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MÓDULO III “Problemáticas integradoras”

El presente ensayo pretende reflexionar sobre el papel de las humanidades ante


problemáticas en común que nos plantea el mundo contemporáneo. Las diversas
problemáticas que enfrentamos actualmente cada vez nos damos más cuenta de que superan
los límites disciplinarios, previamente, establecidos desde hace varios siglos. La realidad
social y natural aparece manifestada en fenómenos multifactoriales y de gran complejidad
que requieren ser analizados y solucionados no sólo desde una mirada disciplinaria sino
desde varias miradas y abordajes que ofrezcan interpretaciones de esos fenómenos más
completas, nunca exhaustivas, pero si más integrales. De ahí que es necesario redefinir los
enfoques interdisciplinarios y transdisciplinarios en las distintas áreas de conocimiento
humano, y preguntarnos sobre el alcance de éstos para brindar respuestas profundas y
abiertas a mayores investigaciones.

Las humanidades ante la crisis sociocultural, y económica, que vivimos están llamadas a
contribuir con una mirada integral sobre la realidad humana en el más amplio y estricto
sentido de este término. Desde el Renacimiento, periodo de la historia en el cual las
humanidades aparecieron como área de conocimiento sistematizada, surgió el interés del
ser humano por el ser humano, es decir, muchos científicos, filósofos, artistas y literatos de
esa época miraron al hombre y a la mujer como el centro y fin de sus reflexiones e
investigaciones desarrolladas en distintas ramas de conocimientos y disciplinas que iban
desde la arquitectura, pintura, mecánica hasta la literatura clásica y no se diga la filosofía.
El hombre renacentista no sólo puso al ser humano en el centro de la vida y del
pensamiento, sino que también lo sitúo en una relación mucho más estrecha con el cosmos
y lo divino: “El significado histórico de este Humanismo fue el de un despertar del
conocimiento a los secretos del cosmos, lo humano y lo divino. Humanismo significó
también una apertura a todas las culturas históricas, a todas las tradiciones filosóficas y a
las diferentes religiones de la humanidad, sin distinción de lo verdadero y de lo falso, de lo
jerárquicamente superior e inferior.”1

Desde el inicio de el Renacimiento hasta nuestros días ya han pasado más de 400 años, y el
pensamiento humanista, aún así, sigue más vigente que nunca sobre todo ahora en un
contexto que pareciera ser más complejo que el de hace casi medio milenio. Pues, los retos
que enfrenta la sociedad contemporánea abarcan múltiples dimensiones del ser humano
tanto de su existencia como de su esencia de cara a los avances científicos, tecnológicos y
económicos que trae consigo la nueva fase del capitalismo postindustrial – o
tecnoindustrial- que vivimos. Las humanidades en este sentido tienen mucho que aportar al
respecto y ofrecer una mirada reflexiva y consciente de los fenómenos de alineación,
distanciamiento, dominación o sojuzgamiento, y desintegración social que experimentan
los individuos por parte del mercado, el sistema económico o las mismas instituciones
políticas que presenten mayores índices de descomposición día a día.

La mirada crítica y analítica que ofrecen las humanidades es cada vez más urgente y no
porque ésta en sí contenga la solución a todos los problemas, pero, al menos, sí puede
1
Subirats, “ El lugar de las humanidades”, en Lección de Filosofía, p. 21.
marcar una ruta para su solución en la medida de que genere “un espacio público de
reflexión [y de debate] sobre el futuro que queremos como sociedad”, sostiene Subirats.
Basta con que mencionemos la actual crisis sanitaria que estamos atravesando, ocasionada
por el virus del SARS-COV-2, para ver y darnos cuenta de que tal crisis no sólo es sanitaria
sino también económica, ecológica y cultural pese a que muchos agentes, promotores del
llamado “progreso”, se nieguen a ver el verdadero trasfondo del problema, o a negar
cualquiera de estas aristas o dimensiones, que todo indica a ser el inicio de un punto de
quiebre entre la naturaleza y la sociedad. Las humanidades, por lo tanto, entendidas como
conocimiento interdisciplinario del ser humano y sus manifestaciones sociales y culturales,
están ampliamente acreditadas y posibilitadas para la comprensión de la situación histórica
que vivimos y de nuestra condición existencial frente a ella. Y no sólo de su comprensión
sino también en su transformación en aras de un bien común.

En el mismo orden de ideas Subirats nos dice lo siguiente en cuanto a los objetivos que
perseguían los humanistas del Renacimiento: “Su objetivo consistía, asimismo, y no en
último lugar, en impulsar un orden social a partir de valores éticos arraigados en las
costumbres de los pueblos más antiguos de la humanidad, y abrir nuevas posibilidades al
conocimiento y a la imaginación”2. Este objetivo queda como ruta de enseñanza y
aprendizaje, sin duda alguna, para nosotros los docentes especializados en humanidades
para contribuir en el cambio de nuestra realidad.

2
Ibidem, p. 27

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