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Drinking with the Incas: organic residue analyses of ceramics from Northwest Argentina View project
All content following this page was uploaded by Marco Antonio Giovannetti on 28 January 2016.
Aylen Capparelli
Verónica Lema
Marco Giovannetti
Las plantas han sido y son un recurso de vital importancia a través de la historia
de la humanidad. El descubrimiento, la exploración y colonización del Nuevo Mundo,
dio origen al nacimiento de una nueva disciplina: la etnobotánica. Ésta es definida por
Hashberger en 1895 como el estudio del uso de las plantas por los pueblos primitivos y
aborígenes. En 1941, Jones formalizó un campo de investigación entre el conocimiento
de la humanidad y el uso del componente vegetal, definiendo a la etnobotánica como "el
estudio de las interrelaciones entre el hombre primitivo y las plantas" (Jones 1941). El
concepto de Jones de etnobotánica rápidamente se expandió para incluir tanto al hombre
en el pasado como a las culturas contemporáneas, cualquiera fuese su nivel de
complejidad. A la disciplina que aborda la relación entre el hombre y el componente
vegetal en el pasado se la llama paleoetnobotánica (Helbaek 1959) o
arqueoetnobotánica y su objeto de estudio lo constituyen los restos arqueológicos
vegetales. Ambas disciplinas requieren para su desarrollo que los investigadores estén
familiarizados con las técnicas, métodos y abordajes tanto de la Antropología como de
la Botánica. En Argentina la paleoetnobotánica tiene su surgimiento a partir del trabajo
de tesis de D´Antoni (1978) y aunque es una disciplina en crecimiento, sus aportes son
aún escasos (ver Capparelli et al. 2002).
a. Sistemas de control del Estado. Una de las cuestiones que más interesan para este
capítulo es analizar de qué manera los Inka articulaban cada nueva región que era
incorporada al Tauwantinsuyu, las cuales poseían características climáticas, topográficas,
biogeográficas y agroproductivas propias. En este sentido es conocido que ellos tenían
conocimientos astronómicos que les permitían calibrar las estaciones, los solsticios y los
meses por medio de pilares de piedra (gnomon), cuyas sombras servían como indicadores
solares. Su calendario se regía según la interrelación de factores astronómicos y climáticos
con el ciclo de importancia relativa de las divisiones sociales y religiosas (Zuidema 1980).
Sería probable, como dice Murra (1987), que hayan existido distintos observatorios en
diversas partes del reino con el objetivo de calibrar los ciclos agrarios propios de cada una
de ellas. Por otra parte, según interpreta Earls (1976), el alto grado de articulación político-
económica entre las poblaciones componentes del Tawantinsuyu se logró mediante la
coordinación ecológico-calendárica del cultivo del maíz, ya que además de los cálculos
solares y lunares, las características agroproductivas de las distintas regiones se definían en
función de la variedad de dicha especie que crecía en forma óptima en cada una de ellas.
No obstante este profundo conocimiento y dominio de la agricultura del maíz, los Inka
dejaban la regulación de los tubérculos a cargo de las organizaciones tradicionales locales,
lo cual lleva a pensar que tenían conciencia de las limitaciones del Estado con respecto al
mantenimiento del equilibrio económico ante el acontecimiento de circunstancias
extraordinarias y no predecibles. Este mismo autor considera que el eficiente manejo que
los Inka hacían de los diferentes pisos ecológicos permitió que la organización político
económica del Tawantinsuyu se sustentara sobre tres niveles de control. El primero,
basado en el cultivo del maíz, mantenía el equilibrio del sistema político mediante los
mecanismos calendáricos y tecnológicos que organizaban la redistribución eficiente de la
plusvalía. El segundo nivel de control estaba basado en la autonomía de las etnías locales
sobre la regulación del cultivo de tubérculos y en su redistribución local. El tercer sistema
de control para la organización y conservación de la plusvalía, que mediaba entre estos dos
sistemas de niveles agrícolas, era la crianza de camélidos. Su función era más compleja
que una simple reserva de proteínas destinadas a una eventual distribución, ya que eran
parte de uno de los mecanismos de administración -si se considera su rol como animales
de carga- que incrementaba el volumen de transporte, y, por ende, la eficiencia de la
articulación económica en los dos primeros sistemas de control.
b. Principales plantas cultivadas. Según Murra (1968), los cultivos andinos por
excelencia fueron los tubérculos microtérmicos, que se podían plantar por arriba de los
3800 m.s.n.m., donde las heladas no permitían cultivos templados. Éstos son por ejemplo
algunas variedades o cultivares de papa (Solanum tuberosum); oca (Oxalis tuberosa); año
o mashua (Tropaeolum tuberosum); ulluco u olluco (Ullucus tuberosus); maca (Lepidium
meyenii). También jugaron un papel muy importante dada su riqueza en almidón y su alto
valor proteico la quinoa (Chenopodium quinoa); qañiwa (Chenopodium pallidicaule) y
kiwicha (Amaranthus caudatus) (Hunziker 1952). El maíz (Zea mays), de clima templado,
fue cultivado a gran escala en la sierra con la llegada de los Inka; éstos lo convirtieron en
un cultivo estatal al que incorporaron la andenería a gran escala, los sistemas de riego y
fertilizantes. Para los Inka el maíz tenía linaje real y fue utilizado principalmente para
elaborar chicha con fines ceremoniales y de hospitalidad.
Las leguminosas como el purutu (Phaseolus vulgaris var. vulgaris), el pallar
(Phaseolus lunatus), el maní (Arachis hipogea) y el tarwi (Lupinus mutabilis) formaban
también parte de la dieta junto con otros frutos como el zapallo (Cucurbita maxima y C.
moschata), la tuna (Opuntia ficus-indica), el tomate (Licopersicum esculentum) y el ají
(Capsicum spp.). El cultivo de coca (Erithroxylon spp.) era muy importante por sus
propiedades estimulantes, así como el del algodón (Gossipium spp.) para realizar tejidos
(Cobo [1653] 1890).
Donde las condiciones ambientales eran más extremas se plantaba la papa amarga
que por su lenta maduración se empleaba exclusivamente para elaborar chuño, moraya o
tunta. En líneas generales estos productos consistían en dejar congelar y descongelar
naturalmente varias veces el tubérculo (lo cual hace que el agua se libere fácilmente como
consecuencia de la rotura de las paredes celulares) para luego almacenarlo por largo
tiempo (Mamani 1985, Murra 1987).
La tierra era trabajada ayllu por ayllu con tacllas o bastones plantadores, y de la
cosecha una parte se destinaba al Zapa Inka, otra al culto solar, otra a la nobleza y la
última era para consumo de los campesinos (Murra 1987). En otros capítulos de esta obra
se ha señalado la importancia del ayni, la minga y la redistribución en las estructuras
sociales y políticas del universo indígena, tanto anteriores como durante el dominio inka.
c. El almacenaje. Anteriormente a la instalación del Estado Inka ya las comunidades
poseían un sistema de almacenaje local de sus productos alimenticios. Con el
advenimiento de los Inka el almacenaje adquirió mayor relevancia dado que formaba
parte del sistema de redistribución del Estado. La producción “excedente” de una
población autosuficiente se acumulaba en depósitos llamados collcas que luego el
Estado disponía según su criterio para diferentes fines: se destinaba a regiones
circunstancialmente deficitarias, se sostenían las expediciones militares, se alimentaba a
los linajes reales o se entregaban en forma de dádivas y mercedes (Morris 1972, 1985,
Murra 1987, Le Vine Y. Terry 1992, Núñez de la Torre 1994). Cobo menciona que
estos depósitos estaban llenos de todas las cosas que los pueblos tributaban: “...gran
cantidad de maíz, quínua, chuño, frísoles y otras legumbres; Vicuñas, y ropa de
diferentes maneras, de lana, algodón y pluma; zapatos que ellos llaman ojotas; armas
conforme a las que en las provincias usaban, para proveer á la gente de la guerra
cuando pasaba de unas partes á otras; y gran copia de todas las demás cosas que en
todo el reino tributaban al Rey, hasta de conchas de la mar coloradas, que se llevaban
al Cuzco desde Túmbez, más de trescientas leguas para hacer chaquira, que eran unas
cuentas muy delicadas que parecían coral...” Cobo ([1653] 1890:258-59). Garcilaso de
la Vega ([1609] 1960) también se refiere a los depósitos reales como aquellos:
“...donde encerraban bastimento, armas, ropa de vestir y calzado...”.
Las collcas podían ser de planta circular (en general para maíz) o cuadrada (en
general para papa) y poseían vanos de acceso estrechos orientados coincidentemente
con la dirección de los vientos más frescos. Ventanas y pisos especiales también
favorecían su refrigeración para una mejor conservación de los alimentos. El objetivo
era protegerlos de las temperaturas extremas. Sus paredes eran de piedra o adobe y el
techo de ichu (Morris 1985, Raffino 1991). El maíz era depositado dentro de platos,
mates (Yacovleff y Herrera 1934) o cántaros para protegerlo de los roedores; y la papa,
por el contrario se disponía en capas separadas por paja.
Leyendas de ilustraciones
1: Ubicación y topografía del Bolsón de Pipanaco. A-A´: transecta de vegetación.
2: Perfil topográfico donde se observa la fisonomía de la vegetación y las especies
dominantes de cada comunidad a lo largo de la transecta A-A´, descripta en la Fig. 1.
3, A-C: Principales comunidades vegetales del Bolsón de Pipanaco. A. Bosque abierto
de Prosopis flexuosa. B. Jarillal de Larrea cuneifolia. C. Bosque de Celtis tala en la
quebrada del Río Quimivíl.
4: Restos vegetales recuperados de El Shincal. A. Semillas (s) y endocarpos (e) de “el
árbol”. B. Endocarpos de chañar. C. Endocarpos de mistol. D. Frutos de Solanum sp. 1.
E. Semillas de algodón. F. Rizomas de guaycurú. G. Granos de maíz. H. Marlos de
maíz. I Cotiledones de poroto pallar (p) y común (c). J. Semilla (s) y pedúnculo (p) de
zapallo. K. Granos de cebada (c) y de trigo (t). L. Endocarpos de durazno.
5 y 6: Collcas aéreas del monte de Santiago del Estero (Arg.) y de la región de
Chocloca (Bol.), utilizadas en la actualidad para almacenar marlos de maíz y algarroba.
7: Diagrama de collcas registradas en el NOA, observadas por Sánchez Oviedo en 1936
en Catamarca.