ALGARROBO BLANCO de aproximadamente 250 años, que fue declarado Monumento Natural Municipal en 2011.
Es una especie originaria de Bolivia, Chile, Paraguay,
Uruguay y norte, centro y Mesopotamia de la Argentina, y crece en forma relictual en las barrancas de los ríos Paraná inferior y del Plata.
Tiene gran valor forestal y frutal. La ALGARROBA, su fruto,
se utiliza para hacer alimentos, dulces y bebidas tradicionales en el norte argentino. Además, junto con el maíz y los porotos, constituye el alimento nativo más importante del norte y centro de nuestro país.
En sus áreas naturales, como las barrancas de San Isidro,
se pueden ver ejemplares de cientos de años de vida con sus ramas extendidas, como el que se encuentra en la Quinta Los Ombúes, desde tiempos anteriores a Mariquita Sánchez. AGUARIBAY o PIMENTERO (Schinus areira) – Familia: Anacardiaceae
Era un árbol sagrado para los Incas. El AGUARIBAY de
la Quinta Los Ombúes se remonta a mediados del siglo XIX.
Nativo de Sudamérica, desde Perú hasta el noroeste y
centro de Argentina, fue muy utilizado, como árbol destacado, en los parques de estancias a partir del siglo XIX.
Se caracteriza por su gran tamaño y belleza y por su
aspecto parecido al de un sauce llorón. De uso ornamental, medicinal y forestal, produce unos frutos rojizos muy decorativos, que se usan en el norte argentino para reemplazar a la pimienta como condimento en empanadas, salsas y embutidos. CEDRO (Cedrus deodara) – Familia: Pinaceae
En el jardín había, originalmente, un Cedro del Líbano,
plantado por Horacio Beccar Varela y su esposa a principios del siglo XX. Este árbol se secó y fue reemplazado por un CEDRO DEODARA, a fines de 1980.
De gran belleza, esta especie es originaria del Himalaya y
pertenece al grupo de las coníferas.
Su copa es cónica o piramidal, con el vértice doblado y sus
hojas, similares a agujas, son de color verde intenso u oscuro. Las flores son conos o piñas que aparecen en primavera y verano.
Es un árbol forestal, de madera muy perfumada, muy
utilizado en diseños de paisaje en la Argentina. CIPRÉS (Cupressus sempervirens) – Familia: Cupresaceae
En 1881, cuando la familia Beccar Varela llegó a la
Quinta, el CIPRÉS del jardín medía un metro de altura – igual que Horacio Beccar Varela- que tenía seis años de edad.
Esta conífera esbelta, de forma columnar, es natural de la
región del Mediterráneo. Su cultivo está muy extendido en nuestro país porque se adapta a distintos tipos de suelos, climas y usos.
Puede plantarse en cortinas rompevientos o como ejemplar
aislado en grandes parques, como en la Quinta Los Ombúes. ESPINILLO o AROMO CRIOLLO (Vachellia caven – Sin.: Acacia caven) – Familia: Fabaceae
Se lo considera el árbol fundacional de San Isidro por su
relación con el sueño místico de Domingo de Acassuso y la creación de la capilla que dio origen al pueblo. Se encuentra representado en el escudo y en la bandera de San Isidro.
Este arbolito de nuestra barranca es nativo de Chile, Bolivia,
Brasil, Paraguay, Uruguay y norte, centro y este de la Argentina. En la región crece en el Delta, Martín García y la ribera platense hasta Samborombón.
Tiene hojas pequeñas y plumosas y ramas con espinas.
Florece al comienzo de la primavera y sus flores son perfumadas, amarillo-anaranjadas y están agrupadas en inflorescencias esféricas, como pompones, muy decorativas.
Se la emplea como especie de uso ornamental, forestal,
medicinal y en perfumería. JACARANDÁ o TARCO (Jacaranda mimosifolia) – Familia: Bignoniaceae
En 1942, el JACARANDÁ compitió con el Ceibo por el
Estatuto de Flor Nacional. Pese a haber sido derrotado, el jacarandá se cobró revancha cuando María Elena Walsh lo popularizó en una conocida canción. Los ejemplares de la Quinta datan de fines del siglo XIX y principios del XX. Originario de las regiones selváticas subtropicales de Bolivia, Brasil y noroeste de la Argentina (Selva de las Yungas), es uno de los árboles más decorativos utilizados en los espacios verdes de la Argentina, principalmente en la ciudad de Buenos Aires junto con tipas, lapachos y palos borrachos. Se destacan sus hojas parecidas a helechos arborescentes y sus flores azul-violáceas, algo perfumadas, que aparecen sobre las ramas sin hojas en la primavera avanzada, presentando una segunda floración, pero con follaje, a fines del verano. Su fruto leñoso, castaño y aplanado, parecido a una castañuela, se mantiene mucho tiempo en el árbol y su madera de color claro y buena calidad, se utiliza en ebanistería y se la conoce como palisandro. OMBÚ (Phytolacca dioica) – Familia: Phytolaccaceae
El nombre que la tradición oral le asignó a esta Quinta
está relacionado con el OMBÚ, por ser una especie que crece y es referente en la región rioplatense. Desde el siglo XVIII, siempre hubo un ejemplar plantado en el mismo sector del jardín, cercano al Paseo de los Tres Ombúes.
Especie nativa de Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina,
desde Misiones hasta Buenos Aires, es un representante típico de los bosques secos de las barrancas marginales de la ribera paranaense y platense.
Este enorme árbol autóctono fue uno de los más antiguos
utilizados en los diseños de espacios verdes, principalmente estancias y chacras de la provincia de Buenos Aires. Además, por su rápido crecimiento y amplia copa, fue el típico árbol de sombra para el gaucho y el aborigen. Su área natural son las barrancas ribereñas y se lo ha cultivado en el resto de la llanura pampeana.
Su tronco es fibroso y flojo debido a características
especiales de los tejidos que lo conforman, razón por la cual, su madera no es útil para leña o para realizar trabajos de carpintería. PALMERA FÉNIX o CANARIA (Phoenix canariensis) – Familia: Arecaceae
En la segunda mitad del siglo xix había un gran gusto
por las PALMERAS y San Isidro no escapó a esta tendencia popular. Desde que Charles Thays las plantó en Plaza de Mayo en 1894, es inevitable asociarlas con el espacio público y la vida cívica. De allí, se extendió su presencia a los jardines privados.
Oriunda de las Islas Canarias, tiene un aspecto imponente,
con hojas de 6 a 7 metros de largo, de color verde oscuro, con espinas en su nacimiento. Su tronco (estípite) puede alcanzar gran altura. Las inflorescencias son ramificadas y largas y el fruto es una baya de color anaranjado cuando está maduro. Es una especie muy resistente a distintos tipos de suelos y climas.
En su región de origen mantiene algunos usos tradicionales:
los dátiles sirven para alimentar al ganado y en algunas islas, con las hojas nuevas, se preparan ensaladas. Las palmas se pueden utilizar como escobas y tradicionalmente se adoptan para adornar los balcones el Domingo de Ramos. Además, cuando están secas, se emplean en cestería, para cubrir techos y también, caminos de barro. PALO BORRACHO ROSADO - SAMOHÚ (Ceiba speciosa) – Familia: Bombacaceae En Los Ombúes hay tres ejemplares PALO BORRACHO ROSADO –uno en el jardín y dos en la barranca– cuya plantación se estima hacia la primera mitad del siglo XX.
Nativo del sur de Brasil, Paraguay, noreste y Mesopotamia
argentina, es una especie típica, que junto al jacarandá y la tipa, representa, a nivel internacional, a los árboles que identifican a los espacios verdes de la ciudad de Buenos Aires. Su tronco es muy decorativo, abultado, y su corteza presenta importantes aguijones. El follaje es caduco, con hojas palmadas, y las flores estrelladas, que aparecen en el verano y duran hasta mediados del otoño, son muy atractivas, de color rosado con el centro amarillo, largos estambres y pequeñas manchitas o guías de néctar.
Tiene un fruto-cápsula grande y verdoso, similar a una palta,
que al madurar, libera sus semillas pegadas a fibras blancas – paina o algodón– muy ornamentales. Es fecundado por colibríes y su madera se usa para la construcción de canoas de una sola pieza y artesanías. PALO BORRACHO BLANCO - YUCHÁN (Ceiba chodatii) – Familia: Bombacaceae
Pueblos tan diferentes como los mayas y los wichis
consideraban al PALO BORRACHO BLANCO como un “dador de vida”, porque su tronco constituye un depósito natural de agua.
Especie nativa del noroeste argentino, Bolivia y Brasil. Se
caracteriza por su tronco muy decorativo de corteza con aguijones, que en la adultez se engrosa como un botellón. Las hojas son palmadas, y las flores, que aparecen en el verano y permanecen hasta el otoño, son blanco cremosas o amarillentas, grandes y perfumadas. Su fruto es una cápsula grande, que al abrirse en la primavera libera sus semillas cubiertas de un algodón protector llamado paina, que se utiliza para rellenar almohadones.
Es fecundado por colibríes y su madera se usa para la
construcción de canoas una sola pieza y artesanías. TALA (Celtis ehrenbergiana) – Familia: Celtidaceae
El TALA es la especie predominante del bosque seco
que cubre la barranca, y que por tal motivo, toma el nombre de “Talar de Barranca”, formación boscosa, en peligro de extincion en la provincia de Buenos Aires. Nuestra porción de barranca se encuentra en proceso de recuperación desde el 2009.
Es un árbol oriundo del sur de Brasil, Uruguay, Paraguay,
sur de Bolivia y norte, centro y este de la Argentina hasta el sudeste de la provincia de Buenos Aires, donde se localizan los típicos talares o montes de tala. Es uno de los pocos representantes de la flora arbórea nativa que se observa en la Pampa húmeda y ondulada, típica de la provincia de Buenos Aires. Se caracteriza por tener corteza rugosa y ramas en zigzag con espinas. El follaje es caduco, florece en primavera- verano y su fruto comestible es pequeño, redondeado, de color anaranjado y preferido por las aves.
Tiene valor principalmente forestal, por la producción de
leña para carbón y también fue y es utilizado, por sus ramas espinosas, como cerco vivo en perímetros de campos. TIPA (Tipuana tipu) – Familia: Fabaceae
El hermoso ejemplar de TIPA de la Quinta se remonta a fines del
siglo XIX, época en que el paisajista Charles Thays –Director de Paseos de Buenos Aires– comenzó a traer de sus viajes exploratorios por el país, aquellas especies que atraían su atención para aclimatarlas en el Jardín Botánico de Buenos Aires. Luego, al utilizarlas en los parques y paseos públicos de la ciudad, influyó en las tendencias paisajísticas del momento. Como árbol ornamental, desde entonces, forma parte de los diseños de espacios verdes públicos y privados, estancias y campos –especialmente de Córdoba y de la provincia de Buenos Aires–.
Es una especie de gran tamaño, originaria de Bolivia y del noroeste
de la Argentina donde integra el bosque de pie de montaña de la Selva de las Yungas. Presenta una copa globosa, con ramas generalmente arqueadas y su follaje cae hacia fines del invierno. Despliega una llamativa floración en primavera avanzada y principios del verano, con flores de color amarillo-anaranjado de forma amariposada y suave perfume, que se desprenden rápidamente del árbol y caen en forma abundante, creando una decorativa alfombra sobre calles, veredas y césped.
En primavera avanzada se ve un goteo continuo debajo del árbol,
conocido como “lluvia de la tipa”, provocado por el ataque de un parásito, la “chicharrita de la espuma”.