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EL MANO NEGRA

Dominio público

Cierta vez una maestra entra al salón, se da cuenta que en el pizarrón hay una frase que dice: “LA
MAESTRA ES UNA PROSTITUTA”. Ante tal ofensa la mentora se molesta mucho y pide a los niños que le
digan quién fue el grosero que escribió semejante burrada. De los niños presentes en ese momento, no
obtuvo respuesta alguna. Al sonar la campana entraron todos los niños del grupo, lo primero que
escucharon; los gritos de la profesora.
—¡Quién de ustedes escribió semejante grosería!
—¡No es posible que me hagan esto, si tan buena que he sido con ustedes! —replica ella.
—¡Díganme quien fue!, ¡mandaré a traer al director, si con él no se puede resolver, traeré a la policía
para que le den un escarmiento a este grosero; mal alumno!
Ante los gritos de la maestra, los niños permanecían callados y extrañados. Al darse cuenta la profesora
que no había podido controlar su enojo; respira profundamente y dice:
—No vendrá el director, no vendrá la policía, solamente díganme quién fue, para darle su merecido
castigo —los niños seguían en silencio.
Nuevamente la maestra reflexionó sobre su forma de actuar y ya más serena expuso:
—Sólo quiero que digan quien fue, porque si no me lo dicen; el niño quién haya sido y no ha tenido el
valor de confesarlo se le va a podrir la mano, sí, la mano se le va poner negra y fea. Andará por todos
lados con la mano negra, se van a burlar de él. Le dirán: «¡ahí va el mano negra!» Cuando vaya por las
tortillas le gritarán: «¡mano negra!», a la hora del recreo; «¡ven mano negra!»; mano negra por aquí y
mano por allá. ¡Qué vergüenza!
—¿Quieren ustedes que se les pudra la mano? —los niños callados, no hacían comentario alguno.
Ante el éxito no obtenido; la profesora ya muy rebajada de humos y convencida del hermetismo;
propuso:
—Al culpable de este hecho no se le va a castigar; pero tendrá que pasar a borrarlo y para que no
sepamos nos vamos a poner bocabajo sobre el pupitre. A la cuenta de tres cerramos los ojos y nos
ponemos bocabajo y el niño que haya escrito esta fea frase que pase a borrarla; así, nadie fue y todo
como al principio.
Los niños con un gesto de voluntad aceptaron la propuesta de la maestra. Y efectivamente a la cuenta
de tres los niños y la maestra cierran los ojos y se colocan sobre sus respectivas mesas. Al momento se
escuchan pasos hacia el pizarrón. Después de ciertos movimientos hechos en la pizarra se escuchan
nuevamente pasos de regreso al mesabanco. La maestra cuenta a tres y pide a los niños que se
incorporen. ¡Sorpresa!, en el pizarrón había otra frase que decía:
¡¡¡CHINGUE SU MADRE LA MAESTRA; EL MANO NEGRA, NO SE RAJA!!!

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