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Actividad
–En la mayoría de los países de América, un muy bajo porcentaje, sólo del 1 al 5%
de la población con discapacidad, está en el sistema educativo,
independientemente de si existe una división tajante entre educación especial y
común o si se realiza una matrícula única. Tampoco existen proyectos de
seguimiento y acompañamiento a los proyectos de inclusión, de la misma manera
que el financiamiento para hacer efectivo el derecho a una educación inclusiva es
escaso, así como la formación y capacitación docente en el tema.
–Alguien podría decir, y con justa razón, que primero habría que “forzar” el ingreso
de esta población a las instituciones educativas y, más luego, desarrollar aparatos
de formación, didácticas, programas y currícula adecuados para la convivencia y la
inclusión que sean significativos. Sin embargo, no creo que sean procesos
diferentes o derivados uno del otro; que primero haya que “incluir” y luego pensar
de qué se trata, qué significa el habitar juntos la escuela. Muchas veces se ha
subrayado que “hay que estar todos juntos”, sin debatir ni profundizar acerca del
para qué y el cómo: no hay un pensamiento acerca del encuentro en sí, de la
relación pedagógica como tal. La inclusión es, al fin y al cabo, lo que hagamos de
ella: no existe, por sí misma, por propia definición.
–Habría que revisar cuál es la pregunta, cuya respuesta en la escuela común es,
casi siempre, “no estamos preparados”. Lo que voy a decir, haciéndome
responsable del todo, es que a esta altura de los acontecimientos no sabemos qué
quiere decir esa afirmación: ¿qué significará estar preparado para trabajar con
niños sicóticos, o con múltiples discapacidades? ¿Implica anticipar lo que vendrá y
prefabricar lo que se hará pedagógicamente? Es un imposible el saber, el sentirse y
el estar preparado para aquello que pudiera venir. En todo caso habría que hablar de
un estar predispuesto, o dicho de un modo más enfático, de un “estar disponible” y
ser responsables, en el sentido de acrecentar, multiplicar, alargar y diversificar tanto
la idea de un alumno tradicional, como también la de un aprendizaje común,
normal. La noción de disponibilidad y responsabilidad es claramente ética: estoy
disponible para recibir a quien sea, a cualquiera, a todos, a cada uno.
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