de proporcionar sombra, de
complementar las fachadas circundantes, de definir puntos
de detención en el recorrido, de marcar las estaciones del año,
de componer un fragmento de ciudad en asociación con otras
operaciones urbanas como la dotación de equipamientos –sean
pavimentos, postes o asientos, entre otros– y de definir una serie
de espacios de importancia urbana, en lugares específicos y en
condiciones predeterminadas.
Provincia de Chiloé. Folleto
turístico editado por el
Ministerio de Fomento a
fines de la década de 1920.
Fuente: Colección Iván Ulloa.
 De la selva araucana
a la “Suiza chilena”

27
Rodrigo Booth

Otoño 2011
Profesor, Departamento de Arquitectura,
Universidad de Chile. Historiador y Doctor
en Arquitectura y Estudios Urbanos.

El sur de Chile
A mediados del siglo xix el Estado de Chile inició un proceso
de ampliación de sus límites hacia el sur del país. El objetivo
de esta expansión era controlar un espacio que en la práctica
excedía al dominio de su administración y simultáneamente
ampliar la superficie agrícola del país. Para hacerlo fue ejecutado
un complejo sistema de ocupación del territorio que se inició
con la contratación de colonos que se localizarían en una serie de
enclaves productivos en la zona de Valdivia y Llanquihue. Como
parte de este plan se fundaron nuevas ciudades como Puerto
Montt (1853) y Puerto Varas (1854). Más tarde, este proceso fue
complementado con la ocupación militar de la Araucanía, la ins-
talación de fuertes, la fundación de otras ciudades entre las que que comenzaba a perfilarse como una sola unidad simbólica.1
se contaba Temuco (1881) y la refundación de emplazamientos La mirada de los turistas complementó la definición subjetiva
urbanos abandonados hacía siglos, como Villarrica (1883). del sur de Chile, dotándolo de un nuevo sentido cuyas imágenes
La definitiva dominación política del territorio de la Arauca- fijaron una idea común sobre este paisaje.
nía, Valdivia y Llanquihue fue concretada en la década de 1880.
Sin embargo, las regiones comprendidas entre el río Malleco y Turistas pioneros
el estuario del Reloncaví no formaron inmediatamente parte Junto con la avanzada del Estado hacia las provincias del sur
del imaginario paisajístico de los chilenos. Tanto la Araucanía y el reconocimiento oficial de este territorio como parte del
como la zona de Valdivia y Llanquihue eran entendidas como país, la curiosidad de algunos habitantes de las zonas pobladas
un confín lejano de la república, una proyección de la idea de del centro por conocer los nuevos dominios de la república
frontera colonial en la que persistía el predominio de una idea
de lo salvaje y lo incivilizado.
La construcción social del paisaje del sur de Chile, tal como 1 La variada gama de registros que establecen una valoración estética del terri-
éste se entiende en la actualidad, fue producto de una acción torio que comienza a descubrirse en el sur de Chile cuenta, entre otros, con
los testimonios de Navarro, Leandro, Crónica militar de la conquista i paci-
inicialmente descoordinada en la que participaron múltiples ac- ficación de la Araucanía desde el año de 1859 hasta su completa incorporación
tores. Tanto los colonos, como los exploradores científicos en- al territorio nacional. Imp. I enc. Lourdes, Santiago, 1909 y de Verniory,
cargados por el gobierno para reconocer la geografía de la región Gustave. Diez años en Araucanía 1889-1899. Pehuén, Santiago, 2001. Entre los
o incluso los militares y los ingenieros a cargo de la extensión exploradores científicos y militares de la región se destacan especialmente los
trabajos publicados por el marino Francisco Vidal Gormaz, quien comandó
de la vía férrea en la zona, fueron calificando el territorio desde varias expediciones entre las décadas de 1860 y 1870. Ver entre otros su Esplo-
una perspectiva estética, dotando de sentido a un nuevo paisaje ración de la costa de Llanquihue i Archipiélago de Chiloé practicada por orden
del Supremo Gobierno. Imprenta Nacional, Santiago, 1871.
 2 2 El Lago Llanquihue y el Volcán
Osorno, desde Puerto Octay,
proporcionan al visitante,
una honda sensación de
paz y quietud. Publicado en
folleto turístico Provincia
de Chiloé Chile, editado por
el Ministerio de Fomento a
fines de la década de 1920.
Fuente: Colección
personal del autor.

3 Villarrica, volcán y lago.

Cartón postal, década de
1900. Carlos Brandt, editor.
Fuente: Colección Iván Ulloa.

4 Vista de la cumbre de
Calbuco tomada a 1.300
metros de altura.
Fuente: Litografía Cadot
y Brandt. “Explorador del
Seno del Reloncaví, Lago de
Llanquihue y Río Puelo”, 1872.

5 Salto este del Maullín

(Noviembre 7 de 1857).
Litografía Cadot y Brandt.
Fuente: “Reconocimiento
del río Maullín por la
comisión exploradora de
Chiloé y Llanquihue”, 1875.

28
ciudad y  arquitectura

Un buen ejemplo de este trabajo de mediación entre el turista

Según lo expresaba el mismo Préndez, el
objetivo de su escrito era, por una parte,
dar a conocer el territorio de Arauco, y por
otra, rescatar la dignidad de los indígenas
“injustamente calumniados” por quienes los
presentaban como un pueblo bárbaro frente
a los colonos europeos.
motivó viajes eminentemente placenteros. Ya para la década
de 1880 es posible encontrar registros que dan cuenta de este
tipo de periplos.
Muchas complicaciones limitaban entonces el acceso al sur.
No existían vías férreas que se adentraran en la frontera y las
condiciones de los alojamientos eran sumamente precarias.
Sin embargo, quienes lo hicieron fueron conscientes de estar
abriendo una nueva ruta que podría ser de interés para otros
visitantes. De allí que algunos de ellos efectuaran un trabajo de
mediación publicando sus experiencias de viaje con el fin de
incentivar la curiosidad de otros turistas.2 La mayor parte de es-
tos trabajos se apoyaron prioritariamente en el relato escrito de
los sucesos vividos por los viajeros y generalmente no incluían
imágenes que graficaran lo que observaba el turista.
2 Este trabajo de mediación está en la base de la difusión del turismo como
práctica cultural a fines del siglo xix. Para el caso francés consultar el libro
de Bertho Lavenir, Catherine. La roue et le stylo. Comment nous sommes
devenus touristes. Editions Odile Jacob, París, 1999.
pionero, su experiencia sobre el territorio y la interpretación
paisajística que emanaba de su recorrido, se desprende del via-
je a pie por la Araucanía efectuado por el poeta Pedro Nolasco
Préndez durante el verano de 1883. Las anotaciones de su ex-
cursión fueron publicadas en entregas periódicas en el diario
La Patria de Valparaíso y se recogieron un año más tarde en un
libro. Según lo expresaba el mismo Préndez, el objetivo de su
escrito era, por una parte, dar a conocer el territorio de Arauco,
y por otra, rescatar la dignidad de los indígenas “injustamente
calumniados” por quienes los presentaban como un pueblo bár-
baro frente a los colonos europeos.3
En su excursión de verano Préndez contribuyó a fijar un pri-
mer canon en la apreciación estética del sur. Su impresión sobre
la Araucanía y lo que entonces se denominaba informalmente
como la región de los lagos tendía a destacar aquellas experien-
cias que provocaban temor en el observador. Se trataba de una
percepción subjetiva que se acercaba a la noción de lo sublime,
categoría estética definida por Burke en el siglo xviii y según la
cual el referente, en este caso el paisaje o los objetos de la natu-
raleza, llevaban al observador a experimentar una sensación de
dolor o de peligro.4
Lo sublime se presentaba según la visión de este turista en
lugares como el bosque sureño, donde “ni un rayo de sol penetra
3 Préndez, Pedro Nolasco. “Una escursión de Verano de Angol a Villarrica y Val-
divia en los primeros meses de 1883”. Imprenta La Patria, Valparaíso, Chile, 1884.
4 Al respecto consultar Burke, Edmund. “Indagación filosófica sobre el origen
de nuestras ideas acerca de los sublime y de lo bello”. Editorial Alianza, Madrid,
España, 2005 (1757).
 3 4
al través de los árboles cuyos troncos inmensos y colosal esta-
tura atraen a cada paso la atención del caminante”. 5 Con estas
palabras se describía la selva araucana, entonces la escena domi-
nante en la descripción del paisaje de esta región. Allí era tal la
espesura (…) que el viajero no ve a su alrededor sino quilas, al
través de los cuales no se aventuran ni los indios mismos 6. Estos
bosques seculares y vírgenes de la Araucanía sorprendían al tu-
rista que viajaba a pie o a caballo, quien se veía a sí mismo como
alguien mezquino e insignificante en presencia de la naturaleza
que allí lo rodea, deslumbrándolo con su magnificencia.7 Pero el
bosque no era lo único que despertaba esa sensación de temor
en el turista decimonónico. Del mismo modo los ríos caudalo-
sos, los saltos de agua, los volcanes y en general las pendientes
abruptas de las grandes montañas producían en el viajero una
sensación similar.
La percepción que llevaba al turista a sentir temor frente a
la naturaleza se confirma en la descripción que Préndez realiza
de la “laguna de Villarrica”. Si bien en una primera instancia el
turista la había considerado como un “espejo inmóvil”, inme-
diatamente su visión fue ponderada atendiendo a los peligros
que escondía la navegación en ella. Para este testigo en horas en
que el viento la ajita (…) nada hay más aterrador .8
Es interesante contrastar la imagen de Préndez con la repre-
sentación de otro turista pionero, la del abogado José A. Alfon-
so, quien también recorrió a pie la Araucanía algunos años más
5 Ibíd. pg. 22.
6 Ibídem.
7 Ibíd. pg. 27.
8 Ibíd. pg. 71.
29
Otoño 2011
tarde, en el verano de 1900. La visión de Alfonso coincidía en
muchos aspectos con la de Préndez, especialmente cuando daba
cuenta del temor que le causaba recorrer “la misteriosa selva
araucana”, un lugar que según este viajero no podía ser visitado
sin la compañía de guardias que escoltaran la seguridad de los
turistas.9 Sin embargo, en otros ámbitos, como aquellos en los
que era posible observar amplios panoramas, la percepción del
turista del cambio de siglo era diferente. José A. Alfonso indi-
caba que el lago Villarrica era una “inmensa sábana de agua” que
aparecía de pronto en medio de la apretada selva. Su impresión
era la de un cuadro magnífico de la naturaleza, envuelto en un
aire tan absoluto de tranquilidad i de silencio que nos tocó el
alma.10 De allí se desprendía una percepción diferente que se
enmarcaba en la categoría estética de la belleza, que en la pers-
pectiva de Burke se asociaba al disfrute y al placer. En las décadas
siguientes esa impresión fue fortaleciéndose hasta convertirse
en una opinión prácticamente unánime entre quienes viajaron
al sur de Chile.
La Suiza chilena
En los primeros años del siglo xx se concretó la extensión de
la vía férrea a través de la Araucanía y la región de los lagos. En
1912 la red de ferrocarriles alcanzó la ciudad de Puerto Montt,
punto final del sistema ferroviario chileno. Esta acción no
sólo consolidó la presencia chilena en el sur, sino que trastocó
9 Alfonso, José A. Un viaje a Valdivia. La civilización alemana en Chile. Imprenta
Moderna, Santiago, Chile, 1900. pg. 7.
10 Ibíd. pg. 11.
 6 Provincia de Cautín. Folleto 6 7
turístico editado por el
Ministerio de Fomento a
fines de la década de 1920.
Fuente: Colección Iván Ulloa.
7 Pucón, Lago Villarrica.
Fuente: Portada revista En
Viaje, diciembre 1934.
8 Paisaje sureño.
Fuente: Portada Guía
del Veraneante, 1955.
30
ciudad y  arquitectura
La belleza de los panoramas, hacían de esta
región una especie de Suiza chilena, que en nada
desmerecía la potencia escénica de los paisajes
más reconocidos del turismo internacional.
definitivamente la experiencia del viaje a la zona, definiendo
también la irrupción de nuevas representaciones paisajísticas.11
El ferrocarril reemplazó el sacrificio característico de cual-
quier viaje al sur por la velocidad y la comodidad que garan-
tizaba el empleo de esta tecnología. Esta nueva modalidad de
movilidad distanció definitivamente a los turistas de la selva
araucana, fuente principal de misterio en el sur. Ello incidió en
que las representaciones del paisaje asociadas a la noción de lo
sublime dejaran de ser las dominantes. La noción de belleza,
vinculada a la contemplación placentera del paisaje comenzó
a imponerse en los relatos de viaje publicados desde la década
de 1910. Un conocido ejemplo es la interpretación del ex pre-
sidente estadounidense Theodore Roosevelt, quien calificó a
la zona circundante a los lagos Llanquihue y Todos los Santos
como el paraje más bello del mundo.12 Del mismo modo, otros
turistas como el argentino Emeterio Lautre, quien recorrió la
región hacia 1917, señalaba que el sur concentraba todo lo que
11 Para una interpretación general sobre las relaciones entre las técnicas del trans-
porte, las experiencias del viaje y las visiones sobre el paisaje consultar el libro
de Desportes, Marc. Paysages en mouvement. Transports et perception de
l’espace XVIIIe-XXe siècle. Gallimard, Paris, 2005.
12 Roosevelt, Theodore. A book-lover’s holidays in the open. Charles Scribner’s
sons, Nueva York, 1916. pg. 133.
un admirador de la naturaleza puede ambicionar .13 Según su
perspectiva, tanto las comodidades que entregaba la Empresa de
los Ferrocarriles del Estado como la belleza de los panoramas,
hacían de esta región una especie de Suiza chilena, que en nada
desmerecía la potencia escénica de los paisajes más reconocidos
del turismo internacional.
La denominación del sur del país como la Suiza chilena fue
recogida por varios turistas, convirtiéndose rápidamente en la
imagen oficial de la Araucanía y de la región de los lagos entre
las décadas de 1910 y 1930. La analogía consideraba el impacto
de la inmigración europea en la región, al tiempo que buscaba
difundir una idea del paisaje establecida en clara oposición a la
de la selva araucana. La comodidad de los viajes, la belleza de
los panoramas y, sobre todo, la tranquilidad que garantizaba la
chilenización de los antiguos dominios indígenas eran aspec-
tos considerados en esa definición. Así fue transmitido en las
guías de viaje que comenzaban a emplear litografías, fotografías
y dibujos para dar cuenta del ideal de belleza paisajística que
comenzaba a imponerse en la zona.14
El nuevo canon de belleza paisajística que se instaló para dar
cuenta de la unidad simbólica del sur de Chile se posicionó es-
pecialmente a través de las guías de turismo editadas a lo largo
de la primera mitad del siglo xx. A partir de la década de 1930
y durante varios decenios, la Empresa de los Ferrocarriles del
13 Lautre, Emeterio. Chile. Notas, observaciones, comentarios de un viajero.
Tomo II. Bolívar, Buenos Aires, Argentina, 1918. pg. 82.
14 Entre las guías publicadas por editores independientes que destacan esta ana-
logía se pueden contar las de Wieder, Germán. “Turismo en la provincia de
Llanquihue. A través de la Suiza chilena y argentina con datos de los canales de
Chiloé”. Imprenta Universo, Santiago, 1917 y Gerike, Hugo, Manríquez,
Ernesto y Thies, Rodolfo. Turismo en las provincias australes de Chile. Imp.
South Pacific Mail, Valparaíso, 1920.
8

31

Otoño 2011
Estado promovió los viajes de placer hacia los lagos del sur, hacia
lugares como Pucón, Puerto Varas o Puyehue, donde además
esta empresa se había comprometido con enormes inversiones
destinadas a la construcción de los mayores hoteles del país. La
revista mensual En Viaje, publicada desde 1933, y la Guía del
Veraneante, en circulación desde el año siguiente, se constitu-
yeron como los principales medios en que la belleza del sur de
Chile se normalizó como producto visual.15
La construcción de la idea que tenemos del sur de Chile como
un paisaje unitario es la consecuencia del establecimiento de
una serie de imágenes transmitidas por los turistas. Desde fi-
nes del siglo xix y a través del mensaje escrito de los primeros
visitantes ocasionales de la zona, comenzó a presentarse a esta
región como un enorme espacio en el que la magnificencia de
la naturaleza solía causar al mismo tiempo un gran atractivo y
temor en el observador. En las primeras décadas del siglo xx el
mejoramiento de los sistemas de transporte, la instalación de
servicios hoteleros y sobre todo la difusión de este paisaje en las
guías que comenzaron a editar algunos emprendedores privados
y más tarde el Estado, son acciones que deben considerarse en
el proceso de recalificación del paisaje del sur que situó allí los
mayores prodigios naturales del país y casi todos los sitios de
atractivo que indicaban que esa era la zona más bella de Chile.
Las representaciones subjetivas construidas desde la práctica
del turismo permiten explicar el proceso a través del cual el sur se
constituyó como el principal paisaje de consumo turístico chile-
no. La unidad simbólica de ese paisaje pervive hasta la actualidad.

15 Ver Booth, Rodrigo, El paisaje aquí tiene un encanto fresco y poético. Las be-
llezas del sur de Chile y la construcción de la nación turística, en HIB. Revista
de Historia Iberoamericana [en línea] 2010.
 Atacama y
Tierra del Fuego
Paisajes culturales
extremos en Chile

33
Eugenio Garcés

Otoño 2011
Arquitecto de la Universidad de Chile y
Doctor Arquitecto UPC, Barcelona. Profesor
de la Facultad de Arquitectura, Diseño y
Estudios Urbanos de la PUC.

Paisajes culturales
Una reunión de expertos de unesco identificó en 1972 algunos
vacíos existentes en la lista del Patrimonio Mundial, dado que
el concepto de patrimonio estaba vinculado fundamentalmente
a los monumentos y los conjuntos patrimoniales. Los expertos
llamaron la atención sobre las relaciones entre hombre y terri-
torio, bajo la forma de asentamientos, modos de subsistencia,
evolución tecnológica, movimientos de población, etc. A fin de
resolver esos vacíos, se generó la categoría de los paisajes cul-
turales, que ...combinan el trabajo del hombre y la naturaleza
(Artículo 1° de la Convención).
Carl Sauer1 definió estos paisajes, que surgen a partir de for- de paisajes culturales, que remiten a una nueva y más inclusiva
mas antrópicas superpuestas al paisaje natural, como fenóme- dimensión del patrimonio, ya que se amplía el concepto de edi-
nos interdependientes y conectados, destacando el rol que juega ficios patrimoniales y conjuntos monumentales, integrándolos
el hombre en la modificación de la superficie terrestre y hacien- en un contexto territorial. unesco distingue los paisajes cultu-
do más compleja la comprensión del paisaje. Su contenido se rales creados por el hombre (jardines, parques…), muchas veces
encuentra en las cualidades físicas de los espacios naturales que relacionados con edificios religiosos y monumentos; aquellos
son significantes para el hombre, en sus usos y construcciones, que reflejan, por su forma y componentes, determinados pro-
en los hechos del sustento físico y en los hechos de la cultura cesos de evolución en relación y respuesta a un entorno natu-
humana… La cultura es el agente, el área natural es el medio, el ral, que han surgidos por motivos sociales, económicos, admi-
paisaje cultural es el resultado.2 nistrativos o religiosos; y los que han nacido de una potente
Por su parte, la Convención del Patrimonio Mundial adop- asociación cultural, religiosa o artística, con ciertos elementos
tada por la Conferencia General de la unesco (1972), creó un naturales no demasiado significativos.3
instrumento para reconocer y proteger el patrimonio natural y Por su parte, la noción de paisaje cultural extremo surge de la
cultural de valor excepcional, y en 1992 incorporó la categoría interacción entre unos asentamientos que se distinguen por su

1 Carl Sauer (1889–1975) fue el impulsor de la Escuela de Geografía Cultural de
Berkeley (USA) y desarrolló la noción de paisaje cultural. El paper “La mor-
fología del Paisaje” (1925), desarrolla con detalle el tema.
2 Sauer, Carl. “La morfología del Paisaje”. Publications in Geography, vol. 2, No.
2. University of California, 12 Octubre, 1925. Traducción de Guillermo Castro
H. pg. 6-7, pg 25.
3 Rössler, Mechtild. “Los Paisajes Culturales y La Convención del Patrimonio
Mundial Cultural y Natural: Resultados de Reuniones Temáticas Previas”.
En: Paisajes Culturales en los Andes. Memoria Narrativa, Casos de Estudio,
Conclusiones y Recomendaciones de la Reunión de Expertos. Elías Mujica
Barrera Editor. Arequipa y Chivay, Perú. 1998. pg 48.
 2 3
34
María Elena podría considerarse el paradigma
ciudad y  arquitectura
de la construcción de un paisaje cultural extremo
en el desierto de Atacama.
condición monoproductora, la que resulta asociada con espacios
geográficos, con potencial económico de explotación, caracteri-
zados por lo intenso, excesivo, remoto y complejo, de clima muy
riguroso, con cualidades distintivas de excepcional belleza.
Oficina salitrera María Elena en
el desierto de Atacama
La oficina salitrera María Elena (1925) es un asentamiento que
podríamos considerar como representativo de los paisajes cul-
turales del salitre. Encarna un proceso de evolución en la com-
prensión del desierto de Atacama, que pasó de ser un paraje
despoblado y no apto para una ocupación de base agrícola, a
ser una fuente importante de riqueza, bajo la forma del “oro
blanco”, como se denominó al salitre. De esta manera, el norte
de Chile hizo su ingreso a las actividades productivas a partir
de la explotación, beneficio y exportación del salitre, proce-
so que proporcionó al urbanismo y la arquitectura chilena un
conjunto de obras de notable importancia, las oficinas sali-
treras, unas formas antrópicas que se superpusieron al paisaje
natural del desierto, modificando su fisonomía y la percepción
que tenemos de él.
Las oficinas salitreras son establecimientos industriales,
fundados ex-novo, con un programa que incluyó la residencia,
los equipamientos y la propia industria. Surgieron en el marco
general del proceso de industrialización y urbanización que
impulsó la Revolución Industrial;4 aportaron a la moderniza-
ción de Chile con la incorporación económica del Norte Gran-
de –en nuestro caso el desierto de Atacama– hicieron posible
la construcción de dicho territorio mediante la dotación de
importantes obras de infraestructura; y contribuyeron a dotar
4 Los asentamientos fundados en Chile y América Latina para la explotación
de materias primas en el marco de la Revolución Industrial fueron las ciu-
dades del cobre, del carbón y del cacao, las oficinas salitreras y los ingenios
azucareros, entre otros.
1 Foto aérea de María Elena.
Foto: Ignacio Infante.
2 Vista de la escuela
en María Elena, 1985.
Foto: Eugenio Garcés.
3 Vista del espacio urbano
en María Elena, 1985.
Foto: Eugenio Garcés.
4 Galpón de esquila
estancia Springhill.
Foto: Eugenio Garcés.
al desierto, durante el auge del salitre, de asentamientos en un
número cercano a las 70 unidades, situadas al norte y al sur del
Trópico de Capricornio, entre los puertos de Taltal y Tocopilla.
La oficina María Elena contribuyó con la consolidación de
algunas de las características específicas de las oficinas sali-
treras: su condición autónoma, que está vinculada con las ca-
rencias de un territorio deshabitado; su trazado geométrico,
que la remite a la tradición de las ciudades de fundación; y su
programa urbano, que la relaciona con los company towns y la
Revolución Industrial.
El proyecto urbano propuso dos formas colindantes de agru-
pación residencial: el campamento obrero y el barrio america-
no.5 Para el campamento obrero se utilizó un trazado en forma
de octógono que se impuso como un cuño impreso al dilatado
desierto; para el barrio americano, un trazado de forma irregular
que le otorgó el carácter de suburbio residencial. De forma com-
plementaria con los dos tipos urbanos de campamento obrero
y barrio de ejecutivos, las instalaciones productivas fueron
diseñadas en una posición segregada del campamento obrero,
separado de éste por la ubicación de las vías férreas, y dispuestas
de un modo lineal. Para la imagen de las edificaciones se eligió
el estilo misión o neocolonial.6
María Elena podría considerarse el paradigma de la construc-
ción de un paisaje cultural extremo en el desierto de Atacama.
Estancias ovejeras en la Tierra del Fuego
Los asentamientos humanos surgieron en Tierra del Fuego a fi-
nes del siglo xix, a raíz de una colonización económica basada
en la explotación de los recursos naturales, una de cuyas expre-
siones territoriales son las estancias ovejeras,7 que se establecie-
ron en el territorio fueguino y dominaron su ambiente extremo.
En la década de 1880 se formaron en Punta Arenas las em-
presas para postular a las Concesiones de Tierras en Tierra del
5 Por barrio americano se conoce el sector del campamento –separado del cam-
pamento obrero– que estuvo destinado exclusivamente al uso de supervisores
y ejecutivos de origen norteamericano.
6 El estilo misión, neocolonial o mission surgió en Estados Unidos a fines del
siglo xix, inspirado en las misiones españolas construidas en California. Fue
empleado en numerosas residencias en Santiago, algunas de ellas proyectadas
por los conocidos arquitectos Costabal y Garafulic.
7 Benavides, Juan y otros. Las estancias magallánicas. Editorial Universitaria,
Santiago, Chile, 1999.
 5 5 Vista del conjunto en
estancia Cameron.

6 Vista del galpón de esquila

en estancia Russfin.
Fotos: Nicolás Piwonka.

36
Fuego,8 en un proceso convocado por los gobiernos de la épo- Estos cascos dieron origen a unas formas básicas de urbaniza-
ciudad y  arquitectura

ca. Las primeras Concesiones fueron otorgadas, para el período
1885–1915, a las sociedades multinacionales Wehrhahn y Cía.
(120.000 há), The Tierra del Fuego Sheep Farming Co. (180.000
há), The Philip Bay Sheep Farming Co. (170.000 há), Sociedad
Explotadora de Tierra del Fuego (1.009.000 há) y a la empresa
local Sociedad Industrial y Ganadera de Magallanes (190.000
há), para ocupar buena parte del solar patrio de los sélk’nam
(onas). El otorgamiento de estas concesiones implicó una nueva
ordenación del territorio –que se superpuso a la división tradi-
cional de los haruwén9 aborígenes– basada en la distribución de
cinco enormes predios, que activaron a la Tierra del Fuego en
términos productivos. Datos de 190710 indican que la Isla, a 20
años del otorgamiento de las primeras concesiones, había sido
transformada en un territorio económico de importancia, ocu-
pado por cinco empresas ganaderas, 1.626 habitantes y 750.000
cabezas de ganado ovino.11
El proceso de concesiones continuó efectuándose periódi-
camente, abarcando hasta el sur del río Grande y sentando las
bases de la actual subdivisión predial de la Isla.
Las estancias ovejeras son asentamientos rurales, formados
por cascos, secciones, puestos, caminos y pequeños puertos,
destinados a la crianza de ovejas para la producción de lana, car-
ne y derivados. Constituyen hechos arquitectónicos múltiples,
discretos y dispersos en la vastedad de la Isla, que organizaron,
con pocos elementos, unos lugares específicos en el territorio.
Sus piezas básicas se articulan en la forma de cascos de estan-
cia, los más grandes de los cuales llegaron a albergar más de un
centenar de trabajadores durante la época de esquila de ovejas.
8 El sistema de concesiones de tierras fue adoptado por los gobiernos del pre-
sidente Santa María (1881-1886), del presidente Balmaceda (1886-1891) y
continuadores, como forma de entregar en arriendo a empresas y sociedades
ganaderas las tierras fueguinas por plazos de hasta 25 años. Las principales
concesiones fueron otorgadas en 1885-1915, 1916-1928 y 1938-1941.
9 La institución del háruwen destinaba a cada grupo familiar la explotación exclu-
siva de ciertas áreas geográficas muy bien demarcadas, cuyos límites exigían una
estricta observancia, por lo que su conocimiento era comunicado de generación
en generación ya que su violación era causa de disputas entre linajes.
10 1907 es el año en que el presidente de Chile Pedro Montt visitó el puerto de
Porvenir, fundado en 1894.
11 Martinic, Mateo. La Tierra de los Fuegos. Municipalidad de Porvenir, Por-
venir, 1980.
ción, al modo de pequeños poblados, compuestos por viviendas
de distintos tamaños y calidades, entre las que sobresale la casa
de administración, desde la cual se ejerció el dominio visual
sobre las faenas, y por las instalaciones productivas, entre las
que se destaca el galpón de esquila, donde se concentró el foco
productivo. Las piezas de arquitectura, destinadas a cumplir
funciones laborales y residenciales, fueron edificadas mediante
estructuras de madera revestidas con planchas metálicas ondu-
ladas de hierro galvanizado,12 conformando formas fuseladas
para resistir el fuerte embate de los vientos. Las dimensiones
de las estructuras resultaron definidas por el pie inglés y sus
revestimientos, por las medidas de las planchas metálicas.13
Los principales cascos de estancias son: Gente Grande (1885),
Springhill (1890), Caleta Josefina (1894), San Sebastián (1895),
Bahía Felipe (1896), Cameron (1904), Vicuña (1915).
Las estancias ovejeras son el paradigma de la construcción de
unos paisajes culturales extremos en Tierra del Fuego.
De esta manera, las relaciones entre hombre y territorio,
mediadas históricamente por los asentamientos humanos,
han contribuido con la construcción de unos paisajes cultura-
les –en nuestro caso, extremos– en función de las específicas
características de territorios como el desierto de Atacama y la
Tierra del Fuego, cuya colonización económica hizo posible el
dominio de esos ambientes con finalidades productivas, cons-
tituyendo formas de patrimonio industrial de gran interés y
vigencia hasta nuestros días.
12 La mayoría fueron producidas en factorías de Wolverhampton y Emubrand, Inglaterra.
13 Las dimensiones más utilizadas fueron 3.500 mm, 2.500 mm y 1.000 mm de
largo por 851 mm de ancho.
6

37

Otoño 2011
7 Vista de la casa en 7
estancia Bahía Felipe.
Foto: Nicolás Piwonka.

8 Vista del galpón de esquila

en estancia Caleta Josefina.
Foto: Eugenio Garcés.

9 Vista de la casa
en estancia Vicuña.
Foto: Nicolás Piwonka.

9
ciudad y  arquitectura

38
 Apuntes para un
paisajismo del secano

39
Rodrigo Pérez de Arce

Otoño 2011
Arquitecto y profesor PUC. AA Graduate
Diploma en Architectural Association.
Miembro del Centro del Desierto (CDA).

Secano, “terreno sin riego” o “cualquier cosa muy seca”,1 desig-

na una cualidad predominante de nuestras regiones pobladas.
Con la lejana excepción del jardín árabe, las tradiciones cultas
del paisaje, surgidas de ambientes abundantes en agua lo desco-
nocen, mientras que las técnicas del xeriscape solo aportan un
marco operativo. En tanto visión, más que realidad fáctica, un
paisaje reúne imágenes, textos, saberes técnicos y sensibilida-
des. Reuniendo el análisis de ciertos artificios y una mirada al
secano agreste queremos sugerir líneas de proyecto surgidas de
su propia especificidad.

Xeriscape, secano y paisaje

Desde hace algún tiempo las consideraciones ambientales y
ecológicas sobrepasaron el marco de reflexión especializado,
para ser asumidas –con mayor o menor rigor– en una agenda
pública. En este marco surge el xeriscape, neologismo que des-
cribe una técnica de paisajismo de bajo consumo de agua: no
sorprende su origen en el sudoeste de los Estados Unidos cuyo
ineficiente proyecto urbano de ciudad jardín enfrenta una escasa
disponibilidad de agua.2 Si bien las técnicas del xeriscape son
importantes,3 las identidades del secano plantean una agenda
incluso más plena para la construcción de un paisaje.
Aunque encontramos al secano en parajes y relatos bíbli-
cos, como trasfondo de la cultura occidental, la tradición del
1 Ver Diccionario Larousse.
2 Se estima que un 50 por ciento del agua utilizada en los hogares en Santiago va
al riego del jardín.
3 Ellas recomiendan: 1) organizar el jardín según áreas de riego planificando el
diseño según el consumo de agua, 2) seleccionar especies aptas para soportar
la sequía según los tipos de suelos, 3) reducir las áreas de prado, 4) proteger
la humedad del suelo mediante mulch, gravilla u otro material y 5) elaborar
estrategias de manutención en el tiempo.
paisajismo se nutre de otros ambientes. Paradójicamente, ella
reconoce el nacimiento del jardín en el desierto, es decir como
algo excepcional, circunscrito y alterno. El artificio es simboli-
zado en textiles, cuyas metáforas del cultivo se manifiestan en
la urdimbre apretada, la exhuberancia del color y la textura, el
formato cerrado. Si bien en su condición originaria, el jardín
se recorta contra el vacío circundante del desierto, al hacer de
toda la naturaleza un jardín, el paisajismo inglés postula lo
contrario, atenuando todo contraste y disimulando los límites
entre jardín y territorio: es conocido su impacto en la ideación
de la ciudad moderna.
El arte del paisaje se articula entonces, pendularmente entre
estos extremos que, o bien manifiestan la alteridad del jardín
o bien, su fusión con el territorio. Artificio y espacio agreste
ofrecen materias de reflexión que creemos relevantes a un pai-
sajismo del secano.
Artificios
Entre las obras asociadas al manejo agrícola y ganadero hasta
las operaciones asociadas al jardín, un universo de artefactos
puebla los parajes asociados al secano: el límite es inherente a
 2 5
3
40
ciudad y  arquitectura
El patio es la primera unidad de paisaje: un
hueco habitable que puede ser entendido
“seco”, poblado de macetas, o profusamente
cultivado y un mecanismo capaz de
transportarnos desde un paisaje al otro
a partir de mínimos desplazamientos.
una economía de las aguas que distingue precisamente riego de
secano. Recorriendo las escalas desde el potrero al objeto, en-
contramos recuadros cultivados, terrazas y plazas concebidas
como receptáculos o cuencas que aportan aguas lluvias para el
almacenaje en los períodos de sequía, patios que le asignan al lí-
mite una función arquitectónica de primer orden, macetas para
el cultivo doméstico y vasijas para el acopio y trasporte del agua.
En el ámbito de las culturas tradicionales, los áridos propios
del secano aportan materia prima para la construcción de cierros
y suelos revelando una particular inteligencia práctica.
Límites
Secano y riego comparten y dividen el territorio en mosaicos.
Así es como los límites gravitacionales del riego por canales
caracterizaron la construcción del paisaje rural hasta el adveni-
miento reciente de la impulsión mecánica de las aguas. El alcan-
ce del área de riego –un curso natural, un canal, un surgimien-
to de agua, marca una primera distinción y límite– cualquier
imagen del jardín en el secano supone definir su contorno. Una
arquitectura rural de pircas y cercos vivos en donde las cactáceas
suelen sustituir al seto del clima húmedo suele formalizar los
3 Óculo de James Turrell.
Houston Texas.
2 Óculo Museo Ibero
Camargo de Álvaro
Siza, Porto Alegre.
4 Óculo de James Turrell.
Houston Texas.
5 Palacio del alba y del ocaso
Ciudad Abierta, Ritoque.
Fotos: Rodrigo Pérez de Arce.
6 Calzada en el Philopappo.
Foto: H. Binet.
límites prediales, pero en el secano el límite es una inevitabili-
dad: la cuestión es si tratarlo o no como material protagónico
en el proyecto de paisajismo.
Receptáculos
Reuniendo planta y tierra –como quien instala una escultura
sobre un podio– la maceta determina la menor medida del cul-
tivo: esta pieza que es característica de las culturas del secano
está asociada al universo de las vasijas. La escultora Nancy Holt
acopia el agua lluvia en un receptáculo convirtiéndolo breve-
mente en espejo. Ampliada la escala encontramos las estrategias
de acopio comunes en los terrados de ciertos poblados medite-
rráneos.4 La Plaza del Campo en Siena es gran receptáculo de
aguas lluvias. Circunscribir el espacio de riego y recoger agua
son igualmente determinantes en el secano.
Dépaysement : el patio y el cielo
El patio es la primera unidad de paisaje: un hueco habitable que
puede ser entendido “seco”, poblado de macetas, o profusamen-
te cultivado y un mecanismo capaz de transportarnos desde un
paisaje al otro a partir de mínimos desplazamientos.5 Un despai-
sajamiento nos sobrecoge al cruzar un zaguán y penetrar en esa
máquina creadora de ambientes que es el patio.6 El secreto está
en sustituir las referencias al horizonte por el recorte ­del cielo.
4 La definición de las caídas de la cubierta como “aguas” es relevante en esta
concepción topográfica de la arquitectura.
5 Desplazar , es decir “alejarse de la plaza” opera en su significado de un modo
similar a dépaysement.
6 Bermejo, Jesús. “El espacio arquitectónico como extensión heterogénea, una
contribución a la obra de Juan Borchers”. Tesis doctoral, Universidad de Madrid,
España, 1987.
 7 El fondo de quebrada
zona de Montenegro.
8 Manchas de vegetación
y planos del paisaje en
áreas de Tiltil.
9 Manchas de vegetación
y planos del paisaje en
áreas de Montenegro.
Fuente: Rodrigo
Pérez de Arce.
8 9
Encuadrando el cielo, el óculo y el impluvium nos remiten
a su mínima dimensión; este último cosecha las aguas lluvia
satisfaciendo funciones prácticas y simbólicas. En la casa pom-
peyana, la pileta de agua reproduce el recuadro del cielo refle-
jándolo, pero en cualquier patio del secano la presencia del agua
será motivo de celebración.
Salvo miradas especializadas, el cielo no nos proporciona cla-
ves de localización: por eso cuando James Turrell lo encuadra en
un óculo de perfiles afilados logra una abstracción perfecta, en
el marco de un patio estrecho en donde la luz vibra por efecto
del reflejo, mientras la sombra recorre los muros. Una trama
más compleja es la que describe Siza en el atrio del Museo Ibero
Camargo de Porto Alegre,7 que podríamos imaginar traslada-
do al ambiente del secano. La generación de corrientes de aire a
partir de contrastes térmicos entre recintos y patios ocurre en
el Monasterio de Santa Catalina de Arequipa, el cual es activado
además por notables vibraciones del color .8
Ampliado a las medidas de un paseo de cadencias largas, los
recorridos ascendentes del denominado Palacio del Alba y del
Ocaso en la Ciudad Abierta de Ritoque,9 revelan el horizonte
marino por sobre la coronación de los muros. En estos patios
amplios, los suelos cobran mayor importancia.
7 Siza, Álvaro. Fundación Ibero Camargo Porto Alegre, Brasil. 1998 - 2008 .“Los
brazos que avanzan sobre el atrio son recorridos del museo”.
8 Iniciado en el siglo xvi ampliado y reconstruido en diversas fases el Monasterio
de Santa Catalina Arequipa constituye un ejemplo excepcional de ciudadela
estructurada en patios.
9 La Ciudad Abierta, creación de profesores de la Escuela de Arquitectura y
Diseño de la Universidad Católica de Valparaíso, es un exponente destacado
del manejo del paisaje del secano costero.
7
41
Otoño 2011
Áridos: utilización de la piedra
El lecho pedregoso caracteriza a los torrentes que en las áreas
de secano acarrean aguas quizás muy ocasionalmente: un río de
piedras sustituye al flujo del agua llenando cauces e irradiando
calor; atrapado entre muros el pavimento de una calle medite-
rránea presenta un aspecto similar. Del mismo modo, cualquier
pavimento de huevillo abstrae las texturas del lecho. A partir
de piedras canteadas, el arquitecto griego Pikionis construye en
cambio un mosaico de perfiles variables como elemento central
de una operación de paisajismo excepcional en el entorno del
Acrópolis (1951,1957). La escultora Teresa Gazitúa,10 revela la
condición viva del pedregal, mostrando la transformación in-
cesante y progresiva del canto rodado en arena.
La pirca representa otro uso tradicional de los áridos en el
secano, en donde la acumulación del material del sitio, cumple
también, la función de despejar los campos de cultivo o pastoreo.
El calidoscopio: luz, atmósfera y espacio
La luminosidad fuerte y dura del secano quiebra las sombras o
se filtra entre los postigos sugiriendo una cualidad que recuerda
las notas de Alberto Cruz para la capilla de Pajaritos.11 Cuando la
luz atraviesa una celosía o una trama tupida esta aniquila la legi-
bilidad del recinto impidiendo la legibilidad del contorno pero
cargándolo de sensaciones en una sustitución de la precisión es-
pacial por una atmósfera lumínica, como ocurre en una ramada.
10 Gazitúa, Teresa. Línea del Tiempo , Río Maipo, Chile. La secuencia se originó
en 1999 con música del río, luego en 2003 con piedras cruzadas.
11 Cruz, Alberto. Capilla Pajaritos, Maipú (obra no construida), 1952 1953. “La
memoria del proyecto describe las condiciones lumínicas”.
 10 11 12
13 14
42
ciudad y  arquitectura
En la Hospedería del Errante, Manuel Casanueva, quiebra los
haces de luz hasta lograr una suerte de calidoscopio de planos,
brillos y colores que carga la atmósfera y confunde las aristas de
los planos y el sentido del tamaño: tal es también la condición
de ciertos interiores de quebradas.12
Secano agreste
En Chile Central vivimos rodeados de un paisaje de secano
agreste un, “fondo” de escena al cual aún no se le reconoce un
valor de “figura”, a diferencia de Arizona en donde parajes simi-
lares son reverenciados por su extraña exhuberancia y belleza13 a
veces realzada en obras que se instalan en el paisaje con mínimas
operaciones de ajuste como es palpable en ciertas casas de Rick
Joy, desprovistas de jardines pero encajadas simplemente en un
entorno cuidado.
Colores en movimiento
Cada paisaje revela un rango singular de colores cuyo dina-
mismo proviene de evoluciones estacionales y condiciones
atmosféricas. El otoño marca contrastes espectaculares en los
ambientes húmedos, pero es la primavera la que caracteriza
mejor la transfiguración del secano, muy especialmente por la
notable vivacidad de los suelos. Mecido por la brisa primaveral,
el tapiz lozano de ese “desierto florido” cubre brevemente las
12 Casanueva, Manuel et al., Hospedería del Errante, Ciudad Abierta, Ritoque, 1995.
13 Comparar, por ejemplo, el Saguaro National Park con los paisajes de Tiltil,
Montenegro y la Cuesta de la Dormida.
10 Sombras sobre gradas.
11 Luz y sombra: postigos.
12 Celosías de la Hospedería
del Errante. Ciudad
Abierta Ritoque.
13 Manto herbáceo
quebrada de las chilcas.
14 Manto herbáceo
quebrada de las chilcas.
Fotos: Rodrigo
Pérez de Arce.
15 Tonalidades área
de Montenegro.
Fuente: Rodrigo
Pérez de Arce.
inflexiones del terreno.14 Así también las laderas cubiertas de
teatinas doradas, caracterizan el paso del verano, alternando
con las manchas negras del incendio.15 Los cambiantes mantos
herbáceos contrastan a su vez con puntos y manchas de vege-
tación arbustiva y arbórea: por un momento estalla la floración
encendida de los espinos para luego dar paso al verde apagado
de su follaje.
Escalas y tamaños
Las asociaciones de plantas describen texturas o manchas de di-
versa envergadura; a su vez las especies predominantes revelan
determinados tamaños. A mayor estrés hídrico, mayor tenden-
cia al matorral. Ni tan altos como para cobijar confortablemente
ni tan bajos como para armar un sustrato arbustivo, los espinos
constituyen una matriz dominante. Microfloraciones estaciona-
les, también caracterizan al manto herbáceo en una gradación
de escalas que cubre, desde las amplitudes geográficas hasta la
fragilidad de estas especies.
Ritmos y texturas
La densidad es una propiedad de cualquier sistema de vegeta-
ción: en el caso de la estepa de acacia caven, esta se expresa en
formaciones de altura media: estas puntean el territorio en una
textura espaciada y homogénea que lo caracteriza. La textura
14 La moda también incide en esta sensibilidad estacional, como lo atestigua
por ejemplo la popularidad del liquidámbar en el barrio jardín de Santiago,
especialmente por su efecto otoñal.
15 Los incendios de praderas originados en autocombustión o descuido caracte-
rizan al paisaje del secano de Chile Central.
15

43

Otoño 2011
densa que caracteriza el follaje brillante y oscuro del sistema
esclerófilo crea trasfondos que, sustentados en la humedad y la
sombra, aporta valores complementarios.

Copresencias: solana y umbría

El fuerte contraste de solana y umbría, reúne en una sola cuenca
dos condiciones de paisaje que parecieran surgidas de geografías
y territorios inmensamente distanciados: uno caracterizado por
los patrones escultóricos y fuertemente singularizados del cac-
tus y ciertas suculentas, el otro por las formaciones mullidas y
de hoja brillante que predominan en el follaje esclerófilo. Nacida
de la orientación, esta condición de bisagra también se revela
en las características alternas de la luz y la contraluz. El orden
fractal de la solana y la umbría, se reproduce en todas las escalas
abarcando tanto el ambiente natural como lo construido, afec-
tando por ejemplo, las caras de una pared según su orientación.
En rigor, cualquier proyecto del secano debería tomar conciencia
de sus propios ámbitos de solana y umbría.

Lo abierto y lo cerrado
Así como el patio construye una medida de intimidad en el am-
biente de matorral achaparrado, la única interioridad suele pro-
veerla el follaje de fondo de quebrada, un túnel de luz matizada y
frescor, un ambiente de microclimas y micropaisajes contrasta-
dos con la tónica dominante: en estos contextos lo abierto suele
ser también amplio y lo cerrado siempre íntimo. Vista y tacto se
confunden en ese derredor cercano, cobijado bajo la concavidad
del follaje. La quebrada es a la extensión lo que el patio o una
calle bien constituida al campo abierto, un interior de tamaños
limitados. Desde fuera es un trazo verde siempre reconocible.

María Dolores Muñoz
Arquitecto Universidad de Santiago. Académico
Universidad del Bío Bío y Universidad de Concepción.
Investigadora Centro de Ciencias Ambientales EULA.
Reflexiones sobre el concepto de paisaje
La palabra paisaje tiene distintos significados que varían según
el contexto en que se utiliza. En el lenguaje cotidiano se usa bá-
sicamente para referirse a diferentes manifestaciones de la natu-
raleza. En el lenguaje de disciplinas específicas como la Ecología
del paisaje o la Planificación paisajística, el término paisaje se
utiliza para describir ámbitos geográficos o para referirse a los
cambios generados por la acción del hombre sobre un territorio.
Además, según el tipo y la intensidad de la acción, se distinguen,
entre otros, paisaje agrícola, paisaje industrial y paisaje urbano.
En su definición original, la palabra paisaje identificaba las
pinturas que representaban a la naturaleza –paisajes de mon-
tañas y paisajes marinos– o los espacios naturales que eran es-
cenarios de la vida humana –caminos en medio de bosques o
construcciones con fuerte presencia del contexto natural. Desde
el siglo xix, la noción estética de paisaje derivó a un término
adoptado por los geógrafos para caracterizar áreas delimitadas
por fisonomías homogéneas. Para los fundadores de la geografía
moderna, el paisaje era la expresión visible del orden natural de
la realidad geográfica. Según Ortega,1 para entender la natura-
leza, sus relaciones y su organización, era preciso comprender
el paisaje y lo que significaba; acercarse al paisaje era un modo
de acercarse al orden natural del mundo.
El término paisaje también se asocia con la construcción de
jardines o paisajismo, particularmente en Inglaterra, donde el
diseño de los jardines se diferencia de la concepción rigurosa-
mente geométrica del jardín francés o italiano.
1 Ortega Cantero, Nicolás. “Entre la explicación la comprensión: El concepto
de paisaje en la geografía moderna”. En Paisaje y Pensamiento. Abada Editores,
Madrid, España, 2006.
Paisajes del agua y
trayectorias del arraigo
en la Patagonia chilena
45
Otoño 2011
En las definiciones contemporáneas, un espacio adquiere ca-
rácter de paisaje cuando es observado por un espectador; por lo
tanto, el concepto de paisaje supone dos condiciones: la existen-
cia de un espacio con características reconocibles y la presencia
de un observador que interpreta las particularidades del espa-
cio desde su perspectiva cultural. En síntesis, el paisaje es una
realidad geográfica y una realidad cultural. Profundizando esta
definición, Maderuelo2 indica que el paisaje es una construcción
humana en doble sentido; es un constructo mental, una inter-
pretación que cada espectador elabora respecto de una realidad
física; y es una construcción cultural, una acción que transfor-
ma la realidad física. Esto implica que el paisaje incumbe a la
contemplación y a la acción del hombre sobre un territorio. Por
su parte, Marchán Fiz3 señala que la experiencia del paisaje no
se limita a la contemplación porque éste también surge de las
2 Maderuelo, Javier. “ La actualidad del paisaje”. En Paisaje y Pensamiento.
Abada Editores. Madrid, España, 2006.
3 Marchan Fiz, Simón. “La experiencia estética de la naturaleza y la construc-
ción del paisaje”.En Paisaje y Pensamiento. Abada Editores. Madrid, España,
2006.
 2 3
46
ciudad y  arquitectura
Las fuentes de lo sublime son el vacío, la
vastedad y otras cualidades que se relacionan
con lo inconmensurable de la naturaleza.
intervenciones del hombre sobre la naturaleza; en este caso, el
actor principal de la experiencia paisajística no es el espectador,
sino el hacedor, artista o técnico. En sentido similar, Gómez
Sal4, sostiene que el hombre es creador y transformador de pai-
sajes porque en el territorio se despliegan procesos naturales
y culturales; estos últimos reflejan como el hombre adapta los
recursos naturales para su uso y, a la vez, se adapta a las con-
diciones ambientales. Desde esta perspectiva, los paisajes son
expresiones de la capacidad transformadora del hombre.
Un rasgo característico del paisaje es su permanente estado
de cambio. Los paisajes se transforman por razones climáticas
o telúricas y por la acción humana. Esto implica que los paisa-
jes hablan, fundamentalmente, de sus transformadores, y de las
relaciones entre estos y los territorios. Al respecto, Maderuelo,5
plantea que la interpretación del paisaje también evoluciona
porque cambian los hombres, sus ideas, sus intereses y sus há-
bitos perceptivos; no sólo como sujetos individuales sino como
colectividades o pueblos que se reconocen en una imagen ca-
racterística de país; palabra que tiene la misma raíz etimológica
4 Gomez Sal, Antonio. “La naturaleza en el paisaje”. Publicado en Paisaje y
Pensamiento. Abada Editores. Madrid, España, 2006.
5 Maderuelo, Javier. Op. cit.
4 1 Página 47. Imágen superior:
rivera norte Lago General
Carrera. Imágen inferior:
Salto río Ibáñez.
2 Muelle en Puerto Guadal,
ribera surponiente lago
General Carrera.
3 Costanera Chile Chico.
4 Cementerio bahía Murta.
5 Vista Río Baker.
Fotos: María Dolores Muñoz
de paisaje (esta analogía se repite en otros idiomas como lo re-
velan los términos land y landscape, land y landschaft, paese y
paesaggio, pays y paysage). Ambas palabras se relacionan con
los sentidos de pertenencia y el arraigo a un lugar, con el cual se
establecen vínculos de proximidad cultural y afectiva.
Los paisajes del agua y la colonización
contemporánea de Aysén
En la región de Aysén se despliegan una serie de paisajes del
agua asociados a grandes lagos, ríos caudalosos y montes neva-
dos con sus laderas cubiertas de ventisqueros. Son paisajes de
una belleza sobrecogedora que reflejan las monumentales pro-
porciones de la naturaleza y la fragmentación del relieve. Por
su forma y dimensiones, los ríos y lagos eran obstáculos casi
insalvables que restringían la integración y el poblamiento. Las
condiciones más limitantes se relacionan con los laberintos de
agua, formados por canales y fiordos, y los campos de hielo que
por su extensión y condiciones extremas no admiten el asenta-
miento. Estas características explican porqué a finales del siglo
xix Aysén todavía era uno de los territorios más deshabitados
y desconocidos de América. La colonización definitiva de la re-
gión comenzó en la primera mitad del siglo xx, en un difícil
proceso de arraigo que representó un enorme desafío para la
construcción de paisajes basados en la implantación permanen-
te de la cultura a través de centros poblados. Entre los contextos
geográficos más relevantes para la colonización de la región se
destacan el lago General Carrera y el río Baker.
La cuenca del lago General Carrera, el más grande y profundo
del país, contrasta con otros ambientes australes por su clima
templado con baja pluviosidad, por su condición de fronte-
ra política y de frontera divisoria entre espacios geográficos
5
disímiles y porque era parte de las rutas terrestres entre la Pa-
tagonia oriental y occidental, a través de los pasos cordillera-
nos en las riberas norte y sur del lago. El río Baker estructura
la segunda cuenca fluvial de Chile, y en su recorrido de 170 km
desde su nacimiento hasta su estuario, integra un conjunto he-
terogéneo de paisajes del agua, fluviales y lacustres: paisajes de
ventisqueros asociados al campo de hielo norte, y paisajes de
canales y humedales. Estos paisajes son la expresión espacial de
la vastedad geográfica y de las enormes proporciones de la natu-
raleza. Por estas cualidades, los paisajes de la Patagonia pueden
relacionarse con la teoría estética de Burke,6 quién sostenía que
los principios de equilibrio y armonía no son suficientes para
contener lo estéticamente significativo porque la vastedad y lo
inmenso proclaman valores estéticos asociados a lo sublime,
que trasciende la exigencia estética de proporción pues se rela-
ciona con fenómenos y paisajes que despiertan sentimientos de
admiración, pasión o terror; que son algunas de las emociones
más fuertes que el hombre puede sentir. Para Burke las fuentes
de lo sublime son el vacío, la vastedad y otras cualidades que se
relacionan con lo inconmensurable de la naturaleza.
En Aysén también hay paisajes del agua con dimensiones me-
nores, que se desarrollan en los recodos de las riberas lacustres y
valles modelados por los ríos. Estos paisajes son oasis espaciales
en medio de extensiones inmensas, o son oasis climáticos que
6 Burke, Edmund. “Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca
de los sublime y de lo bello”. Edición en español del título original “A Philosophi-
cal Enquiry into the Origin of our Ideas of the Sublime and Beautiful”, publicada
en 1757. Traducción de Juan Antonio López Férez. Editorial Tecnos. Colección
Metrópolis. Madrid, España, 1987.
47
Otoño 2011
se diferencian de las condiciones atmosféricas extremas predo-
minantes en la Patagonia occidental. Por sus cualidades, fueron
escenarios clave de la colonización mediante pequeños poblados
que revelan la capacidad humana para arraigarse en ambientes
aislados y desolados.
Las trayectorias del arraigo a los paisajes del agua
La colonización de los territorios dominados por el lago General
Carrera y el río Baker se expresó en modalidades específicas de
arraigo a los distintos contextos geográficos. En las trayectorias
del arraigo se entrecruzan varias historias: la historia de los co-
lonos –chilotes, mapuche y europeos–, de la navegación fluvial
y lacustre, de las estancias ganaderas, de la minería y de la fron-
tera. Los escenarios donde transcurrieron estas historias eran
ámbitos hostiles al hombre; no obstante, por su singular belleza,
despiertan emociones que pueden asociarse a lo sublime. Con
las acciones colonizadoras, llegaron a ser ámbitos acogedores,
referencias de la escala humana ante las proporciones de la natu-
raleza y paisajes culturales denotativos del arraigo y la identidad
de las comunidades con los lugares que habitan.
Un paisaje genera temor si es percibido como espacio ame-
nazante, como ocurre con los paisajes de la selva o el desierto, y
despierta sentimientos de pertenencia cuando contiene signos
culturales reconocibles. En la extraordinaria geografía del lago
General Carrera y el río Baker, los colonos afirmaron su identi-
dad recurriendo a elementos alusivos a su propia historia o a su
mundo familiar. Las técnicas constructivas utilizadas en la ar-
quitectura, en cercos y puentes en madera, que dan forma y sig-
nificado a los paisajes patagónicos, revelan el origen chilote de
algunos colonos. Análogamente, las tradiciones que se recrearon
en la Patagonia emulaban la vida rural de la zona la Araucanía y
 6 7 6-7 Caleta Tortel.
8 Chile Chico desde
mirador Las Banderas.
Fotos: María Dolores Muñoz
9 Plaza de Puerto Ibáñez.
Fuente: Natalia Cuevas
48
ciudad y  arquitectura
Por su trazado ortogonal, los centros poblados
pueden ser vistos como negación a la diversidad
del territorio donde se implantaron.
la región del Bío Bío, de donde venían otros colonos pioneros.
Al actuar de este modo, construyeron paisajes enraizados a su
memoria cultural. Masiero,7 indica que el hombre es productor
de cultura, construye el mundo construyéndose a sí mismo y los
enclaves del habitar son partes esenciales del mundo construido.
Inicialmente, la colonización se materializó a través de pequeños
centros poblados conectados por senderos; estas primeras accio-
nes de dominio se reforzaron con la construcción de escuelas,
iglesias, cementerios, rutas de navegación lacustre y fluvial, mue-
lles y faros en un proceso de arraigo, donde cada centro poblado
fue adquiriendo rasgos propios, que surgieron como respuesta a
las condiciones específicas de cada lugar de asentamiento.
La fundación oficial de localidades en las riberas del lago Ge-
neral Carrera fue planificada por el gobierno para consolidar una
ocupación incipiente y espontánea. La semejanza de las tramas
urbanas revela que fueron acciones de una misma estrategia de
ocupación. Por su trazado ortogonal, los centros poblados pue-
den ser vistos como negación a la diversidad del territorio donde
se implantaron; sin embargo, no fueron ni son independientes
de sus contextos porque la pervivencia en una zona tan aislada e
7 Masiero, Roberto. Estética de la arquitectura. Colección La Balsa de la Medusa
Nº 136. Editada por Antonio Machado Libros, Madrid, España, 2003.
incomunicada exigía anclarse al territorio para respaldar la vida
urbana. Así, en el proceso de arraigo, cada poblado fue configu-
rando un paisaje cultural distintivo que refleja la identificación
con un espacio determinado. Las trayectorias diferenciadas del
arraigo se pronuncian en los cambios del trazado original para
adaptarse al relieve y otras particularidades geográficas. En Chi-
le Chico se destaca una calle –Avda. Bernardo O'Higgins– que
concentra el comercio y la vida de relaciones, cruza la ciudad
para avanzar por las chacras y la planicie lacustre configuran-
do un eje de relaciones espaciales y funcionales con la ciudad
argentina de Los Antiguos. El paisaje urbano revela que Chile
Chico posee un microclima que favorece la agricultura y que es
un asentamiento de frontera y núcleo básico de una estructura
vial binacional construida siguiendo la ribera sur del lago que se
extiende por territorio chileno y argentino.
En Puerto Ibáñez, los fuertes vientos que llegan por el lago
y por la llanura donde desemboca el río Ibáñez, explican el pro-
tagonismo de una trama verde compuesta de densas cortinas
de árboles construidas para proteger al espacio público y las
viviendas de las fuertes corrientes; esta característica fue rele-
vante para la construcción de un paisaje urbano dominado por
la vegetación. La estructura verde alcanza su mayor expresión en
la plaza, flanqueada por filas de árboles que perfilan su contorno
y generan una interioridad protegida.
El paisaje cultural más singular es Caleta Tortel, donde no
existen las calles porque las viviendas, espacios públicos y equi-
pamientos se comunican entre sí mediante una red de pasarelas,
construidas en Ciprés de Las Guaitecas, que aíslan al asenta-
miento de las húmedas superficies generadas por el sistema
hídrico asociado al amplio estuario del río Baker.
8

49

Otoño 2011
9
A mediados del siglo xx, las cuencas del lago General Carrera
y del río Baker habían sido ligeramente transformadas con la
implantación de asentamientos integrados entre sí por rutas de
navegación lacustre y fluvial, y que se relacionaban con los po-
blados trasandinos por pasos fronterizos ribereños. En las últi-
mas décadas, las transformaciones territoriales se han acelerado
con la construcción de la Carretera Austral y otras vías terrestres
que facilitan la conectividad y solucionan los problemas deriva-
dos del aislamiento; sin embargo, la pérdida de importancia de la
navegación lacustre en los poblados ribereños del lago General
Carrera ha generado cambios en la vida urbana y en el signifi-
cado de los paisajes culturales. Esta nueva realidad se refleja en
el abandono de los faros y muelles, que eran elementos signifi-
cativos del arraigo al lago y lugares relevantes de la vida urbana,
porque los centros poblados nacieron como puertos, tal como
lo indica los nombres de los poblados ribereños: Puerto Ibáñez,
Puerto Sánchez, Puerto Cristal, Puerto Tranquilo, Puerto Ber-
trand y Puerto Bahía Murta. Chile Chico, aunque no lo refleje 0 50 m 100 m 200 m

en su nombre, también fue un importante puerto en la navega-

ción por el lago. En la década del sesenta, Chile Chico tenía tres
muelles; actualmente, aunque Puerto Ibáñez y Chile Chico se
comunican con barcazas, el único muelle ocupa un rincón de la
costanera y no es un espacio público activo.
El mejoramiento de la accesibilidad terrestre y las nuevas
dinámicas de integración territorial también han influido en el
desarrollo del turismo que, además de constituir una actividad
económica de importancia creciente, ha dado origen a cambios
funcionales y a la creación de nuevos paisajes culturales relacio-
nados con la construcción de equipamiento turístico.
50
ciudad y  arquitectura

Estructura para los

columpios fabricados
con varas de eucaliptus.
Foto: Mario Pérez de Arce A.
Un espacio
inesperado se
esconde en Huasco

51

Otoño 2011
Mario Pérez de Arce A.
Arquitecto PUC. Postítulo de
Arquitectura del Paisaje, PUC.

En el puerto de Huasco me he visto sorprendido por un lugar

mágico, producto de la imaginación y el trabajo de un vecino
anónimo (no tengo su nombre), ex obrero portuario y su hijo ar-
tesano. Ambos, sin otro horizonte que arreglar un terreno eria-
zo frente a su vivienda, lograron construir un rincón insólito,
sorprendente y único, digno de los más sofisticados arquitectos
del paisaje o escultores contemporáneos.
Se trata de un terreno rocoso que se asoma al mar y al puerto
de Huasco por el norte. En él se ha rellenado un sector, trabajado
una superficie plana en la cual se han dispuesto algunos juegos
y elementos escultóricos de gran simpleza.
El visitante es recibido por unas letras armadas con un tra-
bajo de mosaico de piedras naturales pegadas sobre vulgares ta-
pas de cámaras de hormigón prefabricadas, que, apoyadas sobre
una roca natural forman la palabra “parque”. A su costado, un
escenario respaldado en la misma roca invita a los niños a aven-
turarse en expresiones teatrales.
Los protagonistas del espacio son unos juegos infantiles: co-
lumpios, resbalín y balancines, diseñados con habilidad con va-
ras de eucalipto, formando extravagantes y sugerentes siluetas
que se recortan en el cielo. El pretexto de juegos tan repetidos
en todos los lugares destinados a juegos infantiles, ha servido en
2
este caso para crear formas mágicas y únicas. La estructura que
sostiene los columpios sugiere el esqueleto de un enorme saurio,
mientras la estructura que da acceso al resbalín es un intrincado
recinto que es atalaya, guarida y fortaleza.
Con las construcciones de madera, se ha buscado exaltar la
precariedad del material.
Parecen haberse elegido las varas más torcidas, y se utili-
zaron enteras, sin quitarles un centímetro. Nada es como “se
usa”. Las formas se han reinventado y resuelto en soluciones
únicas e irrepetibles.
En contraste con la liviandad de estas construcciones, se han
dispuesto algunas piedras naturales, seleccionadas por sus for-
mas para actuar como personajes inmóviles.
El conjunto es una escena en la que se presenta un triple
diálogo entre unos artefactos livianos, confeccionados con va-
rillas; las macizas piedras dispuestas como personajes inertes;
y las rocas naturales del lugar; todos con el escenario del mar,
la vista del puerto y sus instalaciones industriales a la distancia
como coprotagonistas.
En contraste con la liviandad de estas
construcciones, se han dispuesto algunas
piedras naturales, seleccionadas por sus
formas para actuar como personajes inmóviles.
Árboles prácticamente no hay. Estamos en el desierto. Los ár-
boles están donde deben estar: refugiados en el fértil valle del
Huasco. Intentar ponerlos aquí habría sido un fracaso. El viento
salino al que está expuesto el sitio se habría encargado de termi-
nar con ellos junto a la falta de agua.
El anónimo autor, sin embargo, quiso que próximo a su vi-
vienda hubiera algunas flores, para lo cual concibió un pequeño
jardín de rocas con gradas y pequeñas grutas, entre las cuales se
refugian esas plantas que con gran intuición fueron seleccionadas
entre aquellas que han demostrado resistir en esas condiciones.
3 4

53

Otoño 2011
2 Escenario y letrero 6
del parque.
3 Juegos de varas de
eucaliptus.
4 Piedra-escultura y vista
del puerto de Huasco.
5 Puente, torre y resbalín.
6 Gruta, detalle de jardín.
Fotos: Mario Pérez de Arce A.
ciudad y  arquitectura

54
 Qhapaq Ñan
El Camino Principal

55
Solange Díaz

Otoño 2011
Arquitecta Universidad Andrés Bello.
Maestra en arquitectura ENCRyM.
Encargada de la Unidad Técnica Qhapaq
Ñan, Consejo de Monumentos Nacionales.

En lengua quechua, Qhapaq Ñan significa Camino Principal,

hace referencia a la gran red vial andina que posibilitó la ex-
pansión del Tawantinsuyu o Estado Inca hacia los territorios
de seis naciones andinas; superando en su conjunto los 33.000
km y llegando a abarcar una longitud de 6.000 km en dirección
Norte-Sur.
Esta red vial fue articulada y formalizada por los inca para
sostener la dinámica de la integración administrativa, política,
económica y cultural de la región, la cual se hizo posible gracias
a la red de caminos construidos por las poblaciones locales pre-
incaicas. Debido a de esa interacción, se conformó una heren-
cia común a partir de un territorio político, social y cultural
que aún muestra su honda repercusión en el funcionamiento
actual del mundo andino.
El Camino en su paso por diferentes geografías, fue adaptado
a los ambientes más adversos, a través de una morfología ade-
cuada a cada zona geográfica; presentándose en ocasiones como
un camino ancho y empedrado de elaborada factura, mientras
en otras aparece como una estrecha huella en la tierra demarcado
por hitos en pampa y alineamientos de piedras en pleno desier-
to. Los caminos se adaptaron con diversas soluciones tecnológi-
cas a los desafíos que el entorno le presenta, resolviéndolos con
obras de una avanzada ingeniería de caminos: drenajes, rellenos,
caminos elevados, escaleras, puentes, etc.
Muchos de los caminos han sido reutilizados en épocas
posteriores y se han transformado en caminos troperos o ca-
rreteras; otros se han erosionado o perdido como efecto de las
intervenciones antrópicas, e algunos tramos se han conservado
hasta nuestros días.
El Qhapaq Ñan en Chile
En nuestro país se extiende a lo largo de las siete primeras regio-
nes, posiblemente hasta la frontera dispuesta por el río Maule;
integrando en su recorrido paisajes que van desde el árido de-
sierto de Atacama pasando por las frías y altas cumbres de la
cordillera de los Andes, hasta los fértiles valles centrales, inclu-
yendo en el trazado corredores transandinos hacia Perú, Bolivia
y Argentina, muchos de los cuales siguen siendo utilizados.
El Qhapaq Ñan del norte de Chile, recorre un territorio único
de extremas condiciones de aridez y altura, lo que da cuenta de
la voluntad y necesidad de conquista de un territorio rico en
recursos minerales, pero hostil a la vida humana. Su conti-
nuidad como itinerario cultural se logra gracias al traspaso de
conocimientos ancestrales entre pueblos aymaras, atacame-
ños, collas, inca y españoles; logrando con ello, el dominio y
recorrido por una de las geografías más difíciles del planeta:
el desierto de Atacama.
Para la inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial de
unesco, se han seleccionado cinco tramos conservados y
 2
56
ciudad y  arquitectura
reconocibles situados en el norte de nuestro país; entre las re-
giones de Arica-Parinacota y Atacama; que cumplen con valores
culturales de orden universal1 y criterios acordados entre los seis
países andinos involucrados. Estas rutas culturales son:
   – Ruta de la Sierra (Subtramo Putre-Zapahuira, Región de
Arica-Parinacota); atraviesa el altiplano del extremo norte
de Chile desde el Perú. Posee un tramo de camino ancho y
empedrado, de carácter único en el territorio nacional; flan-  
1 En Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio
Mundial. Valor Universal Excepcional : una importancia cultural y/o natural
tan extraordinaria que trasciende las fronteras nacionales y cobra importancia
para las generaciones presentes y venideras de toda la humanidad. Por lo tanto,
la protección permanente de este patrimonio es de capital importancia para el
conjunto de la comunidad internacional.
 
Los seis criterios de valor universal excepcional que un bien cultural debe
cumplir para ingresar a la Lista del Patrimonio Mundial son:
( i)representar una obra maestra del genio creador humano;(ii) atestiguar un
intercambio de valores humanos considerable, durante un periodo concreto o
en un área cultural del mundo determinada, en los ámbitos de la arquitectura
o la tecnología, las artes monumentales, la planificación urbana o la creación
de paisajes;(iii) aportar un testimonio único, o al menos excepcional, sobre
una tradición cultural o una civilización viva o desaparecida; (iv) ser un ejem-
plo eminentemente representativo de un tipo de construcción o de conjunto
arquitectónico o tecnológico, o de paisaje que ilustre uno o varios periodos
significativos de la historia humana;(v) ser un ejemplo destacado de formas
tradicionales de asentamiento humano o de utilización de la tierra o del mar,
representativas de una cultura (o de varias culturas), o de interacción del hom-
bre con el medio, sobre todo cuando éste se ha vuelto vulnerable debido al
impacto provocado por cambios irreversibles;(vi) estar directa o materialmente
asociado con acontecimientos o tradiciones vivas, ideas, creencias u obras
artísticas y literarias que tengan una importancia universal excepcional. (El
Comité considera que este criterio debería utilizarse preferentemente de modo
conjunto con los otros criterios).
queado por muros de contención, muros laterales, hitos2 de
piedra y drenajes. Destacan en su conformación, la presencia
de población aymara, la factura de sus caminos y la energía
utilizada en su sistema constructivo y en su mantenimien-
to; las collcas3 o bodegas; chullpas4 de barro y su ubicación
estratégica con otras rutas que conectaban desde el altiplano
boliviano hasta la costa de Arica.
  – Ruta del Cobre (Tramo Alto Loa, Región de Antofagasta); tra-
mo longitudinal que se dirige desde el poblado prehispánico
de Lasana hacia el norte, con sitios de arte rupestre como Santa
Bárbara, y otros como Incahuasi y Cerro Colorado. Es un cami-
no de uso preincaico en gran parte adecuado al uso del Imperio.
Se extiende entre el volcán Miño y Lasana, atravesando una
de las zonas más ricas en recursos cupríferos a nivel mundial.
  – Ruta de Topa Inca, Subtramo Cupo Catarpe, (II Región de An-
tofagasta); tramo rico en sitios arqueológicos, entre los que
destacan el poblado de Turi; el centro minero y ceremonial de
Cerro Verde y Catarpe. Transita por una zona de asentamientos
2 Hito: corresponde a una construcción, generalmente un apilamiento de pie-
dras, que ha sido construido para marcar o delimitar un territorio o la señali-
zación de un camino.
3 Collca: sitios de depósitos y almacenaje, consistente en silos de piedra de planta
circular, cuadrada o rectangular, usualmente dispuestos en hileras sobre las lade-
ras de los cerros. Se le asocia a sitios administrativos y tambos. Algunos carecen
de puertas y probablemente pudieron haber tenido acceso a través de escaleras
o escalones que descendían desde la parte superior de los muros. Estuvieron
estratégicamente distribuidos, unos fueron levantados en hileras sobre la cima
de los cerros, otros en las laderas, a la ribera del río y cerca de sitios poblados.
4 Chullpa: construcción de tipo ceremonial-ritual (generalmente de carácter
funerario), de planta cuadrada o circular en forma de torreón, con el acceso
dirigido hacia el oriente.
 1 Camino Cupo Pueblo Viejo. 3
2 Localidad de Cupo.
3 Ruta de la Sierra.
4 Chullpas en Talikuna.
Fotos: Solange Díaz.

57

milenarios ligados a comunidades indígenas atacameñas y
aymaras. Destaca la complejidad arquitectónica de sus gran-
des sitios arqueológicos y la posible relación que presenta
esta ruta con el legendario paso del gobernante Topa Inca
Yupanqui con su ejército.
   – Ruta del Capricornio Andino, Tramo Despoblado, Subtramo
Cámar-Peine, (Región de Antofagasta); representa la parte
norte del desierto de Atacama, cruzando por los últimos oasis
antes de atravesar una geografía de extrema aridez, la que se
encuentra flanqueada por el cordón volcánico de la cordillera
de Los Andes y por el salar de Atacama. Destacan algunos
tambos como el de Peine y Camar, así como un poblado del
siglo xvi conocido como Peine Viejo.
   – Ruta del Despoblado, Subtramo Portal del Inca (El Salvador)
a Finca de Chañaral, (Región de Atacama); es la parte sur del
cruce del desierto de Atacama, con diversos tambos, arte ru-
pestre, el oasis de la Finca de Chañaral y poblados mineros
como Inca de Oro.
Cada uno de estos tramos atraviesa en su recorrido numero-
sos paisajes culturales, relacionándose armónicamente con
los pueblos que ahí habitan. Un caso de especial relevancia lo
constituye la construcción del paisaje en el área de las cuencas
de los ríos Salado y Loa.
Caso Paisaje Cultural, Alto Loa
En la región del río Loa Superior, subregión del río Salado, se
localiza un territorio de alrededor de 100.000 há, donde viven
comunidades de tradición andina, como las de Lasana, Con-
chi Viejo, Cupo, Panire, Ayquina-Turi, Toconce y Caspana las
cuales desde hace más de 10 mil años han mantenido vivas sus
tradiciones culturales.
Otoño 2011
En este territorio se manifiestan ejemplos destacados del
trabajo conjunto entre los seres humanos y la naturaleza, desa-
rrollando una arquitectura del paisaje única que implementó las
adaptaciones necesarias en materia urbanística, productiva y ri-
tual, para la creación de un hábitat propicio para la vida humana.
Los elementos del paisaje
Ambiente natural: Corresponde a un área de tierras altas que
combina distintos pisos ecológicos con ambientes y recursos
diferenciados. En la parte alta de la puna, sobre los 3.850 msnm,
las condiciones climáticas son extremas e inapropiadas para el
hábitat humano, pero con recursos faunísticos y vegetacionales
de gran interés para las poblaciones humanas, como: la vicuña,
el suri, la yareta y materias primas líticas. Bajo esta cota hasta los
3000 msnm se encuentra el Piso Puneño, el cual posee la mayor
densidad y diversidad de vegetación, así como presenta gran
riqueza en recursos faunísticos. Aquí destacan las quebradas y
especialmente las vegas azonales como es el caso de Turi, de
gran abundancia de forraje, en su momento, para el pastoreo. Es-
tas características específicas hacen que en esta cota altitudinal
se concentren las principales evidencias de ocupación humana.
Descendiendo por el perfil altitudinal, en el Piso Pre-Puneño,
hasta los 2.700 msnm, la vegetación empieza a disminuir os-
tensiblemente hasta que se asoma un desierto absoluto, unos
pocos cientos de metros más abajo.
Acción humana: En este punto, la cordillera de los Andes ofre-
ce un ambiente poco favorable para la agricultura. Esto, sumado a
la presencia del desierto de Atacama y grandes salares, determinó
que las antiguas culturas andinas desarrollaran métodos para ha-
cer más eficiente el uso del suelo; y sumado a la competencia de va-
rios grupos por los escasos recursos en el territorio, fue tal vez uno
de los mayores catalizadores culturales en esta parte del mundo.
 5 5 Terrazas arqueológicas
en Topain.
6 Reunión comunitaria.
7 Pueblo viejo de Panire.
Fotos: Solange Díaz.
58
ciudad y  arquitectura
Toda esta transformación del medio a través de
la arquitectura, tiene su soporte conceptual en
la cosmovisión andina. Esta es la que le otorga
al paisaje cultural la dosis de vigencia que ha
permitido su conservación.
Los antiguos moradores de estos territorios desarrollaron por
tanto, métodos y técnicas relacionadas con el manejo y control
del agua. Ya que sin agua no hay tierra fértil, sin esta última
no hay cosecha. Sin cosecha no hay alimentación ni bienestar
general del pueblo atacameño.5
Este manejo quedó materializado en una red hidráulica, en la
forma de canales, acueductos y probablemente depósitos adya-
centes a los asentamientos, los que permitieron el riego de las te-
rrazas y andenerías, habilitando las áreas de producción agrícola.
La habilidad que las comunidades ganaron en el manejo
del agua, determinó la posibilidad de aprovechar al máximo
las superficies para el cultivo en andenes; tecnología que ya
era utilizada previamente a la llegada de los incas; propician-
do tempranamente un desarrollo agrícola y la posibilidad de
contar con excedentes para su almacenamiento en collcas (si-
los); en un ambiente muy poco propicio para la agricultura.
5 Grebe, María Ester. “El folclor de Chile y sus tres grandes raíces, Atacame-
ña”. En Memoria Chilena <http://www.memoriachilena.cl/temas/dest.
asp?id=folclor3ataca>
Los caminos en esta área, se conforman como un sistema
vial complejo e interconectado entre los asentamientos, áreas
de cultivo y de pastoreo. Se integran al paisaje, elementos de-
marcadores de caminos, como apachetas6 e hitos; se producen
mejoras a las huellas y caminos a través de despejes, alineamien-
tos de piedras, muros de contención, terraplenes y rellenos. Se
dota a la red vial de una infraestructura asociada al servicio de
los caminantes, para su resguardo, a través de un sistema de
postas–en la forma de tambos, chaskiwasis y pascanas–, los
que ubicados estratégicamente posibilitaban el abastecimiento
y posada al viajero, haciendo factible la travesía.
Especial relevancia adquieren en esta área la gran cantidad
de sitios arqueológicos administrativos, como Turi y Catarpe;
de funebria –Chullpares o cementerios de los abuelos–, pro-
ductivos mineros como Cerro Verde y agrícolas en el caso de
Panire y Topain, defensivos y ceremoniales, en el caso de los
Santuarios de Altura,7 y significativamente en este territorio,
en la cima del Llullaillaco.
6 Apacheta: son lugares sagrados que se encontraban en toda la red del Sistema
Vial Andino, se localizan generalmente en las abras y cumbres altas por donde
atravesaba el camino. En estos lugares el viajero dejaba su ofrenda, para enco-
mendarse a las deidades tutelares y arribar sin novedad ni contratiempos a su
destino. Hoy, estas apachetas se identifican por la presencia de montículos de
piedras pequeñas y regulares. En rutas importantes, estos montículos se han
hecho gigantescos como consecuencia de la acumulación de enormes canti-
dades de piedras a través de los siglos.
7 Santuario de Altura: corresponde al sitio ceremonial-ritual ubicado en las más
altas cumbres de los Andes. Estos adoratorios estaban dedicados a las deidades
tutelares de los cerros. Fundamentalmente consistían en ofrendas, en forma
de sacrificios humanos, junto con enseres y artefactos sagrados.
7
Cada comunidad posee, además, estancias (viviendas aisla-
das, vinculadas a espacios de uso pastoril y/o agrícola) dentro
de su territorio, las cuales se fueron convirtiendo en pueblos
de forma paulatina.8
Tal y como lo señala V. Castro; son estas intervenciones y
tecnologías; las que aún permanecen vigentes.
El paisaje cotidiano tiene también una dimensión sagrada.9
Toda esta transformación del medio a través de la arquitectu-
ra, tiene su soporte conceptual en la cosmovisión andina. Esta,
es la que le otorga al paisaje cultural, la dosis de vigencia que ha
permitido su conservación.
Dentro de las festividades y ceremonias tradicionales que
se mantienen vivas en este territorio, están los fragmentos y
mezclas del kunza (lengua atacameña) con otras lenguas andi-
nas y el español. Alguno de estos fragmentos se utilizan en el
Convido, ceremonia en la que se ofrecen alimentos y bebidas a
la madre tierra o Patahoiri; al agua o tata-putarajni y también
a los antepasados míticos o Mallkus10 que siguen vivos en las
cumbres volcánicas y cerros tutelares.
Las festividades atacameñas que se siguen celebrando son
el carnaval, la limpia de canales, el floramiento del ganado y el
culto a los antepasados o gentiles. Estos rituales son una expre-
sión de fe, en honor a la Pacha Mama y están relacionados con la
8 Mujica, Elías. “Ayquina y Toconce: Paisajes culturales del Norte Árido de
Chile” En Castro, Victoria”. Paisajes Culturales en los Andes”, unesco,
Lima, Perú, 2002.
9 Ibíd.
10 Mallku: corresponden a los espíritus y deidades que viven en las cumbres de
las montañas y cerros.
59
Otoño 2011
fertilidad y la reproducción. Involucran también un homenaje
al maíz –planta sagrada en culturas andinas– y al agua.
El carácter sincrético de las manifestaciones religiosas da
cuenta de la larga tradición de “intercambio y reciprocidad”.
Cada comunidad posee un santo patrono que protege al pue-
blo, varios santos más son venerados en función de atributos
particulares. Las comunidades crean sus propios calendarios
ceremoniales, señalan fechas, reuniones y festividades en ar-
monía con el ciclo agrícola y ganadero.
Esta transformación del territorio por el hombre, la construc-
ción de la arquitectura del paisaje, aún hoy podemos encontrarla
presente en la tradición comunitaria; en la permanencia his-
tórica de las comunidades en una geografía extrema, con pro-
fundo conocimiento, uso y relación con su medio ambiente; en
la localización estratégica de los sitios arqueológicos, poblados
actuales, y su relación con el entorno; en la presencia de mani-
festaciones de patrimonio inmaterial, como festividades, ritos,
y costumbres asociadas a la tradición andina; y en la existencia
de indicadores de significación cultural e identidad en las co-
munidades actuales, quienes mantienen vivas sus tradiciones,
asegurando una lucha por su continuidad cultural.
Las comunidades y el territorio asociado al Qhapaq Ñan dan
cuenta de una relación armónica en la adaptación de cada pueblo
a la compleja naturaleza andina, generando con ello, un esque-
ma virtuoso para la sustentabilidad de esta postulación que he-
mos trabajado en conjunto con sus herederos; para que una vez
declarado Sitio de Patrimonio Mundial, no sean espectadores
de los resultados, sino que sus protagonistas.
 ciudad y  arquitectura

60

1
Dossier de obras

3
2
 Puente ecológico para
pájaros y Manual de
observación ornitológica
Claudio Magrini + Emilio Marín

Plaza Mirador
Pablo Neruda
Carlos Martner + Humberto Eliash

Remodelación Parque
Quinta Normal
Teodoro Fernández + Danilo Martic

61

Otoño 2011

1 Vista frontal esculturas

Plaza Mirador Pablo Neruda.
Foto:Humberto Eliash,Catalina
Harrison y Alberto Meloni.

2 Detalle Casas pájaro.

Foto: Claudio Magrini
+ Emilio Marín.

3 Laguna Quinta Normal.

Foto: Gabriel Renié.
 Puente ecológico para pájaros y
Manual de observación ornitológica

62
ciudad y  arquitectura
Claudio Magrini
Arquitecto Politécnico de Milán. Magíster en
Arquitectura, PUC. Subdirector Magíster “del
Paisaje a la Infraestructura Contemporáneos”,
UDP. Funda su propia oficina en 2000.

Emilio Marín
Arquitecto Universidad de Chile. Magíster
de Artes Visuales (c), Universidad de Chile.
Funda su propia oficina en 2005.

Partiendo del presupuesto de que una autopista

siempre opera una cesura en el ecosistema, se
quiere paliar esta interrupción mediante un
puente ecológico para pájaros.

63

FICHA TÉCNICA Otoño 2011

Nombre de la obra Puente ecológico para pájaros –1er lugar Concurso de Arte-MOP/
Autores Claudio Magrini y Emilio Marín / Colaboradores René Mendoza y Pablo
Salas / Cliente Ministerio de Obras Públicas (mop) / Calculista Gonzalo Sepúlveda/
Ornitóloga Verónica López, Unión de Ornitólogos Chile / Constructor Patricio
Muñoz / Materialidad Árboles: perfiles tubulares metálicos/ Gadgets: perfiles
tubulares y planchas metálicas / Costo 60.000 USD / Año de proyecto 2008 / Año
construcción 2009-2010 / Nombre de la obra 2 Manual de observación ornitológica/
Autor Claudio Magrini / Colaborador René Mendoza / Año de proyecto 2009 / Año
de elaboración 2009-2010 / Lugar Acceso nor-oriente a Santiago, Valle de Chicureo /
Programa Passeriformes: cachudito, chercan, golondrina chincol, chirihue, tijeral,
gorrión, diuca, tordo, zorzal / Caprimulgiformes: gallina ciega / Columbiformes:
tortola, paloma / Strigiformes: pequén / Falconiformes: cernícalo, tiuque, bailarín /
Ciconiformes: garza chica / Dispositivos Árboles: 8 árboles; 6 árboles 6 de m, 1 de árbol
9 m, 1 árbol de 12 m / Gadgets 160 casas: 10 casas cerradas grandes, 10 casas abiertas
grandes, 10 casas cerradas medianas, 10 casas abiertas medianas, 60 casas cerradas
pequeñas, 60 casas abiertas pequeñas / Bebederos 24 bebederos: 3 bebederos
grandes, 3 bebederos medianos, 18 bebederos pequeños / Posaderas 40 posaderas:
1 posadera central grande, 6 posaderas laterales grandes, 3 posaderas centrales
medianas, 06 posaderas laterales medianas, 18 posaderas centrales pequeñas, 6
posaderas laterales pequeñas / Plataforma 1 plataforma / Nido 1 nido abierto.
2

1-2 Vista de la obra.

Foto: Gabriel Renié.

3 Elevaciones árboles.
4 Planta árboles y
árbol dado de fundación pedestal fundaciones.
12 m 2.50 x 2.50 x 0.60 m 0.55 x 0.55 x 1.00 m Fuente: Magrini + Marín.
 Dossier  DE  OBR A S / Claudio Magrini + Emilio Marín

5-6 Vista de la obra. 5 6

Fuente Magrini + Marín.

7 Plano de emplazamiento.
Trébol vial camino
a Chamisero.
Fuente: Magrini + Marín.

8 Corte terreno con

árboles. Escala 1: 1250.
Fuente: Magrini + Marín.

M e m o r i a / La obra es el resultado de un concurso de arte or- 65

ganizado por el mop (Ministerio de Obras Públicas) y ganado

Otoño 2011
en 2008. Es parte de una larga serie de concursos que buscan
una relación más estrecha entre el arte y la infraestructura vial.
La propuesta proyectual se basa en la constatación geográ-
fica y natural del lugar de emplazamiento, ubicado en una ruta
de comunicación entre los ríos Aconcagua y Maipo-Mapocho
y considerado un puente terrestre entre cordillera y mar. Un
ecosistema que es utilizado por los pájaros en sus continuos
7
desplazamientos.
Partiendo del presupuesto de que una autopista siempre ope-
ra una cesura en el ecosistema, se quiere paliar esta interrupción
mediante un puente ecológico para pájaros.
Resultado, una instalación conformada por unos árboles
metálicos modulares en cuyas ramas se disponen libremente
casitas y accesorios de distintos tamaños.
La propuesta se basa en un catastro de aves, específico del
lugar. Que determinó el diseño y las medidas de cada casita y
cada accesorio. Todo supervisado por una ornitóloga acreditada.
Lo que queda pendiente es el estudio de su efectividad. Así,
pronto se destinará una estudiante de ornitología que enfrentará
esta tarea para su proyecto de título.
Que no es otra cosa que extender el proceso de la obra más
allá de su instalación física.
Desde el punto de vista artístico se quiso contrarrestar la con-
N cepción de la obra de arte como un elemento objetual y neutral
(que se contempla en su pura exterioridad) con un sistema re-
lacional entre las partes. De las partes entre ellas, de las partes
con los elementos del paisaje circundante y con el ecosistema
mismo.
Finalmente en términos de infraestructura, al igual que los
8 signos y las luminarias se constituye como un set estandarizado
que puede ser desplegado en el paisaje.
En una segunda instancia, también se elaboró un manual de
observación (proyecto gráfico) específico de la instalación que
facilita la labor y el estudio de los ornitólogos. A parte de toda la
documentación gráfica del proyecto, incluye fichas taxonómicas
y topográficas de las aves.
9

10

9 Árboles metálicos en proceso de

construcción y ensamblado.

10 Casas y accesorios - Gadgets.

 Dossier  DE  OBR A S / Claudio Magrini + Emilio Marín

11 Árboles metálicos en 11 12
proceso de construcción
y ensamblado.

12 Vista detalle casas.

13 Vista general de la obra.
14 Árboles metálicos en
proceso de construcción
y ensamblado.
Fotos: Claudio Magrini.

13

14

67

Otoño 2011
16 Uña

Dígitos
15 Sección ficha de
3
observación de aves.

16 Topografía de las patas.

Nº Dígitos 4
o falanges 2
Fuente: Magrini + Marín.

1
Halux

15

tetradactyl

columbiforme strigiforme falconiformes ciconiforme charadiforme

Tórtola  Paloma Pequén Cernícalo  Tiuque  Bailarín Garza chica Queltehue

3
2 4 2 3

1 1 4

Anisodactyl Zygodactyl
passeriforme caplimulgiforme

Cachudito Chercán Golondrina Chincol Chirgue Tueral Gorrión Diuca Tordo Zorzal Gallina ciega

Pie Perchero Pie Rapaz Pie Rapaz

formas más recurrentes

Plaza Mirador Pablo Neruda
Humberto Eliash
Arquitecto Universidad de Chile. Profesor titular
y Vicedecano FAU, Universidad de Chile.

Carlos Martner
Arquitecto Universidad de Chile y pintor.
Ha sido profesor de taller en la UAM de México
y en las universidades de Chile, Central y UTEM.

Esta condición vincula al proyecto con los

miradores precolombinos que asumen el
dominio sobre el territorio propio de las
culturas originarias, y retoma la expresión de
éstos a través su materialidad y su geometría.

69

FICHA TÉCNICA Otoño 2011

Nombre de la Obra Plaza Mirador Pablo Neruda /  Autores Carlos Mar tner
y Humberto Eliash. Eliash Arquitectura Urbanismo Ltda./ Ubicación Parque
Metropolitano de Santiago, sector Los Gemelos, Santiago, Chile /  Arquitecta
Paisajista Gabriela Bluhm / Proyecto de Esculturas Carlos Martner / Arquitectos
Colaboradores Dyann Kramm, Camilo Cruz, Dante Sepúlveda, Daniela Palacios,
Rodrigo Herrera / Escultor Tito Ortiz / Cliente Parque Metropolitano de Santiago,
Serviu, Ministerio de Vivienda y Urbanismo / Ingeniero Calculista Claudio Hinojosa.
Hinojosa Ingeniería Asoc. Ltda. / Proyecto Sanitario Ciro González. CGV y Cía.
Ltda./ Proyecto Electricidad Sandro Garrido. Ingenel S.A. / Empresa Constructora
Diseño Paisajista Ltda. / Materialidad Muros de hormigón armado revestido en
mampostería de piedra lajón amarillo rústico irregular. Pavimento de hormigón
lavado de gravilla de 15 mm max. en escenario y gradas. Pavimentos de adoquín
de piedra gris en graderías y explanada de acceso. Pavimento de maicillo en plazas
laterales y senderos. Revestimiento porcelanato en servicios de planta inferior.
Señalética de madera con texto quemado en el material con protección incolora.
Escaños de hormigón armado. Iluminación exterior Lumisolar, energizada por
placa fotovoltaica. Esculturas en plancha de hierro oxidado / Costo U$ 576.026 /
Superficie de intervención 20 há / Superficie pavimentos Plaza Mirador 1.071
m2 / Superficie cubierta, área de servicios 175 m2 / Año de Proyecto 2008 / Año de
Construcción Plaza Mirador 2009-2010.
2 1 Esculturas.
Foto: Gabriel Renié.

2 Vista Esculturas.
Foto: Humberto Eliash,
Catalina Harrison,
Alberto Meloni.

3 Vista general
emplazamiento
Plaza Mirador.
Foto: Gabriel Renié.

3
 Dossier  DE  OBR A S / Carlos Mar tner + Hu m ber to Eli ash

4 Vista escenario. 4 5
Foto: Gabriel Renié.

5 Vista acceso.
Foto: Gabriel Renié.

6 Contexto. Emplazamiento
cerro San Cristóbal.
Fuente: Martner + Eliash.

M emoria / Esta obra constituye en cierto modo una conti-

nuidad del trabajo que Carlos Martner ha realizado en el Parque
Metropolitano de Santiago (cerro San Cristóbal) que domina la
ciudad. A fuerza de tesón la ciudad ha ido domesticando esta
montaña convirtiéndola en el principal parque urbano de la urbe
de 6 millones de habitantes.
En el año 1965 realizó la piscina Tupahue, seis años después
realizó la piscina Antilén y esta vez –ahora asociado con Hum-
6
berto Eliash– realiza este mirador en el sector Los Gemelos. Las
tres obras tienen en común su carácter público, su integración
con el lugar y el uso de la piedra como material predominante. 71
La Plaza Mirador Pablo Neruda se ubica en una pequeña hon-

Otoño 2011
donada entre dos suaves cumbres del cerro San Cristóbal que a
su vez es un brazo montañoso que se desprende de la cordillera
de Los Andes. La particularidad de este sector es su condición
de mirador tanto de las montañas que rodean Santiago como
del río Mapocho y el tejido urbano de la ciudad. Esta condición
vincula al proyecto con los miradores precolombinos que asu-
men el dominio sobre el territorio propio de las culturas origi-
narias, y retoma la expresión de éstos a través su materialidad
y su geometría.
La plaza se compone de una sucesión de muros curvos de
piedra que van definiendo espacios concéntricos en torno a un
escenario y un teatro al aire libre. Estos muros pueden enten-
derse como pantallas con aperturas hacia la cordillera y la ciu-
dad o bien como fragmentos de muros que emergen desde la
propia naturaleza pétrea de la montaña. Tanto los muros como
sus aperturas están en proporción áurea. El proyecto se comple-
menta con dos pequeños miradores en las cumbres aledañas y
un circuito de senderos peatonales.
El Mirador del Aire, al norte de la plaza, se ambientará con
esculturas que se irán construyendo y agregando a través del
tiempo constituyendo un centro escultórico. El Mirador del Si-
lencio, al costado sur, constituye el punto más alto del conjunto,
abocándose por completo a su vista panorámica.
El acceso a la plaza mirador es un plano de adoquines grises
y un conjunto escultórico de tres prismas de hierro oxidado.
Las especies vegetales  seleccionadas son nativas, con el obje-
to de conservar el carácter natural del lugar y responder a crite-
rios de sustentabilidad, mediante plantas de bajos requerimien-
tos hídricos. El entorno inmediato de la plaza y los senderos de
acceso consideran un ordenamiento de la vegetación existente
donde se incorporan nuevos ejemplares arbóreos propios de la
zona biogeográfica de la cuenca de Santiago. Se acomodan las
rocas del lugar y se complementan con arbustos y herbáceas
nativas de floración estacional. Se incorporan principalmente
ejemplares arbóreos endémicos como el quillay y el espino, ya
muy presente en el lugar, con arbustos propios del matorral xe-
N rófito, más herbáceas y gramíneas.
Finalmente, los criterios paisajísticos de sustentabilidad de la
Plaza Mirador son acompañados por la integración de colectores
solares para los servicios, y de luminaria de autonomía completa
con paneles fotovoltaicos para la iluminación pública del lugar.
 7

B C

B C

5m 10  m

72
ciudad y  arquitectura

8 9

N N
5m 10  m 5m 10 m

10

7 Planta Plaza Mirador

Pablo Neruda.
8 Planta Mirador del Aire.
9 Planta inferior
de servicios.
10 Corte B.

5m 10 m
 73

Otoño 2011
11

11 Vista esculturas 12 14
y escalinatas.
Foto:Gabriel Renié.

12 Contraescena
Plaza Mirador.
13 Vista gereral esculturas.
14 Vista frontal esculturas.
Fotos: Humberto Eliash,
Catalina Harrison,
Alberto Meloni.

13
 Remodelación Parque Quinta Normal

74
ciudad y  arquitectura
Teodoro Fernández
Arquitecto Universidad Católica de Chile. Postítulo en
Arquitectura y Manejo del Paisaje PUC. Profesor de Taller
de la Escuela de Arquitectura PUC.

Danilo Martic
Arquitecto Universidad Católica de Chile. Master in
Landscape Architecture, University of Pennsylvania. Jefe
del Programa de Magíster en Arquitectura del Paisaje PUC.

Se busca interpretar y poner en valor las

condiciones paisajísticas relevantes del lugar
así como el carácter de la Quinta como espacio
público democrático, popular y festivo de modo
de transformarlo en un escenario atractivo como
imagen del desarrollo urbano y social de la
ciudad de Santiago para el siglo xxi, reflejando
las condiciones relevantes actuales para un espacio
público sustentable ecológica y urbanamente.

75

Otoño 2011

FICHA TÉCNICA
Nombre de la obra Remodelación Parque Quinta Normal / Autores Teodoro
Fernández Danilo Martic / Colaboradores Philippe Blanc y José Villarroel /
Ubicación Quinta Normal, Santiago / Mandante Seremi Metropolitana Vivienda y
Urbanismo / Proyecto estructural CDV Ingeniería / Iluminación Limarí Lighting
Design / Proyecto eléctrico Proingel Ltda. / Fuente de Agua Constructora Parque
Forestal S.A. / Constructora Ingeniería Integral Fray Jorge S.A./ Superficie 4,4 há /
Año proyecto 2009 / Año ejecución 2010.
76
ciudad y  arquitectura

1 Parque y estación de
metro Quinta Normal.
Foto: Gabriel Renié.

2 Diagrama primera etapa

sobre foto aérea del parque.

3 Diagrama primera etapa.

Fuente: Fernández + Martic.

Vistas remodelación
en construcción.
Fuente: Fernández + Martic.
M emoria / Las actuales concepciones paisajísticas están re-
lacionadas de forma directa con la zona geográfica en la que
comenzaron a definir sus particularidades. Pero más allá de las
especies florales o arbóreas que determinado clima obliga a pro-
yectar dentro de un jardín, está la propia cultura y filosofía del
lugar donde se origina la corriente del diseño.
En este sentido, el proyecto debe cumplir con las expectati-
vas que el Secretario Ministerial Metropolitano de Vivienda y
Urbanismo ha establecido en el marco de la celebración como
Proyecto Bicentenario, a fin de poner en valor los aspectos
históricos, paisajísticos, arquitectónicos y urbanos del Parque
Quinta Normal y su valor para el desarrollo del la ciudad de
Santiago, sus barrios y comunas.
Se busca interpretar y poner en valor las condiciones pai-
sajísticas relevantes del lugar así como el carácter de la Quinta
como espacio público democrático, popular y festivo de modo
de transformarlo en un escenario atractivo como imagen del
desarrollo urbano y social de la ciudad de Santiago para el siglo
xxi, reflejando las condiciones relevantes actuales para un es-
pacio público sustentable ecológica y urbanamente.
P l a n g e n e r a l y e s t r ategia / Unidad y diversidad son los atri-
butos principales que ha de desarrollar el Plan General de diseño
para el Proyecto Bicentenario Parque Quinta Normal. Se plan-
tea conservar, potenciar y desarrollar los valores tradicionales,
actuales y futuros del parque, para lo que se propone actuar
en tres frentes:
E x p a n s i ó n / Aumentar los terrenos del parque, incorporando
al desarrollo y diseño del mismo los terrenos en concesión al
poniente, así como los terrenos cedidos al interior del perímetro
del parque.
C o n s e r v a c i ó n / Se debe conservar aquellos elementos de valor
tradicional del parque, junto a la multiplicidad de programas,
sus valores como parque cultural, recreacional y de esparci-
miento y la diversidad de visitantes.
Los elementos que se conservan como bases fundamentales
para potenciarlos y desarrollarlos en el Plan General incluyen,
fundamentalmente, la masa arbórea, los edificios patrimoniales
y los programas, usos y actitudes de los usuarios.
D e s a r ro l l o / Fundamentalmente se ha privilegiado la actuación
sobre los suelos de la Quinta, remodelándolos, diversificándolos
Dossier  DE  OBR A S / Teodoro Fer nández + Dani lo Mar tic
e incorporando nuevos elementos en una trama capaz de ofrecer
una lectura unitaria de los espacios, eficiente en los desplaza- 77
mientos y diversa en la calidad de los espacios creados.
Otoño 2011
Se ha trabajado el diseño fundándolo en dos tramas que al su-
perponerse ofrecen una lectura del total del parque que es uni-
taria y diversa al mismo tiempo. Esta organización aúna tanto
los programas de uso como el carácter estético o composición de
los espacios de modo que puedan ser nombrados como lugares
dentro del parque.
Columnas: recogen los elementos programáticos tradiciona-
les del parque, que aportan diversidad al mismo.
Franjas: recogen la espacialidad del parque proponiendo
nuevas relaciones. Estas franjas caracterizan espacialmente al
parque y aportan la unidad del mismo.
Trama: como resultante, determina la calidad programática
y espacial de los diferentes lugares de la Quinta, realizando su
unidad y diversidad. Une las circulaciones, masa vegetal, edifi-
cios y programas en un todo armónico a través de la unidad y di-
versidad de pavimentos, mobiliario, vegetación e iluminación.
E tapa 1 / Detonante. Mejoramiento y reposición laguna y
acceso oriente / El área que interviene el proyecto es un área
de alto tráfico, altamente deteriorada debido a la gran cantidad
de público que circula por ella y a la gran cantidad de interven-
ciones que en ella se han llevado a cabo.
En el espíritu del Artículo 10 de la Carta de Florencia, nuestra
propuesta considera simultáneamente la conservación, recupe-
ración y restauración de los elementos existentes en la zona de
intervención.
Los ejes Norte-Sur (acceso Santo Domingo) y Oriente-Po-
niente (Acceso Matucana) son recogidos en el proyecto. Estos
ejes propuestos como parte del Jardín a la francesa o Jardín
Republicano, inicial y que inciden en la lectura del Jardín a la
inglesa que rodea el área de la laguna, se restauran en su conti-
nuidad e importancia, toda vez que sucesivas intervenciones
les han hecho perder su carácter al día de hoy, contribuyendo a
la confusa lectura del lugar y deterioro que presenta. Su recu-
peración trata de responder a los nuevos usos, mantención y
desarrollo del las especies arbóreas e incorporación de estratos
vegetales menores en un conjunto capaz de integrarse como un
acceso emblemático al parque Quinta Normal existente.
 7 8 7 Vista Parque y Estación
Quinta Normal.

8 -10 Laguna Quinta Normal.

11 Vista Parque y Estación

Quinta Normal.
Fotos: Gabriel Renié.

9 10

11

78
ciudad y  arquitectura
 Dossier  DE  OBR A S / Teodoro Fer nández + Dani lo Mar tic

15

16

79

Otoño 2011
17

15 Diagrama de
circuitos parque.

16 Plazas y caminos
del parque.

17 Planta. Fuente:
Fernández + Martic.
80
ciudad y  arquitectura

Vista propuesta para el

Aula de la Naturaleza.
Foto: Harris & Illanes
 Ecomuseo Chicauma

81
Andrew Harris

Otoño 2011
Arquitecto PUC. Master y Doctor (c)
Universitat Politécnica de Catalunya,
Barcelona, España

Claudia Illanes
Arquitecto PUC. Master Universitat
Politécnica de Catalunya, Barcelona, España

Planes maestros de paisaje

Dentro de los trabajos que entran en el campo de acción de los
arquitectos paisajistas están los planes de ordenación de terri-
torio, y más específicamente, los planes maestros de paisaje.
La planificación de paisaje es una disciplina aún poco explo-
rada en Chile, ya que históricamente el paisaje se concibe como
un proyecto que viene al final de toda la cadena proyectual, y
que básicamente sirve para plantar con vegetación los lugares
donde se emplaza una obra arquitectónica.
La idea de planificar un paisaje tiene que ver con la preser-
vación y cuidado en el tiempo de las preexistencias del lugar,
cualquiera sea su origen, y cómo el conjunto de todos estos ele-
mentos, sumados a la geografía, la vegetación y fauna del lugar
forman un paisaje con una identidad propia e insustituible.
Es por esto que los planes maestros de paisaje son un conjun-
to de medidas y criterios que sirven para mantener una voluntad
sobre el territorio, y que esta voluntad se perpetúe en el tiempo.
Estos proyectos están pensados a varios años plazo, unos
veinte o cincuenta quizás, y pretenden ser un documento que
pueda servir de guía para las intervenciones que vengan en el
futuro, las cuales estarán en manos de profesionales distintos a
los del equipo original que hizo el plan maestro.
Es importante en este punto la visión de territorio que se
quiere imprimir al proyecto, es decir, cuál es el relato que impul-
sa el proyecto; o qué es lo que se transmite hacia los usuarios, o
cuál es el mensaje o punto de vista. Previsiblemente, entre más
sólido este punto de vista con respecto al territorio, más fácil
y duradera será la transmisión de esta visión a través del plan
maestro, facilitando la tarea a los profesionales que en el futuro
intervengan el territorio.
Generalmente, estos planes maestros se realizan por parte
de arquitectos paisajistas considerando tres grandes temas: plan
de emplazamiento de programa, criterios de diseño y plan de
buenas prácticas.
El plan de emplazamiento define la disposición de equipa-
mientos, caminos u otros elementos que estructuren el proyecto.
En esta parte es clave la comprensión integral del territorio, es
decir, el conocimiento acabado de las preexistencias paisajísticas
y los procesos naturales o antrópicos a los cuales están someti-
das. Para esto, es muy importante el aporte que otras disciplinas
relacionadas con el medio físico, como geografía, botánica, agro-
nomía, arqueología, etnología o antropología, entre otras, según
el caso de estudio específico. En este punto, la labor de un arqui-
tecto paisajista es la de coordinar todas estas informaciones y co-
nocimientos para que el futuro plan maestro integre de forma real
los distintos aspectos que dan la forma e identidad al territorio.
 2
82
ciudad y  arquitectura
El concepto de ecomuseo implica la necesidad
de un rol educativo para un patrimonio natural.
Se debe, no sólo, disfrutar de la naturaleza
contemplativamente, sino también, aprender de
ella, de modo que hay un componente educativo-
ambiental en la concepción del proyecto.
Los criterios de diseño dan cuenta de los elementos funda-
mentales que debe tener cada nueva intervención en cuanto a
tamaños, formas, colores, texturas, densidad. En este punto se
abordan todos los elementos que componen el proyecto, desde
los edificios de equipamiento, mobiliario, tipos de iluminación,
de elementos de señalética o delimitadores.
Por último, el tema de buenas prácticas se refiere al manejo
de la obra una vez ejecutada. El éxito de un proyecto de paisaje
muchas veces depende tanto de su diseño como de su buen
manejo. El mantenimiento de este tipo de proyectos es funda-
mental, ya que el material principal con el que se trabaja es la
naturaleza, la cual tiene procesos en el tiempo que deben ser
controlados o supervisados para mantener esta idea inicial que
se ha plasmado en el plan maestro.
Chicauma
El caso del proyecto es un predio de 4.500 há en la comuna de
Lampa, emplazado en la vertiente oriental de la cordillera de la
Costa, y que forma parte del Sitio Prioritario El Roble, señalado
por Conama en su plan de áreas de alto valor ecológico. Común-
mente se conoce esta zona como Chicauma.
El lugar posee una vegetación esclerófila propia de la zona
central. El estado de conservación es excelente y presenta una
alta diversidad botánica. Podemos encontrar ejemplares de va-
riadas especies nativas como quillayes, peumos, litres, boldos,
canelos, pataguas. La especie estrella del predio es el roble de
Santiago (Nothofagus macrocarpa), una especie endémica, no
muy numerosa, y que sólo se encuentra en la zona central en
el Parque Nacional La Campana, el cerro el Roble y los Altos
de Cantillana. Es un árbol caducifolio de gran atractivo dado su
color rojo intenso en época de otoño.
Chicauma, es un lugar con amplia cantidad de vida silvestre,
integrada por animales como zorros, chillas, vizcachas, agui-
luchos, lechuzas, y un tipo de lagartija poco común, el lagarto
Gruñidor de Álvaro .
Otro aspecto interesante es la significativa cantidad de sitios
arqueológicos que recorren períodos históricos diversos, encon-
trando pircas inca para terrazas, orfebrería Aconcagua, instru-
mentos de minería de la época de la colonia y los cimientos de
una casona que posiblemente perteneció a la familia Carrera.
Desde otro punto de vista, este predio ha sido históricamente
usado por la población de Lampa como área de paseo, excur-
siones, y fiestas. Existe una fuerte relación entre este lugar y
algunas organizaciones privadas tales como Excursionistas de
Lampa, que conocen el terreno en profundidad y el cual ha sido,
por generaciones, parte de su paisaje cotidiano. En este sentido,
el peso que tiene la comunidad en este proyecto es muy fuerte.
En general estamos hablando de un territorio de mucha
riqueza natural, histórica y social. Todas estas características
juntas son una gran oportunidad de puesta en valor del lugar,
combinando intereses naturalísticos y culturales. Además cuen-
ta con una muy buena calidad escénica, clima, cambios estacio-
nales en la vegetación y vistas espectaculares al Valle Central y
 83

Otoño 2011
2 Vista propuesta para el
Centro de Acogida.

3 Planta general
Ecomuseo Chicauma.

4 Plan Maestro
Ecomuseo Chicauma.
Fuente: Harris & Illanes.

3 4

N N
 5
84
ciudad y  arquitectura
cordillera de los Andes. El hecho que el predio se encuentre a
45 minutos de Santiago acrecienta el potencial de lugar para el
público interesado en la naturaleza y la historia.
Ecomuseo
La idea de un ecomuseo fue parte del encargo hecho por los pro-
pietarios. El concepto de ecomuseo implica la necesidad de un rol
educativo para un patrimonio natural. Se debe, no sólo disfrutar
de la naturaleza contemplativamente, sino también, aprender de
ella, de modo que hay un componente educativo-ambiental en
la concepción del proyecto. En este sentido ha sido muy impor-
tante el trabajo de colaboración con el equipo de sociólogos que
diseñó el modelo de gestión del proyecto, promoviendo la co-
laboración del privado dueño del predio con la comunidad de el
pueblo de Lampa, a través de las organizaciones de excursionis-
tas, la municipalidad y otros actores interesados en el proyecto.
En este sentido, nuestra labor como arquitectos paisajistas
también tuvo mucho de difusores del proyecto, ya que se hicie-
ron varias consultas ciudadanas, donde se les explicó a las distin-
tas organizaciones cómo era el proyecto, y cuáles serían los aspec-
tos que más los afectarían. Hay que recordar que la comunidad
tiene un sentimiento de propiedad hacia este lugar, y el proyecto
muchas veces causó dudas y temores de perdida en la población.
El plan maestro de Chicauma
El proyecto intenta integrar la visión del propietario y de la comu-
nidad de manera armónica, y sobre todo, con total respeto al lugar.
Por un lado, el propietario ve un complejo turístico orientado
a amantes de la naturaleza principalmente, combinado con la
exposición de objetos históricos in situ que posee el lugar.
Por otra parte, la comunidad no quiere perder este lugar
como su tradicional lugar de paseos de fin de semana o lugar de
paseo para escolares, fomentando la educación ambiental que
ya se llevaba a cabo antes del proyecto.
La fórmula del proyecto combina ambas partes, disponiendo
de programas con fines turísticos tales como alojamientos tipo
lodge o camping, área de ventas de productos locales y progra-
mas educativos tales como centro de interpretación o aulas de la
naturaleza. Estos últimos son espacios pensados para recibir vi-
sitas colectivas desde colegios o universidades, que tienen como
objetivo entregar la información necesaria sobre el lugar, sus
cualidades, riesgos etc., dando así una educación a los visitantes.
Estos lugares estarían administrados en conjunto con los
grupos existentes en Lampa, actuando ellos como guías, orien-
tadores o administradores.
El proyecto del plan maestro de paisaje, en su metodología,
contó con dos etapas diferenciadas:
1. Análisis del territorio integrando la información entregada
por los otros profesionales.
2. Elaboración del plan maestro definiendo plan de emplaza-
miento, criterios de diseño y buenas prácticas.
Para la etapa de análisis se utilizó la información existente
tomada de estudios previos sobre la zona, más la información
recolectada en situ y de los otros profesionales del equipo. Toda
esta información se procesó en un Sistema de Información Geo-
gráfica (sig). Este software es una herramienta indispensable
para la simultaneidad de la información y el cruce de datos,
arrojando observaciones sobre el territorio que son relevantes
para la elaboración del proyecto. Se vieron en esta etapa temas
de morfología del terreno, comunidades vegetacionales, hitos
del lugar, preexistencias, estudio de visibilidades, etc.
El análisis del lugar dio paso a los criterios básicos de em-
plazamiento de los equipamientos y redes de movimiento, los
cuales fueron los siguientes.
 5 Vista propuesta para sitio 6
picnic Paso del Carbón.
6 Planta Ecomuseo Chicauma.
Fuente: Harris & Illanes
   – Configuración sencilla de estructura de redes y equipamiento:
el parque se estructura a partir de un único camino existente
principal, complementados por nuevos caminos que llegan
a puntos significativos.
   – La utilización de infraestructura existente, para evitar nuevas
modificaciones al paisaje.
   – Equipamientos agrupados, para evitar dispersión de cons-
trucciones y caminos nuevos.
   – Aprovechamiento a través de una red de senderos peatonales
de hitos patrimoniales y naturales: dada la gran cantidad de
hitos de diversa índole, se propone unir todos estos puntos
por una red de senderos peatonales.
   – Senderos de diferente dificultad y longitud: se definen anillos
de senderos peatonales diferenciados en longitud y dificultad.
   – Disponer de diferentes de grados de accesibilidad vehicular
para público, estimulando el recorrido lento y reflexivo en
la naturaleza.
   – Áreas de exclusión de visitantes: quedan amplias zonas sin
penetración de senderos, permitiendo así el desarrollo sil-
vestre de la vida vegetal y faunística.
   – Inclusión de actividades productivas, para automantención
del ecomuseo y como forma de participación social local,
como el área de ventas de productos locales.
Para los criterios de diseño se hicieron imágenes objetivo de los
distintos equipamientos, definiendo los materiales predomi-
nantes, como también una paleta de colores afín al cromatismo
del lugar. En este sentido, propusimos imágenes de equipamien-
tos sencillos, en lenguaje contemporáneo, pero que estuvieran
bien emplazados en el territorio.
Las buenas prácticas propuestas hablan sobre temas de tra-
tamiento y manejo de aguas, desde el agua suministrada por
85
Otoño 2011
las quebradas hasta el tratamiento de aguas grises, negras y de
lluvias. También se dan pautas para el uso de energías renova-
bles, en este caso la combinación de energía eólica doméstica y
paneles fotovoltaicos, aprovechando la buena disponibilidad de
vientos y radiación solar. Por último, se ve el tema del riesgo de
incendio, siempre presente en el lugar, y las medidas preventi-
vas básicas para evitar estos sucesos.
El proyecto ha sido una valiosa oportunidad de tratar todos
los temas que atañen a los arquitectos paisajistas, en todas sus
escalas. El trabajo sobre el terreno, su forma y espacio, sus posi-
bilidades y oportunidades. También el tema de las comunidades
vegetales y la capacidad de carga de estas frente a un proyec-
to turístico, el manejo de los recursos naturales, como agua o
energías, la consulta ciudadana, obligándonos a ser eficientes
en la difusión del proyecto. Y por último en la imagen visible
del proyecto, el lenguaje de las obras, la imagen de paisaje que
tratamos de mantener.
También muy importante fue la experiencia de ejercer la in-
terdisciplinaridad de profesiones de forma total, participando
de las decisiones que debían tomar otros profesionales. El tra-
bajo en equipo, el conocimiento adquirido desde otros especia-
listas, sólo enriquece la visión propia, y finalmente se traduce
en respuestas más completas y complejas, y esperamos que con
perspectivas de éxito a largo plazo.
N

Sandra Iturriaga
Arquitecto PUC, Magíster ETSAB.
Subdirectora de Desarrollo PUC.
En la primavera del 2009, tuve la valiosa oportunidad de realizar
junto al arquitecto Mario Pérez de Arce Lavín un Seminario de
Investigación en la Escuela de Arquitectura de la Universidad
Católica, que tuvo como propósito abordar el fenómeno del
río Mapocho en base al planteamiento propuesto por el mismo
arquitecto. Durante el transcurso de este Seminario, que con-
tó con la colaboración del arquitecto Francisco Quintana y un
grupo de estudiantes, y durante el posterior desarrollo del mis-
mo, tuve la valiosa oportunidad de poder compartir con Mario
Pérez de Arce su pasión y conocimientos por este tema, y por
la urgencia que demanda. El resultado de ese trabajo se plasmó
en la elaboración de un plano 1/5000 –con una escala ajustada
que permitiera comprender un territorio de más de 30 km en
su paso por la ciudad– y una exposición pública en agosto del
2010. Algunas de las premisas y temáticas que a continuación
se señalan formaron parte de esa experiencia.1
El río Mapocho es uno de los espacios más emblemáticos y
significativos de la geografía de Santiago. Su potencial en la con-
formación urbana de la ciudad es tan evidente como ineludible.
Esta condición latente –no exenta de dificultades y contradic-
ciones– lo ha hecho objeto de diversos estudios y proyectos a
lo largo del tiempo. En los últimos treinta años, sobre el río Ma-
pocho se han desarrollado más de 200 trabajos –entre artículos,
1 El Seminario de Investigación se tituló “mapocho 32k: Sistema de Parques
Integrados en las Riberas del Río Mapocho”. Profesores Sandra Iturriaga y Fran-
cisco Quintana, Profesor Invitado Mario Pérez de Arce. Contó con la participa-
ción de los siguientes estudiantes: Karen Bruning, María José Castillo, M. Ángel
Delso, Alfredo Edwards, Carlos Estay, José Tomás Franco, Natalia González,
Catalina Gutiérrez, Sebastián Muñoz, Pedro Soffia, Sebastián Valladares y Juan
Enrique Walker.
El paisaje del río
De memoria en memoria
87
Otoño 2011
tesis, investigaciones, seminarios, planes y proyectos– sin con-
tar la profusa difusión de noticias o cartas al director que han
aparecido en la prensa los últimos tres años.2
De este total, un porcentaje considerable se refiere a la condi-
ción y al manejo de sus aguas. Un número menor aborda el río
y sus riberas con una visión de conjunto que considere parale-
lamente los distintos aspectos ambientales, urbanos y paisajís-
ticos que lo conforman. Y todavía más escasos son los trabajos
que a partir del registro del río y sus preexistencias, permiten
arrojar luces nuevas sobre el potencial que presenta.
En conjunto, esta extensa producción de material no ha ido
necesariamente de la mano con un correlato en el espacio físico,
2 De acuerdo a bibliografía recopilada por la académica María Isabel Pavez, del
Departamento de Urbanismo de la Universidad de Chile, existe un total de
297 títulos entre los años 1900 y 2007. Más de 2/3 de ellos son de los últimos
treinta años, lo que en parte refleja que el interés creciente por el río Mapocho
ha ido a la par de aspectos ambientales que forman parte de la discusión crítica
de la ciudad en los últimos años. A esta bibliografía hay que agregar una extensa
producción de proyectos, tesis y seminarios desarrolladas por la Escuela de
Arquitectura de la Universidad Católica en los últimos años.
 2 3
88 ni de su consolidación como el espacio de mayor potencial ur-
bano y paisajístico de Santiago.3 Las múltiples complejidades y
ciudad y  arquitectura
paradojas que presenta han sido en gran parte mencionadas en
la literatura sobre el río, a las cuales no nos vamos a referir; sin
embargo, vale la pena recordar que en su tramo central se llevó
a cabo una de las obras de infraestructura más importantes de
la historia urbana de la ciudad: los tajamares y posteriormente
su canalización, obras que constituyen un ejemplo notable y de
plena actualidad para mostrar la estrecha relación entre infraes-
tructura, paisaje y espacio público: situación que se contrapone
radicalmente a los criterios que las infraestructuras imponen hoy,
y que tiene su correlato más inmediato en el margen norte del río.
En memoria: Mario Pérez de Arce y
la fidelidad al paisaje del Mapocho
Uno de los arquitectos que más insistentemente ha destacado la
excepcional presencia del río en la ciudad y la vocación natural
de sus riberas de constituirse en parques y espacios públicos, ha
sido el arquitecto Mario Pérez de Arce Lavín4. En un sinnúmero
de artículos, conferencias y cartas al diario, dejó plasmada una
clara visión del paisaje del río y su relación con Santiago, fun-
damentada en un conocimiento sensible y directo del mismo.5
Su vocación e intereses se encaminaron tempranamente ha-
cia la valoración del paisaje y su papel determinante en la con-
formación de la ciudad. Esto se refleja nítidamente en el libro
“Santiago, Espacio Urbano y Paisaje”, escrito en conjunto con los
arquitectos Marta Viveros y Patricio Gross, en el que se destaca
que el diseño urbano en Santiago debiera apoyarse en el paisaje
del valle, la geografía, la ecología, el clima, la naturaleza del suelo,
buscando la necesaria coherencia con los sectores de la ciudad
heredada, que es la base sobre la cual se desarrolla la ciudad6.
3 La reciente concreción del Proyecto “Mapocho Limpio” constituye sin duda
un avance importante en el primer flanco descrito con respecto al manejo y
limpieza de las aguas.
4 Arquitecto puc 1941, Premio Nacional de Arquitectura 1989. Profesor Emérito
puc, 1993.
5 Si bien esta idea aparece formulada a partir de artículos escritos desde finales
de los setenta, el planteamiento fue desarrollado de forma más extensa en
distintos medios, a partir del artículo del año 1993, titulado “La ciudad y El
Río” publicado por el diario El Mercurio.
6 Gross, P.; Pérez de Arce, M.; Viveros, M. “Santiago, Espacio Urbano y
Paisaje”, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile, 1982.
1 Plano detalle contexto Tramo
Parque Forestal Santiago
Centro (escala ajustada).
Fuente: Sandra Iturriaga
y Francisco Quintana.
2 Tramo Centro Santiago /
Parque Forestal.
3 Tramo Oriente Lo Barnechea /
Parque La Ermita.
Fotos: Sandra Iturriaga.
Esta motivación se tradujo además en su participación activa
como impulsor de la Línea de docencia e investigación en Ar-
quitectura del Paisaje en la Escuela de Arquitectura de la Uni-
versidad Católica, primero a través del Departamento de Diseño
Ambiental y posteriormente a través del Postítulo del Paisaje,
iniciativa pionera en Chile en estudios de posgrado relativos a
esta disciplina7. El tema central del primer Postítulo realizado en
el año 1989, se denominó “Las Riberas del Río Mapocho como
unidad territorial”, y parte de las propuestas fueron presentadas
ante el Ministro de Vivienda y la comisión de descontaminación
en un encuentro con la Escuela de Arquitectura titulado “Tres
propuestas para Santiago”.8
El río fue un tema recurrente en el cual Mario Pérez de Arce
volcó su pasión sostenida por el paisaje. El planteamiento desa-
rrollado por el arquitecto nace a partir de una observación, que
empezó –como él mismo relataba– con una reflexión muy sim-
ple, casi de sentido común: si hay un parque que es el Forestal,
que es muy hermoso y es muy importante para la ciudad, ¿por
qué no considerar este mismo criterio para el resto del trayecto
del río? 9 Esa pregunta –que se podía trasladar sucesivamente
al Parque Providencia, al Parque Uruguay o posteriormente al
Parque de Los Reyes, lo llevó a proponer completar el acondi-
cionamiento del espacio del río Mapocho en su paso por San-
tiago como una gran franja de uso público y de esparcimiento,
aprovechando e incorporando en ella todos los parques, jardines
y paseos existentes o potenciales, logrando una continuidad pai-
sajista que acompaña al torrente, en una extensión de más de
30 km, desde su entrada al valle en Plaza San Enrique al pie de
la cordillera, hasta el aeropuerto en su límite poniente. En este
itinerario continuo, que atraviesa un total de once comunas, sin
distinción de estratos sociales, se hace presente el paisaje de los
cerros y cordillera al interior de la ciudad.10
7 El Departamento de Diseño Ambiental se inicia en la década de los setenta
con la labor de Esmee Cromie de Bellalta, y Marta Viveros posteriormente.
En 1989 se da inicio al Programa del Postítulo del Paisaje, cuya coordinación
queda en manos de Marta Viveros, Cristina Felsenhardt, y posteriormente
Juanita Zunino, extendiéndose por 20 años.
8 Información basada en el Documento inédito aportado generosamente por la
Profesorsa Juana Zunino.
9 Parte de la conversación realizada por el arquitecto en el marco del homenaje
que le realizó la Escuela de Arquitectura PUC en agosto del 2010, titulada
“Sistema de Parques Integrados en las riberas del Río Mapocho”.
10 El río atraviesa en total 16 comunas hasta el encuentro con el Maipo, en una
extensión de 97 km.
 4 Tramo Centro Santiago /
Parque de los Reyes.
5 Tramo Oriente Vitacura /
Parque Escrivá de Balaguer.
Fotos: Mario Pérez de Arce O.
Hoy en día por el contrario, la representación
de la ciudad – dado su tamaño y creciente
complejidad– constituye un enorme desafío
para no perder de vista la valoración del
fenómeno que representa como conjunto.
De memoria: la dimensión del paisaje del río
La propuesta se basa en la recuperación paulatina de las ribe-
ras del río como un sistema de parques integrados, aunando al
mismo tiempo valores ambientales, urbanos, y paisajísticos, lo
que recuerda en gran medida los planteamientos de Prager para
el Plan de Osorno, o los park system de Olmstead en Boston.
El plan de Mario Pérez de Arce propone ante todo un retorno
a la comprensión de la ciudad como un fenómeno vivo, que
se cualifica en relación con su entorno geográfico y cultural,
y que se contrapone radicalmente al enfoque cuantitativo de
“áreas verdes” que se utiliza con frecuencia a partir de distin-
tos indicadores “inequívocos”, tal como el propuesto por la
Organización Mundial de la Salud –que establece un valor de
referencia de 9 m2 de área verde por habitante como condición
saludable para una ciudad.
Aun suponiendo que un indicador como el de la oms –que
la mayoría cita “de memoria”, pero del que casi nadie cono-
ce la fuente– sea aplicable sin distinción a cualquier contexto
urbano,11 esto nada dice del valor de una calle arbolada, de la
situación inmejorable de un espacio público frente a una ex-
tensión geográfica, ni de la calidad de vida que suponen estas
variables juntas en un parque de dimensiones considerables
junto al río.
Muy distinto es que los metros cuadrados de “área verde”
sean un conjunto de retazos que la ciudad no supo aprovechar,
a que configuren un espacio público de escala metropolitana,
tal como la que el planteamiento recoge. La normativa urbana
11 En el esfuerzo de dar infructuosamente con la fuente de este indicador dado por
la OMS –sin éxito debo decir– se encontraron un sinnúmero de referencias de
otros países que consideran estándares más altos entre 10-15 m 2/hab, haciendo
referencia a la misma entidad.
4
chilena favorece la proliferación de áreas verdes de pequeño 89
tamaño, ya que se basa en un porcentaje destinado a este fin y
Otoño 2011
no establece un tamaño mínimo.12 Si Frederick Law Olmstead
y quienes participaron de la ideación y realización de Central
Park se hubieran basado en este criterio, probablemente jamás
se hubiera gestado el primero y más emblemático ejemplo de
parque moderno al servicio de una ciudad. De igual manera,
la ciudad de Sao Paulo a pesar de contar con un índice de áreas
verdes casi idéntico a Santiago, cuenta con más de cincuenta
parques de magníficas proporciones, entre los cuales destaca el
Parque Ibirapueira, que representa un acontecimiento urbano
de notable significación en la ciudad.13
El río como fenómeno memorable:
entre el jardín y el mapa14
Si consideramos que en la noción de paisaje necesariamente
aparece involucrado el aspecto de valoración del mismo por
parte de quien lo experimenta, diferenciándolo del simple
“medio ambiente”, tendríamos que coincidir en que a pesar del
logro por el anhelado saneamiento de sus aguas, la reticencia a
reconocer con propiedad que una buena parte del río y sus ri-
beras son un paisaje vivo de la ciudad, arraigado en la memoria
colectiva de sus habitantes, se debe en parte a la imposibilidad
actual de poder recorrerlo.
La expresión común “conocer de memoria” algo –un lugar
por ejemplo– supone que se lo ha recorrido o visitado tantas
veces, que se puede hacer una representación fidedigna de él
aún en su ausencia. La representación de un fenómeno al mismo
tiempo, logra reflejar –en el mejor de los casos–, la condición
de un lugar como un hecho memorable, que nos permite com-
prender mejor su realidad y con ello valorarla. Es significativo
que la consideración del río como un fenómeno vivo y “vivido”
12 Sobre el estudio realizado por Sonia Reyes e Isabel Margarita Figueroa, se es-
tablece que en Santiago el 91 por ciento de las áreas verdes tiene menos de 0,5
há, si bien hay un consenso en considerar que para obtener un aporte ambiental
y ecológico significativo se requieren extensiones verdes sobre las 10 há. Ver
trabajo de las autoras “Distribución, superficie y accesibilidad de las áreas verdes
en Santiago de Chile”. En revista EURE N°109, vol. 36, Diciembre 2010.
13 La ciudad de Sao Paulo cuenta con 3.88 m 2/hab contra los 3.9 m 2/ hab que
tiene Santiago en el año 2009. Disponible en: <www.observatoriourbano.cl>
14 Parafraseando a Marot, Sebastien en “Entre el Jardín y el Mapa” en Suburbanismo
y el Arte de la memoria, Editorial GG, Barcelona, 2006, en relación a la descripción
del proyecto de Georges Descombes para el Parque de Lancy en Ginebra.
 6

Mapocho 32K
Sistema de parques integrados en las riberas del rio Mapocho

K. Parque de Los Reyes J1 Parque J.Domingo

1990 -1994 Gomez 1906

J. Parque I. Parque
Forestal Providencia
1894-1910 1930-1932

L. Parque Mapocho Poniente

1993 - 1996

90
ciudad y  arquitectura

TRAMO PONIENTE 11.65 K TRAMO CENTRAL 9.7 K

Parque De Los Reyes - Pudahuel Av. Américo Vespucio - Parque de Los Reyes

Parques Ribereños existentes y potenciales

A. Parque Las Rosas

3.2 há / 0.6 km I. Parque Providencia
7.8 há / 1.2 km
A1. extensión potencial
parque las rosas J. Parque Forestal
6.5 há / 0.8 km 17.2 há / 1.1 km

B. Parque La Ermita J1. Parque José Domingo Gomez

5.9 há / 1.2 km 1.2 há / 0.3 km

B1. Extensión Potencial K. Parque de Los Reyes +

Parque La Ermita K1 Actual Etapa IV
5.3 há / 0.8 km 33 há / 2.5 km_ext 15.2 há / 1.3 km

C. Parque Lo Gallo L. Parque Mapocho Poniente

5.3 há / 1.5 km 7.8 há / 2.1 / 1.1 km

C1. Extensión Potencial L. Extensión Potencial Parque Félix Bulnes

Parque Lo Gallo 6.1 há / 1.6 km
9.4 há/ 2.3 km

L1. Parque Paseo Potencial

D. Aeródromo Lo Castillo 6.9 há / 1.0 km
16.1 há / 1.6 km
L2. Parque Paseo potencial
E. Parque Monseñor Cerro Navia
Escriva de Balaguer 6.3 há / 0.9 km
19.6 há / 3.0 km
L2. Parque Paseo potencial
F. Parque Bicentenario + Cerro Navia
F1 Actual Etapa II 16.7 há / 2.4 km
15.3 há / 0.7 Km_ext 12.4 há / 1.0 km

F2. Parque Potencial Parques consolidados / 146. 1 há

11.8 há / 0.9 km Parque Potenciales a consolidarse / 96.6 há
Superficie total de Parques Integrados / 242,7 há
G. Parque de Las Esculturas +
áreas anexas
2.1 + 3 há / 0.9 km

H. Parque Uruguay
6.5 + há / 2.1 km

Central Park / 341 há

 H. Parque G. Parque de Las
Uruguay Esculturas
1962 1987-1988

que
encia
1932

F. Parque Bicentenario E. Parque Monseñor D. Aeródromo C. Parque Lo Gallo 2006 B. Parque A. Parque Las Rosas
2005-2008 Escriva de Balaguer Lo Castillo La Ermita 1990
1992-2003 1964 - 1965 2000 -2010
II Etapa

91

Otoño 2011
TRAMO ORIENTE 11. 65 K
Plaza San Enrique - Av. Américo Vespucio

6 Plano General Sistema de
Parques Integrados.
7 Listado Parques Mapocho.
Cuadro superficies.
Fuente: Sandra Iturriaga
y Francisco Quintana.
resulte tan elocuente en los planos y cartografías de Santiago
en sus primeros siglos de historia urbana, y que en parte era
posible por el tamaño que la ciudad tenía. En el plano de Frezier
por ejemplo, el río aparece reflejado como un fenómeno que al
menos equipara en interés al de la trama urbana. A pesar de las
omisiones y vacíos, la representación logra retratar de buena
manera un fuerte componente fenomenológico que la ciudad
presentaba con respecto al río.
Hoy en día por el contrario, la representación de la ciu-
dad –dado su tamaño y creciente complejidad– constituye
un enorme desafío para no perder de vista la valoración del
fenómeno que representa como conjunto. No es menor que
en la escala 1/20.000 de un plano intercomunal, la situación
del río y sus riberas se reduzca considerablemente a una si-
tuación esquemática, casi con la misma valoración que la de
un circuito de vialidad.15
Uno de los ejemplos más notables del conocimiento y con
ello la identidad sobre un territorio que se instala a partir de la
representación y el registro del mismo, lo constituye el esfuer-
zo realizado a mediados del siglo xix por el naturalista francés
Claudio Gay en los dibujos y cartografías que forman parte de
su Atlas de Chile. En este se da cabida tanto a la representación
geográfica que realiza a escala del mapa, como a la de un registro
extenso y preciso de especies vegetales, animales o de elemen-
tos menores, como quien visita y se acerca con total nitidez a un
amado jardín. Los mapas y dibujos del Atlas de la historia física
y política de Chile, junto con representar la realidad, se anticipan
a ella, transformándose en modelo y guía de las acciones futu-
ras del joven estado republicano.16 Si consideramos el colosal
15 El ancho existente de 42 m del río en sectores canalizados se reduce a 2mm.
16 La primera edición del Atlas data de 1854 y comprendía dos volúmenes con
315 láminas coloreadas. Resulta igualmente fascinante ver cualquier reedición
de estos ejemplares. Sagredo, Rafael. “El Atlas de Gay. La representación
de una nación”, en Atlas de la Historia Física y Política de Chile, Tomos I y II,
Ediciones LOM, Santiago, Chile, 2010.
esfuerzo de esta empresa que le tomó algo más de 24 años, sin
considerar el esfuerzo de edición del Atlas donde había que co-
lorear o “iluminar” manualmente cada lámina, es sin duda algo
impensable como forma de conocimiento de la ciudad de hoy,
y donde resulta definitivamente más fácil sucumbir a la cultura
del powerpoint para trazar sus directrices.
Hoy más que nunca la frase de Manuel de Solá Morales en
relación a la representación del territorio de Catalunya cobra
sentido y actualidad: dibujar es seleccionar, seleccionar es in-
terpretar, interpretar es proponer,17 se trata de representar el
territorio y sus elementos preexistentes como manera de com-
prender y mostrar su potencialidad, antes de realizar esfuerzos
desmesurados por modificarlo. Estas premisas resultaron cen-
trales en la elaboración del plano del río Mapocho.18
17 De Morales, Manuel. “La forma de un País”. En revista Quaderns, vol. N°1.
18 memoria de un registro: Se propuso elaborar un plano 1/5000 como
registro de la potencialidad que presenta el río y sus riberas en su continuidad
a lo largo de 32 km. Se realizó un catastro de casi cinco meses poniendo en
relación distintas fuentes planimétricas, cada uno con su propia especificidad:
Plano General de Santiago ocuc, planos comunales, plano de costanera nor-
te, planimetría de los parques existentes entre otros varios, con un esfuerzo
permanente de verificación de esos antecedentes con la realidad del lugar.
Posterior a ello se dedicaron ocho meses a revisar, elaborar y editar un plano
de 1,8 m x 6 m, que cumpliera la premisa de estar entre el Mapa y el Jardín, es
decir que lograra registrar todas aquellas preexistencias comprendidas entre
la Plaza San Enrique y Américo Vespucio Poniente en su intersección con el
río Mapocho, con suficiente nitidez para constituir un registro propositivo –al
modo de Solá Morales– del territorio abordado, y que permitiera reflejar la
memoria latente de que completar el acondicionamiento del río y sus riberas
es sólo una cuestión de tiempo. Este esfuerzo de edición final se debió en gran
parte a la colaboración valiosa de Sebastián Valladares, Pilar Casas y Francisco
Quintana. El solo esfuerzo de editar este plano 1/5000 para ser incluido en
esta publicación, nos obliga a dejar fuera un material rico en información que
obliga a ser mirado a su escala real de presentación.
92
ciudad y  arquitectura

Vista anteproyecto
Colegio Lorenzo Baeza.
Fuente: Taller de Práctica
Profesional Rapa Nui.
 Rapa Nui:
Liceo Lorenzo
Baeza Vega

93
Rodrigo Chauriye

Otoño 2011
Arquitecto Universidad de Chile y Magíster
UPC. Profesor de Arquitectura y Urbanismo
Universidad de Chile.

Mario Marchant
Arquitecto Universidad de Chile. Postgrado
Arquitectura C.E.D., UC Berkeley y MSc.
in Advanced Architectural Design en
GSAPP, Columbia University. Académico e
investigador, Universidad de Chile.

El desafío actual de Rapa Nui es situarse en el contexto global

manteniendo la riqueza cultural de la etnia que la habita y del
vasto legado arqueológico de su territorio, logrando así equi-
librar desarrollo y protección, tecnología y cultura, turismo y
conservación. La Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la
Universidad de Chile, por encargo de la Ilustre Municipalidad
de Isla de Pascua, ha desarrollado un estudio sobre la situación
actual de la isla, que ha derivado en el desarrollo de una serie
de proyectos. Sostenibilidad, Producción, Etnia, Arqueología
y Turismo; son los cinco ejes fundamentales sobre los cuales
se asientan una serie de propuestas de desarrollo futuro para la
isla que se han basado en un completo análisis desde el prisma
interdisciplinar de la Arquitectura, el Diseño y la Geografía. El
estudio se inicia con un completo análisis territorial, para luego
llegar a descubrir la estructura interna de la macromanzana; una
estructura particular de su paisaje urbano que ha derivado del
sincretismo cultural, el cual se produce debido al ordenamiento
territorial impuesto y a la forma de agrupamiento de las cons-
trucciones Rapa Nui. Después de desarrollar un completo estu-
dio del sector central de Hanga Roa a partir de la intersección de
sus dos calles principales, se decide dar un paso inicial al cambio
de imagen desde un proyecto detonante que cristalice las ideas
planteadas en el estudio.
De esta manera, la implantación del Liceo Lorenzo Baeza
Vega en la intersección de las calles Atamu Tekena y Te Pito
O Te Henua reconoce las condiciones del medio en el que se
inserta, buscando encauzar y potenciar no sólo el proyecto, sino
también la perspectiva territorial de Hanga Roa.
Rapa Nui ha sufrido desde su anexión al territorio de Chi-
le el abandono, la sobreexplotación de sus recursos, y hasta el
exterminio de su población, sin embargo siempre ha sabido
salir adelante gracias a la fortaleza de su gente. El desafío actual
de Rapa Nui es situarse en el contexto global manteniendo la
riqueza cultural de la etnia que la habita y del vasto legado ar-
queológico de su territorio. Equilibrar desarrollo y protección,
tecnología y cultura, turismo y conservación, son complejos
temas que deberán enfrentan los habitantes de la isla en este
siglo. El estudio, realizado bajo una perspectiva universitaria e
interdisciplinar, se articula en base a cinco ideas fundamentales,
una visión integral que intenta ser contemporánea y que a la
vez es profundamente respetuosa de la tradición y los valores
esenciales de los habitantes de Rapa Nui.
La (re)construcción de un nuevo paisaje
Las ideas orientadoras sobre el territorio se han materializado
en la generación de una serie de cartografías a diversas escalas
 2 3
4 5
94
ciudad y  arquitectura
La zona urbana de Hanga Roa consta de una
estructura extremadamente particular que ha
derivado del sincretismo cultural, el cual se
produce debido al ordenamiento territorial
impuesto y a la forma de agrupamiento de
las construcciones Rapa Nui.
que van desde el estudio de pendientes, exposición de laderas,
zonas de riesgo, hasta aspectos asociados a la historia y demo-
grafía de Rapa Nui.
El estudio abarca el borde y el territorio interior entregando
una visión de la isla como totalidad. De los productos de ese análi-
sis surge la necesidad de plantear posibles intervenciones sobre el
paisaje a la manera de imágenes objetivo que posibiliten la discu-
sión de alternativas más que plantearse como proyectos cerrados.
Contexto de operación: Hanga Roa y
la estructura interna de su macromanzana
La zona urbana de Hanga Roa consta de una estructura extre-
madamente particular que ha derivado del sincretismo cultural,
el cual se produce debido al ordenamiento territorial impuesto
y a la forma de agrupamiento de las construcciones Rapa Nui.
Esta organización se funda en macromanzanas compuestas por
los clanes familiares y el intento de orden a través de calles tra-
dicionales, que ha realizado el municipio de la isla. Éstas han
ido formándose sin mayor planificación, de manera espontánea,
respondiendo a una lógica de subdivisión predial por familias.
Esto ha permitido, en cierta medida, que se mantenga la forma
2 Vista propuesta: vivienda.
3 Vista propuesta: paseo.
4-5 Vista propuesta: borde.
Fuente: Taller de Práctica
Profesional Rapa Nui.
propia de asentamiento de los isleños, generando grandes es-
pacios exteriores que no son públicos, pero que aun así son de
uso común, otorgando una identidad y funcionalidad especial
al poblado de Hanga Roa.
Proyecto detonante: Liceo Lorenzo Baeza Vega
Del análisis territorial de Hanga Roa, surge como idea en con-
junto con la Ilustre Municipalidad de Isla de Pascua, el trabajar
la imagen de la ciudad a través de un Plan Seccional que articula
la estructura e imagen del poblado desde la intersección de sus
dos calles principales. Luego de un levantamiento exhaustivo
(que incluye una serie de productos como: catastros, catálogo de
especies vegetales y un completo estudio de la imagen actual),
se decide dar un paso inicial hacia el cambio de imagen desde un
proyecto clave que cristalice las ideas planteadas en el estudio.
El grado de deterioro del principal centro educacional de la isla
es evidente, y la rentabilidad social asociada a un mejoramiento
de su infraestructura hacen del Liceo Lorenzo Baeza Vega el pro-
yecto perfecto para detonar el plan. De esta manera, la implanta-
ción del colegio en la intersección de las calles Atamu Tekena y
Te Pito O Te Henua reconoce las condiciones del paisaje urbano
en el que se inserta, buscando encauzar y potenciar no sólo el
proyecto en sí mismo, sino también la perspectiva territorial de
Hanga Roa. El colegio se plantea como una estructura abierta a la
comunidad, traspasando incluso los límites de la manzana, con
un equipamiento de carácter comunitario como es la biblioteca,
y otros que son de uso compartido con la ciudad como el audito-
rio, respetando la forma en que estos equipamientos funcionan
actualmente. Se plantea una estructura basada en núcleos inter-
dependientes que se cierran en sí mismos generando ámbitos
de protección, pero a la vez dejando que la ciudad fluya entre
ellos, respetando así el particular carácter espacial de Rapa Nui.
 6 Planta general proyecto 6
N

con referencia de cortes.

7 Corte transversal
AA’. Escala 1:50.

8 Corte transversal C
BB’. Escala 1:50.

9 Corte Longitudinal
CC’. Escala 1:50.
Fuente: Taller de Práctica
Profesional Rapa Nui.

A B

B
A

95

Otoño 2011
7 8

9
96
ciudad y  arquitectura

Quebrada Los Chanchos, Loteo

Gran Vista, lo Barnechea.
Foto: Carla Ruttimann
y María Cecilia Rencoret.

Carla Ruttimann
Arquitecta PUC. Postítulo Arquitectura del
Paisaje y Magíster PUC. Presidenta del Instituto
Chileno de Arquitectos Paisajistas.
María Cecilia Rencoret
Arquitecta PUC. Postítulo
Arquitectura del Paisaje PUC.
Partiendo de la base que la obra de paisajismo se sitúa sobre
un lugar con un paisaje existente que tiene identidad, leyes y
valores propios y que el proyecto de paisaje dialoga con este
contexto, nuestra obra se enfoca principalmente en generar una
experiencia del lugar, potenciar el paisaje existente, y posibili-
tar su comprensión y uso.
En el proceso de proyectar, hemos desarrollado un patrón
común en nuestra obra de arquitectura del paisaje: el trabajo con
elementos que podemos llamar fijos –que están en toda obra de
arquitectura– conjugados con elementos variables que son pro-
pios de la arquitectura del paisaje. Por un lado está la estructura
construida que propone el proyecto sobre el lugar, y por otro el
paisaje preexistente que tiene un valor en sí mismo y que con-
siste fundamentalmente en sistemas dinámicos que están en
permanente desarrollo y cambio. A nuestro juicio, la necesaria
inclusión de estas dos familias de elementos en las decisiones
proyectuales, es lo que diferencia el proyecto de arquitectura
del proyecto de arquitectura del paisaje.
Lo fijo es lo construido, lo que establece una estructura
nueva sobre el lugar con leyes y geometría propias y de fácil
comprensión. A modo de columna vertebral, sostiene las par-
tes blandas del cuerpo del proyecto y asegura la permanencia
en el tiempo del concepto original de la obra, dándole además
soporte y legibilidad al programa. Desde elementos edificados,
pasando por todos los elementos duros, hasta la vegetación
plantada en forma estructurada y las operaciones con los ni-
veles de terreno, son intervenciones que denotan la mano del
Proyectar con
el paisaje
Lo fijo y lo variable
97
Otoño 2011
arquitecto y que, por contraste, resaltan el paisaje natural y son
capaces de dialogar con la geografía.
Lo variable son los elementos en permanente cambio pro-
pios del paisaje natural. Montañas que se están erosionando,
flujos de agua que varían según las estaciones y las lluvias, cie-
los que cambian de color y forma, asociaciones vegetales que se
desarrollan siguiendo ciclos y estaciones que no manejamos,
vientos y variaciones climáticas que producen diferentes tem-
peraturas, luminosidad y humedad. A estos elementos se les
puede dar mayor o menor cabida en el proyecto.
Una mirada al paisaje de la zona central de Chile
¿Cuáles y cómo son los elementos que consideramos funda-
mentales en el paisaje propio de la zona central de Chile?
El agua es torrencial. Ella modela el paisaje, excava el suelo,
acarrea material y lo deposita rellenando otros lugares. Se carac-
teriza por anchas cuencas con enormes fluctuaciones, alternati-
vamente llenas de agua a gran velocidad o completamente secas.
La topografía es abrupta. La gran diferencia de nivel que
hay en la estrecha faja de territorio entre cordillera y mar hacen
 2
El Agua
Lo Construido
La vegetación
98
ciudad y  arquitectura
que el paisaje esté determinado por las grandes pendientes. La
cordillera tiene una presencia permanente tanto en los paisajes
urbanos como en los silvestres. Sus formas se van suavizando a
medida que las laderas descienden hacia los valles; sin embar-
go, la condición agreste de la montaña se hace presente en los
valles a través de las rocas y piedras que se han deslizado desde
la altura –principalmente por acción del agua– rellenándolo y
dando origen al suelo que hoy habitamos.
La vegetación es esclerófila. Está adaptada a las condiciones
que le da el entorno: es de hojas pequeñas y duras, colores gri-
sáceos y formas achaparradas. Texturas, colores y formas simi-
lares entre las distintas especies que componen la vegetación
de la zona central permiten una lectura fluida y continua de las
agrupaciones vegetales. Esta repetición sucesiva, o variaciones
sobre un tema, conducen la mirada de uno a otro plano en una
sucesión que fluye hacia lo lejano sin sobresaltos. Se podría decir
que, en oposición a los fuertes contrastes de topografía y agua, la
vegetación es un elemento que apacigua y equilibra el sistema.
Los proyectos que se exponen a continuación, se originaron
en una cuidadosa observación del paisaje y proponen nuevas
experiencias en relación al lugar: construyen estructuras esta-
bles y a la vez permiten que los elementos dinámicos del paisaje
tomen su curso natural.
Las tres obras están situadas en paisajes de borde de la zona
central de Chile: la cordillera y el mar. Son ejemplo de una ma-
nera de cómo plantearse frente a un paisaje de contrastes, y
cómo intervenirlo preservando su espíritu agreste.
Quebrada Los Chanchos1
Situado en la precordillera de Santiago, el proyecto restaura
una quebrada y la hace habitable mediante una intervención
arquitectónica, incorporándola como área de esparcimiento
público al loteo.
El encargo consistió en desarrollar un área pública para el
Loteo de casas Gran Vista, en un suburbio ubicado en la zona
oriente de Santiago, un lugar de gran valor por su vegetación
y la presencia de agua, y al mismo tiempo de gran fragilidad
principalmente por las fuertes pendientes.
El objetivo principal del proyecto fue incorporar el espacio de
la quebrada al loteo y potenciar sus características. Para esto fue
necesario dar las condiciones para su uso público y preservar y
restaurar el ambiente natural de la quebrada.
Se propuso una estructura de recorridos, estares y plazas
construidas –lo fijo en este proyecto– dándole espacio al es-
tero de agua para que fluyera libremente acogiendo sus fluc-
tuaciones estacionales.
Para poder usar este espacio de la quebrada como área ver-
de, la inmobiliaria había aprobado un proyecto de ingeniería
hidráulica que aseguraba que el agua no desbordaría. Éste con-
sistía en un muro recto y continuo que cortaba el espacio en dos
y aislaba completamente el estero. Modificamos dicho proyecto
con el objetivo que el estero fuera protagonista del lugar, incor-
porando este elemento variable del paisaje al proyecto. Para ello
propusimos una pirca de piedra de líneas sinuosas que da forma
a los accesos al parque y que cumple con proteger los posibles
desbordes sin aislar el curso de agua.
1 En Loteo Gran Vista, Lo Barnechea, 2004, 20.000 m2. Proyecto ganador del 1er
Premio en el Primer Congreso Internacional Abap., Río de Janeiro, Brasil, 2006.
 2 Esquemas Quebrada 3 5
Los Chanchos.
3 Quebrada Los
Chanchos, Loteo Gran
Vista, Lo Barnechea.
4 Lo variable:
topografías.
5-6 Quebrada Los Chanchos,
Loteo Gran Vista,
Lo Barnechea.
7 Lo variable: aguas.
Fotos: Carla Ruttimann y
María Cecilia Rencoret.
Las dunas litorales de Chile Central son
medios originales tanto desde el punto de
vista geomorfológico como de la vegetación
y fauna que sustentan.
El agua se trabajó en tres estados: 1. estero natural, 2. área inun-
dable-planicie dentro del recorrido y 3. agua canalizada.
La vegetación propuesta planteó restaurar las zonas deterio-
radas y preservar y complementar los árboles y arbustos exis-
tentes. Se incorporaron especies nativas en todos los niveles:
árboles, arbustos y cubresuelos, con el objetivo de integrarse a
las laderas circundantes por medio de la vegetación.
Reñaca Norte2
El parque se ubica sobre las dunas que se extienden entre Reñaca
y Concón, en el borde costero de la Región de Valparaíso.
Las dunas litorales de Chile Central son medios originales
tanto desde el punto de vista geomorfológico como de la ve-
getación y fauna que sustentan. Son dunas antiguas (período
Cuaternario) “colgadas” sobre terrazas marinas que se encuen-
tran separadas por un acantilado rocoso. En su aspecto geoló-
gico, son consideradas un sitio único porque participaron en
su formación factores que son irreproducibles hoy en día. Son
dunas estabilizadas que poseen una particular flora y fauna. Su
2 Camino entre Reñaca y Concón, 2006, 13.500 m2. Mención Honrosa en Tor-
sanlorenzo International Prize, Roma, Italia, 2009.
6
99
Otoño 2011
importancia es reconocida, hasta el punto que un sector vecino
al proyecto ha sido declarado Santuario de la Naturaleza. No
obstante este recurso paisajístico excepcional está siendo ame-
nazado por usos no regulados y la expansión urbana.
Por lo anterior, decidimos dedicar la superficie destinada a
esparcimiento como un lugar de conservación y observación del
paisaje natural original. Para ello se dispuso ubicar el área ver-
de en el borde del loteo de modo de aprovechar la espectacular
vista al Océano Pacífico y conectar el camino de borde de mar
con el corazón del loteo. El terreno de forma irregular permite
la conexión del camino costero bajo con la meseta de la urbani-
zación. El desnivel entre ambos es de 70 m, con una pendiente
extremadamente difícil de trabajar e imposible de recorrer en
su estado actual, por lo que consideramos que la intervención
que haríamos en el lugar sería el medio para recorrerlo. Para ello
propusimos la construcción de una pasarela que, levantada del
suelo, no sólo permitiría el tránsito de las personas, sino tam-
bién la continuidad de los ecosistemas presentes.
La decisión en este caso fue intervenir estratégicamente el
lugar con un solo elemento construido, o fijo, capaz de materia-
lizar el programa y de potenciar la percepción del paisaje exis-
tente en sus distintas escalas, el que se preservaría y restauraría.
La topografía del terreno determinó dos modos de recorrer el
lugar. En el primer sector, desde la parte superior y salvando un
gran desnivel, se proyectó una escalera en tramos que permite la
observación del paisaje lejano, el horizonte y el mar. El segun-
do sector consiste en una pasarela que se posa sobre el suelo y
recorre el ancho del sitio, permitiendo observar la magnitud de
la duna y la diversidad de la vegetación del paisaje cercano. El
recorrido además fue diseñado con tres estaciones para la futura
instalación de un ascensor.
 8 9
10 11
100 La construcción se llevó a cabo en una estructura de madera
tratada, que fue pensada para proteger la duna y su vegetación
ciudad y  arquitectura
de los daños que ocasiona el tránsito de personas. Sin embargo,
durante el proceso de urbanización, fue inevitable el daño, por
lo que hubo que restaurar prácticamente toda la capa vegetal
del lugar. Fue una tarea difícil de realizar, dada la constante vo-
latilidad de la arena generada por el viento del borde costero
y la inestabilidad propia de la duna. La doca (Carpobrotus ae-
quilaterus) fue de gran ayuda en este proceso, pues plantada
por patillas y con riego durante los primeros meses, afirmó el
terreno rápidamente. Los alrededores de la pasarela y la escalera
se plantaron con una asociación de especies lo más parecida po-
sible a lo existente en las dunas adyacentes, formando una capa
vegetal nueva, hasta que en un plazo mediano se restablezca el
ecosistema propio del lugar.
Jardín Cruz-Vial, Lo Barnechea, 2001, 15.000 m2
Este jardín se ubica en Santiago, camino a los centros de esquí
de la cordillera. Es un terreno muy agreste expuesto al norte.
El encargo consintió en hacer el jardín de la casa o más bien
“domesticar” el paisaje cercano, pues pese a que la casa llevaba
varios años construida, nadie se había hecho cargo del entorno.
Ubicada en los faldeos de la cordillera, en un gran terreno, el
proyecto presentaba varias dificultades: gran pendiente, suelo
pobre, presencia de conejos, escasez de agua y el requerimiento
de una baja mantención.
Para estructurar el programa trazamos un eje que parte del
centro de la casa y recorre el sitio a modo de una quebrada, que
es el centro del proyecto. De esta columna vertebral nacen te-
rrazas en las que se ubican la piscina, una explanada de pasto y
vegetación. Esta intervención es lo fijo, lo indispensable para
colonizar el terreno, acoger el programa. Las terrazas y muros
fueron necesarios para retener agua y suelo y permitir que las
plantaciones prosperaran.
Para conservar el carácter agreste e integrarse al paisaje circun-
dante, la plantación prioriza especies nativas y se concentra en
las cercanías de la casa diluyéndose hacia las laderas inmediatas
y proponiendo continuidad visual hasta los cerros más lejanos.
Se intervino aproximadamente un tercio del terreno, el resto
se dejó silvestre en una plantación que se funde hacia los cerros.
Además se propuso darle un entorno de vegetación a la casa,
casi un bosque, que la protegiera del fuerte sol norponiente
8-9 Jardín Casa Cruz-Vial,
Lo Barnechea.
10-12 Parque costero Reñaca
Norte, Camino entre
Reñaca y Concón,
Región de Valparaíso.
disponiendo las grandes masas vegetales de modo de enfatizar
las vistas más importantes hacia la quebrada de Farellones y
hacia el cerro que forma un gran respaldo al sur de la casa.
El contrapunto entre estos dos sistemas (fijo y variable)
es clave en el diseño de nuestra obra de paisaje y marca una
diferencia con el diseño arquitectónico tradicional, pues los
paisajistas debemos manejar un sinnúmero de elementos va-
riables en nuestras obras, que forman parte de los elementos
con los cuales diseñar.
En el proyecto “Quebrada Los Chanchos”, quisimos in-
corporar un elemento natural como el curso de agua y hacerlo
protagonista, permitiendo que fluctúe según las estaciones, en-
tregándole un espacio para inundar, pero también podríamos
haberlo canalizado o entubado para lograr un espacio despejado
más amplio. Sin embargo la decisión proyectual fue que lo fijo
le diera un marco donde desarrollarse lo variable.
En el caso de Reñaca Norte decidimos conservar la topogra-
fía existente y mantener la vegetación de la duna sin interve-
nirla ni regarla, con el objetivo de integrarse a un paisaje mayor
que el terreno dado, pero también podríamos haber construido
terrazas en la pendiente, y haber plantado y regado especies
nuevas. Aquí la decisión fue sobreponer un artefacto construi-
do que no interfiriera el ecosistema y que por contraste valori-
zara el paisaje existente.
En el caso de la casa Cruz la intervención construida se con-
centra en un eje y se va diluyendo hacia los bordes, se riega sólo
una parte del terreno haciendo que los cambios de color de in-
vierno y verano en las laderas inmediatas, propios del clima de
la zona central, sean un tema en el proyecto. Por otra parte se
contrasta la estructura de hormigón que marca horizontales y
ángulos rectos con la vegetación que la invade con su crecimien-
to menos controlado por nosotros.
Básicamente podemos decidir qué hacemos fijo y qué de-
jamos que siga los procesos naturales, cuánto de cada cosa y
cómo; qué papel le asignamos a cada uno de los sistemas. Al
contrastarlos éstos se realzan mutuamente, la obra se separa del
paisaje para destacarlo y a la vez permite que el complejo sistema
natural continúe, sin fraccionarlo. No es simplemente dejar lo
que estaba ahí sin intervenir: es hacer una operación para cap-
turar ese paisaje, acercarlo, hacerlo comprensible y lograr que el
espacio proyectado adquiera una dimensión geográfica.
 12 Parque costero Reñaca 12
Norte, Camino entre
Reñaca y Concón,
Región de Valparaíso.

13 Planta escalera
Reñaca Norte.
Fotos: Carla Ruttimann y
María Cecilia Rencoret.

101

Otoño 2011

13
Anfiteatro.
Foto: Pablo Montealegre.

Pía Montealegre
Arquitecto y Magíster en Desarrollo Urbano PUC.
Socia de Montealegre Beach Arquitectos.
Hace ya 10 años se lanzaba con entusiasmo el proyecto Portal
Bicentenario. La reconversión de los terrenos de un aeropuerto
inserto en la ciudad en un nuevo proyecto urbano cargado de
espíritu innovador y ampliamente dotado de áreas verdes, se
ofrecía como una posibilidad irrepetible para la arquitectura. La
tarea de diseñar el parque central de 50 há, cobraba especial rele-
vancia en una ciudad cuya infraestructura verde es insuficiente.
Desde el concurso, se podían reconocer tres condiciones que
hacían enfrentar el diseño de este parque como un proyecto de
carácter especialmente público: primero, la escala metropoli-
tana del proyecto; segundo, la economía en los recursos y ter-
cero, el anonimato del futuro usuario. La escala metropolitana
repercute en la proporción de las decisiones de diseño: grandes
operaciones formales para estructurar un espacio de enormes
dimensiones. Además, el terreno estaría cortado por calles for-
mando manzanas, por lo que la división vial amenazaba con
reducir el proyecto a una sumatoria de cuatro parques aledaños
de tamaño mediano. Se buscó mantener la escala que se leía cla-
ramente al visitar la pista de aterrizaje cuando aún estaba ope-
rativa. Su tamaño debía ser considerado como un patrimonio a
cautelar para la ciudad de Santiago.
La segunda condición es la que subyace en todos los proyec-
tos que ejecuta el Estado: la economía de los recursos, siempre
escasos. Para este proyecto y en general para los parques públi-
cos proyectados por el Estado, se consideraba un presupuesto de
0,6 UF el m2, es decir unos 21 dólares, con toda la infraestructura
y obras civiles incluidas.
En tercer lugar, y a pesar de ser eje de un desarrollo inmo-
biliario para 15 mil familias, la vocación del parque era la es-
cala metropolitana, y no podía quedar orientado al uso local.
Muchas veces en el diseño del parque urbano se comienza con
una consulta ciudadana, pero en este caso debía proyectarse de
una manera estándar orientada a un usuario genérico. En ese
Parque Metropolitano
de Cerrillos
El paisaje como
proyecto público
103
Otoño 2011
sentido, los principios de integración y flexibilidad cobran espe-
cial relevancia, así como también, el problema de la seguridad,
que protagoniza el diseño.
A las tres características ya mencionadas, se suma una cuarta
condición, común a todos los proyectos de paisajismo público:
la lenta consolidación en el tiempo en contraste con la velocidad
de los cambios urbanos y políticos. Los frágiles elementos que
estructuran la arquitectura de un parque en formación quedan
a merced de la cabeza administrativa de turno, y con ello los
conceptos fundamentales del diseño. En los pocos años de ges-
tión, la gerencia de proyecto ha cambiado más de cuatro veces y
el gobierno central, tres. Lograr que la idea base se fije de forma
clara y persistente, fue un desafío voluntariamente asumido en
el proceso de diseño.
El –hasta entonces– “Parque Portal Bicentenario” constituiría
la pieza clave del plan maestro que se desarrollaría en los terrenos
ocupados por el que fue el Aeropuerto de Los Cerrillos. De una
extensión total del terreno de 245 há, las áreas verdes ocuparían
cerca de 70 há y junto con las calles constituirían un sistema de
espacio público que superaba el 50 por ciento del área total.
 2 2 Vista aérea.
3 Vista aérea sector sur.
4 Planta general del
104
ciudad y  arquitectura
La reja y el acceso se relacionan con un concepto
de visita-anfitrión, un horario de apertura y
cierre, una sensación de control y vigilancia,
todas características alejadas de los conceptos
de lo público, lo democrático y lo integrado.
Fundamentos de proyecto
El modelo del Parque Popular sirve como inspiración concep-
tual, tomándose de él dos ideas: en primer lugar y desafiando
lo acostumbrado, se buscó en común acuerdo con la contrapar-
te técnica, generar un parque abierto. Si bien los parques de ac-
ceso controlado permiten un mejor mantenimiento y reducen
los riesgos propios de las áreas verdes durante la noche, la reja
y el acceso se relacionan con un concepto de visita-anfitrión,
un horario de apertura y cierre, una sensación de control y
vigilancia, todas características alejadas de los conceptos de
lo público, lo democrático y lo integrado. Proponer un parque
abierto de estas dimensiones, era de cierta forma, un manifies-
to político: un parque para una sociedad más adulta, civilizada
y horizontal. En el trazado de la planta se buscó multiplicar al
máximo posible los recorridos y los posibles puntos de acceso,
de tal manera de hacer que la instalación de una futura reja
fuera, a lo menos, engorroso.
El segundo concepto extraído del Parque Popular, fue la in-
clusión de grandes espacios abiertos de uso múltiple, especial-
mente importantes extensiones de césped. Con esto se desafiaba
un prejuicio instalado entre los entendidos: en contra de lo que
se piensa, el césped no es más caro de mantener mientras se
Fotos: Sebastián Cruz.
sistema de áreas verdes.
Fuente: Montealegre
Beach Arquitectos.
cuente con agua de riego. Y en cuanto a su rentabilidad social,
el pasto es al paisaje urbano lo que es el agua y el balneario en
el paisaje natural, provee una superficie fresca y suave para el
esparcimiento del cuerpo.
En la estrategia de diseño, se busca integrar a la arquitectura
paisajista un programa de usos que enriquezca la experiencia
del jardín más allá de lo contemplativo. Para esto se concibe
el parque como una estructura que permite un uso flexible y
combinado de distintas actividades en el tiempo. Dos elementos
principales ordenan esta estructura: la reutilización de la pista
de aterrizaje como un bulevar duro y abierto, y la generación
de un paseo central de forma ondulante, sombreado. En los es-
pacios resultantes entre estos dos elementos se van diseñando
distintas zonas con características propias.
El contraste entre la pista de aterrizaje
y el paseo arbolado
Una idea fundamental fue el conservar la pista como artefacto
vestigial del aeropuerto, reconociendo su monumentalidad.
Con 2,4 km de largo y 36 m de ancho, se transforma en un bule-
var peatonal de aproximadamente 8,5 há de extensión. Para dar
a este lugar una escala menos aeronáutica (y siempre en el prin-
cipio de lo económicamente razonable), se corta el pavimento
en franjas de tres metros de ancho para dar la apariencia de una
serie de cintas paralelas. Para agregar variedad al paisaje de la
losa, se diseñan diversas ondulaciones de estas cintas: pasarelas
sobre las calles, sinuosidades lúdicas para ciclistas, jardineras
que simulan el hundimiento de una franja. Irónicamente, esta
serie de gestos retendrán la pista como conquista pública, in-
habilitando definitivamente el aterrizaje o despegue de aviones
en un siempre incierto futuro de la situación del aeródromo.
Para respetar su condición despejada, se decide no poner árboles
 4
en la pista. A pesar de la fuerte reverberancia que produce el
pavimento y que dificulta su uso diurno en verano, resultaba
absurdo recuperar un espacio de esas dimensiones para luego
fragmentar su espacialidad y vistas. Por ello, las plantaciones
en la pista son especies bajas.
A lo largo del bulevar, se prevé el desarrollo de restoranes,
cuyo diseño simula ser parte de estas mismas cintas. En el
mismo motivo, se trabajan los dos remates de la pista: muelles
miradores sobre una gran laguna en el extremo sur y un mo-
numento con fuente de agua en la plaza cívica al norte. En el
caso de los muelles estos son construidos en la primera etapa,
lo que constituye un considerable logro de nuestra contraparte
técnica al lograr incluir dentro del presupuesto original una in-
fraestructura de carácter mucho más estético que práctico. Las
pasarelas y el monumento del otro extremo quedaron como una
idea a desarrollar a futuro. Considerando la historia política del
proyecto no es difícil augurar que ambas ideas terminarán por
diluirse en su forma y sentido con el paso del tiempo.
Como antítesis al espacio longitudinal, abierto y asoleado
que es el bulevar se diseñó un paseo central serpenteante, ar-
bolado y sombrío, que en su neutralidad de parque tradicional
o mall, permite la infinidad de usos que todos conocemos. El
paseo va levantado 60 cm para dar al recorrido una posición de
dominio visual pero sin obstaculizar la vista de un lado al otro.
Se eligió el plátano oriental como especie para configurar el pa-
seo por su tamaño monumental, su rápido desarrollo, su dosel
alto y la posibilidad de tener más luz en invierno cuando el árbol
pierde la hoja. El ancho del paseo va variando desde los 16,8 m
en los tramos norte-sur hasta los 56,8 m, con seis corridas de
árboles, en algunos tramos oriente-poniente. A todo lo largo del
borde poniente del paseo va una ciclovía y una pista para el re-
corrido de buses, con estaciones o paraderos con servicios cada
105
Otoño 2011
400 m. Este circuito se continúa en el bulevar, obteniéndose un
largo total de 5.4 km. Los cruces del paseo central y las calles que
cortan el parque se resolvieron de tal manera que el automóvil
suba hasta el nivel del paseo, lo que por distintas razones de
orden administrativo no pudo ser ejecutado en la obra.
Las áreas temáticas
Entre el paseo central y el bulevar se configuran áreas temáticas.
El área sur, con la laguna, está enfocada a la vida natural, con
elementos como un bosque de coníferas, una gran hondonada
para el campamento, además de una reserva aviar en humedales
alrededor de la laguna.
Hacia el norte y enfrentando el antiguo edificio del terminal,
se emplaza infraestructura educativa: un Biodomo que repro-
duce la selva valdiviana y un museo del medio ambiente, ambos
como edificios de desarrollo futuro, serían los protagonistas del
área. Se refuerza este programa con la recreación de cuadros eco-
lógicos de la flora de la zona central, con especies como quilla-
yes, pataguas, bellotos, maitenes, palmas y arbustos como cor-
colenes, molles, huingan, cactus, chaguales, quilos, etc. Todos
están plantados en asociaciones típicas.
Avanzando en la planta hacia el norte, una gran pradera de
8,5 há recibe el sector denominado Parque de la Familia, con
juegos de agua y zonas de picnic modeladas como lomajes en el
terreno. Al poniente de esta área se encuentra la zona deportiva
con canchas concesionables y zonas de ejercicio.
En el tramo norte del parque se han dispuesto dos áreas de un
carácter netamente paisajista, con jardines de especies caracte-
rísticas: uno de primavera y otro de otoño. En el jardín de prima-
vera se han dispuesto especies de interés floral como magnolios
soulangeana, manzanos, ciruelos, acacios de judea, etc. En el es-
trato del suelo se usaron macizos florales de Dianthus chinensis,
5

6
 7 8
9 10
dedales de oro, Ceratostigma plumbaginoide, echináceas, etc.
Para el jardín de otoño, se eligieron árboles como ginkgos, li-
quidambar, hayas, caquis, etc. Para el estrato inferior se usó una
pradera de chépica y trébol rojo, cotoneaster y crategus. Final-
mente se remata al norte en el límite con Av.Departamental con
una gran plaza dura que recibiría el Monumento Bicentenario.
Para esta plaza y al igual que la que enfrenta el edificio termi-
nal, se usaron sólo dos especies contrastantes: la majestuosidad
y definición de la palma chilena y la suavidad y liviandad del
jacarandá.
El parque está cruzado por caminos rectos pavimentados,
denominados “atajos urbanos”. Éstos cumplen el rol de rutas
seguras cuya iluminación, señalética y textura permitan atra-
vesar el parque con seguridad y sobre una superficie dura. La
materialidad de estos caminos es asfalto coloreado y están acom-
pañados siempre de una hilera de cipreses que ayudan a reforzar
la dirección definida de estas circulaciones.
Pasados sus días de gloria en la modernidad temprana, el par-
que urbano hoy es usado principalmente como una herramienta
emergencista y reparatoria, y sólo en contadas ocasiones vuelve
a recuperar su papel como instrumento de planificación. Debido
a la condición árida de Santiago, el verde urbano ha quedado re-
legado del desarrollo de vivienda económica, ocasionando dis-
continuidad y falta de equidad en su acceso. Los parques siguen
siendo elementos puntuales, disociados y asistémicos, y todavía
falta mucho para cubrir un déficit histórico. Por esto, el Portal
Bicentenario o, como se llamó después, la Ciudad Parque, venía
a revolucionar lo que hasta el momento estaba desarrollando el
Estado. No sólo era bueno el ratio superficie/habitante que se
proponía, sino que especialmente la interrelación de infraes-
tructura verde de distintas escalas, de gestión pública y privada,
en un sistema integrado.
5 Detalle muelles.
Fotos: Pablo Montealegre.
6 Plaza Cívica.
Foto: Montealegre
Beach Arquitectos.
7 Vista muelle.
Fotos: Pablo Montealegre.
8 Zona de juegos.
9 Bulevar sobre la
pista y paradero.
10 Plaza Cívica.
Fotos: Montealegre
Beach Arquitectos.
107
Otoño 2011
Por la fragilidad de sus componentes, un parque arriesga
presentar una gran dicotomía entre lo diseñado y lo finalmen-
te ejecutado. A esto habría que agregar que en la tradición del
arquitecto paisajista, la ejecución de la obra es un proceso en el
cual se participa directamente, y que concluye de manera exi-
tosa el proceso de diseño. A diferencia de lo que habitualmente
pudieron hacer Le Notre, Capability Brown, Olmsted, Burle
Marx o Praguer, que ajustaron y dirigieron sus obras en el te-
rreno, en nuestro caso como consultores nos ha tocado quedar
excluidos del proceso de construcción, lo que ensancha aún más
la distancia entre proyecto y obra construida.
Portal Bicentenario, Ciudad Parque y hoy, un parque sin ciu-
dad, el predio ha terminado por recibir su propio nombre: Par-
que Metropolitano de Cerrillos, independizándose del proyecto
urbano que cargara siempre su suerte. Pasada ya la celebración
Bicentenaria y desperdiciada su instrumentalización política,
hoy se planea su apertura pausada y silenciosamente. Para ello,
los eriazos que sostendrían la urbe modelo circundante son
finalmente cercados en una operación paradójica y de curioso
simbolismo: esta vez es la ciudad hipotética la que se cierra y
toma el papel de la utopía, para respetar en cambio al parque
abierto, único vestigio concreto y real que nos lega la política.
Áreas y cantidades globales
Superficie total sist. Áreas verdes 80 has / Superficie total parque 50 há / Longitud
bulevar 2,5 km / Área bulevar 9 há / Longitud paseo central 2,9 km / Área paseo
central 6,4 há / Longitud circuito principal 5,4 km / Superficie de restaurantes
propuestos 1.860 m2 / Cantidad de estacionamientos 593 / Superficie de pradera
de césped 9,9 has / Volumen laguna 20.000 m3 / Variedad de especies arbóreas
61 especies /Cantidad de especies arbóreas 3.397 árboles / porcentaje de Especies
nativas 37 por ciento / porcentaje de Especies perennes 55 por ciento.
ciudad y  arquitectura

108
 Fundación Mi Parque
Cambiando la realidad
de las áreas verdes

109
Martín Andrade

Otoño 2011
Cofundador y director ejecutivo
de Fundación Mi Parque.

Soledad, delincuencia, drogadicción y abandono son algunos

de los calificativos que lamentablemente se ocupan en el últi-
mo tiempo para describir la realidad  de los espacios públicos en
Chile. Como una respuesta ciudadana frente a esta falta de áreas
verdes de calidad en los entornos de las comunidades vulnera-
bles, dimos inicio el año 2007 a la Fundación Mi Parque, entidad
sin fines de lucro, cuya visión es empoderar a la comunidad,
al sector público y privado, en la creación de parques y plazas
de forma tal que sus habitantes las sientan propias, las cuiden
y las enriquezcan con su uso diario. A través del trabajo de la
Fundación, buscamos que la sociedad tome conciencia de que
espacios públicos de calidad contribuyen significativamente a
dignificar las formas de habitación, tienden a cargarse simbó-
licamente con sentimientos como el orgullo, la pertenencia, la
felicidad; y ayudan a la cohesión del cuerpo social.
Problema
Históricamente en Chile las políticas públicas han estado cen-
tradas en el desarrollo de programas de conjuntos de viviendas
sociales que se han enfocado en dotar de “techo y abrigo” a las
familias de las clases populares. Sin embargo, este esfuerzo no
ha estado acompañado por un interés en la calidad y configura-
ción de los espacios públicos, lo que ha repercutido negativa-
mente en la calidad barrial de estos conjuntos habitacionales. Al
no tener las familias lugares de calidad en donde poder recrear-
se, hacer deporte y reunirse se han desencadenado problemas de
hacinamiento y ciclos sociales degenerativos, que actualmente
son un flagelo para la sociedad.
La intención de generar un cambio en la gestión de las áreas
verdes en estos barrios, se enfrenta con la realidad en Chile
de que el espacio público aún es concebido como “el lugar de
nadie”. A pesar de que existen municipios que invierten en la
construcción de plazas y parques, con el paso del tiempo la des-
trucción y el abandono de estas áreas es sorprendente.
La actual metodología para el desarrollo de las áreas verdes sólo
considera a la comunidad como el beneficiario, potenciando
así actitudes como el paternalismo, el individualismo y la des-
confianza en las instituciones y las personas. Al no reconocer
a las familias como actores clave en la mejora de su entorno,
con deberes y responsabilidades, se ha potenciado una actitud
pasiva frente al desarrollo de los proyectos. Por otra parte, las
promesas incumplidas por parte de autoridades, de empresas y
de personas naturales, generan actitudes pesimistas como Aquí
la gente no cuida nada, A nadie le va a interesar participar o
Para que hacen esto, si en un unos días lo van a destruir todo,
inmovilizando a las comunidades a tomar iniciativas que las po-
drían ayudar a salir de las dramáticas condiciones que las rodean.
Propuesta
Socialmente –sin diferenciar niveles de ingreso o educación–
existe una alta valoración de los lugares verdes para descansar
o jugar, como las plazas y los parques. El problema es que las
comunidades y municipios más pobres no tienen los medios ne-
cesarios para construir y mantener las áreas verdes de sus barrios.
En Fundación Mi Parque, hemos convertido este problema en
 2 3
110
ciudad y  arquitectura
una oportunidad: reconociendo un marco de actuación econó-
mico que reúne fondos públicos y privados, hemos defendido el
valor de la participación ciudadana, involucrando a la comunidad
en cada etapa del desarrollo de sus áreas verdes a través de ins-
tancias de capacitación, educación y de enriquecimiento mutuo.
Es mediante esta metodología de involucramiento, que
las personas han logrado apropiarse de sus espacios y mejo-
rar las áreas verdes en forma sostenible. Reflejo de ésta, es
nuestra misión: construir áreas verdes en conjunto con las
comunidades necesitadas.
Para nosotros, las tres líneas de acción claves con las que
estamos logrado un cambio en la gestión de las áreas verdes
en Chile son:
1. Generación de una alianza público-privada: buscamos el
apoyo de las empresas, como entidad privada, y la Municipali-
dad, como representante del sector público, para inyectar fon-
dos a las áreas verdes de las comunas más necesitadas. Se poten-
cian así recursos, tanto económicos como humanos, a través de
un trabajo eficiente y enfocado en torno a un proyecto común.
En estos tres años hemos implementado cerca de viente proyec-
tos coordinando el apoyo de comunas a lo largo de Chile para la
forestación, reconstrucción y construcción de áreas verdes. La
Municipalidad cumple una tarea clave en apoyar la logística de
cada proyecto y comprometerse para su mantención.
Nuestra entidad, ha sido apoyada por más de quince em-
presas de sectores tan variados como el retail, la consultoría, la
banca, la minería, entre otras. A través de actividades de volun-
tariado corporativo, compensación de carbono y plantaciones
participativas, hemos logrado que el sector privado no sólo co-
labore con recursos, sino también participe e interactúe con las
comunidades beneficiadas, generando un vínculo al trabajar en
equipo por un mismo fin.
1 Área verde finalizada.
2-3 Parque en proceso de
construcción.
4 Parque modificado.
5 Área verde finalizada.
Fotos: Fundación Mi Parque.
2. Rol activo de los vecinos: Se involucra a la comunidad en
cada etapa del proyecto, desde su diseño y construcción hasta
su mantención. En nuestro modelo de trabajo, hemos desarrollo
cada área verde de acuerdo a las necesidades de la comunidad
que la rodea, mediante proyectos inclusivos. Al considerar a los
vecinos como un actor clave, se ha generado apropiación y com-
promiso con el área verde, lo cual ha asegurado su mantención
y su uso en el tiempo.
Durante las etapas de diseño se discute en conjunto los pro-
cesos y sus resultados espaciales. Así también se hacen capaci-
taciones ambientales para educar en los múltiples beneficios de
las áreas verdes, familiarizando a la población con las prácticas
necesarias para cuidarlas de mejor manera. La intención es vin-
cular a las familias en el entendimiento de las operaciones del
proyecto, y que a través de éstas puedan opinar y enriquecerlo.
En respuesta al individualismo, se han ideado estrategias,
en donde, desde la preocupación individual, se logra un pro-
yecto colectivo. Es el caso del proyecto de áreas verdes para La
Pincoya, en la comuna de Huechuraba. Junto con el desarrollo
completo de los espacios comunes, se pensó que cada familia
recibiría un kit de elementos –banco, macetero y árbol– para ser
ubicado frente a sus respectivas casas. Estrategias como estas
son muy fructíferas para un buen desarrollo posterior de los
proyectos, ya que permiten establecer un apadrinamiento y cui-
dado mayor de los elementos presentes en el espacio público, y
de paso, comprometer a las comunidades para un bien mayor,
que es la conformación total del proyecto.
A través de reuniones con las comunidades se genera una
relación basada en la confianza, donde se habla de plazos con-
cretos y se respetan las decisiones colectivas. Para esto, estra-
tégicamente se han planificado ciertas labores previas en los
proyectos, de manera que las comunidades puedan constatar
5
El objetivo detrás de esto, es generar un sentido
de urgencia en la comunidad. Los vecinos se
sienten, y son, indispensables para culminar
el proyecto en ese corto espacio de tiempo,
incentivándolos así, a participar de la actividad.
la veracidad del proyecto o informarse a través del boca a boca,
de la existencia de éste. Es el caso de las labores de excavación,
limpieza o de pintado que se desarrolló una semana antes de la
actividad en el proyecto de la Puntilla, Comuna de Conchalí.
Aquí se fueron sumando e informando más vecinos en la me-
dida del avance de las obras.
El proceso de construcción es generalmente rápido (medio
día) por lo que la eficiencia y la logística son claves para lograr
terminar las labores. El objetivo detrás de esto, es generar un
sentido de urgencia en la comunidad. Los vecinos se sienten, y
son, indispensables para culminar el proyecto en ese corto es-
pacio de tiempo, incentivándolos así, a participar de la actividad.
Las personas dejan de ser espectadores de los procesos urbanos
y se transforman en sus actores.
3. Diseño Adecuado: Una vez que conocemos las necesi-
dades de la comunidad, se trabaja en el diseño del área verde.
Éste contempla suelos, paisajismo de acuerdo a las condiciones
climáticas del lugar, mobiliarios y juegos, sistemas de riego e
iluminación, multi-canchas, etc. Si el terreno cuenta con cierta
infraestructura, se reacondicionan aquellos elementos que son
reutilizables para un mejor uso de los recursos.
111
Otoño 2011
Al desarrollar un proyecto sustentable se logran disminuir
los costos de mantención y aumentar los índices de supervi-
vencia de las especies. Un diseño de acuerdo con las necesidades
de la comunidad y una construcción participativa disminuye
el vandalismo ya que se le da un mejor y consciente uso a los
espacios públicos.
Impacto
A través de este proceso de involucramiento queremos hacer
frente a la falta de espacios públicos de calidad en Chile y al mis-
mo tiempo, lograr que los vecinos asuman un rol activo de cui-
dado, fiscalización y defensa de sus espacios. También buscamos
restablecer la confianza entre vecinos, autoridades y empresas.
A través de nuestra metodología de proyecto, queremos ge-
nerar más instancias en donde las personas de escasos recursos
logren demostrarse a sí mismas que es posible lograr cambios
significativos en la manera de vivir. Sabemos que para la salud
del cuerpo social es deseable que las personas trabajen unidas,
se reúnan, y sueñen con proyectos propios. El proceso de diseño
de los espacios públicos se transforma en una plataforma que no
sólo otorga un valor estético a los barrios, sino –esperamos– un
futuro más promisorio para las familias.
Atacama costera.
Foto: Sendero de Chile.

Antonio Gil
Escritor y director de
Fundación Sendero de Chile
Como habrán notado, en las últimas décadas todas las gran-
des obras de infraestructura de la dulce patria se han ca-
racterizado por su extrema funcionalidad y monumen-
talidad granítica. Grandes túneles, puentes, nudos viales,
carreteras supersónicas. Trazados que buscan la máxima
eficiencia y eficacia en el traslado de materias primas hacia
los puertos y el desplazamiento vertiginoso de vehículos y pa-
sajeros de un punto a otro de la geografía en tiempos récord. Un
universo raudo, práctico, prosaico, meticulosamente ingenieril
y velocísimo, que, debo reconocer, me queda por completo a la
derecha de la sensibilidad.
Sin embargo, y gracias a nuestros dioses tutelares, o cuando
menos a los míos propios, también existe ahora y en su etapa
final, una obra épica, claramente poética, medida en pasos, en
miradas, en crepúsculos y en amaneceres azules, en fríos inten-
sos y en soles candentes, en zorros, en vizcachas, en conejos, en
quirquinchos, en araucarias, en relatos de fogón y en antiguos
hechizos que aún ejercen su influjo sobre los parajes cargados
de leyendas; un camino medido en planicies tapizadas de yareta,
calculado en salares y nevados, en perfumes de peumo, en co-
munidades que han enraizado con orgullo en la tierra el corazón
por generaciones, en peldaños tallados en la roca, en cruces de
bosques y en humedales. Una huella que viene preñada de invi-
taciones sutiles, abiertas, cargada de resonancias que se hunden
en la espesura de nuestra historia con sus conquistadores y ex-
ploradores, con sus viejos andantes del desierto y sus poetas ca-
minantes de antaño. Una ruta que tiene por único propósito ha-
cernos soñar mientras nos adentramos, caminando, en bicicleta
o a caballo, hacia el corazón de los diversos territorios y climas
de este país tan desconocido y tan mal amado. Se trata del Sen-
dero de Chile. Esta iniciativa del gobierno de Ricardo Lagos, hoy
a cargo de un equipo interdisciplinario de la Corporación Nacio-
nal del Medio Ambiente, y que hace unos días me ha extendido la
máxima invitación que pueda esperar un modesto escritor como
Apuntes de
mi Moleskine
Sendero de Chile
113
Otoño 2011
yo. Un auténtico premio en realidad. Se me ha encargado redac-
tar la saga de los quince principales territorios que componen,
como capítulos de un libro, este viaje alucinante al alma misma
de nuestros parajes andinos y sus infinitos panoramas.
Por eso me hice senderista. Porque el Sendero de Chile es
una iniciativa nacional, popular, democrática, y por sobre todo
intensamente mágica, con sus 7.500 km que abarcan la vastedad
del país desde Visviri hasta la Antártica, incluyéndola, así como
importantes tramos insulares en Chiloé y Juan Fernández. Un
llamado a la aventura y al sueño, alimento vital, según siento,
para un pueblo que lo necesita con urgencia, tanto como los po-
liclínicos, los empleos o las escuelas.
Garrapateo estas líneas a los pies del Llullaillaco a la luz de
una fogata que ondula suavemente sus cantigas misteriosas.
Apunto estas líneas medio perdido en la conmovedora altipla-
nicie por donde un día llegaron los capitanes de Castilla con sus
caballos andaluces y por donde el inca avanzó alguna vez sus
rebaños de vicuñas y de alpacas. Como es habitual este Sendero
de Chile, la ruta de trekking más extensa del planeta, ha desper-
tado, antes que en nosotros, el interés de diversos grupos ex-
tranjeros, como la Sociedad Geográfica Exploradores Españoles
2
Una ruta que tiene por único  propósito
hacernos soñar mientras nos adentramos,
caminando, en bicicleta o  a caballo, hacia el
corazón de los diversos territorios y climas de
este país tan desconocido y tan  mal amado.
Olvidados, de la Universidad de Alcalá de Henares, que ya ha
planificado en detalle su recorrido en ocho años de viaje hasta
el fondo más profundo de nuestra tierra, buscando a sus abuelos
perdidos. Me hice senderista porque creo que debemos apagar
de una buena vez la tele, salir del mall, dejar bares y hacinamien-
tos, y adentrarnos, por un rato, en la seducción del paisaje. Viajar
es, a mi entender, exponerse a ser traspasado de lado a lado por
los territorios, es entrar en nosotros mismos, hasta el fondo de
nuestro paisaje interior.
Me hice senderista porque allí hay una pasión que creía per-
dida en estos valles y que los geógrafos, sociólogos, zoólogos,
botánicos, dirigidos por Sebastián Infante, han hecho resurgir
igual que estas llamas que miro bailar a los pies del Llulailla-
co como una promesa de amor y de aventura. Es el Sendero de
Chile una obra monumental, desmesurada, un desafío de ima-
ginación en estos años de contadurías y pequeñeces. Por eso me
hice senderista y aspiro a aportar a la ideología que ilumina esta
obra, poniendo en ello todo lo que soy y lo que he aprendido
andando por la tierra. Me hice senderista porque se trata éste
de un convite familiar, gratuito, alucinante, el que el Sendero
de Chile nos hace a todos, hacia las profundidades más sagradas
de Chile. Chile está surcado de antiguas huellas. Son las viejas
cicatrices que marcan los tránsitos inmemoriales del hombre
por el paisaje diverso de la geografía chilena.  Algunas de es-
tas sajaduras son infinitamente más viejas que la aparición del
inca y se remontan al ir y venir interminable y sin horizontes
conocidos de nuestros abuelos nómades por este áspero y mal
comprendido territorio, por sus costas, cordilleras, quebradas,
vegas y salares. Su cartografía se vuelve imposible por dos ra-
zones centrales: el abandono y la instauración, más cercana por
cierto en el tiempo, de inscripciones de propiedad sobre esas
tierras. El mapa así se difumina, se vuelve imaginario, y recla-
ma de nuestros pasos para volver a desenterrar su tramado que
escrito como un palimpsesto es en sí mismo su propio mapa.
3

2 Araucanía. 4
El Sendero de Chile es un antiguo sueño que, en grados cre- 3 Alto Biobío.
cientes, se ha venido volviendo realidad con la constitución de 4 Arica Parinacota. Belén.
Fundación Sendero de Chile y el trabajo orgánico de esta insti- 5 Patagonia Aysén.
Fotos: Sendero de Chile.
tución. Un sueño que busca el desarrollo de una red de huellas
pedestres a lo largo del país. No se trata ya de tramas continuas,
sino del regreso del pie humano a las viejas rutas de tránsito
“no vehicular” presente en toda la diversidad de paisajes, eco-
sistemas y culturas de Chile. Hasta hoy se trabaja con éxito en
la creación de un tejido de senderos en nueve territorios a lo
largo del país. Zonas que abren un Chile secreto, oculto por la
velocidad de las súper autopistas y su engañosa fantasía de ir, lo 5
más rápido posible, hacia lugares que se evaporan, carentes de
los más mínimos planos de representación.
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