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El sonado escándalo de Sayco

Juan Carlos Monroy, director de la oficina de Derechos de Autor, y Jairo Enrique


Ruge, gerente de Sayco, ya no están en sus cargos. Una comisión
interdisciplinaria tiene en sus manos a la entidad y se esperan acciones.
Juan Carlos Monroy, director de la oficina de Derechos de Autor, fue la primera
cabeza que rodó en el sonado escándalo de Sayco. A los pocos días de que el
ministro del Interior, Germán Vargas Lleras, le aceptara la renuncia, se le canceló
la inscripción como gerente de la entidad al cuestionado Jairo Enrique Ruge. La
polémica siempre ha existido y los cuestionamientos a este organismo, que se
encarga de los recaudos en establecimientos públicos y privados cuya actividad
esté relacionada con la emisión de contenidos musicales, han sido innumerables y
contemplan denuncias tanto de compositores veteranos olvidados para las
consignaciones mensuales, como de jóvenes promesas de la música que
pensaron en esta sociedad como en la tabla de salvación para vivir de su arte.
El escándalo ganó unos decibeles insospechados la semana pasada, cuando
Ricardo Leyva, principal promotor del segundo concierto de Aerosmith en
Colombia, denunció irregularidades en Sayco, que quería cobrarle al empresario
una tarifa millonaria que contemplaba el 100% de la boletería sin considerar que
su venta no había superado el 60%. Leyva aseguró que la organización establece
los cobros de acuerdo con el aportante y que el destino del dinero recaudado no
es claro.
Las irregularidades en los cobros a Leyva se sumaron a muchas otras allegadas al
despacho del ministro, quien anunció que se apersonaría de la investigación en el
caso de Sayco y que ya había solicitado a los miembros de su despacho que
prestaran una especial atención a este particular. La insistencia del funcionario fue
tal que Juan Carlos Monroy no aguantó la presión y decidió dimitir al cargo como
máximo responsable de la Dirección Nacional de Derechos de Autor. “La entidad
tomó la primera decisión y fue aceptarle la renuncia al director de Derechos de
Autor. Fue la primera decisión de gobierno. Se designó a un nuevo director, el
doctor Felipe García. La segunda decisión fue hacer una comisión
interdisciplinaria de abogados y contadores que desde la semana pasada se
tomaron Sayco y que están indagando en los archivos y en las documentaciones
todas las quejas que se han presentado estos días y que nos ayudan a ver qué
hay que buscar”, comentó Germán Córdoba, secretario privado del Ministerio del
Interior, quien también ha sido comisionado para ratificar que las acciones no van
a parar ahí y que ya se había procedido a cancelar la inscripción de Jairo Enrique
Ruge como gerente de Sayco.

El señor Ruge violó el régimen de inhabilidades al contratar a un familiar para que


hiciera un arreglo en el edificio de la entidad, ubicado en el norte de la capital
colombiana, algo que, junto con muchos otros hechos, es en este momento objeto
de estudio por parte de la mencionada comisión interdisciplinaria.

“De entrada se encontraron tres irregularidades relacionadas con el gerente de


Sayco: el mal manejo de unos anticipos para algunos autores y compositores, la
violación del régimen de inhabilidad y compatibilidad al contratar a un pariente y
actuaciones inapropiadas en la entidad que no se compadecen con su calidad de
gerente”, concluyó Córdoba.
Al conocer la noticia, Ricardo Leyva manifestó que “se está haciendo justicia con
las denuncias de muchos colombianos que se han quejado en el Ministerio del
Interior, pero para que empiece una nueva etapa en Sayco debe renunciar el
presidente y toda la junta directiva, la cual es manipulada por el señor Jairo Ruge”.

Las voces inconformes

Las quejas contra Sayco son numerosas. Germán Córdoba asegura que hay más
de 500 denuncias, desde las simples que dicen, por ejemplo, que tienen un salón
de belleza al que se le están cobrando unos montos insólitos por año, pasando por
otras según las cuales se les acerca gente con una actitud extorsiva que dice ser
parte de la entidad y trata de cuadrar el pago, cuando se trata de un monto que no
es negociable, hasta otras de autores reconocidos que se quejan de que no
reciben nada del organismo.

Es el caso, por ejemplo, de los herederos de Lucho Bermúdez, quienes tienen


demandada a Sayco & Acinpro por 17 mil millones de pesos, ya que, según dicen,
la entidad no les ha pagado las regalías de los derechos de sus obras desde hace
más de 15 años. A los cinco hijos del compositor y director de orquesta, quien
fuera cofundador de la entidad, les corresponde el 20% de la explotación y la
reproducción de sus obras, por lo que Gloria María Bermúdez (hija del músico y
Matilde Díaz) y su abogado acusan también a la entidad de permitir que una
orquesta se lucre de las composiciones de Bermúdez sin pagar derechos de autor,
así como de la exposición de su música en películas distribuidas en todo el
mundo.
A esta queja se suma la de Carmen de Choperena, la pareja actual del maestro
Wilson Choperena, uno de los autores de la emblemática ‘Pollera colorá’, porque
la entidad sólo le entrega limosnas a su esposo por cuenta de las regalías a que
tiene derecho al ser uno de los creadores de la cumbia colombiana más famosa
de la historia

“El tema es complejo. Por un lado, no hay que perder de vista que lo recibido por
los autores es proporcional a la frecuencia con la que suenan públicamente. Hay
autores que no suenan mucho, que no son programados, no salen en conciertos y
no reciben porque no generan derecho. Luego, en cuanto a los autores
reconocidos y populares, es muy importante revisar qué negociación se hizo en
cada caso con las editoras musicales (empresas a las que en Colombia se les
ceden los derechos patrimoniales de la obra). Porque si yo vendo la casa
completamente no me puedo quejar después por no recibir parte del arriendo, a no
ser que en el contrato se haya estipulado ese pago”, explica el académico y
experto en derecho de autor, David Felipe Álvarez.

De ese modo, si Sayco está haciendo bien su trabajo, la negociación debería ser
más o menos así: “Un autor famoso pone su música en una emisora. Esa emisora
debe pagar $100 de regalías por derecho de autor. Esos $100 son recaudados por
Sayco que, de acuerdo con la ley, sólo se puede quedar hasta con el 30% para los
gastos de administración y con el 10% para beneficios sociales de los socios por
igual. Entonces, de esos $100, en teoría, lo mínimo que debería recibir un autor
popular son $60, pero si él cedió sus derechos de autor o los comparte con una
editora musical, entonces va a recibir en promedio y como generalmente se hace
33,3% de esos 60, es decir, va a recibir $20. El resto va a las editoriales”.

Además de las alarmas prendidas por Ricardo Leyva, también se han hecho sentir
las denuncias por parte de los empresarios de espectáculos. Julián Martínez, de la
empresa T310, asegura que el primer malestar con Sayco tiene que ver con que
ellos cobran los derechos sobre los aforos posibles y no sobre la realidad de la
venta de la boletería que puede pasar, como les sucedió con Damian Marley, de
10.000 boletas a sólo 4.000. Otro punto es que las tarifas se asignan a dedo y
dependiendo de cada cara se baja el porcentaje de pago, cuando debería haber
un porcentaje fijo y estipulado para los grandes, los medianos y los pequeños
empresarios. Y, finalmente, otro dilema gigante es que cuando se debe pagar el
saldo restante a Sayco hay tres días de plazo, y cada día el porcentaje va
creciendo. “Si pagas a los tres días, puedes pagar $20 millones; si te demoras
ocho días, puedes llegar a cancelar $40 millones”, asegura Martínez.

Sin embargo, Germán Córdoba advierte que a pesar de todas las críticas, una
sociedad como Sayco debe existir, “incluso porque hay convenios que nos obligan
a que haya un ente privado que recaude y vigile los derechos de autor”. La
investigación en curso determinará qué sanción hay que imponer y, “dependiendo
de la gravedad de lo hallado, podría traer como consecuencia la pérdida de la
personalidad jurídica, que sería la muerte de la sociedad Sayco. Estamos
haciendo una investigación rápida y muy detallada que arroje resultados
concretos”, concluye Córdoba.

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