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Orad, ayunad y haced penitencia, pueblo mío; porque muy pronto mi creación
se vestirá de luto y habrá llanto y dolor por doquier. Pueblo mío, las armas de
destrucción masiva de las grandes potencias de este mundo, tienen la
capacidad de destruir mi creación en fracciones de minutos. Por eso, os pido
que oréis, ayunéis y hagáis penitencia, pidiéndole a vuestro Padre que detenga
la expansión y alargue de la guerra; de vuestras oraciones y súplicas
dependerá que los días de guerra se alarguen o se acorten.
No soy Yo, vuestro Padre, quien os enviará el flagelo de la guerra; son los
reyes de este mundo los que quieren expandir sus dominios y disminuir gran
parte de la población mundial. La guerra la aprovecharán para fumigar el cielo
de muchas naciones con la muerte silenciosa. Gases letales, virus de
enfermedades y otros gases nocivos para la salud, serán esparcidos en el aire
de muchas naciones tercermundistas y su objetivo será disminuir la población
de estas naciones. Todo esto se llevará a cabo bajo la complacencia de sus
gobernantes.
¡Ay de vosotros mortales, porque el día grande y terrible del Señor se acerca!
¡Despertad y vestíos de sayal; echaos cenizas en la cabeza y haced penitencia;
para que esos días de dolor, desolación y muerte, pasen lo más pronto
posible!. Preparaos Pueblo mío, porque los días de guerra están llegando.
Permaneced firmes en la fe; orad y confiad en vuestro Dios, para que podáis
superar esta prueba. Si así lo hiciereis, os aseguro que estos días pasarán para
vosotros como un sueño.