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PLAN GENERAL DE LA OBRA
PRÓLOGO
Yolanda Díaz Pérez
Volumen I
PRESENTACIÓN
Yolanda Valdeolivas
PRÓLOGO
Joaquín Nieto
Introducción
Agradecimientos
Comité de Honor
Comité Científico
Comité Organizador
Discurso de la Ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social
Conferencia Inaugural
Conferencia de Clausura
Aportaciones al Congreso
Comunicaciones Académicas presentadas en la Plenaria
Epílogo
Volumen II
Volumen III
Volumen IV
Conversación.
LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO Y DE LA PRODUCCIÓN
(Comunicaciones Académicas)
Conversación. LA GOBERNANZA DEL TRABAJO (Comunicaciones Académicas)
PRÓLOGO
La mitología, que es una herramienta básica para la prospección del alma humana
y el entendimiento del cuerpo social, nos ha reservado a las mujeres, invariablemente, un
papel muy concreto: el origen de todos los males que acechan a la humanidad.
Cuando Eva osó morder la manzana prohibida desató, según el Génesis, una mal-
dición bíblica que se ha convertido en tópico imperecedero en la representación del Tra-
bajo: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Esa expulsión del paraíso también tiene
que ver con la curiosidad de la primera mujer. Eva se atrevió a ingresar en un territorio
prohibido, como la esposa de Lot, Edith, que fue convertida en estatua de sal, también
por su curiosidad y su desobediencia. ¿Cuál fue su pecado? La audacia, saber mirar hacia
atrás y no cumplir ciegamente el mandato divino de la amnesia y la indiferencia.
Hesíodo nos habla de otra mujer en Los trabajos y los días, un largo poema funda-
cional que considera el Trabajo como cifra del bien universal. En él, el poeta griego no
solamente nos dice a las mujeres qué podemos y qué no podemos hacer en las labores
del campo, definiendo las tareas productivas y reproductivas que nos conciernen, sino
que señala a Pandora, la primera entre nosotras, como origen de todas las penalidades.
Abrió una caja y puso en circulación las enfermedades, las fatigas y el resto de desgracias
humanas. En el fondo de esa caja únicamente permanecería la esperanza.
La curiosidad, la necesidad de saber y conocer mejor nuestro entorno, está, pese a los
castigos y condenas instauradas para las mujeres, en la base de la ciencia y de las contri-
buciones académicas, como las que integran este interesantísimo volumen, que reúne las
ponencias del Congreso Interuniversitario sobre el Futuro del Trabajo, celebrado en febrero
de 2019, en el marco del centenario de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
No podíamos sospechar entonces que una crisis sanitaria sin precedentes, como la
de la Covid 19, con drásticas consecuencias sociales y económicas en todo el mundo,
convertiría estas aportaciones en un asunto primordial, situando el trabajo decente, ra-
zón de ser de la OIT, en el epicentro de una reflexión colectiva.
Nuestro Ministerio de Trabajo celebra en este 2020 su centenario. La unión frater-
nal con la OIT se remonta a los orígenes de ambas organizaciones y adquirió, durante el
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PRÓLOGO
Muchas de las propuestas y de los análisis aquí recopilados son, por ello, una guía
inestimable para avanzar en un proceso que, desde del Ministerio, afrontamos con la
mayor energía y convicción. Los grandes acuerdos a los que hemos llegado en este medio
año, en el marco del Diálogo Social, como la subida del salario mínimo interprofesional
o la supresión del despido por bajas médicas justificadas; y las herramientas implementa-
das para la preservación del empleo y la protección de las personas trabajadoras durante
esta crisis, como los ERTE, nos animan a profundizar en una línea de acción que debe
combatir la precariedad y la temporalidad de nuestro modelo laboral, especialmente en-
tre los más jóvenes, volcándonos en la defensa de las vidas y del trabajo decente.
Los textos aquí reunidos -que abordan asuntos como la digitalización, la salud la-
boral, la calidad del empleo, la brecha salarial y retributiva entre mujeres y hombres, el
trabajo doméstico, la automatización, la reducción de jornada o la incidencia del cambio
climático en nuestra sociedad- dibujan un mapa ilustrativo y útil para manejarnos en este
proceloso cometido, profundizando en el refuerzo de las políticas de apoyo y manteni-
miento del empleo, desde la igualdad de oportunidades y la no discriminación.
Las mujeres hemos estado en la primera línea de la lucha contra la pandemia. Agricul-
toras, médicas, cajeras, enfermeras, reponedoras, farmacéuticas, limpiadoras, cuidadoras…
Esa circunstancia nos ha hecho más conscientes, todavía, de que la feminización de la preca-
riedad es un hecho (“Diez horas, cansancio, tres pesetas”, escribía ya, en 1934, la madrileña
Luisa Carnés) y de que no siempre los trabajos más importantes son los más valorados.
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ÍNDICE
Volumen I
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ÍNDICE
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ÍNDICE
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PRESENTACIÓN
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Presentación
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YOLANDA VALDEOLIVAS GARCÍA
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PRÓLOGO
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PRÓLOGO
Todas ellas han contribuido a generar un ideario compartido para el futuro del
trabajo que queremos, contemplando entre otras materias: la importancia de desarrollar
políticas públicas para apoyar a las personas en las transiciones laborales con sistemas de
protección social y con la formación continua a lo largo de toda la vida laboral; el desarro-
llo de las transiciones a una economía baja en carbono con criterios de transición justa;
el valor de invertir en empresas y en empleos sostenibles, prestando especial atención a
las pequeñas y medianas empresas que constituyen la estructura básica del tejido pro-
ductivo; la perspectiva del trabajo decente sobre las nuevas formas de organización del
trabajo derivadas de la irrupción de las nuevas tecnologías, en particular, de los trabajos
atípicos y los relacionados con la economía de las plataformas digitales, de manera que
el marco regulatorio asegure la protección social y los derechos para todas las personas
que trabajan independientemente de su situación laboral o acuerdo contractual; medi-
das transformadoras y evaluables para la igualdad de género; límites horarios; derecho
a la confidencialidad, salud y seguridad en el trabajo como un derecho fundamental…
Todo ello desde la perspectiva del derecho del trabajo, porque el trabajo no es una mer-
cancía; desde la perspectiva del diálogo social y del fortalecimiento de los interlocutores
sociales y de su representatividad, porque es la mejor herramienta de progreso y porque
sin diálogo social los trabajadores no tendrán esperanza y los poderes económicos no
tendrán límite; y desde la perspectiva multilateral en la que la OIT debería desempeñar un
rol esencial, porque la globalización económica requiere la globalización de los derechos.
Por ello, la configuración de una hoja de ruta desde la OIT sobre las transformacio-
nes que la sociedad está atravesando en los ámbitos tecnológicos, ambientales, econó-
micos y sociales, identificando pautas sobre cómo afrontarlos de una manera dialogada
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JOAQUÍN NIETO SAINZ
de forma que se asegure una transición justa y respetuosa, parece esencial para construir
un futuro inclusivo y en convivencia. Al fin y al cabo, esa es la idea esencial sobre el que
nació la OIT hace cien años: no puede haber paz universal sin justicia social.
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INTRODUCCIÓN
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AGRADECIMIENTOS
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COMITÉ DE HONOR
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Comité de honor
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COMITÉ CIENTÍFICO*
• María Emilia Casas, Catedrática de Derecho del Trabajo y Seguridad Social, Univer-
sidad Complutense de Madrid. Presidenta Emérita del Tribunal Constitucional .
• Antonio Baylos, Catedrático de Derecho del Trabajo y Director del Centro Eu-
ropeo y Latinoamericano para el Diálogo Social (CELDS) de la Universidad de
Castilla-La Mancha.
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Comité científico
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COMITÉ ORGANIZADOR
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DISCURSO DE LA MINISTRA DE TRABAJO,
MIGRACIONES Y SEGURIDAD SOCIAL
Buenos días a todas y a todos. Saludo a: Carmen Castreño Lucas, Primera Teniente
de Alcalde del Ayuntamiento de Sevilla; Joaquín Nieto Sainz, Director de la Oficina de la
OIT para España; Alejandro Díaz Moreno, Decano de la Facultad de Ciencias del Trabajo
de la Universidad de Sevilla; Miguel Ángel Castro Arroyo, Rector de la Universidad de Se-
villa. Y un saludo especial a Rebeca Grynspan, Secretaria General Iberoamericana (SEGIB)
y miembro de la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo.
Me gustaría también señalar que a fuerza de repetir el “Futuro del trabajo” como
una simple “coletilla”, corremos el riesgo certero de vaciar la frase de su insondable sig-
nificado, que no es otro que repensar una de las alteraciones más profundas que se han
producido en el mercado de trabajo desde el inicio la revolución industrial.
Por eso quiero reafirmar que el Gobierno de España es consciente que el futuro del
trabajo empieza hoy, lo que nos obliga a superar los déficits sociales, es decir a un esfuer-
zo de “libertad positiva” como nos animaba Isaiah Berlin. Es precisamente ese proceso
transformador del futuro del trabajo, que el Gobierno quiere convertir en un factor de
progreso económico y social, en una verdadera “revolución del trabajo digno”.
Los trabajos que ustedes comenzaron hace más de un año, y que hoy vienen a
compartir en esta bellísima ciudad que es Sevilla, son el fruto de los esfuerzos que, a
invitación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), desarrollaron un grupo de
expertos a nivel global y nacional. Así, la Comisión Internacional del Futuro del Trabajo
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Discurso de la ministra de trabajo, migraciones y seguridad social
presentó en enero de este mismo año el informe titulado: Trabajar para un futuro más
prometedor, que nosotros felicitamos. Y esperamos que los trabajos que aquí se presen-
ten den sus frutos para el contexto español.
Es por ello que este Gobierno está empeñado en emprender una verdadera revolu-
ción del trabajo digno, que se vertebra en torno a la indisoluble relación entre las perso-
nas y el trabajo. Porque sin trabajo digno, y como bien explica el jurista Alain Supiot, uno
de los miembros más destacados de la Comisión mundial de expertos de la OIT, nuestras
sociedades se enfrentarían a un futuro de negación de la condición humana.
Les dejo a los panelistas de esta mesa mi primera pregunta: ¿Cómo llevar a cabo
una agenda verdaderamente transformadora de género en nuestro país qué tenga en
cuenta desde las políticas públicas el reparto equilibrado del trabajo de prestación de
cuidados?
El Ministerio que dirijo entiende que la calidad en el empleo es un pilar esencial del
futuro del trabajo. O hay empleos de calidad o no habrá futuro del trabajo económica y
socialmente sostenible.
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Discurso de la ministra de trabajo, migraciones y seguridad social
Coincidirán conmigo que es ahora más necesario que nunca repensar el modelo
clásico del trabajo, para no menoscabar los derechos adquiridos, y esto incluye también
su marco jurídico y normativo.
Y es con esa inspiración que próximamente se constituirá un grupo de trabajo de
amplia participación para articular un nuevo Estatuto de los Trabajadores del siglo XXI,
con el fin de adaptar nuestra legislación laboral a los nuevos retos de la economía y del
trabajo, garantizando las instituciones básicas que proporcionan seguridad jurídica y la-
boral a trabajadores y empleadores.
El informe mundial de la OIT propone garantizar la cobertura universal de protección
social desde el nacimiento a la vejez para todos los trabajadores y en todas las formas de
empleo. Y es cierto que hay que garantizar que los regímenes de protección atienden a los
diferentes tipos de empleo emergentes, ante la perspectiva de una mayor vulnerabilidad.
Es por ello que, a partir de 2019, más de 2,5 millones de autónomos tienen más protección
social y una contribución a la seguridad social más equilibrada. Pero, y esta es mi pregunta
para el panel: ¿Cómo extender la protección social a las nuevas formas de empleo?
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Discurso de la ministra de trabajo, migraciones y seguridad social
cotizaciones sociales como principal recurso. Por eso el Gobierno ha puesto en marcha
el debate en la mesa de diálogo social y además espera que el Pacto de Toledo ayude a
construir estrategias futuras no partidistas como la que se están dando en otros países de
nuestro entorno. Necesitamos consenso para alcanzar cohesión social y que las políticas
que se adopten en respuesta a las mutaciones en marcha prevengan el ahondamiento de
los déficits de empleo y de las desigualdades.
La celebración del centenario de la OIT nos da una ocasión para debatir tripartita-
mente sobre futuro del trabajo. Cómo decía al inicio, se trata de convertir las transicio-
nes del progreso tecnológico, de la globalización y de las transiciones demográficas y
medioambientales, en una verdadera revolución del trabajo digno. Créanme que esta-
mos en ello y que contamos con todos ustedes. Muchas gracias por adelantado.
Magdalena Valerio
Ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social
(junio 2018 - enero 2020)
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CONFERENCIA INAUGURAL
1. INTRODUCCIÓN
Quiero empezar agradeciendo la muy cordial invitación que me han hecho para
dar esta conferencia inaugural. Debo felicitar la convocatoria de la Universidad de
Sevilla y el Ministerio del Empleo, precisamente por la amplia que es, invitando a ser-
vidores públicos, empresarios, académicos, trabajadores, sindicatos y jóvenes, todos
protagonistas de la revolución del trabajo que ya empezó y que es el tema central de
esta conversación.
Saludo, también, el simple hecho de que estemos teniendo esta cita, una cita ne-
cesaria. Llevamos mucho tiempo distraídos, sin darnos cuenta de los profundos cambios
que suceden a nuestro alrededor. Uno de los más importantes es el que se refiere a
nuestro trabajo y a su futuro. Así que felicito a la Universidad de Sevilla por abrir este
importante espacio de reflexión.
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Conferencia inaugural
1.1. Taxis
Ahora bien, el futuro del trabajo ya también está aquí. Lo vemos en las calles y en
los datos. Sin ir muy lejos: estas semanas en España hemos visto cómo una vez más los
taxistas han salido a protestar por la llegada de Uber y Cabify al mercado.
No quiero entrar en quién tiene o no razón en este asunto, o si los métodos son los
correctos, pues no me compete. Solo quiero subrayar una cosa: lo que le está pasando
a los taxistas es la Cuarta Revolución Industrial en acción. Su frustración es sincera: son
el primer gran gremio español al que la disrupción le llegó, como todas, sin avisar y con
fuerza. Y es precisamente por ello por lo que debemos prestarle atención, pues esta dis-
rupción nos da la oportunidad de vernos todos y todas en el espejo del futuro del trabajo;
y de ver lo general reflejado en lo particular.
Analicemos sus características principales. Por un lado, tenemos una nueva tecno-
logía (la geolocalización) que es, sin duda, superior a lo que había antes en el mercado y
que por tanto beneficia al consumidor; en este caso, a la ciudadanía. Por otro, tenemos
un mercado laboral preexistente (los taxistas) al que esta tecnología representa un for-
tísimo competidor, en parte por la presencia de una asimetría regulatoria. Pero por un
tercer lado también tenemos la aparición de un nuevo tipo de trabajador: el conductor
de Uber (no nos olvidemos de él) el cual por la superficie parece un autónomo a secas,
pero que si vamos al detalle no es un autónomo como los taxistas autónomos pues no
tiene derecho ni a formar gremio, ni a fijar precios mínimos, ni a ser, a fin de cuentas,
realmente su propio jefe.
El fenómeno de la Uberización de la economía (el gig economy, como dicen en
inglés), por tanto, tiene tres efectos cruciales: innovación que beneficia al consumidor,
disrupción que afecta al gremio existente y creación de un nuevo tipo de trabajador que,
de no ser respaldado por instituciones laborales, se hallaría en condiciones aún más pre-
carias que el primero.
Quiero subrayar esto: las disrupciones de la Cuarta Revolución Industrial no son solo
tecnológicas, también son laborales, regulatorias y políticas. Y, por tanto, si me permiten,
sociales en el sentido más estricto de la palabra.
Pues esto es ahora, pero ¿qué pasará cuando Tesla produzca masivamente su Semi,
el primer camión que se conducirá solo? ¿Cuándo Amazon Go, la primera tienda sin
dependientes, abra sus puertas en nuestra zona comercial de Madrid, Málaga o San Se-
bastián? ¿Cuándo los restaurantes robotizados que ya existen en Tokio empiecen a servir
platos en el McDonald’s de la esquina? ¿O bien cuando Waymo, el prototipo de robotaxi
inventado por Google que desplazará tanto a Ubers como a taxis, salga al mercado a
mediados de la próxima década? ¿Qué haremos entonces… cómo serán esas protestas?
Este es el panorama que la Organización internacional del Trabajo, que este año
celebra su centenario, tenía enfrente cuando decidió crear la Comisión Mundial para
el Futuro del Trabajo. Como miembro de esta comisión, puedo decirles que en todas
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Conferencia inaugural
nuestras horas de estudio y debate, no dejamos atrás ninguna de las complejidades que
ahora he querido ilustrarles.
Dejemos atrás las simplificaciones: nada de tecnología versus humanos. Como he-
mos visto en el caso de las taxis, las disrupciones son múltiples y afectan a distintas per-
sonas de manera distinta. No es lo mismo para el consumidor que para el trabajador. Ni
para el que tiene 22 años o el que está a punto de jubilarse. Ni para el que está ahora en
la escuela, o el que no tiene título universitario. Ni para el que forma parte de un sindica-
to o el que no está asociado a ninguno. Pero lo que sí es cierto es que la disrupción es tan
profunda, toca tanto las raíces de nuestras sociedades, de nuestros contratos sociales,
que todos inevitablemente tenemos una responsabilidad ante ella.
Quiero invitar a cada uno y una de ustedes a hacerse esta pregunta en primera
persona. Pues no son solo taxistas, camioneros, dependientes y cocineros los que tienen
empleos que podrían ser reemplazados. Según un estudio de McKinsey, a abogados,
periodistas y consultores podría pasarle lo mismo. Ya hay artículos escritos por softwares–
aunque no muy buenos, a decir verdad, todavía. Y pese a que no lo aconseje para nada,
ya hay mucha gente que va a Google para preguntar sobre visados e impuestos. En fin:
muchos de los que estamos aquí tenemos trabajos que podrían ser disrumpidos, o que
ya lo están siendo, y ni nos hemos dado cuenta.
La pregunta, por tanto, insisto, debemos hacérnosla en primera persona. Es decir:
no solo como consumidores, también como trabajadores. Como trabajadores, o bien,
queridos estudiantes, como futuros trabajadores.
La Comisión Mundial del Futuro del Trabajo no pretende tener todas las respuestas
a estas incógnitas. Pero sí quiere ofrecerles algunas respuestas preliminares.
Primero: no podemos detener a las nuevas tecnologías. Las tecnologías han llegado
para quedarse; además, como ciudadanos tenemos derecho a accederlas y a ser benefi-
ciados por ellas. Lo que sí podemos hacer es regularlas, prepararnos para usarlas, intentar
universalizarlas para que sean una herramienta de empoderamiento y no de exclusión.
Intentar detenerlas es una tarea imposible. Así que el que esté dispuesto a frenar las
nuevas tecnologías que tire la primera piedra… ¡o mejor dicho, que tire el primer móvil!
Como digo siempre, vivimos en un mundo donde ya no son los peces grandes
los que se comen a los chicos, sino los peces rápidos los que dejan atrás a los lentos.
No prepararnos para el mundo que viene tiene el riesgo de que nos volvamos como
dice Yuval Noah Harari, irrelevantes en una economía de máquinas que no sabemos
utilizar.
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Conferencia inaugural
Sí, lo sé, es cierto: la velocidad del cambio es vertiginoso y hay una confluencia de
varias revoluciones tecnológicas a la vez: inteligencia artificial, automatización, big data,
impresión 3D, internet de las cosas… nanotecnología, el genoma humano y la revolu-
ción de la salud, que hacen difícil la adaptación por lo que debemos preocuparnos por
la transición y por las distintas capacidades de adaptación entre generaciones, niveles
educativos y desigualdad de oportunidades entre grupos y territorios.
Y por eso las preguntas deben ir en esa dirección: ¿Qué debemos hacer con
nuestras institucionales laborales? ¿Cómo reforzamos nuestro ecosistema educativo?
¿Qué rol tiene la empresa privada y cuál es el modelo empresarial para este nuevo
mundo? Permítanme referirme a ello: el mercado laboral, la educación y el sector
productivo.
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Conferencia inaugural
Para hablar de nuestro primer foco de acción, las instituciones del mercado laboral,
voy a aprovechar esta audiencia de lujo que tengo y hablar de nuestros jóvenes, a quie-
nes quisiera dedicarles unas palabras de entendimiento y de entusiasmo.
Hay tendencias del futuro del trabajo que ya podemos ver claramente en el merca-
do laboral juvenil, el cual, naturalmente, tiene los pies más cerca del mañana.
Sólo voy a darles dos datos paradójicos. El primero: en España tenemos un desempleo
juvenil del 36,3%. Pero hasta un 20% de las vacantes laborales en el mercado se quedan
sin cubrir. ¿Es paradójico, no? Pero les aseguro que me han oído bien: a los jóvenes les
cuesta encontrar trabajo y a las empresas les cuesta encontrar trabajadores. La tendencia
mundial, con leves variaciones, es la misma: altos índices de desempleo y de vacantes labo-
rales simultáneamente. ¿Cómo podemos explicar esto? Pues el mercado laboral del siglo
XXI está demandando habilidades que nuestra oferta laboral no tiene. Unos fenómenos
que los expertos llaman “Skills Mismatch”, o el desencuentro de habilidades.
Ahora bien, ¿Cuáles son los empleos con mayores vacantes en España? Tenemos
los más obvios, como programadores informáticos, médicos o comerciales con manejo
de idiomas. Pero tenemos también altísimas vacantes en profesiones técnicas y vocacio-
nales. Según un estudio de Adecco, hacen falta artesanos, personas que sepan trabajar
el yeso y los metales. Profesiones que ofrecen salarios altos y ¿A dónde están mandando
los CEO de Sillicon Valley a sus hijos? A estudiar filosofía e historia.
¿Cuáles serán los trabajos más demandados del futuro? No podemos saber a cien-
cia cierta, pero sí podemos tener una idea. Sabemos que la lucha contra el cambio climá-
tico demandará millones de empleos en energías renovables: el año pasado, para darles
un ejemplo, el trabajo que creció más en Estados Unidos fue el de “granjero del aire”– la
persona que se encarga de mantener molinos de energía eólica. ¿El segundo? Instalador
de plantas fotovoltaicas.
Sabemos que la innovación traerá consigo mayor productividad y por tanto la posi-
bilidad de laborar menos horas al día, cosa que crearía empleo en las industrias creativas.
Sabemos que nuestras poblaciones están envejeciendo y que necesitaremos más perso-
nal de la salud.
Sabemos que el turismo seguirá creciendo más rápido que el PIB. Que la economía
digital ofrecerá millones de oportunidades más de empleo para youtubers, videojugado-
res, expertos en redes sociales y personas en zonas rurales que estarán conectadas a los
mercados del mundo sin tener que migrar a la congestión de las ciudades. Y así un mon-
tón de trabajos más. Pero lo más importante es que sabemos que estos nuevos empleos,
armados de las nuevas tecnologías, serán más productivos, más dignos y mejor pagados.
Mi mensaje a los jóvenes es este: hay que ser proactivos y prepararse. Los trabajos
del futuro requerirán más de lo que Amartya Sen llama agencia personal de mayor ca-
pacidad de trabajo en equipo y de saber aprender de manera continua. La economía del
futuro llegó, pero llegó tan pronto que ahora está esperando, esperando por ustedes y
por nosotros.
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Conferencia inaugural
Esta, queridos amigos y amigas, es la naturaleza del mercado laboral del futuro.
Profesiones que desaparecen, empleos que vuelven, oficios que se cambian o se inven-
tan. Un mercado donde ya no existen ni trabajos de por vida, ni profesiones de por vida.
Un mercado nutrido de cambios constantes llenos de oportunidades fantásticas para
aquél que sea lo suficientemente ágil de reinventarse y salir a buscarlas.
En estos cien años hemos logrado mucho. Hay que consolidar esos logros que to-
davía no tienen cobertura universal: salario mínimo, leyes de paternidad y maternidad,
derecho a la protección laboral y de aseguramiento a una pensión digna. Control del
tiempo de trabajo, seguro, decía Joaquín Nieto, pero estos derechos todavía no son uni-
versales. Como demuestra un informe conjunto que elaboramos la SEGIB y ONU Mujeres
el año pasado, también nuestros países tienen leyes que atentan contra el empodera-
miento económico de la mujer, la equidad salarial y la conciliación familia trabajo.
Un primer paso incondicional que debemos dar en las instituciones del trabajo es,
por tanto, reforzar y universalizar en el resto de nuestros países los derechos y eliminar
los obstáculos que para ello persisten.
Por otra parte, debemos actualizar los derechos existentes para que sean indepen-
dientes del tipo de trabajo que realizamos, para que puedan incorporar también a autó-
nomos y trabajadores informales.
Y por último, queridos líderes sindicales, también debemos reforzar nuestras aso-
ciaciones laborales con las nuevas tecnologías y que trabajemos con modelos más hori-
zontales que puedan reunir y ampliar gremios y sectores. Habrá más autónomos, menos
trabajadores concentrados en un solo sitio, más plataformas digitales, nómades digitales.
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Conferencia inaugural
dad tecnológica, sin duda un hito histórico en lo que esperamos positivamente de esta
revolución.
2.2. Educación
El eslabón que falta, rector magnífico, entre el mercado que tenemos de altos nive-
les de desempleo y vacantes laborales, y el que queremos, el mercado de empleo nuevo,
digno y productivo es, por supuesto, la educación.
Por ello, por cierto, en la SEGIB, a través de Campus Iberoamérica hemos apostado
ciegamente en la movilidad académica transatlántica como una de las mejores herra-
mientas que tenemos para fomentar las habilidades que demanda el futuro de nosotros.
Hacer posible el aprendizaje continuado es lograr que aquella persona que, por
ejemplo, a los cuarenta años ha perdido su empleo en una agencia de viajes, pueda
reeducarse en una escuela pública como gerente logístico de una empresa de camiones
eléctricos.
Para que el pensionista que quiera aportar de nuevo a la sociedad pueda enseñar-
les a nuestros jóvenes sobre oficios artesanales en nuevos centros online de aprendizaje
intergeneracional. Para que la joven socióloga pueda plasmar su tesis en un algoritmo
urbano que aprendió en un hackathon financiado por la municipalidad. Para que la em-
presa invierta en su contable, con la promesa de un mejor salario, y le enseñe a utilizar
un software nuevo que hará mucho más eficiente su trabajo.
Sabemos que este es un programa muy ambicioso, pero aquí muchos ya lo hemos
experimentado. Mi generación, por ejemplo. ¿Cuántos de aquí no aprendimos, así sea
a punta de whatsapp, a deambular en el complejísimo mundo digital? ¿Quiénes aquí
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Conferencia inaugural
dijeron que nunca abrirían Twitter y hoy se arrepienten? ¿Fue tan difícil adaptarnos a
la revolución de las computadoras que es la predecesora de esta? De nuevo, ¿por qué
tendría que ser distinto esta vez?
El objetivo, insisto debe ser ampliar la educación con más cursos, más profesores
(¡otro gremio que crecerá en el futuro!), más centros de estudio no sólo académico sino
también vocacional, técnico y especializado. Es un error pensar que la educación técni-
ca es algo de segunda necesidad o importancia. Alemania tiene un desempleo juvenil
del 6% en parte porque invirtió fuertemente en el técnico especializado y permitió que
aquellos que de niño soñaron con ensamblar un robot puedan hacerlo ahora con orgullo
en una Mittlestand de Bavaria.
Sin duda que también necesitamos filósofos, y muchos. De hecho, las compañías de
inteligencia artificial demandan muchísimo a los filósofos y los humanistas por ejemplo
para el componente ético de las decisiones sociales que deben tomar los nuevos algo-
ritmos.
Pero esas compañías solo contratarán a aquellos humanistas que también tengan
un conocimiento básico de programación y del mundo digital. Debemos darles a nues-
tros estudiantes la libertad de aprender ambas cosas.
Por ello, debemos empezar a considerar seriamente incluir lenguajes de progra-
mación en nuestros pensum desde la más temprana edad. Y experimentar e innovar
también en el aula de clase. La Fundación Proacceso es un tremendo caso de éxito de lo
que pueden lograr, por ejemplo, los videojuegos educativos: más de un millón de niños y
niñas de bajos recursos han aprendido a programar de esa manera.
La realidad, queridos amigos y amigas, es que no tenemos alternativa. No actuar
sería sacrificar nuestra juventud en el altar de las exigencias incumplibles y condenar a los
adultos en riesgo de disrupción al salario osificado y sin esperanza. Es cometer el error de
pensar que los empleos del pasado son más rentables que los empleos del futuro.
Ya hay países que han empezado con esta ambiciosa reforma. En Singapur el Es-
tado ya brinda créditos a ciudadanos que buscan gastarlos en educación continuada,
facilitándolos en momentos de desempleo. Este hecho resalta una verdad fundamental:
la buena educación no es un gasto, es una inversión. El ecosistema exudativo que se
imagina nuestra Comisión Mundial, es importante resaltarlo, es financieramente posible.
El esfuerzo del que depende el éxito de esta propuesta es inmenso, sin duda, pero
este esfuerzo es principalmente político, no económico. Todo lo contrario: el margen de
crecimiento es inmenso.
Con esto llego al tercer y último punto focal del reporte de la Comisión mundial a
la OIT: el rol del sector privado en el futuro del trabajo.
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Conferencia inaugural
tasas de intereses a cero solo demuestran una cosa: el dinero pareciera estar yendo a bienes
que ya existen, inmuebles, acciones de compañías grandes, sectores establecidos.
La idea de que las nuevas tecnologías representan solo una inversión en capital es
errónea de raíz. Como decía antes, el futuro no lo determinarán las tecnologías. Lo deter-
minarán las personas que sepan usarlas. Es decir: las empresas que empleen personas con
esa capacidad, la capacidad de advertir cambios y de reinventarse para aprovecharlos.
Por ello, mi mensaje es uno de entusiasmo. El futuro del trabajo es una oportunidad,
no un coste. Nuestros intereses están alineados. El riesgo no es invertir, es dejar de hacerlo.
Debemos pensar en plazos más largos, ver el futuro con optimismo, y negociar desde ahora
con nuestros empleados mayor entrenamiento por mayores productividades compartidas.
Ustedes son una parte fundamental del nuevo ecosistema educativo. Aumentar la
productividad media de nuestra población es un beneficio directo para que sus empresas
encuentren los trabajadores que ahora tanto les cuesta conseguir. ¡Así que contamos con
ustedes! ¡E invertir en lo nuevo, en innovación, en la economía verde, en los servicios de
alto valor agregado! En los ODS, políticas activas de desarrollo productivo y de empleo.
3. CONCLUSIÓN
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Conferencia inaugural
próspera e inclusiva del futuro. Y esta visión es posible porque si vemos a la historia, si
nos vemos a nosotros mismos, sabemos que la tecnología no es otra cosa que el reflejo
de nuestro potencial. Porque sabemos que a fin de cuentas no hay nada más apasionan-
te para el ser humano que ese futuro que desde la oscuridad de la caverna ha ansiado
tanto de labrar e iluminar.
El futuro del trabajo es una tarea colectiva. Los trabajadores deben abrazar las
nuevas tecnologías y el aprendizaje constante. Los empresarios deben invertir en los
trabajadores y en los mercados del futuro. Los gobiernos (nacionales y locales) deben ela-
borar estrategias centradas en los ODS que protejan los derechos de los ciudadanos. Los
organismos multilaterales debemos acompañar estos esfuerzos a nivel global y regional.
Muchas gracias.
Rebeca Grynspan
Secretaria General Iberoamericana
Miembro de la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo
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CONFERENCIA DE CLAUSURA
100 AÑOS DE OIT EN UN MUNDO CAMBIANTE
Para los españoles que sufrimos la dictadura franquista la OIT, y los convenios 87
y 98 sobre libertad sindical fue un necesario referente y su ratificación por España el 20
de abril de 1977 puede considerarse un hito el del difícil proceso de la transición hacia la
democracia y un punto sin retorno para recobrar las libertades colectivas de trabajadores
y empresarios laminadas, negadas y perseguidas en los 40 años del franquismo. Debe-
mos agradecer a la OIT su apoyo y ayuda en la implantación y consolidación de nuestra
democracia. En los 100 años de existencia de la OIT el mundo, la economía, los sistemas
de producción y el propio trabajo han cambiado profundamente, unos cambios que
confirman el objetivo originario de la OIT y la necesidad de su subsistencia. Los principios
fundamentales y las normas de la OIT son más necesarios que nunca, pero al tiempo
encuentran mayores dificultades para su aceptación y aplicación en una dinámica de
mercados globales y unos objetivos de crecimiento y desarrollo económico, que tienden a
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CONFERENCIA DE CLAUSURA. 100 AÑOS DE OIT EN UN MUNDO CAMBIANTE
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creciente debilidad del poder sindical ante las nuevas formas de organización del trabajo
y su escaso nivel de internacionalización, que le ha impedido la adopción de decisiones
estratégicas a un nivel supranacional. La OIT mantiene su prestigio, su autoridad moral
y el respeto que dio lugar a obtener el Premio Nobel, pero carece de un poder decisivo
e influyente real en la adopción por parte de los Estados y de los organismos interna-
cionales de las políticas económicas y que condicionan las políticas laborales y sociales.
Como afirma el Director General RYDER “la Organización está bien situada para servir de
brújula y de guía para contribuir a abrir nuevas perspectivas en el trabajo para las futuras
generaciones”, y la celebración de su centenario debe ser la ocasión para un relanza-
miento y un reforzamiento de la OIT.
A ello ha respondido de centrar esa celebración en el tema del futuro del trabajo,
en la incidencia de las nuevas tecnologías y nuevos sistemas productivos en la confor-
mación o configuración en la prestación personal del trabajo remunerado, y en qué
respuesta ha de dar una regulación del trabajo que mire hacia el futuro haciéndolo
“más prometedor”.
Para ello se ha creado una Comisión de expertos de varias disciplinas, aunque con
muy pocos juristas, para estudiar el futuro del trabajo desde la perspectiva de los valores
de la OIT.
Frente a los intentos que a lo largo del siglo XX ha venido haciendo el Derecho
del Trabajo para unificar una figura típica de trabajador, la visión actual de sociólogos y
economistas es de signo opuesto. Cabría calificar, con ACCORNERO, “de flagrante” el
propósito o la consecuencia en esa visión que tiene por efecto privar a un gran número
de personas de los derechos secularmente reconocidos a los trabajadores, y el facilitar la
irrupción de nuevas formas de trabajo sustraídas de las reglas e instituciones laborales.
Buena parte de los estudios sobre el futuro del trabajo propician áreas libres de las
reglas laborales que podrían dificultar el desarrollo de métodos de producción o de acti-
vidades que impliquen nuevas modalidades de prestación, organización y remuneración
del trabajo. La propia Comisión Europea en su Declaración sobre una economía cola-
borativa, postula eliminar trabas para su desarrollo, y admite y liberaliza nuevas formas
de prestación de trabajo en el marco de las plataformas digitales. Las nuevas formas de
trabajo se están enfocando desde las perspectivas sociológicas y económicas como una
necesidad imperiosa, sin tener en cuenta que pueden suponer una vuelta a lo que se ha
calificado “explotación medieval” de las personas que trabajan en estas nuevas formas
de actividad.
Estas otras formas de prestación personal de trabajo asalariado habían venido pre-
ocupando a los juristas del trabajo desde hace años, reconociendo la crisis de la unifor-
midad del trabajo propio del sistema taylofordista acompañado o sustituida por formas
diversificadas de prestación de trabajo de las que el Derecho del Trabajo no debe desen-
tenderse.
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jadores. ¿Cabe buscar una tercera vía entre estas nuevas formas de trabajo desregulados
con trabajadores mayoritariamente precarios y sobreexplotados en situaciones similares
a las que el surgimiento del Derecho del Trabajo trató de evitar con regulaciones que
no impidan esas nuevas formas de trabajo adaptados a las nuevas tecnologías y nuevos
sistemas de producción, pero aplicando a esos trabajos los criterios del trabajo decente
y con derechos?
Antonio BAYLOS afirma que el futuro del trabajo no solo depende de factores eco-
nómicos, sociales y culturales, sino que también depende de su regulación normativa,
una variable que parece desconocer quienes consideran irreversible e inevitable el sacrifi-
cio de los derechos de personas que trabajan en las nuevas formas de empleo. Por eso se
habla de que el futuro del trabajo que queremos depende de la regulación que queremos
de ese trabajo o, al menos, de la regulación que logremos conseguir.
Muchos juristas del trabajo han tratado, ante todo, de encajar las nuevas formas
de empleo en el ámbito y límites del tradicional contrato de trabajo, reinterpretando ya
sea el concepto de ajenidad ya el de subordinación, volviendo a la vieja idea de la puesta
a disposición o de la integración o incorporación a una organización productiva ajena
como formas propias de trabajo asalariado.
Pero el problema real no se resolverá solo ampliando las fronteras del contrato
de trabajo, manipulando o revisando las notas características que lo definen, tam-
bién hemos de responder a los desafíos de estas nuevas formas de trabajo, precisar y
revisar las actuales exclusiones y, al mismo tiempo, no derivar de esas exclusiones el
desconocimiento de los derechos fundamentales vinculados a la persona que trabaja,
por ejemplo, en materia de salarios, horarios, vacaciones, no discriminación, derechos
colectivos, etc.
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Al mismo tiempo, el propio Parlamento Europeo reconoce que las formas de em-
pleo para plataformas digitales y otros intermediarios pueden ser también oportunida-
des, pero siempre que no se conviertan en empleo precario, que estén reguladas y que
garanticen a los trabajadores un salario digno, con derechos laborales y una protección
social y sanitaria adecuadas, y que ello puede requerir nuevas normas e instituciones
laborales en lo que los interlocutores sociales deben asumir un papel y una responsabili-
dad evitando una inseguridad existencial que ha agravado la segmentación laboral y las
desigualdades salariales y de condiciones de trabajo y de protección social, con el riesgo
consecuente de fractura social.
Nuestro tema no es solo el del futuro del trabajo sino el de a qué sociedad con-
ducen estas nuevas formas de trabajo, si la economía puede basarse exclusivamente en
una explotación plena y entera de los beneficios para el capital de la tecnología de la
información y la robótica, sin preocuparse por los problemas que genera en las personas
que viven de su trabajo, destruyendo empleo y remplazando buenos empleos de trabajo
decente por empleos precarios con bajos salarios y sin derechos ni protección social.
Como se dijo hace años, la automatización no es un progreso en sí si no se acompaña
de una transformación en que la primacía prevalezca del humano. El trabajo debe seguir
teniendo un papel central dentro de nuestras sociedades porque no solo da seguridad
económica, sino que construye identidades personales e integración social, nos da opor-
tunidades de desarrollo personal y de autoexpresión en el trabajo. No se trata solo por
ello de recibir un ingreso decente.
Debemos pasar, en palabras de Tiziano TREU, del mero plano de la calificación
jurídica de los contratos al de la modulación de las tutelas para asegurar, condiciones
de trabajo justas y adecuadas y una protección social sostenible teniendo en cuenta las
diferentes necesidades y la naturaleza innovadora de los nuevos modelos productivos,
en su caso a través de una regulación específica de estos trabajos que se corresponde
a la concepción del trabajo decente de la OIT. Adquieren así un necesario papel reglas
y tutelas aplicables a todas las actividades de la persona que trabaja sea cual sea su
cualificación jurídica, una base común de principios universales de dignidad del trabajo
humano como objetivo esencial de la política del Derecho del Trabajo y base unificadora
de los trabajos fragmentados del futuro, evitando riesgos de desregulación y de anomia
reguladora y saliendo al paso del cuestionamiento del futuro del Derecho del Trabajo, o
de la defensa de que su campo de aplicación llegue a ser reducido y marginal, frente a
un número creciente de outsiders.
Según Jesús CRUZ, la progresiva erosión, detectada hace años, del nivel estatal de
la regulación del trabajo, variable dependiente de políticas económicas adoptadas a nivel
global se ha acentuado por las transformaciones del contexto económico y del trabajo
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Por ello, la única respuesta posible para afrontar los problemas de las nuevas for-
mas de trabajo es una interlocución a nivel internacional de los Estados y de los inter-
locutores sociales que aseguren que todos los trabajadores “sin apellidos” gocen de la
protección social adecuada, de los derechos fundamentales del trabajo garantizando a
todos un trabajo decente. Las nuevas tecnologías y los nuevos objetivos económicos de
competitividad afectan al futuro del trabajo, cambian las perspectivas, obligando a la OIT
a evolucionar y a adaptarse para seguir logrando sus permanentes objetivos de “justicia
social” sin ser arrastrada ni arrasada por la cuarta ola del avance tecnológico, que afecta
tanto al número de empleos como a la naturaleza y calidad del trabajo.
Para lograrlo será muy útil el Informe de la Comisión Mundial sobre el futuro del
trabajo “Trabajar para un futuro más prometedor”, que considera urgente encauzar y
aprovecharse de las transformaciones que afronta el mundo del trabajo para mejorar es-
tas transformaciones y fortalecer el espacio democrático para el diálogo social, haciendo
que los modelos empresariales pueden ajustarse mejor a un programa centrado en las
personas.
Para el Informe, “la OIT está llamada a desempeñar un papel ejemplar en el apoyo
a la ejecución de este programa, orientado por su mandato normativo basado en los
derechos y con pleno respeto a su carácter tripartito, y la OIT puede convertirse en un
órgano de referencia en el sistema internacional en lo que respecta al diálogo social, la
orientación y el análisis de las estrategias de cada país en pro del futuro del trabajo, así
como en el examen de cómo la aplicación de la tecnología puede incidir favorablemente
en el diseño del trabajo y en el bienestar del trabajador”.
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APORTACIONES AL CONGRESO
Llamo la atención sobre aspectos que, en el futuro devenir del trabajo, van a colo-
rear el mundo de las relaciones laborales y, por ende, el campo de las relaciones huma-
nas. El desarrollo y crecimiento, el bienestar y progreso de una sociedad vendrá deter-
minado en un futuro no solo por la cantidad de trabajo, ni tampoco por la calidad del
mismo, sino porque sirva de elemento integrador y socializador, amén de configurarse
como fundamento de desarrollo de la personalidad de cada individuo.
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TRABAJO DIGNO, TRABAJO DECENTE
La idea inicial, más primaria, del trabajo digno mira a la idea de un trabajo humano,
podemos decir que racional. El trabajo, y aún menos el trabajador, no puede considerarse
como una mercancía negociable en los mismos términos que cualquier otro objeto de
tráfico. Cierto es que no se puede evitar que el trabajo sea convertido o asimilado a una
mercancía, mensurable desde un punto de vista patrimonial, pero lo que sí se puede
hacer es poner límites a su nivel de mercantilización.
El concepto de trabajo decente se utiliza por vez primera en la OIT y en las ciencias
del trabajo en 1999 por el Director General de la Organización (OIT, 1999: 4) y se refiere
a la generación de oportunidades para que todos los hombres y mujeres accedan a un
empleo en condiciones de libertad, igualdad, seguridad, y dignidad humana. Había así
una identificación entre los objetivos calificados como estratégicos por la propia organi-
zación y los elementos integrantes y definitorios del trabajo decente. Según recuerda el
Director de la Organización Internacional del Trabajo, Guy Ryder, los factores indispensa-
bles para hacer avanzar toda la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible eran “promover
el empleo y las empresas, garantizar los derechos en el trabajo, extender la protección
social y fomentar el diálogo social”, factores que representan los cuatro pilares del Pro-
grama de Trabajo Decente de la OIT, con la igualdad de género como tema transversal.
En definitiva, garantizar lo que hoy entendemos por trabajo decente.
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Alejandro Díaz Moreno
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TRABAJO DIGNO, TRABAJO DECENTE
Quizás, como apunta Hepple (2001:12), lo novedoso del paradigma del concepto
trabajo decente es que “abarca todos los tipos de trabajo productivo”, puesto que, a
diferencia del trabajo clásico, “no presupone la existencia de un contrato ni de una re-
lación laboral”. Aquí encontramos una de las diferencias entre lo que se ha de entender
por un trabajo digno y un trabajo decente. Esta última cualidad afecta a la sustancia
misma del trabajo, sea de cualquier naturaleza, sea o no retribuido, sea por cuenta ajena
o propia. La dignidad del trabajo supone una previa o preexistente relación jurídica, una
previa regulación. El trabajo decente excluye desde el no trabajo hasta las relaciones más
sofisticadas, tanto el trabajo formal como el informal.
Podemos llegar a decir, siempre a salvo las diferencias patentes entre ambos su-
puestos, que al igual que acontece con los derechos humanos constitucionalizados, exis-
te un contenido esencial del trabajo decente, contenido esencial determinado por los
contenidos cifrados por la OIT y que representan un mínimo –de umbral hablan otros– de
aquellas características que el trabajo ha de reunir, no para ser decente, sino para ser
trabajo.
Y decimos que para nosotros supone un mínimo, antes que un máximo, porque lo
realmente importante es garantizar a toda la población una posibilidad de trabajar que
facilite el desarrollo de su personalidad, garantice su bienestar y el de su familia. La no-
ción de trabajo decente pretende englobar en un marco común las perspectivas jurídica
y económica, la cantidad y calidad del empleo, la seguridad en el trabajo y unos ingresos
dignos. Hay un umbral, pero no un techo de trabajo decente (Gil y Gil, J.L., 2017:24) o,
si se prefiere, hay un nivel mínimo universal en materia de trabajo decente, pero no un
tope (Somavía, J., 2001:180).
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Alejandro Díaz Moreno
cia por la naturaleza jurídica de los convenios de la OIT” (Lozano Lares, F., 2016:28).
Que los convenios de la OIT ratificados por España forman parte del ordenamiento
interno español desde su publicación en el BOE no suscita duda alguna. Pero eso no
les confiere un rango superior al de otra disposición legal de carácter interno, al menos
cuando de los Tratados del art.94.2 de la Constitución nos referimos.
Si algo ha caracterizado a la OIT durante sus cien años de existencia es, justa-
mente, el diálogo, el trabajar para convencer y no imponer, buscar adhesiones y no
sometimientos. Para que realmente podamos manejar un paradigma de trabajo de-
cente de común asentimiento y que goce del consenso necesario se ha de despojar
de cualesquiera componentes ideológicos, haciendo hincapié sobre aquellos aspectos
admitidos por la generalidad de los Estados. Seguramente las normas internacionales
de Derecho del Trabajo y los principios acuñados por la OIT son hoy más necesarios;
pero hay que buscar procedimientos para que su aplicación y carácter vinculante sea
creciente dentro de una situación como la actual, permitiendo conciliar crecimiento
económico justicia social.
Situaciones de crisis como las que estamos todavía atravesando ponen a prue-
ba la solidez del concepto mismo. La temporalidad unida a la menor duración de los
contratos laborales con la subsiguiente rotación continua de los trabajadores es una
constante en la actualidad. Pero, ¿son realidades incompatibles con el concepto de
trabajo decente?
Todas estas circunstancias que afectan hoy a nuestro mercado laboral se interpre-
tan como síntomas de una enfermedad mayor. Pero seguramente las futuras perspec-
tivas del desarrollo del mundo del trabajo y de la actividad económica en general serán
consecuencia necesaria de la situación actual.
Del trabajo digno hemos pasado a la idea-fuerza del trabajo decente más com-
prensivo y con un contenido más amplio que incide sobre los derechos mismos de
la personalidad y las necesidades sociales de cooperación y solidaridad. Si bien el
concepto sigue nutriéndose de las mismas fuentes y sigue apuntando a los mismos
objetivos, se relaciona con el futuro del trabajo. Cuando hablamos de dialogo social
hemos de pensar en uno futuros cauces de negociación distintos en su naturaleza
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TRABAJO DIGNO, TRABAJO DECENTE
y en sus interlocutores a los que hoy sirven de medio para la solución convencional
de los problemas laborales; si hoy la brecha de género resulta un factor decisivo y de
carácter transversal en todas y cada una de sus manifestaciones, también debemos
estar preparados para combatir y poner remedios a la brecha digital que puede abrir-
se como consecuencia del advenimiento de una nueva revolución que afectará sin
duda a las relaciones laborales.
Dentro de los múltiples aspectos a los que alude la idea del trabajo decente uno es
precisamente a la atención a las necesidades de formación del trabajador. La era digital,
la revolución tecnológica traen como consecuencia la necesidad de una mejor y nueva
formación de los trabajadores, de manera que lo que se denomina como brecha digital
no se convierta en una realidad. Entre formación profesional y trabajo decente se da una
relación dialéctica, de ida y vuelta, y hoy en día se reconoce la incidencia fundamental
del conocimiento en el desarrollo. En efecto, las economías ya no se basan únicamente
en la acumulación de capital y fuerza de trabajo: también es crecientemente necesaria
la acumulación de conocimiento e información (Ermida Uriarte, O., 2001:19). Resulta de
este modo que la formación profesional va a ser requisito y presupuesto del futuro de un
trabajo calificable como decente y, al tiempo, consecuencia de la existencia de un trabajo
que goce de tal cualidad.
El trabajo futuro, el trabajo del futuro y el futuro del trabajo pasan por la formación
de los trabajadores. Un trabajo más exigente, pero también más satisfactorio. Un trabajo
que va a requerir de mayor especialización, y ésta debe hacerse asequible para todos los
trabajadores.
No existe, sin embargo, una razón a priori para creer que la eficiencia económica se
contrapone al conjunto de derechos y beneficios asociados al trabajo decente. Es más,
cada vez es más aceptado que la reglamentación juega un papel importante en el logro
de resultados de eficiencia. Esa oposición sistemática no se corresponde con la realidad
ni se impone de una manera axiomática. La regulación, legal o por la vía del dialogo so-
cial, siempre resultará una garantía para la salvaguarda de los derechos básicos de toda
clase de trabajadores y, a la par, asegurar el crecimiento económico. El trabajo decente
está estrechamente vinculado a la competitividad empresarial (Egger, P., Sengenberger,
W., 2002:39).
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Alejandro Díaz Moreno
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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SOMAVÍA, J. (2001). “Reducir el déficit del trabajo decente”. En Boletín CINTERFOR, n.151, Mon-
tevideo, pp. 177-192.
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LA CALIDAD DEL EMPLEO EN UN MUNDO
EN TRANSFORMACIÓN: ¿QUÉ EMPLEO
PARA EL FUTURO DEL TRABAJO QUE QUEREMOS?
Los cambios en el empleo del futuro tendrán, con seguridad, un alcance antes
desconocido, sin que las previsiones sobre ese alcance y efectos en su destrucción,
creación y composición coincidan –dependiendo del compartimiento del crecimiento
económico y de la productividad, y según continentes y países–, siendo pesimistas
–¿optimistas– las que vaticinan una importante destrucción de empleo, y menos pe-
simistas otras que se inclinan por su sustitución y combinación con formas de empleo
tradicional en los servicios de cuidado personal, sostenidas en el crecimiento económi-
co y de la productividad.
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LA CALIDAD DEL EMPLEO EN UN MUNDO EN TRANSFORMACIÓN
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María Emilia Casas Baamonde
El crecimiento del empleo atípico, que es una constante desde las décadas finales
del pasado siglo según todos los indicadores que han cuantificado ese aumento –por
países, áreas geográficas y en el mundo–, y que ha cobrado nuevo impulso por la inno-
vación tecnológica y sus efectos en la tendencia a la polarización del empleo, se traduce
en una pérdida de derechos individuales y colectivos de los trabajadores, que tiene su
correspondencia en los de seguridad social, y en un incremento de su inseguridad en el
empleo y en sus condiciones de seguridad social, en definitiva, en una inseguridad vital.
La mayor flexibilidad de los ordenamientos laborales “en nombre del empleo” se ha
traducido en empleo precario, temporal o “hipertemporal” –que es la gran contribución
española a la “atipicidad” y precariedad del empleo como fenómeno global–, a tiempo
parcial involuntario, y otras modalidades en las que la duración y distribución del tiempo
de trabajo presenta una gran irregularidad y pueden convertirlo en ocasional, insegu-
ro, imprevisible, a la llamada, de “cero horas”, y, con él, el salario, insuficiente para la
atención de necesidades básicas. Esos malos empleos, de extremada precariedad pareja
a su imprevisibilidad, afectan especialmente a las mujeres, los jóvenes, las personas sin
cualificación o de baja formación y cualificación, inmigrantes…
Las formas atípicas de empleo dificultan la acción sindical, disminuyen las cuotas de
afiliación y debilitan la negociación colectiva como instrumento esencial de gobernanza
democrática de las relaciones laborales. Entorpecen el acceso a la protección social y de
la salud. El empleo atípico tiene asimismo repercusiones negativas para la productividad,
organización y capacidad de innovación de las empresas, para el funcionamiento del
mercado de trabajo, así como para el conjunto de la sociedad, que no optimiza su inver-
sión en educación/formación y cuyas pautas asentadas de consumo, de organización y
vida se desestabilizan.
Por el momento, los efectos ya contrastados del empleo atípico, de baja o mala
calidad, creado tras la gran crisis financiero-económica global de este siglo se han tradu-
cido en un incremento de las desigualdades sociales, salariales señaladamente, y en las
dificultades creadas a los sistemas de seguridad social, que ahondan esas desigualdades
al impedir su efecto redistributivo, y ponen en peligro la cohesión social. El incremento
del porcentaje de población en riesgo de pobreza es prueba de ello, como también lo es
la “pobreza laboral” resultante de los bajos salarios de los trabajadores de las nuevas for-
mas atípicas de empleo, que tienen, además, un apreciable sesgo de género. Convendrá
recordar la Agenda 2030 de Naciones Unidas y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible
para erradicar la pobreza y el hambre en 2030.
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LA CALIDAD DEL EMPLEO EN UN MUNDO EN TRANSFORMACIÓN
El trabajo es la opción vital del ser humano, sobre la que gravita su dignidad, sus
derechos y el libre desarrollo de la personalidad (art. 10.1 CE). El objetivo ha de ser el
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María Emilia Casas Baamonde
trabajo decente que solo se satisface con un empleo y de calidad, que permita cumplir
el derecho a la suficiencia salarial que la Constitución española enuncia (art. 35.1). El
empleo atípico legítimo ha de ser también decente.
Las previsiones sobre el futuro del trabajo no ocultan que ese futuro ha de ser go-
bernado por las decisiones de los poderes políticos y de los interlocutores sociales, pues
ese futuro no puede venir impuesto por determinaciones ajenas a las decisiones de los
Estados democráticos y de las organizaciones supranacionales en que se integran. No
por el hecho de que las transformaciones resulten de una economía digital global, de la
expansión del sector financiero internacional, de la mundialización del comercio, que-
dan los Estados, ni los representantes de los trabajadores y empresarios, desapoderados
de sus instrumentos de gobernanza de las relaciones laborales y de seguridad social y
desprovistos de efectividad, sin perjuicio de la necesidad de utilizar instrumentos de más
amplio alcance, entre los que la autonomía colectiva, el diálogo social y las normas eu-
ropeas e internacionales tienen un papel relevante que cumplir en el gobierno del futuro
del trabajo.
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LA CALIDAD DEL EMPLEO EN UN MUNDO EN TRANSFORMACIÓN
Pero, ¿quién hace frente a los nuevos riesgos del empleo, del trabajo, de la protec-
ción social, en definitiva, de la existencia?, esto es, ¿a las consecuencias sociales de las
transformaciones tecnológicas y productivas? ¿Cómo se garantiza el avance de la igual-
dad de género? La transformación es y será irreversible. Sin embargo, no puede ser una
excusa impuesta para justificar la pérdida de trabajo decente. En esta transformación,
en la que ya estamos inmersos, el Derecho del trabajo y de la seguridad social no está
fatalmente condenado a no ser, a no poder cumplir su función, que es propia del Estado
social y se fundamenta también en el mandato de igualdad real que la Constitución diri-
ge a los poderes públicos constituidos (arts. 1.1 y 9.2 CE).
En definitiva, parece seguro que antes o después hemos de caminar hacia la renova-
ción pacto social –Estados, mercados ciudadanos–, a nivel mundial a través de la OIT, y en
cada país, sobre el que organizar los Estados sociales ante un mundo en transformación
que ya ha comenzado. Esos pactos sociales nuevos o renovados no podrán prescindir
de la igualdad de las mujeres, de la igualdad de género, como elemento central de sus
contenidos, ni de su logro decidido a través de las medidas adecuadas, gradual pero
rápido, lo antes posible, para alcanzar la justicia social que la OIT promueve. No es justo
tener que esperar más de 100 años para cerrar la brecha de género, como recientemente
ha calculado el Fondo Monetario Internacional (The Global Gender Gap Report 2018,
Ginebra, 2018).
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TRABAJO Y SOCIEDAD: UNA PERSPECTIVA SOCIOLÓGICA
Las dificultades para abordar el tema Trabajo y Sociedad son múltiples. Entre ellas
destacaríamos los conceptos implicados en ambos términos y las diferentes situaciones
que a nivel planetario se producen.
Desde los años 60 se produjo un relativo consenso sobre el nuevo carácter de la
sociología del trabajo (Finkel, 1994). Se pasó a considerar el trabajo de forma mucho más
amplia que el vinculado a una relación salarial. Se incluye así, el autoempleo, la economía
informal, el trabajo voluntario, el forzoso y el doméstico.
Para la OIT el trabajo es determinante para la consecución de la justicia social y esa
es la función que le corresponde en la sociedad. Hago mía su concepción y especifico que
también es un determinante para conseguir calidad de vida, igualdad, cohesión social y
progreso social.
Trabajo no es sinónimo de empleo. La delimitación de la frontera entre trabajo y
empleo no es una cuestión lingüística, es, sobre todo, una cuestión social y política.
Según María Ángeles Durán (2012), (primera mujer galardonada con el Premio Na-
cional de Sociología en 2018), en las economías desarrolladas nuestro nivel de bienestar
no se sostendría sin el trabajo no remunerado. Con análisis basados en la utilización del
tiempo, observó el reparto de la “Carga Global de Trabajo” para mantener el bienestar
del que disfrutábamos al final del siglo pasado.
Existe una constante interacción entre trabajo remunerado y no remunerado, entre
hogares, sociedad y Estado.
El entender el trabajo en su concepción amplia, y dada su situación, nos exige plan-
tear un reparto equitativo y democrático de la carga global del trabajo (remunerado y no
remunerado), sin adscripción de funciones por planteamientos claramente interesados
y sustentados en principios ideológicos no igualitarios (patriarcado). Estos aspectos se
deben potenciar desde la educación y socialización primaria.
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TRABAJO Y SOCIEDAD: UNA PERSPECTIVA SOCIOLÓGICA
Gráfico 1. Reparto de la Carga Global de Trabajo en los estados de bienestar Europeos, 1999
No Remunerado
remunerado Hombres
Hombres 19%
13%
Remunerado
No
Mujeres
remunerado
14%
Mujeres
54%
Entiendo que debe de haber un concepto general que haga equivalente la sociedad
a la humanidad y que parta de la consideración de las personas como seres sociales,
cooperativos, solidarios, que construyen las estructuras sociales y son portadoras de de-
rechos humanos. Necesitamos grupos primarios, relaciones comunitarias, y más sociedad
para sobrevivir y mejorar.
Como expone David Fernández (2016), nunca tan pocas compañías habían tenido
tanto poder. El 10% de los grupos cotizados en Bolsa genera el 80% de todos los bene-
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Miguel Ángel Altuna Isasmendi
ficios que se obtienen en el mundo. El 1% más rico tiene tanto patrimonio como todo el
resto del mundo y la brecha, lejos de reducirse, se ha ampliado.
Pikkety (2014) ha demostrado con exhaustivos datos que se produce una concen-
tración constante del aumento de la riqueza que aumenta la desigualdad económica.
Para evitarlos plantea la necesidad de una política económica global.
Como expone Andrea Rizzi (2007), según un estudio del FMI, la parte de la tarta de
la riqueza que le toca al trabajo en las economías desarrolladas se va reduciendo desde
hace décadas.
Como plantea Beck (2012), el capitalismo global parece disolver en los países
occidentales los valores esenciales de la sociedad del trabajo. Un capitalismo “que
no busque más que el beneficio, sin consideración alguna hacia los trabajadores,
el estado de bienestar y la democracia, es un capitalismo que renuncia a su propia
legitimidad”.
– Más del 65% opinan que la responsabilidad de crisis corresponde a las grandes
empresas y la Troika. Más del 55% a la globalización.
– El 65% estaría dispuesto a pagar más impuestos para asegurar una menor des-
igualdad.
El contexto social tiñe todas las tendencias. Las inercias y automatismos del sistema
van por otro sitio diferente a los ODS. Los intereses son manifiestos y a algunos les va
muy bien. Los retos son globales y las respuestas también lo deben ser.
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TRABAJO Y SOCIEDAD: UNA PERSPECTIVA SOCIOLÓGICA
3. CAMBIO TECNOLÓGICO
Según Luz Rodríguez (2018), las cifras del impacto actual de esos fenómenos en
los puestos de trabajo varían. El Foro Económico Mundial plantea que desaparecerán 5,1
millones de empleos netos entre 2015 y 2020. Mckinsey mantiene que el 50% de las
actuales actividades son susceptibles de automatización y la OCDE limita el número de
puestos al 9%. El profesor Manuel A. Hidalgo expresa que las nuevas tecnologías crean
más empleo que el que destruyen (Furundarena, 2018).
No; 36 No; 34
No; 63
Si; 64 Si; 65
Si; 36
84
Miguel Ángel Altuna Isasmendi
Si; 57 Si; 51
Si; 48
Si; 40
La perdida de puestos Renta compensatoria El Estado debería pagar Pagaría más impuestos
de trabajo se para los que pierdan Renta Básica Universal para RBU
compensará con otros trabajo por la
nuevos automatización
Gráficos 4. Opinión sobre las consecuencias del cambio tecnológico en el trabajo
Negativas; Negativas;
19 19
Ni positivas Ni positivas
ni negativas; ni negativas;
18
24
Positivas; 59 Positivas; 53
General Personal
85
TRABAJO Y SOCIEDAD: UNA PERSPECTIVA SOCIOLÓGICA
General Personal
31 31
21 19
12 14
4. CONSIDERACIONES FINALES
En nuestro ámbito, se debe mejorar la calidad del empleo en España y acabar con
los espacios desregulados. Se necesita un marco de Dialogo Social estructurado para
afrontar los cambios del mercado de trabajo. Los cambios de modelo productivo se de-
ben incentivar.
Es preciso tener en cuenta también, como plantea Stiglitz (2015), que la protec-
ción social le da a la gente la confianza necesaria para estar abierto no solo a lo global,
sino también a los cambios tecnológicos del futuro, y que las políticas y pactos deben
ser globales. Las vueltas a perímetros “nacionales” no son ninguna solución. Los plan-
teamientos exclusivistas solo responden a intereses de elites locales que se compaginan
perfectamente con los de las grandes corporaciones y que excluyen o pueden prescindir
de los planteamientos democráticos y de los intereses de la mayoría.
Los ODS de Naciones Unidas son una excelente propuesta, pero su carácter propo-
sitivo hace depender de los talantes políticos su implementación. Se necesita modificar la
gobernanza mundial articulando estrategias que no bloqueen, o limiten los procedimien-
86
Miguel Ángel Altuna Isasmendi
Lo que se debe plantear en la actualidad son los derechos de los trabajadores, sus
necesidades, y a nivel macro la distribución de las rentas empresariales y las rentas del
trabajo (Cañigueral, 2019). El debate de las rentas básicas, mínimas, de garantía, van en
esa dirección y será necesario también explorarlo.
Los resultados de las encuestas que hemos expuesto nos pueden indicar el norte
de las posibles direcciones a tomar. Ellas nos hablan claramente de la necesidad de más
sociedad.
El trabajo ocupa una posición central en la vida de las personas. Las condiciones del
trabajo, tienen una gran influencia en el bienestar individual. Es decir, su estabilidad, el
tiempo de trabajo, su organización, su compensación económica, sus repercusiones en
la salud, su compaginación con la vida familiar y social, las posibilidades de promoción
(Altuna, 2011).
87
TRABAJO Y SOCIEDAD: UNA PERSPECTIVA SOCIOLÓGICA
REFERENCIAS BIBIOGRÁFICAS
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Rioja, M. (dirs.), La Calidad Social en Andalucía, España y Europa. Un sistema de Indicadores,
pp. 75-88, Madrid, Editorial Biblioteca Nueva.
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STIGLITZ, J. E. (2015). La gran brecha, qué hacer con las sociedades desiguales, Madrid, Taurus.
88
HACIA UN TRABAJO DE CALIDAD TRABAJO
EN LA SOCIEDAD ACTUAL*
*
Estas páginas se corresponden con mi intervención en el Congreso Interuniversitario OIT sobre el
futuro del trabajo, que tuvo lugar en la Facultad de Ciencias del Trabajo de la Universidad de Sevilla los días 7
y 9 de febrero de 2019.
1. PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN
1
OIT: Trabajar para un futuro más prometedor, Comisión Mundial para el Futuro del Trabajo, Organi-
zación Internacional del Trabajo, Ginebra, 2019, pág. 45.
2
Un buen estudio sobre esta cuestión en TRIGUERO MARTÍNEZ, L. A.: “Emprendimiento, nuevas tec-
nologías y economía colaborativa: ¿Quo Vadis, Crowdworking?”, en AA. VV.: Digital Work and Personal Data
Protection. Key Issues for the Labour of the 21st Century, Dir. Nuno Cerejeira Namora, Lourdes Mella Méndez,
Duarte Abrunhosa e Sousa, Gonzalo Cerejeira Namora y Eduardo Castro Marqués, Cambridge Scholars Publi-
shing, 2018, págs. 103 y ss.
91
Hacia un trabajo de calidad trabajo en la sociedad actual
nuevas relaciones laborales nacidas con estas formas de producción no pueden demorar
su regulación y exigen a esta rama del Derecho una mayor capacidad de adaptación y
reconfiguración.
Otro aspecto sobre el que poner el acento es el de la delgada línea que separa el
tiempo de trabajo del tiempo de ocio. Caminamos hacia una reducción del tiempo de
trabajo, fruto de la robotización de los puestos de trabajo: las máquinas harán parte del
trabajo, dispondremos de más tiempo de ocio, por lo que habrá que repensar la distri-
bución de los tiempos. Ha de reformularse el concepto de trabajo y también la relación
entre el trabajo y nuestro entorno y dotar al trabajo y, en concreto, al tiempo y lugar de
2
Consejo Económico y Social: Informe sobre el futuro del trabajo, Informes, nº 3/2018, CES, Madrid,
2018, pág. 13.
92
Icíar Alzaga Ruiz
prestación de servicios de una mayor flexibilidad. Sin olvidar que esos nuevos espacios de
ocio (cultura, deporte, etc.) traerán consigo la creación de nuevos puestos de trabajo en
estos sectores de actividad.
Hay que apostar por el trabajo decente y de calidad, y adoptar normas, que permi-
tan ajustar la política económica y social a la nueva realidad social. Se deben garantizar
los derechos fundamentales de los trabajadores, velando por que todos ellos gocen de
una protección social adecuada.
2. PROPUESTAS
4
OIT: Trabajar para un futuro más prometedor, Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo, OIT,
Ginebra, 2019, pág. 34.
93
Hacia un trabajo de calidad trabajo en la sociedad actual
3. CONCLUSIONES
Quizá una de las claves sea determinar hacia qué sociedad queremos avanzar, qué lugar
ocupará el trabajo y qué lugar ocuparán las personas que prestan servicios en esta nueva
sociedad. ¿La desigualdad es inevitable en el mundo laboral? ¿Una sociedad basada en
el pleno empleo, con cobertura social es solo una utopía? O en palabras de Rabelais:
“Science sans conscience n´est que la ruine de l´âme”5. ¿Qué lugar debe ocupar el ser
humano y, más en concreto, el trabajador en este nuevo mundo que estamos creando
entre todos? La OIT jugará sin duda un papel fundamental a la hora de ofrecernos una
respuesta a estas cuestiones.
5
RABELAIS, F.: Pantagruel, Libro II, Capítulo VIII.
94
EL TRABAJO DECENTE EN NORMAS
Y DOCUMENTOS DE LA OIT
Hace ya casi veinte años, el entonces director general de la OIT, Juan Somavía,
presentaba la Memoria a la Conferencia Internacional de1999, que llevaba por título
“Trabajo decente”, en cuyo prólogo se afirmaba que proponía “una finalidad primordial
para la OIT en estos momentos de transición mundial, a saber, la disponibilidad de un
trabajo decente para los hombres y las mujeres del mundo entero. Es la necesidad más
difundida, que comparten los individuos, las familias y las comunidades en todo tipo de
sociedad y nivel de desarrollo. El trabajo decente es una reivindicación mundial con la
que están confrontados los dirigentes políticos y de empresa de todo el mundo. Nuestro
futuro común depende en gran parte de cómo hagamos frente a ese desafío”.
A partir de entonces han sido numerosos los documentos elaborados sobre el tra-
bajo decente, conceptuado en términos generales como “el trabajo productivo para los
hombres y mujeres en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana”,
y ya concretado en los programas de trabajo decente (PTD) por países, que reposan sobre
cuatro pilares, que son la creación de empleo y el desarrollo de las empresas, la protec-
ción social, las normas y derechos en el trabajo, y la gobernanza y diálogo social.
En dicho texto se recuerda cuáles eran los objetivos estratégicos definidos por la
OIT, que desarrollaban las líneas generales apuntadas años antes, sobre el trabajo decen-
te, destacando la importancia de avanzar su seguimiento y actualización, o de puesta en
práctica en aquellos países que aún no lo hubieran hecho, dados los nuevos desafíos en
el mundo laboral, entre los que se citaban de forma expresa “la gobernanza del merca-
do de trabajo, la naturaleza de la relación de trabajo y el propio futuro del trabajo”, al
tiempo que subraya el crecimiento de las desigualdades, “que han venido a agravar el
estancamiento de los salarios y el aumento de la inseguridad del empleo, factores que
también han contribuido a la polarización del discurso político en muchos países”.
97
El trabajo decente en normas y documentos de la OIT
En el Informe se afirma que los responsables de las políticas “están teniendo que
abordar nuevas cuestiones derivadas de la expansión de diversas formas de empleo y
adoptan una combinación de políticas destinadas a fomentar el empleo y que a la vez
preservan los derechos en el trabajo”.
En cuanto al apoyo a las personas a lo largo de las transiciones del futuro del tra-
bajo, se pone especial atención tanto en las medidas dirigidas a jóvenes, con políticas de
formación, aprendizaje y emprendimiento que permitan la inclusión de todos ellos, como
en las enfocadas a la población de edad avanzada “para ampliar sus opciones y favorecer
una sociedad activa a lo largo de toda la vida”.
98
Eduardo Rojo Torrecilla
99
El trabajo decente en normas y documentos de la OIT
sonal y de trabajo no afectan solo a los primeros, sino, como explica muy acertadamente
el Informe, también a los segundos.
Por último, el tercer eje central del informe es el de invertir en trabajo decente y
sostenible. En este punto se plantea primeramente la conveniencia de adoptar incenti-
vos para promover inversiones en las que se califican de “áreas clave que promuevan
el trabajo decente y sostenible”, en línea con las recomendaciones formuladas en los
Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, haciendo por ejemplo expresa mención a que
100
Eduardo Rojo Torrecilla
la economía de los cuidados “podría generar más de 475 millones de empleo en todo
el mundo para 2030”, que medidas necesarias para mitigar el cambio climático, apostar
por la economía verde, las energías renovables y la construcción y el acondicionamiento
medioambiental sostenibles, reforzar inversiones en la economía rural (de la que se re-
cuerda que sigue ocupando a “más de dos de cada cinco trabajadores del mundo), o la
mejora de la modernización de la agricultura de la agricultura de subsistencia a pequeña
escala, son todas ellas necesarias para mejorar las condiciones de vida y de trabajo de
gran parte de la población mundial, y que además, y con independencia de cuáles sean
las áreas de inversión económica que elija cada país, “será un requisito indispensable
disponer de unas infraestructuras físicas, digitales y sociales, en particular de servicios
públicos de alta calidad”.
Por fin, se trata de reorientar los incentivos hacia un modelo empresarial y económi-
co, leit motiv del informe, “centrado en las personas”, pidiendo un cambio en la gober-
nanza y la conducta empresariales que pasa por una mayor transparencia y rendición de
cuentas de sus actividades, manifestando el informe su preocupación “por la concentra-
ción de poder en manos de las empresas tecnológicas actuales”, apoyando las iniciativas
internacionales, existentes o en marcha, “para promover más competitividad por la in-
novación y el desarrollo de empresas que se adapten mejor a la consecución de objetivos
sociales”. Especialmente importante me parece su propuesta (que no es una novedad en
el panorama internacional, pero que tiene la fuerza de provenir de una institución de la
importancia de la OIT) de cambiar los criterios para medir el progreso social y económico,
cuestionado que solo el producto interior bruto deba ser el criterio de referencia.
101
HACIA UN FUTURO CON TRABAJO
DECENTE Y PARA TODOS Y TODAS
CRISTINA FACIABEN
Secretaria Confederal de Internacional y Cooperación de CCOO
CCOO, como mandantes de la OIT, estamos plenamente comprometidos en la Ini-
ciativa del Centenario de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) del Futuro del
Trabajo y llevamos meses de intenso trabajo en aras de construir la contribución española
a la misma.
Voy a intentar trasladar como consideramos desde CCOO que debe ser el Futuro
del Trabajo, o como preferimos llamarlo nosotros: el Trabajo del Futuro.
Partimos de la base de que el principal objetivo es que el Trabajo del Futuro sea un
Trabajo Decente, no solo Digno, sino Decente y para todas y todos.
105
Hacia un futuro con trabajo decente y para todos y todas
Los cada vez más frecuentes acuerdos comerciales internacionales podrían gene-
rar crecimiento, empleo e inclusión social si se desarrollaran sus disposiciones sociales y
laborales. Por el contrario, en la mayoría de los casos suponen desregularización y una
tendencia a la baja de las regulaciones laborales, de protección social y medioambienta-
les, además de subordinar a los tribunales y los parlamentos nacionales a los intereses de
las grandes corporaciones.
Por su parte la OIT, y en este punto debemos contribuir los mandantes, debe refor-
zar su protagonismo y preeminencia ante la intromisión de los organismos internaciona-
les de carácter financiero y económico sobre el Trabajo.
Por un lado, por la imposición de reformas laborales que tienen graves consecuen-
cias para el mundo del trabajo y para los derechos fundamentales de los y las trabajado-
ras. Y por otro, por la idea que propagan de que las normas internacionales del trabajo,
suponen un freno al empleo y al crecimiento económico. Nada más lejos de la realidad.
Las normas internacionales del trabajo de OIT deben reforzarse como factor determinan-
te para lograr el Trabajo Decente.
Es necesaria una transición justa hacia las nuevas realidades del trabajo que favo-
rezca la creación de trabajo decente y prevenga y mitigue los riesgos de segmentación y
exclusión social que puede generar.
De forma paralela es necesario exigir políticas públicas y una agenda digital para
abordar los impactos en el mundo del trabajo de la nueva economía con la participación
106
Cristina Faciaben
sindical. También debemos impulsar el cambio de modelo productivo hacia un nuevo pa-
radigma donde el valor añadido, la calidad de la producción y el empleo, se antepongan
a los bajos costes como factores de competitividad. Es necesario también un ordena-
miento jurídico que acabe con la irregularidad y la desregularización de las nuevas formas
del trabajo, que tiene su mayor expresión en el trabajo en plataformas, y que contribuya
a una mayor calidad del trabajo.
Estamos convencidos de que una Negociación Colectiva potente y que tenga efec-
to sobre el mayor número de trabajadores y trabajadoras posible de todos los sectores,
supondrá la mejora de los derechos y de la calidad de las condiciones de trabajo, pero
también garantizará una distribución más justa del previsible aumento de la productivi-
dad que la nueva economía generará.
Esto requerirá que los Sindicatos nos adaptemos a las nuevas realidades. En primer
lugar, deberemos conseguir que se reconozca como trabajo lo que hoy aún se considera
colaboración, que los propios trabajadores y trabajadoras tengan conciencia de serlo y
no ser solo “colaboradores”, tendremos que adaptar nuestra organización y nuestra
manera de acercarnos a los y las trabajadoras en entornos sin centros de trabajo físicos,
sin jornadas regulares, sin contacto entre los trabajadores… Estamos trabajando para ser
los Sindicatos del Futuro.
Somos conscientes de que los retos de futuro a los que nos enfrentamos son enor-
mes, pero no podemos desfallecer y debemos trabajar para que el crecimiento económi-
co repercuta sobre todos y todas, sin excepción.
Las oportunidades de la nueva economía deben ser aprovechadas para reducir des-
igualdades y generar más oportunidades para la clase trabajadora. Deben mitigarse los
efectos negativos que presente el nuevo paradigma, pero también asegurar que los be-
neficios que produzca la digitalización se redistribuyan de forma justa entre todos los
actores que contribuyen a generarlos.
Para acabar, tal y como establecen la Agenda 2030 y los ODS: el desarrollo debe ser
inclusivo por lo que todos y todas tenemos que contribuir a que el Trabajo del Futuro sea
un Trabajo Decente y no deje a nadie atrás.
107
PROTECCIÓN SOCIAL
FRENTE A LA EXCLUSIÓN SOCIAL
111
Protección social frente a la exclusión social
Que sean fenómenos distintos no es óbice para afirmar que el origen de la exclusión
se encuentra fundamentalmente en la dinámica derivada de la pobreza y de la distribu-
ción desigual de los recursos económicos, con su reflejo inmediato en la educación, la
sanidad, la vivienda y, por supuesto, en el empleo. No puede desconocerse que las altas
tasas de desempleo y la precarización en las condiciones de trabajo son determinantes
de vulnerabilidad y, potencialmente, de exclusión social. Es así como la relación entre
empleo y exclusión social es inversamente proporcional, es decir, a mayor empleabilidad
de los ciudadanos (más y mejor empleo, más estable, mejor remunerado) menor riesgo
de padecer exclusión social.
Por su parte, la inclusión social sería el proceso que asegura que todas las personas
tienen las oportunidades y los recursos necesarios para participar plenamente en la vida
económica, social y política. Una sociedad inclusiva, por tanto, habilitará mecanismos
(políticas activas de prevención de la exclusión social, y pasivas de protección de los
más vulnerables) para asegurar la garantía de los derechos humanos, la dignidad y la
ciudadanía activa. Es importante advertir en este punto del necesario compromiso del
conjunto de la sociedad, dicho esto en el sentido de rechazar antiguas atribuciones del
origen de las desigualdades a las personas que las padecen. Las viejas ideas del “capita-
lismo popular thatcheriano”, de democratización de las inversiones, de apertura de los
mercados de capitales a quienes no eran profesionales en Bolsa, de fomento del ahorro
de las familias, conducían a la idea de que los logros y el éxito sólo dependen de nuestro
talento y nuestro esfuerzo y que, por tanto, la pobreza o el desempleo es simplemente un
problema de comportamiento individual, culpabilizándose a los que están sin trabajo. El
afianzamiento de estas ideas en la sociedad no sólo puede provocar la disminución de las
iniciativas en favor de la inclusión sino conducir a que las adoptadas sean menos eficaces.
La lucha contra la pobreza en Europa comienza en los años 70 del siglo XX sin de-
masiado éxito hasta el Tratado de Ámsterdam de 1999 que consagraba la erradicación
de la exclusión social como objetivo de la política social comunitaria. A partir de ahí no
ha hecho más que desarrollarse a través de Libros, Programas, Estrategias y Recomen-
112
Gloria P. Rojas Rivero
113
Protección social frente a la exclusión social
Las relaciones entre ambos sistemas son complicadas porque responden a lógicas
distintas, pero la separación y complementariedad entre ellos parece que va a perdurar,
entre otras cosas porque la tendencia legislativa hacia la asistencialidad se favorece desde
la propia CE (arts.53.3, 41, 149.1.17, 148.1.20). Ahora bien, es posible dentro del marco
constitucional una protección específica contra la pobreza, no sólo desde la asistencia
social, sino también desde la Seguridad Social.
114
Gloria P. Rojas Rivero
Las políticas contra la exclusión social están siendo objeto de una profunda revisión,
las reformas del sistema de protección han ido en la línea de establecer criterios más res-
trictivos de acceso a las prestaciones y acentuar mecanismos que propicien la inserción
laboral y social que eviten la dependencia sine die de las prestaciones. El sistema español
de Seguridad Social es un sistema que protege a los que están dentro, pero que es poco
eficiente en la protección contra la pobreza; que descuida aspectos como la familia, la
natalidad, la conciliación de la vida laboral y familiar, el desempleo. Quizá habría que
proteger más o en mayor medida el desempleo y hacer más eficientes las pensiones en
relación a las situaciones de necesidad que protegen. Otra tendencia de las reformas es
la de tratar de repartir más eficazmente las competencias entre los distintos niveles de
gobierno. La actual distribución de competencias en políticas contra la exclusión social
es la de unas prestaciones, las asistenciales de Seguridad Social, del gobierno central; y
otras, las rentas mínimas de inserción, que corresponden a las CCAA. Las primeras, aun-
que iguales en todo el Estado, acaban por no ser equitativas al depender de los niveles
de precios en cada CA, de ahí que éstas debieran corregir esas diferencias. Mientras que
en el caso de las segundas, las diferencias son aún mayores, siendo aconsejable que la
Administración central intervenga para garantizar estándares mínimos transfiriendo re-
cursos hacia las CCAA más pobres.
Sin duda, la plena satisfacción de la inclusión social está en función de las opciones
de política jurídica, y la mejor manera de afrontarla será con trabajo decente, el trabajo
es la llave de acceso a un verdadero estado de ciudadanía. El gran problema de la eco-
nomía española es su incapacidad para crear empleo regular, estable y bien remunerado.
La continua precarización del empleo, la devaluación interna de los salarios, las cifras
del desempleo, reforzados por la reforma laboral de 2012, han supuesto un crecimiento
de las desigualdades provocadas por el crecimiento de las rentas del capital a costa de
las rentas del trabajo; han crecido las rentas superiores a costa de las rentas medianas y
bajas.
115
REVOLUCIONES TECNOLÓGICAS, PARADIGMAS
ORGANIZATIVOS Y EL FUTURO DEL TRABAJO
Actualmente estamos inmersos en una ola tecnológica sin precedentes, que ame-
naza con dejar sin empleo a aquellos trabajadores y trabajadoras con menores salarios y
con menor cualificación, que actualmente desempeñan funciones caracterizadas por ta-
reas rutinarias, tanto manuales como cognitivas, que serán desplazadas por la automati-
zación. En este sentido, se demandará cada vez más un capital humano muy formado y/o
con habilidades creativas y sociales muy desarrolladas. Por tanto, tenemos que repensar
la educación, así, las aulas deben transformarse, fomentando el trabajo colaborativo, en
base a proyectos, desarrollar la creatividad, aplicar metodologías basadas en la solución
de problemas complejos, que aúnen diversas disciplinas. Cada vez más, la interdisciplina-
riedad es un imperativo en el desarrollo de los planes educativos y formativos. Además,
la relación entre lo público y lo privado es más determinante que nunca, la formación se
debe asociar al puesto de trabajo, en este sentido, la formación dual debe ser un instru-
mento a potenciar. Y debemos trabajar en el desarrollo de las competencias creativas y
sociales de las personas, para que la automatización nos permita avanzar a todos y todas.
Con nuestra reflexión pretendemos contribuir al debate sobre el “Futuro del Trabajo”
planteado por la Organización Internacional del Trabajo en su Centenario.
A lo largo del tiempo las revoluciones tecnológicas han ido de la mano de cambios
en los paradigmas imperantes en la Dirección de Empresas, notándose una clara relación
entre tecnología e innovación, así como entre tecnología y gestión de personas en las
empresas. Esto tiene, además, un reflejo claro en las demandas de capital humano en
las organizaciones, y por tanto en el mercado de trabajo y en la relación entre empleo y
educación/formación.
La Primera Ola emerge derivada del desarrollo motor a vapor, que traerá consigo
la mecanización de actividades en las empresas, así como mejoras en las comunicacio-
nes, con el desarrollo del ferrocarril. En el ámbito de la Dirección de Empresas, se inicia
119
Revoluciones tecnológicas, paradigmas organizativos y el futuro del trabajo
Por último, en nuestra opinión, hoy en día es posible hablar además de la existencia
de una Quinta Ola, asociada a la digitalización y a la universalización de las TIC, sobre
todo del teléfono móvil. En particular tras la crisis mundial que comienza en 2008 se de-
sarrollan nuevos modelos de negocio de economía colaborativa, basados en la existencia
de tangibles ociosos. Además el cliente es el rey y exige una gestión omnicanal a la em-
presa, las operaciones se organizan a través de ecosistemas digitales de organizaciones
(Weill y Woerner, 2015). Las empresas deben trabajar en desarrollar las capacidades de
sus empleados para poder responder a las necesidades individuales de los clientes, y eso
afecta a todas las áreas de la empresa, y por ejemplo se requiere la creación de nuevos
puestos como los analistas de datos (Vom Brocke y otros, 2018).
120
Ana Rosa del Águila Obra
Si bien, hoy en día, la pregunta que cabe hacerse sería ¿qué tipo de trabajos son
más susceptibles de ser automatizados? Se está produciendo una polarización del mer-
cado de trabajo, hacia un empleo con mayores salarios, asociados a trabajos más cogni-
tivos, y bajos salarios asociados a ocupaciones manuales (Frey y Osborne, 2017).
121
Revoluciones tecnológicas, paradigmas organizativos y el futuro del trabajo
4. CONCLUSIONES
Por el contrario, los empleos asociados al sector del transporte (con los vehículos
autónomos) y la logística (con el desarrollo de la tecnología RFID, los códigos QR o los
drones), se verán más afectados por la automatización, así como determinados puestos
122
Ana Rosa del Águila Obra
asociados al sector servicios (por ejemplo, los cajeros o teleoperadoras), que tenderán
incluso a desaparecer.
En el análisis que hemos realizado ha quedado patente que la relación entre tec-
nología y Dirección de Empresas, y por extensión en la demanda de capital humano en
las empresas es un fenómeno en forma de péndulo. En las primeras olas tecnológicas se
demandaban más empleados para tareas manuales o tareas cognitivas rutinarias, tras los
procesos de automatización. Por el contrario, en la ola tecnológica actual se demandan
más empleados y empleadas con capacidades creativas y con un amplio desarrollo de las
habilidades sociales, capaces de gestionar situaciones complejas, no normalizadas en las
organizaciones.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
123
ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO Y DE LA PRODUCCIÓN
IGNACIO GARCÍA-PERROTE
Catedrático de Derecho del trabajo de la
Universidad Nacional de Educación a Distancia y abogado
1. ¿LOS ESTADOS NACIONALES SON SOBERANOS EN LA DEFINICIÓN
DE SU DERECHO DEL TRABAJO? LOS CAMBIOS EN LA REALIDAD
SOBRE LA QUE SE ASIENTA EL DERECHO DEL TRABAJO
Es bastante limitado el grado real de “soberanía” que los Estados nacionales tienen
en la actualidad a la hora de definir su Derecho del trabajo y su regulación laboral. Entre no-
sotros, ello es especialmente acusado en la Unión Europea, a la que se hace –jurídicamen-
te– una cesión de soberanía. Pero, más en general, la economía globalizada tiene como
consecuencia que la capacidad de decisión de un país en materia laboral se ve limitada o
está condicionada porque esa decisión puede ser mejor o peor recibida internacionalmente
y tener repercusiones mayores y menores para su economía y para sus ciudadanos.
1
Informe de la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo, Trabajar para un futuro más promete-
dor, Ginebra (OIT), enero 2019, p. 46.
127
Organización del trabajo y de la producción
Sea como fuere, existe una preocupación –y una tensión– en todos los países
para adaptar los conceptos de trabajador dependiente y autónomo a las nuevas
realidades.
2
Y.N. Harari, 21 lecciones para el siglo XXI, Barcelona, Debate, 2018., pp. 27, 36 y ss
3
Remito por todos al libro de J. Prassl, The concept of the employer, Owford (University Press),
2015.
4
Interesante es, en este sentido, la definición de trabajador que incorpora en su artículo 2.1 a) la Pro-
puesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo relativa a unas condiciones laborales transparentes y
previsibles en la Unión Europea. La Propuesta de Directiva trata de establecer “los derechos mínimos aplicables
a todos los trabajadores de la Unión”. Como afirma la Exposición de Motivos de la Propuesta, el mencionado
artículo 2 - “fija los criterios que definen la condición de trabajador a efectos de la Directiva propuesta. Estos
criterios se basan en la jurisprudencia que ha desarrollado el TJUE desde el asunto C-66/85 Lawrie-Blum, como
se recordó recientemente en el asunto C-216/15 Ruhrlandklinik. Es preciso especificar estos criterios a la vista
de las conclusiones de la evaluación REFIT (Comisión sobre adecuación y eficacia de la Directiva sobre la obli-
gación de informar por escrito a los trabajadores, 91/533/CEE), en relación con el hecho de que el ámbito de
aplicación de la Directiva sobre la obligación de informar por escrito varía ente los Estados miembros en función
de sus conceptos de ‘empleado’, ‘relación laboral’ y ‘contrato laboral’ y se corre el riesgo de que un número
creciente de trabajadores que desempeñan su actividad en el marco de formas de empleo no convencionales,
como los trabajadores domésticos, los trabajadores a demanda, los trabajadores intermitentes, los trabajadores
retribuidos mediante vales o los trabajadores de las plataformas en línea, queden excluidos de dicho ámbito
de aplicación. La Directiva propuesta se aplicaría a estos trabajadores, siempre que cumplieran los criterios
contemplados anteriormente”.
128
Ignacio García-Perrote
Aunque va mucho más allá, también desde la organización del trabajo y de la pro-
ducción, ocupa de forma creciente un papel cardinal la igualdad de género en general5 y,
en particular, la lucha contra la “brecha” salarial. Hay que mencionar, recientemente, el
Real Decreto-Ley 6/2019, de 1 de marzo, de medidas urgentes para garantía de la igual-
dad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres en el Empleo y la ocupación.
5
La Agenda 2030 de Naciones Unidas (El reto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible -ODS-) tiene
como ODS nº 5 la “igualdad de género”.
129
Organización del trabajo y de la producción
razón, fuera de la protección jurídica del secreto empresarial para mantener un adecuado
equilibrio.
“La empresa garantizará el registro diario de jornada, que deberá incluir el horario
concreto de inicio y finalización de la jornada de trabajo de cada persona trabaja-
dora, sin perjuicio de la flexibilidad horaria que se establece en este artículo.
La empresa conservará los registros a que se refiere este precepto durante cuatro
años y permanecerán a disposición de las personas trabajadoras, de sus represen-
tantes legales y de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social.”
6
Ver Propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo relativa a la conciliación de la vida
familiar y la vida profesional de los progenitores y los cuidadores, y por la que se deroga la Directiva 2010/18/
UE del Consejo y, entre nosotros, el Real Decreto-ley 6/2019, de 1 de marzo, de medidas urgentes para garantía
de la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres en el empleo y la ocupación del que se ha
dado cuenta en el apartado 13 de este trabajo.
130
Ignacio García-Perrote
que por sus peculiaridades así lo requieran” (se modifica en este sentido el apartado 7
del artículo 34 ET).
La obligación de registro será de aplicación a los dos meses de publicación del Real
Decreto-ley en el BOE, esto es, el 12 de mayo de 2019 (disposición final sexta.4 del Real
Decreto-ley 8/2019).
7
De conformidad con el artículo 3.1, párrafo segundo, de la Directiva 2001/23/CE, “los Estados
miembros podrán establecer que, después de la fecha del traspaso, el cedente y el cesionario sean responsables
solidariamente de las obligaciones que tuvieran su origen, antes de la fecha del traspaso, en un contrato de
trabajo o en una relación laboral existentes en la fecha del traspaso.” Como puede advertirse, la Directiva no
impone la responsabilidad solidaria.
131
CLAVES DEL FUTURO DE LA GOBERNANZA DEL TRABAJO
A tenor de ello, podríamos sintetizar de manera telegráfica, las claves en torno a las
cuales se debería orientar el futuro de la gobernanza del trabajo, que se pueden resumir
en los siguientes ocho elementos.
135
Claves del futuro de la gobernanza del trabajo
136
Jesús Cruz Villalón
137
Claves del futuro de la gobernanza del trabajo
138
Jesús Cruz Villalón
139
GOBERNEMOS EL FUTURO DEL TRABAJO
La gobernanza del futuro del trabajo, pretende dar respuesta a dos cuestiones que
son transcendentales:
1ª. ¿Cuáles serán los principios, los objetivos y las instituciones que presidirán el
futuro del trabajo?
2ª ¿Qué actores van a diseñar, organizar y poner en marcha las políticas sobre el
futuro del trabajo?
O, ¿el futuro del trabajo será gobernado por aquellos que no creen en la justicia
social; que no creen en los derechos de los trabajadores; que no creen en la igualdad de
las mujeres en el mundo del trabajo o que tienen a la violencia, el racismo y la sinrazón,
como parte de su ADN ideológico?
El futuro del trabajo está repleto de oportunidades, riesgos, retos y desafíos, que
nos han obligado a reflexionar a todos los actores implicados.
143
Gobernemos el futuro del trabajo
Lograr que “cada hombre y cada mujer en el trabajo (tenga) la posibilidad de rei-
vindicar libremente y en igualdad de oportunidades su … participación en las riquezas
que han contribuido a crear, tiene hoy tanta fuerza como cuando la OIT fue creada en
1919.” (Web OIT)
Es más, la búsqueda de la justicia social en el siglo XXI, cuenta con la misma fuerza
que tienen objetivos como: alcanzar el pleno empleo, garantizar la sostenibilidad de las
sociedades y luchar contra la pobreza y las desigualdades sociales.
Es por ello, que no sólo debemos poner en valor el dialogo social y la representación
colectiva, sino que hay que garantizar, reforzar y mejorar estas herramientas y además,
hacerlo en todos los niveles. Desde la pequeña empresa (donde será más complicado),
hasta las grandes empresas multinacionales (a través de los Acuerdos Marco Internacio-
nales, Tratados de libre comercio), e incluyendo las cadenas mundiales de suministro.
Para concluir, creemos que estamos a tiempo de gestionar este nuevo mundo del
trabajo, para que sea el trabajo del futuro que queremos.
144
Martín Hermoso Fernández
Y es que, tal y como afirma la Comisión Mundial sobre el futuro del trabajo, en su
informe titulado “trabajar para un futuro más prometedor”:
“Si dejamos que los avances tecnológicos, la economía digital, la economía de plataformas,
siga como hasta ahora, probablemente se ensanchará … la brecha de género y se podrían
recrear prácticas laborales que se remontan al siglo XIX.”
Por ello, es momento que los interlocutores sociales abordemos con determinación
y pongamos en marcha políticas y estrategias efectivas centradas en el empleo, en el
trabajo decente, los derechos laborales, la igualdad efectiva de género y la protección
social de todos los trabajadores.
145
EL FUTURO DEL TRABAJO
Y LA REDUCCIÓN DE LA JORNADA
Hace algún tiempo ya señalábamos que “la ordenación del tiempo de trabajo viene
siendo una reivindicación antigua, contemplada como una de las ganancias sindicales,
a medida que se producían avances tecnológicos. Sin embargo, aún no de forma gene-
ralizada, en la actualidad se puede interpretar como una política activa, que actúa sobre
el tiempo de trabajo adelantándose, o compensando, a las ganancias de productividad y
derivando parte, en el reparto de las mismas, a disminuir la jornada laboral” (Pérez-Ortiz
&Ruesga-Benito, 2003:57). En suma, ya entonces, realizábamos dos afirmaciones entre-
lazadas. Por un lado, que la reducción de la jornada laboral puede contribuir a aminorar
los efectos de una hipotética disminución de la demanda de trabajo derivada del avance
tecnológico y, por otro, que las autoridades laborales pueden jugar un rol significativo en
aras de repartir el trabajo, con, entre otros, los instrumentos que le apartan las políticas
activas de mercado de trabajo (Ruesga&Pérez Ortiz, 2005).
En esta breve nota se trata de analizar ese rol, que puede ser fundamental para
compensar los posibles impactos sobre el empleo de lo que denominamos la robotización
de la economía, paradigma del cambio tecnológico en la era en la que vivimos.
Desde hace años que cunde el alarmismo, cuando no el pánico sobre el futuro del
trabajo. Desde el “fin del trabajo” (1995) de Jeremy Rifkin se han sucedido los ensayos,
con intención prospectiva, que dibujan un negro horizonte para el empleo –no confundir
con el trabajo–. No obstante, el mito del trabajo humano absorbido por las máquinas es
1
Así, por ejemplo, “la primera Conferencia Internacional del Trabajo en Washington en octubre de
1919 adoptó seis Convenios Internacionales del Trabajo, que se referían a las horas de trabajo en la industria,
desempleo, protección de la maternidad, trabajo nocturno de las mujeres, edad mínima y trabajo nocturno de
los menores en la industria”. (https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/history/lang--es/index.htm)
149
El futuro del trabajo y la reducción de la jornada
tan antigua como éstas mismas. Ya desde mediados del pasado siglo, al menos, la ciencia
ficción nos ha venido dibujando sociedades del futuro en las que los humanos sobrevivi-
rán como esclavos de máquinas autómatas, que habrían asumido el control del planeta,
tras adueñarse no solo del trabajo sino también de la gestión política y, por extensión
económica, del mundo humano.
Pero más acá de ese horizonte de ficción, hay que quienes auguran que, al ir des-
plazando las máquinas a una cuantía en ascenso del trabajo humano, como un medio
fundamental de producción, el empleo escasearía y el fantasma del desempleo masivo,
con todas sus connotaciones, sería una cruda realidad, en un futuro no muy lejano.
2
Véase las reflexiones que en torno a esta posible alternancia de paradigma en la organización so-
cial hacíamos un numeroso grupo de académicos especializados en el ámbito de las relaciones laborales y el
mercado de trabajo, en Manifiesto de los 700 (2009. “El trabajo, fundamento de un crecimiento económico
sostenible”, Revista de derecho de Extremadura, ISSN 1888-5519, Nº. 5: 481-483.
3
Como señalo en Ruesga (2018:24) “resulta curioso que fuera uno de los economistas más desta-
cados de la llamada Escuela de Chicago, Milton Friedman, adalid del más exquisito discurso neoclásico, quien
formulara una formula cercana a esta idea, hace ya medio siglo. Abogaba por una ayuda pública para los
indigentes (sic) en forma de un impuesto negativo sobre la renta, resaltando el uso de este instrumento fiscal
como modo adecuado de minimizar los posibles efectos adversos -generadores de incentivos negativos- para
la actividad económica y laboral derivados de tal medida”.
150
Santos Miguel Ruesga
disfrutando en las últimas décadas en los países desarrollados4. Lo que significaba traba-
jar para vivir.
Como muestra la Figura 1, para el caso del Reino Unido, país originario de la Prime-
ra Revolución Industrial, los días de trabajo anuales que la población realizaba cada año,
a lo largo de la Edad Media, muestran cifras sustancialmente inferiores5. Con un modelo
de producción antagónico del capitalismo (sin la premisa de crecimiento continuo, lo que
se suele denominar como economías estacionarias) el tiempo de trabajo necesario para la
consecución de las necesidades básicas de la población, solía dejar amplio espacio para la
holganza. De modo tal que se trabajaban, en la Edad Media, entre 100 a 200 días al año.
Siglo XIV
Media de los
siglos XIV-XVII
1987*
1987**
2018*
2018**
Fuente: Elaboración propia con datos de Schor (1991)&OECD Database.
4
Así, en https://agenciatigris.blogspot.com/2014/01/trabajar-para-vivir-el-trabajo-en-la.html se señala
a este respecto que “está documentado que se celebraban con relativa frecuencia momentos especiales de
la vida individual, tales como bodas o bautizos, o de la vida colectiva, como tradiciones locales más allá de las
oficialmente reconocidas por la iglesia. Se estima que la media de tiempo libre en el Reino Unido, Francia y
España era de aproximadamente 100 días, 180 y 150 respectivamente. Evidentemente estos cálculos son apro-
ximados y sujetos a variaciones, pues sólo del pasado reciente existen datos exhaustivos sobre este asunto”.
Tiempo libre, en días, que resulta incluso igual o superior a lo que estamos disfrutando en estos años, después
de descensos continuados en la jornada de trabajo desde la primera Revolución Industrial.
5
Incluso con anterioridad a este periodo, en las sociedades cazadoras y recolectoras, Guillon (2001),
señala como los aborígenes australianos o los de la actual Sudáfrica, apenas dedicaban 3 horas diarias a pro-
veerse de los alimentos y otros bienes que requerían para su subsistencia.
151
El futuro del trabajo y la reducción de la jornada
rias que superaban las 12 horas. Lo que podría hacer llegado a más de trescientos días de
trabajo al año, con una carga horaria por encima de las 3000 horas anuales6.
A partir de aquí, se experimenta una continua reducción del tiempo de trabajo. Así,
entre los años 1870 y 1990, la duración media anual del tiempo trabajado ha pasado de
más de 3.000 horas a las 1.500-2.000 horas que se dedican en la actualidad (Maddison,
1998). La diferencia entre los países también es destacable aún en el momento actual.
En un primer grupo, con mayores tiempos de trabajo, se encuentran Estados Unidos y
Japón (en torno a 1.850 2.000 horas); por el contrario, en ciertos países europeos, como
los Países Bajos o Noruega, las cifras reflejan una media inferior a 1.400 horas de trabajo
anuales, mientras el resto de países de la Europa continental se sitúa entre 1.550 y 1.800
horas anuales (Figura 2).
Figura 2. Evolución de la jornada usual semanal y jornada anual de trabajo por trabajador
2.245
Horas anualees trabajadas por trabajador
2.145
2.045
1.945
1.845
1.745
1.645
1.545
1.445
1.345
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1993
1998
2002
2006
2010
2014
2018
Japón España
Reino Unido Estados Unidos
Así pues, la reducción del tiempo de trabajo continua hasta nuestros días (Figura
2). Por tres vías básicas; como resultado de la presión de los asalariados, que se materia-
liza en la negociación colectiva o en la reforma de las normas laborales que regulan la
jornada, o bien por la propia dinámica y características del crecimiento económico, que
requiere de menos intensidad laboral en la producción y de más demanda de consumo,
para lo requiere de más tiempo libre de los trabajadores.
6
Manuel Castells lo interpreta en términos de horas trabajadas a largo de la vida laboral, señalando que
“el tiempo de trabajo ha disminuido a lo largo de los siglos XIX y XX en todos los países desarrollados/…/ en 1850
un trabajador realizaba 150.000 horas de trabajo en toda su vida; en 1900 había bajado a unas 130.000 horas,
en 1950 de unas 110.00 y en el año 2000 se había reducido a unas 75.000 horas (Castells, 1997).
152
Santos Miguel Ruesga
En los tiempos más recientes, pareciera que la reivindicación sobre la jornada de tra-
bajo hubiera quedado en el cajón del olvido. En los propios documentos de la OIT, surgidos
al calor del centenario de esta organización esta histórica reivindicación de los asalariados
ocupad un plano no muy destacado. Así, en la propia Declaración del centenario de la OIT
para el Futuro del Trabajo, se adopta un enfoque sobre este tema más centrado en la cali-
dad del trabajo (y de la vida, en general) y no tanto vinculando tiempo de trabajo a reparto
del mismo, en respuesta a los hipotéticos recortes en la demanda a causa de robotización
u otras formas posibles de aceleración del cambio técnico (Véase recuadro A).
40
Horas trabajadas usuales por semana
39
38
37
36
35
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007
2010
2013
2016
Francia Alemania
Italia Holanda
Recuadro A
EN EL CENTENARIO DE LA OIT
Ampliando la soberanía del tiempo
Los trabajadores necesitan mayor autonomía sobre su tiempo de trabajo, al tiempo que satisface
las necesidades de la empresa.
Aprovechar la tecnología para ampliar la elección y lograr un equilibrio entre el trabajo y la vida
personal puede ayudarles a alcanzar este objetivo y enfrentar las presiones que vienen con la falta
de definición de los límites entre el tiempo de trabajo y tiempo privado.
Se requerirán esfuerzos continuos para implementar al máximo límites en el tiempo de trabajo
junto con medidas para mejorar la productividad, así como las garantías de horas mínimas para
crear opciones reales de flexibilidad y control sobre los horarios de trabajo. (OIT, 2019a).
153
El futuro del trabajo y la reducción de la jornada
Cabe, no obstante, observar algunas cualidades distintas del actual proceso de in-
novación tecnológica respecto a los anteriores episodios revolucionarios del pasado y, en
función de esa disimilitud, obtener algún resultado distinto en cuanto al saldo neto de
empleo que se derive de la implantación paulatina de máquinas, como los robots diseña-
dos en un entorno de inteligencia artificial.
154
Santos Miguel Ruesga
En primer lugar, hay que considerar que el impacto del avance en la robotización
sobre el empleo dependerá, contrastando con otras fases históricas de innovación tecno-
lógica, de: 1) la velocidad que adopte el cambio tecnológico, de modo tal que a medida
que el avance del cambio tecnológico sea más rápido la proporción de trabajadores des-
plazados será de mayor dimensión y 2) cuanto más amplia, sectorialmente hablando, sea
la implantación de dichas nuevas tecnologías mayor será la proporción de trabajadores
afectados por el desplazamiento en su empleo. Ambas dinámicas pueden derivar en un
aumento más o menos intenso de la tasa de desempleo en el corto plazo. Sin duda, que
las autoridades económicas habría de enfrentarse a esta situación, con el fin de facilitar la
transición tecnológica, apoyando a los que pierdan por tal motivo sus rentas de trabajo,
con subsidios y mejora de su empleabilidad para facilitar una nueva inserción al mercado
laboral.
No obstante, en este sentido, cabe apuntar que, hasta la fecha, la más reciente
oleada de innovación tecnológica ha operado en favor del incremento de la producti-
vidad, pero de forma limitada. De modo tal que, si bien en algunos sectores donde se
aplican con mayor intensidad los avances de la digitalización y la robotización el aumento
de la producción por unidad de trabajo se incrementado notablemente, en otros, particu-
larmente en los servicios más intensivos en trabajo de media baja cualificación, el avance
no ha sido tan espectacular. De hecho, a la altura de 2018, las líneas de tendencia de las
curvas de evolución de la productividad laboral se sitúan por encima de la propia curva,
indicando que el crecimiento de este factor se ha ralentizado en estos primeros años del
siglo XXI, con la excepción de EE. UU, donde se experimenta un avance importante en
los últimos años (Figura 3).
Figura 3. Evolución de productividad laboral en varios países de la OCDE en los últimos
50 años (PIB por hora trabajada en $ constantes de 2010)
PIB/hora trabajada ($ constantes, 2010)
155
El futuro del trabajo y la reducción de la jornada
7
De acuerdo con Mandl y Vargas Llave (2019) “alrededor de una quinta pare de los trabajadores de
la Unión Europea realizan teletrabajo desde casa o realizan trabajo móvil basado en las TIC: trabajan ocasional
o regularmente”, desde algún lugar que no sea un centro de trabajo principal, como un tren o una cafetería,
dependiendo en gran medida de dispositivos móviles”. El teletrabajo varía desde un 8 por ciento en Italia, a
un 15 por ciento en España o un 33 por ciento en Dinamarca, según la Encuesta Europea de Condiciones de
Trabajo de 2015.
156
Santos Miguel Ruesga
8
Para un análisis detallado de los procesos de reforma acaecidos al calor de la Gran Recesión (2008-
2014) puede consultarse Heredero de Pablos, M.I.&Ruesga Benito, S.M. (2017).
157
El futuro del trabajo y la reducción de la jornada
75
(Ratio empleo población)
70
TASA DE EMPLEO
65
60
55
50
45
20 25 30 35 40 45 50 55 60 65
PRODUCTIVIDAD LABORAL ( PIB por hora trabajada, a preccios constantes 2010)
Figura 5. Relación entre productividad del trabajo y la tasa de empleo y la duración de la
jornada laboral, con datos acumulados para ochos países de la OCDE (Evolución 1970-2018).
80,0
(PIB por hora trabajada aprecios 2010)
60
75,0
PRODUCTVIDAD LABORAL
(ratio empleo población)
50
70,0
TASA SE EMPLEO
65,0 40
60,0
30
55,0
20
50,0
45,0 10
1.300 1.800 2.300 1.300 1.800 2.300
JORNADA LABORAL ANUAL JORNADA LABORAL ANUAL
(Número de horas anuales trabajadas por ocupado) (Número de horas anuales trabajadas por ocupado)
158
Santos Miguel Ruesga
El debate sigue abierto, pero hay una puerta en él abierta al optimismo ante los
nubarrones oscuros que algunos autores otean en la robotización que nos acecha. Como
siempre ha ocurrido en los momentos de transición todo es cuestión de acertar con la
adecuada combinación de pactos sociales, que definan el reparto del valor añadido ge-
nerado en el proceso de producción.
159
El futuro del trabajo y la reducción de la jornada
REFERENCIAS
160
COMUNICACIONES ACADÉMICAS PRESENTAS
EN LA PLENARIA
* Equipo de investigación FINDeR (Futuros del Trabajo: Industria 4.0, Digitalización y Robotización):
Gloria Álvarez (UC3M), Carlos de Castro (UAM), Carlos J. Fernández (UAM), Arturo Lahera Sánchez (UCM), Ana
Negro (UVA), Óscar Pérez Zapata (UPCOMILLAS; UC3M), Juan Carlos Revilla (UCM), Francisco J. Tovar (UVA).
Resumen: La digitalización del trabajo avanza rápidamente, pero los análisis re-
presentativos de su influencia en la salud no caminan a la par. Analizamos las condicio-
nes de trabajo más importantes para la salud de los trabajadores españoles en función
del grado de digitalización y nos concentramos en el papel que juegan la intensifica-
ción del trabajo y distintos recursos organizativos. Se utilizan los microdatos de la En-
cuesta Europea de Condiciones de Trabajo de 2015 con operacionalizaciones originales
y regresiones logísticas multivariantes como principal técnica de análisis. Los resultados
señalan la relevancia de considerar hasta siete dimensiones de la intensificación del
trabajo con riesgos en la salud de todos los trabajadores, pero particularmente de los
digitales. Además, en línea con la investigación precedente, se confirma que ciertos
aspectos ligados a una mayor disponibilidad de autonomía y recursos promoverían la
salud. Sin embargo, y de forma menos intuitiva, los resultados también sugieren que
en los entornos digitales es necesario prestar una mayor atención a otros aspectos que,
en sintonía con la llamada “paradoja de la autonomía”, combinan una contradictoria
y aparente mayor autonomía (e.g., la posibilidad de controlar el ritmo de trabajo) con
deterioro de salud.
Abstract: While the digitalization of work advances, analysis of its impact on health
are scarce and lack representativeness. Our goal is to analyze and compare the work
determinants of Spanish workers’ health differentiating by the digitalization degree. We
use microdata from the last European Working Conditions Survey conducted in 2015
and original operationalizations. We found that 1) up to seven different aspects of work
intensification seem to work in parallel to affect all types of workers’ health but with a
very particular effect on digital workers; 2) in line with cumulative research, some factors
linked with a seemingly higher autonomy/resources would promote a healthy workplace
(e.g., participation in setting goals, advancing professionally…), while others seem to
emerge as health risks for digital workers (e.g., the ability to control the speed and pace
at work…), in line with the so-called autonomy paradox. Some key implications are: 1)
the work intensification process seems to have become the single highest risk to achieve
a sustainable and healthy digitalization, something that cries for intervention; 2) changes
linked with digitalization seem to suggest that it is necessary a better understanding of
the dynamics linked to the so-called autonomy paradox.
167
Digitalización, intensificación del trabajo y salud de los trabajadores españoles
1. INTRODUCCIÓN
Alrededor de un tercio de los trabajadores españoles dicen trabajar con plazos muy
ajustados (y/o a gran velocidad) todo o casi todo el tiempo, según la última Encuesta Eu-
ropea de Condiciones de Trabajo (EECT) de 20151; es decir, se encontrarían expuestos a
lo que se denominaría una alta intensidad de trabajo (una medida de la densidad, carga o
esfuerzo en el tiempo de trabajo). De este tercio, aproximadamente un 40% presentarían
un mal estado de salud2, una dinámica, a priori, más relevante que la temporalidad que
también sufren un buen número de trabajadores españoles (un ~27,4 % del total, según
las cifras del tercer trimestre de 2018), pero con un menor efecto negativo en salud (diez
puntos menos (~30%) de trabajadores expuestos a mala salud) que la de los expuestos
a una alta intensidad.
Este contexto no puede entenderse bien sin el papel de las llamadas nuevas tec-
nologías, o de lo que más recientemente se viene conociendo como digitalización y del
conjunto de cambios de las últimas décadas que pueden resumirse en el creciente paso
de una norma industrial a una norma flexible. En términos de riesgos laborales, esta
transformación ha supuesto una reducción de la exposición a riesgos tradicionales como
las posiciones dolorosas o fatigantes (aunque todavía sigan siendo bastante prevalentes
incluso para un ~23% de los trabajadores digitales3,-al menos 3/4 partes del tiempo su-
jetos a ellas) y una expansión de la exposición a riesgos psicosociales (como la intensifica-
ción) relacionados con la organización del trabajo, una transición bien conocida (Brocal,
2016; Durán & Benavides, 2004). Aunque la intensificación del trabajo y sus riesgos no
aparecen con la digitalización, una de las características claves de los negocios digitales
1
Todas las cifras de este párrafo proceden de esta encuesta europea de 2015, si no especificamos lo
contrario. No existe un indicador consensuado de la intensidad, pero la velocidad y los plazos han venido siendo
los más utilizados, a raíz de los esfuerzos de Eurofound.
2
Basado en el indicador de salud que proponemos en este artículo de cuatro o más problemas de
salud de una lista de diez. Hemos comprobado que el planteamiento sería equivalente con otros indicadores
de salud disponibles en la encuesta tales como el de percepción subjetiva de salud, percepción de estrés o
absentismo por razones de salud (análisis no mostrados).
3
Operacionalizamos trabajadores digitales como aquellos que señalan que su principal trabajo remu-
nerado implica trabajar con ordenadores de sobremesa, portátiles, smartphones, etc. al menos 3/4 partes del
tiempo.
168
ÓSCAR PÉREZ ZAPATA, GLORIA ÁLVAREZ HERNÁNDEZ y JUAN CARLOS REVILLA CASTRO
parecen ser sus mayores ritmos/velocidades, incluso por delante de otros tales como la
cultura y la mentalidad o el lugar de trabajo flexible y distribuido, entre otros analizados4.
Por otro lado, la digitalización coincide con una mayor atención a las paradojas
organizativas (Handy, 1995; Putnam, Fairhurst, & Banghart, 2016), las dinámicas aparen-
temente contradictorias en el mundo de las organizaciones y el trabajo. Así, paradójico
es que la mayor afluencia económica de los noventa no se haya traducido en una mayor
calidad del trabajo en Europa (Green, 2006). Paradójico resulta, también, que los análisis
sobre digitalización se hayan concentrado en la potencial automatización y la emergente
“uberización” del empleo, aunque la economía de la plataforma suponga todavía una
porción muy pequeña del mercado de trabajo: sólo para ~3% de los trabajadores euro-
peos supondría la mitad de sus ingresos (Huws, Spencer, Syrdal, & Holts, 2017). Sin el
ánimo de restar importancia a estas tendencias emergentes y simbólicas5, un análisis de
la digitalización y sus impactos no puede olvidarse de dinámicas mucho más generali-
zadas (Valenduc & Vendramin, 2017), como la intensificación del trabajo, que parecen
condicionar, cada vez más, la salud de todos los trabajadores (Paškvan & Kubicek, 2017;
Pérez-Zapata, 2015).
4
Según la encuesta anual de digitalización de los negocios del MIT y Deloitte https://sloanreview.mit.
edu/projects/coming-of-age-digitally/
5
Más allá de la extensión de las dinámicas de precarización digital relacionadas con la emergencia
de la llamada economía de plataforma o colaborativa, es cierto que el estudio de estos contextos emergentes
puede anticipar las potenciales oportunidades y riesgos de la digitalización.
169
Digitalización, intensificación del trabajo y salud de los trabajadores españoles
Todo lo cual sirve para contextualizar el primer objetivo de este artículo: analizar
y actualizar cuantitativamente la relación entre los distintos aspectos de la intensidad
e intensificación del trabajo y la salud, en el contexto del conjunto de determinantes
6
Ver herramientas de visualización online, disponible en la web de Eurofound (último acceso Mayo
de 2018).
7
En línea con los resultados de la Encuesta Social Europea de 2010 (donde se pregunta si se está de
acuerdo con “mi trabajo requiere que trabaje duro”) y donde España ocupa la 5ª posición europea.
170
ÓSCAR PÉREZ ZAPATA, GLORIA ÁLVAREZ HERNÁNDEZ y JUAN CARLOS REVILLA CASTRO
171
Digitalización, intensificación del trabajo y salud de los trabajadores españoles
En este artículo esperamos también contribuir a esclarecer este doble papel de los
aspectos ligados al control/autonomía/recursos para contribuir a la salud en los entornos
de trabajo actual (Kubicek et al., 2017; Preston, 2018). El informe oficial de la EECT de
2015 de Eurofound también encuentra (aunque no discute) que podrían existir aspectos
ligados con las habilidades/autonomía estarían influyendo negativamente en la salud
(Eurofound, 2017:40).
172
ÓSCAR PÉREZ ZAPATA, GLORIA ÁLVAREZ HERNÁNDEZ y JUAN CARLOS REVILLA CASTRO
3. MÉTODOS
La última EECT de 2015 incluye entrevistas con casi 44000 trabajadores europeos
(empleados y autónomos) en 35 países (EU-28, los cinco países candidatos, Noruega y
Suiza). Nuestro análisis se concentra en la parte española de la muestra (con las pon-
deraciones recomendadas) e incluye 3364 trabajadores españoles. La encuesta recoge
información sobre empleo, organización del trabajo, aprendizaje y formación, duración
y organización del tiempo de trabajo, factores de riesgo físico y psicosocial, seguridad y
salud, conciliación, participación del trabajador y remuneración, entre otras.
3.1. Selección de indicadores
Se clasifican los indicadores que vamos a utilizar en los análisis en cuatro bloques
diferentes:
8
Como parte de los cambios en la estrategia de análisis de las condiciones de trabajo, las autoridades
españolas han decidido la confluencia de la antigua Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo con la En-
cuesta Europea de Condiciones de trabajo de 2015, pero aumentando el tamaño muestral de la parte española
de la encuesta europea. Sin duda, esta decisión presenta ventajas y desventajas: dificulta la comparación con
las oleadas nacionales precedentes pero facilita las posibilidades de contraste de los resultados españoles con
los europeos, además de actualizar y optimizar la metodología y el cuestionario.
9
Q78. Durante los últimos 12 meses, ¿ha padecido alguno de los siguientes problemas de salud?
(opciones de respuesta: SÍ, NO, NS, NC). A. Problemas de audición; B. Problemas de piel; C. Dolor de espalda;
D. Dolor muscular en los hombros, el cuello y/o las extremidades superiores (brazos, codos, muñecas, manos,
etc.); E. Dolor muscular en las extremidades inferiores (caderas, piernas, rodillas, pies, etc.); F. Dolor de cabeza,
fatiga visual; G. Lesión(es); H. Ansiedad; I. Cansancio general; J. Otro (espontáneo).
10
Q30. Continuando con la misma escala, ¿en qué medida implica su principal trabajo remunerado…?
I. Trabajar con ordenadores de sobremesa, portátiles, smartphones, etc. (opciones de respuesta: Siempre; Casi
siempre; Más o menos 3/4 partes del tiempo; Más o menos la mitad del tiempo; Más o menos 1/4 parte del
tiempo; Casi nunca; Nunca; NS; NC.).
173
Digitalización, intensificación del trabajo y salud de los trabajadores españoles
partes del tiempo) y “0” al resto. Con esta operacionalización un 36,9% de los
trabajadores encuestados caen bajo la consideración de trabajadores digitales).
También por motivos de espacio sólo presentamos de forma resumida (ver Tabla
1) el mapa de riesgos en función de la digitalización, considerando simultáneamente
los factores con diferencias estadísticamente significativas en términos de prevalencia
a exposiciones que suponen un riesgo para la salud (columna “media” en la tabla) y/o
en términos de incremento en los riesgos (ORs) que proceden de nuestras regresiones
utilizadas en los modelos 1 y 2 de la de la Tabla 3 y Tabla 4 (no incluidas en esta versión
reducida por razones de espacio). Las celdas grises en la columna “media” implican dife-
rencias estadísticamente significativas en las prevalencias de exposiciones problemáticas
para la salud en la comparación entre trabajadores no digitales y digitales. Por su lado,
las celdas grises en las columnas OR y “OR x Intervalos” sugieren mayores riesgos para la
salud entre los trabajadores expuestos a una determinada exposición.
a) En primer lugar, presenta una media de 4,14 para los trabajadores digitales que
es significativamente menor que la de 4,37 que presentan los trabajadores no
digitales (el valor 1 representa “Todos los días” y el 5 representa “Nunca”; las
escalas de las variables se pueden consultar en la Tabla 1 –no incluida por razones
de espacio-);
174
ÓSCAR PÉREZ ZAPATA, GLORIA ÁLVAREZ HERNÁNDEZ y JUAN CARLOS REVILLA CASTRO
Estos resultados nos permiten resumir algunos pros y cons que parece conllevar la
digitalización en el caso español. Más allá de los riesgos más específicos que se observan
en la tabla, conviene destacar que:
175
Digitalización, intensificación del trabajo y salud de los trabajadores españoles
5. IMPLICACIONES
176
ÓSCAR PÉREZ ZAPATA, GLORIA ÁLVAREZ HERNÁNDEZ y JUAN CARLOS REVILLA CASTRO
En segundo lugar, los resultados sugieren que ciertas iniciativas orientadas a pro-
mover la autonomía y los recursos de los trabajadores digitales (particularmente, el ser
consultado antes de fijar los objetivos del trabajo; la promoción de las posibilidades de
ascenso profesional; la flexibilidad para conseguir una o dos horas libres durante su
jornada laboral para asuntos personales y el apoyo del jefe) emergerían como aspectos
especialmente positivos para promover la salud.
Sin embargo, al mismo tiempo, parece necesario prestar una atención específica a
otros aspectos, que, en sintonía con la llamada “paradoja de la autonomía” en los en-
tornos digitales, parecen combinar una contradictoria y aparente mayor autonomía con
deterioro de salud. Concretamente dos aspectos (la posibilidad de controlar el ritmo de
trabajo y los beneficios salariales como el seguro médico) aparecen relacionados con una
peor salud, algo que hemos tratado de contextualizar en base a investigación precedente
que ha sugerido los peligros de la participación (Lahera Sánchez, 2010), el potencial lado
oscuro de la autonomía (Kubicek et al., 2017), que la autonomía se convierta en nuevas
exigencias (Pérez-Zapata et al., 2016) o que la autonomía se mal utilice (Dettmers et al.,
2016), entre otras. En cualquier caso, es necesario más investigación que pueda profun-
dizar en los mecanismos concretos en esta paradoja de la autonomía.
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INMIGRACIÓN Y TRABAJADORES EXTRANJEROS
EN ESPAÑA. SITUACIÓN ACTUAL Y NECESIDADES
DE FUTURO. CUESTIONES EN TORNO
A LOS CAMBIOS PRODUCIDOS EN LAS NECESIDADES
DE DESPLAZAMIENTO INTERNACIONAL
183
INMIGRACIÓN Y TRABAJADORES EXTRANJEROS EN ESPAÑA
1. INTRODUCCIÓN
El capital, los bienes y los servicios disfrutan del derecho y la libertad de moverse a
nivel internacional en búsqueda de mejores condiciones, mientras que las personas que los
acompañan no pueden disponer de la misma, en tanto no existe un derecho y una libertad de
entrada y salida de los diferentes Estados (George,2004,32), de forma tal que el orden social
de la globalización en relación a las personas resulta nulo (Monereo y Triguero, 2011,17).
184
Javier Fernández-Costales Muñiz
tensificación de la competencia mundial puede ejercer suficiente presión como para que
se produzcan mermas de los salarios y de las normas sociales y de trabajo en todo el pla-
neta, además de la reducción del papel garantista del Estado (Rodríguez-Piñero,1999,5).
En todo caso, como algún autor ha señalado “el antídoto debe encontrarse en el
veneno”, la solución a los males de la globalización debe buscarse en la propia globali-
zación, “y no luchando contra ella” (Lyon-Caen, 1998, 2). Resulta fundamental, en este
sentido, trabajar aprovechando sus beneficios y evitando sus múltiples perjuicios. No
cabe olvidar que se trata de un proceso global que requiere, en consecuencia, soluciones
igualmente globales.
Ante tal circunstancia, y aunque con matices, la OIT acogió las dos grandes líneas
de actuación tradicionalmente seguidas por los Estados: de un lado, y con carácter domi-
nante, el control del flujo de personas que ingresan desde fuera en el mercado nacional
de empleo a fin de evitar un perjuicio (medido en términos de competencia) para los
trabajadores nacionales, la minoración de los gastos en protección social (o su reverso,
185
INMIGRACIÓN Y TRABAJADORES EXTRANJEROS EN ESPAÑA
Las migraciones han venido constituyendo una constante a lo largo de muchos siglos,
tantos casi como la historia misma la humanidad (no en vano la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de 1948, en su artículo 13.2, reconoció el derecho a la libertad de
circulación para la búsqueda de un trabajo; o lo que es lo mismo, a la emigración), con-
virtiendo a unos países en estados receptores y a otros en emisores de una mano de obra
generalmente movilizada desde países menos desarrollados hacia aquéllos en los cuales las
posibilidades de alcanzar un mejor nivel de vida son, en principio, más elevadas.
Desde este punto de vista, cabe destacar el hecho de que resulte necesario ahora
diferenciar una nueva realidad, a tenor de la cual el desplazamiento implica un cambio
temporal del lugar de trabajo del empleado y es una movilidad en el empleo y no una
186
Javier Fernández-Costales Muñiz
movilidad por el empleo, sin obviar cómo, en cualquier caso, el Estado no puede (ni debe)
ceder nunca al “chantaje” en el empleo que en ocasiones plantean los empresarios en
el nuevo contexto globalizador, rebajando sin más los derechos sociales conseguidos, lo
que sería enormemente perjudicial para el Estado de bienestar (Lyon-Caen,1998,2).
Entre las décadas de los cuarenta y los ochenta, nuestro país fue emisor de mano
de obra hacia otros territorios, la emigración española alcanzó elevadas cifras, teniendo
como principales destinos los países europeos y suramericanos. En los años noventa, sin
embargo, la situación experimentó un giro absolutamente radical, convirtiendo la época
de bonanza y crecimiento económico a España en un territorio receptor de inmigración
atraída por las posibilidades que se abrían laboralmente, hasta el punto de haber recibido
en torno a seis millones de emigrantes en apenas veinte años, alcanzándose unas cifras
que llegaron a rondar el catorce por ciento de la población total.
La caída en picado de la economía y el empleo a partir del año 2008 hizo que la
palabra crisis se instalara en la sociedad y el imaginario colectivo de los españoles como
una realidad inevitable, hasta el punto de que una década después todavía se continúa
inmerso en la misma a muchos niveles. La crisis vino, entre otras muchas cuestiones, a
dar un nuevo giro a las situaciones migratorias españolas, convirtiendo de nuevo nuestro
territorio en emisor de flujos de emigración hacia otros países.
187
INMIGRACIÓN Y TRABAJADORES EXTRANJEROS EN ESPAÑA
188
Javier Fernández-Costales Muñiz
españoles que emigran, así como el diseño de políticas de retorno que permitan recuperar
ese capital humano que se está perdiendo para nuestro sistema productivo.
Resulta muy difícil fijar una cifra exacta de cuántos españoles han emigrado y cuándo
en los últimos años. La estadística en este punto no puede ser fiable por distintos motivos,
entre ellos la falta de inscripción en los registros consulares, lo cual deja en entredicho la ac-
tuación diplomática en este caso. A pesar del alarmismo con que esta situación se ha tratado
en los medios y, a pesar de la falta de precisión de los datos, parece que el flujo migratorio es
mayoritariamente de inmigrantes retornados a sus países de origen, tal y como señalé ante-
riormente. Los movimientos de emigración de españoles, por tanto, actualmente continúan
por detrás, a mucha distancia, de la emigración de retorno de extranjeros, así como tampoco
corresponde al extendido arquetipo de emigración joven cualificada y de carácter masivo
hacia países centrales de Europa (Observatorio,2013).
Lo cierto es que hasta el año dos mil trece la salida era evidente (Marmole-
jo,2017,73), produciéndose a partir de ese momento una ralentización del movimiento
migratorio hacia el exterior. Puede dar la sensación de que se produce una emigración
masiva, pero eso no es del todo cierto, sin obviar, en cualquier caso, el hecho evidente de
que se ha perdido población por esta causa, al tiempo que la realidad no puede ser tan
“simplificada y estereotipada” (Burgos,2017,319) como al reducir la cuestión a migran-
tes económicos frente a migrantes altamente cualificados.
Cabe señalar que existe un patrón que domina desde dos puntos de vista: de un
lado, la emigración por riesgo de desempleo (los migrantes económicos), personas a las
que se supone un entorno de libertad y movilidad social; y, de otro, la denominada sobre
calificación laboral relativa, basada en un mercado de trabajo precario y segmentado,
con escasos apoyos institucionales, debilitados sistemas de I+D+i, así como una infraes-
tructura económica deficiente, que ha provocado que haya un excedente de personas
con un elevado grado de cualificación, en mayor o menor medida, que no encuentra una
ocupación adecuada y acorde con sus capacidades y formación.
Por otra parte, y resulta importante destacarlo, se ha producido también en las dos
últimas décadas un notable cambio en la mentalidad de los trabajadores en España, y es-
pecialmente de las nuevas generaciones, en tanto que salir al extranjero no se considera
ya algo esencialmente negativo y forzado, sino más bien todo lo contrario en numerosas
189
INMIGRACIÓN Y TRABAJADORES EXTRANJEROS EN ESPAÑA
ocasiones, pues existe esa voluntariedad en salir en busca de alcanzar una mayor for-
mación, conocimiento y experiencia en el ámbito laboral, pero también en el personal.
Ahora bien, y, en cualquier caso, el hecho de iniciar una movilidad hacia otros te-
rritorios en busca de un empleo no libra a los trabajadores del riesgo del infra empleo, el
subempleo, la degradación de las condiciones de trabajo y la discriminación. Se trata, por
tanto, de la movilidad “de personas que son literalmente expulsadas de sus territorios y
buscan acceder a medios de subsistencia y oportunidades de movilidad social, en su pro-
pio país o fuera de él, o bien personas que no encuentran condiciones de empleo acordes
a su capacidad y formación en sus lugares de origen” (Delgado,2014,35).
La reciente crisis económica española, de la que parece que se sale en términos eco-
nómicos pero no en términos sociales (Fernández,2017,34), ha sido una gran influencia en
el aumento de la emigración, y aunque parece que ésta comienza a remitir en sus cifras,
lo cierto es que la recuperación económica ha traído la consolidación de una cierta tasa
de crecimiento del empleo, pero ya no proporciona igual que antes empleos de calidad y
bien remunerados, por lo que tampoco se reduce el nivel de pobreza en España, por lo que
se asienta aún más la debilidad de nuestro modelo de crecimiento, que se encuentra muy
ligado a empleos precarios y de baja calidad (en lo que han influido claramente las últimas
reformas laborales), con una productividad que se adapta inversamente al ciclo económico
y con elevados índices de sobre cualificación entre los trabajadores ocupados.
Pueden establecerse en nuestro país en los últimos años cuatro fases de actuación
en virtud del devenir de la actividad económica y el empleo, acompañadas de las corres-
pondientes medidas, constituyendo, además, factores que han influido decisivamente en
la emigración española: una primera caracterizada por una política fiscal expansiva con
aumento del gasto público productivo y de protección social, buscando paliar los efectos
del inesperado y fulminante nivel de desempleo masivo que se produjo en el inicio de
la crisis; una segunda, marcada por unas medidas de signo contrario, absolutamente
contractivas, con medidas de recorte y reforma de determinadas normativas como la de
Seguridad Social; una tercera en la cual se siguen los pasos de la anterior con reformas
de la negociación colectiva y congelación de salarios; en fin, una cuarta notablemente
distinguida por las medidas de austeridad (Cachón,2017,95).
190
Javier Fernández-Costales Muñiz
Es posible que el capital humano que necesitamos para el avance futuro se esté per-
diendo en parte a día de hoy. Lo evidente es que estamos saliendo, o, más bien, ya lo hemos
hecho, del juego de la competencia por la atracción de nueves migrantes altamente cualifi-
cados (la llamada clase creativa) para pasar a convertirnos en un país exportador de talento,
y eso es un lujo que un país con necesidad de crecimiento y renovación no puede permitirse.
No hay ningún marco en España actualmente que permita compensar esta deno-
minada fuga de cerebros, encontrándonos carentes de este tipo de planteamientos, de
nuevo quedando a merced de la mano invisible del mercado, y, desde luego, esa no es la
mejor situación para un país que como España, tiene pretensiones de mejora dentro del
mercado global del trabajo (Kuptchs y Pang, 2006).
191
INMIGRACIÓN Y TRABAJADORES EXTRANJEROS EN ESPAÑA
La nueva política debe enfrentarse a cuestiones centrales sobre las que diseñar
una política que abarque tres elementos fundamentales (Fernández,2017,41) de forma
coherente y transversal:
1. Articular mecanismos para retener el talento y garantizar que la emigración sea una
opción voluntaria en términos socioeconómicos. Es decir, atender a la faceta negati-
va del derecho, traducida en unas adecuadas condiciones económicas y sociales que
hagan innecesario y menos atractivo un proyecto emigratorio. Existe demasiada des-
igualdad y eso se debe solucionar, resultando de vital importancia la implementación
de políticas de empleo efectivas, habida cuenta de que ahora son disfuncionales y no
parece que se reconsidere un modelo productivo que no da los frutos deseados.
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195
¿SE SOLAPAN LOS NUEVOS Y VIEJOS RIESGOS
DEL MERCADO DE TRABAJO? AUTOMATIZACIÓN,
DESLOCALIZACIÓN Y EMPLEO NO ESTÁNDAR
BEGOÑA CUETO*
Universidad de Oviedo
* Los autores agradecen a Sergio Torrejón por haberles proporcionado la información original que él
utilizó en su artículo sobre riesgo de automatización para cada ocupación a dos dígitos. Ambos autores agrade-
cen la financiación recibida del programa “Redes de Excelencia” (Ministerio de Economía, proyecto ECO2015-
71981-RED). Miguel Ángel Malo también agradece la financiación del proyecto de investigación CSO2014-
599927-R del Ministerio de Economía y del proyecto SA072U16 de la Junta de Castilla y León. Begoña Cueto
agradece la financiación recibida del Ministerio de Economía a través del proyecto ECO2017-86402-C2-A-R.
Los autores son los únicos responsables de los errores que pudiera haber en el texto.
197
Resumen: Esta investigación analiza si los riesgos de automatización y deslocalización
(considerados “nuevos” riesgos del mercado de trabajo) se superponen o no con las relacio-
nes laborales no estándar (un “viejo” riesgo laboral). Utilizamos datos de España al ser uno
de los países con mayor tasa de temporalidad desde los años noventa del pasado siglo. Los
datos muestran una asociación entre los riesgos de automatización y las relaciones laborales
no estándar (temporales o a tiempo parcial). Sin embargo, un mayor nivel educativo resulta
crucial para estar mucho menos expuesto al riesgo de automatización, sea cual sea el tipo
de contrato. Por el contrario, el riesgo de deslocalización no se superpone con el empleo no
estándar y, además, es mayor para aquellos con mayor nivel educativo.
Palabras clave: temporal; indefinido; tiempo parcial; tiempo completo; automatización.
Abstract: This research analyses whether automation and offshorability risks (con-
sidered as “new risks” of the labour market) overlap with non-standard employment
(an “old” labour market risk). We use data from Spain, as this is a country with one of
the highest temporary employment rates across the world since the 1990s. The analysis
shows that automation risks is associated with non-standard work arrangements. How-
ever, higher educational level is crucial to be much less exposed to automation risks, irre-
spective of the type of contract or the working time (part-time or full-time). Conversely,
the offshorability risk does not overlap with non-standard employment, and has the
opposite relationship with the educational level.
Keywords: temporary; open-ended; part-time; full-time; automation.
1. INTRODUCCIÓN
Existe una amplia preocupación social por los impactos del cambio tecnológico en el
empleo. Probablemente, la mayor preocupación es sobre el riesgo de automatización de una
gran cantidad de trabajos. Existen diferentes estimaciones disponibles sobre la futura destruc-
ción de empleos relacionada con la automatización. La estimación más alta corresponde a
Frey y Osborne (2017), para quienes casi la mitad de todos los empleos en los Estados Unidos
tendrían un riesgo de automatización de al menos el 70%. Otros autores disminuyen estas
estimaciones hasta el 14% en la Unión Europea (Pouliakas, 2018) o en la OCDE (Nedelkos-
ka y Quintini, 2018) o, incluso, en el 9% para la OCDE (Arntz et al, 2016).
199
¿SE SOLAPAN LOS NUEVOS Y VIEJOS RIESGOS DEL MERCADO DE TRABAJO?
deslocalizar puestos basados en tareas complejas que involucran altos niveles de cualifi-
cación gracias a los cambios tecnológicos actuales. De hecho, para el caso de los Estados
Unidos, Blinder y Krueger (2013) estiman que alrededor del 25% de todos los empleos
norteamericanos son deslocalizables.
Sin embargo, no sabemos exactamente cómo estos “nuevos” riesgos en el merca-
do laboral afectarán a los trabajadores que sufren el “viejo” riesgo de precariedad rela-
cionado con las relaciones de empleo no estándar. La relación más visible entre el empleo
no estándar y el cambio tecnológico actual proviene de plataformas digitales, que han
avivado el debate social sobre el autoempleo dependiente (Eurofound, 2018). Sin em-
bargo, estos trabajadores son una pequeña fracción del empleo total. Por ejemplo, Katz
y Krueger (2016) estiman que estos trabajadores representan alrededor del 0,5% del
empleo total en Estados Unidos y De Groen y Maselli (2016) estiman que para la Unión
Europea son alrededor del 0,05%. Al menos en la actualidad, este no es el vínculo prin-
cipal entre el “viejo” riesgo del empleo no estándar y los “nuevos” riesgos derivados del
cambio tecnológico y la deslocalización. Por tanto, en esta investigación dejamos de lado
el autoempleo, para enfocarnos en los trabajadores asalariados.
Hasta donde sabemos, no hay evidencia empírica sistemática que analice el posible
solapamiento de nuevos y viejos riesgos. Las dos estimaciones más destacadas de riesgos
de automatización (Frey y Osborne, 2017; Arntz et al., 2016) ni siquiera incluyen varia-
bles relacionadas con el tipo de contrato en sus análisis. Nedelkoska y Quintini (2018)
comparan el riesgo medio de automatización por tipo de contrato, mostrando que el
riesgo más bajo corresponde a los contratos indefinidos (0,46), aunque para los contra-
tos temporales el riesgo es casi el mismo (0,47). Por otro lado, los contratos tempora-
les de agencia y los contratos de formación tienen el mayor riesgo de automatización
(0,56). Pouliakas (2018) muestra que el 15,5% de los trabajadores con contratos tem-
porales tienen un alto riesgo de automatización, mientras que aquellos con contrato
indefinido que enfrentan el mismo nivel de riesgo son el 13,5% Por otro lado, hay al-
gunas pruebas limitadas de la influencia de la deslocalización sobre los salarios por tipo
de contrato, como en Görg y Görlich (2015) o Lee y Lee (2015). Sin embargo, no hemos
encontrado evidencia sobre el riesgo de deslocalización por tipo de contrato.
Nuestro análisis empírico utiliza datos de España. El caso español es interesante porque la
segmentación del mercado laboral por tipo de contrato ha sido una característica destacada del
mercado laboral español desde la década de 1980 (Toharia y Malo, 2000; Toharia, 2005; Gar-
cía-Serrano y Malo, 2013). Los contratos temporales se utilizan en todas las industrias y sectores,
con diferentes efectos secundarios negativos, desde la precariedad hasta la baja formación y la
productividad, situando la calidad de los puestos de trabajo en el centro del debate sobre políti-
cas del mercado laboral (Toharia, 2005; OIT, 2014). Recientemente, también hubo un aumento
en el uso de contratos a tiempo parcial (López-Mourelo y Malo, 2015).
Nuestra principal base de datos es la Encuesta de Población Activa (EPA), de 2011 a
2017. Utilizaremos una definición de empleo no estándar basado en la información propor-
cionada por la EPA, principalmente empleo temporal y tiempo parcial. Para los riesgos de
automatización utilizamos dos definiciones diferentes: una basada en ocupaciones (Frey y
Osborne, 2017) y otra basada en tareas (Torrejón, 2018). Para el riesgo de deslocalización,
utilizamos uno de los indicadores proporcionados por Blinder y Krueger (2013), que se basa
en la opinión de expertos.
200
MIGUEL ÁNGEL MALO y BEGOÑA CUETO
Tabla 1. Distribución del empleo estándar y no estándar por cada tipo de riesgo
“nuevo” (promedio 2011-2017)
201
¿SE SOLAPAN LOS NUEVOS Y VIEJOS RIESGOS DEL MERCADO DE TRABAJO?
Tabla 2. Distribución del empleo por riesgo de automatización basado en la ocupación
considerando el tipo de contrato, el género y el nivel educativo (promedio 2011-2017)
1
El umbral del grupo de bajo riesgo en el riesgo de automatización basado en Frey y Osborne (2017)
es 0,3, mientras que para el riesgo basado en tareas (Torrejón, 2018) es 0,49, debido a la concentración de los
datos, que es mucho mayor con este indicador de riesgo. Debido a esta mayor concentración, solo incluimos
tres niveles de riesgo para el indicador basado en tareas. Para más detalles sobre la distribución de este indica-
dor, véase Torrejón (2018).
202
MIGUEL ÁNGEL MALO y BEGOÑA CUETO
formado por ocupaciones con alto riesgo de automatización: el 55,7% para contra-
tos temporales y el 47% para contratos indefinidos. Para el mismo nivel educativo,
los porcentajes más bajos corresponden al bajo riesgo de automatización: 3,2% para
contratos temporales y 5,4% para contratos indefinidos. Por lo tanto, la precariedad
y los riesgos de automatización se superponen para los trabajadores con educación
primaria.
Para el resto de niveles educativos, tenemos un patrón más cercano al nivel primario
de educación, pero con menores diferencias entre los niveles de riesgo de automatiza-
ción, y siempre con porcentajes más altos para contratos temporales en las columnas de
alto riesgo de automatización.
203
¿SE SOLAPAN LOS NUEVOS Y VIEJOS RIESGOS DEL MERCADO DE TRABAJO?
Tabla 3. Distribución del empleo por riesgo de automatización basado en tareas,
considerando el tipo de contrato, género y nivel educativo (promedio 2011-2017)
Tabla 4. Distribución del empleo por riesgo de automatización basada en la ocupación
considerando el tiempo de trabajo, el género y el nivel educativo (promedio 2011-2017)
204
MIGUEL ÁNGEL MALO y BEGOÑA CUETO
Tabla 5. Distribución del empleo por riesgo de automatización basado en tareas,
considerando el tiempo de trabajo, el género y el nivel educativo (promedio 2011-2017)
Tiempo completo Tiempo parcial
Bajo Medio Alto Total Bajo Medio Alto Total
Total 39.9 27.4 32.8 100 32.3 31.9 35.7 100
Hombres 35.8 22.5 41.7 100 34.1 29.2 36.7 100
Mujer 45.9 34.7 19.4 100 31.7 32.9 35.4 100
Obligatorio 19.5 22.1 58,4 100 17.1 26.5 56,4 100
FP I 21.1 41.5 37.4 100 23.3 45.5 31.2 100
Secundaria post-obligatoria 37.8 33.8 28.4 100 28.7 37.1 34.1 100
FP II 30.1 44.2 25.6 100 36.2 44.1 19.7 100
Universidad 77.7 18.3 4.0 100 66.8 25.4 7.8 100
Fuente: EPA y cálculos propios.
Por nivel educativo (panel inferior de la Tabla 5), tenemos una imagen muy similar al
caso de los contratos temporales e indefinidos: en primer lugar, no hay ningún patrón en
forma de U; segundo, en el nivel obligatorio hay una gran concentración de alto riesgo (más
del 55%, independientemente del tiempo de trabajo); y, tercero, hay una concentración muy
importante en bajo riesgo para aquellos con un título universitario, alrededor del 77% para
los de tiempo completo y 67% para los de tiempo parcial. En general, los que tienen contra-
tos temporales parecen estar más expuestos a un alto riesgo de automatización (basado en
tareas) que los empleados a tiempo parcial. Por otro lado, los empleados a tiempo completo
están más concentrados en un bajo riesgo de automatización que los trabajadores con un
contrato indefinido; pero estas diferencias son muy pequeñas o desaparecen para la educa-
ción secundaria superior, la formación profesional avanzada y la universidad.
205
¿SE SOLAPAN LOS NUEVOS Y VIEJOS RIESGOS DEL MERCADO DE TRABAJO?
La Tabla 7 muestra que los trabajadores a tiempo parcial, tanto mujeres como hom-
bres, también tienen una mayor representación en el riesgo nulo de deslocalización en
206
MIGUEL ÁNGEL MALO y BEGOÑA CUETO
comparación con quienes tienen contratos a tiempo completo. De la misma manera, los
empleados a tiempo parcial tienen porcentajes mucho más bajos para el mayor riesgo
de deslocalización. Por nivel educativo, el panorama general es como el caso del tipo de
contrato. Una vez más, el riesgo de deslocalización y el riesgo de empleo no estándar no
se superponen y tienen la asociación opuesta con el nivel educativo que se encuentra en
el caso del riesgo de automatización.
Tabla 7. Distribución del empleo por riesgo de deslocalización considerando tiempo
de trabajo, género y nivel educativo (promedio 2011-2017)
Tiempo completo Tiempo parcial
Riesgo 0> Riesgo Riesgo Riesgo 0> Riesgo Riesgo
Total Total
=0 >1 =1 =0 >1 =1
Total 62.4 27.3 10.4 100 78.6 16.4 5.1 100
Hombres 61.1 27.2 11.8 100 75.0 18.6 6.3 100
Mujer 64.3 27.4 8.3 100 79.8 15.6 4.6 100
Obligatorio 77.8 13.9 8.3 100 90.3 6.2 3.5 100
FP I 72.4 18.3 9.2 100 84.1 11.1 4.8 100
Secundaria post-
62.6 26.4 10.9 100 80.4 14.6 5.0 100
obligatoria
FP II 54.9 31.5 13.6 100 68.8 22.9 8.4 100
Universidad 41.9 46.5 11.7 100 56.6 36.9 6.5 100
Fuente: EPA y cálculos propios.
3. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
207
¿SE SOLAPAN LOS NUEVOS Y VIEJOS RIESGOS DEL MERCADO DE TRABAJO?
lización, pero la evidencia sistemática más reciente muestra que una mayor proporción
de tareas rutinarias no se correlaciona con un mayor riesgo de deslocalización (Blinder y
Krueger, 2013). En nuestro caso, el riesgo de deslocalización y el empleo no estándar, ya
sea temporal o parcial, no se superponen: el mayor riesgo de deslocalización afecta más
a los trabajadores con contratos indefinidos que a los que tienen contratos temporales,
y más a los que trabajan a tiempo completo que a quienes lo hacen a tiempo parcial. Al
considerar el nivel educativo, encontramos que un nivel educativo más alto se asocia con
una menor participación en el empleo sin riesgo de deslocalización, y esta asociación
es más clara para los trabajadores temporales y los trabajadores a tiempo parcial. Por
tanto, a diferencia de lo que ocurría para el otro riesgo, en el caso de la deslocalización
los estudios universitarios no protegen, sino que parece estar asociado con una mayor
vulnerabilidad a la deslocalización.
Por lo tanto, los nuevos riesgos no son acumulativos. Como el riesgo de auto-
matización parece estar estrechamente relacionado con niveles de educación bajos, los
programas de formación para afrontar el desplazamiento por la automatización deberían
centrarse en los trabajadores expuestos que solo tienen educación obligatoria. También
sería aconsejable enfocar estos programas en trabajadores que provienen de empleos
con relaciones laborales no estándar, ya que generalmente están mucho menos invo-
lucrados en los programas de formación proporcionados por la empresa (Albert et al.,
2005). El diálogo social y las políticas públicas serían cruciales para lanzar este tipo de
programas para trabajadores en empleos no estándar y bajos niveles educativos. De todos
modos, debemos notar que también los trabajadores con contratos permanentes y bajos
niveles de educación están significativamente expuestos a riesgos de automatización. Por
lo tanto, sería necesario incorporar la medida anterior para el empleo no estándar en un
plan más amplio que promueva las habilidades que los trabajadores necesitarán en el fu-
turo mercado laboral. En esta línea, el análisis de los riesgos de automatización junto con
las necesidades de habilidades como Pouliakas (2018) parece una línea de investigación
prometedora para diseñar este tipo de programa. Sin embargo, conviene no olvidar que
este tipo de planes no protegerá a los trabajadores con un alto nivel educativo de los
riesgos de deslocalización. Las acciones para proteger a estos trabajadores deben estar
relacionadas con apoyos a la movilidad hacia otros sectores u ocupaciones donde pudie-
ran usar su formación general universitaria.
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209
Conversación II
TRABAJO DECENTE PARA TODOS
TRABAJO DECENTE PARA MUJERES Y HOMBRES
Palabras clave: Trabajo decente; calidad del empleo; Objetivos de Desarrollo Sos-
tenible; igualdad de género.
Abstract: The extended consequence of global economic changes and policies ap-
plied during the last decades has been a precarisation of working conditions, leading to a
worsening of the quality of work, which has affected special to women. The main objec-
tive of this paper is to highlight the need to elaborate a quality indicator of employment
differentiated by sex, framed in the concept of decent work of the ILO and in 8 and 5
SDGs, defined by the UN. This responds to the different problems faced by women and
men in the labour market and, consequently, to the different needs in terms of socio-eco-
nomic policies that they present. With the creation of this indicator and its analysis in
the European Union countries during the period 1997-2017, the aim is to contribute to
the debate so that the SDGs become useful tools for the resolution of problems, in this
case on decent work and gender equality. Likewise, the results of the indicator at the
European level try to answer to the questions that the ILO poses on gender issues when
formulating employment policies.
Keywords: Decent work; job quality; Sustainable Development Goals; gender equality.
215
Trabajo decente para mujeres y hombres
1. INTRODUCCIÓN
Por ello, el objetivo de este trabajo es analizar la calidad del empleo para mujeres y
hombres, en la UE en los últimos veinte años.
Superada la gran crisis en el mundo desarrollado y tras la huella que ha dejado, al-
gunos organismos internacionales se plantean en 2015 retomar los objetivos de calidad
del empleo e igualdad.
No es casualidad que en ese mismo año, 2015, la OIT lance la Iniciativa del Futuro
del Trabajo, como foro de reflexión para conmemorar el centenario del organismo, pro-
fundizando en los riesgos que los procesos actuales de cambio tecnológico tienen, entre
otros aspectos, sobre la calidad del empleo y la igualdad de género.
1
Véase Las mujeres y el futuro del trabajo Beijing + 20, y años siguientes (OIT).
216
LAURA PÉREZ ORTIZ, ÁNGELES SÁNCHEZ DÍEZ y ANA I. VIÑAS APAOLAZA
El contraste del índice alcanza a los países de la UE, durante el periodo compren-
dido entre 1997 –fecha en la que se lanza la Estrategia Europea de Empleo–, y 2017,
abarcando un amplio periodo de análisis.
De esta forma, los datos que configuran los índices se mueven entre 0 (mínima ca-
lidad) y 100 (máxima): cuanto mayor es el índice, mayor es la calidad del empleo en esa
dimensión, y viceversa.
2
La fórmula de crear de manera separada índices multidimensionales y sintéticos según género, la
lleva aplicando PNUD en su elaboración de los Informes de Desarrollo Humano para mujeres y hombres desde
el correspondiente al año 2014 (PNUD, 2014).
217
Trabajo decente para mujeres y hombres
– El índice de calidad intrínseca del puesto de trabajo (CAL2), pretende recoger las
condiciones generales del empleo, tanto en su vertiente de tiempo (horas) como
de remuneración.
Una vez construidos cada uno de los subíndices, se obtiene el índice sintético global
relativo (CALT), de calidad total, para mujeres y para hombres.
El objetivo del índice es medir la calidad del empleo de forma diferenciada para
mujeres y para hombres, permitiendo:
3
Dado que no se disponen de datos desagregados por sexo de la cobertura de los convenios colecti-
vos se han tomado los datos de forma conjunta para mujeres y hombres en este caso.
218
LAURA PÉREZ ORTIZ, ÁNGELES SÁNCHEZ DÍEZ y ANA I. VIÑAS APAOLAZA
El análisis de los indicadores para España muestra cómo la calidad del empleo de los
hombres es superior a la de las mujeres, registrando en ambos casos una tendencia a la
mejora hasta 2008 (tabla 1) y un deterioro desde entonces.
Por otro lado, el índice de calidad intrínseca del puesto de trabajo (CAL2) muestra
las enormes diferencias entre ambos sexos que deja a las mujeres en peor situación,
219
Trabajo decente para mujeres y hombres
resultado del menor número de horas que trabajan y de las menores rentas por la remu-
neración del trabajo que realizan. Adicionalmente, se ha dado un deterioro en el índice
para ambos sexos entre 1997 y 2017.
El índice de calidad total (CALT) resume las diferencias encontradas a lo largo del
periodo en calidad del empleo para mujeres y hombres (tabla 1).
220
LAURA PÉREZ ORTIZ, ÁNGELES SÁNCHEZ DÍEZ y ANA I. VIÑAS APAOLAZA
50
40
30
20
10
0
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
CAL TOTAL-femenino CAL TOTAL-masculino
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Eurostat, OCDE, OIT y Visser (2016).
Pero los resultados para España no son un hecho aislado. La tabla 2 muestra una
comparativa por países para el conjunto del periodo analizado, reflejando que la peor
calidad del empleo para las mujeres es una situación extendida en la Unión Europea. En
este caso se observan los resultados del índice global (de 0 a 100); en el eje vertical, la
calidad del empleo de los hombres y en el horizontal, de las mujeres. Los puntos de cada
país corresponden a las coordenadas de ambos.
221
Trabajo decente para mujeres y hombres
Tabla 3. Índice de calidad total (hombres-mujeres) en la UE, media del periodo 2000-2017
70,0
Suecia
65,0 Dinamarca
Austria Finlandia
Bélgica
Países Bajos
60,0
Reino Unido Eslovenia
Hombres
Francia Luxemburgo
Rep. Checa Portugal Irlanda
55,0
Italia Alemania
España
Eslovaquia Estonia
50,0 Grecia Letonia Hungría
Polonia Lituania
45,0
40,0
40,0 45,0 50,0 55,0 60,0 65,0 70,0
Mujeres
En la media del periodo (2000-2017), para el índice de calidad total (CALT), solo en
cuatro países la calidad del empleo es mayor entre las mujeres que entre los hombres.
Tres de ellos son los países con los mayores niveles de calidad de todo el conjunto de la
UE (Suecia, Dinamarca y Finlandia). En Luxemburgo, Irlanda, Hungría y Lituania, la cali-
dad del empleo es idéntica para mujeres y para hombres, con la gran diferencia de que,
en los dos últimos países citados, los niveles de calidad del empleo son considerablemen-
te inferiores a la media del conjunto de países europeos.
En el resto, las diferencias entre la calidad del empleo de mujeres y hombres siguen
siendo relevantes, inclinadas hacia una mayor calidad en los empleos ocupados por hom-
bres, ya sea en donde la calidad de los mismos es mayor (como es el caso de los Países
Bajos) o, especialmente, donde la calidad es inferior a la del conjunto de países europeos
en el periodo analizado (República Checa, Italia, España y, de forma muy significativa,
Grecia).
Esto conduce a concluir que, para mejorar la calidad del empleo total, necesaria-
mente hay que mejorar la calidad del empleo femenino. Y esta afirmación resulta tras-
cendental en términos de políticas. Sólo se podrán alcanzar progresos en la calidad del
empleo cuando se pretenda mejorar la situación de las mujeres en el mercado de trabajo.
La mejora de la calidad del empleo será femenina o no será. Si la mujer se queda fuera
del mercado de trabajo remunerado o accede al mismo en peores condiciones, se fallará
en la consecución de los ODS 5 y 8.
222
LAURA PÉREZ ORTIZ, ÁNGELES SÁNCHEZ DÍEZ y ANA I. VIÑAS APAOLAZA
Teniendo en cuenta el análisis de los resultados, ante todo las políticas deberán in-
troducir una perspectiva de género, siguiendo las recomendaciones que hace más de dos
décadas se definieron en la 4ª Conferencia Mundial sobre la Mujer de Beijing (1995), la
cual marcó un punto de inflexión en la lucha por la igualdad, exigiendo la transversalidad
de las políticas de género en todas las políticas públicas.
Las políticas de empleo además deberán enfocarse a eliminar la segregación hori-
zontal, sectorial y ocupacional, así como el techo de cristal, promocionando a las muje-
res. Hay que aumentar la presencia femenina en sectores tecnológicos clave y en puestos
directivos, con más posibilidades de lograr empleos de calidad. Para ello las políticas de
educación y formación, a lo largo de la vida, deben encaminar a las mujeres a las pro-
fesiones del futuro y a eliminar brechas digitales. Acompañando a estas actuaciones, se
deberá prestar especial atención a las políticas de igualdad retributiva, teniendo en cuen-
ta el conjunto de las remuneraciones y considerando los trabajos de igual valor, como
señala el Convenio 100 de la OIT.
En políticas relativas a la conciliación de la vida familiar y profesional y a la co-
rresponsabilidad en las tareas de cuidados, se debe facilitar la conciliación no solo a las
mujeres sino también a hombres, impulsando la corresponsabilidad, para evitar la pena-
lización por cuidados, el abandono de la carrera y las interrupciones de la vida laboral.
También son necesarias políticas públicas que fortalezcan los servicios sociales, de
atención y cuidado de las personas, niños y mayores. El envejecimiento de la población
es una realidad en los países desarrollados, y las mujeres se ven obligadas a alargar los
periodos de cuidados asistenciales no remunerados (con inactividad, tiempo parcial), en-
cadenando cuidado de niños con cuidado de mayores. Y este ámbito no debe ser exclu-
sivo de las mujeres. Las políticas de cuidados deben promover la distribución de roles y
responsabilidad en la atención a la población dependiente.
Por último, otras medidas de igualdad son necesarias: educativas, sociales y cultu-
rales, que tengan por objetivo la corresponsabilidad en la vida familiar; la eliminación de
roles, de estereotipos de género, desde edades tempranas; y la participación femenina
en la vida pública y privada, así como medidas para aumentar la presencia y participación
femenina en la negociación colectiva y otras instituciones laborales.
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Estadísticas
224
DERECHOS COLECTIVOS Y EMPLEADAS DEL HOGAR:
REFORMAS JURÍDICAS INAPLAZABLES
PARA UN TRABAJO DECENTE
DEL TRABAJO DOMÉSTICO EN ESPAÑA
This lack of protection, depriving the maids of security which requires the “decent
work”, since these workers are usually very isolated and faced with practical problems
1
http://www.ilo.org/global/topics/decent-work/lang--es/index.htm (consultada el 02/01/2019).
227
DERECHOS COLECTIVOS Y EMPLEADAS DEL HOGAR: REFORMAS JURÍDICAS INAPLAZABLES
for the exercise of their collective rights. In addition, Trade Union action in favour of
domestic staff, sometimes is blocked by a conflict of interest between the employer and
the employee.
What I try to demonstrate in this analysis is, as the No. 189 Convention and recom-
mendation No. 201 concerning decent work for domestic workers, represent a call to
action to address the exclusion suffered by these women in protection labour and social,
and the necessity that the Government ratifies this Convention, to extend the coverage
of its legislation and set a few collective rights and social protection, as well as dignified
and decent working conditions.
1. INTRODUCCIÓN
Para situarnos y antes de comenzar con el análisis, debo aclarar que a causa de la
abrumadora mayoría de mujeres (43,6 millones, aproximadamente el 83%), me voy a
permitir hablar de empleadas domésticas en femenino, ya que en España también se
corrobora esta afirmación con datos, hay 637.700 trabajadores del hogar, según la últi-
ma EPA, de los que el 88% son mujeres, no obstante, el número de las que están dadas
de alta en la Seguridad Social es mucho menor (420.288), pese a ser obligatoria su alta
desde la primera hora trabajada.
2
Resulta significativo pues es el único Convenio de la OIT en cuya denominación se alude al trabajo
decente.
228
Concepción Sanz Sáez
Estos problemas, entre otros, hacen que el ejercicio de derechos colectivos (objeto
de nuestro estudio) por las trabajadoras domésticas sea escaso, no porque el ordenamien-
to jurídico nacional lo prohíba, que no lo hace, el mismo Real Decreto 1620/2011, de 14
de noviembre, por el que se regula la relación laboral de carácter especial del servicio del
hogar familiar continúa, como la legislación anterior, sin hacer ninguna referencia a los
derechos colectivos de estas trabajadoras, ni los prohíbe, ni los reconoce, ni los regula,
3
STJUE 395y396/08, de 10 de junio de 2010, asuntos Bruno y Pettini.
4
“Conjunto de actividades económicas desarrolladas por los trabajadores y las unidades económicas
que, tanto en la legislación como en la práctica, están insuficientemente contempladas por sistemas formales
o no lo están en absoluto”. (2018, 01). Economía Informal leyderecho.org Retrieved 01, 2019, from https://
leyderecho.org/economia-informal/ (consultada el 04/01/2019).
229
DERECHOS COLECTIVOS Y EMPLEADAS DEL HOGAR: REFORMAS JURÍDICAS INAPLAZABLES
lo que supone, en ciertos casos un alto grado de dificultad que roza la imposibilidad de
su ejercicio por las peculiaridades que se dan en esta relación especial (Cueva, 2005:35).
Por todo lo anterior sostengo, que la ratificación del Convenio 189, que el Gobierno
no ha realizado hasta el momento, aseguraría en síntesis, la libertad sindical y el dere-
cho a la negociación colectiva (art.3/2 Convenio 189 OIT), así como destacar también
su artículo 14, que recoge explícitamente que los trabajadores domésticos no pueden
tener condiciones menos favorables que las aplicables al resto de trabajadores, lo que a
mi juicio, es muy relevante en el caso español, donde las trabajadoras del hogar (más del
90% son mujeres) no tienen derecho a protección por desempleo.
3. EL SERVICIO DOMÉSTICO, UN PILAR DEL ESTADO DEL BIENESTAR QUE ESTÁ
INFRAVALORADO
Lo primero que tenemos que tener en cuenta cuando hablamos del Estado del Bien-
estar, es que surgió en Europa por un gran pacto social que tenía como objetivo acabar con
las desigualdades. Fue un gran pacto social entre trabajadores y empresarios con el único
objetivo de reorientar el mercado de trabajo, si bien el grado de madurez de la política
social común parece estar lejos de este estadio de evolución (Pérez, 2015:10).
5
Son aquellos donde el porcentaje de mujeres (participación) supera al porcentaje de mujeres en el
empleo total (que es un 41.30%) en un 15%. Es decir, son sectores feminizados aquellos sectores donde el
porcentaje de mujeres es superior al 56.30%.
230
Concepción Sanz Sáez
hogar (Cisneros, 1987:57), dentro del entorno familiar de forma gratuita e invisible, y
que, como consecuencia de ello, se han incorporado tarde al mercado de trabajo.
Los roles y estereotipos de género han asignado, y siguen asignando, a las mujeres
el cuidado de la familia en general y de hijas e hijos en particular, lo que se ha dado en
llamar “el trabajo de cuida“ (VVAA, 2011:206). Este hecho condiciona el empleo de
muchas mujeres y el desarrollo de una carrera profesional ya que el trabajo en el hogar
familiar ajeno, es en muchos casos a tiempo parcial7, porque les permite seguir realizan-
do el trabajo doméstico propio, la realidad es, que la feminización de la actividad sigue
siendo un hecho y aunque gran parte del trabajo doméstico se ha tratado como relación
laboral, sigue siendo “cosa de mujeres”8.
Es un hecho, que las mujeres soportan en mayor medida el peso del “empleo in-
formal”9, muy asociada a actividades muy feminizadas; padecen mayores porcentajes de
exclusión laboral, ocupan trabajos menos cualificados y en general realizan su actividad
en sectores menos estructurados y con mayor índice de precariedad.
6
La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, y el Proto-
colo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños
7
Las mujeres ocupan el 72% de los contratos parciales. El trabajo a tiempo parcial supone en España
el 15% de total de los empleos. El 20% de las mujeres con contrato parcial debe escoger este tipo de empleo
por motivos familiares.
http://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176918&menu=ulti-
Datos&idp=1254735976595 (consultada el 19/11/2018).
8
COLECTIVO IOE. El servicio doméstico en España: entre el trabajo invisible y la economía sumergida.
Informe de investigación. Madrid: JOCE, 2010. pág. 3. Tomando como referencia datos del INE de mayo 2018,
el 56% de las mujeres que trabaja a tiempo parcial lo hace porque no encuentra trabajo a jornada completa, y
el 14,8% reduce su jornada por cuidar de sus hijas/os y otras personas dependientes.
9
Cuando hablamos de “Empleo Informal” nos referimos al conjunto de actividades laborales remu-
neradas (por cuenta ajena o por cuenta propia) que se realizan total o parcialmente fuera de las regulaciones
propias del empleo oficial.
231
DERECHOS COLECTIVOS Y EMPLEADAS DEL HOGAR: REFORMAS JURÍDICAS INAPLAZABLES
10
Sobre este particular, Organización Internacional del Trabajo Domestic Workers Across The World.
http://www.ilo.org/global/publications/books/WCMS_173363/lang--en/index.htm (consultada el 28/12/2018).
232
Concepción Sanz Sáez
14 de noviembre, por el que se regula la relación laboral de carácter especial del servicio
del hogar familiar (en adelante RLESHF) que supone la aplicación supletoria de la nor-
mativa laboral común, compatible con las peculiaridades de la relación laboral especial,
como ya señalaba la legislación anterior en el Real Decreto 1424/1985 de 1 de agosto
por el que se regulaba la relación laboral de carácter especial del Servicio doméstico.
El RLESHF continúa, como la legislación anterior, sin hacer ninguna referencia a los
derechos colectivos de estas trabajadoras, ni los prohíbe, ni los reconoce, ni los regula, lo
que supone, en ciertos casos un alto grado de dificultad que roza la imposibilidad de su
ejercicio por las peculiaridades que se dan en esta relación especial que radican en la sin-
gularidad del lugar de trabajo (hogar familiar) y en otras dos características sustanciales:
la necesaria e imprescindible convivencia y cercanía entre trabajador y empleador, unidas
a una dirección y control muy estrecho por parte de este último, que siempre ha de ser
persona física (López, 2000:154).
Los problemas analizados en los párrafos anteriores, hacen que el ejercicio de dere-
chos colectivos por las trabajadoras domésticas sea escaso, no porque el ordenamiento
jurídico español lo prohíba, que no lo hace, sino porque las indicadas dificultades para
su ejercicio, no han sido resueltas por la norma reglamentaria con una adaptación a las
condiciones de los trabajadores de éste sector.
Nos encontramos con otros artículos del Convenio donde se garantizan algunos
derechos en conexión, en gran medida, con la Declaración de la OIT relativa a los
233
DERECHOS COLECTIVOS Y EMPLEADAS DEL HOGAR: REFORMAS JURÍDICAS INAPLAZABLES
Para conseguir sus objetivos se utiliza “una configuración que paute las formas de
reivindicación, en este caso, se seleccionan las formas de acción política convencional”
(Valles, 2007:291), en concreto, las asociaciones, agrupaciones formalizadas a través del
alta en el Registro de Asociaciones (Ministerio del Interior), y voluntarias, que “trabajan
de forma cooperativa en busca de un objetivo común” (Ariño, 2004:85-110). Pero para
lograr la equiparación de derechos con el resto de trabajadores, sería necesario, plantear-
se la necesidad de un desarrollo del trabajo político para evitar los obstáculos con los que
se encuentran para la sindicalización.
234
Concepción Sanz Sáez
6.2. Negociación colectiva
Convenimos sin duda, en la dificultad de aplicar a este colectivo, sin ninguna adap-
tación normativa, la regulación establecida con carácter general sobre libertad sindical o
negociación colectiva, así como la dificultad en la práctica, de la negociación colectiva en
una relación laboral con una tendencia marcadamente individualizada, lo que nos permi-
te comprender algunas de las causas de que no haya ningún convenio colectivo de sector
estatal, autonómico o provincial aplicable a este colectivo –aunque esto sí ocurre ya en
Francia, Italia o Alemania–. Y es aquí donde se echa en falta la política proactiva que se
exige en el Convenio 189 –arts. 3.2.a) y 3.3– y en la Recomendación 201 (disposición 2).
El ejercicio del derecho de huelga, como medida de fuerza que supone la paraliza-
ción del trabajo, produciría desconfianza entre las partes, haciendo desistir de la relación
laboral al empleador sin necesidad de justificación alguna, por lo que no lo ponen en
práctica estas mujeres trabajadoras. Y en el supuesto de que reclame contra el desis-
timiento del empresario que, no debemos olvidar, es el instrumento que se le ofrece
para romper una relación laboral cuando existe esa pérdida de confianza, sin necesidad
de tener que probarla, tal desistimiento podría calificarse como nulo por contravenir el
derecho fundamental de huelga, pero en caso de declararse la nulidad del desistimiento
235
DERECHOS COLECTIVOS Y EMPLEADAS DEL HOGAR: REFORMAS JURÍDICAS INAPLAZABLES
la relación laboral tendría que continuar, con lo que aumentaría la pérdida de confian-
za mutua, característica de esta relación especial, forzándose una convivencia definida
como “infierno sartriano” (Pedrajas, 1992b:183).
7. CONCLUSIONES
236
Concepción Sanz Sáez
Cuarta.– Debemos demandar que haya voluntad política para ratificar el Conve-
nio 189 de la OIT, porque ello garantizaría igualdad de derechos colectivos, protección
social y salarios dignos, para estas trabajadoras, así como el mismo trato que el resto
de personas asalariadas en información sobre condiciones laborales (salarios, jornadas,
descansos), prestaciones, indemnizaciones, acceso a las denuncias laborales, prevención
de riesgos y salud laboral, etc., ya que hasta hoy, poco se ha hecho a pesar de que es un
sector que desde hace tiempo está haciendo un trabajo importante y necesario para la
sociedad.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
237
DERECHOS COLECTIVOS Y EMPLEADAS DEL HOGAR: REFORMAS JURÍDICAS INAPLAZABLES
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238
PROTECCIÓN SOCIAL Y ESTADO DE BIENESTAR
ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO
Abstract: Globalization and the impact of climate change during the 21st century
can be considered as challenges for the social protection mechanisms and the welfare
state testing their capacity, after their positive evolution during the 20th century. In this
sense, the protective, proactive and preventive nature that characterizes the welfare state
and social security systems, and that allows them to be more accessible and able to con-
front modern society’s challenges, seems blurred and lacks of answers when facing the
increasing impacts of climate change. With these issues in mind, the aim is to highlight
the importance of social protection mechanisms considering that these structures are
fundamental in reinforcing social cohesion in the face of climate change’s capacity to
undermine the pillars of society, increasing the inequality, poverty and social conflicts. As
a conclusion, it is considered to insist with the approach that considers that only through
social justice with protected people will it be possible to take better care of the environ-
ment and face climate change, in the same way that only through a protected environ-
ment we can have protected cohesive and equitable societies. It is from this approach
that we must articulate any response to climate change.
241
Protección Social y Estado de Bienestar ante el cambio climático
Como parte de una repuesta global para hacer frente a esta conjunción de crisis,
y con el cambio climático aumentando su importancia e incidencia, surgió la necesidad
de poner en marcha una transición hacia un modelo de economía verde, que aunara
los objetivos del desarrollo sostenible, reduciendo la degradación medioambiental y sus
riesgos, además de permitir la mejora del bienestar humano y la equidad social (PNUMA,
2011: 2). Este modelo implicaría promover un fuerte pilar social que promovido princi-
palmente por el Estado, aseguraría la provisión de necesidades básicas, el disfrute de los
derechos humanos, la salud, la equidad, la protección social, el trabajo decente, la parti-
cipación igualitaria y el buen gobierno entre otros aspectos (UN TT SDCC, 2011: 3, 29).
La OIT surge como actor fundamental bajo estas circunstancias, dada su capacidad
de vincular y proponer respuestas de una forma coherente, conjunta y complementaria
a los desafíos medioambientales y socioeconómicos que implica el cambio climático.
Esto es, enfrentar los problemas de inclusión y sostenibilidad social con el objetivo de
lograr una transición justa hacia un modelo de desarrollo más sostenible y equitativo. El
desarrollo del concepto de la Transición Justa, permitiría demostrar de este modo que
242
Jesús Marcos Gamero Rus
Desde el propio concepto de Transición Justa que enmarca en gran medida la ac-
ción de la OIT en materia de acción climática, pero también desde otros enfoques, se
debe reconocer y responder ante los impactos del cambio climático sobre empresas y
trabajadores, mercados laborales, ingresos, protección social y pobreza entre otros ám-
bitos, ya que estos son altamente relevantes para el cumplimiento e implementación del
mandato estipulado en la Constitución y las normas internacionales del trabajo elabora-
das por la OIT.
Del mismo modo, el cambio climático puede llegar a debilitar los sistemas de segu-
ridad social, limitar el alcance de los objetivos propuestos en las políticas de desarrollo,
en especial en las comunidades más vulnerables, o aumentar el flujo de trabajadores
migrantes en situación de vulnerabilidad.
Aunque se entienden las políticas de protección social como el principal eje sobre
el que gira esta comunicación, se consideran de inicio otras áreas de importancia dentro
del ámbito de actuación de la OIT, su relación con las políticas climáticas y su capacidad
de elaborar respuestas acordes, a saber: el trabajo decente, el diálogo social, la transición
justa, las políticas de adaptación y los empleos verdes.
243
Protección Social y Estado de Bienestar ante el cambio climático
Sin embargo, a partir de la década de los setenta del siglo pasado estos enfoques se
enfrentaron con procesos de desregularización donde los sistemas públicos eran relega-
dos en beneficio de políticas de creación de ingresos y sistemas privados de protección.
244
Jesús Marcos Gamero Rus
Con el nuevo milenio, nuevos enfoques han vinculado la lucha contra la pobreza y
la protección social en el marco de la globalización y la promoción de la propia protección
social desde una visión basada en derechos, alejada de enfoques caritativos, y en donde
el derecho a la seguridad social es fundamental para el avance y la realización de la pro-
tección social universal, tal y como expresa el artículo 22 de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos (ONU, 1948).
La OIT a partir de 2003 lanzó la “Campaña Mundial sobre Seguridad Social y Cober-
tura para Todos”, como un marco que facilitaría estrategias de seguridad social globales,
con el objetivo de aumentar y mejorar los mecanismos de protección social conforme
los países avanzaran, contemplando la incidencia de la protección social a partir de su
vinculación con las políticas para la reducción de la pobreza y la vulnerabilidad, además
de otros desafíos como los migratorios o medioambientales (OIT, 2004).
Del mismo modo, la iniciativa de Pisos de Protección Social (PPS) fruto de la colabo-
ración entre la OIT y la Organización Mundial de la Salud (OMS), surgió como respuesta a
la necesidad de diseñar e implementar unos mecanismos de protección social que vincu-
lados mayormente al Estado, aseguraran un mínimo de protección social, haciendo que
los procesos y beneficios de la globalización fueran más justos y equitativos, llegando a
un mayor número de personas, siendo igualmente un mecanismo relevante en escena-
rios de aumento de flujos migratorios (OIT y OMS, 2009).
La OIT contempla los PPS dentro de una estrategia bidimensional para la extensión
de la seguridad social. Una primera dimensión garantizaría una cobertura universal y
unos niveles mínimos de seguridad social, entendiéndose como una plataforma para
salir de la pobreza (dimensión horizontal). La segunda dimensión (vertical) garantizaría
unos niveles más elevados de protección conforme el país fuera progresando económica
y socialmente. Esta idea se representa bajo el concepto de escalera de protección social
(OIT, 2012b: 3).
Los PPS se reconocen, por tanto, como un eslabón necesario para alcanzar una
globalización equitativa e inclusiva, reducir o librar a las poblaciones de la pobreza, y
alcanzar la consecución de unos derechos humanos básicos frente a los procesos de
mercantilización de los derechos sociales (OIT, 2011: xxiv).
Igualmente, la protección social puede actuar como un eje articulador de las res-
puestas ante el impacto del cambio climático, considerando el impacto del mismo sobre
el empleo o los sistemas económicos tanto formales como informales, o los trasfondos
sociales que genera su incidencia, con el aumento de la vulnerabilidad y la pobreza de las
sociedades que lo sufren o la posibilidad de migrar de las poblaciones afectadas.
245
Protección Social y Estado de Bienestar ante el cambio climático
246
Jesús Marcos Gamero Rus
El IPCC se hace eco del acuerdo entre académicos y profesionales que considera
que la protección social ayuda a las personas en situación de pobreza crónica a reducir
el riesgo y proteger sus activos durante las crisis (Olsson et al., 2014: 23) e identifica los
programas de seguros, las medidas de protección social y la gestión del riesgo de desas-
tres como activos para mejorar la resiliencia de los medios de vida a largo plazo entre
las personas pobres y marginadas, en especial si las políticas abordan la pobreza y las
desigualdades multidimensionales (Field et al., 2014: 73; Olsson et al., 2014: 13).
Resulta importante a partir de este contexto, encontrar una convergencia entre los
objetivos de la protección social y la protección medioambiental. A partir del modelo
inicialmente propuesto por la OIT (Guhan, 1994), que reconoce en la protección social
medidas de promoción, preventivas y de protección, se ha desarrollado un discurso “acti-
vista”, que reconoce la protección social como un elemento transformador de la realidad
cuyo objetivo es alcanzar una mayor equidad social y enfrentar la exclusión enfrentando
la vulnerabilidad (Devereux y Sabates-Wheeler, 2007; DfID, 2000).
El Estado de Bienestar y los sistemas de seguridad social, a lo largo del tiempo han
sido capaces de adaptarse a las nuevas realidades y desafíos conforme avanzaban las so-
ciedades. Sin embargo, todavía queda por ver cómo va a ser su capacidad de adaptación
ante los desafíos entrelazados que enfrentan las sociedades modernas como pueden ser
el reto demográfico o el propio cambio climático.
Conviene en este sentido plantear que tipo de respuestas se deben poner en prác-
tica de una manera preventiva y proactiva ante las consecuencias de los impactos del
cambio climático sobre los mecanismos de protección social.
247
Protección Social y Estado de Bienestar ante el cambio climático
sobre diferentes grupos, así como el derecho individual establecido a la seguridad social.
Por tanto, debe ser responsabilidad de los Estados garantizar estos derechos, así como
que las respuestas ante el cambio climático no afecten negativamente a los individuos o
comunidades más vulnerables, y en el caso de que se vean afectados, que estos grupos
se vean protegidos por sistemas de seguridad social inclusivos (Jodoin y Lofts, 2013: 43).
Sin embargo, e incluso con la existencia de unos mecanismos hasta cierto punto
resilientes de protección social, el aumento de los fenómenos extremos puede llegar a so-
brecargarlos de modo que lleguen a deteriorarse de tal forma que en su interacción con
otros factores económicos, políticos o medioambientales pudieran llegar a ser inviables e
inútiles en su tarea de protección.
En este sentido, conviene plantear cual es el papel y como va a adaptarse los meca-
nismos de seguridad social y protección social, dentro del marco del Estado de Bienestar
existente en muchos países desarrollados ante estos nuevos escenarios, en momentos
en los que se ve incluso amenazado o ha perdido su papel cardinal como mecanismo
redistribuidor.
248
Jesús Marcos Gamero Rus
Esta conclusión la enmarcan los autores a partir de la dialéctica del estado del bien-
estar donde se considera el hecho que el mismo mecanismo que desactiva las desigual-
dades socioeconómicas inherentes al desarrollo capitalista garantiza la inclusión de una
cantidad cada vez mayor de personas en las prácticas de producción y consumo am-
bientalmente problemáticas. Las propuestas de políticas para proporcionar prosperidad
y bienestar tanto en términos sociales como ecológicos deberían, por lo tanto, centrarse
en estrategias para separar a los dos del crecimiento económico o, si esto sigue siendo
imposible, anular la prioridad del crecimiento económico en la formulación de políticas
(Koch y Fritz, 2014: 20).
249
Protección Social y Estado de Bienestar ante el cambio climático
6. CONCLUSIONES
El cambio climático nos propone una óptica diferente del problema de la desigual-
dad y la pobreza, lo que nos debe llevar a plantearnos la importancia de reforzar las po-
líticas de protección social y de lucha contra la pobreza. En este contexto es importante
recordar y reforzar el papel de la OIT como un agente fundamental a la hora de buscar la
paz y la justicia social tal y como especifica su Constitución de 1919.
Es a partir de este enfoque desde donde hay que articular cualquier respuesta
ante el cambio climático, integrando las políticas sociales con las medioambientales,
dado que del resultado de las mismas se podrá evitar en mayor medida impactos vin-
culados al cambio climático como el aumento de la desigualdad y la pobreza, y que
pueden llevar a otros fenómenos como la migración, o debilitar la cohesión social y
el contrato social.
Sin embargo, y al considerar los estados donde está más desarrollado el Estado de
Bienestar, integrar ambos enfoques plantea un trabajo previo de identificación y debili-
dades del propio Estado de Bienestar y de protección social amparado mayormente por
políticas socialdemócratas. Es necesario salir de la zona de confort que nos hace situar a
nuestros modelos políticos como los más importantes y valiosos a la hora de alcanzar la
justicia social y los logros medioambientales, y desde una perspectiva crítica, buscar su
mejora, amplificando sus fortalezas, pero también identificando sus debilidades, como la
promoción del consumo exacerbado.
250
Jesús Marcos Gamero Rus
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253
Conversación III
ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO Y LA PRODUCCIÓN
EMPRESAS RECUPERADAS POR SUS TRABAJADORXS.
LA PROYECCIÓN DE ESTA EXPERIENCIA
PARA EL FUTURO DEL TRABAJO
Abstract: This work is presented from Buenos Aires, Argentina, convinced that in
front of the initiative in relation to the ILO centenary, the Companies Recovered by their
Workers (Empresas Recuperadas por sus Trabajadores – ERTs), of qualitative development
in this southern country, have much to contribute in the first person. The intention is
to raise awareness and reflect on this sui generis process, delivered by workers from
the street to institutionality, which has demonstrated viability as a self-managed spring
through years of development, and which today is a source of rights for thousands of
people, families and communities.
It is worth mentioning that, before being presented, this work was put to the consid-
eration of diverse actors, factory and academia. We try to reflect quantitative data, present
a brief overview of the Spanish case and delve into some of the aspects that are put in
tension in light of this experience. Therefore, we participate in this Congress convinced that
this will mean an important advance for our daily experience, its visibility and awareness,
but also to contribute to the strengthening of the struggle that men and women face every
day, in a dizzying world, for the defense of our most basic rights and beyond all frontiers.
259
EMPRESAS RECUPERADAS POR SUS TRABAJADORES
En este país del sur de América, la experiencia tiene un punto de inflexión al calor
de la crisis de 2001.
Según Del Cueto y Luzzi el mismo censo revelaba que el 14,3% de los hogares de
Argentina sufría pobreza estructural (Del Cueto y Luzzi, 2008:43), con “niveles nunca
antes conocidos de pobreza crítica” (Torrado, 2011:51).
El hambre calaba hondo en las franjas más postergadas, al tiempo que la brecha
social se profundizaba incentivando los peores resultados para la vida del sujeto indivi-
dual y colectivo.
1
Ver: https://www.google.com/amp/s/www.lanacion.com.ar/52402-mas-de-250000-chicos-pade-
cen-desnutricion/amp/52402 recuperado el 02/01/2019
260
Gisela Alejandra Bustos
261
EMPRESAS RECUPERADAS POR SUS TRABAJADORES
262
Gisela Alejandra Bustos
40
35
30
25
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15
10
0
1992
1993
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1995
1996
1997
1998
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2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Tabla 3. ERT por rubro y cantidad de trabajadorxs
Q empresas Sept.
Rubros % Q Trabajadores %
2018
263
EMPRESAS RECUPERADAS POR SUS TRABAJADORES
Q empresas Sept.
Rubros % Q Trabajadores %
2018
4. TECNOLOGÍA PROPIA
Al cabo de estos años, las ERTs argentinas constituyen un eslabón de la cadena pro-
ductiva nacional, sustentable y de calidad, en el marco de una economía de trabajadorxs
que comparte aspectos con la economía social, solidaria y popular.
Así lo demuestran los años de existencia, la baja tasa de mortalidad y la “resiliencia”
para enfrentar las crisis a través de la reorganización democrática y solidaria.
La mayoría de las ERTs argentinas se forja a partir de un proceso de lucha que marca
una impronta indeleble, con potencial para reconfigurar el trabajo y re-aprehender una
nueva tecnología autogestiva y trascendente.
Si bien se adopta la figura cooperativa, este encuadramiento legal resulta limitado
para expresar aspectos de una realidad novedosa. La identidad de clase y la imaginación,
resultan claves para superar vacíos jurídicos, organizativos y productivos.
Muchos de los casos más emblemáticos de las ERTs argentinas, como las coope-
rativas IMPA, BAUEN, TEXTILES PIGÜÈ, CHILAVERT, UNIDOS POR EL CALZADO y 19 DE
DICIEMBRE, entre otros, desarrollan a partir de la gestión obrera una función social hacia
la comunidad, articulando proyectos con históricos baluartes de los derechos humanos,
habilitando espacios para educación a través de bachilleratos populares, bibliotecas, uni-
versidades, jardines, centros culturales, etc. La mayoría de estos casos se ha convertido en
enclaves abiertos de acceso a derechos fundamentales para vecinas y vecinos, y en faros
para otros trabajadores y sectores en lucha más allá de las fronteras2.
2
Para mayor ilustración, sugerimos los siguientes links sobre la experiencia de Cooperativa de Trabajo
19 de Diciembre Ltda., así como toda la información que se encuentra disponible en web en relación a las ERTs
mencionadas:
* Cooperativa de Trabajo 19 de Diciembre Ltda. (2018). Recuperado en: http://www.coop19dediciem-
bre.com.ar
264
Gisela Alejandra Bustos
Como afirma Henrique T. Novaes en su libro “El fetiche de la tecnología”, “hay una
relativa autonomía de las ERT frente al modo de producción capitalista como un todo,
o aún un margen de maniobra que permite a los trabajadores dar origen a diferentes
procesos de adecuación sociotécnica” (H. Novaes, 2015:199). En este sentido, las ERTs
argentinas han superado una etapa espasmódica desarrollando una tecnología propia,
que por su función social amerita la aplicación de dispositivos estatales y supranacionales
de protección y promoción de esta experiencia.
Para comienzos del tercer milenio se registra una nueva oleada con Mol Matric,
Gramagraf, Mec10, Profinox, Zero-Pro, ElsNouRals, Tafinox, Cuin Factory y Curvados Al-
zania, entre unos ciento cincuenta ejemplos de “empresas cooperativizadas” según cita
el periódico Diagonal en su publicación del 14 de Agosto de 20143.
–
Bachillerato Popular 19 de Diciembre (2018). Recuperado en: https://www.facebook.com/Bachillera-
to-Popular-19-de-diciembre-415216955254071/
–
“Fábrica de escuela” (2010). Recuperado en: https://youtu.be/WXtz2RfkHdA
– “Industria Argentina: La fábrica es para los que la trabajan”. Filme (2011). Recuperado en: https://
www.youtube.com/watch?v=qet-m2rIjAY
3
Ver: https://www.diagonalperiodico.net/global/23617-fabricas-recuperadas-espana-por-no.html
265
EMPRESAS RECUPERADAS POR SUS TRABAJADORES
Como indica José Luis Carretero, el caso español redunda en una experiencia de
transformación empresaria donde los trabajadores compran instalaciones mediante un
acuerdo para continuar la producción como cooperativa.
Por su parte, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó al 2012 como
el Año Internacional de las Cooperativas bajo el lema “Las empresas cooperativas ayudan
a construir un mundo mejor”. Así, la ONU resaltó la contribución de las cooperativas al
desarrollo económico y social, su impacto en la reducción de la pobreza, la creación de
empleos y la integración, razón por la cual propuso la concientización, promoción y el
establecimiento de políticas estatales para el crecimiento cooperativo6.
Como figura jurídica, las cooperativas argentinas están reguladas por una pirámide
normativa: Constitución, tratados internacionales, legislación, resoluciones, disposicio-
nes, y normativa interna. Al tiempo que estas entidades están sujetas a los principios coo-
perativos reconocidos por la ACI7, y como lo plantea la Ley de Cooperativas (Ley 20.337)
4
Ver: https://www.aciamericas.coop/Principios-y-Valores-Cooperativos-4456
5
Ver: https://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=NORMLEXPUB:12100:0::NO::P12100_ILO_CODE:R193
6
Ver: http://www.un.org./es/events/coopsyear/
7
Membresía abierta y voluntaria; Control democrático de los miembros; Participación económica de
los miembros; Autonomía e independencia; Educación, formación e información; Cooperación entre coope-
rativas; Compromiso con la comunidad. ACI Américas (2018). Recuperado de: https://www.aciamericas.coop/
Principios-y-Valores-Cooperativos-4456 (2018).
266
Gisela Alejandra Bustos
en su artículo 2°, se basan en el esfuerzo propio y la ayuda mutua para organizar y pres-
tar servicios a sus asociados y a la comunidad, sin fines de lucro.
Henrique T. Novaes en su libro “El fetiche de la tecnología” cita a los autores Tauile
y Debaco cuando afirman que en la Empresa Recuperada “a pesar de que es democrática
internamente, los trabajadores continúan siendo explotados por una empresa externa
que no tiene ninguna obligación legal (Tauile y Debaco, 2001:7)” (Novaes, 2015:131).
Frente a este planteo podemos afirmar que esta relación de explotación se proyecta
de forma refractaria al traspasar el prisma de una ERT, y ello a partir de una reconfigura-
ción de conceptos y relaciones que también son parte de las nuevas formas que adquiere
hoy el trabajo.
En este sentido, los trabajadores de ERTs hacen equilibrio en una cuerda floja: ne-
gocian en el mercado en indudable hiposuficiencia como consecuencia de la ausencia
de políticas de acompañamiento concreto, pero ante el desafío de trascender límites
demuestran potencial de superación, marcando un camino propio y alternativo a recetas
dogmáticas.
267
EMPRESAS RECUPERADAS POR SUS TRABAJADORES
Asimismo, la OIT utiliza los términos empleo y trabajo como sinónimos, y define al
empleo como el “trabajo efectuado a cambio de pago”, sin importar la existencia o no
de relación de dependencia, ya sea “bajo un régimen de autoempleo (trabajo por cuenta
propia) o empleo remunerado”8.
Como afirma el Dr. Gabriel Tosto, “los derechos que regulan el trabajo en las re-
laciones laborales dependientes (Derecho Laboral) y en el marco de las cooperativas de
trabajo (Derecho de Trabajo Cooperativo) integran los derechos sociales del trabajo (DST)
y éstos son derechos humanos fundamentales que amparan intereses inherentes a la
condición humana” (Tosto, 2003:178).
8
Ver: http://www.ilo.org/americas/sala-de-presna/WCMS_LIM-653_SP/lang-es/index.htm
9
Puede ampliarse a través de los trabajos de:
– Zapirain, Héctor. Derechos humanos y trabajo, recuperado de https://www.mtss.gub.uy/docu-
ments/11515/785fb221-b117-44a6-8648-d3729f657b2b
– Supervielle, Marcos (Primera parte del manual). La evolución del Concepto de Trabajo y su relación
con los Derechos Humanos.
– Olea, Manuel Alonso (1981). Introducción al Derecho del Trabajo, 4ª edición, Editorial Revista de
Derecho Privado – Editoriales de Derecho reunidas, Madrid.
10
Puede ampliarse a través de: Gros Espiell, Héctor (2003): La dignidad humana en los instrumentos in-
ternacionales sobre derechos humanos, Anuario de Derechos Humanos, Nueva época, Volumen 4 (pp. 193-223).
268
Gisela Alejandra Bustos
Tras años de desarrollo más legítimo que legal, perseguidas, silenciadas, desoídas,
es tiempo de que el universo de aspectos que habilitan las ERTs sea visibilizado y pues-
to en valor por las instituciones. Y ello en consonancia con lo planteado por la OIT en
materiales como “La economía social y solidaria y el futuro del trabajo” (julio 2017, pp.
27-29)11 y el “Informe de la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo” (publicado el
22 de enero de 2019)12.
En este contexto, tanto para el caso de las ERTs como para las novedosas formas
que adquiere el trabajo en el marco de su reconfiguración actual, entendemos que re-
sulta aplicable el Nuevo Derecho del Trabajo (NDT) que propone el Dr. Rodolfo Capón
Filas. Este NDT se funda en valores de justicia social, solidaridad y cooperación, para
proteger al trabajo en sus diversas formas (Art. 14 bis Const. Nac.) y “está integrado por
el actual Derecho Laboral (DL) y el Régimen para Trabajadores Informales (RTI)” (Capón
Filas, 2005:397).
Vale destacar que la Memoria del Director General de la OIT, “La iniciativa del cen-
tenario relativa al futuro del trabajo”, informó que para el año 2015 existían en el mundo
200 millones de desempleadxs, la informalidad representaba al 50% de los empleados
(y en aumento), 168 millones de niñxs que trabajaban y 21 millones de personas eran
víctimas de trabajo forzoso, con discriminación por motivos de género y discapacidad, ét-
nicos y religiosos, al tiempo que al calor de la revolución tecnológica actual se registraban
los mayores niveles de productividad de la historia, pero también la mayor brecha entre
quienes concentran la riqueza y quienes son excluidos13.
1. El sistema protectorio laboral: que debe habilitarse para que el Estado proteja
activamente a lxs trabajadorxs como parte hiposuficiente y atento a que su
devenir importa a toda la comunidad; y
11
Ver: https://www.ilo.org/global/topics/cooperatives/publications/WCMS_649952/lang-es/index.htm
12
Ver: https://www.ilo.org/global/topics/future-of-work/publications/WCMS_662541/lang-es/index.htm
13
Ver: https://www.ilo.org/ilc/ILCSessions/104/reports/reports-to-the-conference/WCMS_370408/lang-es/
index.htm
269
EMPRESAS RECUPERADAS POR SUS TRABAJADORES
2. El sistema protectorio cooperativo: que debe habilitarse para que el Estado
ampare a estas entidades orientadas por principios superadores y sin fines de
lucro.
Con esta comunicación se intenta ensayar en primera persona el aporte que las
Empresas Recuperadas pueden hacer en el debate sobre EL FUTURO DEL TRABAJO.
En esa búsqueda nos atraviesan las cuatro conversaciones propuestas por la Memo-
ria del Director General (Conferencia Internacional del Trabajo 104, Reunión 2015,
Informe 1).
Autores como Brynjolfsson y McAfee afirman que asistimos a “la segunda era de
las máquinas”, en tanto transitamos una tercera y cuarta revolución industrial cuya su-
perposición da cuenta del acotamiento de límites de tiempo y lugar, y de una realidad
vertiginosa que ameritó la consigna “Dominar la Cuarta Revolución Industrial” como
tema central del Foro Económico Mundial en Davos 2016.
10.
¿LUDITAS DEL SIGLO XXI?
La historia dice que Ned Ludd fue un joven tejedor que en la Inglaterra de 1779
protagonizó la resistencia artesana contra la incorporación de maquinaria. Sea esto real o
no, para 1811 un grupo de obreros textiles retoma estos postulados desarrollando medi-
das de acción, levantamientos y destrucción de telares automatizados. A lo que el Estado
respondió con una cruenta represión, horca y destierro a los principales referentes y una
reforma legal condenando a muerte a quien destruyera maquinarias.
14
Puede ampliarse a través de: Antunes, Ricardo (2014): “La nueva morfología del trabajo y sus principales
tendencias: Informalidad, infoproletariado, (in)materialidad y valor”, en América Latina en medio de la crisis mun-
dial. Trayectorias nacionales y tendencias regionales (Estrada Álvarez, Jairo, Coordinador, pp. 17 a 37), Colec-
ción Grupos de Trabajo, CLACSO, Buenos Aires.
270
Gisela Alejandra Bustos
do entre sus distinguidos a Stephen Hawking y Elon Musk por alertar sobre los peligros
de la inteligencia artificial.
Frente a ello y en el marco del oportuno debate propiciado por la OIT sobre el
Futuro del Trabajo, entendemos que la experiencia que desde hace años desarrollan las
Empresas Recuperadas en Argentina, adquiere una relevancia colosal para mostrar una
alternativa.
Ya en 1964 una comisión ad hoc bajo la órbita del Centro para el Estudio de las
Instituciones Democráticas, redactó una carta abierta para el entonces Presidente de
Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, conocida como “La Triple Revolución”15. Allí se desta-
caba que el desarrollo tecnológico daría lugar a un sistema de capacidad productiva casi
ilimitada, que reduciría la demanda de trabajadores, aumentando la exigencia de habili-
dades y los niveles de desempleo. Frente a ello, el comité consideraba necesario aplicar
una serie transformaciones en relación al rol del Estado, la redistribución de ingresos y la
representación sindical.
Así, si las consecuencias de la primera revolución industrial del siglo XIX obligaron
a ampliar el reconocimiento de derechos, la filtración actual del desarrollo digital en los
15
Ver: http://scarc.library.oregonstate.edu/coll/pauling/peace/papers/1964p.7.html
271
EMPRESAS RECUPERADAS POR SUS TRABAJADORES
más diversos aspectos de la vida cotidiana, nos conmina a vislumbrar, exigir y generar
nuevos resortes institucionales, coyunturales y estratégicos, de protección activa para los
intereses y potencialidad de los pueblos.
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Gisela Alejandra Bustos
Páginas web
273
EMPRESAS RECUPERADAS POR SUS TRABAJADORES
274
PLATAFORMAS Y GIG ECONOMY
EN EL TRABAJO CUALIFICADO
* Equipo de investigación FINDeR (Futuros del Trabajo: Industria 4.0, Digitalización y Robotización):
Gloria Álvarez (UC3M; UOC), Carlos de Castro Pericacho (UAM), Carlos J. Fernández Rodríguez (UAM), Arturo
Lahera Sánchez (UCM), Ana Negro (UVA), Óscar Pérez Zapata (UC3M; UPComillas), Juan Carlos Revilla (UCM),
Francisco J. Tovar (UVA).
Resumen: La presente investigación trata de abordar la caracterización de las pla-
taformas de alta cualificación. El objetivo del estudio es identificar tendencias y variables
claves para la comprensión del fenómeno de plataformas para el trabajo cualificado. Las
perspectivas utilizadas son la de administración de empresas y la de condiciones de tra-
bajo. La aproximación metodológica es cualitativa y de carácter exploratorio a partir de
una revisión de la investigación reciente (académica y empresarial) y de casos de estudio,
integrados en la llamada literatura gris y/o en artículos periodísticos. Algunos resultados
que podemos anticipar destacan Un marco original sobre la “plataformización” creciente
que afecta en distintos niveles (mercado, sector, empresa) con distinta adopción (tradicio-
nal, híbrida o plataforma pura), 2) La importancia de segmentar los tipos de trabajadores
para entender las distintas problemáticas y elaborar las políticas adecuadas (i.e. trabajo a
tiempo completo, tiempo parcial o aficionado). 3) La necesidad de crear nuevos recursos
para proteger al trabajador de plataforma y 4) de generar instrumentos de medición
externos a los sistemas de gestión de las plataformas para estudiar la evolución del fe-
nómeno e introducir ciertos mecanismos de vigilancia (lo que es bueno para el mercado
puede no ser bueno para el trabajador).
Abstract: The objective of the study is to identify trends and key variables for
understanding the phenomenon of platforms for skilled work. The perspectives used
are business administration and working conditions. The methodological approach is
qualitative and exploratory based on a review of recent research (academic and business)
and case studies, integrated into the so-called gray literature and / or journalistic articles.
Among the results that we can anticipate stand out 1) an original framework which
addresses that the increasing “platformization” trend affects different levels (market,
sector, company) and with different adoption levels (traditional, hybrid or pure platform),
2) The importance of segmenting the types of workers to understand the different prob-
lems and develop appropriate policies (ie full-time, part-time or hobbyist workers). 3) The
need to create new resources to protect platform workers and 4) to generate external
tools to measure platform management systems to study the evolution of the trend and
introduce certain control mechanisms (which is good for the market may not be good
for the worker).
277
Plataformas y Gig economy en el trabajo cualificado
1. INTRODUCCIÓN
1
En esta definición, Eurofound (2018a) excluye “actividades basadas en plataformas” (i.e. alquiler de
casas (AirBnb), minoristas de segunda mano online (Ebay)).
278
G. ÁLVAREZ HERNÁNDEZ, Ó. PÉREZ ZAPATA, C. J. FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ y C. DE CASTRO PERICACHO
1.1. Cuantificación
Previsiones de crecimiento. Kuek at al. (2015) estimaban que los servicios onli-
ne-to-offline crecerían de 15000M$ a 25000M$ en 2020. En 2025 la suma de cinco sec-
tores principales de la economía colaborativa alcanzaría 335000M$ (Thinkers 50, 2014);
279
Plataformas y Gig economy en el trabajo cualificado
280
G. ÁLVAREZ HERNÁNDEZ, Ó. PÉREZ ZAPATA, C. J. FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ y C. DE CASTRO PERICACHO
Por otro lado, según Kartz y Kruegen (2019), el fenómeno no es tan grande en
parte, porque algunos trabajadores siguen teniendo contratos fijos o a tiempo parcial
después de unirse a la plataforma o trabajan para ella de forma intermitente (Lowrey,
2019). En definitiva, lo que crece más, es el segmento de trabajadores que tiene más de
una fuente de ingresos, mezcla trabajo tradicional y autónomo (ej. Eldeman Intelligence
(2018)).
Tipologías de trabajadores
Respecto al género y edad, hombres y jóvenes utilizan más las plataformas (Huws
et al., (2017); (Edelman Intelligence, 2018). Las motivaciones de uso no son las mismas
según la edad. Los jóvenes las usan para formarse u obtener ingresos mientras que los
mayores a menudo utilizan las plataformas para mantenerse activos (Eurofound, 2018a).
Para los nuevos autónomos, los trabajos temporales a través de las plataformas digitales
facilitan aspiraciones y motivaciones distintas de las del trabajador tradicional, más allá
de la compensación, junto con otras ventajas de autonomía y flexibilidad, o acceso a un
trabajo más significativo y satisfactorio (BCG, 2019). Respecto el nivel de educación,
según Eurofound, las tareas entregadas online son realizadas por personas con alta cua-
lificación. Algunas investigaciones apuntan, sin embargo, que las micro tareas son ejecu-
tadas por personas de baja cualificación, pero Rosenblat (2016) señalaba que personas
de mayor cualificación también llevan a cabo tareas simples.
281
Plataformas y Gig economy en el trabajo cualificado
1.2. Tipos de plataformas
Howcroft & Bergvall-Kåreborn (2019), introdujeron un modelo que cruza dos va-
riables, trabajo pagado frente al especulativo o no pagado vs. iniciador (cliente o tra-
bajador) que impactan en la gestión y coordinación del trabajo. Aplicando el modelo
de De Groen y Maselli (2016), que cruza las variables localización del servicio (virtual
y global frente a local y/o físico) y cualificación, encontramos plataformas de mayor
cualificación virtuales y globales que cubren tareas de alta cualificación (Upwork) y pla-
taformas locales de alta cualificación (TakeLessons). La variable localización del servicio,
abre las puertas a un desafío para la regulación del trabajo, ¿cómo adaptar la regula-
ción del trabajo en un espacio digital y transnacional, donde la distancia se acorta o
muere (Cairncross, 1997)?
1.3. Perspectiva organizacional
Existen argumentos a favor del uso de las plataformas como fuente de trabajo.
Proporciona flexibilidad numérica, para ajustar la fuerza de trabajo o el número de
horas trabajadas; funcional, para asignar a los trabajadores a distintos tipos de ta-
reas en función de las habilidades; y, financiera, para ajustar los costes de acuerdo
282
G. ÁLVAREZ HERNÁNDEZ, Ó. PÉREZ ZAPATA, C. J. FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ y C. DE CASTRO PERICACHO
con el precio del trabajo (Corporaal & Lehdonvirta, 2017). La flexibilidad funcional
es cualitativa porque las plataformas gig aumentan el acceso al talento de calidad, a
habilidades específicas o escasas (por ejemplo, alta tecnología) y a distintos tipos de
trabajadores a los que sería difícil acceder a través de mercados tradicionales de tra-
bajo. Facilitan, por tanto, adaptabilidad, resiliencia y flexibilidad ante los cambios del
entorno, al permitir de forma rápida el acceso a recursos disponibles y flexibles. Por
último, proporcionan permeabilidad a la organización y hacen que el conocimiento
pueda fluir, además de favorecer la innovación abierta (BCG, 2019); (Álvarez-Hernán-
dez, 2019a).
Sin embargo, también existen desafíos que afrontar: resistencia interna al cam-
bio, falta de encaje entre los trabajadores y la empresa, nuevas formas de integra-
ción, incremento de costes de coordinación, necesidad de complementar el apren-
dizaje interno con externo y de crear infraestructuras sociotécnicas para organizar el
trabajo de plataforma (Corporaal & Lehdonvirta, 2017). Adoptar el modelo de plata-
forma exitosamente conlleva implementar medidas tales como definir estrategia de
subcontratación, aprovechar nuevos servicios ofertados, crear un clima de apoyo con
ambiente seguro de experimentación/aprendizaje, asegurar el encaje con la organi-
zación y la integración del modelo (con mapas de las habilidades, adaptar prácticas
de gestión a personas que no son fanes del trabajo corporativo,…) y participar en el
diálogo de la regulación de la economía de plataformas (Corporaal & Lehdonvirta,
2017); BCG, (2019).
1.4. Condiciones de trabajo
283
Plataformas y Gig economy en el trabajo cualificado
La remuneración parece ser más alta para servicios online profesionales, aumenta
cuanto mayor son las habilidades requeridas y el nivel de complejidad de la tarea, y, en
algunos casos, está próxima al del mercado tradicional (Eurofound, 2018a).
284
G. ÁLVAREZ HERNÁNDEZ, Ó. PÉREZ ZAPATA, C. J. FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ y C. DE CASTRO PERICACHO
285
Plataformas y Gig economy en el trabajo cualificado
empresas que adoptan distintos métodos de crecimiento para el uso de plataformas: in-
terno y orgánico, si la empresa construye su propia plataforma, o externo, si subcontrata
servicios de plataformas o realiza alianzas con plataformas del mercado para ofrecer
servicios. En el extremo derecho, plataformas puras de nueva creación o empresas tra-
dicionales que ya han adoptado al 100% el modelo de trabajo de plataformas. A nivel
vertical, presentamos tres casos que engloban todo el mercado y todo tipo de tareas, dis-
tintos sectores o verticales concretos, y, una empresa concreta y los modelos que puede
adoptar (tradicional, híbrida o plataforma pura).
Específicamente, el primer caso, modificación de uno presentado en Staffing Industry
Analysis (2017b). Desde una perspectiva horizontal, muestra empresas de trabajo temporal
que ofrecen servicios y tareas de amplio espectro para todos los sectores. En el extremo iz-
quierdo, estarían las empresas tradicionales, en el otro extremo nuevas empresas (Upwork
o la china Zubajie), que son plataformas que ponen en contacto a trabajadores con empre-
sas para que realicen tareas (por ejemplo, programar, un plan de marketing, una traduc-
ción, …), y, en el medio, empresas que comienzan a adoptar modelo de plataformas (MBO
partners) o realizan acuerdos con plataformas (Mercer con Workmarket).
En el segundo caso, esta división tradicional, mixta o pura ocurre por sector. En el
sector educación, en enseñanza de idiomas, se encuentra desde una academia de barrio,
o franquicias (FasTracKids), un modelo híbrido, con plataforma y presencial (Grupo Mt),
o VIPKID con el modelo puro a la derecha. El mismo marco aplica a otros sectores (abo-
gacía, seguros y salud, trabajos de traducción, etc.).
El tercer caso, sería el interno en una empresa, donde la adopción de plataformas
también puede variar en el continuo. El no adoptar la plataforma en ninguna de las mo-
dalidades, el caso intermedio, en el que encontramos empresas como Samsung y Cisco
que utilizan los servicios profesionales de plataformas, o PwC que crea su propia plata-
forma para favorecer la innovación abierta que combina con otros modelos, y, el modelo
puro, la empresa china Haier, el mayor fabricante de electrodomésticos del mundo, que
durante la última década ha transformado la estructura jerárquica multidimensional en
plataformas de microempresas y emprendedores (Álvarez-Hernández, 2019b).
De forma simplificada (tabla 3), el modelo sería una matriz con dos perspectivas,
horizontal con el nivel de adopción (empresa tradicional, híbrida y pura) y vertical con el
nivel de análisis (mercado-sector-empresa). Este nuevo marco es útil para estimar en qué
estado se encuentra la adopción de plataformas. Además, ayuda a visibilizar otras tipo-
logías de empresas y aplicaría también a plataformas de menor cualificación. Destaca,
cualitativamente, el papel de empresas chinas en el extremo de adopción pura (Zubajie/
Witmart, VIPKID o Haier), datos coherentes con los de BCG (2019) que apuntaban a Chi-
na con la mayor adopción en trabajo de plataformas. Por último, se deriva del modelo
que puede haber un periodo largo de entre modelos puros de plataformas, híbridos y
tradicionales no “plataformizados”, convivencia (será difícil un escenario de completa
desaparición de los negocios tradicionales), por lo que habría que pensar cómo se regula
esa coexistencia a partir de los conflictos y sus consecuentes modos de gestionarlos. Esto
es consistente con los desafíos/recomendaciones de la perspectiva organizacional. Los
conflictos, que en el caso de plataformas B2C han sido más visibles y mediáticos (AirBnB
vs. hoteles; Uber vs taxi; comercio tradicional vs. Amazon, potencial explotación laboral y
286
G. ÁLVAREZ HERNÁNDEZ, Ó. PÉREZ ZAPATA, C. J. FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ y C. DE CASTRO PERICACHO
287
Plataformas y Gig economy en el trabajo cualificado
3. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
288
G. ÁLVAREZ HERNÁNDEZ, Ó. PÉREZ ZAPATA, C. J. FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ y C. DE CASTRO PERICACHO
Otra área para profundizar sería la del consumo (fuera del objeto de esta investiga-
ción). Este se ve afectado por la economía de plataformas, lo que termina condicionando
el trabajo. En esta línea, hay que considerar la asimetría de poder y la gestión del balance
de intereses de la plataforma y su doble gestión del mercado y del trabajo: lo que es
propicio para el mercado puede no ser bueno para el trabajador. Es necesario diseñar
mecanismos de vigilancia y transparencia para impedir el uso inadecuado del poder,
y, que se generen organizaciones más justas. A menudo los algoritmos trabajan como
cajas oscuras, pero como se ha comprobado muchas veces incorporan sesgos. ¿Hasta
qué punto es permisible que un trabajador que está preparado no pueda optar a ciertas
tareas por que la plataforma no se las visibiliza? ¿Es adecuado dar todo el poder al cliente
para controlar al trabajador? Por último, quizá sería conveniente diseñar y exigir indica-
dores de información no financiera específicos para plataformas.
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291
¿LOS SALARIOS DETERMINAN LA INSERCIÓN DE LOS PAÍSES
EN LAS CADENAS DE VALOR INTERNACIONALES?
UN PANORAMA DE CUATRO CADENAS MANUFACTURERAS
EN LAS FÁBRICAS MUNDIALES
295
¿LOS SALARIOS DETERMINAN LA INSERCIÓN DE LOS PAÍSES EN LAS CADENAS DE VALOR INTERNACIONALES?
1. INTRODUCCIÓN
La división internacional del trabajo ha estado cambiando desde principios del si-
glo XXI. Ante las nuevas transformaciones tecnológicas impulsadas principalmente por
la digitalización, las Cadenas Globales de Valor (CGV) se verán afectadas de diferentes
maneras en las próximas décadas (OMC, 2018), cambiando la estructura productiva y
comercial de los países y regiones. Siguiendo la literatura económica tradicional basada
en los modelos ricardianos de ventajas comparativas (Balassa, 1963), los principales
analistas de CGV aún consideran que los costos laborales son el principal factor de-
terminante de la especialización comercial. De hecho, la importancia de las diferencias
salariales1 para el reciente proceso de reasignación manufacturera desde el centro a la
periferia2 es innegable. Las empresas subcontrataron y reasignaron unidades de pro-
ducción o adoptaron otras formas de subcontratación internacional de acuerdo con
los costos laborales relativos. Sin embargo, en general, los procesos de globalización
y apertura del mercado no han impulsado el desarrollo de las regiones periféricas, lo
que desafía la convergencia tecnológica y salarial prevista por la teoría tradicional del
comercio internacional (Lindert y Williansom, 2003). Por lo tanto, en este documento
preguntamos cuál es el papel de los salarios en la inserción de los países en las cadenas
de valor de fabricación.
Responder a esta pregunta es una tarea complicada, que requiere estudios inter-
disciplinarios profundos y de amplio alcance. En este documento, realizamos un análisis
exploratorio económico inicial que analiza los salarios, la productividad y el comercio de
datos de valor agregado entre 2010 y 2015. El enfoque serán algunas industrias manu-
factureras clave de países seleccionados con diferentes niveles de ingresos. Basados en
el enfoque estructuralista latinoamericano, nuestras hipótesis teóricas son, en primer
lugar, que los costos laborales no prevalecen en las lógicas de especialización de CGV; en
segundo lugar, que en particular en los países de ingresos medios hay algunas razones
importantes, además de los costos laborales, que fomentan su inserción en la producción
internacional y las cadenas comerciales.
1
Milberg & Winkler (2013).
2
Wallerstein (2005), Dos Santos (2015).
3
Los países seleccionados son: Estados Unidos de América, México, Alemania, España, Polonia, Ja-
pón, Corea del Sur, China, Indonesia, Vietnam, India y Brasil.
4
Baldwin & Lopez-Gonzalez (2015).
296
MARTA REIS CASTILHO, CRISTINA FROES DE BORJA REIS, KAIO VITAL COSTA
En esta visión, hay una causalidad recíproca entre la evolución material y los cam-
bios institucionales. Algunas características estructurales clave que impactan en la in-
serción extranjera y el desarrollo económico enfatizado por la literatura estructuralista
son las dotaciones iniciales, las condiciones materiales y espaciales (que determinan los
costos irrecuperables y los efectos de vinculación, por ejemplo), ciclos tecnológicos y
heterogeneidad de la productividad entre sectores transables y no transables. A su vez,
algunos aspectos institucionales destacados son los derechos de propiedad, los precios,
las luchas de clase, la concentración del mercado, los sistemas de innovación, las políticas
estatales y públicas, especialmente el régimen macroeconómico (Reis, 2012).
Para los estructuralistas con una perspectiva macroeconómica del lado de la de-
manda inspirada en los escritos de Keynes (1936) y Kalecki (1954), los salarios son insti-
tuciones determinadas exógenamente. La determinación del salario depende del poder
de negociación de los trabajadores y empleadores, dado no sólo por su relativa escasez
y tecnología disponible, sino también por una serie de instituciones que controlan su
proceso de fijación de precios. Esta visión es radicalmente diferente de la neoclásica,
que considera el salario igual a la productividad marginal, que también es la de utilidad
marginal del ocio (primer y segundo postulados de bienestar, según Keynes, 1936). Por
lo tanto, para la literatura neoclásica, los salarios se determinan de manera endógena
cuando la cantidad de trabajo demandado (de los empleadores) es igual a la oferta de
trabajo (de los trabajadores). Sin embargo, la realidad es bastante diferente de eso, y no
es sólo una cuestión de asimetrías de información u otras fallas de mercado5.
5
Para una crítica detallada sobre la determinación de los salarios desde las perspectivas macroeconó-
micas del lado de la demanda, consulte Cesaratto y Serrano (2002).
297
¿LOS SALARIOS DETERMINAN LA INSERCIÓN DE LOS PAÍSES EN LAS CADENAS DE VALOR INTERNACIONALES?
Por lo tanto, para comprender la inserción de los países en la CGV, se deben consi-
derar los determinantes internos y externos. Comenzando por la geopolítica, lo primero
que debemos reconocer es que las cadenas son más regionales que globales (STÖLLIN-
GER et al, 2017). Dentro de los esquemas regionales como las tres “fábricas” –nortea-
mericana, europea y asiática–, se observan diferentes patrones de inserción externa de
los países, donde también están presentes las relaciones centro-periferia. Esos esquemas
regionales están conformados por interacciones políticas y económicas que limitan las
posibilidades de inserción y desarrollo en el extranjero. Comprenderlo requiere un análisis
histórico profundo. Pero para medir sus resultados prácticos en términos de participación
en cadenas de valor, hay varios indicadores disponibles: variables de cuentas naciona-
les tradicionales y de balanza de pagos, estadísticas de comercio intermedio, tablas de
input / output (IO) que muestran la interconexión de las estructuras de producción de los
países – permitiendo arrojar información sobre el valor añadido. Los indicadores basa-
dos en tablas IO arrojan más luz sobre las estructuras productivas y comerciales que los
indicadores basados en estadísticas comerciales brutas, ya que los primeros reflejan los
vínculos industriales y productivos. Sin embargo, los indicadores basados en estadísticas
comerciales tienen una mayor cobertura de país y tiempo y también pueden beneficiarse
de datos más desagregados.
298
MARTA REIS CASTILHO, CRISTINA FROES DE BORJA REIS, KAIO VITAL COSTA
6
Koopman et al (2010, 2014), Daudin et al (2011), Johnson & Noguera (2012), Timmer et al (2012,
2014) y Wang et al (2017) realizaron las principales contribuciones metodológicas.
7
La participación en el Valor agregado extranjero de las exportaciones brutas (FVAX por sus siglas en
inglés) para la industria nacional i en el país c se define como el valor agregado extranjero incorporado directa
e indirectamente en las exportaciones brutas del mismo país c e industria i, como porcentaje del total de las
exportaciones brutas. Seguimos la nomenclatura y la definición de OCDE (2018). Este indicador usualmente fue
nombrado como el contenido de importación de las exportaciones.
8
“Aunque el grado en que las exportaciones son utilizadas por otros países para una mayor genera-
ción de exportaciones puede parecer menos relevante para los formuladores de políticas, ya que no modifica
la contribución del valor agregado nacional del comercio, la tasa de participación es un indicador útil de hasta
qué punto las exportaciones de un país están integradas en redes de producción internacionales y, por lo tanto,
son útiles para explorar el nexo entre comercio e inversión. Esta variable corrige la limitación de los indicadores
anteriores en los que los países al comienzo de la cadena de valor (por ejemplo, los exportadores de materias
primas) tienen, por definición, un bajo contenido en el valor agregado extranjero de las exportaciones. Brinda
una imagen más completa de la participación de los países en las CGV, tanto en sentido ascendente como
descendente”. (UNCTAD, 2013, pág. 5)
9
El “Valor agregado nacional presente en las exportaciones de otros países” (DVAFX) de un país e in-
dustria i presenta su contenido nacional de valor agregado de la industria i exportaciones brutas que se utilizan
en las exportaciones de los países socios (no las que corresponden al consumo de los socios o inversión), como
porcentaje de las exportaciones brutas totales por país c e industria i.
10
UNCTAD (2013) se refiere a este indicador como la “participación en CGV” y Banga (2013) utiliza la
proporción de FVAX y DVAFX para evaluar el saldo neto de la participación de un país en CGV.
299
¿LOS SALARIOS DETERMINAN LA INSERCIÓN DE LOS PAÍSES EN LAS CADENAS DE VALOR INTERNACIONALES?
De todos modos, esta distinción es al menos bidireccional. Primero, el uso del indi-
cador DVAFX adaptase mejor a los flujos comerciales agregados (total o de manufactura,
por ejemplo) que al análisis de sectores específicos11. Por este motivo, en este documento
utilizamos para el análisis de desagregación el FVAX como un indicador de la inserción
de CGV de la base de datos TiVA de la OCDE, aunque la sección 2 presenta DVAFX,
también. En segundo lugar, incluso si un FVAX alto refleja una fuerte integración en CGV,
esto no garantiza una inserción “virtuosa” en términos de beneficios de desarrollo.
Sobre la base de TiVA (versión 2018) para el período 2005-2015, esta sección pre-
tende elaborar un marco general de patrones de integración en cadenas de valor de
11
Como estimamos el DVAFX de maquinaria como una parte de las exportaciones brutas de este
sector, por ejemplo, no estamos considerando las máquinas y equipos utilizados en las exportaciones de otros
productos manufacturados ni la contribución a la demanda final de otros países de este mismo sector (TiVA
2018 incorpora un indicador de “Valor agregado nacional incorporado en la demanda final extranjera”).
12
China parece estar cambiando su especialización en la dirección de un DVAX superior a medida que
su especialización evoluciona hacia actividades más sofisticadas.
300
MARTA REIS CASTILHO, CRISTINA FROES DE BORJA REIS, KAIO VITAL COSTA
13
Vea el libro editado por Hoeckman (2015), donde se argumenta en uno de los capítulos que la
desaceleración de la fragmentación internacional de la producción es una de las causas de la reciente “gran
desaceleración del comercio”.
14
A menudo, el sector externo tiene un bajo peso en la producción de economías de gran tamaño,
como vemos en los casos de Estados Unidos y Brasil.
301
¿LOS SALARIOS DETERMINAN LA INSERCIÓN DE LOS PAÍSES EN LAS CADENAS DE VALOR INTERNACIONALES?
50,0
40,0
30,0
20,0
10,0
0,0
50,0
40,0
30,0
20,0
10,0
0,0
Una comparación del FVAX entre sectores (tabla 3) muestra que en 2015 fue el de
alimentos, bebidas y tabaco el que tuvo el menor contenido de importación, debido a
su alta intensidad en recursos naturales y la necesidad de proximidad y adaptación a los
mercados internos. Por lo tanto, esta cadena presenta una baja fragmentación interna-
cional: la internalización ocurre más profundamente en la etapa de comercialización15.
Los textiles, prendas de vestir y productos de cuero mostraron indicadores FVAX lige-
ramente más altos. Cabe señalar que este sector organiza actividades que tienen una
15
Para obtener más detalles sobre las CGV en estos sectores, consulte la literatura sobre supermerca-
dos internacionales y sus efectos en la agricultura de las economías en desarrollo y otras actividades (el llamado
efecto Walmart o Carrefour), como Humphrey (2007) o Evers et al (2014).
302
MARTA REIS CASTILHO, CRISTINA FROES DE BORJA REIS, KAIO VITAL COSTA
60,0
50,0
40,0
30,0
20,0
10,0
0,0
Food
Fuente: Elaborado porproducts, beverages
los autores en baseand tobacco
a TiVA Textiles, apparel, leather products
2018 / OCDE.
Machinery and equipment Motor vehicles
Manufacturing 303
¿LOS SALARIOS DETERMINAN LA INSERCIÓN DE LOS PAÍSES EN LAS CADENAS DE VALOR INTERNACIONALES?
250.000
200.000
150.000
100.000
50.000
0
Food products, Textiles, apparel and Machinery and Motor vehicles
beverages and tobacco leather products equipment
16
Para Indonesia, los datos cubren el período 2011-2013 y para India y Japón, 2012-2014. Los datos
sectoriales sobre AV faltan para China durante todo el período.
304
MARTA REIS CASTILHO, CRISTINA FROES DE BORJA REIS, KAIO VITAL COSTA
Tabla 5. Nivel de productividad para sectores y países seleccionados (USD, 2013-2015)
250.000
200.000
150.000
100.000
50.000
0
Food products, Textiles, apparel and Machinery and Motor vehicles
beverages and tobacco leather products equipment
305
¿LOS SALARIOS DETERMINAN LA INSERCIÓN DE LOS PAÍSES EN LAS CADENAS DE VALOR INTERNACIONALES?
Tabla 6. Salarios promedio para sectores y países seleccionados (USD, 2013-2015)
90.000
80.000
70.000
60.000
50.000
40.000
30.000
20.000
10.000
0
Food products, beverages Textiles, apparel and Machinery and Motor vehicles
and tobacco leather products equipment
Tabla 7. Inserción del salario promedio versus GVC de países seleccionados
para la manufactura y sectores seleccionados
90.000
80.000
Germany
70.000
Average wage (USD)
USA
60.000
50.000
40.000 Spain
Korea
30.000
Japan
20.000 Poland
Brazil Mexico
10.000 CHINA Vietnam
India
0 Indonesia
0,01 0,02 0,03 0,04 0,05 0,06 0,07 0,0
FVAX indicator
Fuente: Elaborado por los autores en base a INDSTAT4 / UNIDO y TiVA 2018 / OCDE.
306
MARTA REIS CASTILHO, CRISTINA FROES DE BORJA REIS, KAIO VITAL COSTA
5. OBSERVACIONES FINALES
Además, existen importantes diferencias salariales entre los países que participan en
la misma RVC. En general, los salarios y la productividad están acompañando los niveles
de desarrollo de los países. Por ejemplo, no se ha observado una convergencia de salarios
entre los países que participan en las mismas cadenas regionales. Esta configuración de
salarios dentro de las RVC sugiere la existencia de relaciones centro-periferia entre sus
participantes.
Asimismo, las diferencias salariales entre los sectores son más altas en los líderes
de las RVC, es decir, en los Estados Unidos, Alemania y Japón los sectores intensivos en
tecnología más alta, como los vehículos motorizados y la maquinaria y el equipo, tie-
nen salarios mucho más altos en relación con los de baja intensidad tecnológica, como
alimentos y bebidas y textiles que en los otros países examinados. Esto sugiere que las
diferencias salariales en el centro están relacionadas con la especialización en activida-
des de mayor valor agregado de las cadenas. En oposición, en los países periféricos, las
actividades de bajo valor agregado podrían prevalecer, sin tener en cuenta la intensidad
tecnológica del sector.
Por último, es probable que los indicadores de CGV utilizados aquí sean deficientes
para comprender la calidad de la inserción en CGV, ya que no brindan suficiente infor-
mación sobre el tipo de actividades y tareas realizadas por cada país, lo que puede influir
fuertemente en los salarios.
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307
¿LOS SALARIOS DETERMINAN LA INSERCIÓN DE LOS PAÍSES EN LAS CADENAS DE VALOR INTERNACIONALES?
308
MARTA REIS CASTILHO, CRISTINA FROES DE BORJA REIS, KAIO VITAL COSTA
309
Conversación IV
LA GOBERNANZA DEL TRABAJO
LA NECESARIA RECUPERACIÓN DEL DIÁLOGO SOCIAL
PARA ABORDAR LA REGULACIÓN DEL IMPACTO
DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS EN LOS DERECHOS
DE LOS TRABAJADORES
Abstract: The European Union has urged the European Commission, Member
States and social partners to establish rules for an economic sphere that is deregulated or
has significant gaps in regulation: digitalization and the platform economy. The European
Parliament has addressed a series of recommendations that establish the social guidelines
necessary to regulate labor relations in collaborative platforms. Accepting changes in the
fundamental nature of Labor Law requires overcoming untouchable axioms that survive
in contemporary economic thought, such as the one that links rigid labor regulations
to the delay in recovery from the economic crisis, to rising unemployment, and more
currently, to a lack of adaptation of labor regulation to technological changes. Once
again, changes in labor legislation are required in order to correctly adapt to the digital
economy, although it must be emphasized that this “new regulation” cannot be made
without social partners.
315
DIÁLOGO SOCIAL PARA LA REGULACIÓN DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
1. INTRODUCCIÓN
Nada impide que el trabajo en la economía digital sea regulado –ya sea a nivel le-
gislativo y/o convencional– a fin de establecer los derechos básicos que hagan posible un
trabajo decente. A mayor abundamiento, “la “huida” del ámbito laboral no constituye
un proceso inevitable, sino que puede ser contenida e, incluso, regulada. Se trata de una
decisión de naturaleza política (SERRANO OLIVARES, 2017: 34). Ya se acepta que al sec-
tor del “Derecho digital” le son de aplicación las regulaciones generales, “y la discusión
316
Laurentino J. Dueñas Herrero
se ha trasladado por tanto a otro plano, si deben o no adaptarse éstas para acomodarlas
a sus particularidades; o si es necesario elaborar otras ad hoc” (RODRÍGUEZ-PIÑERO
ROYO, 2017: 201). Es más, y con el objetivo de evitar que las empresas con ánimo de
lucro utilicen de forma abusiva las plataformas de empleo y trabajo y, al mismo tiempo,
realicen prácticas ilegales, se impone la necesidad de una regulación, “respecto de la cual
podemos discutir su forma y contenido, pero no la necesidad de su existencia” (CASTE-
LLANO BURGUILLO, 2017: 271).
1
Resolución del Parlamento Europeo, de 15 de junio de 2017 UE, sobre una Agenda Europea para la
economía colaborativa. P8_TA-PROV(2017)0271. Véase también, la Resolución del Parlamento Europeo, de 4
de julio de 2017, sobre las Condiciones laborales y empleo precario (2016/2221 (INI)).
2
Dictamen del CESE: Una Agenda Europea para la Economía Colaborativa (DOUE de 10-03-2017).
317
DIÁLOGO SOCIAL PARA LA REGULACIÓN DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
La promoción del diálogo social por la Comisión forma parte de un largo proceso
institucionalizado con claros “rasgos corporativos”, porque los interlocutores sociales
han alcanzado en la UE cuotas importantes de participación política y se han convertido
en verdaderos co-legisladores. En 2016 la Comisión puso en marcha una conferencia
de alto nivel con los interlocutores sociales de la que resultó una declaración donde se
habla de un nuevo comienzo para el diálogo social5. Allí se prevé el refuerzo de la capa-
cidad de los agentes sociales y económicos del nivel nacional y su mayor participación
en el diseño de las políticas y regulaciones de la UE. De una forma específica, en dicha
declaración se prevén tres líneas fundamentales para el papel del diálogo social europeo:
una participación más sustancial de los interlocutores sociales en el Semestre Europeo,
el refuerzo de la capacidad de los interlocutores sociales del nivel nacional y una mayor
participación de los interlocutores sociales en el diseño de las políticas y regulaciones de
la UE (GARCÍA-MUÑOZ ALHAMBRA, 2017: 19). Sin embargo, los problemas de repre-
sentación colectiva siguen afectando a todas las relaciones de trabajo, y señaladamente
3
Pár. 39 de la Resolución del Parlamento Europeo de 15 de junio 2017, sobre una Agenda Europea
para la economía colaborativa.
4
ST Primera Instancia (Sala Cuarta Ampliada), 17-06-1998, asunto T-135/96, apartado 89. Los in-
terlocutores sociales dieron un paso fundamental mediante su acuerdo de 31-10-1991, que se integraría en
el Protocolo sobre la política social del Tratado de Maastricht (1992). Declaraban así su voluntad de participar
en la gobernanza social de la UE, asumiendo un papel de reguladores por medio de la negociación, como
complemento de los instrumentos legislativos (apartado 2.4 del Dictamen del CESE sobre “La estructura y or-
ganización del diálogo social en el contexto de una auténtica Unión Económica y Monetaria”, 2014/C 458/01,
19-12-2014). Diálogo social que “desempeña un papel fundamental en el refuerzo de los derechos sociales y
del crecimiento sostenible e inclusivo” (apartado 20 del Preámbulo de la “Proclamación interinstitucional sobre
el pilar europeo de derechos sociales”, DOUE 13.12.2017).
5
A New Start for Social Dialogue, documento firmado por la Comisión Europea, UEAPME, Bussines-
seurope, CEEP y ETUC, 27 de junio de 2016.
318
Laurentino J. Dueñas Herrero
a las atípicas y más precarias, lo que provoca la debilidad de los interlocutores sociales y
de la negociación colectiva (CASAS BAAMONDE, 2017: 873).
Una vez constatado el poder desigual que los interlocutores nacionales tienen en
cada uno de los Estados y la diversidad de las legislaciones laborales, que a duras penas
permite su armonización, la experiencia de la negociación institucionalizada –o diálogo
social europeo– puede ser un punto de encuentro donde los interlocutores sociales euro-
peos negocien condiciones de trabajo erga omnes, gracias a la intervención de las institu-
ciones comunitarias. Sin embargo, llevada hasta sus últimas consecuencias, la búsqueda
informal de “fórmulas de consenso social” o el “diálogo social previo” pueden ser, lejos
de lo deseable, “más un freno que un motor de la construcción de la Europa social, toda
vez que, quedaría subordinada la acción legislativa comunitaria al eventual acuerdo de
las partes sociales” (MONEREO PÉREZ, 1989: 380-381). Lo cierto es que la crisis econó-
mica ha dejado en mal lugar al diálogo social, en particular en el nivel interprofesional,
por el estancamiento y la parálisis, sobre todo a partir de 2010. En el nivel sectorial, sin
embargo, el diálogo social y la negociación colectiva europeos han mostrado un ma-
yor dinamismo y resiliencia y se han seguido produciendo desarrollos (GARCÍA-MUÑOZ
ALHAMBRA, 2017: 88-94). Cuando parecía llegado el momento de la consolidación
de las prácticas del diálogo social en la Europa del Este, en un principio alentada por la
Comisión y la OIT, se abandonó cuando empezó a imponerse la doctrina de la austeridad.
Los nuevos procesos de “gobernanza macroeconómica” en los países de la zona euro
también conllevaron el “deterioro progresivo” del diálogo social tripartito, “siendo más
acusada la ruptura con el pasado en los países expuestos a las condiciones impuestas por
la Troika” (GUARRIELLO: 46-50).
En España se ha verificado un proceso de desconstitucionalización del trabajo y uno
de los ámbitos centrales de referencia es el de la interlocución política, “y en este domi-
nio la eficacia sindical es nula si se interpreta como capacidad para obtener resultados
apreciables para las relaciones laborales, por lo que desarrollar esa capacidad de inter-
cambio con el gobierno en una nueva situación política es importante, pero a condición
de que produzca resultados tangibles de cambio concordados sindicalmente” (BAYLOS
GRAU, 2017a: 129). En definitiva, el diálogo social desde 2008 ha estado marcado por
las consecuencias de la crisis económica y financiera, así como por los consiguientes
problemas políticos e institucionales de la UE, lo que se ha materializado en la dificultad
de encontrar consenso entre los interlocutores sociales, y entre estos y las instituciones
europeas (GARCÍA VIÑA, 2017: 250).
319
DIÁLOGO SOCIAL PARA LA REGULACIÓN DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
El refuerzo del diálogo social y del poder institucional de los interlocutores sociales
no debe significar que los representantes del poder político –principalmente la Comi-
sión y el Parlamento Europeo– se descarguen de la responsabilidad de la Europa social,
confiándola a los mencionados protagonistas (POCHET y DEGRYSE, 2001: 25). Y aquí
nos encontramos ante una muestra acabada de neocorporativismo democrático y de
auténtico diálogo social, que es la concertación social, entendida como un proceso de
negociación, como foro permanente de encuentro a tres bandas entre el Gobierno y
las organizaciones empresariales y sindicales representativas (o más representativas). En
consecuencia, el papel “paralegislativo” que ha llegado a alcanzar el diálogo social eu-
ropeo en el proceso de toma de decisiones no deja de ser una incómoda concertación
social, por lo que algunos Estados permanecen al acecho y desconfían del poder de los
interlocutores sociales, que puede minorar su poder normativo; en efecto, “los gobiernos
temen ser bloqueados por poderes de veto y los partidos temen ser descabalgados por la
dinámica de las fuerzas sociales” (ROMAGNOLI, 2004: 8). Los acuerdos derivados de la
macroconcertación, posean un contenido meramente programático o resulten vinculan-
tes, no dejan de ser el producto de un intercambio político entre los agentes sociales y el
Estado, lo cual significa, un cierto “canje de papeles” (MARTÍN VALVERDE, 1998: 106),
pero sin suponer una “sustitución de la democracia parlamentaria, sino su complitud a
través de quienes también aspiran a representar –por la vís expansiva de su mandato ori-
ginal– el interés de todos” (FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ, 2015: 21). Los propios jueces de
Luxemburgo atribuyeron al diálogo social la función de sustituto del Parlamento europeo
en el proceso de toma de decisiones legislativas porque eso sirve para democratizar la
vida de la Unión (VENEZIANI, 2001: 258).
La permeabilidad del mercado de trabajo a los avances tecnológicos plantea im-
portantes desafíos jurídicos que deben ser afrontados por toda la comunidad laboral y,
aunque en España estamos en una fase de reacción incipiente, “la rápida progresión tec-
nológica contrasta con un marco jurídico que sigue anclado en lo clásico” (SAN MARTÍN
MAZZUCCONI, 2017: 302). El hecho es que en el ordenamiento español se adolece de
un régimen insuficiente que violenta la seguridad jurídica. En efecto, nuestros disposi-
tivos reguladores dibujan un régimen disperso, tangencial e incorrecto donde se entre-
mezclan fuentes normativas, a-normativas, convencionales y jurisprudenciales (ALEMÁN
PÁEZ, 2017: 8). Ante este mercado de trabajo online desregulado, corresponde al Dere-
cho Social crear y mantener el necesario equilibrio entre Economía (Digital) de Mercado
y Política, que debe ser orientado de forma adecuada y dialógicamente, esto es, bajo el
principio del Diálogo Social” (MOLINA NAVARRETE, 2017: 421-422).
320
Laurentino J. Dueñas Herrero
del Código del Trabajo en Francia por LOI nº 2016-1088, de 8-agosto-2016, que in-
troduce un nuevo artículo dedicado a la protección de los trabajadores de plataformas
virtuales; el contrato “zero hours contract” inglés; o el contrato “ágil” introducido en
Italia por la Ley 81/2017, de 22 de mayo) (OTERO GURRUCHAGA, 2018: 74). También
puede seguir utilizando los parámetros clásicos tuitivos del DT dirigidos a garantizar los
derechos de los trabajadores sometidos a una intensa precarización como consecuen-
cia de la digitalización laboral. En conclusión, se hace necesario regular todas o algunas
de las condiciones de trabajo y los derechos inherentes a la persona del trabajador en
el trabajo digital. En este caso, ¿cuál debe ser el procedimiento? / ¿quiénes deben
intervenir?
Los espacios de producción de las normas laborales han cambiado, por ejemplo, se
ha postergado al Estado-Nación como pieza central en la generación normativa (por la
cesión de soberanía en áreas regionales como Europa), pero a lo que nos trae, también
en el interior del Estado-Nación “hay importantes desplazamientos de la potestad nor-
mativa pública a los interlocutores sociales”; a su vez “son más frecuentes los momentos
en los que esa autocontención estatal se muda en lo contrario, es decir, en prescripciones
que cancelan la regulación estatal o colectiva, sobre aspectos importantes del trabajo, en
lo que se conoce como iniciativas de desregulación” (BAYLOS GRAU, 2017b: 490). Ahora
bien, ningún país europeo ha acogido un modelo de flexibilización no gobernada por el
Estado, por la ley laboral, y los interlocutores sociales (CASAS BAAMONDE, 2015: 712).
En el ámbito interno de los países miembros de la UE, por ejemplo, en España, se puede
observar como “la figura preponderante” en los procesos de concertación social es la
acción estatal, que hegemoniza los procesos regulativos consensuados con los interlocu-
tores sociales. Y en esta conexión que se está buscando con la negociación colectiva, se
puede constatar que otra seña de identidad la constituye “el papel siempre subsidiario
que en estos procesos ocupa el sistema de negociación colectiva autónomamente consi-
derado” (BAYLOS GRAU, 2002: 204-205).
321
DIÁLOGO SOCIAL PARA LA REGULACIÓN DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
5. CONCLUSIONES
322
Laurentino J. Dueñas Herrero
El diálogo social europeo es uno de los rasgos distintivos del modelo social europeo,
que se refiere tanto a las prácticas de diálogo e intercambio bilateral como al tripartito
con las instituciones, desde la consulta hasta los acuerdos de concertación, pasando
por las diversas formas de legislación negociada. Su carácter polisémico causó muchas
perplejidades. Según el Consejo Económico y Social Europeo: “el diálogo social es bipar-
tito, entre interlocutores sociales, y se ve completado por la concertación tripartita con
las instituciones e instancias políticas europeas y por diversas formas de consulta a nivel
europeo y nacional”7. Precisamente en este momento se está reclamando de nuevo el
protagonismo del diálogo social, en el que participan los gobiernos y las organizaciones
representativas de empleadores y trabajadores, para que vuelva a desempeñar un papel
clave en la gobernanza del trabajo, acompañado de la concertación política8.
6
No otro es el modelo de negocio que se plantea en las plataformas colaborativas (Comunicación de
la Comisión Europea “Una agenda europea para la economía colaborativa”, COM (2016) 356 final, Bruselas,
2-06-2016: 60-61.
7
Apartado 1.2, Dictamen exploratorio del Comité Económico y Social Europeo sobre «La estructura y
organización del diálogo social en el contexto de una auténtica Unión Económica y Monetaria», DOUE, 19-12-2014.
8
Informe de referencia para la Conferencia OIT-AICESIS-OKE, 23 y 24 de noviembre de 2017, sobre El
diálogo social y el futuro del trabajo.
323
DIÁLOGO SOCIAL PARA LA REGULACIÓN DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
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326
SINDICATOS Y VARIEDADES DE CAPITALISMO.
UNA REEVALUACIÓN DE LOS DETERMINANTES
DE LA DENSIDAD SINDICAL EN LA UE (1991-2015)
Abstract: The decline of union density over the last decades is a central dynamic
within the changes affecting labor markets in the Western world. This paper addresses
this issue using the conceptual framework of varieties of capitalism presented by Hall
and Soskice (2001), in order to analyse the determinants of union density by cluster-
ing those institutional structures that show more similarities, namely: Southern Europe,
Central-Continental Europe, Scandinavian countries, Eastern Europe and Anglosaxon
countries. Microdata used in the study are taken from the European Survey on Working
Conditions for the years 1991, 1995, 2000/2001, 2005, 2010 y 2015, while aggregated
data on economic growth, unemployment, mean and median wages by age and genre,
coverage of collective bargaining and union density are taken from OECD and ILO statis-
tics. The main goal of this article is to identify the determinants of union density and the
differences between the selected groups of countries.
329
SINDICATOS Y VARIEDADES DE CAPITALISMO
1. INTRODUCCIÓN
Frente al papel central que ostentaron los sindicatos durante las décadas centrales del
siglo XX, desde la década de 1980 y, sobre todo, 1990 el papel de representación e inter-
mediación social y económica de estas organizaciones se ha aminorado apreciablemente.
La densidad sindical, variable esencial de representación y recurso de poder fundamental,
ha venido reduciéndose de forma generalizada en el mundo occidental durante los últimos
cuarenta años (Waddington, 2015, entre otros). Sin embargo, a pesar de esta tendencia
general, la evolución de la presencia y del papel de los sindicatos en el mundo occidental
muestra una disparidad que dificulta una explicación unívoca (Schnabel, 2013).
Ante este escenario, este estudio pretende identificar los elementos que definen la
evolución de la densidad sindical en los países europeos desde la caída de la Unión Sovié-
tica. Para ello, recurrimos al marco conceptual de las variedades de capitalismo de Hall y
Soskice (2001), que nos permite establecer grupos de países en base a las semejanzas y
afinidades internas en sus estructuras institucional y económica. Concretamente, Hall y
Soskice plantean las diferencias entre aquellas economías que, siendo de libre mercado,
funcionan con un elevado grado de coordinación implementado por el Estado, y aquellas
catalogables como economías liberalizadas. En este marco, y partiendo de los datos de la
European Survey on Working Conditions de los años 1991, 1995, 2000/1, 2005, 2010 y
2015, nuestro análisis aborda los elementos que a nivel microeconómico influyen en la in-
clinación de los trabajadores a sindicarse para, a través de las diferencias entre países, tratar
de aislar los determinantes que responden no tanto a variables macroeconómicas coyuntu-
rales, como el crecimiento del PIB o la evolución de salarios, precios y consumo, sino a las
estructuras institucionales que rigen los mercados de trabajo. Para alcanzar este objetivo, y
dadas las limitaciones de nuestra fuente principal, utilizamos la aproximación econométrica
propuesta por Lewis y Linzer (2005) para la estimación de modelos de regresión en el que la
variable dependiente se presenta de valores agregados y no en observaciones individuales.
El resto del artículo se estructura como sigue. La segunda parte indaga en los aspec-
tos principales del marco de variedades de capitalismo y los rasgos y tendencias comunes
del capitalismo europeo globalizado de los últimos treinta años. El tercer apartado pre-
senta las fuentes y metodología. En la cuarta parte se examinan los resultados obtenidos
y se enmarcan en el contexto de la literatura previa. Por último, se añaden unos comen-
tarios finales a modo de conclusión.
330
MARCIAL SÁNCHEZ MOSQUERA Y PABLO GUTIÉRREZ GONZÁLEZ
3. METODOLOGÍA Y DATOS
– Grupo B: Países de Europa Continental. Forman este grupo Francia, Bélgica, Ho-
landa, Luxemburgo, Alemania, Austria y Suiza. A diferencia de Eurofound (2017)
hemos incluido a Francia, y al extender el estudio desde 1991 hemos optado
por excluir a Eslovenia de este grupo, que situamos junto con el resto de países
postcomunistas.
331
SINDICATOS Y VARIEDADES DE CAPITALISMO
– Grupo D: Países de la Europa del Este y antiguo bloque socialista. Este grupo está
formado por Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Rumanía, Bulgaria, República
Checa, Croacia, Eslovaquia y Eslovenia.
Los estudios previos sobre densidad sindical en la Unión Europea se han encontrado
con un obstáculo fundamental a la hora de plantear análisis comparativos internaciona-
les: frente a encuestas de carácter nacional como la British Workplace and Industrial/Em-
ployee Relations Survey, no hay encuestas trasnacionales que, a nivel individual o micro-
económico, recojan de forma sistemática y continuada en el tiempo la afiliación sindical
como una pregunta directa en sus cuestionarios. Ciertamente, si bien la European Social
Survey ha planteado esta y otras cuestiones relacionadas con el comportamiento de los
mercados de trabajo (véase, por ejemplo, Schnabel y Wagner, 2008), esta ha sido una
aproximación aislada en las encuestas lanzadas en los años 2002 a 2004. Igualmente, si
bien la encuesta Work Orientations del International Social Survey Programme, lanzada
en los años 1989, 1997, 2005 y 2015, incluye referencias al papel de las centrales sindi-
cales (aunque no sobre afiliación), la disparidad de países a los que va dirigida la encuesta
obliga a circunscribir el estudio a un reducido grupo de nueve países, en caso de utilizar
la cronología completa, o de recortar el período de estudio de 2005 a 20151.
1
El alcance de la encuesta varía dela edición de 1989, en el que se incluían Austria, Reino Unido,
Hungría, Italia, Holanda, Irlanda del Norte, Estados Unidos, Noruega y Alemania Occidental, hasta la de 2015,
en la que se incluyen 37 países.
2
El test Breusch-Pagan de heterocedasticidad devolvió un resultado de χ2 = 582,91, p = 0,000, lo que
indica que no se cumple la condición de que los residuos sean homogéneos, por lo que se ha optado por un
modelo GLS.
332
MARCIAL SÁNCHEZ MOSQUERA Y PABLO GUTIÉRREZ GONZÁLEZ
Género. Según la literatura previa sobre sindicación (véase por ejemplo Brady,
2007; Fitzenbergen et al, 2011, entre otros), las mujeres muestran una menor in-
clinación a afiliarse a centrales sindicales que los hombres. Tal como ha señalado
Schnabel y Wagner (2008), estos resultados podrían deberse a que en la mayoría
de países existe un sesgo de género en aquellas profesiones en las que existe mayor
propensión a sindicarse.
efinimos el género como una variable binaria en nuestra base de datos, donde 0
D
corresponde a Masculino y 1 a Femenino.
Temporalidad. Como han señalado los estudios previos, el impacto de estos ele-
mentos en la sindicación es mayoritariamente negativo (Visser, 2006; Ebbinghaus,
2006). En este estudio, tomamos la variable contratación indefinida/de duración
determinada, para mantener la homogeneidad de la muestra a lo largo de la serie
completa.
Empleo público. Existe amplia evidencia empírica sobre la mayor presencia de los
sindicatos en el sector público (Schnabel y Wagner, 2005; Blanchflower, 2007; y
Visser, 2006). En este estudio trataremos de analizar posibles problemas de mul-
ticolinearidad entre ambas variables antes de construir el modelo. Consideramos,
como hipótesis de partida:
333
SINDICATOS Y VARIEDADES DE CAPITALISMO
En nuestra base de datos, definimos el empleo público como una variable binaria
donde 0 corresponde a empleo privado y 1 a empleado público.
Por último, la literatura sobre el papel de los sindicatos en las economías modernas
ha tratado extensamente la relación entre la densidad sindical y la desigualdad salarial.
Concretamente, tanto Checchi et al (2010) para el caso europeo como los de Western
y Rosenfeld (2011) y Kollmeyer (2018) para el de los Estados Unidos, se ha identificado
una relación inversa entre ambos indicadores. En este estudio, tomamos como medida
de aproximación a la desigualdad de rentas salariales el cociente entre el salario medio y
el salario mediano.
334
MARCIAL SÁNCHEZ MOSQUERA Y PABLO GUTIÉRREZ GONZÁLEZ
En segundo lugar, el signo de las relaciones entre variables responde de forma he-
terogénea a los planteamientos e hipótesis tomados de la literatura previa. Los datos pa-
recen confirmar la relación inversa entre tasa de desempleo y densidad sindical, así como
el efecto impulsor de la condición de empleado público sobre la sindicación. Igualmente,
parece claro que una menor desigualdad suele coincidir con densidades sindicales más al-
tas, aunque no se puedan inferir relaciones de causalidad en este punto. Sin embargo, al
examinar las características individuales, se observa que, en algunos casos como la edad
del individuo o la condición de empleado a tiempo completo, la relación que presentan
con la densidad sindical contrasta con las hipótesis planteadas.
Por último y en tercer lugar, los valores de los coeficientes de correlación entre varia-
bles presentan valores muy reducidos, con r < 0.500 para las variables macroeconómicas
y r < 0.100 para las características individuales. Tal como ha señalado Schnabel (2013),
existen serias complicaciones para obtener conclusiones generalizables sobre los deter-
minantes del funcionamiento de los mercados de trabajo en general y de los sindicatos
en particular. Como resultado, se obtienen interacciones contrapuestas que resultan en
estos valores de r tan reducidos. Para afrontar esta problemática es para lo que recurri-
mos a la clasificación de observaciones en los distintos grupos de países, entendiendo
que dentro de estos las variaciones serán uniformes.
Una vez vistas las relaciones entre variables, la Tabla 4 muestra los coeficientes
estimados para la muestra completa, así como para las observaciones correspondientes
a los grupos de países definidos en el apartado anterior. Lo primero a tomar en conside-
ración es que, como ya se ha planteado, el signo e impacto de las interacciones entre las
distintas variables y la densidad sindical quedan claramente amortiguados y difuminados
al analizar la muestra completa, mientras que, al desagregar los datos en las categorías
propuestas, aparecen importantes matices entre los distintos grupos. En este sentido,
podría argumentarse que la falta de estilización o concreción de dichas interacciones
señalada por Schnabel (2013) parece superarse al categorizar las muestras.
335
SINDICATOS Y VARIEDADES DE CAPITALISMO
Concretamente, el ciclo económico parece afectar de forma muy distinta a las ten-
dencias de sindicación en los países analizados: mientras que el crecimiento supone en
los países de la Europa central y continental (grupo B) un estímulo sensible a la afiliación,
estos efectos tienden a amortiguarse en el caso de los países nórdicos, en la Europa post-
comunista y en el mundo anglosajón (Grupos C, D y E), aun manteniendo una tendencia
procíclica. Sin embargo, al analizar el comportamiento de los países del Sur (Grupo A),
se observa que existe una relación intensa y negativa entre crecimiento económico y sin-
dicación. Este comportamiento anómalo podría fundamentarse en las peculiaridades del
mercado de trabajo de estos países: en efecto, tal y como han señalado Zambarloukou
(2007), la creación de empleo en estos países ha dependido en mayor medida de sectores
de muy escasa cualificación, caracterizados por una baja remuneración y altos índices de
precariedad y, en consecuencia, por una escasa inclinación a sindicarse, según argumen-
ta Kalleberg (2009) para el empleado precario en general.
Muestra
Grupo A Grupo B Grupo C Grupo D Grupo E
completa
0,371a -0,943a 2,427a 0,614a 0,383a 0,048a
Crecimiento
(0,019) (0,025) (0,076) (0,035) (0,031) (0,004)
-0,614a
0,506 a
-0,141a
0,831 a
-0,168a
-0,022
Desempleo
(0,011) (0,006) (0,076) (0,002) (0,010) (0,007)
-151,389a -51,700a -100,654a -22,685a -24,027a -42,954a
Desigualdad
(1,106) (1,001) (2,389) (1,381) (0,987) (1,611)
-0,001 -0,002b 0,005a 0,018a -0,003b -0,002a
Edad
(0,001) (0,001) (0,001) (0,001) (0,000) (0,000)
-0,581b -2,171a -1,563a -0,378a 0,289b -0,578a
Género
(0,124) (0,104) (0,208) (0,112) (0,113) (0,081)
3,193a 0,529a 2,341a 0,297a 1,389a 0,126c
Empleado público
(0,136) (0,124) (0,232) (0,087) (0,131) (0,066)
-1,237a -1,183a -2,100b -0,369a -1,612a -0,988c
Contrato temporal
(0,355) (0,104) (0,677) (0,038) (0,379) (0,134)
1,199a -0,139 1,061a 0,987a -0,255c 0,264a
Jornada completa
(0,140) (0,122) (0,233) (0,115) (0,131) (0,089)
136,826 a
92,419 a
136,670 a
88,121 a
38,370 a
101,701a
Constante
(1,226) (1,158) (2,659) (1,485) (1,138) (1,896)
N = 81.638 N =16.159 N =25.350 N =10.690 N = 18.017 N = 7.701
R2 = 0,368 R2 = 0,415 R2 = 0,104 R2 = 0,335 R2 = 0,101 R2 = 0,341
Estadísticamente significativo al 1%, al 5% y al 10%, respectivamente. Fuente: OECD, Visser (2011) y
a, b, c
336
MARCIAL SÁNCHEZ MOSQUERA Y PABLO GUTIÉRREZ GONZÁLEZ
De este modo, la expansión de este tipo de empleo en las fases de crecimiento fren-
te a otros con mayor tendencia a la afiliación (p. ej., los empleados públicos), así como
su mayor debilidad en las etapas de recesión, resultaría en estos países en un comporta-
miento contracíclico de la densidad sindical.
De otra parte, existe una tendencia general que concuerda con la literatura previa:
la condición de empleado público tiene un impacto directo y positivo sobre la decisión
de sindicarse, aunque este vaya desde la escasa intensidad que presenta en los países
anglosajones a los intensos efectos presentes en los países del grupo B.
Por último, los que hemos introducido como indicadores de precariedad (esto es:
el empleo a tiempo parcial y la temporalidad) presentan también un comportamiento
homogéneo: en el caso de la temporalidad, existe un claro efecto negativo de esta en la
densidad sindical, si bien su impacto es muy superior en los países de la Europa central
y continental, seguido de los del Sur y los anglosajones. En el caso de los empleados a
jornada completa, se observa un impacto positivo y estadísticamente significativo en
los grupos B, C y E, siendo especialmente intenso en los países de la Europa central y
continental y en los nórdicos. Únicamente en los países del Sur y los del Este, donde los
estimadores no son robustos dentro del modelo, se salen de la hipótesis establecida.
337
SINDICATOS Y VARIEDADES DE CAPITALISMO
Por último, en el nivel individual se han confirmado hallazgos previos, a la vez que
se han identificado matices importantes a contrastar en futuras investigaciones: si bien
el género predispone a la sindicación de forma que las mujeres están generalmente me-
nos inclinadas a sindicarse, esta relación gana importancia en aquellos países donde las
desigualdades son mayores: así, desplazándonos de sur a norte de Europa, la relevancia
de este indicador va menguando como elemento explicativo de la densidad sindical.
Igualmente, estas diferencias se presentan también al analizar el impacto del empleo pú-
blico donde, excluyendo el caso de los países nórdicos, tienden a ser mayores en aquellas
economías más diversificadas. Respecto a los indicadores de temporalidad y de empleo a
tiempo parcial, se ha observado que su impacto en la sindicación resulta muy variado en
los distintos grupos: mientras que la temporalidad en los países escandinavos no consti-
tuye un factor potente en contra de la sindicación, sí lo es en el resto de grupos, a la vez
que la condición de empleado a tiempo completo impulsa la densidad sindical en todos
los casos en los que se obtienen estimadores sólidos.
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339
SINDICATOS Y VARIEDADES DE CAPITALISMO
340
LA REPRESENTACIÓN DE LOS INTERESES DEL TRABAJO
(¿EN TRANSFORMACIÓN?)
Abstract: The transformations of the productive reality and the business struc-
tures, together with the increase of the precariousness of work to which an increas-
ing number of working people are subjected, imply a real challenge for the function
of defense of the rights and interests of the workers, proper of the union organiza-
tions. Not only the link with the workpost is diluted but the number of self-employed
workers who work in conditions very similar to those of employees increases. To
address how to strengthen the link between union organizations and workers who
find more obstacnles in establishing a link with them through representation in the
company, two paths of action can be identified: on the one hand, the reinforcement
of the unions’ sociopolitical role, in the sense that the elements that can best agglu-
tinate the interests of workers are often those related to public services and quality of
life in their immediate environment. On the other hand, the search for mechanisms
for the treatment of labour relations– related issues from a supra-company point of
view (territorial representatives, etc).
343
La representación de los intereses del trabajo (¿En transformación?)
El presente texto tiene por objetivo trazar líneas de reflexión en torno a la realidad
actual de los intereses del trabajo y su representación, desde la perspectiva de su encau-
zamiento jurídico. Con ello se hace referencia a la defensa y promoción de los derechos e
intereses de las personas que ocupan una posición subordinada en los procesos produc-
tivos propios del sistema capitalista, es decir, no únicamente los que están sujetos a una
relación laboral ex artículo 1.1 de la Ley del Estatuto de los Trabajadores.
1
Aproximadamente el 44% de los desempleados en 2017 eran de larga duración (más de un año en
desempleo), aunque los efectos desmotivadores son especialmente graves en quienes pueden alcanzar dos,
tres o cuatro años en desempleo y cuyas perspectivas de retorno al mercado de trabajo son prácticamente
inexistentes. http://www.ine.es/ss/Satellite?L=es_ES&c=INESeccion_C&cid=1259925463214&p=1254735110
672&pagename=ProductosYServicios%2FPYSLayout¶m1=PYSDetalle¶m3=1259924822888
2
Que alcanza un porcentaje del PIB sobre el que no hay unanimidad pero según los distintos estudios
realizados siempre por encima del 19% (Funcas, 2018).
344
Helena Ysàs Molinero
Gorz (1990: 42 y 43) sostenía que “estamos ante una transformación social que
conduce a una situación en que el empleo ocupa únicamente un sitio modesto en las vi-
das de las personas”, y que “el trabajo (…) está perdiendo su centralidad, aunque se tra-
ta más de una cuestión de declive de la función socializadora del trabajo que del rechazo
al trabajo”. Más allá de la función socializadora a la que alude el autor, en el sentido de
la toma de conciencia de pertenencia a un colectivo con problemáticas comunes deriva-
das de su condición subordinada en las relaciones laborales y por ende en la sociedad,
y que es un fenómeno quizás de más largo recorrido, parece agudizarse en los últimos
años un sentimiento de marginalidad del trabajo en un número creciente de personas,
especialmente jóvenes, en el sentido de que nuestra organización social resulta incapaz
de “crear puestos de trabajo a tiempo completo estables, útiles socialmente, económi-
camente racionales para la mitad de la población trabajadora” y ello se corresponde, en
consecuencia, “con el deseo de una porción significativa de los trabajadores más jóvenes
de no vincularse, a tiempo completo o de por vida, a una carrera profesional o a un em-
pleo que sólo raramente les va a requerir hacer uso de todas sus capacidades personales
y que no puede ser visto como realización personal” (Gorz, 1990: 43). Por ello es cada
vez mayor el número de jóvenes que buscan actividades alternativas con las que poder
desarrollar sus potencialidades y obtener satisfacción personal.
Estas reflexiones redactadas hace casi 30 años no pueden ser de mayor actualidad,
especialmente ante el panorama del empleo “post-crisis”, caracterizado por una cre-
ciente precarización3. Otro fenómeno a considerar en esta línea, aunque sea objeto de
seria polémica, es la disminución del empleo como consecuencia de la robotización4. En
todo caso, y al margen de que demos mayor o menor credibilidad a las previsiones más
3
Numerosos datos son indicativos de ello, por ejemplo, el aumento del trabajo a tiempo parcial en
un 19,1% en el período 2007-2016 (Randstad, 2018); el porcentaje de pobreza de la población en edad de
trabajar (en España la segunda más elevada de Europa) (OCDE, 2018); que un 4,8% de los contratos en vigor
tengan una duración inferior a 3 meses (Eurostat, 2018); o que la contratación temporal de los menores de
29 años alcance el 68,2% (EPA, 2017). Aunque como sostienen Lozano y Rentería (2017) el aumento de la
precariedad no es una novedad post-crisis sino que ha sido sostenido en los últimos 30 años, y además con un
marcado perfil de género. En su estudio de la población nacida entre 1957 y 1977 se concluye que los hombres
nacidos en 1957 pasaron una media de 0,8 años en empleo precario entre los 30 y los 39 años de edad frente
a los 2,1 años de los nacidos en 1977, mientras que las mujeres nacidas en 1957 pasaron 1,4 años en empleo
precario frente a los 3,5 años de las nacidas en 1977. Resultará interesante seguir la serie en los próximes años
para conocer los resultados de los nacidos en 1987 o 1997.
4
Algunas reflexiones sobre el particular en Torrens y González de Molina (2017). Dauth, Findeisen,
Südekum y Woessner (2017) aportan interesantes datos sobre la experiencia alemana. Su conclusión es que la
robotización no ha destruido hasta el momento un número significativo de puestos de trabajo en el conjunto
del mercado de trabajo alemán, aunque sí lo ha hecho en la industria, pero ha contribuido decididamente a la
reducción de salarios. Vid., desde el ámbito del iuslaboralismo Mercader Uguina (2017).
345
La representación de los intereses del trabajo (¿En transformación?)
Por todo ello, resulta pertinente preguntarnos cuál debería ser el modelo de repre-
sentación en una sociedad con menor empleo, con relaciones de trabajo caracterizadas
por la fragmentación y la precariedad, con serias dificultades en la organización colectiva
de los trabajadores en cuanto a tales y con la extensión de los autónomos (falsos o no)
precarios6, así como la aparición de otros sujetos que pueden competir pero también co-
laborar con los sindicatos en la representación de los intereses de la ciudadanía. ¿Debe-
mos mantener un modelo de representación laboral de los trabajadores por cuenta ajena
separado de cualquier otra aproximación a la representación de intereses profesionales
no necesariamente de trabajadores por cuenta ajena? ¿Deben interactuar las representa-
ciones de los trabajadores por cuenta ajena con los movimientos sociales, vecinales, etc
formados por ellos mismos y otros que no tienen o no se reconocen en la condición de
trabajador por cuenta ajena? Escribió Gorz (1990: 41) que “El “sujeto” de un proyecto
socialista de sociedad ya no se desarrolla en la relación capitalista de producción como
consciencia de clase de los trabajadores como tales sino más bien en un trabajador que
como ciudadano, por ejemplo, en su vecindario, se ve privado de su mundo vital social
y natural por las consecuencias del desarrollo capitalista, como también el resto de sus
congéneres” y que “debería ser tarea de los sindicatos animar el sentimiento de per-
tenencia extendida”, en referencia a que el sindicato no debería aspirar a representar
únicamente a los trabajadores en su puesto de trabajo sino también como ciudadanos
pertenecientes a un grupo social mayoritario pero subalterno en las relaciones de poder
que rigen nuestra sociedad.
¿Es ello así? ¿Debe el sindicato abrir el foco de los intereses que aspira a repre-
sentar? En mi opinión el sindicato como organización de trabajadores y trabajadoras
que es no debe perder el norte de la naturaleza que lo caracteriza y debe seguir re-
presentando fundamentalmente los intereses del trabajo pero también los intereses de
la clase trabajadora en su condición de ciudadanos y ciudadanas, como de hecho el
sindicalismo confederal ha venido haciendo durante décadas. De lo contrario correría
el riesgo de perder su naturaleza sindical para convertirse en un actor puramente polí-
tico. Ello no impide sostener que los intereses de los trabajadores no son sólo aquellos
5
Vid. Prada Blanco (2017), quien en su estudio sobre las transformaciones que la industria 4.0 está
operando sobre la sociedad pone de manifiesto como en los últimos años se ha venido produciendo un dis-
tanciamiento entre el crecimiento económico y el crecimiento del empleo. Este fenómeno puede ilustrarse con
la caída del 34% de las horas trabajadas en la industria entre 2002 y 2015 frente a un mismo volumen de
producción industrial.
6
Se calcula que el 70% de los autónomos pertenecen a la clase trabajadora en una clasificación
social clásica que distingue clase trabajadora, clase media y clase alta (Antón, 2014). Asimismo, los datos de la
Agencia Tributaria –publicados en 2013– sobre bases imponibles apuntarían a que el 52,1% de los autónomos
pertenecen a la clase trabajadora baja –frente al 38,3% de los trabajadores por cuenta ajena– y un 33,4% a
la clase media-baja, frente al 26,4% de los asalariados. Si bien a nadie puede escapar que estas cifras pue-
den encubrir un cierto nivel de fraude fiscal por parte de muchos autónomos, resulta bastante claro que es
numeroso el grupo de los que viven situaciones notablemente precarias, con poco control de sus medios de
trabajo, limitada autonomía y dependencia mercantil o laboral. Como señala el autor, “este sector (…) está más
subordinado y dependiente que otras capas asalariadas” (p. 18). Nótese que el autor no se hace referencia a
subordinación en términos jurídicos sino más bien socioeconómicos.
346
Helena Ysàs Molinero
En el primer punto resulta necesario que los sindicatos sean capaces de demostrar
su utilidad en la defensa de los intereses de trabajadores temporales, con períodos de
desempleo, a tiempo parcial, etc., en definitiva, con un débil o inexistente vínculo con su
puesto de trabajo y sin que éste tenga la más arriba mencionada función socializadora
y forjadora de conciencia colectiva. Respecto a la segunda cuestión, algunos colectivos
como los autónomos o los pensionistas ya pueden encontrar espacios de representación
en el seno del sindicato, como expresamente reconoce la Ley Orgánica de Libertad Sindi-
cal en su artículo 3.1, pero desde un punto de vista práctico posiblemente necesiten de
una mayor intensificación. Por otro lado, el hecho de que la posibilidad de que los sindi-
catos representen los intereses de colectivos que no son trabajadores por cuenta ajena
(los mencionados, pero también los funcionarios) demuestra la viabilidad jurídica de que
la organización sindical se abra a otros colectivos.
En este punto resulta preciso apuntar que los sindicatos son fundamentalmente
reconocidos por los sujetos a quienes aspiran a representar a partir de su actividad con-
creta, que es su fuente primordial de legitimación no jurídica sino real. En este sentido
conviene señalar como Alós (2014) concluye que cuanta mayor es la intensidad de la
actividad sindical en una empresa y cuanto mayor es el conocimiento por parte de los
trabajadores de dicha actividad sindical, más positivamente valoran los trabajadores la
actividad de los sindicatos. De ello resulta ineludible concluir que las tareas de represen-
7
Köhler y Calleja (2017) sostienen por ejemplo que en Italia los sindicatos han sido mucho más exi-
tosos que en España en la atracción del colectivo de trabajadores jubilados. Respecto al surgimiento de asocia-
ciones de desempleados que no se sienten representados por las organizaciones sindicales vid. infra y también
Ysàs Molinero (2015).
347
La representación de los intereses del trabajo (¿En transformación?)
tación de estos “otros” colectivos no pueden limitarse a una representación formal sino
que deben materializarse en una actividad continuada y concreta.
Si bien resulta claro que los sindicatos deben plantearse cambios (porque el contex-
to ha cambiado) para mantener su objetivo de transformación social, no resulta tan claro
el cómo abordar dichos cambios (Gil Zafra, 2016). En las líneas siguientes se intentarán
aportar algunas ideas con este objetivo.
Por una parte, el reforzamiento del carácter sociopolítico del sindicato, a pesar de
que el deterioro del apoyo social a los sindicatos8 los pueda empujar a centrar su activi-
dad en los sectores donde mantienen con mayor firmeza su capacidad de influencia y por
lo tanto alejándose de esta vertiente más sociopolítica. Así sostienen que ocurre Köhler
y Calleja (2017), pero lo cierto es que en los últimos años las organizaciones sindicales
mayoritarias han mantenido el esfuerzo por consolidar su vertiente sociopolítica. En este
sentido, no puede desconocerse la fuerte implicación de las organizaciones sindicales de
clase en España en las movilizaciones que han tenido y tienen lugar en relación a dere-
chos extralaborales de la ciudadanía, en sanidad, educación, y muchos otros ámbitos9.
Sin embargo, existen ámbitos en los que, aunque no se pueda decir que los sindicatos
no se hayan implicado, muy posiblemente exista un importante margen de mejora. Es el
caso de las cuestiones relacionadas con el medio ambiente y la sostenibilidad ambiental
del modelo productivo, que hasta la fecha han tenido un tratamiento más bien marginal
desde el movimiento sindical y que genera con frecuencia y visualiza contradicciones
cuando en situaciones concretas se opone la preservación del medio o incluso la seguri-
dad y la salud de la población a la conservación de puestos de trabajo10. Y sin embargo
el deterioro del medio apunta a ser uno de los mayores problemas que pueden afectar a
las condiciones de vida con especial incidencia en la salud de las personas trabajadoras.
Otro ámbito en el que seguramente sí existe una mayor visibilización de las actividades
desarrolladas por los sindicatos es en las cuestiones de género e igualdad, como mínimo
a nivel institucional, aunque de forma claramente insuficiente en los centros de trabajo.
El traslado de forma sistemática de la dimensión de género a las actividades sindicales
en el día a día de la empresa contribuiría sin duda a mejorar la representación de las
8
Los dos grandes sindicatos españoles habrían perdido entre el 23 y el 24% de sus afiliados entre
2009 y 2015, aunque ello pueda explicarse en parte por la disminución del empleo. Sin embargo, también en
las encuestas del CIS ofrecen cifras según las cuales son una de las instituciones sociales peor valoradas (Köhler
y Calleja, 2017).
9
Vid., por ejemplo, el estudio de Gil Zafra (2016) sobre la interrelación entre los movimientos ciuda-
danos conocidos como las “mareas”, otros movimientos sociales y los sindicatos.
10
A título de ejemplo el largo conflicto sobre la central nuclear de Garoña. Un caso paradigmático es
el de la empresa ILVA en la ciudad italiana de Taranto. Sin embargo, existen iniciativas interesantes, vid. por
ejemplo el proyecto de prácticas medioambientales sostenibles en los centros de trabajo www.sostenibilidad.
pro, participado por el sindicato CCOO.
348
Helena Ysàs Molinero
mujeres trabajadoras. Asimismo, la reflexión y posterior acción sobre el lugar que el tra-
bajo reproductivo debe ocupar en nuestra sociedad no debería ser ajeno al sindicalismo,
puesto que no sólo quienes lo desarrollan ocupan una posición en la sociedad similar a la
de las personas asalariadas, sino que el trabajo reproductivo condiciona en gran medida
las condiciones de trabajo de los trabajadores y especialmente de las trabajadoras. En
esencia, el trabajo de cuidados, imprescindible para el funcionamiento del sistema de
producción y consumo, forma parte del conflicto social (Gil Zafra, 2016) en el que toman
posición los sindicatos y por ello también les corresponde intervenir en esta materia.
11
En este sentido propone, por ejemplo, la creación junto con organizaciones ecologistas, sociales y de
consumidores de un “código sociolaboral” que acompañaría a los productos y servicios para que el consumidor
pudiera identificar en el momento de tomar decisiones de compra cuáles cumplen con un determinado nivel de
exigencia laboral, ecológica y social.
349
La representación de los intereses del trabajo (¿En transformación?)
Como conclusión es posible afirmar que, dado que es evidente que los intereses del
trabajo subordinado –en términos socioeconómicos, que no legales– ya no son patrimo-
nio exclusivo de los trabajadores por cuenta ajena, y que además éstos últimos trabajan
en condiciones que fomentan la disparidad y dificultan el aglutinamiento de intereses,
resultaría conveniente que las organizaciones sindicales, en aras a mantener su función
socioeconómica, avanzaran en transformaciones en dos líneas paralelas: por una parte,
con el objetivo de replantear sus áreas de acción no para renunciar a ninguna de las de-
sarrolladas hasta el presente sino en todo caso para reorientar alguna de ellas y ampliar
su campo de acción en el terreno sociopolítico, también a través de una mayor colabo-
ración con distintos movimientos sociales; por otra parte reorganizando sus estructuras
internas para favorecer la representación de los intereses de los trabajadores más difí-
cilmente “representables” a través de las estructuras previstas por la Ley. Todo ello para
garantizar que el sindicato sigue siendo una institución cuyo objetivo último, más allá de
las luchas diarias en el contexto laboral, es defender que existen alternativas sociales a la
organización capitalista neoliberal y que es un instrumento primordial para avanzar hacia
la justicia social (Calleja, 2016).
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Helena Ysàs Molinero
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ciety, pp. 88-106. Universitat Rovira i Virgili, Tarragona.
351
Epílogo
EL PRINCIPIO DE UN VIAJE
Hace cien años ya, Albert Thomas, nuestro primer Director General, iniciaba con
un grupo de no más de cuarenta personas, una andadura que cuenta con detalle en
diversos textos2. Largos viajes en tren y en barco, recepciones, discusiones, conferencias,
en suma numerosas acciones todas guiadas por un mismo fin y una misma esperanza: la
justicia social y la dignidad de las condiciones de trabajo que son elementos conductores
de nuestra Constitución.
El mundo sin embargo ha avanzado desde 1919. La mujer se incorpora cada vez
más en pie de igualdad al mercado de trabajo y los avances tecnológicos facilitan nuestra
vida librándonos de penalidades y esfuerzos innecesarios. La hiperconectividad y el inter-
net de las cosas simplifican la trasferencia de conocimiento y de saber, y las fronteras de
lo intangible cambian.
1
A diferencia de otras agencias del sistema de NNUU tripartita y con capacidad normativa.
2
Ver OIT A la rencontre de L’Europe au travail, récit des voyages d’Albert Thomas ( 1920.1932).
3
https://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=NORMLEXPUB:62:0::NO::P62_LIST_ENTRIE_ID,P62_LANG_
CODE:2453907,fr
355
EPÍLOGO. EL PRINCIPIO DE UN VIAJE
que vivimos y perturba nuevas capas de la sociedad, hasta hoy no afectadas. El mundo
cambia, pero los problemas persisten.
En su empeño por lograr un mundo del trabajo mejor, casi cien años después, el
actual Director general de la OIT, Guy Ryder, constatando los desafíos de un panorama
cambiante y siguiendo los pasos de sus antecesores en pos de la justicia social, convocó
al mundo del trabajo y a sus actores a participar en una discusión en profundidad a nivel
nacional e internacional. Su objetivo era determinar necesidades y oportunidades para
afrontar los nuevos desafíos que la OIT y sus países miembros enfrentan. En este esfuerzo
no sólo emplazó a sus actores tradicionales y fundacionales, sino que, apelando la voz
de la razón, requirió a la academia y a otros actores a ser parte de un debate activo y a
reflexionar sobre el futuro del trabajo que queremos,
España, miembro de la OIT desde su inicio, ha sido parte importante de este debate,
y su academia también un actor fundamental. Desde el dialogo nacional en marzo 2017,
al nuevo dialogo de presentación del informe en marzo 2019, la participación de las uni-
versidades y centros de investigación ha sido clave en los resultados obtenidos en el país.
La riqueza del debate y de las discusiones en España es evidente.
De las discusiones resulta indudable que el ser humano en el siglo XXI en España y
en el mundo, afronta retos diferentes y cuenta con medios y vías de resolución distintos,
dónde la idea de un nuevo contrato social flota en el aire y en las discusiones, como base
transversal de las acciones a emprender. El mundo cambia, pero la justicia social sigue
siendo un objetivo.
356
María Luz Vega Ruiz
los medios a su alcance, seguir manteniendo las prioridades que orientaron la paz y el
progreso en los últimos cien años.
En este contexto el evento de Sevilla que resume y condensa este trabajo, marca un
fin a ciertas labores y objetivo, peros también es el principio de una tarea que tiene aún
una importante andadura.
El mundo puede cambiar, pero el ser humano necesita paz, justicia y equidad. Es-
tos son los valores mínimos que deberán orientar el trabajo a venir. Pueden necesitarse
nuevas reglas, nuevas políticas y en general nuevas vías para alcanzar sus fines, pero el
futuro que tracemos deberá preservar al ser humano de riesgos innecesarios y darle la
capacidad para expresar sus necesidades y potencialidades con mínimos que garanticen
su naturaleza y dignidad. Este es nuestro empeño como lo fue hace cien años.
4
https://www.ilo.org/global/topics/future-of-work/publications/WCMS_662442/lang--es/index.htm
357