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JUAN

El tiempo y el espacio se confabularon para correr con la suerte de


ser uno de los amigos más cercanos al maestro Juan Carruba.
Recién llegaba a Bogotá y buscaba casi con desespero el espejo
donde pudiera ver reflejado mis inquietudes como pianista,
teniendo en cuenta mi edad, que para estos menesteres no era la
ideal, sabiendo que ya no podría hacer un estudio regular , como
mandan los cánones, desde la infancia. Sobre todo, buscaba apoyo
moral, ni siquiera un profesor. Solo me bastaba encontrar un
pianista que hiciera lo que en mis sueños yo también quería. Sin
miradas incrédulas y con la suficiente bondad y desprendimiento
como para dejarme ver sin tapujos su técnica.
Y así, entre preguntas y reuniones con otros amigos del maestro,
que tenía un grupo de improvisación que se reunía los sábados en
la tarde, y al cual me uní, sentí cómo incrementaba mi
competencia, hasta el punto en que el maestro, confiado, me
empujó a hacer considerar mi nombre como pianista de planta en
mi primer trabajo como tal, en el Jockey Club de Bogotá. Ahí estuve
seis años.
Pero comenzó una amistad que aunque Juan Carrubba se nos fue
este febrero de 2022 repercutirá en mi para siempre.
Con su esposa Miryam Uquillas tenían un tándem cuyo principal
lema era la hospitalidad. Clara y sin condiciones. La disfruté muchas
veces. Obviamente todo estaba cubierto permanentemente por el
manto principal, la música.
El maestro era un gran arreglista y excelente orquestador. Tengo en
mi poder las transcripciones, hechas a mano y traducidas, de La
“Técnica de la Orquestación”, de Kent Wheeler Kennan, y el famoso
libro sobre el mismo tema, de Henry Mancini. A Juan le apasionaba
este tema y por eso emprendió y terminó con éxito tamaña tarea.
Su biblioteca estaba atiborrada de scores, tratados, partituras
sueltas, colección de sus arreglos, que eran montones, y de los
libros que había publicado con Miryam, y que ayudaron a llenar el
vacío de partituras de música Colombiana. Si, argentino que era,
pero con tremendo arraigo en nuestro país, arregló para piano y
publicó partituras de muchos temas representativos de nuestro
folclor; bambucos, porros, cumbias , joropos y demás aires
nacionales cobraron vida en el papel de la mano del maestro.
Su último trabajo como pianista lo realizó durante 25 años en el
Country Club de Bogotá, donde sufrió, al igual que muchos de
nosotros, sus colegas, de la nefasta contratación por servicios, por
lo que le fue negada una pensión, que hubiera hecho mas
llevaderos sus últimos días.
Cabe anotar que a nosotros, los trabajadores independientes, hasta
hace mas o menos 10 años se nos impedía pagar una pensión con el
estado.
Muchos de sus amigos se fueron antes que él, pero estoy seguro
que ellos, y los que aún quedamos, hemos sido testigos de la
inmensa bondad de su corazón. El maestro Carrubba elevó a lo mas
alto el verdadero valor de la amistad.

JORGE EDUARDO VELOSA

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