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Perspectivas Sociofilosóficas – Abril 2020 - Consulta Modalidad virtual

“Los medios del buen encauzamiento” en Vigilar y Castigar, M. Foucault, Siglo XXI
Editores, Buenos Aires,1989

Prof. Viviana Veliz

La afirmación en cuanto a la indisociabilidad de las relaciones de poder y las relaciones


de saber es una de las principales hipótesis que Foucault plantea. Esto supone, entre
otras cosas, considerar insuficientes los desarrollos teóricos que sólo contemplan el
aspecto represivo del poder ya que no consiguen para el autor explicar
satisfactoriamente cómo funciona el poder. De allí que se pregunte: En qué consiste el
arte de gobernar, entendido como conducir conductas? ¿Por qué obedecemos?

No está de más señalar que el autor no está elaborando una “teoría”; investiga,
escribe. Sus fuentes son también archivos, manuscritos, documentos, reglamentos,
planos, proyectos, tratados, pinturas, grabados, piezas periodísticas.

Otra observación que merece atención es que, si bien en la búsqueda de respuestas


Foucault se remonta –con mucha frecuencia- muy lejos en la historia, son los
problemas presentes los que lo interrogan e impulsan en sus indagaciones acerca de
experiencias límite, tales como la enfermedad, la criminalidad, la locura, la sexualidad,
etc.; su entramado de relaciones de poder y de saber. Confía en que esa exploración
puede aportar elementos para mejor entender la coyuntura misma.

En el capítulo “Los medios del buen encauzamiento” Foucault describe en qué consiste
el gran “descubrimiento” de la Disciplina en el Siglo XVIII, resaltando su alcance y
enormes consecuencias, a pesar de haber pasado inadvertida.

Esto supone despejar, discutir, poner en cuestión, una serie de premisas ampliamente
admitidas. Por sólo tomar un ejemplo, Foucault discute que la “benignidad de las
penas”, el relajamiento de los castigos, responda únicamente a una cuestión de
carácter humanitario. En el apartado “Los medios del buen encauzamiento” el autor
explica por qué la disciplina significa más bien una mejor forma de controlar, de
castigar, más económica y eficaz. No dejar de castigar exactamente, sino hacerlo
mejor.

Los procedimientos “menores” de la disciplina, invaden y permean el aparato judicial,


escolar, etc., modificando e imponiendo sus mecanismos, lo que conduce finalmente a
la normalización. Consecuentemente, Foucault señala un acoplamiento del orden
natural, ya que la observación de fenómenos tales como el aprendizaje en sus diversos
ámbitos, el aprestamiento militar, la terapéutica de las enfermedades, etc. conduce a
establecer un standard, una norma, respecto a su duración, la extensión aceptable, la
performance, medidas que se establecen como regla. Foucault designa este
acoplamiento como un nuevo orden mixto, jurídico-natural.
Una sentencia que condena ya no es sólo una decisión legal que condena, sino que
conlleva una apreciación de normalidad y una indicación técnica para una
normalización posible.

La disciplina se basa en instrumentos simples, muy específicos: la vigilancia jerárquica,


la sanción normalizadora y el examen cuyas principales características aparecen en
detalle en este capítulo. Así, el autor argumenta en qué sentido puede decirse que el
poder produce y no sólo quita, extrae, reprime. El funcionamiento de la vigilancia, en
cuanto a la función coactiva de la mirada, no se reduce a un esquema de jerarquía
vertical; asimismo se complejiza la función del castigo, que aparece en su doble
carácter de gratificación-sanción y privilegia la ejercitación como medida. La
combinación de ambas se da en la examinación, que se ejerce entonces de manera
continua y generalizada, lo que constituye el ideal de la disciplina.

¿Qué implicancias tiene? Que es en definitiva un individuo el que resulta juzgado a


través de estos comportamientos examinados, cuantificados. Se produce un
deslizamiento respecto a la afirmación de culpabilidad. Esta no recae únicamente
sobre lo que alguien hace –infracción- sino muy especialmente sobre lo que alguien es,
será y puede ser. Para ello, unos discursos “científicos” se forman y entrelazan con la
práctica del poder de castigar.

Foucault describe los nuevos mecanismos, su aplicación a través de casos concretos e


históricamente fechados: los cambios que se introducen en las actividades que se
realizan en el ejército, en los talleres textiles, en la escuela, en el hospital, etc. De este
modo ilustra la completa transformación que representa esta nueva modalidad de
ejercicio del poder (la Disciplina) con respecto a la modalidad precedente (la del Poder
Soberano) hasta convertirse en una verdadera maquinaria de producción, pedagógica,
terapéutica. Mediante el contrapunto que el autor realiza entre una y otra, subraya
que no existe continuidad sino ruptura, una verdadera inversión.

Inversión que Foucault caracteriza como la emergencia del Biopoder por oposición al
Derecho soberano de matar, basado en el Derecho de espada.

En la modalidad del Poder Soberano, la máxima individualización queda del lado del
rey: se marca tanto más al individuo cuanto mayor es su poderío o privilegio. En tal
sentido, el dispendio en los rituales, las ceremonias, los espectáculos (incluido el del
suplicio), otorga el máximo de visibilidad al monarca, a la corona, actualizando y
reforzando su brillo, su temible potencia. De allí que Foucault lo denomine eje político
de individualización de tipo “ascendente”. Estas representaciones y estos mecanismos
histórico-rituales encuentran su correspondencia en la figura del hombre memorable.
La disciplina marca el momento en que se efectúa la inversión del eje político de la
individualización. ¿Qué significa que en la disciplina la individualización sea
“descendente”? Esta inversión consiste en que, a medida que el poder se torna más
anónimo y funcional mediante la aplicación de estos mecanismos, se vuelve visibles a
aquellos sobre quienes se ejerce.
Foucault lo describe como el pasaje a la formación de la individualidad conforme a
otros mecanismos, los mecanismos científico-disciplinarios: del hombre memorable al
hombre calculable.
Así, rebajar el umbral de la individualidad descriptible, significa según Foucault que esa
descripción pormenorizada producto de las operaciones de examinación, clasificación,
calificación, comparación, homogeneización, exclusión, constituye por sí misma un
medio de control y dominación. A nuevos modos de objetivación, le corresponden
nuevos modos de sometimiento (“cada cual recibe como estatuto su propia
individualidad” ligada a rasgos que la ubican conforme a un rango, unas medidas, un
“caso”).
Por último y no menos importante: esta individualidad que puede juzgarse, calificarse,
es susceptible de ser reencauzada, corregida. Aquello que la misma disciplina expulsa
como residuo, es reincorporado a su maquinaria como su razón de ser.

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