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Lucas 9:51-56
9:51 Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó
su rostro para ir a Jerusalén.
9:52 Y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una
aldea de los samaritanos para hacerle preparativos.
9:53 Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén.
9:54 Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que
mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?
9:55 Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de
qué espíritu sois;
9:56 porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los
hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.
saludarle o verle a la cara. Peor hablar con una samaritana y además con la
reputación que tenía esta mujer, pero Jesús lo hizo y por eso el asombro de la
mujer y de los discípulos.
Jesús usa muchas veces ejemplos de samaritanos para confrontar a los judíos
por su religiosidad, la cual era más importante para ellos que ayudar al prójimo.
Cuando Jesús habló del buen samaritano esto era una ofensa para los judíos
porque Jesús lo puso como ejemplo de bondad y demostrándoles cómo ellos
se justificaban a sí mismos por ser hijos de Abraham, pero no obedecían ni
amaban su prójimo.
Jesús les dio un ejemplo a los fariseos de un hombre de Israel que fue asaltado
y herido y por ladrones y pasando por allí un levita y un sacerdote ignoraron al
herido, pero un samaritano que pasaba por allí lo llevó a un mesón y le vendó
las heridas.
Dios quiere que con este pasaje nos entreguemos a compartir sin mirar que si
me cae bien o no las personas, solo debemos compartir su palabra y si
recibimos un mal modo o algo parecido no permitamos que nuestra ira aflore
sino que mejor los bendigamos y demos la vuelta a seguir el camino de
extender su palabra