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Cap. 12.

Wojtyła y la Teología del amor


Karol Wojtyła y Juan Pablo II están ya presentes en las páginas de esta obra pero hay
que dedicarle un espacio que sirva de síntesis
¿Qué nos deja Juan Pablo II?1
La figura de Juan Pablo II no es para quedarse indiferente, de hecho, la mayoría vivió su
canonización con gran entusiasmo y una minoría con indignación si no con desprecio, quizá
influida por una cierta propaganda. Pero ambas reacciones, la del entusiasmo exagerado y del
rechazo por sistema, en el fondo, renuncian a la riqueza de vida y herencia dejada por este hombre
excepcional, pues, en uno y otro caso, se limitan a los sentimientos, los cuales pasan y no dejan
nada. Ciertamente Juan Pablo II como todo hombre habrá tenido sus defectos; se pueden criticar
su intransigencia ante algunas teologías de la liberación o frente los grupos integristas, pero su vida
y su enseñanza van mucho más allá. El Papa polaco se caracterizó por buscar sincera y tenazmente
la perfección cristiana, motivo fundamental de su canonización. Ahora se trata de crecer
aprovechando la herencia apenas explorada de este hombre de múltiples vertientes:

La trascendencia del dolor. El dolor tocó a su puerta desde la infancia; en la foto de su


primera comunión, aparece un Karol lacerado y reflexivo por la reciente muerte de su madre. Poco
después morirá su hermano mayor que estudiaba medicina; Karol conservará toda la vida su
estetoscopio en el escritorio de trabajo. En plena invasión nazi y soviética de Polonia muere su
Padre cuando Karol alternaba su actividad de picapedrero y estudiante de teatro. Siendo Papa no se
bajó de la cruz, en sus últimos años, en medio de una lenta y punzante agonía, que rompía su
capacidad de comunicación. La carta Salvifici doloris testimonia que el sufrimiento humano es
redención en Cristo.

El trabajo como participación en el poder creador de Dios y perfección de la


persona. Esta verdad lo acompañó en una vida de esfuerzo infatigable, como obrero, actor o
profesor; ya después, siendo sacerdote y obispo, nunca se ahorró un solo esfuerzo por llegar a la
gente y ayudarla a dar sentido a sus vidas. Siendo profesor de Ética en la Universidad de Cracovia,
donaba por completo su salario para ayudar a los estudiantes más necesitados.

Sentido de la oración. Su vida estaba sostenida y alimentada por el más allá, por una
relación casi natural con Dios y con María, oraba con el cuerpo tendido en el suelo y pasaba horas
diarias de contemplación en la capilla, además, meditaba a diario todos los misterios del Rosario. La
mística que caracterizó su vida está íntimamente tejida con los acontecimientos de Fátima y del
Señor de la Misericordia. Por eso, es un extraordinario testimonio de una vida profunda y con
sentido.

El Papa de la Familia. Poco antes de morir, expresó su deseo de ser recordado como el
“Papa de la familia”. No se trataba de una ocurrencia del momento, sino quizá su mayor herencia,
apenas explotada y en el fondo su mayor preocupación y a la que le dedicó sus mejores esfuerzos.
Desde su ordenación sacerdotal, formó grupos de jóvenes católicos en medio de la persecución de
su país, estos chicos fueron creciendo, adentrándose en el amor y formando familias, y eso
empujaba a Karol a formarse lo mejor posible para ayudarles a encontrar la vocación al Amor. La
Teología del Amor se fue fraguando desde entonces con una gran sinceridad intelectual, plasmada en
escritos de una profundidad teológica y filosófica excepcionales. Ésta consiste en preguntarse por el
significado y sentido de la sexualidad humana a partir de la contemplación del cuerpo, cuya
vocación parece ser el Amor. En esto el hombre no está solo, sino que responde a un proyecto
amoroso de Dios sobre él. Fue tal su preocupación por la Familia y el Matrimonio, que quiso
fundar un Pontificio Instituto para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, con su sede central
en la Universidad Lateranense de Roma.

1
O. PERDIZ, “¿Qué nos deja Juan Pablo II?” en Familia Cristiana, San Pablo, julio de 2014
Teología del amor. San Juan Pablo II nos recuerda en su obra que todo hombre que
realmente quiera vivir en plenitud debe reflexionar sobre su Principio, sobre el proyecto
original de Dios sobre sí, pero también al fin último y a la vida eterna y a la vez bajar al fondo de
su corazón necesitado de redención. No hay que olvidar que el hombre está impregnado por el
mal, en eso consiste el pecado original, en que nuestras acciones están divididas y corremos el
riesgo de usar a los otros. El Amor es, en este sentido, fuente de redención, y el Matrimonio se
convierte, en un camino de redención mutua. Gracias a la obra de Cristo, el esposo está llamado a
amar a su esposa como Cristo a la Iglesia y viceversa, y así se apoyan mutuamente en un camino de
perfección. Vistos así, la fidelidad no es una carga sino una forma de manifestar el Amor por el
otro, y la castidad se convierte en un Amor en plenitud.

Vida. Karol Wojtyła nació en Wadowice, en el sur de Polonia en 1920, cerca de la ciudad
de Cracovia. Estudió Filología Polaca en la Universidad Jagellónica de esa ciudad. La primera
vocación de Karol fue la poesía y el teatro, hay que entender que la identidad polaca en los
momentos más amargos y comprometedores de su historia ha sido salvada por los grandes
creadores: los artistas2. Karol abandona la carrera debido a la invasión nazi de Polonia y el drama de
la guerra que tocó especialmente a su país, Él mismo narra cómo una mañana llegaron a la
universidad y ya no pudieron entrar pues los nazis estaban deportando a sus queridos profesores.
Decidió entonces hacerse sacerdote y comenzó sus estudios de filosofía de manera clandestina. En
ese contexto descubre su segunda vocación, la filosofía. Se ordenó en 1946 y se trasladó a Roma
donde realizó su tesis doctoral en teología, sobre San Juan de la Cruz (1948) y con ello llega su
tercera vocación, la teología.
Regresa a Polonia y realiza su tesis doctoral en filosofía sobre Max Scheler 1954 y es
nombrado profesor de Ética en la Universidad de Lublin ese mismo año 3. Allí impartió cursos –
alternándolos con su trabajo sacerdotal– que dieron lugar al comienzo de su original producción
filosófica. En 1958 fue consagrado obispo y en 1960, publica Amor y responsabilidad.
Fue llamado a participar en el Concilio Vaticano II primero como obispo, después como
arzobispo de Cracovia. El papa Pablo VI lo crea Cardenal en 1967. Tuvo gran influencia en la
elaboración de la constitución Gaudium et spes4. En 1969 publicó Persona y acto. En 1978 fue elegido
papa y elige el nombre de Juan Pablo II. Desarrolló una ingente labor pastoral e intelectual entre la
que destaca la Teología del amor, dividida en seis partes y distribuida en 129 audiencias de los
miércoles. Murió el 2 de abril de 2005.

Pensamiento
Wojtyła tiene una triple vocación, la de poeta, filósofo y teólogo. Entre sus
aportaciones al pensamiento contemporáneo están: una, haber trasladado la ética del campo
extrínseco y ajeno al yo concreto, es decir a mí y partiendo de mí, aunque él no habla en
primera persona sino desde el “sujeto que actúa”. Para ello emprendió la titánica labor de
repensar la ética (Amor y responsabilidad) y por debajo de ella, los fundamentos antropológicos
del actuar humano (Persona y acción), ya siendo papa este esfuerzo se dirigió todavía más a
fondo: a la revelación y de allí surgen las Catequesis sobre el amor humano, sobre un texto polaco

2 Para darse una idea rápida y completa sobre la cultura y tradiciones literarias polacas véase el estudio de RUBIO
A., Cineastas, novelistas y poetas polacos: la cultura humanista de Juan Pablo II, En: BURGOS, J. M. (editor), La
filosofía personalista de Karol Wojtyła , Palabra, Madrid 2007, 45 y ss.
3 Sobre ese período véase: WEIGEL, G., Biografía de Juan Pablo II. Testigo de esperanza, Plaza &Janés, Barcelona

1999. Y también la obras de WOJTYŁA K., El hombre y su destino. Palabra, Madrid 2005, y Mi visión del hombre,
Palabra, Madrid 2008.
4 G. MARENGO, Giovanni Paolo e il Concilio, una sfida e un compito, Cantagalli, Siena 2011.
que Wojtyła había ido elaborando. Otra es su esfuerzo por integrar los grados del amor
superando una visión negativa de lo erótico como algo que dominar desde las facultades
superiores. En Amor y responsabilidad, la palabra clave es la y, frente a otras propuestas que
podrían llamarse amor o responsabilidad. La solidez de su antropología es una de las causas del
derrumbe del muro de Berlín con todos sus significados. Ésta es una síntesis entre el tomismo y
la fenomenología y que resumirían su personalismo orientado a la ética y en el fondo a la familia. Su
producción filosófica es limitada pero profunda y rica. Para ello habrá que ver los rasgos
principales de su pensamiento siguiendo su trayectoria intelectual.
Pasó del pensamiento simbólico y literario al filosófico en el bienio de estudios
filosóficos, Karol Wojtyła se encontró casi de bruces con la metafísica escolástica y tomista
abstracta, compleja y llena de fórmulas, después de una dura lucha intelectual por comprender,
el resultado daba sus frutos: “más importante que la nota es para mí, el mundo nuevo que se
mee abre delante después de esta lucha con la filosofía”, le dijo al examinador de metafísica5.
Había logrado entender que la filosofía no es un capricho intelectual sino un abordaje de la
realidad tal como se presenta, sin abandonar su sensibilidad e interés por los problemas
humanos.
En esa línea escolástico tomista escribe la tesis doctoral: La fe S. Juan de la Cruz, en el
Angelicum de Roma en 1948, su director será Garrigou Lagrange. Comienzan ya a dar
importancia en su pensamiento a la experiencia y la vivencia subjetiva6. A su regreso a Polonia,
enriquecerá su pensamiento con visiones diferentes del tomismo (Maritain y Gilson), alguna
visión más tradicional como la de Stanislaw Adamczyk y de un tomismo trascendental de Lovaina
liderada por Mieszyslaw Krapiec.
Su tesis en filosofía sobre Max Scheler: Valoración sobre la posibilidad de construir la ética
cristiana sobre las bases del sistema de Max Scheler, en 19547, marca una altura en su vida y una
madura y síntesis de pensamiento. Con ello lograría una visión más completa del método
fenomenológico, que se reflejará en obras como Persona y acto y complementará su formación.
De Scheler salva el método, rescata la importancia de los modelos y de la experiencia moral,
pero critica su concepción actualista de la persona y su emotivismo, incompatibles con la ética
cristiana. A partir de aquí los dos pilares de su pensamiento serán el tomismo y el método
5A. FROSSARD A., Retrato de Juan Pablo II, Planeta, Barcelona 1990, 16.
6 MERECKI J., “Las fuentes de la filosofía de Karol Wojtyła ”, en: BURGOS, J. M. (editor), La filosofía personalista
de Karol Wojtyła , Palabra, Madrid 2007, 13 y ss.
7REALE G., Karol Wojtyła , Pellegrino sulle tre vie che portano alla veritá: arte, filosofia e religione, en:

WOJTYŁA K., Metafisica della persona, Bompiani, Roma 2006, IX-CXXXII.


fenomenológico, resumidos en un personalismo, con influjo del personalismo francés. Con ello
sintetiza la experiencia y la objetividad8.
El pensamiento y la obra de Karol Wojtyła seguirá este orden de preocupaciones: la
ética9, el amor humano, la antropología, la teología a partir del cuerpo o proyecto divino sobre el amor
humano. Como se ve, sigue un camino partiendo de las exigencias prácticas, hacia el
fundamento último, con ello llega a la metafísica y en último término a la teología.
Wojtyła justifica la ética frente a sus múltiples reducciones como el hedonismo, el
empirismo (Hume), o el apriorismo kantiano10. Acude a la originalidad de la experiencia moral.
En ese sentido el camino de Wojtyła será parecido al de Ortega o Julián Marías en el ámbito
español. Se trata de pasar de un sistema de presupuestos externos a mí como realidad concreta
a la experiencia de la moralidad como punto de partida de la ética. Sólo así se sale del callejón
del empirismo extremo, que reduce la moral a pura experiencia; y del apriorismo moral.
La primera experiencia es la del cuerpo, que requiere de interpretación en su evidencia,
a la luz de la razón y luego aplicando la misma razón a la revelación. La teología consiste en dar
razón de la evidencia a la luz de la Revelación, en descubrir el designio de Dios sobre la propia
existencia. La experiencia del bien y el mal, es una experiencia común y originaria, accesible a
todo hombre e irreductible a cualquier otra categoría filosófica. Si el hombre entiende lo que es
el bien y el mal se debe exclusivamente a que lo han experimentado interiormente.
La preocupación fundamental de Wojtyła era la problemática en el amor y la
sexualidad de muchas parejas de muchachos, desde universitarios hasta campesinos, a los que
atendía desde joven.
Obras
Amor y responsabilidad, constituye una profunda y seria reflexión sobre el amor humano,
Karol Wojtyła logra el difícil equilibrio entre estos dos aspectos aparentemente contradictorios.

8La visión tomista en general, acepta la originalidad absoluta de cada ser humano por ser persona, apegándose a la
definición de Boecio, pero descuida el análisis de la conciencia y de la autoconciencia como realidades radicadas
en la persona. En esta visión se ve muy bien la persona en su existencia y acción objetivas, pero es difícil
vislumbrar allí las experiencias vividas de la persona como principios de individuación radical.
9 Entre 1954 y 1961, la ética fue el centro de su atención, siendo profesor en la Universidad católica de Lublin. Las

respuestas escolásticas insuficientes y la moral de tercera persona, demasiado objetivista, revelaba que algunos puntos
no estaban bien planteados. Por otra parte, integra el tomismo con la fenomenología. La labor no sistemática de esos
años está recogida en la obra Mi visión del hombre y El hombre y su destino.
La persona se revela en la ética, ésta no surge de ninguna estructura externa al sujeto, no es una construcción
mental o fruto de presiones sociológicas, nace de un principio real y originario: la experiencia moral y la
experiencia del deber, y no en sentido kantiano, como una estructura formal de la razón práctica, sino en un
sentido profundamente realista, como la experiencia que todo sujeto posee –en cada acción concreta– de que
debe hacer el bien y evitar el mal.
10 Para el empirismo, la ética se reduce a la consecución de placer y a instrumentalizar la inteligencia a favor de la

voluntad. Para Kant en cambio, es lo contrario: un firme formalismo moral sin contenidos.
Amor, en griego eros, fue considerado después por muchos, como algo bajo, relacionado sólo con la
concupiscencia y con la necesidad de procrear, casi como un mal necesario, basta pensar en la
concepción cátara del hombre y de la sexualidad. A partir de la Reforma vuelve a aparecer el
privilegio de la responsabilidad sobre el amor y quizá sea eso el núcleo del puritanismo. El amor
constituyó siempre una preocupación para Wojtyła, pero el punto de partida no fue para Él lo
académico sino pastoral: la necesidad de dar razón de sí como explica con sencillez en Cruzando el
umbral de la esperanza, el fruto de una necesidad y de una experiencia. Los temas que luego
aparecerán en Persona y acto, ya están aquí.
Con esta obra se comienza ya a superar la manualística, la casuística y la moral objetivista
de la tercera persona para pasar a una en primera persona o en la perspectiva del sujeto que actúa”
El punto de partida es la persona. La moral sexual cristiana es un principio positivo, estimulante e
integrador, no un freno externo o extrínseco a las tendencias.
Wojtyła –utilizando el método fenomenológico– recorre las etapas, modalidades y
deformaciones del amor (concupiscencia, benevolencia, amistad, emoción, pudor, continencia,
templanza, ternura, etc.) y sienta unas bases sólidas, aunque ampliables y mejorables, de una teoría
personalista del amor sexual que debe confluir en el matrimonio como su expresión plena. Esta
visión del matrimonio y de la familia acabaría influyendo en la Constitución Gaudium et spes del
Concilio Vaticano II, que repensó la teología del matrimonio, y en las catequesis sobre el amor humano
predicadas por Juan Pablo II al comienzo de su pontificado, que corresponden en realidad a un
texto escrito antes de ser elegido Sumo Pontífice.
En síntesis, el punto de partida es la persona. La castidad solo puede ser acogida por los
hombres si la descubren en su interior, en clave de integración no como un mero freno externo a
sus tendencias. La ética cristiana estaba generalmente condicionada por una perspectiva negativa y
casuística. Busca integrar la sexualidad y los grados del amor en las relaciones sexuadas entre el
hombre y la mujer. Así la sexualidad deja de ser un impulso biológico para convertirse en una
tendencia que relaciona a dos personas: el hombre y la mujer. El matrimonio se entiende como el
ámbito del amor y el campo para la familia y no como un mero resultado del instinto de
procreación.
Persona y acción11. No es un libro de moral sino de antropología, pero pensado para poner
las bases de una ética adecuada, representa el fondo antropológico de su ética. Hay que tener en
cuenta que primero escribe una obra de ética y luego otra de antropología. Su objetivo es el de
profundizar en el fondo último del actuar humano en esa reflexión ética: ésta necesitaba un fuerte
fundamento antropológico. El repensamiento de la ética lleva a un replanteamiento de la
antropología. Si no, el proyecto quedaría inconcluso.
Aborda la persona desde la acción y no desde la esencia o conceptos: los actos humanos
revelan la persona, replanteando con aire fresco las cuestiones de la filosofía tradicional, superando
la visión estática del hombre, pero superando también la descripción meramente fenomenológica.
Le da una especial importancia a la experiencia como instrumento metodológico para acercar,
integrar y superar las posiciones enfrentadas del objetivismo y a la vez tratando de superar el
idealismo, dando el lugar a la persona, sujeto de la experiencia sin renunciar a la universalidad de la
misma.
La experiencia es ante todo conciencia del propio acto: la conciencia no se reduce al mero
conocimiento de las propias acciones, como sostiene la postura tradicional, sino que abarca la
vivencia de estas acciones, su interpretación, revelando así la estructura dinámica de la persona, su
instalación y proyecto. Y dando con ello más importancia a la subjetividad. dicho de otra manera una
metafísica antropológica “desde dentro”, desde la interioridad del sujeto12.

11 Aquí se seguirá la edición castellana WOTYLA K, Persona y acción, B.A.C. Madrid, 2007, teniendo en cuenta que
esta edición se apega a la edición inglesa. El título original de 1969 en polaco es Osoba i Czyn. En 1979, fue
publicada la edición inglesa preparada por Teresa Tymieniecka que se presentó como texto “definitivo” con el
título de TheActingPerson. Se ha cuestionado el influjo de la Tymieniecka hacia una cierta fenomenología,
desfigurando la originalidad de esa edición. Se toma como edición definitiva: Osoba i czyn oraz inne studia
antropologiczne, Towarzystwo Naukowe KUL, Lublin 1994, en italiano: Persona e atto. Testo polacco a fronte. Bompiani,
Milano 2001. La Librería Editrice Vaticana en 1982 había ya editado el texto latino tomado de la previa edición
italiana.
12 WOTYLA K, Persona y acción, B.A.C. Madrid, 2007, 4 y ss.
Teología del amor
Todo ello cristalizó en las catequesis sobre el amor humano. A las que dedicó –ya
siendo papa– cuatro años de las audiencias generales de los miércoles, o catequesis, fruto del
manuscrito o borrador polaco. Su preocupación fundamental es la de ofrecer una gramática del
amor trenzando experiencia y revelación. He aquí una síntesis apretada de las mismas teniendo
que a ello se le ha dedicado en otro orden y progresión toda esta obra:
Estilo
Está presentada en forma de catequesis, dentro de las audiencias. Las audiencias son
encuentros del papa con los fieles que fueron instituyéndose a partir de la invasión de Italia a los
estados pontificios y se formalizaron como tales con Pablo VI, asumiéndolas como parte de su
magisterio. Las Catequesis del amor humano están repartidas en partes o ciclos, de forma progresiva
desde el Principio hasta el actuar amoroso cotidiano 13. Pueden ser vistas como una fundamentación
de la familia o como la gran introducción antropológica que faltaba a la encíclica Humanae vitae, a
cuya publicación él se opuso en su momento, por la falta de un andamiaje previo para su
comprensión: el mundo había cambiado, las sociedades ya no eran cristianas y la clave de la vida
cristiana misma, no era ya el de la obediencia sino el cuestionamiento y la búsqueda de convicción
(además de la desorientación general causada en parte por la revolución sexual. La encíclica se
movía todavía en un lenguaje extrínseco, cuando la nueva perspectiva era la de la convicción
personal a través de la experiencia.

Primera parte: Tríptico de las palabras de Cristo


Primer ciclo: Cristo se remonta al Principio, al proyecto originario de Dios sobre el hombre
corpóreo. Aquí se analizan los relatos de la creación. En ellos Juan Pablo II identifica algunas
palabras clave, cuyo significado hay que interpretar: la soledad originaria, desde un sentido intimista y
subjetivo; la unidad originaria: analiza la bisexualidad humana original (no androginia: hombre y
mujer, con ello los significados de la costilla, del sueño; la desnudez originaria, los diversos
significados de la misma en la antigüedad; la dimensión de don que tiene el cuerpo humano, que es
don de sí, que revela el significado esponsal del cuerpo; la inocencia originaria y la naturalidad que
representaba ser don para el otro; el papa se detiene en el significado del “conocer” bíblico, como
intimidad y relación.
Segundo ciclo. Cristo se remonta al corazón humano, a la luz del sermón de la montaña. El hombre
está impregnado por el mal o concupiscencia, eso introduce la vergüenza originaria y el riesgo de usar al
otro. Esto introduce una corrupción en el significado del don. La concupiscencia es un amor dividido,
en el corazón comienza el adulterio. Pero el corazón más que acusado es llamado a la redención. A vivir
de acuerdo al espíritu, llamado a la pureza y no al abandono a los instintos, en ello el arte juega un
papel esencial. El matrimonio representa el camino de redención del corazón
Tercer ciclo. Cristo se remonta o apela a la resurrección. El hombre está llamado a resucitar, el Papa
invita a levantar la mirada de los quehaceres humanos para concentrarse en la tarea principal: la
vocación personal a la resurrección. Esto cambia la perspectiva del matrimonio y le da sentido de
redención e ilumina el amor humano. Representa la divinización del hombre.

Segunda parte Tríptico de los estados de vida


El Papa va aterrizando lo anterior hacia la vocación universal al amor, el misterio del
matrimonio y las consecuencias éticas y morales de la vocación humana al amor.
Cuarto ciclo. La continencia por el Reino de los cielos y la posibilidad y sentido de la virginidad
consagrada y el celibato, como expresiones del amor y no de la renuncia. La virginidad y el
matrimonio se iluminan mutuamente, son expresiones de la única vocación humana que es el amor.

13 Una buena síntesis es Y. SEMEN, La sexualité selon Jean-Paul II, Presses de la Renaissance, Paris 2004. En
español: La sexualidad según Juan Pablo II, Desclée de Brower, Paris, 2005.
La virginidad es un continuo recuerdo de la vocación del hombre a la resurrección, a ser como
ángeles y servir a Dios
Quinto ciclo. El matrimonio es una alianza de amor, un mysterion (sacramentum) o proyecto divino
sobre el matrimonio. Lo iluminan los Profetas, está ya en el Génesis pero lo instituye Cristo,
haciendo del matrimonio el misterio de salvación. El papa explica la dimensión del signo dentro del
sacramento y su significado para la vida de los cónyuges. La liturgia del cuerpo ocupa un lugar
privilegiado y representa una novedad: las relaciones sexuales son el modo de dar gloria a Dios si
son fruto del amor de entrega total. El matrimonio es el sacramento primordial y a la vez da la fuerza para
sobrellevarlo convirtiéndolo en camino de redención.
Sexto siclo Las catequesis son una propedéutica a la Humanae vitae, sólo después del recorrido
se entienden las cuestiones morales, se desprenden connaturalidad. En la actualidad no basta con
dar las indicaciones morales, hay que justificarlas. No se entiende la familia y la fidelidad sino
después del camino recorrido desde la evidencia y la revelación. Karol Wojtyła es un verdadero y
auténtico revolucionario sexual. Se entiende así problemas como la paternidad responsable, la
regulación de la natalidad y la procreación asistida. Igualmente se desprende la espiritualidad del
matrimonio a la luz de la mutua consagración y del don de sí.

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