Salemon nos enseigne et dit,
Et sil list om en son escrit,
Que nus ne deit son sen celer,
Ainz le deit om si demonstrer
Que l’om i ait pro e honor,
Qu’ensi firent li ancessor.
Se cil qui troverent les parz
Et les granz livres des set arz,
Des philosophes les traitez,
Dont toz li monz est enseigniez
Se fussent teü, veirement
Vesquist li siegles folement:
Come bestes eüssons vie;
Que fust saveirs ne que folie
Ne seüssons sol esgarder,
Ne l’un de l’autre dessevrer.
Remembré seront a toz tens
Et coneü par lor granz sens.
Quar scïence que est teüe
Est tost obliëe e perdue.
Qui set e n’enseigne o ne dit,
Ne puet müer ne s’entroblit ;
E scïence qu’est bien oïe,
Germe e florist e frutefie.
Qui vueut saveir e qui entent,
Sacheiz de mieuz l’en est sovent.
[…]
Et por ço me vueil travaillier
En une estoire conmencer
Que, de latin ou jo la truis,
Se j’ai le sen et se jo puis,
Le voudrai si en romanz metre
Que cil qui n’entendent la lettre
Se puissent deduire el romanz :
Mout est l’estoire riche e granz
E de grant uevre et de grant fait.
En maint sen l’avra hom retrait,
Saveir cum Troie fu perie,
Mes la verté est poi oïe.
Omers, qui fu clerz merveilleus
Des plus sachanz, ce trovons nos,
Escrist de la destructïon,
Del grant siege e de l’achaison
Par quei Troie fu desertee
Qui onc puis ne fu rabitee.
Mais ne dist pas ses libres veir,
Car bien savons, sens niul espeir,
Salomón nos enseña y dice,
tal como se puede leer en su libro,
que nadie debe ocultar su saber.
Por el contrario, este se debe mostrar
para obtener beneficio y honor
pues así lo hicieron nuestros ancestros.
Si aquellos que concibieron las divisiones
de las siete artes y los grandes libros,
los filósofos con sus tratados,
que dispensan conocimiento a todos,
se hubieran callado, en verdad,
el mundo viviría en la locura,
viviríamos como animales;
el saber ni la locura
se podrían reconocer
ni distinguir el uno de la otra.
Ellos serán recordados por siempre
y reconocidos por su sabiduría.
Mientras que la ciencia que no se divulga
pronto se pierde y se olvida.
Quien sabe y no enseña ni transmite
no puede evitar caer en el olvido,
y un saber bien recibido
germina, florece y fructifica.
Quien quiere saber y aprende,
sépanlo, con frecuencia mejora.
[…]
Y por esto me quiero esforzar
para comenzar una historia
que del latín, en el cual la encuentro,
si poseo la capacidad y los medios,
quisiera ponerla en romance
para que aquellos que no entienden latín
puedan disfrutarla en romance.
La historia es muy bella y noble,
de grandes hazañas y grandes hechos.
En muchas formas se ha contado
cómo fue destruida Troya
pero la verdad se ha escuchado poco.
Homero, que fue un clérigo extraordinario,
de los más sabios, esto encontramos,
escribió sobre la destrucción,
del gran asedio y de la razón
por la cual Troya fue abandonada
y nunca más fue repoblada.
Pero su libro no dice la verdad,
pues sabemos, sin duda,
1
Qu’il ne fu puis de cent anz nez
Que li granz osz fu asenblez.
N’est merveille s’il i faillit,
Qui unc n’i fu ne rien n’en vit.
[…]
Aprés lonc tens que c’ot esté,
Que Rome ot ja piece duré,
El tens Saluste le vaillant,
Qui sens ot e pröece grant
–Riches iert e de haut parage,
S’ot en lui clerc mout fortment sage–
Cist Salustes, ce truis lisant,
Ot un nevo fortment sachant
–Cornelïus iert apelez–,
De letres saives e fundez.
De lui esteit mout grant parole;
A Athenes teneit escole.
Un jour esteit en un almaire
Por traire livres de gramaire;
Tant i a quis e reversé
Qu’entre les autres a trové
L’estoire que Daire ot escrite.
En grecque langue faite e dite.
Icist Daire que vos öez
Fu de Troie norriz e nez;
Dedenz esteit, unc n’en issi
De ci que l’osz s’en departi;
Mainte proëce i fist de sei
E a asaut e a tornei.
En lui aveit clerc merveillous
Et des set arz escïentos.
Por ce qu’il vit si grant l’afaire,
Que ainz ne puis ne fu nus maire,
Si voust les faiz metre en memoire:
En grezeis en escrist l’estoire.
Chascun jor ensi l’escriveit
Cum il o ses oilz le veeit;
Tot quant qu’il faiseint le jor,
O en bataille o en estor,
Tot escriveit la nuit aprés
Icist que vos di, Darés.
Onc por amor ne s’en voust taire
De la verté dire e retraire:
Por ce, s’il iert des Troïens,
Ne s’en pendi plus vers les suens
Ne mais que ves les Grezeis fist:
De l’estoire la verté escrist.
Lonc tens fu sis livres perduz,
que él nació más de cien años después
que la gran expedición fue reunida.
No es de extrañar si él se equivocó
pues no estuvo allí y no vio nada.
[…]
Mucho tiempo después de esto,
cuando Roma ya existía,
vivió el noble Salustio
con sabiduría y gran virtud.
Era poderoso y de alto rango,
un clérigo de grandes conocimientos.
Este Salustio, lo encuentro en mi fuente,
tenía un sobrino muy instruido,
que se llamaba Cornelio,
era letrado y sabio,
por lo que gozaba de gran fama
y tenía una escuela en Atenas.
Un día estaba en una biblioteca,
buscando libros de gramática;
tanto buscó y revolvió
que entre otros libros encontró
la historia que Dares había escrito
y compuesto en lengua griega.
Este Dares del que les hablo
nació y se crió en Troya:
allí estuvo y nunca salió
hasta que el ejército griego se retiró.
Hizo prueba de muchas proezas
en los asaltos y los combates.
Él era un clérigo extraordinario,
conocedor de las siete artes.
Al entender la grandeza del asunto,
sin par antes ni después,
quiso guardar los hechos en la memoria
y en griego escribió la historia.
Así, cada día escribía
tal como lo veía con sus ojos;
todo cuanto hacían durante el día,
en batallas o en asaltos,
todo lo escribía la noche siguiente,
este Dares de quien les hablo.
Jamás quiso dejar por sus afectos
de decir la verdad y de contarla.
Así, aunque hacía parte de los troyanos,
no se inclinó más hacia los suyos,
ni tampoco hacia los griegos:
escribió la verdad sobre la historia.
Su libro estuvo perdido mucho tiempo,
2
 Que ne fu trovez e veüz,
Mes a Athenes le trova
Cornelïus quil translata:
De grec le torna en latin
Par son sens e par son engin.
Mout en devons mieuz celui creire
E plus tenir s’estoire a veire
Que celui que puis ne fu nez
De cent anz o de plus assez,
Que rien n’en sot, ice savon,
Se par oïr le dire non.
Ceste estoire n’est pas usee
N’en gaires lués nen est trovee;
Ja retraite ne fust unquore.
Mes Beneeiz de Sainte More
La continue e fait e dit
E o sa main les moz escrit,
Ensi taillez e si curez
E si asis e si posez
Que plus ne meinz n’i a mester.
Ci vueil l’estoire conmencier:
Le latin sivrai e la letre;
Niul autre rien n’i voudrai metre
S’ensi non cum jel truis escrit.
Ne di mie qu’aucun buen dit
N’i mete, se faire le sai,
Mais la matire en ensirrai.
Benoît de Sainte-Maure, Le Roman de Troie, ed. E.Baumgartner y F. Veilliard, París, Librairie
Générale Française, 1998. (vv. 1-144). Trad. Mario Martín Botero G.
antes de ser encontrado o visto,
pero en Atenas lo encontró
Cornelio quien lo tradujo:
del griego lo puso en latín,
gracias a su inteligencia y a su talento.
Debemos creer mucho más a este
y considerar su historia como verdadera,
que la de aquel que nació después
de cien años o más,
pues él no supo nada, esto es seguro,
sino porque lo escuchó contar.
Esta historia no es muy conocida
y en pocos lugares se encuentra.
Quizás nunca hubiera sido contada.
Pero Benoît de Sainte-Maure
la continúa, la compone y ajusta
y con su propia mano escribe las palabras,
así, prolijas y exactas
y tan dispuestas y firmes
que más no se puede agregar ni suprimir.
Ahora quiero comenzar la historia:
seguiré el texto latino fielmente.
No quisiera agregar nada más,
sino lo que encuentro escrito.
Tampoco digo que alguna bella expresión
no agregue, si tengo el talento,
pero seguiré fielmente la materia del escrito.