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En las épocas de marzo, las noches de baile para Rosa eran la manera de poder

dormir en la calidez de su cuerpo, cobraba sentido arroparse entre la música y uno


mismo, entre una emoción que recorría más allá de la propia imaginación. Era el
mismo danzón de cada luna menguante, el baile de una mujer que anhelaba cumplir
su mayor sueño y ser la huella inolvidable de la vida, no solamente su vida, sino vivir
en la historia de la literatura, en su hogar, en la familia, en el mundo en general.

Está viajera se escribía a sí misma. Dedicaba versos y prosas a quien lo merecía,


"es un fragmento de mi y lo que no me atrevo a expresar", siempre se reflejan en la
dedicatoria. Sin embargo, algo pasó en la memoria, hay algo que se ha
fragmentado y que no desea ser recordada, parece que la mayor parte de la vida ha
quedado en el olvido. De un día para otro esa balada que tanto escuchaba en su
habitación, pegadiza e inolvidable para la memoria, dejó de reproducirse por las
noches. Ahora el silencio imperaba en todas las noches antes de dormir.
Actualmente, experimentaba nuevas emociones en el silencio, ¿es esto un cambio
que debe sentir uno cuando cumple veintitrés años?

Cada aspecto cambiaba al pasar los días, las mañanas se volvían más pesadas, era
un esfuerzo levantarse, cambiarse y arreglarse. Despertar y cumplir la nueva lista de
deberes laborales y con las personas, escuchando nuevas historias de los demás y
sus excusas para no llegar a trabajar, memorizar los gestos y ademanes.

Con el paso de los años Rosa se volvía la portavoz de los demás, compartiendo
nuevos relatos, volviendo al viejo sueño de infancia de volverse una viajera de
historias. La escucha y su memoria eran infalibles para guardar las anécdotas que
no le pertenecian.

En su mente, ella quería seguir viviendo de sus viejos pasatiempos, la historia de


sus personas, sus conocidos y recordados, parecía que estas historias se volvían
una nueva forma de vivir, sin embargo, ¿qué relató quedaba para sí misma?, ¿qué
papel ocupaba en su vida actualmente? El miedo parece haber invadido
completamente su corazón, su memoria y sus días, ¿de qué manera puede regresar
a saber quién es?, ¿en dónde se puede buscar?
Es tanto el fervor que se tiene que ha decidido buscarse en las letras, en las únicas
letras que solo ella guarda en sus memorias. Pudo regresar al pasado en su
escritura, a sus viejos relatos. Percatandose que cuando estaba en problemas,
siempre encontraba inspiración para escribir, todas terminaban en tragedia, pensó
que cumplir los veintitrés, convertía a la escritura más ajena a ella, que no era una
nueva forma de vivir.

Vamos a intentar describirse, era la idea perfecta para poder recordarse, sin
embargo, las cosas no podían mencionarse como antes, ¿acaso ha perdido la virtud
de poder decir quién es? Ha caído en la angustia de olvidar su manera de escribir,
su manera de ser, ahora ¿quién es ella?

Tos los días piensa en sí misma, cómo sus emociones se vuelven matices simples
para sentir la vida. Son nuevas las sensaciones, hay nuevos colores, nuevas
experiencias que le han dado miedo palpar.

Ella sabe que debe buscar una nueva manera de inspirarse, ¿hay algo más fuera de
sí misma o algo que no ha podido experimentar? Parece que ahora se siente
acompañada, ese ser puede ayudarla a escribir sobre lo que está viviendo aquí, en
este espacio de un solo color, dónde camina y da muchas vueltas para conocer
cada rincón.

Hay alguien más en este espacio emocional, que solo ella conoce más que
cualquier otra persona. Ambos sabían que no estaban solos. Él siempre relataba la
misma rutina de esperarla en casa, contar las manecillas hasta que marcaban las
cuatro para esperar a quien tanto salía en las mañanas. Sabiendo que los abrazos
de ella solo podía aliviar su ardor en el corazón y que no volverán a faltar, ni faltarán
en ningún momento de sus vidas. Ella es una parte de Rosa, dispuesta a escribir
una nueva historia de vida, desde el sentimiento que no podía contar, desde la
compañía.

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