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FUERA DE MISA~
“No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos,
cosecharemos los frutos a su debido tiempo”. (Ga 6,9)
(Papa Francisco-Mensaje Cuaresma 2022-)
II. DEPRECACIONES
Todos:
Te adoramos, Santísimo Señor Jesucristo, aquí, ahora y en todas tus iglesias que hay
en todo el mundo, y te bendecimos, pues por tu santa Cruz redimiste al mundo.
V. Señor Jesús, mediante la virtud de la Fe, creemos que Tú eres nuestro Dios, eres
nuestra Salvación; socorre nuestra Nación mexicana, y renuevanos con la fuerza de tu
amor. Transfórmanos, para que con la fuerza de tu Palabra salgamos victoriosos frente
a las tentaciones del maligno enemigo.
V. Sea por siempre bendito y adorado Cristo, Nuestro Señor Sacramentado.
Todos: Nuestro Rey por los siglos de los siglos.
V. Señor Jesús, mediante la virtud de la Esperanza, confiamos que Tú eres nuestra
fortaleza; eres nuestro consuelo en el sufrimiento. Fortalécenos; haznos capaces de ser
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testigos de tu compasión y perdón. Úngenos con tu amor para liberarnos del dominio
del mal; para no tener miedo ante la adversidad y abrirte las puertas de nuestro corazón.
Se dice: Padre nuestro… Dios te salve María… y Gloria al Padre y al Hijo…
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías: 58, 9-14.
Cuando compartas tu pan con el hambriento, brillará tu luz en las tinieblas.
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SALMO
Del salmo 85
R. Señor, enseñame a seguir fielmente tus caminos.
Presta oído, Señor, respóndeme, que soy desventurado y pobre;
guarda mi vida, que yo te amo, salva a tu siervo, confío en ti. R.
Tú, Señor, eres bueno e indulgente, rico en amor con los que te invocan;
Yahvé, presta oído a mi plegaria, atiende a la voz de mi súplica. R.
Todas las naciones que has hecho se postrarán ante ti, Señor;
pues eres grande y haces maravillas, tú solo eres Dios.R.
SEGUNDA LECTURA
De los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos.
(Salmo 60,2-3: CCL 39,766)
Dios mío, escucha mi clamor, atiende a mi súplica. ¿Quién dice esto? Parece que uno
solo. Pero veamos si es uno solo: Te invoco desde los confines de la tierra con el corazón
abatido. Por tanto, no se trata de uno solo, a no ser en el sentido de que Cristo, junto con
nosotros sus miembros, es uno solo. ¿Cómo puede uno solo invocar a Dios desde los
confines de la tierra?
Quien invoca desde los confines de la tierra es aquella herencia de la que se ha dicho al
Hijo: Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra.
Por tanto, esta posesión de Cristo, esta herencia de Cristo, este cuerpo de Cristo, esta
Iglesia única de Cristo, esta unidad que formamos nosotros es la que invoca al Señor
desde los confines de la tierra. ¿Y qué es lo que pide? Lo que hemos dicho antes: Dios
mío, escucha
mi clamor, atiende a mi súplica; te invoco desde los confines de la tierra, esto es, desde
todas partes.
¿Y cuál es el motivo de esta súplica? Porque tiene el corazón abatido. Quien así clama
demuestra que está en todas las naciones de todo el mundo no con grande gloria, sino
con graves tentaciones. Nuestra vida, en efecto, mientras dura esta peregrinación, no
puede verse libre de tentaciones; pues nuestro progreso se realiza por medio de la
tentación y nadie puede conocerse a sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si
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no ha vencido, ni puede vencer si no ha luchado, ni puede luchar si carece de enemigo
y de tentaciones.
Aquel que invoca desde los confines de la tierra está abatido, más no queda
abandonado. Pues quiso prefigurarnos a nosotros, su cuerpo, en su propio cuerpo, en el
cual ha muerto ya y resucitado, y ha subido al cielo, para que los miembros confien
llegar también a donde los ha precedido su cabeza.
Así pues, nos transformó en sí mismo, cuando quiso ser tentado por Satanás.
Acabamos de escuchar en el Evangelio cómo el Señor Jesucristo fue tentado por el
diablo en el desierto. El Cristo total era tentado por el diablo, ya que en él eras tú tentado.
Cristo, en efecto, tenía de ti la condición humana para sí mismo, de sí mismo la salvación
para ti; tenía de ti la muerte para sí mismo, de sí mismo la vida para ti; tenía de ti ultrajes
para sí mismo, de sí mismo honores para ti; consiguientemente, tenía de ti la tentación
para sí mismo, de sí mismo la victoria para ti.
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Aunque el desarrollo tecnológico y económico haya dividido a menudo a las
generaciones, las crisis contemporáneas revelan la urgencia de que se alíen. Por un lado,
los jóvenes necesitan la experiencia existencial, sapiencial y espiritual de los mayores;
por el otro, los mayores necesitan el apoyo, el afecto, la creatividad y el dinamismo de
los jóvenes.
Se puede hacer una reflexión homiletica. Y se concluye este moemento con un canto apropiado.
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V. ORACIÓN DE PETICIÓN
L.1. Los primeros años de la vida del Señor estuvieron marcados por la violencia y la
masacre bajo el poder imperial.
Oremos: por los niños que viven en lugares del mundo donde aún hoy persiste la
violencia, cuyas consecuencias son concretas y palpables. R.
L.2. Fortalece, oh, Señor, los lazos de unidad y amor mutuo entre nuestras Iglesias y
ayúdanos a cooperar y a dar testimonio de tu santo nombre.
Oremos: para que el Señor avive en nosotros el deseo de trabajar sin cesar en la
defensa de los oprimidos y los marginados. R.
L.4. Así como la Sagrada Familia tuvo que emigrar a través del desierto y se convirtió
en refugiada en la tierra de Egipto.
Oremos: por todos los refugiados y las personas desarraigadas que buscan
hospitalidad, acogida y refugio de vida digna. R.
L.5. Para que quienes compartimos el pan de la Palabra.
Oremos para que un día podamos superar las diferencias que aún nos mantienen
distanciados de la misma mesa de la Eucaristía. R.
L.6. Durante este mes de marzo la Iglesia nos pide e invita a que Oremos para que los
cristianos, ante los nuevos desafíos de la bioética, promuevan siempre la defensa de la
vida a través de la oración y de la acción social R.
Se pueden agregar algunas suplicas de intención.
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L. 7. Jesús, Príncipe de la Paz, te rogamos por los heridos en los ataques violentos, los
niños, jóvenes, mujeres, hombres, personas inocentes. Oremos para que el médico de las
almas sane su cuerpo y corazón, que se sientan fortalecidos por tu consuelo. R.
V. Todo esto te lo pedimos y te rogamos nos concedas, Señor y Dios nuestro, haz que
nuestros ojos estén siempre fijos en Ti para que no perdamos nuestro camino, unidos a
tu divino Hijo. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.
Breve pausa en silencio, se concluye este momento con un “canto de acción de gracias.”
El que dirige invita a la asamblea a decir la siguiente oración por la paz.
V. Señor Jesús:
Todos: nosotros al ver con ojos corporales el pan y el vino, vemos y creemos firmemente
que es tu santísimo Cuerpo y Sangre vivo y verdadero; así vienes diariamente a nosotros
en humilde apariencia, descendiendo del seno del Padre al altar en manos del sacerdote.
(Adm 1, 21.16-19.22)
Canto final, puestos de rodillas, para recibir la bendición con el Santísimo Sacramento.
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Oremos:
A quienes creemos y confesamos que en este sacramento está realmente presente
Jesucristo, quien para redimirnos nació de la Virgen María, padeció muerte de cruz y
resucitó de entre los muertos, concedenos, Dios nuestro, obtener de Él nuestra eterna.
que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.
A continuación, dice las alabanzas de desagravio: