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Definitivamente Pablo era objeto de gran interés de parte de las autoridades con las
que se relacionaba. Algunos tenían el deseo de matarlo, mientras que otros querían
oírle. Hechos 25:13-27; 26:24-32
INTRODUCCIÓN
El adverbio de cantidad “por poco” es muy usado para mostrar la frustración de no haber
alcanzado algo, o también la satisfacción de que algo no haya sucedido.
Es por eso que a veces usted puede oír: “Por poco me dan el trabajo”. Pero el asunto es
que no lo consiguió.
Otros dicen: “Por poco nos casamos”. Pero la verdad es que no se casaron.
El que busca dinero sin mucho esfuerzo, dice: “Por poco me gané la lotería”. Pero
resulta que el número se lo sacó otra persona.
Y qué hay de aquellos que dicen: “Por poco tuve un accidente”. Qué bueno que no lo
tuvo.
Algunos, ante cierta relación, dicen: “Por poco lo arruino todo”. Hizo bien en no
arruinarlo. Y así se dan a cada momento situaciones donde este adverbio o nos salva o
nos arruina.
El rey Agripa dijo: “Por poco me persuades a ser cristiano”, lo cual puso en evidencia
que aunque fue impresionado, y a lo mejor movido de su asiento, al final no conoció al
Cristo con el que fue confrontado.
“Por poco” es una cantidad incompleta. En las matemáticas divinas esta cantidad no
cuenta. No basta estar tan cerca de la salvación y al final perderse.
En el infierno habrá mucha gente que “por poco” fue salvada, como el caso del joven
rico.
Aunque vino con muchas cosas correctas, incluyendo la pregunta para su salvación, al
final no aceptó las demandas de Jesús.
La mujer de Lot por poco se salvó, pero debido a la influencia del mal que ya poseía, se
convirtió en estatua de sal.
Lo mismo pasó con el juez Felix. Se espantó al oír de Cristo, pero pospuso la salvación;
“por poco” se salvó.
Ahora es Agripa, el rey que escuchó con mucha atención a Pablo, pero este hombre
prefirió los goces temporales que los eternos.
Estuvo a punto de ser persuadido para pasar de “muerte a vida”, tanto así que Pablo le
encaró con su propio testimonio (v. 29).
Por lo tanto, no viva usted “por poco”, decida hoy vivir por mucho. A la luz de esta
historia, consideremos cuál es la más grande tragedia de la vida.
QUE ES UNA PENA QUE ALGUIEN VEA TAN CERCA LA PRUEBA DE LA
SALVACIÓN Y NO SE CONVENZA
1. “Mandé traer al hombre” 25:17.
Festo tuvo que haber visto muchos hombres que fueron traídos a su presencia para ser
enjuiciados por su culpabilidad.
Ahora manda a llamar “al hombre”. Pero, ¿cuál era la diferencia que entre este “reo” y
los que comúnmente eran traídos delante de estos gobernantes?
Bueno, que por más que Festo examinó a Pablo, como lo hizo Pilato con Jesucristo, no
encontró falta alguna para condenarle.
Si bien los acusadores traían muchas pruebas y argumentos, ninguna de ellos pudo ser
probado. Este gobernador estaba bien informado de cuáles serían los cargos con los que
podía imputar a un prisionero, y en el caso de Pablo, ninguno de los presentados aplicaba
v. 18.
El testimonio de Pablo era una evidencia que exigía un veredicto. Un buen testimonio es
la prueba más contundente que el evangelio tiene poder.
Los hombres podrán burlarse del trabajo que hacemos; podrán cuestionar la doctrina y la
práctica de nuestra fe; podrán destruir los argumentos y los lugares donde nos reunimos,
pero jamás podrán negar la eficacia del evangelio al ver una vida transformada.
2. “Yo también quisiera oír a ese hombre…” v. 22.
Definitivamente Pablo era objeto de gran interés de parte de las autoridades con las que
se relacionaba.
Algunos tenían el deseo de matarlo, mientras que otros querían oírle. O a Pablo se le
odiaba mucho, o se le amaba intensamente.
Su carácter y testimonio daba para encontradas pasiones. Pudo ser tratado como una
plaga, pero sus acciones decían otra cosa.
Ahora es el rey Agripa que quiere verle. ¿Pero quién era este hombre que quería ver a
Pablo? ¿Qué tan parecido era al Felix que también le examinó?
Su bisabuelo buscó para matar a Jesús al nacer; su abuelo asesinó a Juan Bautista; su
padre continuó la tradición de sus antecesores mandando a matar a Jacobo e intentar
hacerlo con Pedro.
¿Qué se podría esperar de este hombre, quien además estaba casado con su hermana
Berenice?
Observe el derroche de vanidad con que se presentaron ante Pablo v. 23. Pero, ¿cómo
entró Pablo? Entró en escena como el judío, el pequeño fabricante de tiendas, con las
manos encadenadas.
Sin embargo desde el momento que comenzó hablar, dominó la escena. Es verdad que
allí había hombres poderosos, pero cuando alguien tiene a Cristo en su corazón, y él
dirige su vida, tiene el secreto del poder. ¿A quién temerá, entonces? Aquí hay una
prueba irrefutable.
3. “Ninguna cosa digna… de muerte… ha hecho este hombre” 26: 31.
¡Qué reconocimiento! ¡Qué veredicto dio el rey y todos los “principales hombres de la
ciudad”! Ya este reconocimiento también lo había dado Festo (25:25).
Pablo fue “pesado en balanza” y en todo fue hallado fiel. Hay algo que debe decirse acá.
Si un tribunal humano es capaz de fallar a favor del acusado, debido al testimonio donde
no encuentran vestigios de culpabilidad, cuánto más será estar delante del tribunal de
Cristo donde le diría con todo gozo: “Bien, buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel,
sobre mucho te pondré”.
¿Qué cosa “digna de muerte o de prisión” podía haber hecho este hombre quien ha
contado su testimonio de lo que él era antes y lo que llegó a ser después?
Agripa vio a un hombre con vestimenta de prisionero, pero que poseía un poder que
ninguno de los presentes, en sus distintas posesiones, tenía.
Festo lo tildó de loco (25:24) por lo que oyó; y ahora Agripa admite que las palabras de
Pablo casi lo convierten al Señor.
Pero qué pena que alguien haya estado tan cerca de la salvación y pase a la historia con
las palabras “por poco me persuades a ser cristiano”.
Ojalá la palabra de Dios nos seduzca y nos rindamos a Cristo. Ojalá cada hombre pueda
ser como Pablo, libre a pesar de estar preso.
QUE ES UNA PENA QUE ALGUIEN OIGA EL CONTENIDO DE LA SALVACIÓN Y LO
MENOSPRECIE
1. Jesús vino para abrir los ojos a los ciegos (26:18ª).
Agripa escuchó el testimonio de Pablo, pero sobre todo, escuchó una presentación
completa del evangelio.
En un solo versículo (18) se nos ofrece la sustancia misma de lo que hace el poder del
evangelio.
Pablo al presentar su testimonio le dice a Agripa que cuando uno conoce a Cristo, él hace
ver cosas que nunca habíamos visto antes.
Él había sido comisionado para ayudar a los hombres a que abrieran sus ojos, llenos de
ceguera espiritual y lejos de la gracia de Dios, para que les resplandezca la luz del
evangelio; con el resultado que todos los hombres, incluyendo al rey en presencia de
quien está, volvieran su vista de las cosas terrenales a las celestiales.
Que esos ojos llenos de vanidad, embriagados de las cosas que solo se ven, puedan mirar
con amor y compasión a otros a través de Jesucristo.
Lo primero que hace el evangelio es abrir los ojos del entendimiento.
2. Jesús vino para que se conviertan de las tinieblas a la luz (26:18b).
Esta palabra que Agripa oyó tuvo que levantarlo de su asiento. Jamás en su vida había
escuchado un mensaje con esta contundencia y demanda.
En ese momento, él, su mujer y todos los que le acompañaban representaban a las
tinieblas. ¿Por qué se dice esto? Porque la palabra "tinieblas" describe la ignorancia, la
idolatría, las supersticiones, la vanidad y el poder humano.
Ellos han mostrado una fuerte resistencia y eso es lo que hacen las tinieblas. Jesús vino
como la luz del mundo. Por lo tanto, la vida sin él está mal orientada.
Agripa estuvo en presencia de la luz. Como quiera que haya sido, y debido a su reacción,
la luz penetró en su vida, pero al final le dio la espalda.
Es un hecho que Cristo vino para revelar el camino al cielo, pero los hombres, entre los
que figura Agripa, amaron más las tinieblas que la luz (Jn. 3:19).
El llamado del texto es para que haya una conversión de las tinieblas a la luz. No hay
salvación y vida eterna sin esta conversión.
3. Cristo vino para transferir del poder de Satanás al poder de Dios (26:18c).
Cuando Agripa, Festo y toda la comitiva vinieron para conocer a Pablo, en ese momento
se manifestaron tres poderes: el que representaban los reyes, que era una delegación del
gobierno romano.
El representado por Pablo, que al final era el mayor de todos. Pero allí estaba otro poder,
el de Satanás, pues cuando Pablo predicó y confrontó al rey Agripa, el negarse a ser
persuadido para que se convirtiera, es un fiel reflejo del domino que tiene Satanás sobre
las personas.
Jesús vino para deshacer las obras del diablo, entre las que se cuenta el dominio que él
ejerce sobre los hombres. Cada vez que alguien se convierte, hay una transferencia del
poder del mal al del bien.
4. Para que reciban, por la fe que es mí, perdón de pecados… (26:18d).
El otro gran mensaje que Agripa escuchó es que a través de Cristo él podía tener el
perdón de pecados. ¿Podía alguien como este hombre recibir perdón por sus pecados?
Los antepasados de Agripa, desde su abuelo hasta él, eran hombres crueles y
sanguinarios.
Los Herodes se caracterizaron por las atrocidades cometidas. Agripa no solo tenía el
fantasma de tales males, sino que al momento de presentarse ante Pablo estaba
cometiendo un incesto lo cual era condenado por la Biblia (Lv. 18:6, 12).
Sin embargo Pablo trae ante él un mensaje que podía haberle cambiado y puesto fin a la
herencia que le estigmatizó por ser esclavos de maldad y del pecado.
El mensaje de Cristo apunta hacia el perdón de pecado. Los hombres más perversos
pueden encontrar perdón. Nadie queda excluido del perdón de los pecados. Pero es
necesario ser persuadido para salvación.
QUE ES UNA PENA QUE ALGUIEN SEA CONFRONTADO CON LA VERDAD Y SE
PIERDA ETERNNAMENTE
1. “Por poco me persuades a ser un cristiano” 26:28.
Agripa quiso ver a Pablo, y el encuentro con él no pudo ser más impresionante. Él se dio
cuenta que ese hombre no era ningún criminal, ni merecía estar preso.
La forma cómo se dirigió a él fue muy respetuosa. No lo insultó ni lo mandó para el
infierno. En su testimonio Pablo habló con franqueza (26:29). No adornó su testimonio.
Reconoció que hizo mucho mal a los cristianos (26:11). Pero también Agripa escuchó de
su cambio extraordinario (v.29).
Vio a un hombre encadenado, pero libre. Preso, pero con una autoridad que superaba la
de ellos.
La impresión de Agripa también tuvo que ver con el mensaje que Pablo predicaba acerca
de la resurrección de Cristo v.23.
En esta firme presentación del mensaje, Pablo apeló a la propia formación que este
hombre tuvo como un judío, a través de la pregunta del versículo 27, y que él no podía
ignorar esto porque los profetas ya habían hablado acerca del Mesías prometido.
Él conocía el Antiguo Testamento, por lo tanto al rechazar al evangelio tuvo mayores
consecuencias.
Este rey fue confrontado con la verdad, pero qué pena, se perdió eternamente después de
haber estado tan cerca de la salvación “Por poco” es una cantidad incompleta. Es un
“casi” salvado, pero al final perdido.
2. “Cuando había dicho estas cosas, se levantó el rey… v. 30-32. Observe este texto.
Bien pudo Pablo haber pensado: “¡Oh, genial! ¡Si ellos se levantaron es porque van a ser
salvos!”. Pero qué pena, la reunión fue para decir que Pablo era “buena gente” y que
podía ser puesto en libertad si no hubiera apelado a César.
Pablo les predicó a todos, pero todos ellos se alejaron. Pudo más la vanidad, el orgullo y
la arrogancia.
Sí, todos ellos tuvieron tan cerca de la salvación, pero al final se perdieron. Cuántos como
el rey Agripa, Berenice y los demás quedan impresionados, convencidos, tocados,
movidos, pero al final perdidos. Esta es una historia triste.
Este rey fue convicto de pecado desde el versículo 28. Escuchó a Pablo sin interrupción.
Uno como predicador podía ver el efecto del mensaje a su vida en la expresión de su
rostro.
Pero este hombre aunque estuvo bajo convicción de pecado, permitió que su corazón se
cerrara a la invitación. La única cosa que dijo fue: “Por poco me persuades a ser
cristiano”. ¡Oh, qué pena, tan cerca, pero perdido! Usted no tiene que terminar igual.
Decídase hoy por Cristo.
CONCLUSIÓN:
Dorothy McIntyre era una fiel cristiana, pero su marido Carl no lo era. Carl había ido a la escuela
dominical cuando era un niño, pero había dejado de ir a la iglesia cuando se convirtió en un adolescente.
Dorothy buscaba que Carl asistiera a la iglesia con ella, pero él siempre tenía otras cosas que prefería
hacer los domingos. Las únicas veces que Carl fue visto en la iglesia fue para las bodas. Carl le
encantaba cazar y pescar, y si no estaba haciendo eso, él dormía los domingos y el resto del tiempo lo
pasaba en el restaurante local. Carl era un buen marido.
Era honesto y un buen ciudadano. Aunque bebía cerveza, nadie podía decir que era un borracho. Un día
hubo un recital de piano de su nieta y Dorothy lo invitó. Al principio Carl se sintió un poco fuera de
lugar entre toda esa gente de iglesia, pero fue sorprendido por la forma en que le dieron la bienvenida. El
sermón que oyó fue acerca de la necesidad de salvación. El mensaje fue hecho a su medida.
Carl había oído esas cosas en la escuela dominical cuando era un niño, pero él escuchó con mucha
atención el sermón. El predicador terminó su sermón pidiendo a los que querían ser salvados que
vinieran al altar mientras cantaban el himno de invitación “Tal como soy “. El pastor vio que Dios
estaba tratando con Carl. En ese momento oró para que Carl se levantara. Carl quería pasar, pero él
eligió quedarse. El servicio terminó y Carl salió de esa iglesia. El día lunes cuando Carl se dirigía a
trabajar estaba nevando. Las carreteras estaban resbaladizas.
Cuando fue acercándose a la señal de stop en la carretera, Carl puso el pedal del freno, pero los
neumáticos no le respondieron. El auto se salió de la carretera y un gran camión que venía en sentido
contrario, golpeó auto de Carl con un estruendo ensordecedor.
Carl murió en el acto. ¿Qué pasó con este hombre? Es difícil pensar que Carl está en el cielo después de
haber rechazado la invitación, pues al igual como Agripa que dijo “por poco me persuades a ser
cristiano”, él resistió la voz de Dios. No siga usted este ejemplo. Venga a Cristo hoy.
BUENAS NUEVAS DE SALVACIÓN
Lectura: Isaías 61:1-3
Por favor cambia tu mente a la forma de la de un niño para que puedas entender la
Palabra que Dios tiene para ti hoy.
Esta era la “escritura prohibida” que leyó Jesús muchos años después que Dios se la
revelara al profeta Isaías.
Esta escritura mostraba al Mesías anhelado por los judíos y para ellos fue una completa
blasfemia que un carpintero de Nazaret leyera este poderoso fragmento, pero nosotros
sabemos bien que Jesús no es solo Hijo del Hombre, sino también Hijo de Dios.
Es cierto que este texto hace referencia directa a la obra de Jesús y nosotros somos los
que llevamos su legado en el mundo así que esta escritura también puede hacerse realidad
en nuestras propias vidas, si es que trabajamos y vivimos para su Obra.
El texto comienza con una frase: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí…” Nadie
puede servir en la obra de Dios si el Espíritu Santo no está en su corazón.
Sin el Espíritu Santo nuestras palabras quedan vacías y sin significado, si abrimos nuestra
boca para realizar una clase de escuela dominical o compartir de la palabra su sentido
pasa a ser nulo.
No importa cuánto nos esforcemos o cuanto nos dediquemos en nuestras fuerzas a ser
instrumentos útiles en la obra de Dios, sin el Espíritu Santo todo esfuerzo es
infructuoso, ya que Él, que es la marca del cristiano, es la base fundamental e
indispensable sobre la cuál se fundamenta la Iglesia y sin Él, sencillamente, somos
incapaces de hacer cualquier cosa.
No podemos ser insensatos al ignorar nuestra inmensa dependencia de Él. ¡Te
necesitamos Espíritu Santo! ¡En verdad te necesitamos!
¿Cuál es la razón por la cual Dios deposita su Espíritu Santo en una persona?
Dios unge a las personas para el desarrollo de su Obra. En tiempos antiguos se ungía a
los reyes con aceite en su cabeza dando a entender que habían sido llamados a una vida
de grandeza y de responsabilidad.
Ser ungido por Dios significa ser llamado por Él para ser reyes y sacerdotes, para
manifestar su gloria y su luz en el mundo.
Sin la unción (llamado) del Dios Vivo en nuestras vidas no podemos ser Luz en el
mundo y no podemos servir de verdad en su maravillosa Obra de Salvación.
Esta unción que Dios da sobre la vida del creyente se manifiesta en tener al Espíritu
Santo en la vida propia y el Espíritu Santo nos guía a toda verdad. El Espíritu Santo
nos fortalece, nos anima, nos ayuda, nos corrige, nos da poder y autoridad para ser
testigos de Cristo.
Ahora mencionemos y enumeremos las obras para las cuales el Espíritu Santo de Dios
nos capacita en la Obra del Padre:
1. Predicar buenas noticias a los abatidos:
En su ministerio Jesús dijo que él no venía a sanar a los que ya estaban sanos sino a los
que estaban enfermos. No se impresione si algunas personas no aceptan la verdad de Dios
en su corazón pues esta verdad solo la acepta aquél que reconozca en su corazón que la
necesita.
Solo los vacíos comprenden el valor de la llenura, solo los humildes comprenden el valor
de la grandeza, solo los enfermos comprenden el valor de la salud, solo los necesitados
comprenden el valor de la fe.
Dios no nos ha llamado a predicar su Palabra a aquellos que piensan no necesitarla, pero
Él es poderoso para cambiar sus corazones y mostrarles la necesidad que tienen de Él
como ha hecho con todos nosotros; hemos sido llamados a predicar su verdad a los
abatidos que buscan solución y llenura.
Si una persona no quiere escuchar la verdad de Dios, no interponga su esfuerzo en hacer
que esa persona crea pues solo un corazón que ha reconocido su necesidad podrá recibir
la salvación de Dios, y esta obra de tocar el corazón del hombre no la podemos hacer
nosotros sino que la hace el Espíritu Santo.
2. Vendar a los quebrantados de corazón:
Las heridas más graves que tiene el ser humano no son las que se ven sino las que no se
ven. En el interior de los corazones de las personas residen miedos, inseguridades y
vicios causados por vacíos emocionales que se han creado a lo largo de su vida.
Falta de amor de los padres, traiciones de las personas más cercanas, burlas por
condiciones físicas o culturales y demás elementos hacen que un corazón esté herido y
nosotros hemos sido llamados a vendar esos corazones heridos con el poder del Espíritu
Santo.
3. Publicar libertad a los cautivos:
Muchísimas personas están esclavizadas en su corazón. Están llenos de vicios que se han
apoderado de ellos hasta el punto que su salud integral está comprometida.
Hay personas llenas de ansiedad y depresión que buscan una solución a su agobiante
sufrimiento y muchos son engañados por el diablo para creer que en el suicidio tendrán la
solución final.
Hemos sido llamados a traer libertad, libertad verdadera y sublime al corazón de aquéllos
que desde su interior gimen por ella.
4. Publicar a los presos apertura de la cárcel:
Hay quienes intentan llenar los vacíos de su alma con vasijas rotas; intentan llenar sus
vidas con alcohol, drogas, videojuegos, religiosidad, fama, fortuna, entre otras; llenan su
vida con esto pero de a poco se van sintiendo vacíos y vuelven a sus vicios buscando
llenarse en un círculo vicioso que parece no tener fin.
Solo hay una persona que puede poner fin a ese círculo de perdición y de muerte:
Jesucristo; y nosotros somos sus manos y su boca para publicar que existe una fuente de
agua viva a la cual pueden ir y saciar sus vidas vacías.
5. Proclamar el año de la buena voluntad de Jehová:
Somos ungidos por Dios con su Espíritu para proclamar a las personas que en Dios hay
salvación y vida eterna; que ya la muerte no tiene domino sobre aquéllos que creen en el
nombre de Jesucristo y que existe una corona eterna que está guardada para los valientes
que decidan dejar de vivir conforme a lo que este mundo ofrece y vivir conforme a la
Palabra del Dios Vivo. Nuestra corona es estar junto a Jehová para siempre.
6. Proclamar el día de venganza de nuestro Dios:
Pero también hemos sido llamados a proclamar que aquellos que decidan seguir con su
vida malvada y hacerse enemigos de Dios tendrán un castigo eterno por su incredulidad;
porque buscaron su propia gloria y no la gloria del Dios Eterno.
7. Consolar a todos los enlutados:
Hemos sido llamados a traer consuelo a los corazones quebrantados y enlutados. Muchas
personas han vivido situaciones infortunadas como la muerte de parientes cercanos,
pérdida de una parte del cuerpo, enfermedades, discapacidades, pérdida de una amistad, y
toda clase de pérdidas que hacen que el corazón quede de luto por años y años.
Hemos sido llamados a consolarlos, no como cuando se consuela a alguien solo por
cumplir una responsabilidad moral, sino que hemos sido llamados y ungidos por el
Consolador para traer felicidad a sus corazones desdichados.
8. Ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en
lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado:
Nótese que toda esta es la Obra que Jesús hizo y sigue haciendo en los corazones de
todos aquéllos que acuden a Él como única fuente de vida que puede saciar la sed de su
alma; nosotros somos servidores de su Obra, privilegiados en ser llamados a continuar su
Obra y acercar a Él, por medio del Espíritu Santo, a todo aquél que reconozca su
necesidad de Dios.
El Espíritu Santo nos capacita para ser instrumentos útiles a través de los cuales
Jesucristo pueda cambiar lo que una vez fue ceniza en gloria sin fin.
¡Qué maravilloso saber que tenemos el privilegio de cambiar la historia de niños,
adolescentes, jóvenes, adultos, personas de la tercera edad; de cualquier raza, color y
cultura! ¡Qué maravilloso saber que servimos a aquél que puede cambiar por completo la
vida de una persona y puede llenarla de gloria, gozo y alegría!
Culmino este devocional con una maravillosa promesa destinada para todos nosotros, los
que amamos a Dios y buscamos su Reino. Espero que te llene de esperanza y te haga
saber que nuestro trabajo en el Señor no es en vano: “Y serás corona de gloria en la
mano de Jehová, y diadema de reino en la mano del Dios tuyo.” Isaías 62:3
“La importancia de la Palabra de Dios en la vida del creyente”.
Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión,
La Palabra de Dios es tan importante en la vida del cristiano, como lo es el alimento diario para
cada persona, es decir, de vital importancia, con la diferencia que las Sagradas Escrituras nos
alimentan de forma espiritual. Si no nos alimentamos morimos, de esta máxima radica la
importancia de la revelación escrita de Dios en la vida del creyente.
Cada persona que ha nacido de nuevo debe estudiar la Palabra de Dios porque esta es la única
fuente verdadera que reflejan las enseñanzas de nuestro Padre. Ciertamente esta revelación fue
escrita por hombres, pero fue completamente inspirada por Dios, así lo declara Pablo a
Timoteo: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
preparado para toda buena obra”. (cfr. 2° Timoteo 3:16-17). Dios es la fuente de donde
vienen los escritos, ningún hombre la escribió por su propia inspiración, es por eso que
debemos confiar en ella. Su Palabra tiene autoridad, esto quiere decir, que nada fuera de ella
tendrá la autoridad que ella ostenta. Es inerrante, si es la Palabra de Dios es imposible que tenga
error. Es necesaria para el hombre, necesitamos de ella porque necesitamos de Dios. Es clara en
su contenido, entendible para todo cristiano, y es suficiente, no se necesita otra revelación para
complementarla, en ella está todo lo necesario para que el cristiano conozca a Dios y camine en
la voluntad de Él por medio de la dirección del Espíritu Santo.
Lo primero que nos revela la Escritura es a Cristo, nos enseña quien es Él, que hizo por
nosotros, y como el pecador acercarse a Él mediante sus méritos.
Recordemos el pasaje donde Jesús se les aparece a algunos de sus discípulos después de
su muerte, mientras estos caminaban a Emaús, desconociendo que iban junto al Señor,
tenían una discusión en cuanto a la muerte de Jesús y no entendían porque el Señor había
muerto, pero Jesús les declara lo siguiente: “Entonces él les dijo: !Oh insensatos, y
tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario
que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde
Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que
de él decían”. (cfr. Lucas 24:25-27).
La Santa Biblia siempre nos llevará a Cristo. Es importante conocer a Jesús por medio de
lo que las Escrituras declaran de Él. Existen muchas enseñanzas con respecto a quien es
Jesús, muchas de ellas heréticas, pero solo la Escritura nos dará a conocer quien es
realmente, su Divinidad, su humanidad y carácter.
El creyente debe darle real importancia a la Biblia porque en ella se contiene la verdad
de nuestro precioso Salvador.
El segundo punto relevante que debemos conocer, es que la revelación escritural nos ayuda a
discernir las verdaderas enseñanzas de las falsas.
Hoy es muy común escuchar nuevas y falsas doctrinas. La única forma de sopesar que es
de Dios y que no, es por medio de la revelación de la Palabra de Dios, esta nos mostrará y
enseñará cual es la verdad.
Veamos que nos dice la Escritura. “Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a
Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los
judíos. Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la
palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas
eran así.” (cfr. Hechos 17: 10-11).
En la cita podemos divisar un ejemplo claro de cómo debemos ser en cuanto a nuestro
estudio de la Palabra de Dios, tenemos que ser receptores de ella, estudiarla diariamente
y discernir que es bíblico y que no lo es.
Solo la misma Biblia nos revelará que enseñanza viene de parte de Dios. No creamos a
todo lo que se dice, más bien estudiemos la Palabra para saber a qué debemos creer.
Debemos conocer las doctrinas fundamentales para poder detectar de forma inmediata las
falsas doctrinas, todo esto debemos hacerlo con la humildad, mansedumbre y reverencia
que la misma Escritura nos exige.
Si hay algo que el cristiano debe tener claro es que Jesús derrotó a Satanás en la gloriosa
Cruz. A través de Su sacrifico perfecto y Su sangre derramada pagó por nuestra libertad,
y en Su resurrección la muerte fue vencida.
Pero es de suma importancia estudiar su Palabra para no ser tentados y engañados por el
padre de la mentira. Imitemos a nuestro Salvador cuando fue tentado por Satanás, la
Palabra de Dios fue suficiente para vencerlo (cfr. Lucas 4:1-13).
Hoy el mundo está siendo dominado por distintas filosofías humanistas, y la Palabra de
Dios ha sido pisoteada, intentando esconderla, para que no alumbre como verdad
absoluta. Este es el propósito de Satanás, engañar al mundo e incluso a creyentes.
Para esto tenemos como defensa nuestra espada, la cual es poderosa, pues condensa la
voz de Dios, “…y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.” (Efesios 6:17).
La única forma de combatir a Satanás es con la poderosa Palabra de Dios, de esta manera
podemos resistirle y huir de él, “…Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes,
y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.” (1° Juan
2:14). Esta es la tercera razón por la cual son tan importantes las Escrituras en la vida de
los creyentes.
Sé que hay muchas más razones que denotan la importancia de la Palabra de Dios, y su
necesaria influencia en la vida de los creyentes, pero siento que estos puntos son
esenciales en nosotros.
Todos necesitamos de la Palabra de Dios, sin ella es imposible vivir. Debemos crecer en
la gracia, pero esto solo se puede obtener, si elevamos el estudio de la Palabra de Dios a
nuestra única y exclusiva prioridad.
Mientras más importancia le otorgamos a las Escrituras, más conoceremos de Dios. Pero
recuerda, es en este punto, donde debes pedirle a Dios la humildad necesaria para no
llenarte solo de conocimiento, sino más bien, llenarte de conocimiento para vivir en
sabiduría.
Cuando logres esto comparte la importancia de la Palabra de Dios con tus hermanos, para
de esta forma, edificarse unos a otros, y así todos podamos crecer juntos en el
conocimiento del Dios verdadero
El poder de la Palabra
En el pasillo de una iglesia conversaban cuatro hombres acerca de cuál versión de la
Palabra de Dios es la mejor. Uno dijo: “La Reina Valera, porque posee un lenguaje
bello y elocuente”. Otro prefirió la Nueva Versión Internacional.
“Es literal —dijo— y fiel a los textos originales; por eso me da confianza”. El tercero
optó por la versión Dios Habla Hoy, por su forma coloquial y su estilo contemporáneo
más fácil de entender.
El último, sin vacilación alguna y sin explicación adicional, dijo: “Yo prefiero la
traducción de mi jefe”.
Los demás, intrigados, preguntaron: “¿Qué significa eso?” Uno de ellos agregó: “Tu jefe
solo es un supervisor de almacenes. ¡Cómo puede haber traducido la Palabra de Dios si
no sabe nada!”
Con calma, el cuarto interlocutor respondió: “Mi jefe ha traducido las páginas de la
palabra de Dios en su vida. Él vive el mensaje. Su traducción es la más perfecta que
yo haya conocido”.
Un amigo me envió este relato por Internet. Él tiene que haberlo recibido de otro. Puede tener
variaciones como todas las historias que circulan en una charla entre personas. Pero, ¿pasa lo
mismo con las cosas que Dios dice? No; su Palabra es constante, siempre igual.
Ocurre con el Creador algo que no existe en la experiencia humana: Él sabe todas las
cosas. Las conoce antes de que sean y durante el tiempo que son, siempre. Además tiene
buena memoria. Nunca olvida nada; y como nada olvida, lo que dijo una vez lo volverá a
decir exactamente igual.
Su palabra escrita es una revelación de sí mismo: lo que es y lo que sabe. En ella encontramos
la verdad de su persona; la verdad sobre todo lo que existe, desde antes de su origen y hasta el
final; la verdad acerca de las personas y sus experiencias de vida, las buenas y las malas. La
verdad acerca del modo de superar las malas acciones, incluyendo la culpa, y la manera de
mejorar las acciones buenas. La verdad acerca de Cristo y el evangelio, de la salvación y la vida
eterna. La verdad de todo. En la verdad de Dios, su Palabra, existe un poder de vida: el mayor
de todos los poderes necesarios en la experiencia humana: “Y conoceréis la verdad —dijo
Cristo—, y la verdad os hará libres” (S. Juan 8:32). Libres del pecado. Como Cristo es la
verdad, Jesús pudo decir a sus enemigos: “Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”
(S. Juan 8:36).
Porque procede de Dios y él la revela por inspiración. Instruyendo al joven Timoteo sobre el
poder de la palabra divina, el apóstol Pablo dijo: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil
para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de
Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16, 17; la letra
cursiva es agregada).
El apóstol Pedro, en una de sus cartas escritas para todos los cristianos del mundo entero, aclaró
este asunto: Dios utilizó “santos hombres”, quienes “hablaron siendo inspirados por el Espíritu
Santo” (2 Pedro 1:21). La expresión “siendo inspirados” significa literalmente: su mente se
movió hacia los pensamientos que Dios quería revelar. Ese movimiento generado por el Espíritu
Santo es semejante al traslado de las hojas secas cuando el viento las sopla y las lleva de un
lugar a otro. El Espíritu Santo trasladó sus mentes hacia los contenidos de la revelación divina,
pero los santos hombres hablaron o escribieron esos contenidos con sus propias palabras. Eso
explica la diferencia de estilos literarios de los diferentes escritores bíblicos; y aclara también la
unicidad de contenido en toda la Biblia, a pesar de los diferentes ambientes y de las distintas
épocas en las que ellos escribieron, a veces con diferencias de siglos, aun milenios.
Los escritores inspirados son responsables por el lenguaje, Dios por el contenido. Por causa
del contenido revelador de Dios, en lugar de llamarse palabra de los profetas, la Biblia se llama
Palabra de Dios o Sagradas Escrituras: la revelación de la verdad y del poder divino. Las
Escrituras constituyen la expresión escrita de la voluntad de Dios y están revestidas de plena
autoridad divina. Son verdaderas y autoritativas. Cuentan la historia verdadera acerca del origen
de todas las cosas, comunican los inalterables principios morales de Dios, revelan la verdad
acerca del gran conflicto entre el bien y el mal, explican el contenido del evangelio y la
salvación por medio de Jesucristo. Cristo es el gran personaje de la Biblia.
Casi todas las personas pasan por momentos de depresión, aflicción o angustia, y aun de
sufrimiento intenso, cuando se preguntan dónde pueden encontrar a alguien o algo que las
oriente acerca de la forma de vivir una vida más agradable, feliz si fuera posible. Vivimos
tiempos de incertidumbre por la persistencia de las crisis financieras, por la expansión de los
disturbios sociales, por el aumento de la violencia y la inseguridad en las calles de las ciudades.
A esto se suma la confusión moral de la sociedad, las intransigencias políticas, las
discriminaciones de todo tipo. Además, el terrorismo que atemoriza al mundo entero.
Hay una respuesta, y está muy a la mano. Casi todo el mundo conoce la historia de los
amotinados del Bounty, aquel barco inglés cuya tripulación se amotinó y se lo llevó a la isla
Pitcairn. La violencia se apoderó de ellos y poco a poco se fueron exterminando unos a otros.
Hasta que un día, uno de ellos encontró una Biblia entre las cosas del barco y comenzó a leerla.
Con el tiempo todos los sobrevivientes adoptaron los principios del evangelio anunciado en sus
páginas. A medida que iban asimilando la verdad de Cristo, la violencia iba mermando, hasta
que se detuvo la destrucción y la vida se tornó placentera para todos. La isla entera adoptó la fe
cristiana para felicidad de todos.
En el mismo día de la resurrección de Cristo, dos discípulos caminaban hacia una aldea cercana
a Jerusalén llamada Emaús, sin saber que el Señor había resucitado. De repente, un caminante
se unió a ellos. Los ojos llorosos de los discípulos y su espíritu agobiado por la muerte de su
Señor ocultaron la identidad del caminante. No lo vieron. Ni siquiera lo miraron. Pero él
comenzó a explicarles el significado de lo ocurrido. Les recordó las profecías bíblicas: “Y
comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las
Escrituras lo que de él decían” (S. Lucas 24:27). Prácticamente les enseñó la Palabra de Dios
como si ellos no la conocieran.
¿Cómo estudiar la Biblia para entenderla y para que ejerza todo su poder en nosotros?
En primer lugar: estudiar todas las Escrituras. En ese tiempo, las Escrituras estaban constituidas
por todo el Antiguo Testamento: los escritos de Moisés, los primeros cinco libros maravillosos;
los escritos de los profetas, con las profecías referidas a Israel, al resto del mundo y al Mesías,
hoy casi todas cumplidas; los libros poéticos, como Job, Salmos, Proverbios, Cantar de los
Cantares y Eclesiastés. El Mesías, el Ungido o el Cristo es el personaje más destacado en las
profecías. Los cristianos incluimos el Nuevo Testamento en las Escrituras: los evangelios, las
epístolas de Pablo, las epístolas universales, el Apocalipsis. Todos cuentan acerca de Cristo y su
obra, mostrando el cumplimiento de las profecías antiguas acerca de él.
En segundo lugar, estar atento al poder convincente y transformador de la vida que emana de
las Escrituras. Cuando los dos discípulos que iban camino a Emaús reconocieron a Jesús, él ya
había partido. Entonces se decían uno al otro: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras
nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? (S. Lucas 24:32).
Ese ardor de vitalidad y fuerza provino del Espíritu Santo, el mismo que guió la mente de los
escritores bíblicos cuando recibieron la revelación divina.
Finalmente, permitir que Cristo mismo abra el entendimiento para comprender su Palabra.
Después de que los dos discípulos entendieron lo que había ocurrido en la cruz, volvieron
apresuradamente al aposento alto en Jerusalén, donde estaban los apóstoles con otros discípulos.
Cuando ellos contaban lo que les había ocurrido con Jesús el Cristo resucitado, como
corroborando sus palabras, apareció él mismo en persona y les dijo: “Estas son las palabras que
os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito
de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (S. Lucas 24:44). Y Lucas agrega:
“Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras (vers. 45).
Quienquiera que estudie así la Palabra de Dios y así la comprenda, recibirá todo el
beneficio intelectual de la verdad divina y se tornará testigo de todo su poder
transformador, con vida nueva, segura y útil.
Autor: Mario Veloso
Así que concluyo que la razón por la que Pablo no se avergüenza del evangelio es que esta es la
única verdad en todo el mundo que no le decepcionará cuando le entregue su vida por la fe. Ésa
le llevará por todo el viaje a través de la tentación, persecución, muerte y juicio hacia la
seguridad eterna y el gozo inmensurable en la presencia de un Dios Santo y Glorioso. Los otros
‘evangelios’ en el mundo que ganan tantos convertidos a la larga le fallarán. Solo uno salva de
la ira de Dios y guía hacia la plenitud de gozo en su presencia y delicias a su diestra para
siempre. Por tanto, no hay necesidad de avergonzarse de él, no importa lo que otros digan o
hagan. ¡Con cuánta prontitud deberíamos hablar de este evangelio a creyentes y no creyentes!
Dios realiza Su obra en todo el universo. Todos los que creen en Él deben aceptar Su palabra,
comerla y beberla; nadie puede ser ganado por Dios mediante la contemplación de señales y
maravillas manifestados por Dios. A lo largo de las eras, Dios siempre ha usado la palabra para
perfeccionar al hombre. Por tanto, no deberíais dedicar toda vuestra atención a señales y
prodigios, sino que deberíais buscar el ser perfeccionado por Dios. En la Era de la Ley del
Antiguo Testamento, Dios pronunció algunas palabras, y en la Era de la Gracia, Jesús también
habló muchas palabras. Después de que Jesús acabara de decir todo lo que dijo, los apóstoles y
profetas que vinieron después hicieron que las personas practicaran según las leyes y los
mandamientos establecidos por Jesús, e hicieron que experimentaran según los principios
hablados por Jesús. El Dios de los últimos días usa, principalmente, la palabra para perfeccionar
al hombre. No usa señales y prodigios para oprimir o convencer al hombre. Esto no puede
manifestar con claridad el poder de Dios. Si Él sólo mostrara señales y prodigios, sería
imposible dejar clara Su realidad y, por tanto, sería imposible perfeccionar al hombre. Dios no
hace al hombre perfecto con señales y prodigios, sino que usa la palabra para regarlo y
pastorearlo; después de esto se logra la completa obediencia del ser humano y su conocimiento
de Dios. Este es el objetivo de la obra que Él hace y de las palabras que Él pronuncia. Dios no
usa el método de la demostración de señales y prodigios para perfeccionar al hombre, sino que
usa palabras y muchos métodos diferentes en Su obra para tal menester. Ya sea el refinamiento,
el trato, la poda o la provisión de palabras, Dios habla desde muchas perspectivas diferentes
para hacer al hombre perfecto y darle un mayor conocimiento de la obra, de la sabiduría y la
maravilla de Dios. Cuando el hombre sea hecho completo en el tiempo en que Dios concluya la
era en los últimos días, estará cualificado para contemplar señales y prodigios. Cuando tengas
conocimiento de Dios y seas capaz de obedecerle, haga lo que haga, verás señales y prodigios,
porque no tendrás ningunos conceptos sobre la realidad de Dios. Por el momento, eres corrupto
e incapaz de obedecer por completo a Dios; ¿estás cualificado para ver señales y prodigios? El
momento en que Él muestra señales y prodigios es cuando castiga al hombre, y también cuando
se produce el cambio de era y, además, cuando la era concluya. Cuando la obra de Dios se lleva
a cabo de un modo normal, Él no muestra señales y prodigios. Mostrar señales y prodigios es
sumamente fácil, pero no es el principio de la obra de Dios ni tampoco el objetivo de la gestión
divina del hombre. Si este viera señales y prodigios, y si el cuerpo espiritual de Dios tuviera que
aparecérsele al hombre, ¿no creería todo el mundo en Dios? Ya he dicho antes que un grupo de
vencedores será ganado del Este, vencedores que proceden de la gran tribulación. ¿Qué
significan estas palabras? Quieren decir que estas personas que han sido ganadas sólo
obedecieron de verdad después de pasar por el juicio y el castigo, de ser tratados y podados, y
de todo tipo de refinamiento. La creencia de estas personas no es imprecisa ni abstracta, sino
práctica. No han visto señales y prodigios ni milagros; no hablan de letras y doctrinas
incomprensibles ni de percepciones profundas, sino que tienen realidad y las palabras de Dios, y
un conocimiento verdadero de Su realidad. ¿Acaso no es más capaz un grupo así de dejar claro
el poder de Dios? Su obra durante los últimos días es obra práctica. Durante la era de Jesús, Él
no vino a perfeccionar al hombre, sino a redimirlo y, por tanto, manifestó algunos milagros para
hacer que las personas le siguieran. Y es que Él vino principalmente a completar la obra de la
crucifixión, y mostrar señales no formaba parte de la obra de Su ministerio. Aquellas señales y
prodigios fue algo que hizo para que Su obra fuera más eficaz; era trabajo extra y no
representaba la obra de toda la era. Durante la Era de la Ley del Antiguo Testamento, Dios
también mostró algunas señales y prodigios, pero la obra que Dios realiza hoy es obra práctica,
y desde luego no hará señales y prodigios ahora. Tan pronto como mostrara señales y prodigios,
Su obra práctica caería en el desorden, y Él sería incapaz de hacer alguna obra más. Si Dios dijo
que se usara la palabra para perfeccionar al hombre, pero también mostrara señales y prodigios,
¿quedaría claro que el hombre creyera de verdad en Él? Dios no hace, pues, tales cosas. En el
hombre hay demasiado de religión; Dios ha venido durante los últimos días a expulsar todos los
conceptos religiosos y las cosas sobrenaturales que hay en el hombre, y hacer que este conozca
la realidad de Dios. Ha venido a quitar una imagen abstracta y fantasiosa de Dios; en otras
palabras, una imagen que no existe en absoluto. ¡De modo que ahora, lo único valioso es que
tengas conocimiento de la realidad! La verdad lo supera todo. ¿Cuánta verdad posees hoy? ¿Es
Dios todo lo que muestra señales y maravillas? Los espíritus malignos también pueden hacer
señales y prodigios; ¿son todos ellos Dios? En su creencia en Dios, lo que el hombre busca es la
verdad, lo que persigue es la vida y no señales y prodigios. Este debería ser el objetivo de todos
los que creen en Dios.
Un Puente Salvador
Y, ¡cuan suavemente han llegado!. No con truenos y relámpagos. No con piedras de
granizo o aguanieve que rompen cañas quebradas y apagan mechas humeantes (Matthew
12:20).
Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi
yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
HALLAREIS DESCANSO PARA VUESTRAS ALMAS. Porque mi yugo es fácil y mi carga
ligera. (Mateo 11:28-30, LBLA).
Dios no es un Dios distante.
Y aunque su palabra puede ser como un martillo que despedaza y como un fuego que
consume la roca (Jeremías 23:29), no se trata, principalmente, de una palabra de juicio.
“Porque Dios no envió a su Hijo [¡a la Palabra!] al mundo para juzgar al mundo, sino
para que el mundo sea salvo por El.” (Juan 3:17, LBLA). La Palabra de Dios es un
puente, un puente salvador, entre el cielo y la tierra.
Cómo Dios se Acerca a Nosotros (V. 6)
Observen cómo esto arroja luz sobre el versículo 6: “Buscad al SEÑOR mientras puede
ser hallado, amadle en tanto que está cerca.”
¿De qué manera se acerca Dios? ¡Se acerca por medio de su Palabra! Al igual que la
lluvia desciende desde el cielo trayendo con ella sus bendiciones para la tierra, así la
Palabra de Dios desciende desde el cielo trayendo las bendiciones de Dios cerca de
nosotros.
Cuando leemos la Biblia, o cuando escuchamos un sermón sobre la Palabra de Dios, Dios
atraviesa un abismo para encontrarse con nosotros.
Así, cuando Isaías dice: “Buscad al SEÑOR mientras puede ser hallado” no quiere decir
que Dios está jugando a las escondidas y escapándose de nosotros. Lo que significa es
que cuando escuchamos la Palabra de Dios, Dios está igual de cerca nuestro que la lluvia
que cae sobre nuestras cabezas o la nieve sobre las mangas de nuestra camisa. Y buscar a
Dios significa abrir los ojos y acogerlo, pasar tiempo con él, vivir con él, caminar junto a
él y tenerle confianza para seguirlo como guía.
La palabra de Dios (la Palabra escrita y la Palabra viviente) es el puente salvador que
Dios envía desde el cielo hacia la tierra para que así sus pensamientos puedan convertirse
en nuestros pensamientos y sus caminos en nuestros caminos.
3. SOBERANA Y TRIUNFAL
La Palabra de Dios es SOBERANA y triunfal.
V. 11: “Así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sin haber
realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié.”
Este es el cohete propulsor que sostiene a todo lo demás que hemos mencionado. La
promesa de que la Palabra de Dios es soberana garantiza todo lo demás en este capítulo.
Garantiza que el puente entre el cielo y la tierra no se derrumbará cuando estemos a mitad
de camino. Garantiza que la semilla de la vida nunca morirá. Garantiza que el pacto del
V. 3 será un pacto eterno. Las naciones mencionadas en el V.5 acudirán al llamado de los
misioneros. El pueblo de Dios será glorificado. El perdón del V. 7 será abundante y
rebosante.
¡Mi palabra logrará aquello que me propongo y prosperará en aquello para lo cual la
envié!
Cuando la historia llegue a su fin y suene la trompeta de Dios y los creyentes muertos
resuciten y los elegidos de los cuatro puntos del planeta sean reunidos por Dios y las
cizañas incrédulas hayan sido arrojadas al fuego, Dios pasará la eternidad mostrándonos
que no se perdió ni la letra más pequeña ni una tilde de todo lo que se propuso por medio
de su palabra omnipotente.
Nos mostrará personalmente a cada uno de sus hijos que cada frase que dijimos a partir
de su Palabra, en testimonio o exhortación, logró cosas que nunca nos imaginamos
incluso cuando pensamos que eran en vano.
¿Cómo lo sé? ¡Porque lo dice el versículo 11!
Este es un llamamiento a la razón y a la fe. Les pregunto entonces: ¿qué otra cosa podría
decir Dios si es en verdad Dios? Lean el razonamiento expuesto en Isaías 46:9-10
(LBLA):
Yo soy Dios, y no hay otro; yo soy Dios, y no hay ninguno como yo, que declaro el fin
desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho.
Yo digo: "Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré."
La Palabra de Dios es soberana porque Dios es Dios y no hay otro. ¿Lo creen así?
Para todos los creyentes, esta es nuestra respuesta a cualquier tipo de desánimo. Es
nuestra respuesta a las puertas supuestamente cerradas al evangelio. Y esta es nuestra
respuesta final a la película: La Última Tentación de Cristo.
En las palabras de Isaías 40:8 (LBLA): Sécase la hierba, marchítase la flor,
mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre
“Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. Porque
difícilmente habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por
el bueno. Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros” (Ro. 5:6-8; cp. Jn. 3:16).
Tu improductividad no es un obstáculo para la gracia de Dios. No hay nada que podamos hacer
para que Él nos ame más o nos ame menos. Este es nuestro consuelo en los días en los que
hemos caído en las garras de las distracciones, la pereza, y nuestras malas decisiones. Esto nos
brinda paz y gozo, incluso mayor que la podemos sentir al creernos exitosos según el estándar
de este mundo.
Ahora ¿significa esto que tenemos permiso para ser improductivos? ¡Por supuesto que no! De
eso se trata nuestro siguiente punto.
La clave contraintuitiva que la Biblia revela para ser productivos es entender que no
necesitamos ser productivos para que Dios nos ame. Es su misericordia la que nos motiva a
glorificarle en todo lo que hagamos (Ro. 12:1-2).
Los cristianos amamos y obedecemos a Dios porque Él nos amó primero (1 Jn 4:19; Jn. 14:15).
Jesús “se dio por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para Si un pueblo para
posesion Suya, celoso de buenas obras” (Tit. 2:14, énfasis añadido). Entender que Cristo murió
por nosotros nos conduce a vivir para Él, y si quieres ver un ejemplo de cómo esto puede lucir
en nosotros, te invito a leer mi biografía breve de William Wilberforce.
Además de esto, el evangelio nos motiva al enseñarnos que todo lo que hacemos tiene
propósito, y este propósito está ligado a la resurrección de Jesús. Si Jesús resucitó, hay
esperanza más allá de la muerte. Si así no fuera, ¿por qué esforzarnos por hacer el bien y ser
productivos? En última instancia, no valdría la pena aprovechar el tiempo, obrar de la mejor
manera, y procurar la productividad en este mundo destinado solo a la muerte. Esa es una de las
conclusiones lógicas que el ateo debería afirmar pero que trata de ignorar.[2]
Es por eso que, luego de hablar sobre la resurrección de Jesús (pasada) y la nuestra (futura),
Pablo da gracias al Señor y nos recuerda que debido al evangelio nada de lo bueno que hacemos
es inútil:
“El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley; pero a Dios gracias, que
nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, mis amados hermanos, estén
firmes, constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que su trabajo en el Señor
no es en vano”, 1 Corintios 15:56-58.
La tumba vacía de Jesús es un adelanto de que su voluntad será consumada en esta tierra. Dios
ha triunfado sobre el pecado, la muerte, y la maldad. Pronto, todo el mundo lo verá. Esto nos
impulsa a ser constantes al trabajar en la obra del Señor, buscar el bien de nuestro prójimo, y
saber que todo esto no será una pérdida de tiempo. Jesús venció la muerte, y por eso ella no
podrá arruinar todo lo bueno que hagamos.
Jesús venció la muerte, y por eso ella no podrá arruinar todo lo bueno que hagamos.
En resumen, ser cristiano y pretender vivir de brazos cruzados es una contradicción. Sin
embargo, debido a nuestro pecado, necesitamos algo más que ser motivados por el evangelio:
necesitamos ser llenados de poder para ser productivos, como vemos a continuación.
Matt Perman, quien ha escrito sobre productividad centrada en el evangelio, lo explica así:
Los creyentes tenemos al Espíritu Santo con nosotros si hemos creído el evangelio (Gá. 3:2). El
fruto del Espíritu en nosotros incluye dominio propio para no distraernos en placeres y
actividades inferiores a las que Dios quiere que tengamos, y para enfocarnos en lo que Dios
quiere hagamos (Gá. 5:23). Por lo tanto, cuanto más satisfechos estamos en Dios y su salvación,
más productivos seremos en realidad para su gloria. La productividad es, en esencia,
consecuencia de tener al Espíritu Santo obrando en nosotros.[4]
El evangelio nos da poder para ser productivos, y como consecuencia nos mantiene
humildes cuando lo hemos sido.
La Palabra promete poder para los distraídos y procrastinadores, para que puedan vencer el
pecado del ocio y la injusticia de dar exceso de atención a lo que no debería tenerla, y también
promete poder de transformación para los que no son productivos a los ojos de Dios.
De esa manera, el evangelio no solo nos consuela cuando hemos fallado en ser productivos y
nos anima a ser productivos. También nos da poder para ser productivos, y como consecuencia
nos mantiene humildes cuando lo hemos sido. En última instancia, todo lo bueno que podemos
hacer es por la gracia de Dios (1 Co. 15:10).
El Dios que no escatimó a su propio Hijo, ¿cómo no nos va a dar la fortaleza para ser
productivos conforme a su voluntad? (Rom. 8:32).
Por último, nada puede ser más errado para cualquiera que conozca la ética de trabajo del
cristianismo protestante y conozca sobre la historia de la iglesia, que pensar que la confianza en
la soberanía de Dios nos vuelve perezosos.
Saber que Dios es soberano debe impulsarnos a ser más productivos para Él, entendiendo que
Él puede obrar para que lo que hagamos dé fruto para su gloria (cp. Fil. 2:12-13; 1 Cor. 15:10).
Los planes de Dios siempre son mejores que los nuestros, y la mayor muestra de eso es la
cruz del calvario.
Al mismo tiempo, la soberanía de Dios nos consuela cuando nuestra lista de tareas por hacer no
marcha según nuestros planes, por más que nos esforcemos y demos lo mejor de nosotros en
oración y diligencia. Esta doctrina preciosa también nos guarda de compararnos
innecesariamente con otras personas.
Dios es soberano para obrar como quiera con cualquiera de nosotros, y si Él nos impide hacer
algo que quisiéramos hacer, como cuando le impidió a Pablo predicar la Palabra en Asia (Hch,
16:6), lo mejor es confiar en sus planes. Siempre son mejores que los nuestros, y la mayor
muestra de eso es la cruz del calvario. El evangelio nos lleva a confiar en la soberanía de Dios.
Cuando todo lucía mal en aquel madero, Dios usó el asesinato de su Hijo para mostrarnos su
amor y darnos vida eterna junto a Él. Ante tal muestra de soberanía y buena voluntad para con
nosotros, ¿cómo no confiar más en Él en medio de nuestros esfuerzos y nuestras dificultades
por ser productivos para su gloria?
Scripture: Isaiah 40:6-8
Nadie quiere estar débil, ni física ni espiritualmente, Junto con la oración, la lectura de la
Biblia es la forma más eficaz de recibir fortaleza espiritual.
Un gran número de las personas que fracasan en su vida espiritual, fracasan debido a la
ausencia de Palabra de Dios en su vida diaria.
Se hubieran podido evitar esos fracasos si dichas personas se hubieran propuesto a leer y
estudiar la Biblia constante y disciplinadamente; la lectura diaria de la Biblia produce en
nuestra vida espiritual, lo que el alimento diario a nuestro cuerpo: vitalidad y fortaleza,
porque: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios. Lucas 4: 4
Las primeras dificultades que afronta el nuevo creyente son las dudas en cuanto a lo que
creemos.
Lo que se dice y promete a quien se entrega a Cristo es muy grande y maravilloso, tanto
que parecieran ser una fantasía.
Es muy fácil que el enemigo siembre dudas en el corazón si no se conoce con certeza la
escritura. Cuanto más se conoce la palabra, más sólida se hace nuestra fe; cuanto más se
entiende la Biblia, mas se hace parte de nosotros.
El Señor dijo: Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo
lo que queréis y os será hecho. Esto significa que el estudio de la Biblia nos da poder en
la oración, pues leyéndola, las palabras de Cristo permanecen en nosotros.
La Biblia nos dice como orar, como hacerlo con éxito y de manera que Dios nos
responda.
De algún modo la Palabra de Dios limpia al creyente mientras pasa por su mente y su
corazón al leerla.
Estos cobran conciencia de lo que es bueno y lo que no agrada a Dios, y como un proceso
automático sus mandamientos quedan grabados en lo mas profundo de nuestro
subconsciente; y este, al presentarse la oferta de pecar, la rechaza.
Todo nuevo creyente necesita saber con claridad lo que es pecado y que no lo es, Dios no
nos ha dejado juzgar a nuestro propio criterio, sino al de su palabra. A la luz de su palabra
se aclara toda duda respecto la pureza de cualquier cosa de la que no estemos seguros.
¿Con qué limpiará el hombre su camino? Con guardar su palabra (Sal 119: 9) El que
estudia la Biblia, aprenderá a distinguir lo que es pecado y será limpio de su pecado; pues
al aprender a identificarlo podrá evitarlo.
5) Nos da gozo.
Una de las bendiciones de la vida cristiana es el gozo; pero con frecuencia los problemas
de la vida lo ahogan. Cristo dijo: Estas cosas os he hablado, para que mi gozo este en
vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. (Juan 15:11)
La lectura de la Palabra de Dios trae gozo al corazón, cualesquiera que sean las
circunstancias. Jeremías dijo: Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me
fue por gozo y por alegría de mi corazón... Jeremías 15: 16
La Biblia esta llena de mandamientos que Dios dejó establecidos para que su pueblo
guarde y obedezca.
Estos mandamientos son para nuestro bien, y cada uno de ellos fue diseñado por el Señor
para evitarnos algún mal o sufrimiento; así que el obedecerlos nos prolonga la vida, nos
enriquece y lo que es mas, nos garantiza la vida eterna.
El rey David dijo: Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el
precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. Salmo 19: 8
Dios dijo a Moisés: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto
delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos,
ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová
tu sanador. Éxodo 15: 26
La Biblia esta llena de promesas que nos pertenecen como hijos de Dios. De principio a
fin las escrituras están saturadas de bendiciones que El Señor promete a todos los que le
aman.
A pesar de que el Señor nos promete tantas cosas, y que él tiene mas que darnos que
nosotros que pedirle, hay aún muchos que no las reciben ni las disfrutan simplemente
porque las desconocen.
Pedro dijo también: Nos ha dado (Dios) preciosas y grandísimas promesas, para que por
ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina... 2 Pedro 1: 4
Quizás Dios ha prometido bendiciones que le pertenecen y usted no las esta disfrutando
por la simple y sencilla razón de que usted las desconoce; esto es realmente algo muy
lamentable. Descubra lo que le pertenece por designio de Dios leyendo la Escritura, no
desperdicie ni una sola bendición más por falta de conocimiento.
En las paginas de la Biblia encontramos cual es la voluntad de Dios para nuestra vida. Si
queremos saber con exactitud lo que Dios desea hacer en nuestra vida, hogar, trabajo e
iglesia, debemos buscar diligentemente en oración la voluntad de Dios en la Biblia. Y el
mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
1 Juan 2: 17
La Biblia es el mejor manual sobre el comportamiento humano que jamás se haya escrito,
pues contiene miles de principios prácticos, de utilidad y valor permanente para nuestra
vida diaria.
Los consejos y principios de Dios nos sirven de guía, y alumbran nuestro entendimiento
al enfrentar y tomar decisiones en nuestra vida.
Es muy bueno prepararse para vivir de acuerdo con los principios bíblicos, atesorándolos
en la mente por anticipado, antes que se presenten las crisis.
Si diariamente llenamos nuestra mente con la palabra de Dios, ella iluminará las oscuras
sendas del futuro con la dirección y el consejo divino, y nos evitará tomar decisiones
equivocadas. David dijo: En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti.
Salmos 119: 11
Mucha de la gente que nos rodea, no conoce la palabra de Dios; y en muchas ocasiones
usted será la única persona que puede hablarles acerca de Dios, su amor y lo que él desea
hacer en la vida de él hombre.
Usted es responsable de comunicar y transmitir lo que usted cree y ha recibido de Dios a
quien necesite escucharlo. Pedro dijo: Santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y
estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo
el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; 1 Pedro 3: 15
La única forma de estar en condiciones de: Contestar al que tiene dudas, callar al que se
burla, u orientar al que sinceramente busca la verdad, será estando siempre preparados
leyendo y estudiando diariamente la Escritura.
Si desea compartir en forma efectiva de Cristo con otros, es indispensable que tenga por
lo menos un conocimiento básico de la Palabra de Dios.
Todos anhelamos tener éxito en el campo de actividad que hemos elegido. La lectura de
la Biblia nos enseña como prosperar y como conducirnos para que todo nos salga bien.
En la Biblia se nos revela el secreto de Dios para alcanzar el éxito. Por todas las paginas
de la Biblia yacen incrustados los más profundos y reveladores consejos de Dios para
llegar a la sima del triunfo.
Nunca se aparte de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él,
para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás
prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. (Josué 1: 8)
Esta clase de productividad diaria es el resultado de alimentar la mente todos los días con
la palabra de Dios.
Lamentablemente muchos creyentes creen que están demasiado ocupados como para
dedicar tiempo a la lectura de la Biblia y refrescar la mente cada día con la Palabra de
Dios.
Si solo entendieran que un momento de recogimiento con Dios diario, le hará que su día
sea más productivo, le rinda mas y obtenga mejores resultados.
LO QUE LA PALABRA DE DIOS PUEDE HACER EN NUESTRA VIDA
Por: Diego Teh -Salmo 19:7-11; Hechos 8:29-37.
INTRODUCCIÓN:
Cuando hay sequia se ven pastos y arboles secos pero de pronto un ligero aumento de
lluvias que han hecho que germine mucho matorral cuyo verdor se puede apreciar desde
lejos en las laderas de las montañas. El agua de la lluvia cumple su función al regar y
humedecer las tierras áridas.
Dios mismo dijo a su pueblo Israel por medio del profeta Isaías: “como desciende de los
cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y
producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, / así será mi palabra que sale
de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en
aquello para que la envié” (Isaías 55:10,11).
Así como la lluvia, toda palabra que es de Dios siempre cumple su función. En una
ocasión, a sus apóstoles, Jesús les dijo: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os
he hablado” (Juan 15:3).
La palabra de Dios que Jesús les predicaba, enseñaba, e interpretaba, no solamente
viajaba por el aire al oído sino que cumplía una función regeneradora.
Sin embargo, esta función eficaz no se daba solamente porque quien las pronunciaba era
Jesús el Hijo de Dios, pues cuando físicamente Jesús ya no estaba en la tierra para
predicar, sino que humanos salvados por la gracia de Dios eran los que predicaban la
palabra de Dios, el apóstol Pablo les explicó a los romanos “que la fe es por el oír, y el
oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).
La palabra de Dios siempre tiene que producir efectos para quien la escucha. En la
historia de Hechos 8, leímos que el evangelista Felipe explicó una porción de las
Escrituras a un etíope, y finalmente el etíope terminó diciendo: “Creo que Jesucristo es
el Hijo de Dios” (Hechos 8:37b).
El salmo 19 especialmente en los versículos 7 al 11, es una porción en el cual el salmista
David describe muy variadamente la palabra de Dios como “ley de Jehová”, “testimonio
de Jehová” (v. 7), “mandamientos de Jehová”, “precepto de Jehová” (v. 8), “temor de
Jehová”, y como “juicios de Jehová” (v. 9).
Cada una de estas descripciones tiene su importancia, pero estas descripciones no van a
ser el tema de este mensaje.
Luego también observamos que David enfatiza las cualidades de esta palabra de Dios,
diciendo que “es perfecta”, y que “es fiel” (v. 7), que “es limpio” y que “son verdad” (v.
8), pero tampoco estas cualidades de la palabra de Dios serán el fundamento de este
mensaje.
El tema de este mensaje serán las palabras que David utiliza en estos mismos versículos
para presentar los efectos que la palabra de Dios puede hacer en la vida de una persona.
¿Cuáles son los efectos que la palabra de Dios puede hacer favorablemente en la vida de
una persona? Especialmente al final de cada una de las cuatro frases de los versículos 7
y 8 encontraremos algunos de tales efectos.
El primer efecto que la palabra de Dios puede hacer en la vida de una persona, es que:
CONCLUSIÓN:
Mis amados hermanos, estos son algunos de los efectos que la palabra de Dios puede
hacer en nuestra vida.
El salmo 19, especialmente estos versículos 7 y 8, incluso el 9 que no fue parte de este
tema, son muy clarísimos y entendibles que a mi parecer aun sin ser predicados, su sola
lectura comunica poderosamente muchas verdades que se entienden inmediatamente.
Sin embargo, luego de haberlos leído juntos en este momento, y luego de haber
escuchado esta predicación, que quede claro en todos que la palabra de Dios “convierte
el alma”, “hace sabio al sencillo” (cf. v. 7), “alegra el corazón”, y “alumbra los
ojos” (cf. v. 8), por lo tanto, por esto y por más, no descuidemos aprovechar las
enseñanzas de dicha palabra que proporciona lo que todos nosotros necesitamos ya sea
como nuevos o hasta como antiguos creyentes.
Sirvan todos los esfuerzos de esta iglesia de enfatizar durante todo este mes la
importancia de aprovechar las Sagradas Escrituras de nuestra fe cristiana; sirva también
esta humilde predicación de vuestro servidor; pero sobre todo, sirva nuestro texto bíblico
que utilicé como fundamento de este mensaje, para animarnos a escuchar, leer, estudiar,
memorizar, y meditar la palabra de Dios. Ella nos lleva a Cristo el Salvador.
By Walter Cuadra Sermones
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como
diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas
primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos”.
Zacarias 7:11-12
INTRODUCCIÓN
Hoy en día la palabra de Dios es predicada, ya sea en los templos cristianos, en plazas y campañas evangelísticas,
en las casas o a través de los diferentes medios de comunicación y redes sociales; pero cuantos de estos la escuchan y la
ponen por obra. Estos versículos nos muestran la realidad de muchas personas que no atiende el mensaje de Dios y las
consecuencias de no hacerlo.
No quisieron escuchar la palabra de Dios
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como
diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas
primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos”.
En estos versículos, Dios por medio de su profeta, les recuerda a los israelitas las consecuencias de no obedecer
su palabra, ya que sus antepasados le volvieron la espalda, taparon sus oídos para no oír y pusieron su corazón como
diamante, y como consecuencia, fueron castigados yendo a la cautividad. De igual forma este texto nos recuerda la
importancia de obedecer la palabra de Dios y no ser indiferentes a su llamamiento, ya que aquellos que lo han hecho, su
fin es trágico.
“Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado
los fines de los siglos”.
1 Corintios 10:11
El apóstol nos dice que las cosas que están escritas en la Biblia fueron para que nosotros aprendamos de ellas y
no cometamos los mismos errores, y así uno puede ver cómo Israel no obedeció su palabra a pesar de que muchas
veces, a través de sus profetas, los amonesto a dejar el pecado y volverse a Él, pero no quisieron: “Jehová amonestó
entonces a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y de todos los videntes, diciendo: Volveos de vuestros malos
caminos, y guardad mis mandamientos y mis ordenanzas, conforme a todas las leyes que yo prescribí a vuestros padres,
y que os he enviado por medio de mis siervos los profetas. Mas ellos no obedecieron, antes endurecieron su cerviz, como
la cerviz de sus padres, los cuales no creyeron en Jehová su Dios”, (2 Reyes 17:13-14). Desde que Dios los saco de Egipto,
les enseño su palabra, tuvieron a Moisés, el gran legislador de Israel, el cual les dio la ley divina, luego tuvieron a Josué el
cual no solo los dirigió a la tierra prometida, sino los amonesto para seguir por el camino del Señor, también tuvieron
jueces que los liberaron de sus enemigos y les mostraron el camino de justicia, y a parte de esto tuvieron reyes como
David que gobernaron bajo la voluntad de Dios, y otros trajeron grandes reformas a la nación, como Zacarias y Josías, en
el reino del sur, y sus profetas no cesaron de amonestarlos para que se volvieran a Dios. Pero con todo esto, no
quisieron escuchar y como consecuencia Israel, el reino del norte, es llevado cautivo a Asiria, y años después, Jerusalén,
el reino del sur, es conquistado y deportado a Babilonia.
También podemos recordar la necedad de Sedequías, el último rey del reino de Juda, el cual tuvo la oportunidad
de salvar su reino y su propia vida con tan solo obedecer la palabra de Dios; pero no obedeció. Esta historia bíblica la
tenemos allá en el libro de Jeremías: “Después envió el rey Sedequías, e hizo traer al profeta Jeremías a su presencia, en
la tercera entrada de la casa de Jehová. Y dijo el rey a Jeremías: Te haré una pregunta; no me encubras ninguna cosa. Y
Jeremías dijo a Sedequías: Si te lo declarare, ¿no es verdad que me matarás? y si te diere consejo, no me escucharás. Y
juró el rey Sedequías en secreto a Jeremías, diciendo: Vive Jehová que nos hizo esta alma, que no te mataré, ni te
entregaré en mano de estos varones que buscan tu vida. Entonces dijo Jeremías a Sedequías: Así ha dicho Jehová Dios
de los ejércitos, Dios de Israel: Si te entregas en seguida a los príncipes del rey de Babilonia, tu alma vivirá, y esta ciudad
no será puesta a fuego, y vivirás tú y tú casa. Pero si no te entregas a los príncipes del rey de Babilonia, esta ciudad será
entregada en mano de los caldeos, y la pondrán a fuego, y tú no escaparás de sus manos. Y dijo el rey Sedequías a
Jeremías: Tengo temor de los judíos que se han pasado a los caldeos, no sea que me entreguen en sus manos y me
escarnezcan. Y dijo Jeremías: No te entregarán. Oye ahora la voz de Jehová que yo te hablo, y te irá bien y vivirás”,
(Jeremías 38:14-20). Es lamentable ver como este hombre pudo haber salvado su vida y su reino con tan solo escuchar y
obedecer la palabra de Dios; pero no lo hizo, y al final fue capturado, vio como mataron a sus hijos y a el le sacaron los
ojos y lo encarcelaron, mientras que Jerusalén fue destruida y quemada, todo porque no quisieron escuchar la palabra
de Dios.
El mismo apóstol Pablo, predicando el evangelio se enfrento a la dureza de corazón de los judíos, los cuales, a
pesar de su fuerte persuasión, estos no creyeron: “Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los
cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús,
tanto por la ley de Moisés como por los profetas. Y algunos asentían a lo que se decía, pero
otros no creían. Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu
Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo: Ve a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no entenderéis;
y viendo veréis, y no percibiréis; porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyeron pesadamente,
y sus ojos han cerrado, para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan de corazón, y se conviertan, y yo
los sane. Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán. Y cuando hubo dicho esto, los
judíos se fueron, teniendo gran discusión entre sí”, (Hechos 28:23-29). Es triste ver como la historia de aquellos que no
escuchar la palabra de Dios para obedecerla se repite una y otra vez, y así como le paso al apóstol Pablo, les sucede a
muchos que predicando su palabra ven la indiferencia y dureza de corazones, el problema con esto es que al no atender
su consejo viene el desastre y condenación eterna.
“¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! que si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en
vosotras, tiempo ha que sentadas en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido. Por tanto, en el juicio será más tolerable el
castigo para Tiro y Sidón, que para vosotras. Y
tú, Capernaum, que hasta los cielos eres levantada, hasta el Hades serás abatida. El que a vosotros oye, a mí me oye; y el
que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió”.
Lucas 10:13-16
En estos versículos, el Señor Jesús nos advierte del peligro de no escuchar y obedecer su palabra. En Corazín y
Betsaida, se hicieron grandes milagros y el mismo Jesús les predico, pero no escucharon y fueron incrédulos. En
Capernaum, Jesús anuncio el evangelio y realizo muchas señales, pero los hombres de esta ciudad endurecieron sus
corazones. Al final, nuestro Señor les dice que, si todo esto se hubiese dado en Tiro y Sidón, ciudades paganas, hace
ratos se hubiesen arrepentido, y por ello, su castigo sería peor. De igual forma, si nosotros no escuchamos su palabra y la
obedecemos, creyendo en Cristo, iremos rumbo a nuestra ruina a una eternidad de condenación.
CONCLUSIÓN.
En la Biblia encontramos muchos ejemplos de personas que no escucharon la palabra de Dios y la obedecieron,
y por tanto, se perdieron, pero nosotros debemos creer en esta palabra la cual a través de Cristo nos ofrece la vida
eterna, porque todo aquel que no la escucha va camino al fracaso y la condenación eterna