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El 

jengibre es una planta aromática saludable y curativa de múltiples propiedades. Su raíz se usa mucho en
gastronomía, tiene un sabor fuerte y se emplea fresca, seca o confitada, para preparación de salsas, sopas,
frutas escarchadas, etc…

Propiedades del jengibre


Este tubérculo o rizoma subterráneo se usa como antiinflamatorio natural, que ayuda a combatir las
enfermedades respiratorias, artrosis y problemas digestivos. Además, es fuente de beneficios para el cuerpo
humano ya que aporta vitaminas (B y C), minerales (calcio, fósforo, aluminio y cromo), antioxidantes y
aminoácidos.

Para lograr unos buenos niveles de producción en el cultivo de jengibre es necesario mucho sol,
temperaturas de entre 25º y 30º centígrados, elevadas pluviometrías y aplicar tecnologías avanzadas en la
explotación. El terreno debe estar suelto y bien drenado, ser rico en materia orgánica y tener un pH de entre 5
y 7,5; además, requiere de mucha humedad por lo que se deberá regar lo suficiente (nunca en exceso) para
evitar que se seque el suelo.

La preparación del terreno se inicia con arado profundo (30 centímetros) y un par de pasadas de grada. Los
surcos de siembra deben realizarse de 30 centímetros de profundidad y 30 centímetros de ancho, con
distancias entre surcos de entre 1 y 1,20 metros.

El tubérculo de jengibre que se va a utilizar de semilla, debe cortarse en piezas de 100 gramos, estar sano y
disponer de 4 a 6 yemas con potencial de brotar. Se sumergen en el agua a 51ºC (no más porque se dañaría)
durante diez minutos para evitar nemátodos y se tratan con cobre para prevenir enfermedades. Para
uniformizar la germinación en el campo, se recomienda el pregerminado que provoque la brotación de yemas,
colocando las semillas en sacos o bolsas plásticas. En dos o tres semanas se inicia el 80% del brote de
yemas, momento en el que se debe realizar la siembra con mucho cuidado para evitar daños en los brotes,
con humedad en el suelo y colocando la semilla de forma horizontal en el fondo del surco, manteniendo
distancias entre plantas de 15 a 30 centímetros y cubriéndolas con entre 8 y 10 centímetros de tierra.

Fertilización, control de malezas y aporque


El ciclo del cultivo de jengibre es de 9 meses y en ese tiempo hay que prestar atención a las siguientes
tareas:

 Fertilizar según el análisis previo de suelos, aportando nutrientes en siembra (cercano a la


semilla antes de cubrirla) y realizando de 4 a 5 ciclos de fertilizaciones al suelo durante la
producción, al tiempo que se hacen aplicaciones foliares.
 Controlar las malezas de forma manual (5 a 8 controles), con cuidado de no dañar rizomas, tallos
u hojas.
 Aporcar (con azadón), labor también fundamental para obtener buenas rizomas, que debe
hacerse con cuidado tratando de cubrir el tejido blanco rojizo bajo el tallo para que el rizoma se
desarrolle y engruese, la primera vez a los 30 o 45 días después de la germinación y al menos
cuatro veces más durante el ciclo del cultivo.

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