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Nombre…

EL PERRO DE YUPILI
Había una vez un viejito muy renegón y desconfiado,
por su mal carácter poco a poco había quedado solitario en la
vida, no tenía familiares ni amistades, sólo un fiel amigo lo
acompañaba, su perro Tony.

El viejito había logrado amasar buena cantidad de


riqueza consistente en alhajas de oro y plata así como otros
objetos de valor. Caminaba deambulando de pueblo en
pueblo, cargado siempre de sus alhajas en un costalillo y
jalando a su fiel amigo.

Tanto recorrer los pueblos del altiplano, llegó a un pueblito, a orillas del lago Titicaca,
este pueblito se llamaba Huatta. Allí empezó a caminar por las calles siempre jalando a su
perro y cargado de sus tesoros. Hasta que encontró un lugar aparente para descansar y
convertirlo en su morada, era la chincana de Yupili,

La chincana de Yupili está ubicada a unos 400 metros hacia el cerro del pueblo de
Huatta, a la entrada de este lugar existe un manantial de agua cristalina, que emana agua todo
el año y sirve como fuente vital a los pobladores de este pueblo.

Una vez instalado en los interiores de la chincana, el viejito amarró a su perro con
gruesas cadenas a una roca sobresaliente, de tal manera que el can no podía escapar, allí luego
de traerle comida, por tanta desconfianza que tenía y cansado de estar cargando su costalillo,
le dijo a Tony, voy a dejar mi fortuna a tu lado, para que le cuides cuando yo salga. Te ordeno
que no dejes acercarse a nadie a este lugar.

Desde ese momento, el perro como endemoniado, apenas sentía la presencia de alguna
persona en las cercanías de la chincana, empezaba a dar unos ladridos espantosos, cuando
estas personas asomaban a la entrada de la chincana veían al feroz animal que ladraba,
haciendo ver sus tremendos colmillos filudos y no se atrevían a ingresar.

Una noche el viejito se sintió muy mal empezó a dar


quejidos en voz alta y su fiel Tony, le dio lamidos para
tratar de reanimarlo, pero fue en vano, el pobre viejito
amaneció muerto.

El perro muy bravo, por mucho tiempo se mantuvo


al lado de los tesoros no permitiendo que nadie se
acerque. Los pobladores de este misterioso lugar cuentan
que por muchos años se seguía escuchando los
estremecedores ladridos del perro.

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