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Las tres mujeres de La Venganza de Raguidel, William Baird1

La limitada cantidad de atención crítica dada a La venganza de Raguidel de Raoul de Houdenc, un


roman2 que data de finales del siglo XII o principios del siglo XIII,3 no ha sido, en su conjunto,
particularmente favorable. Por lo general la obra ha sido atacada por dos cuestiones principales –su
aparente falta de unidad narrativa y coherencia estructural por un lado, y, por el otro, su
supuestamente excesiva inclinación anti-feminista. Con respecto a esta última, Alexander Micha, por
ejemplo, uno de los más severos críticos de la obra, sentía que “la Venganza maltrata mucho el sexo,
del que subraya con crudeza las debilidades”.4 Acerca de su opinión sobre la composición y la
unidad del roman, no fue menos condenatorio: “Este poema se compone de tres romans del todo
distintos, sin vínculos los unos con los otros, dispuestos sin arte”.5
Este breve estudio no se propone dar un análisis completo y detallado del roman de Raoul. Me
gustaría, sin embargo, sugerir primero que la obra no está impregnada de sentimientos anti-
feministas extremos, como la opinión crítica establecida nos quiere hacer creer, y segundo, que el
tratamiento que hace el autor de sus personajes femeninos provee una base firme para una sólida
unidad temática y estructural dentro de la narración.
Mi investigación se concentrará en las tres relaciones amorosas que se desarrollan en el roman: el
amor de la Doncella del Bosque Estrecho por Gauvain, el héroe; el amor de Gauvain por Ydain, una
muchacha que rescata; y el amor entre los personajes secundarios Yder y la hija de Guengasouain. Se
eligen estas relaciones particulares porque, como espero mostrar, cada una complementa las otras de
cierta manera, creando así un patrón temático en el que descansa la unidad narrativa de la obra.
Además, es en el tratamiento que hace el autor de los personajes implicados en las dos primeras
relaciones que se han basado los comentarios críticos desfavorables sobre [su] inclinación anti-
feminista. Confío en que en el curso de mi análisis dichos pareceres serán modificados de manera
decisiva.
Mientras se encuentra ocupado en la misión, emprendida en la corte de Arturo, de vengar al
asesinado caballero Raguidel, Gauvain encuentra a la Doncella del Bosque Estrecho. Da la
casualidad que esta dama está muy enamorada del héroe como consecuencia de haberlo visto ganar
un torneo que ella presidía. Sin embargo, la Doncella nunca se ha entrevistado con él en realidad, no
lo conoce de vista e incluso no logra reconocerlo cuando llega a su castillo. No importa cuán
peculiar parezca esta situación, es una que está, en esencia, basada en un tópico común a muchos

1 Baird, W. 1980. “The Three Women of the Vengeance Raguidel”. The Modern Language Review, Vol. 75, No. 2 (Apr., 1980),
pp. 269-274. Traducción de Gabriela Cipponeri y Aylén Elías. [N. de T.]
2 Optamos por usar el término francés roman para designar este género a fin de evitar confusiones con el género que en

castellano designa la palabra “romance”. [N. de T.]


3 Tanto la fecha de composición como la autoría de este roman siguen en disputa. Sin embargo, acepto la datación y la

atribución de la obra a Raoul de Houdenc propuesta por M. Friedwagner en su edición del roman.
4 A. Micha, « Raoul de Houdenc, est-il l’auteur du Songe du Paradis et de La Vengeance Raguidel ? », Romania, 68 (1945), 343.
5 Micha, p. 347. Para más ejemplos de comentarios desfavorables véase también J.D. Bruce, The Evolution of Arthurian

Romance from the Beginning down to the Year 1300 (Göttingen, 1928), II, 214, and V. Kundert-Forrer, Raoul de Houdenc: ein
französischer Erzähler des XIII. Jahrhunderts (Berne, 1960), pp. 135 ff.
romans courtois –lo que se ha llamado el “tópico de la caballería”–. Este puede ser definido así: la
valentía del caballero inspira el amor de la dama mientras que, a cambio, el mero hecho de ser
amado inspira al caballero a una valentía aún mayor. No es necesario que la reacción recíproca entre
los dos elementos del tópico esté presente de inmediato, y a menudo uno puede encontrar un único
elemento aislado –“el amor inspira la valentía” o “la valentía inspira el amor”–. En efecto, la
Doncella misma ha aislado claramente un aspecto del tópico, al basar su amor por completo en un
único elemento y, como pronto veremos, al distorsionar de esta manera su valor y significado
potenciales. La valentía de Gauvain bien puede haber inspirado el amor de la dama, pero el héroe
mismo no se ha interesado para nada en corresponder los sentimientos de ella, un factor no previsto
por la Doncella, quien, pareciera, estaba demasiado dispuesta a crear una ecuación mecánica y harto
simplificada entre valentía y amor.
Este revés, a su vez, ha llevado a la Doncella a aun mayores extremos en su noción de cómo su
amor debería evolucionar de ahora en más, tal como el héroe, simulando ser Kay dado que la dama
no logró reconocerlo, descubre de primera mano. Mientras guía a Gauvain por su castillo para
mostrárselo, la Doncella se lamenta del hecho de que su amor no ha encontrado respuesta favorable,
pues Gauvain abandonó el torneo sin echarle una segunda mirada. Ahora, como manifiesta:
Je l’aim et il ne m’ainme mie:
Or sui je trop loiaus amie
Que j’aim et ne sui pas amee.6
[Yo le amo y él no me ama nada. ¡Desdichada, qué desgraciada soy! (p. 50)]
Es claro que la Doncella ha creado para sí misma un rol donde ella es la amante que sufre, un rol
asociado con mayor frecuencia al héroe que al personaje femenino, pero es un rol cuyos efectos van
más allá de las fantasías mentales y sentimentales románticas e idealizadas. Pues, como pasa a
explicar, [ella] ha construido una capilla espléndida, ricamente decorada, que se puede ver a través de
una ventana estrecha. La Doncella relata cómo pretende persuadir a su amante para que asome su
cabeza a través de la ventana, tras lo cual una guillotina escondida la cortará de un tajo. El cuerpo de
Gauvain se tenderá luego en la capilla y, después de que ella se haya suicidado, su propio cuerpo será
ubicado junto al de su amante muerto. Entonces, como dice la Doncella:
Issi me feroit conpaignie
Mors quant il nel vuet faire en vie.
(ll. 2303-304)
[Así me haría compañía muerto cuando no quiere hacérmela en vida. (p. 55)]
Esta idea tristaniana de una pasión violenta y literalmente fatal debe representar sin duda la mayor
distorsión posible del concepto “la valentía inspira el amor” que la creó en un inicio. De manera
ideal el tópico de la caballería debería funcionar de modo que beneficie no solo al individuo sino
también a su sociedad. Las ideas de la Doncella, sin embargo, no tienen en cuenta esta posibilidad.

6Raoul de Houdenc, La Vengeance Raguidel, editado por M. Friedwagner (Halle, I909), ll. 2051-53. Las líneas de referencia
corresponden a esta versión. Se han actualizado las referencias de acuerdo con la única traducción castellana disponible,
prologada por Victoria Cirlot (Barcelona, PPU, 1987). [N. de T.]
En efecto, como ella misma dice, no dejaría de matar a Gauvain aun si él accediese a casarse con ella
pues, como ella lo ve, no podría retener su amor por mucho tiempo. Él pronto la dejaría y
Si troverait en . i . terre
La fille d'un conte u d'un roi
Qui serroit plus bele de moi.
(ll. 2348-50)
[Y encontraría en alguna tierra a la hija de un conde o de un rey que sería más bella
que yo. (pp. 55-56)]
Así se puede apreciar que debajo de las ideas extrañas y mortales de la Doncella subyacen un
sentimiento de incertidumbre y una falta de confianza en sí misma y en su amante. Ella se compara
tal vez, hasta cierto punto, con la damisela que mantuvo prisionero a Mabonagrain en el jardín
recluido del Erec y Enide de Chrétien porque ella tampoco tenía suficiente confianza para vivir con su
amor en sociedad.7 La Doncella, por supuesto, toma medidas más extremas, retirándose a la
seguridad no de un cenador recluido, sino de la muerte misma –una solución radical de veras–. No
es de extrañar entonces que la reacción del héroe al oír tales detalles sea:
Je ne vuel pas que m'ames tant
Por recevoir tels drüeries.
(ll. 2332-33 [ll. 2322-2323])
[¡Yo no quiero que se me ame tanto para recibir estas demostraciones de amor! (p.
55)]
y uno solo puede concluir que el autor esperaría que su lector acordase de todo corazón con tal
sentir.
Pero aún nuevas revelaciones están por llegar. No solo su amor ha impulsado a la Doncella a
formular estos planes, también ha hecho que tenga cautivo a Gaheriet, el hermano de Gauvain, en
condiciones lamentables para atraer al héroe a su castillo cual señuelo. Una vez más una visión
distorsionada de la asociación amor/valentía ha conducido a resultados indeseables. Cuando
Gauvain consigue rescatar a su hermano y escapa, revelando su verdadera identidad a una Doncella
furiosa, uno solo puede pensar que es mejor evitar conceptos de amor como los que ella abriga.
Al continuar con su misión, Gauvain pronto se ve involucrado con otra mujer. Tras haber
rescatado a la joven Ydain de dos atacantes (y en sí mismo el rescate muestra la manera en la que un
uso sincero y directo de la valentía puede ganar el amor para el caballero) el héroe se enamora con
locura de ella. Obligado luego a regresar a la corte de Arturo para recoger un fragmento de lanza,
necesario para la compleción de su misión, el héroe se mantiene seguro de la lealtad de su nueva
amie, y esto a pesar de que el resto de los caballeros en la corte han sido humillados recientemente

7Sobre este aspecto de Erec y Enide véase A. R. Press, 'Le Comportement d'Erec envers Enide dans le roman de
Chretien de Troyes', Romania, 90 (1969), 529-38; y D. Kelly, 'La Forme et le sens de la quete dans Erec et Enide',
Romania, 92 (1971), 3.
cuando todas sus damas, con una excepción, fracasaron en una prueba de castidad.8 Otros, sin
embargo, no comparten tal confianza y Kay se apresura a echar la culpa de la demora del héroe en
completar su misión a su relación con Ydain:
Il et Ydoine ont pris bataille,
Por coi cela est mise en respit.
(ll. 4070-71)
[Él e Ydain han iniciado la batalla y el otro asunto ha quedado aplazado. (p. 86)]
Aquí, por supuesto, Kay implica que los efectos que normalmente se derivan de cualquier vínculo
amor/valentía se han devaluado, dado que el amor debería, de acuerdo con las convenciones del
roman, inspirar valentía, facilitando de tal modo la compleción de dicha misión. Gauvain, como es de
esperar, rechaza tal razonamiento y está ansioso por retomar su búsqueda en compañía de su dama.
Pero antes de que pueda hacerlo debe aceptar enfrentarse con el caballero Druidain en combate
singular, un mes más tarde, en la corte de Baudemagu, ya que este caballero desea reclamar a Ydain
como suya. No hay indicación de que la propia Ydain objete de ninguna manera tal grosero acuerdo.
En efecto, que ella se contente con aceptar como amante al ganador de un combate físico puede
sugerir que su atracción por Gauvain no tiene fundamento profundo y que, en consecuencia, su
lealtad hacia el héroe puede ser menos que absoluta. Aquí otra vez uno encuentra que el amor
depende en su totalidad de una versión harto simplificada del tópico de la caballería, en este caso, un
amor basado por completo en la habilidad marcial. Los peligros que pueden surgir de dicha situación
se verán pronto cuando recomience la búsqueda del héroe.
En su camino Gauvain e Ydain se encuentran con un caballero ocupado en una actividad
bastante inusual, al menos inusual para los estándares de los romans corteses que, como regla, no se
extienden en tales asuntos:
Et li chevaliers si pissa
Les le buisson contre les haies.
Je ne sai s'Ydain vit ses braies
Ne cosse qui au cuer li sist
Ne ço qu'il tint, s'ele le vit.
(ll. 4494-98)
[El caballero se meó cerca del matorral sobre los setos. No sé si Ydain vio sus
calzones ni algo que le gustara, ni si ella vio lo que él se aguantaba. (p. 94)]
Pero impresionada por lo que sea que vio, cuando se le acerca el otro caballero, Ydain accede a
abandonar a Gauvain, enojada porque el héroe no está inmediatamente dispuesto a pelear contra el
otro para retenerla. Aquí se ve que la muchacha basa su amor casi a las claras en ideas limitadas y
estrechas sobre la valentía y la habilidad marcial. Una pelea, no obstante, sobreviene pues Ydain
insiste en que su amante debe quitarle a Gauvain unos perros que prefirieron seguir al héroe antes

8Raoul incorpora aquí en este roman los detalles de la prueba de la castidad por medio de un manto que no ajusta, una
historia que parecería haber sido corriente a finales del siglo XII y que figura en el breve Lai du Cort Mantel, un lai
aproximadamente contemporáneo con La venganza.
que a su antigua dueña –tal vez no [sea este] el reflejo más halagüeño del carácter de la muchacha–.9
En el combate que esto provoca Gauvain se ve forzado a matar a su oponente. La reacción de Ydain
a esto es descripta de la siguiente forma:
Ydoine le voit, ses paumes bat
Et rit et fait joie mout grant.
(ll. 4738-39)
[Ydain lo ve, aplaude, ríe y muestra gran regocijo. (p. 99)]
En estas dos líneas el autor pinta una imagen de veras condenatoria de la joven. Su deleite ególatra,
causado por la visión de dos hombres tratando de matarse mutuamente por ella, pone de relieve con
claridad su absoluta frivolidad y su total despreocupación por el destino de ambos hombres. Uno
podría estar tentado de decir que Ydain muestra aquí una actitud que bordea lo inhumano.
Luego del combate ella regresa a Gauvain, declarando que sus acciones previas eran solo una
prueba del afecto del héroe hacia ella. Como el lector, uno se imagina, Gauvain permanece escéptico.
En consecuencia, el héroe, tras vencer a Druidain en la corte de Baudemagu, se apresura a entregar a
la muchacha, una inversión del tópico de la caballería harto simplificado en el que antes Ydain basó
su “amor”. Sus palabras de despedida hacia Druidain indican que Gauvain se ha percatado de su
error:
Se tu ne vius anui avoir
Ne crois pas ce que te dira.
(ll. 4854-55)
[Si no quieres tener pena, no creas lo que te diga. (p. 101)]
Si Ydain está dispuesta a suscribir a una noción en la que la cruda fuerza física indica el mérito de un
hombre para ser amado, entonces su imagen de la asociación amor/valentía podría, como muestra el
autor, ser exactamente tan peligrosa y destructiva como la de la Doncella [del Bosque Estrecho].
Ambas mujeres son egocéntricas, de manera que reducen el objeto (y esta es aquí la palabra
apropiada) de su amor al estatus de autrui. Ambas son, por lo tanto, peligrosas para los valores
humanos dado que se ve que sus respectivas nociones de amor conducen solo a la muerte y la
destrucción –la Doncella con su guillotina, Ydain provocando que los hombres se maten entre ellos–
apenas para satisfacer caprichos y fantasías personales.
La tercera y última relación amorosa en el roman es una que no involucra al héroe directamente y
que no es esencial para la estructura narrativa principal en sí. Su función, por lo tanto, bien puede ser
buscada en otro nivel, aquel del patrón temático que las diversas relaciones amorosas crean, pues, en
mi opinión, este modifica de modo considerable las perspectivas creadas por los episodios
“amorosos” anteriores.

9Este episodio del perro ocurre también, en forma casi exactamente idéntica, en el roman breve Le Chevalier à l'Epee (c.
1200).
Tras haber vencido y asesinado al malvado caballero Guengasouain, vengando así a Raguidel y
completando su misión, Gauvain descubre que por derecho la hija del muerto es ahora suya pues
debía entregársele al que pudiera asesinar a su padre. Este es, una vez más, un nuevo e igualmente
problemático aspecto de la manera en que el amor y la valentía están conectados; al demostrar la
valentía necesaria para matar al padre, el héroe gana el derecho a la hija.10 ¡Pero si Gauvain aceptase
tal proposición, entonces su acción se derivaría de una noción del amor y la valentía casi tan cruda,
mecánica y no representativa de los valores humanos como aquellas de la Doncella o de Ydain!
Después de todo, no se ve que el héroe tenga ningún interés real en la muchacha, ni ella en él.
Sin embargo, en este combate final Gauvain ha sido ayudado por Yder, un caballero que está
enamorado de la hija [de Guegasouain]. Yder, por lo tanto, siente que, dado que ha demostrado
valentía al asistir al héroe, debería permitírsele tener a la muchacha. Ahora bien, dado que este amor,
no como el de la Doncella por Gauvain, o el de Gauvain por Ydain, es correspondido, esta unión
sería una sumamente adecuada. El amor ha inspirado en Yder valentía y esto lo ha puesto en una
posición donde se vuelve posible para él reclamar a la dama que ama. Así, la asociación
amor/valentía puede ser vista funcionando de una manera beneficiosa, diferente de las dos
instancias anteriores que podían traer solo sufrimiento y muerte. Y la unión entre Yder y la
muchacha es tanto más deseable ya que sus barones reunidos, siempre una fuerza importante en
tales cuestiones dentro de la sociedad feudal, están del todo de acuerdo con la propuesta y exhortan
a Gauvain a que ceda la dama a su compañero:
Nos ne poons nul leu veoir
U el soit mius, or li donnes.
(ll. 6008-6009)
[No encontramos en ningún lugar a nadie mejor. Dádsela. (p. 120)]
Este factor está notablemente ausente de la relación anterior. Ante tal presión, Gauvain se somete a
sus deseos. Se ve que el tópico de la caballería, así comprendido, al fin obra los efectos beneficiosos
que debería, de acuerdo con los estándares de la mayoría de los romans.
De las observaciones de más arriba es posible sacar las siguientes conclusiones. En primer lugar, el
autor usa sus tres personajes femeninos de manera tal que crea una cierta oposición tanto en cuanto
a sus naturalezas disímiles como también en cuanto a los valores que sostienen. La Doncella e Ydain
pueden ser vistas como representantes de dos visiones extremas y distorsionadas del tópico de la
caballería, la Doncella romántica en exceso e idealizando el tópico, Ydain frívola y superficial.
Ambas mujeres son, no obstante, igualmente peligrosas dado que ambas niegan, o ignoran, los
intereses y sentimientos del hombre que eligen atraer para sus fantasías ególatras; ambas reducen al
amante a no más que una marioneta para manipularlo como crean conveniente. En efecto, estas
mujeres casi pueden ser vistas como arquetipos que se repetirán en muchas obras literarias
posteriores –la Doncella un tipo de Emma Bovary, tan absorta en sus fantasías románticas que
pierde todo contacto genuino con la realidad, mientras que Ydain bien podría compararse con las

10Uno puede notar que los críticos han, en ocasiones, expresado cierta ansiedad acerca de una situación similar que se
presenta en el Yvain de Chrétien, donde el héroe mata al marido y luego se enamora de y se casa con la viuda.
mujeres inconstantes, dispuestas a unirse al pretendiente más acaudalado, que revolotean por las
páginas de las novelas de Balzac. Ambas mujeres destruyen la propia función esperable del tópico de
la caballería –el creciente bienestar de los amantes así como de la sociedad en la que se mueven–.
En contraste directo con estas dos mujeres se halla la hija de Guengasouain. Aquí el tópico opera
como debería, un amor mutuo inspira valentía, la cual, a su vez, tiene un resultado beneficioso
mayor –la muerte del malvado Guengasouain–. Dado que este amor también cuenta con la
aprobación explícita de la sociedad (representada por los barones), es, por lo tanto, totalmente
apropiado que a Yder se le otorgue su recompensa. Si uno acepta el análisis precedente del modo en
que Raoul forja este vínculo temático entre sus tres mujeres, entonces siento que el argumento de
Micha de que el roman carece de unidad se vuelve a las claras insostenible. Este crítico veía,
recordaremos, tres romans distintos que llamó (1) La Vengeance Raguidel [La venganza de Raguidel], (2) le
Roman de Gauvain et de la Demoiselle de Gautdesroit (sic) [El roman de Gauvain y de la Doncella del Bosque
Estrecho], (3) le Roman de Gauvain, d’Ide et de Druidain [El roman de Gauvain, de Ydain y de Druidain]. Pero
podemos apreciar ahora que en cada uno de los romans “separados” de Micha figura uno de nuestros
tres personajes femeninos, todos en una situación similar en esencia; cada uno es definido e
individualizado por las respectivas nociones tanto del valor de una relación amorosa como de la
manera en que dicho amor debería ser determinado por el tópico de la caballería. Siendo así, hay
entonces una unidad temática necesaria que vincula estos tres episodios, una unidad que se deriva de
la manera en que Raoul opone y contrasta los valores que cada una de las mujeres representa.
En segundo lugar, con respecto a la otra afirmación principal de Micha (que La Venganza lleva el
anti-feminismo a grados extremos) mi análisis sugiere las siguientes observaciones. Mientras que es
verdad que el tratamiento que hace Raoul de la Doncella es extremadamente duro y que el lector
puede en efecto aborrecer las actitudes mostradas tanto por la Doncella como por Ydain al intentar
satisfacer sus deseos personales, hemos visto que el autor no está, de hecho, atacando a las mujeres
en general, sino más bien a dos individuos, y no porque sean mujeres, sino porque su visión del
tópico de la caballería es inhumano y destructivo. Es la noción distorsionada del tópico la que es
atacada y no las mujeres en sí. Además, uno debería tener en cuenta que la imagen desfavorable de la
Doncella y de Ydain es, en gran medida, compensada por la actitud del todo favorable que el autor
exhibe hacia la hija de Guengasouain. Difícilmente la postura de un misógino empedernido. Que
ciertos rasgos antifeministas se pueden encontrar en este roman es innegable (el fracaso de la corte en
la prueba de castidad, los arranques de Kay, que denigran a todas las mujeres, luego de que su dama
hubiese fallado en la prueba) pero al mismo tiempo, aun los romans más corteses del período no
están libres de dichos rasgos. El anti-feminismo era, en alguna medida, un tema literario actual y,
como tal, no debe a menudo ser considerado como una actitud generalizada, sino como un medio
efectivo de ilustrar algún punto particular. En este sentido la obra de Raoul no se aparta de la norma.
Mucha crítica, pasada y actual, del roman se ha extendido en la aparente desunión y naturaleza
dispersa de muchas obras dentro del género. Uno solo puede especular si tales opiniones se
mantendrían válidas si más de estas narrativas “dispares” fuesen examinadas en términos de sus
patrones temáticos subyacentes. Tomando prestado términos de Chrétien de Troyes, si uno buscase
más del sens, entonces tal vez la conjointure podría ser más evidente.

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