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Aun cuando la postura frente a estos hechos facticos resulta inmutable para
Ecopetrol, pretendiendo que tales daños ambientales no existen como efecto de
sus acciones, resulta imposible encubrirlas en el presente, pues el desastre
ambiental del Casanare junto con antecedentes a este como las exploraciones
conocidas como el lorito 1, en el Guamal, Meta; en las cuales previa a la
exploración se desconoció el descontento de las comunidades, aun cuando estas
recurrían a vías legales como el derecho de petición interpuesto por la corporación
Cormacarena para establecer cuál sería el impacto de tales obras, obteniendo
respuestas vagas y ambiguas por parte de la empresa; también, posteriormente a
la explotación se intentó encubrir la contaminación de los afluentes,
desconociendo su responsabilidad respecto a los vertimientos de crudo y otros
residuos de alta toxicidad.
La exploración sísmica es una técnica bastante eficaz, pues las ondas viajan a
velocidades diferentes a través de la corteza terrestre; al determinar las diferentes
velocidades, los geólogos pueden establecer que capas pueden ser perforadas y
a que profundidad; el problema de esas exploraciones, cuando son realizadas en
tierra firme, radica en su afectación al nivel freático de las aguas, pues las
explosiones generan agrietamientos e inestabilidad del suelo, creando túneles por
los cuales se filtrará el agua de los pozos que sirven como bebederos para los
animales; dejando así en entredicho los supuestos esfuerzos realizados por
Ecopetrol para obtener su reconocimiento por la norma ISO 14000, que expresa
cómo establecer un Sistema de Gestión Ambiental (SGA) efectivo; la cual ante las
evidencias actuales demostraría una búsqueda de la empresa por dar una imagen
que no corresponde con la realidad. Adicional a lo anteriormente expuesto se
observa como la responsabilidad social de dichas multinacionales en la región
resulta inexistente, pues además de la destrucción masiva del entorno, no se
observa ninguna inversión en obras públicas que contribuyan a un desarrollo
social para la comunidad afectada.
Este articulo inherente al derecho a la vida, determina que solo puede ser
sustentable la protección a este derecho fundamental bajo condiciones básicas en
las cuales el medio ambiente pueda proporcionar unos mínimos, que resultan
abiertamente violentados por las políticas de gobierno, el cual a causa de su
carente capacidad de desarrollar una economía auto sostenible, ampara la
producción de su producto interno bruto a la perpetuación de un modelo
económico basado en la exportación de materias primas y recursos energéticos,
anulando todo desarrollo de diversas fuentes de producción interna, alimentadas
por las mejoras educativas, para su posterior implementación en el desarrollo de
tecnologías; conforme a esto se pueden comprender mejor las incisivas razones
del gobierno Uribe por estandarizar la educación nacional, propendiendo por una
menor ingreso al mercado laboral de profesionales, a través de la des
estimulación financiera a la educación superior, redirigiendo parte de estos
recursos a educación técnica que pueda ser útil al modelo de economía primaria.
Artículo 8: “Es obligación del Estado y de las personas proteger las riquezas
culturales y naturales de la nación.”; conforme a este artículo, el desastre
ambiental del Casanare resulta en una prueba irrefutable de prevaricato por parte
del poder ejecutivo; pues los planes de gobierno resultan flagrantemente
contrarios al espíritu normativo anteriormente citado.