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(8) FOLLETINES DE "CARAS Y CARETAS'

MISTERIOS DEL ANARQUISMO


(Revelaciones sensacionales del «detective» inglés WíIIiam Wallace)
POR ANTONIO S A N C H Í J Z RUIZ

(Continuación)

— Voy á hacer llamar al gobierno civil para que nos metidos en ellos, pero no me place la fácil diversión
manden á los inspectores Aldao y Mocho; lo mejor que atascar las cárceles de gente inofensiva. ..
tenemos en el cuerpo de policía. El señor ministro me miró con sorpresa, pero no P
—• A propósito, señor ministro; si usted me pusiera dio su gravedad. „
en comunicación con. el señor gobernador de Madrid, — Perfectamente, señor Wallace. El go^i^^^^.,*; ¡j^a
no tendría porqué distraer á usted más de sus queha- majestad confía en el completo éxito de la nobiUS
ceres. ¿No le parece? misión que se ha^ impuesto y hace constar por mi ^
— Ah, no — replicó con gesto de e x t r a ñ e z a ; — a q u í ducto el profundo agradecimiento con que ^^^^^ ^nla
soy yo la primera autoridad y yo lo dispongo todo. esfuerzos eñ pro del bienestar de la patria ^^P^^T-jé
Además, al gobernador se le ha muerto un muchacho hoy encarnado en su joven rey y en la incompara
estos días y no está para nada. princesa que va á compartir el trono con él.
Mi objeto que, como comprenderán los lectores, era El señor ministro saludó ceremoniosamente, ^'^^ .^_
ver si la segunda autoridad de Madrid estaba menos tisíecho de sí mismo, sin duda, y volvió P^'®*^'Pj ^gg-
atareada que la primera en la preparación de los fes- mente á sus quehaceres, que le esperaban en el
tejos reales, se vio burlado por la fatalidad. pacho contiguo, según se dignó decirnos. ^^^
— Esperen ustedes, pues, — añadió el señor ministro Un portero nos condujo por unos pasillos ostre •
dirigiéndose al secretario de la embajada inglesa y á y sombríos á otro más amplio y salimos á la calle eí
mí — á que lleguen los inspectores de. policía. cretario de la embajada, los dos inspectores y yo-

Aldao y Mocho se inclinaron profundamente como abrumados por el ataque


oratorio del señor ministro.

Saludó precipitadamente y salió corriendo del gabi-


nete donde nos encontrábamos, para dirigirse á un des- En la Puerta del Sol aquél se despidió afectuosa-
pacho inmediato, desde donde empezó á gritar órdenes. mente de mí.
Mi compatriota y yo, al quedarnos solos, nos mira- — ¿Va usted á empezar sus investigaciones?
mos sonriendo, por todo comentario, y tomamos asiento. — Inmediatamente.
A la media hora volvió á entrar en el gabinete el se-
ñor ministro, seguido de dos hombres. — Déjese ver por la embajada.
—-Aquí tiene usted á los inspectores Aldao y Mocho, — Creo que lo necesitaré á menudo.
señor Wallace. Mucha suerte en la aventura.
Y dirigiéndose á ellos: — Gracias. Adiós.
— Adiós. iiis-
— Quedan ustedes á las órdenes de este caballero y
le obedecen en todo como á mí mismo. Se trata de — Ahora, señores — dije dirigiéndome á los dos R la
descubrir y capturar anarquistas peligrosísimos y espe- pectores de policía — IOF ruego que me conduzcan sos-
ro que demuestren ustedes el celo, la inteligencia y el cárcel para que veamos á todos los detenidos por
valor que requiere el servicio que se les encomienda, pechas de terrorismo fulminante.
para honra de la policía española y bien de la patria. — Estamos á sus órdenes — respondió Mocho.
Los dos inspectores se inclinaron profundamente, co- Subimos á un coche.
mo abrumados por el ataque oratorio del señor ministro. — Por cierto que no va á ser pequeña su tare
— Usted, señor Wallace, — continuó éste dirigiéndo- dijo Aldao.
se á m í — p u e d e venir todas las noches al ministerio — j, Son muchos los detenidos? pa-
de doce á una de la noche, para darme cuenta del re- — •Incalculables. pji-
sultado de sus investigaciones. Esa es la única hora que - - ¿ P e r o es qiíe ya los anarquistas se confabulan los,
^^
mis tareas de director de las fiestas reales me dejan ra atacar en legión 1 l Forman cuerpos disciplí" son
libre y la destino á que la policía nacional y extranje- ellos, rebeldes á toda disciplina? ¿Qué novedades
ra me notifique las capturas do gente sospechosa veri- éstas que ahora hacen erupción en España? ntes-
ficadas durante el día. Espero — y hablo en nombre Aldao se echó á reir y Mocho refunfuñó entre die
del gobierno de su majestad — que usted, cilyas insupe- . — La verdad es que nos ponemos en ridículo. -^e
rables dotes conocemos, se distinga sobre todo's en este — ¿Pueden decirme si todos los detenidos, au ^^
útilísimo trabajo de eliminación de elementos tildados l'O hayan sido en otros puntos cualquiera de Espan .
de aeratismo. encuentran en la cárcel de Madrid?—-pregunte ^ ' QZ-
Le interrumpí. — Sí, señor; son traídos aquí para que los rec ^^_
— Mil perdones, señor ministro. Yo desbarataré, si can los representantes de la policía extranjera y
puedo, tres gravísimos complots anarquistas, fraguados otros mismos — contestó Aldao. . -loncia
en Londres contra las vidas del rey y de la futura —• La policía de Barcelona ejercerá una ^^^ jjj.is-
reina de España y trataré de capturar á los compro- rigurosísima en estas circunstancias sobre los ter
tas de la capital catalana, ¿verdad?

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