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EL PERRO DE YUPILI
Había una vez un viejito muy renegón y desconfiado,
por su mal carácter poco a poco había quedado solitario en la
vida, no tenía familiares ni amistades, sólo un fiel amigo lo
acompañaba, su perro Tony.
Tanto recorrer los pueblos del altiplano, llegó a un pueblito, a orillas del lago Titicaca,
este pueblito se llamaba Huatta. Allí empezó a caminar por las calles siempre jalando a su
perro y cargado de sus tesoros. Hasta que encontró un lugar aparente para descansar y
convertirlo en su morada, era la chincana de Yupili,
La chincana de Yupili está ubicada a unos 400 metros hacia el cerro del pueblo de
Huatta, a la entrada de este lugar existe un manantial de agua cristalina, que emana agua todo
el año y sirve como fuente vital a los pobladores de este pueblo.
Una vez instalado en los interiores de la chincana, el viejito amarró a su perro con
gruesas cadenas a una roca sobresaliente, de tal manera que el can no podía escapar, allí luego
de traerle comida, por tanta desconfianza que tenía y cansado de estar cargando su costalillo,
le dijo a Tony, voy a dejar mi fortuna a tu lado, para que le cuides cuando yo salga. Te ordeno
que no dejes acercarse a nadie a este lugar.
Desde ese momento, el perro como endemoniado, apenas sentía la presencia de alguna
persona en las cercanías de la chincana, empezaba a dar unos ladridos espantosos, cuando
estas personas asomaban a la entrada de la chincana veían al feroz animal que ladraba,
haciendo ver sus tremendos colmillos filudos y no se atrevían a ingresar.