Está en la página 1de 3

Las tejedoras

 A principios del siglo XIX Córdoba era la región textil más importante del futuro
país argentino, con un sistema de producción de piezas de lana que, con
algunos detalles a discutir, correspondería a los llamados putting-out o Verlag-
systetn.
 La referencia de Funes de 1802 a que las mujeres eran las ""únicas fabricantes
de los tejidos” tiene su confirmación numérica en el censo de 1813.
 Sólo 138 hombres de la ciudad y de la campaña (0.6 por ciento) declaran ser
tejedores, mientras la columna ocupacional de las mujeres, cuyas cifras
incluyen a una parte de las niñas de 5 a 9 años, muestra que en la ciudad 985
de ellas (21,8 por ciento) declaran el tejido como oficio y en la campaña hacen
lo mismo otras 19,945 mujeres (75.9 por ciento).
 Reparto peruano “se comercio de tejidos es poco más o menos otro reparto
peruano: no tan campanudo en el nombre, pero si tan desolador en sus
efectos” se justificaba en razón de la forma y la no equivalencia del intercambio
entre mercaderes y productores y porque el aparato legal represivo, conducía a
la "mujer fabricante” a estar “perpetuamente sujetas a la esclavitud
mercantil...”

 Funes calcula en términos estrictamente capitalistas, atribuyendo un valor de 5


reales a las materias primas (lana/tintes) y de 8 reales y un cuartillo a la fuerza
de trabajo, con lo cual obtiene un costo de producción de 15 reales y 1 cuartillo
que, cotejado con los 4 reales en mercancías (precios de la ciudad de Córdoba)
que la artesana recibe del mercader a cambio de su poncho, arroja aquella
pérdida.
 Bajo otros supuestos contables el cálculo de costos arroja prácticamente cero
reales.
 La materia prima lana procede del rebaño familiar, no se compra en el mercado
ni ofrece la alternativa de poder venderse en el mercado, por lo menos basta
1830 cuando la demanda internacional convierte a la lana cordobesa en
mercancía por si misma
 Los tintes tampoco pasan por el mercado, aunque su recolección consume una
parte de la energía del grupo familiar campesino.
 Con respecto al proceso de hilado y tejido puede medirse en tanto tiempo de
trabajo, pero resulta difícil atribuirle un equivalente monetario pues ese medio
rural carece de un mercado de fuerza de trabajo femenina asalariada.
 Al término del negocio, cuya duración se calcula en un año, el comerciante ha
puesto y vendido en la ciudad de Córdoba 1900 ponchos a un peso cada uno;
como vemos la tasa media de ganancia calculada por Funes se sitúa entre 60 y
62 por ciento.
 Durante el medio siglo que estudiamos parece no haber modificaciones en las
bases técnicas de la producción textil ni tampoco en la forma de control
ejercida por los mercaderes.
 La permanencia de las ruecas y telares manuales de fabricación casera y de una
escala de producción estrictamente doméstica se halla avalada por repetidas
menciones en los libros de viajeros
 La única excepción que conocemos es la fundación en 1828 de una fábrica de
paños que instala José María Bedoya con una inversión de 4,000 pesos y con
dos franceses como socios industriales.

 Las exportaciones en la etapa colonial no constituyen precisamente un dechado
de precisión, pero igual ellas nos dicen que a partir de la década de 1770 el
mercado de Buenos Aires absorbía anualmente como promedio una cantidad
no inferior a veinte mil piezas de tejidos entre ponchos, ponchillos y frazadas;
pero en 1778, por ejemplo, Córdoba exportó a Buenos Aires unas 36 mil piezas
como mínimo mientras que en 1786 la cifra mínima posible rondó las 30 mil
piezas.
 El cómputo de las guías de 1801 da una exportación de 71,750 ponchos, 19,820
frazadas y más de cincuenta mil varas de bayetas, jerga y sayales que,
reduciéndolas a razón de cinco varas por una pieza, conformaban en total una
exportación de cien mil piezas de tejidos.
 Del siglo XIX las cifras apuntan hacia niveles más altos de exportación; ya
sabemos que en 1802 el Cabildo de Córdoba calculaba una exportación anual
de treinta a cuarenta mil piezas de tejidos.
 Nuestros datos fiscales de 1806, 1808 y 1809 indican que para esos años la
exportación anual superaba holgadamente las ochenta mil piezas, acercándose
a la cifra de cien mil piezas.
 El crecimiento de la actividad mercantil de tejidos de lana cordobeses, que se
duplicó o triplicó entre 1770-1810 hasta alcanzar como último y máximo nivel
colonial un volumen de ochenta o noventa mil piezas.


 1811-1813, inmediato a la revolución, el volumen anual baja en promedio a
13,374 piezas
 A partir de 1814 la exportación de tejidos cordobeses al mercado porteño
repunta algo sosteniendo hasta 1822 un nivel cercano a las 32 mil piezas
anuales.
 A partir de 1822 queda Buenos Aires como el único mercado de los tejidos
cordobeses, con una demanda probable basta 1832-1833 de unas treinta mil
piezas, o sea que, a nuestro juicio, se mantuvieron los mismos niveles de 1814-
1822.
 Estos datos plantean la probable existencia de tres períodos que pueden ser
interpretados apelando a opiniones conocidas. El primer período abarcaría de
1822 a 1855 tenaz persistencia de la producción artesanal.
 El segundo período va de 1856 a 1859 y se caracteriza por el extraordinario
repunte de la producción artesanal.
 En el tercer periodo se da el auge en el volumen de piezas exportadas, de la
década de 1850, nos ocultaba el hecho de que los ponchos ingleses estaban
desplazando por completo a los ponchos del país.

También podría gustarte