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Discurso del hermano Chad H.

Webb
Administrador de Seminarios e Institutos
Transmisión mundial del 12 de junio de 2018

Gracias… eso fue maravilloso. Somos tan bendecidos y es un privilegio estar juntos con ustedes el día de
hoy. Gracias por lo que hacen. Les amamos y me encanta servir con ustedes.

Como muchos de ustedes a menudo se preguntan y que tenemos la oportunidad de enseñar a los jóvenes
y jóvenes adultos de la iglesia y ¿cómo les podemos enseñar con más poder para ayudarles a obtener una
fe profunda y perdurable en el señor Jesucristo? Al considerar esta pregunta he pensado en la idea que el
Elder Clark compartió en enero cuando dijo que la invitación del Salvador a aprender de Él significa:
primero, que debemos aprender a conocerlo y segundo aprender de Él. Citó al Elder Maxwell que
menciono la invitación del Salvador “Aprended de mi” y añadió: “no hay otra manera de aprender
profundamente”. He llegado a entender y creer que lo más importante que se puede hacer para ayudar
a aumentar la fe de la nueva generación es centrando más plenamente la enseñanza y el aprendizaje en
Jesucristo al ayudar a los alumnos a conocerlo, aprender de Él y esforzarse más concientemente por llegar
a ser como Él. Todos los días debemos hablar de Cristo, regocijarnos en Cristo y predicar de Cristo. Muchos
ya han comenzado a responder a esta invitación y preparan sus lecciones con esas ideas en mente y
buscan oportunidades de testificar de Jesucristo, sus atributos divinos y su poder ilimitado y su amor
inquebrantable. En esas clases se ha sentido más la influencia del Espíritu Santo, ha habido mas
expresiones de gratitud por el Salvador, una aplicación individual más significativa y relevante y más
jóvenes que actúan con fe. Ese esfuerzo deliberado por ayudar a los alumnos a conocer a Jesucristo,
aprender de Él y prepararlos para las ordenanzas sagradas del sacerdocio y guardar sus convenios,
ayudarlos a ser dignos de las bendiciones del templo es ayudarlos a conocer al Salvador y seguirlo, pero
podemos hacer otras cosas mientras están con nosotros que los ayudará a confiar en Él y sus enseñanzas
y expiación. Con este fin deseo sugerirles cuatro formas de centrar nuestro aprendizaje y enseñanza
cotidianos más en Jesucristo

1. Centrarnos en los títulos, funciones, personalidad y atributos de Jesucristo. El presidente Russell


M. Nelson nos invitó a que las referencias de las escrituras acerca de Jesucristo que se encuentran
en la guía temática se conviertan en nuestro principal material de estudio personal. Esa invitación
tiene la intención de ayudarnos a ir mas allá de conocer lo que Jesús hizo y ayudarnos a conocerle,
sus atributos y también su personalidad. Por ejemplo, uno de los títulos de Cristo es ser creador.
Bajo la dirección de Su padre, Jesús creo los cielos y la tierra. Creador es también una de sus
funciones divinas y refleja su personalidad. Al estudiar ¿cómo y por qué Jesús creó la tierra?
podríamos preguntar ¿Qué nos enseña esto acerca de quien es él? ¿Que nos enseña acerca de
sus motivos, su amor y su poder? ¿Qué atributos divinos del Salvador se revelan en su función de
creador? Tal vez recuerden que el presidente Boyd K. Packer era un artista de talento a quien le
gustaba tallar pájaros de madera. Un día iba en un auto conducido por el Elder Teodore Tuttle y
una de sus tallas estaba en el asiento de atrás. En un cruce el Elder Tuttle frenó bruscamente y la
talla se cayó al suelo y se hizo pedazos. El Elder Tuttle estaba desolado pero el presidente Packer
no. Sencillamente dijo: “olvídelo, yo lo hice, yo puedo repararlo, y así lo hizo, lo hizo más resistente
e incluso lo mejoró un poco”. El presidente Packer explicó: ”¿Quién lo hizo? ¿Quién es su creador?
… No hay ningún aspecto de su vida que se deforme o se rompa y que Él no pueda reparar y lo
hará”. Cuando nuestros alumnos entiendan la función de creador de Jesús y mediten acerca de
los relatos de las escrituras que dan testimonio de su increíble poder para reparar y sanar sus
creaciones, su corazón anhelará sentir ese poder y esa promesa en su vida, entonces actuaran
con fe a fin de experimentar su increíble poder para reparar lo que se ha roto en ellos.
Otro de los títulos sagrados de Jesucristo es redentor. Las escrituras lo mencionan en esa función
930 veces. ¿Qué nos enseña ese título sobre su personalidad y atributos? ¿Qué significó su poder
redentor para Alma, Saulo y la mujer acusada de adulterio? ¿Qué significó para Mateo el
publicano y autor del evangelio? Me parece interesante que el llamamiento de Mateo a los Doce
aparezca en el mismo capítulo que los relatos que hablan de Jesús haciendo milagros y sanando
toda enfermedad y dolencia en el pueblo. El motivo de esos milagros según escribió Mateo era
que Jesús tuvo compasión, pero ¿por qué es Mateo el único autor de los Evangelios que incluye
su llamamiento en medio de esos milagros? Tal vez fuera un relato cronológico, pero creo que
hay algo más que podemos aprender. ¿Es posible que Mateo reconociera que el mayor milagro
de Jesús fue rescatarnos mediante su perdón, su amor, al elevarnos y mostrar a una persona su
identidad y potencial real? ¿Tal como lo hizo con Mateo? Otra forma de ayudar a los alumnos a
reconocer los atributos de Jesús consiste en no centrarse solo en los eventos de las escrituras sino
en los que nos enseñan sobre el salvador, por ejemplo: ¿porque enseñamos la historia de Ammón
en la que corta los brazos de los hombres que dispersan las ovejas del Rey Lamoni? para hablar
de la grandeza de Ammón? o ¿quizás ese relato hable de la grandeza de Dios? ¿Que nos enseña
acerca del Señor y de cómo bendice a quienes confían en él? El propio relato de Ammón concluye
con este testimonio entusiasta: “No me jacto de mi propia fuerza, yo sé que nada soy, por tanto
me gloriaré en mi Dios, porque con su fuerza puedo hacer todas las cosas”.
Hace unos meses me encontraba con un grupo de maestros maravillosos y les pedí que escogieran
un relato de las escrituras o un hecho de la historia de la iglesia y pensaran en ¿qué revelaba de
la naturaleza de Dios? Uno de los maestros dijo: “Poligamia”. Lo primero que pensé fue: “Muchas
gracias, no podría haber escogido un tema más difícil”. Pero al empezar a hablar sucedió algo
maravilloso, aquellas personas testificaron que el Padre Celestial ama a todos sus hijos y quiere
que se les cuide. Otra persona habló de la disposición de Dios a pedirnos cosas difíciles pero que
Él siempre nos apoya y recompensa nuestra obediencia. Otra habló de Dios como alguien que
ama a las familias y quiere que padres amorosos enseñen a sus hijos. A medida que continuaba la
conversación me di cuenta de que el Espíritu estaba testificando de la naturaleza y personalidad
de Dios. Nos sentimos mas cerca del Padre Celestial y de Su hijo Jesucristo y llegamos a conocerlos
y amarlos un poco más. Jesucristo es nuestro creador, el es nuestro redentor y libertador,
amoroso, misericordioso y compasivo. Él es Emmanuel, el cordero de Dios, el Mesías, el Santo de
Israel y el autor y perfeccionador de nuestra fe. Al Centrarnos en sus títulos, funciones,
personalidad y atributos, el Espíritu testificará de Él y aumentará la comprensión y el amor por la
persona que Él es, así como el deseo de llegar a ser como Él.
2. Reconocer y recalcar que Él es el ejemplo perfecto, es la personificación y la expresión de todos
los principios del Evangelio. Uno de los maestros compartió conmigo que en sus escrituras con la
familia decidieron volver a leer el Nuevo Testamento pero en lugar de centrarse en lo que Jesús
dijo, esta vez se iban a enfocar en lo que Él hizo. Al centrarnos en su ejemplo perfecto, también
invitamos al Espíritu Santo a testificar de Él. Aunque no se haga una referencia directa a Jesús en
un relato que estemos enseñando podemos señalarlo como ejemplo del principio ilustrado en ese
relato. Por ejemplo, tras determinar y analizar un principio podríamos preguntar ¿conocen alguna
ocasión en que Jesús ejemplificó este principio en las escrituras o en que ocasiones han visto a
Jesús ejemplificar este principio en su vida o a su favor? Hace poco a una alumna se le hizo esa
pregunta con respecto al ejemplo de bondad del Salvador. Sus ideas y sentimientos se dirigieron
a la gentileza con la que el Salvador siempre la había tratado. Esa experiencia en clase generó en
ella un profundo deseo de ser más semejante a Cristo y más amable con las personas que
dependen de ella tal como ella depende del Señor. Podrían buscar en todos los libros que se han
escrito y no encontrarían una ilustración mejor de cada principio del evangelio que las que hay en
las escrituras sobre Jesucristo y su ministerio eterno. El meditar sobre los ejemplos del Señor en
sus funciones como Jehová, el Cristo Mortal y el Salvador resucitado aumentará el poder y
capacidad de los alumnos para actuar eficazmente y en rectitud. Las lecciones irán mas allá de los
análisis sobre ética y autodominio y conectarán a los alumnos con el poder del Salvador y el plan
eterno de felicidad. Por ejemplo, ¿cómo podríamos enseñar el principio de la honestidad?
Sencillamente es la mejor norma, ¿porque la gente confiará más en nosotros si somos honrados?
o ¿es la integridad un aspecto vital de la personalidad de Cristo? Si queremos ser como Él,
¿debemos aprender a seguir su ejemplo perfecto de completa honestidad? El mismo tipo de
preguntas se podrían plantear para cada principio del Evangelio. Arthur Henry King enseñó esta
idea de manera muy hermosa: “Simbolizamos lo bueno en una persona real. Jesucristo el Hijo de
Dios. Él es un hombre no un principio. Un hombre que incluye todos los principios y seguir a un
hombre es muy distinto de seguir a un principio. No hace falta deducir complejidades filosóficas
sobre la ética, no tiene nada que ver con eso, debemos estudiar los Evangelios, ver lo que Cristo
hizo e intentar identificarnos con lo que Él hizo. Sabemos lo que debemos hacer porque sentimos
el espíritu del maestro, el amor del maestro y porque nos hemos empapado del Evangelio. En
cualquier momento el Evangelio que se ha arraigado en nuestro interior nos permite sentir lo que
debemos hacer en una situación concreta”. Hay poder que viene cuando conectamos nuestros
esfuerzos por vivir el evangelio de Jesucristo. Si alguna vez sentimos que actuamos por inercia o
que vivir el evangelio se ha convertido en una lista de tareas por hacer, es posible que nos
hayamos desconectado de la fuente de gracia y gozo que buscamos. Quizás estemos haciendo
todo lo correcto pero no logramos el objetivo. El Evangelio no es una lista de requisitos son las
buenas nuevas de que Jesucristo venció el pecado y la muerte. Jesucristo es la figura central del
Padre Celestial para ayudarnos a llegar a ser como Él. Es el ejemplo perfecto de cómo debemos
vivir y la fuente del divino poder habilitador que necesitamos. Al aprender a seguir su ejemplo y
vincular nuestro esfuerzo por vivir el Evangelio a Él, sentiremos gozo al ser sus discípulos.
3. Deberíamos buscar símbolos y sombras del Salvador en la vida de los profetas y otras personas
fieles tal como está registrado en las escrituras. El profeta Jacob enseño: “… y todas las cosas que
han sido dadas por Dios al hombre desde el principio del mundo son símbolo de Él”. Debido a esta
idea cuando enseñé el Antiguo Testamento en seminario coloqué grandes hojas de papel en la
pared al fondo del salón. En cada papel escribí el nombre de un profeta del Antiguo testamento.
Al terminar el estudio de una parte del Antiguo Testamento pedí a los alumnos que pensaran en
¿que habían aprendido sobre el profeta estudiado y como sus experiencias presagiaban o les
recordaban al Salvador? Tras aprender acerca de Adán los alumnos escribieron cosas como Adán
era hijo de Dios. Era inmortal, fue a un jardín, asumió voluntariamente la muerte para que
pudiéramos vivir. No pasaba mucho tiempo antes de que alguien preguntara: “¿seguimos
hablando de Adán o estamos hablando de Jesucristo?”. En esa época una alumna llegó temprano
a clase para compartir una experiencia que había tenido al leer las escrituras. La noche anterior
había leído acerca de las consecuencias de la caída de Adán en Moisés 4 donde dice: “Espinas
también y cardos te producirá“. Como ella había aprendido a hacer la pregunta ¿Como testifica
este relato de Cristo? Se planteó: ¿Sabia Jesús cuando hablaba con Adán que algún día el llevaría
literalmente las consecuencias de la caída en forma de corona de espinas? Los alumnos
encontraron otro ejemplo en la vida de José de Egipto y descubrieron más de 60 formas en las
que José era un símbolo del Salvador. Ellos señalaron que ambos fueron amados por su padre,
fueron despreciados por sus hermanos y fueron vendidos por el precio de un esclavo. Observaron
la similitud en las tentaciones y en el hecho de que Dios siempre estuvo con ellos. Esas conexiones
son mucho más que un simple aspecto interesante que notar. La vida de los profetas escogidos
por el Señor es un símbolo de Él y nos enseña acerca de sus atributos divinos. Cuando se usa con
eficacia esa perspectiva nos puede ayudar a conocer mejor a Jesús y a ser más semejantes a él.
Hace poco Cristie mi esposa estaba enseñando ese mismo relato de las escrituras sobre José y
preguntó a la clase: ¿Qué características de Cristo ven en el ejemplo de José? Hablamos de su
capacidad para convertir cada prueba en una bendición, hablamos de su obediencia, paciencia,
disposición a recordar a los necesitados y su disposición a perdonar. La pregunta me hizo
preguntar una vez anterior en que estudié ese relato e imaginé lo que habría ocurrido cuando
José se reveló a sus hermanos. Las escrituras se dicen que se sintieron turbados delante de él.
¿Pueden imaginarse como habrá sido ese momento? Y ¿cómo se habrían sentido sabiendo lo que
habían hecho? Pero José les respondió: “Acercaos ahora a mí, yo soy José vuestro hermano no os
entristescáis porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros”. Al imaginarme
esto entiendo mejor cómo será el momento en que nos presentemos ante el Señor el día del
juicio, ciertamente puedo imaginarme que recordaremos nuestros pecados y tal vez nos sintamos
turbados al estar en su presencia pero puedo imaginarlo a Él diciendo mientras nos levanta al
estar de rodillas: “acercaos ahora a mí, soy vuestro hermano, Dios me envió para preservación de
vida”. Cuando nos centramos en los símbolos y las sombras de Jesucristo, a los alumnos les
podemos ayudar a reconocer sus atributos y características mediante preguntas como: ¿Que
características de Cristo ven en la vida de este profeta? ¿En qué ocasiones han sido bendecidos
porque Jesús posee este atributo? O ¿de qué manera ha demostrado el Salvador esta
característica a su favor? ¿cómo les ayuda esto a conocerlo y amarlo todavía más y adquirir este
atributo? ¿que han aprendido sobre su padre celestial y Jesucristo que los inspire a actuar con fe
para seguirlos? Y cuando los alumnos den respuestas como orar o leer las escrituras estaría bien
que los ayudáramos a vincular esas acciones con el Padre Celestial y Jesucristo mediante
preguntas como ¿Cómo cambiarán sus oraciones al saber con quién están hablando? ¿Cómo
estudiarán las escrituras para que los ayuden a conocer mejor al Salvador y a ser más semejantes
a Él? Este tipo de preguntas les ayudará a nuestros estudiantes a desarrollar más poder y llegar a
conocer más al Salvador y aprender de Él.
4. Dar un testimonio puro de Jesucristo. Tenemos que hablar de Él con más frecuencia y más poder,
con más reverencia, adoración y gratitud. Tenemos que compartir nuestro testimonio personal y
buscar formas eficaces de invitar a los alumnos a compartir su testimonio los unos con los otros.
Por ejemplo, en un reciente análisis de clase sobre el principio de la oración, un maestro invitó a
los alumnos a considerar la invitación del Señor cuando nos invita a orar y su promesa de
respondernos sobre la naturaleza de nuestro Padre Celestial. Luego los invitó a tener en cuenta
los atributos del Salvador que nos permiten orar en su nombre, con esas sencillas preguntas una
lección sobre la oración, se convirtió en una oportunidad para que los alumnos testificaran del
poder y el amor del Padre Celestial y de su Hijo Jesucristo. Los alumnos se marcharon con un
mayor aprecio por su relación con la divinidad y por la increíble bendición que se nos ha dado de
orar en el nombre de Jesucristo, nuestro abogado ante el Padre. Otra forma de testificar de
Jesucristo consiste en permitir que se escuche en el salón los testimonios de los profetas antiguos
y modernos. El apóstol Pedro habló de testigos que Dios había escogido de antemano y que Dios
les mandó que predicaran al pueblo y testificaran de que Él es el que Dios ha puesto. De Él dan
testimonio todos los profetas. Recientemente el Elder Robert D. Hales dijo algo que me ha hecho
meditar mucho. “Vemos oímos leemos y estudiamos y compartimos las palabras de los profetas
a fin de estar prevenidos y recibir protección. Por ejemplo: “La familia una proclamación para el
mundo”, se recibió mucho antes de padecer las dificultades que ahora enfrenta la familia”. Y luego
añadió esta idea: “El Cristo Viviente, el testimonio de los apóstoles, se preparó con antelación a
cuando más lo íbamos a necesitar. No soy una persona pesimista, pero resulta evidente de que la
proclamación se dio antes de que aparecieran los fuertes vientos que están soplando contra las
familias tradicionales y oír a un profeta decir que el Cristo Viviente se preparó con antelación a
cuanto más la íbamos a necesitar me hace pensar en ¿qué otros vientos empezarán a soplar y
atacar la fe de nuestros alumnos e hijos?”. El Cristo Viviente el testimonio de los apóstoles declara:
“manifestamos nuestro testimonio de la realidad de Su vida incomparable y de la virtud infinita
de Su gran sacrificio expiatorio. El fue el gran Jehová del Antiguo Testamento y el Mesías del
nuevo, recorrió los caminos de palestina, sanando a los enfermos, haciendo que los ciegos vieran
y levantando a los muertos. Enseñó las verdades de la eternidad. El dio su vida para expiar los
pecados de todo el género humano. Se levantó del sepulcro para ser las primicias de los que
durmieron, Él y su Padre aparecieron al joven José Smith iniciando así la largamente prometida
dispensación del cumplimiento de los tiempos. Testificamos que algún día Él regresará a la tierra
y regirá como rey y reinará como señor de señores. Jesús es el Cristo Viviente, el inmortal hijo de
Dios, el es el gran rey Emmanuel que hoy está a la diestra de Su padre, Él es la luz, la vida y la
esperanza del mundo. Gracias sean dadas a Dios por la dádiva incomparable de su hijo divino.”
Ese testimonio de los profetas de Dios se dio antes de que nuestros alumnos y nuestros hijos más
lo necesitaran. Debemos ayudarlos a plantar ese testimonio en lo más profundo de la mente y del
corazón. Ninguna otra cosa será una mayor bendición para nuestros alumnos que ayudarlos a
llegar a conocer a Jesucristo. Debemos ayudarlos a amarlo, seguirlo y esforzarse
intencionadamente por llegar a ser como Él. Al testimonio de los profetas de Dios añado mi
humilde testimonio de que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, y el Salvador del Mundo. En el sagrado
nombre de Jesucristo, Amén.

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