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Cita el amante 37 lineas

Mis hermanos nunca le dirigirán la palabra. Es como si no fuera visible para ellos, como si careciera
de la densidad suficiente para ser percibido, visto, oído por ellos. Eso ocurre porque está rendido a
mis pies, porque se da por sentado que no le amo, que estoy con él por dinero, que no puedo amarle,
que es imposible, que podría soportarlo todo de mí sin llegar a hartarse de ese amor. Eso ocurre
porque es chino, porque no es blanco. La manera que mi hermano mayor tiene de callar y de ignorar
la 28 5 Marguerite Duras El amante existencia de mi amante procede de una convicción tal que
resulta ejemplar. Frente a ese amante todos tomamos el ejemplo de mi hermano mayor. Tampoco
yo, delante de ellos, le hablo. En presencia de mi familia, nunca debo dirigirle la palabra. Salvo, sí,
cuando le paso un mensaje de su parte. Por ejemplo, después de cenar, cuando mis hermanos me
dicen que quieren ir a beber y a bailar a la Source, soy yo quien le dice que queremos ir a beber algo
y a bailar 10 a la Source. Al principio, hace como si no hubiera oído. Y yo, yo no debo, siguiendo el
método de mi hermano mayor, no debo repetir lo que acabo de decir, reiterar mi petición, si lo
hiciera cometería falta, condescendería a su súplica. Acaba por responderme. En voz baja, que
pretendería ser íntima, dice que le gustaría estar solo conmigo durante un momento. Lo dice para
poner punto final al suplicio. Entonces, debo seguir fingiendo que le oigo mal, como una traición
más, como si así quisiera él acusar el golpe, denunciar la conducta de mi hermano mayor respecto a
él, por lo tanto no debo, de 15 ningún modo, responderle. Prosigue, me dice, se atreve: vuestra
madre está cansada, mírala. En efecto, después de las fabulosas cenas de los chinos de Cholen, mi
madre se cae de sueño. Tampoco respondo. Es entonces cuando oigo la voz de mi hermano mayor,
pronuncia una frase muy corta, mordaz, definitiva. Mi madre decía de él: de los tres, es el que mejor
habla. Pronunciada la frase, mi hermano espera. Todo se detiene; reconozco el miedo de mi amante,
es el de mi hermano menor. No 20 resiste más. Vamos a la Source. Mi madre también va a la
Source, va a dormir a la Source. En presencia de mi hermano mayor, deja de ser mi amante. No deja
de existir, pero no me es nada. Se convierte en un espacio quemado. Mi deseo obedece a mi
hermano mayor, rechaza a mi amante. Cada vez que están juntos, y los veo, creo que nunca más
podré soportar la visión. Mi amante es negado precisamente en su cuerpo débil, en esa debilidad
que me transporta de placer. Ante mi hermano, se 25 convierte en un escándalo inconfesable, un
motivo de vergüenza que hay que esconder. No puedo luchar contra esas órdenes mudas de mi
hermano. Puedo cuando se trata de mi hermano menor. Cuando se trata de mi amante nada puedo
contra mí misma. El contarlo ahora me hace recordar la hipocresía del rostro, el aspecto distraído de
alguien que mira hacia otro lado, que tiene otra cosa en que pensar pero que, sin embargo, y se le
nota en las mandíbulas apretadas, está exasperado y sufre 30 por tener que soportar eso, esa
indignidad, sólo por comer bien, en un restaurante caro, lo que debería ser normal. Alrededor del
recuerdo la lívida claridad de la noche del cazador. Se oye un sonido estridente de alerta, de grito
infantil.
Tampoco en la Source, nadie le habla. Todos pedimos Martel Perrier. Mis hermanos enseguida
beben el suyo y piden otro. Mi madre y yo les damos el nuestro.

Poema García Lorca


Sólo tu corazón caliente,
Y nada más.

Mi paraíso, un campo
Sin ruiseñor
5 Ni liras,
Con un río discreto
Y una fuentecilla.

Sin la espuela del viento


Sobre la fronda,
10 Ni la estrella que quiere
Ser hoja.

Una enorme luz


Que fuera
Luciérnaga
15De otra,
En un campo de
Miradas rotas.

Un reposo claro
Y allí nuestros besos,
20Lunares sonoros
Del eco,
Se abrirían muy lejos.

Y tu corazón caliente,
Nada más.

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