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´-MOMENTO DE ADORACIÓN EUCARÍSTICA-

FUERA DE MISA~
“No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos,
cosecharemos los frutos a su debido tiempo”. (Ga 6,9)
(Papa Francisco-Mensaje Cuaresma 2022-)

I. EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO


Se introduce la adoración al Santísimo con un canto eucarístico. Puestos todos de rodilla, y el que
dirige hace la estación al Santísimo diciendo:

II. DEPRECACIONES
Todos:
Te adoramos, Santísimo Señor Jesucristo, aquí, ahora y en todas tus iglesias que hay
en todo el mundo, y te bendecimos, pues por tu santa Cruz redimiste al mundo.

V. Hermanos: tributemos toda reverencia y todo honor al Santísimo Cuerpo y Sangre


de Nuestro Señor Jesucristo, en quien todas las cosas que hay, en cielo y tierra han sido
pacificadas y reconciliadas con el Dios Omnipotente.
Todos: Amadle, reverenciadle y honradle.

V. ¡Dios mío, yo creo, yo adoro, yo espero y te amo!


¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te aman!
V. En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado,
Todos: El corazón amoroso de Jesús Sacramentado.
Se dice: Padre nuestro… Dios te salve María… y Gloria al Padre y al Hijo…

V. Señor Jesús, mediante la virtud de la Fe, creemos que Tú eres nuestro Dios, eres
nuestra Salvación; socorre nuestra Nación mexicana, y renuevanos con la fuerza de tu
amor. Transfórmanos, para que con la fuerza de tu Palabra salgamos victoriosos frente
a las tentaciones del maligno enemigo.
V. Sea por siempre bendito y adorado Cristo, Nuestro Señor Sacramentado.
Todos: Nuestro Rey por los siglos de los siglos.
V. Señor Jesús, mediante la virtud de la Esperanza, confiamos que Tú eres nuestra
fortaleza; eres nuestro consuelo en el sufrimiento. Fortalécenos; haznos capaces de ser

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testigos de tu compasión y perdón. Úngenos con tu amor para liberarnos del dominio
del mal; para no tener miedo ante la adversidad y abrirte las puertas de nuestro corazón.
Se dice: Padre nuestro… Dios te salve María… y Gloria al Padre y al Hijo…

V. Alabemos y demos gracias en cada instante y momento.


Todos: Al Santísimo y Divinísimo Sacramento.
V. Señor Jesús, mediante la virtud de la Caridad, Tú eres nuestro Gozo; eres nuestro
compañero en el camino, Luz en nuestra oscuridad. Infunde en nuestros corazones la
caridad, para sacudirnos el yugo del miedo que nos paraliza. Fortalécenos para que te
contemplemos como el Señor de nuestra vida, la misma vida que recibimos cuando
renacimos en el agua y el Espíritu.
Se dice: Padre nuestro… Dios te salve María… y Gloria al Padre y al Hijo…

Concluye la estación al Santísimo, con un canto eucarístico. Pausa en silencio.

III. ESCUCHA DE LA PALABRA


Oración “Absorbeat” atribuía a san Francisco
V. ¡Oh Señor! te ruego
R. Que el ardor abrasador y dulcísimo de tu amor, tanto absorba mi mente, librándola
de todo apego terrenal, que pueda morir yo por amor de tu amor; ¡oh Tú! que por amor
de mi amor te dignaste morir. Amén.
Enseguida se hace la proclamación del texto bíblico.

PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías: 58, 9-14.
Cuando compartas tu pan con el hambriento, brillará tu luz en las tinieblas.

Si apartas de ti todo yugo, si no delatas y no acusas en falso, si partes tu pan con el


hambriento, si sacias el hambre del indigente, resplandecerá en las tinieblas tu luz, y lo
oscuro de ti será como mediodía. Te guiará Yahvé de continuo, saciará tu hambre en los
sequedales, dará vigor a tu cuerpo y serás como huerto regado, como manantial de
aguascuyo cauce nunca falla. Reconstruirás tus antiguas ruinas, cimientos hace tiempo
abandonados; te llamarán reparador de brechas, repoblador de lugares arrasados.
Si dejas de comerciar en sábado, de hacer tu negocio en el día santo; si consideras al
sábado tu delicia y lo honras como consagrado al Señor; si lo respetas sin pensar en tus
asuntos, no buscando el interés de tus negocios, entonces te deleitarás en el Señor: te
elevaré por las alturas de la tierra y te alimentaré con la heredad de tu padre Jacob.
Palabra de Dios. R. Te alabamos Señor.

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SALMO
Del salmo 85
R. Señor, enseñame a seguir fielmente tus caminos.
Presta oído, Señor, respóndeme, que soy desventurado y pobre;
guarda mi vida, que yo te amo, salva a tu siervo, confío en ti. R.

Tú eres mi Dios, tenme piedad, pues clamo a ti todo el día;


anima la vida de tu siervo,pues por ti suspiro, Señor. R.

Tú, Señor, eres bueno e indulgente, rico en amor con los que te invocan;
Yahvé, presta oído a mi plegaria, atiende a la voz de mi súplica. R.

Te invoco cuando estoy angustiado, pues tú me sabes responder;


Señor, ningún dios como tú, no hay obras como las tuyas. R.

Todas las naciones que has hecho se postrarán ante ti, Señor;
pues eres grande y haces maravillas, tú solo eres Dios.R.
SEGUNDA LECTURA
De los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos.
(Salmo 60,2-3: CCL 39,766)

Dios mío, escucha mi clamor, atiende a mi súplica. ¿Quién dice esto? Parece que uno
solo. Pero veamos si es uno solo: Te invoco desde los confines de la tierra con el corazón
abatido. Por tanto, no se trata de uno solo, a no ser en el sentido de que Cristo, junto con
nosotros sus miembros, es uno solo. ¿Cómo puede uno solo invocar a Dios desde los
confines de la tierra?
Quien invoca desde los confines de la tierra es aquella herencia de la que se ha dicho al
Hijo: Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra.
Por tanto, esta posesión de Cristo, esta herencia de Cristo, este cuerpo de Cristo, esta
Iglesia única de Cristo, esta unidad que formamos nosotros es la que invoca al Señor
desde los confines de la tierra. ¿Y qué es lo que pide? Lo que hemos dicho antes: Dios
mío, escucha
mi clamor, atiende a mi súplica; te invoco desde los confines de la tierra, esto es, desde
todas partes.
¿Y cuál es el motivo de esta súplica? Porque tiene el corazón abatido. Quien así clama
demuestra que está en todas las naciones de todo el mundo no con grande gloria, sino
con graves tentaciones. Nuestra vida, en efecto, mientras dura esta peregrinación, no
puede verse libre de tentaciones; pues nuestro progreso se realiza por medio de la
tentación y nadie puede conocerse a sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si

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no ha vencido, ni puede vencer si no ha luchado, ni puede luchar si carece de enemigo
y de tentaciones.
Aquel que invoca desde los confines de la tierra está abatido, más no queda
abandonado. Pues quiso prefigurarnos a nosotros, su cuerpo, en su propio cuerpo, en el
cual ha muerto ya y resucitado, y ha subido al cielo, para que los miembros confien
llegar también a donde los ha precedido su cabeza.

Así pues, nos transformó en sí mismo, cuando quiso ser tentado por Satanás.
Acabamos de escuchar en el Evangelio cómo el Señor Jesucristo fue tentado por el
diablo en el desierto. El Cristo total era tentado por el diablo, ya que en él eras tú tentado.
Cristo, en efecto, tenía de ti la condición humana para sí mismo, de sí mismo la salvación
para ti; tenía de ti la muerte para sí mismo, de sí mismo la vida para ti; tenía de ti ultrajes
para sí mismo, de sí mismo honores para ti; consiguientemente, tenía de ti la tentación
para sí mismo, de sí mismo la victoria para ti.

Se tiene un breve momento de silencio, para la meditación del texto bíblico.


Se introduce la meditación con un canto apropiado.

IV. REFLEXIÓN PASTORAL


Lector: Del S.S. Papa Francisco, “Diálogo entre generaciones, educación y trabajo:
instrumentos para construir una paz duradera”. LV jornada mundial de la paz, enero
de 2022. (Roma, Vaticano, 8 de diciembre de 2021)
“Diálogo entre generaciones para construir la paz”.
En un mundo todavía atenazado por las garras de la pandemia, que ha causado
demasiados problemas, «algunos tratan de huir de la realidad refugiándose en mundos
privados, y otros la enfrentan con violencia destructiva, pero entre la indiferencia egoísta
y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo. El dialogo entre las
generaciones».
Todo diálogo sincero, aunque no esté exento de una dialéctica justa y positiva, requiere
siempre una confianza básica entre los interlocutores. Debemos recuperar esta confianza
mutua. La actual crisis sanitaria ha aumentado en todos la sensación de soledad y el
repliegue sobre uno mismo. La soledad de los mayores va acompañada en los jóvenes
de un sentimiento de impotencia y de la falta de una idea común de futuro. Esta crisis es
ciertamente dolorosa. Pero también puede hacer emerger lo mejor de las personas. De
hecho, durante la pandemia hemos visto generosos ejemplos de compasión,
colaboración y solidaridad en todo el mundo.
Dialogar significa escucharse, confrontarse, ponerse de acuerdo y caminar juntos.
Fomentar todo esto entre las generaciones significa labrar la dura y estéril tierra del
conflicto y la exclusión para cultivar allí las semillas de una paz duradera y compartida.

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Aunque el desarrollo tecnológico y económico haya dividido a menudo a las
generaciones, las crisis contemporáneas revelan la urgencia de que se alíen. Por un lado,
los jóvenes necesitan la experiencia existencial, sapiencial y espiritual de los mayores;
por el otro, los mayores necesitan el apoyo, el afecto, la creatividad y el dinamismo de
los jóvenes.

V. Dios de amor, estamos desconcertados por la violencia en el mundo, y especialmente


ahora por los actos de guerra en Ucrania.
R. Haz que nos solidaricemos con los que sufren, y que hoy viven con miedo y angustia.
V. Sostén la esperanza de todos los que en esta querida parte del mundo buscan la justicia
y la paz.
R. Envía el Espíritu Santo, el Espíritu de la Paz, para inspirar a los líderes de las naciones
y a todos los pueblos. Hermano Alois, comunidad Taizé.

Se puede hacer una reflexión homiletica. Y se concluye este moemento con un canto apropiado.

IV. ALABANZA EUCARÍSTICA

V. Verdadero Dios y verdadero hombre, realmente presente en este Santo Sacramento.


R. Te adoramos, Señor.
V. Nuestro Salvador, Dios-con-nosotros, fiel y rico en misericordia.
R. Te adoramos, Señor.
V. Rey y Señor de la creación y de la historia.
R. Te adoramos, Señor.
V. Vencedor del pecado y de la muerte.
R. Te adoramos, Señor.
V. Amigo del hombre, resucitado y vivo a la derecha del Padre.
R. Te adoramos, Señor.
V. Hijo único del Padre, bajado del cielo para nuestra salvación.
R. Creemos en ti, Señor.
V. Médico celestial, que te inclinas sobre nuestra miseria.
R. Creemos en ti, Señor.
V. Cordero inmolado, que te ofreces para redimirnos del mal.
R. Creemos en ti, Señor.
V. Buen Pastor, que das tu vida por el rebaño que amas.
R. Creemos en ti, Señor.
V. Pan vivo y medicina de inmortalidad, que nos da la vida eterna.
R. Creemos en ti, Señor.

Se tiene un breve momento de silencio para la alabanza personal.

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V. ORACIÓN DE PETICIÓN

V. Hermanos elevemos nuestras súplicas confiadas a Dios, por medio de Jesús


sacramentado, para pedir por su Iglesia, por nuestras necesidades y las de todos los
hombres. Diciendo juntos: Padre Bueno escúchanos.
Diferentes participantes dicen las intenciones.

L.1. Los primeros años de la vida del Señor estuvieron marcados por la violencia y la
masacre bajo el poder imperial.
Oremos: por los niños que viven en lugares del mundo donde aún hoy persiste la
violencia, cuyas consecuencias son concretas y palpables. R.

L.2. Fortalece, oh, Señor, los lazos de unidad y amor mutuo entre nuestras Iglesias y
ayúdanos a cooperar y a dar testimonio de tu santo nombre.
Oremos: para que el Señor avive en nosotros el deseo de trabajar sin cesar en la
defensa de los oprimidos y los marginados. R.

L.3. Seguimos padeciendo y sufriendo grandes pruebas y dolores a causa de la


pandemia.
Oremos: por la Iglesia Universal, para que siga caminado eclesialemente y que
ninguno se salva a sí mismo, sino que sólo amándote a Ti y a los hermanos es posible
edificar tu reino en esta tierra. R.

L.4. Así como la Sagrada Familia tuvo que emigrar a través del desierto y se convirtió
en refugiada en la tierra de Egipto.
Oremos: por todos los refugiados y las personas desarraigadas que buscan
hospitalidad, acogida y refugio de vida digna. R.
L.5. Para que quienes compartimos el pan de la Palabra.
Oremos para que un día podamos superar las diferencias que aún nos mantienen
distanciados de la misma mesa de la Eucaristía. R.
L.6. Durante este mes de marzo la Iglesia nos pide e invita a que Oremos para que los
cristianos, ante los nuevos desafíos de la bioética, promuevan siempre la defensa de la
vida a través de la oración y de la acción social R.
Se pueden agregar algunas suplicas de intención.

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L. 7. Jesús, Príncipe de la Paz, te rogamos por los heridos en los ataques violentos, los
niños, jóvenes, mujeres, hombres, personas inocentes. Oremos para que el médico de las
almas sane su cuerpo y corazón, que se sientan fortalecidos por tu consuelo. R.

V. Todo esto te lo pedimos y te rogamos nos concedas, Señor y Dios nuestro, haz que
nuestros ojos estén siempre fijos en Ti para que no perdamos nuestro camino, unidos a
tu divino Hijo. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.

Breve pausa en silencio, se concluye este momento con un “canto de acción de gracias.”
El que dirige invita a la asamblea a decir la siguiente oración por la paz.

VI. ORACIÓN FINAL

Dios omnipotente y misericordioso, Señor del Universo y de la historia humana.


Todo lo que has creado es bueno, y tu compasión por el hombre, que te abandona una y
otra vez, es inagotable.
Venimos hoy a implorarte que ampares al mundo y a sus habitantes con la paz, alejando
de él el destructivo oleaje del terrorismo, restaurando la amistad y derramando en los
corazones de tus criaturas el don de la confianza y la prontitud para perdonar.
Dador de la vida, te pedimos también por todos los que han muerto, víctimas de los
brutales ataques violentos. Concédeles la recompensa y la alegría eternas. Dios, Eterno
Padre, escucha compasivo esta oración que se elevamos hacia Ti entre el estruendo y la
desesperación del mundo. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.
Papa Francisco, Oración durante la visita a la Basílica de San Francisco, 2016.

V. Señor Jesús:
Todos: nosotros al ver con ojos corporales el pan y el vino, vemos y creemos firmemente
que es tu santísimo Cuerpo y Sangre vivo y verdadero; así vienes diariamente a nosotros
en humilde apariencia, descendiendo del seno del Padre al altar en manos del sacerdote.
(Adm 1, 21.16-19.22)

Canto final, puestos de rodillas, para recibir la bendición con el Santísimo Sacramento.

VII. BENDICIÓN Y DESPEDIDA


V. Nos diste el pan del cielo
Todos: Que contiene en sí toda delicia

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Oremos:
A quienes creemos y confesamos que en este sacramento está realmente presente
Jesucristo, quien para redimirnos nació de la Virgen María, padeció muerte de cruz y
resucitó de entre los muertos, concedenos, Dios nuestro, obtener de Él nuestra eterna.
que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.
A continuación, dice las alabanzas de desagravio:

Bendito sea Dios.


Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre.
Bendito sea el nombre de Jesús.
Bendito sea su sacratísimo Corazón.
Bendito sea su preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la madre de Dios María santísima.
Bendita sea su santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María virgen y madre.
Bendito sea san José su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus ángeles, en sus santos y en todas sus criaturas. Amén.

V. Dios Todo Poderoso, Padre-Hijo-Espíritu Santo; nos gauarde de todo mal.


Nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R. Amén.

Reserva del Santisimo y canto final.

Templo “San Francisco de Asís”


Convento de Ntra. Sra. Del Refugio
San Pedro Garza García, N.L.,
Marzo 2022.

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