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Edltorlnl UOC
@ 40 Los adolescentes en el siglo XX! 41 Capitulo L La adolescencia:...
• @ Editorial UOC

hace suyo la burguesía, y de aquí se exportará hacia arriba; a la nobleza, que pier­ aportan a la economía familiar; surge otra visión pros�ectiva: los hijos ª no na­
de intluencía en la vida social con el advenimiento de la burocracia, la industria !
cen con un pan debajo del brazo sino con un porvenzr. Es por esta razon por lo
y el comercio; y hacia "abajo", a las clases mene�tero�as que se incorporarán a ... que la herencia de familia patriarcal se anticipa a la manera de inversión: los
la escuela a comienzos del siglo XX. �
f jf¡· i.,.;;iWHtW hijos (no tanto a las hijas) se les dará una habilitación en formcL de estud10s Y
· · ': carreras. La consecuencia global de todo ello es que la función económica de los
· •: ,. · 'r U hijos deja paso a nuevas funciones que son afectivas y simbólicas: la perpetua-
ción del linaje y el sentimiento de orgullo paterno/materno.
2. De lla Revoh.ndón F:rancesa a !a Revolución Inidl.ustdal: Una vez más, hay que insistir en que ésta no es una conmoc10n , .
. , traumatica,
:finales de! sigfo XVIII a :finales den sigfo xrx sino una paulatina transformación que inician las clases favorecidas y que, sólo
., y. ya bien en1.Tado el siglo xx, se hará extensible a los h jos o nietos de lo p oleta­
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rios de la Industrialización. Vamos a detallar ahora como la adolescencia-¡uven­
La Revolución Francesa marca el fin de l'Ancien Régime. Es el umbral (y deto­ . tud de cada uno de estos dos grandes estratos sociales experimenta esta mutación.
nante) de los cambios, en la vida socioeconómica y en el ámbito mental, que
verán la luz en el periodo que la sigue. El siglo XIX se nos presenta así como el
. escenario de una lenta pero irresistible mutación económico�social (la Indus­
trialización) que va a repercutir decisivamente en la fa:nlilia y, subsiguientemen­ 2.1. laadoll.escencia y juventud en. las dases trabajadoras
te, en sus hijos adolescentes o jóvenes. Ya hemos avanzado que los progresos de ..•
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la industrialización corren parejos con la regresión y lenta disolución del régi•


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La instauración de las manufacturas éaseras, que caracteriza la fase de proto­
rnen patriarcal !amiUar. Ahora bien, el alumbramiento de una nueva forma de
industrialización europea, se prolonga hasta bien entrado el siglo XIX. El crec:i­
vida y relaciones familiares que el siglo XIX trae consigo no se da con el mismo
miento demográfico desbordante que la acompaña obedece a una lógica: a ma­
dramatismo en quienes viven en el ámbito de la subsistencia que en los que po­
yor número de hijos, mano de obra más abundante y mej�r e��nomía fam�li�r.
seen tierras o disfrutan de los beneficios de la producción industrial. En unos y
Paradójicamente, esto mismo actúa de freno a la generaltzac1on del maqmms­
otros, el papel de los hijos es radicalmente distinto¡ también son distintas las ac­
mo ya que inicialmente era más rentable la producción repartida entre muchas
tividades que a éstos les son asignadas. Para captar la honda transformación que
ma�os que intensificada en lá máquina. La fábrica, que acabará por triunfar, im­
sufre la familia basta contraponer, en breves trazos, el régimen patriarcal a la fa.
milla moderna, El primero está ligado a la tierra como bien material y simbólico¡ plica concentración de obreros, y ya en el segundo c:uarto del siglo empieza la
la unidad sodal es la familia-hogar, a cuya pervivencia todos los miembros deben emigración masiva hacia los complejos industriales que circundan las ciudades
0 que se constituyen ellos mismos en pequeñas aglomeraciones (por ejemplo,
contribuir; su persistenc:ia generacional se logra a través de la herencia, entendida
ésta conio traspaso de bienes materiales (tierras, dinero, ... ). En contraste, la fa. las colonias textiles en Cataluña).
milia que se delinea en los siglos XVI!l y XIX en las clases pudientes basa su estatus Las tensiones, a la vez centrípetas y centrífugas, a que se ven sometidas las
social no en la posesión de la tierra (aunque ésta sigue siendo simbólicamente un familias se intensifican, En Jo que respecta a las primeras, es obvio el interés por
bien preciado), sino en actividades profesionalizadas: producción, gestión, admi­ retener el mayor tiempo posible a los hijos e hijas jóvenes, dada su contribución
nistración, etc, Esta profesionalización la detenta el cabeza de familia, con lo a la economía familiar¡ pero la parte del salario que guardan éstos les permite
cual se convierte en la única fuente de recursos (monetarios). Dentro de las fa. gozar de un cierto poder adquisitivo y ello actúa de Incentivo para independi­
milias, hijos e hijas empiezan a ser considerados en sí y no en función de lo que zarse totalmente, casarse y constihür una nueva unidad de producción y consu-
© Editorial UOC 42 Los adolescentes en el siglo XXI © Editorial UOC .¡3 Capitulo l. la adolescencia:"

mo. A la espera de consumar este propósito, el estado de semidependencia de fábricas de Manchester, en 1816, trabajaban 6.253 niños frente a 6.687 adul­
los jóvenes se va relajando; adoptan costumbres hasta ahora reservadas a los tos, de los cuales las tres cuartas partes eran mujeres. Se calcula que hacia 1825
adultos, como el juego y la frecuentación de tabernas. También el sexo se hace los niños constituían en Inglaterra el 25% de la fuerza de trabajo, En 1897, tra­
más libre, en parte porque las muchachas entran en intensa competición por el oajaban en las industrias francesas 223.385 adolescentes varones y 210.182
matrimonio. Aunque no es consecuencia directa de esto último, los demógrafos adolescentes mujeres (PeÚot, 1996). En ambos países se da, a lo largo del siglo
constatan un incremento notable de hijos ilegítimos. La razón última radica en x1x, un intenso movimiento filantrópico que busca mejorar las condiciones de
que en los noviazgos se prolongan indefinidamente a falta de medios para for• vida y de salubridad de los hijos de los trabajadores. Una ley de 1841 prohíbe,
malizarse. en Francia, que hasta los dieciséis años trabajen tos domingos ni más de doce
Persisten las sociedades de jóvenes (compagnunages) y sus tradiciones de fies­ horas diarias; en 1892 se prohíbe contratar en las fábricas a menores de trece aflos.
tas y algaradas nocturnas, pero su capacidad de convocatoria empieza a cana­ De todos modos, ésta era, aproximadamente, la edad en que tradicionalmente
lizarse hacia objetivos más políticos: manifestaciones y revueltas reclamando chicos y chicas entraban a trabajar como asalariados, coincidente con el rito de
salarios más elevados, exigiendo la abolición de los privilegios de los gremios y paso de su primera comunión. Estos hitos y estas medidas legislativas que"se toma­
la supresión del celibato para acceder al grado de Maestro, Glllis sostiene que ron invocando un crecimiento inacabado o una menor resistencia a la fatiga con­
las revoluciones y movimientos de protesta de la primera mitad del siglo XIX tribuyen a perfilar a lo largo del siglo una categoría de trabajadores más jóvenes (de
son el efecto de la tremenda desazón (incertidumbre y desesperanza) que inva­ los doce a los dieciséis o de trece a dieciocho años) que se corresponde a la adoles­
dió a los que vivían del trabajo de sus manos ante las transformaciones de la cencia" (Perrot, 1996).
modernización industrial: "Las muchedumbres de 1830 y 1848, como anterior­ Dentro del taller artesano, la vida tampoco era fácil para Rstos muchachos. Si
mente las de 1789 [en Francia], estaban compuestas mayormente por respeta­ entraban allí a la manera de los aprendices tradicionales, se veían sometidos
bles artesanos ya establecidos, comerciantes y aprendices de grado superior que a los abusos de los patronos o a la brutalidad de los obreros adultos. En muchos
luchaban a la defensiva, aunque con las armas de la democracia, contra un casos, se veían obligados a realizar faenas puramente materiales sin ningún
mundo que percibían cada vez mas extraño. Los que se iniciaban en esas acti•
aprendizaje en contrapartida. Las deserciones y la búsqueda de un nuevo traba­
vidades o buscaban entrar en ellas fueron los que más ardientemente se com­
jo eran proverbiales, lo cual creó una imagen de juventud rebelde y desaprensi­
prometieron" (Gillis, 1981).
va (en ocasiones revolucionaria), Otros muchos adolescentes se iniciaron en
Éste es el marco socioeconómico en que ha de ubicarse la adolescencia-ju­
el trabajo de la mano de sus padres, también obreros. Era la herenda que podían
ventud de una gran masa de europeos a lo largo del siglo XIX. Sin exageración,
dejarles. Michelle Perrot (1996) ofrece una larga lista de oficios y trabajos en los
puede afirmarse que la industrialización reposa, en gran medida, sobre el tra­
que "los obreros recl¡1taban de preferencia a sus hijos, a los que enseñaban las
bajo de los niños y mujeres, primero en la familia unidad de producción y lue­
artes del oficio": cinteros, esquiladores, guanteros, ebanistas, cuchilleros, curti­
go en la fábrica. Las primeras fábricas funcionaban en régimen de reclusión. Allí
dores, fábricas de porcelana, altos hornos, minería, etc.
eran materialmente encerrados los huérfanos, los aprendices recogidos en las pa­
rroquias, y otros niños y obligados a trabajar al lado de vagabundos, trabajadores
"Los jóvenes se veían a la vez protegidos y dirigidos, apoyados y gobernados por esa �,
temporeros, delincuentes y mujeres sin familia. Aunque también encuadraba a realidad ambivalente que es la familia. La cual, inmersa en una serie de obligaciones
varones adultos, la fábrica provocaba en los nacidos en la tradición artesana un encontradas, se esforzaba por optimizar sus recursos y decidía muchas cosas: la for­
intenso rechazo por la pérdida de personalidad, la disciplina del ritmo de produc­ mación, el empleo, la colocación, los desplazamientos, el uso del salario, la marcha y
la formación de nuevas parejas, ... "
ción y la indignidad de trocar sus habilidades de manufactureros por un salario.
El autor de quien extraemos este comentario, Levine (1987), añade que en las Perrot (1996). Lrt juventud obrl!m. Del taller a lo fiíbrim.
112 ADOLESCENCIA Y CLÍN1CA PSICOANALÍTICA CONFUCIOS,DESAFÍOSYPROCESAMIENTOS ENLAADOLESCENGA 113

que esta sea experimentada en el cuerpo" . 1 Si bien el niño Insisto en la �dolescencia no corno etapa, noción rnás li­
imagina e inviste su futura adolescencia desde antes de los gada a lo cronológico y sucesivo, ni corno crisis signada por
cambios puberales, se trata solo de idealizados proyectos, ex­ un rnornento crítico donde priman las nodones de agrava­
presiones de deseo bajo la égida del principio del placer, miento, desorden y riesgo antes que la de mejoría. La concibo
corno tantas ensoñaciones diurnas en la Latencia cuyo rol en como l1I1: pr<:>_ceso -en tanto adquisiciones, progreso-, corno
la dinámica psíquica ya conocernos. Estas anticipaciones no una reestructuración, consolidación y especialización de las
inician los profundos cambios estructurales de la adolescen­ inst��ias_psfcilllcas�y a la vez l.!llª_Ilov_eclosa rela�i6r::t:_i!lt�!sis­
cia; comenzarán recién con las señales concretas de la puber­ t��_ca. Esta promueve una complejización del psiquismo y
tad. Es similar a lo que señalaba Sigmund Freud respecto del una modificación de los modos de relación con otros y el me­
duelo: no puede anticiparse, es un proceso que se instala a dio social, no signados por pasos sucesivos y encadenados,
partir de la pérdida, no antes. sino por procesamientos simultáneos con preeminencias mo­
A diferencia de quienes plantean la adolescencia solo mentáneas de alguno, conectados, y al rnisrno tiempo relati­
corno psiquización de la pubertad, la concibo cornO!Jl7. pro­ vamente independientes, pero que ejercen influencias mutuas.
ceso psíquico, iniciado a partir de las rnodific_ac:�()17.es corpo­ Este proceso, por rnornentos rnás tumultuoso y en otros rnás
rales, el incremento pulsional y la creciente-genitalización, y calmo, lleva algunos años, a partir de los cuales la_9rgª1liza­
que quiebra el equilibrio intersistérnico arduamente logrado ción psíquica resultante influye largarnent� en la vidª.
en el período de Latencia. Este desajuste plantea una se_rie Centraré mi análisis en_ l()s pr?c��os�rn�!ªE�ic_- 9_lógi!:'.os
de cortllict?s2_ que desafían3 al joven sujeto a realizar_� ar­ propios de la adolescertcia, a partir de !!e§ ejes organizado­
duo trabajo psíquico; se desarrollan así procesa��entos en res-de corrientesde trabajo psíquico: I) sobre el impacto de
distintos campos y momentos que no solo integran loscc1.:rp.­ los cambios corporales sobre el psiquismo; u) sobre familia,
bios corporales, sino también reestructurélll _las_inst�ncias identificaciones e historia, y III) sobre autoridad, autonomía
psíquicas, su interjuego, la elección de objetos y su 1nundo y subjetivación.
relacional-social.
1 Raymond Cahn, "Le processus de subjetivacion á l'adolescence", en Maja
EJE I: SOBRE EL IMPACTO DE LOS C AMBIOS CORPORALES
Merret-Catipovic y Franc;ois Ladame (dirs.), Adolescence et psychanalyse: une his­
toire, París, Delachaux et Niestlé, 1997. EN EL PSIQUISMO
2 El término "conflicto" se usa aquí como: "Lo más recio de un combate. Pun­
to en que aparece incierto el resultado de la pelea". Y también según su sentido
figurado: "Apuro, situación desgraciada y de difícil salida".
Quien no se mueve, no siente las cadenas.
3 Me refiero a "desafiar" en tanto "retar, provocar a singular combate", y tam­ RosA LUXEMBURGO
bién según su sentido :figurado: "Oponerse una cosa a otra, por ejemplo, el bote
a las olas". Fácilmente podemos aplicar este concepto a lo psíquico en diversos
momentos o situaciones de la vida que se les plantean a las personas, tanto en su Los intentos de teorizar desde lo fenoménico, con sus des­
mundo interno como en su relación con otros o la sociedad. cripciones conductuales, o desde la clínica y psicopatología
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(con su ,-..-�-~~ catálogo de síntomas, síndromes y cua­ provenien_t�d�k> ex!(:'r_iors lo supei:__3c en t@to escapa al.do­
dros), no alcanzan para entender el fenórn�_ve_doso y minio del yo. Recordemos la ardua labor que significó en la
diferen��!__<Oldv����ert_t9_p_u"lJ_erciJ__en UD_RS�Slp__Q_�lati- Latencia lograr ese equilibrio y control del cuerpo, tanto por
vamente equilibrado en la Latencia y una-- irnage1,
-- -- c_orp�oral el yo corno por sus sensaciones y emociones.
esta:bilizada: qu�-¡e-ve jaqueada. El ad�enirn!<:�_!o puberal produce en el yo cierto desdo­
Los comienzos del pasaje de la Latencia a la adolescen­ bl_am�ento. Siente _!l{iev�s e inte1.1._s;s sensaciones, ::¡_ue reacti­
cia, en los inicios de la pubertad, se sintetizan en este frag­ van las representaciones previas, pero a su vez .r; o alca-¡;zan
mento escrito por la inspirada y sutil pluma de Jean-Jacques pa:r�significarlas-:-EI ptib-er siente que
aigo-pasa: �:i;·;;;u
Rousseau: cuerpo", pero por momentos duda si lo que exp�rirnenta
proviene de ét le pertenece o es ajeno a él, o viene del exte­
Pero el hombre en general no está hecho para permanecer por rior. El yo (cuya sede es el cuerpo) no puede dar cuenta del
siempre en la infancia. Hay en suerte un tiempo prescrito por la fenómeno; fracél�a �:r,- SU.',_inte�!_os de dominarlo y logra en­
naturaleza; ese momento de crisis, si bien bastante corto, tiene cauzarlo solo parcialmente. Esto genera impotencia frente a
largas influencias [ ...] Como el bramido del mar precede de lo que "le ocurre" que a su vez lo coloca en �a posición de
1

lejos la tempestad, esta borrascosa revolución se anuncia por el observador pasi�o e inoperante. Ante cierta vivencia de aje­
murmullo de pasiones nacientes: una fermentación sorda ad­ nidad y desprotección frente al embate pulsional creciente
vierte el acercamiento del peligro. Un cambio en el humor, y las modificaciones corporales continuadas, se genera
arrebatos frecuentes, una continua agitación anímica tornan al cierta de_s9rg<ll1ización en el psiquismo. El yo, desconcer­
niño casi indisciplinable. Deviene sordo a la voz que lo tomaba tado y desbordado� produce- coro.o
defensa una regresión}'i
dócil: es un león en su fiebre, desconoce su guía, él no quiere en la que se reactivan todos los elementos de su psicÓs-ex�a­
más ser gobernado.4 lida�fan!ilyta�bié_;;_ d·e modalidades yoicas, que op�;�
de-�anera alternante y por momentos confusa. 6 En algunos
Es importante destacar que aunque el niño deseara y espe­ casos, se intensifica el desdoblamiento, y la vivencia de aje-
rara con intensidad los cambios puberales, estos lo i�pactan
5 Peter Blos (La transición adolescente, Buenos Aires, Amorrortu, 1981) ha in­
y desubican, en la medida en que ocurren inexorablemente sistido sobre lo que denominó "regresión normativa" (al servicio del desarrollo).
en tiempo y forma incontrolable para ét lo que �yiz-ª--y Esto ha sido criticado por otras corrientes, en la medida en que no correspon­
despierta sentimientos de irnp9_t_e�a�ión. Se trata de día stricto sensu con la definición freudiana de regresión, lo cual es quizás cier­
to. No obstante, es útil el concepto para dar sentido a lo observable en el joven
algo:' _que _s_e le inlpone, lo que explica esa vivencia cQ_rn()
11

desde lo psicodinárnico, teniendo en cuenta que es una regresión parcial, y el


yo puede aún dirigir las conductas habituales.
6 Un ejemplo de esto es el joven que dice: "Cuanto más crezco, más chan­
4 Jean-Jacques Rousseau, Emilio o de la educación, 1762, citado en Annie Bi­ cho me vuelvo" (en referencia a sus pensamientos y actitudes anales). Podemos
rrau.,-x, L'adolescent face a son corps, París, Universitaires, 1990, p. 16 [trad. esp.: El captar que ese yo en parte está sumido en la regresión, mientras que puede ob­
adolescentefrente a su cuerpo, Valencia, Abisal, 2007]. servar, captar, significar y expresar metafóricamente lo que siente que ocurre
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nidad se torna hostil y manifiesta con un matiz francamente de�de aquello que fue y lo transforma en alguien diferente.
paranoide. No solo cambia la morfología externa, las modificaciones
Tanto en lo físico corno en lo psíquico, se produce en el jo­ glandulares y endocrinas; esto promueve una m<:>_dific_ac:ión
ven una peculiar confluencia dialéctica er1tre el cu�rp_o � y neogé11,_esis ta_I1to de repres�.ntacio11_esL élfec!os� �§q _ 11eII1a e
_ �til
que se aleja, conocido en su forma, sus acciones y sensaciones, imagen del cuerpo, del lugar que s� otorga a lé!_ genj.taHdad y
fantasrnatizado en la sexualidad, que fue sedimentando en su relació_n con el placer, y de la potencialidad de s� _ r proge­
su historia singular, y un cuerpo que _emerge en transforma­ nitor. Este trabajo de elaboración psíquica atañe a todas y
ciones inesperadas, con sensaciones diferentes, misterioso res­ cada una de las estructuras y a su interjuego, así como a la re­
pecto a su consolidación y avance en la madurez genital. Las lación del joven con su entorno y la soóedad.
alteraciones corporales, así como la tensión entre el cuerpo y En general se ha enfatizado el impacto del cambio corpo­
la psiquis, se juegan en un escenario donde se alternan y en­ ral, o su genitalización, y no se ha considerado adecuada­
tremezclan: el niño que se aleja, el niño que aún persiste, el mente el hecho de que el �,i:�c:in:rien_t_2 e�_diferente a�pr�vio y
joven que está emergiendo, el adulto que todavía no es, un sus consecuencias psíquicas. El crecimiento de los niños a
partir del año se produce de manera global., . paula.tina y armó­
creciente despertar de capacidades efectoras y genitaliza­
ción, con un público que alienta, critica, exige, limita, ofrece, nica. Se los ve más grandes pero no diferentes. Digamos me­
etcétera.7 tafóricamente que son sucesivas ampliaciones de una misma
De lo dicho hasta aquí quiero resaltar el hecho de que se foto, con ligeros retoques. En cambio, en la pt:i:_12_�:rtª-.Q el creci­
presenta un peculiar entramado entre lo conocido, lo nove­ miento es por partes., brusco, con embateiy ��cesos; es disar­
doso y lo porvenir, es decir que -se pl�nte� �a ;b.-nultaneidad rnónico entre las distintas partes del cuerpo y en sus tiempos.D
que acopla sensaciones, imágenes, fantasmatizaciones, repre­ Así, el púber no se reconoce al verse reflejado en el es­
sentaciones, etc., de un pasado y un presente que se proyec­ pejo, no ve su "foto'' , sino una "caricatura"�- como si proyec­
tan a un futuro. Destaco este fenómeno porque se contrapone tara su imagen en un espejo cóncavo o convexo que la
con la teoría de los duelos que he planteado en el capítulo an­ deforma. Esto genera angustia y da cuenta del frecuente mi­
terior. En síntesis, existe un desconcierto y una desorganiza­ rarse en el espejo, muen.as-veces malentendido como narci­
ción (que bordean a veces lo caótico) que el yo arduamente sismo exacerbado o momento psicótico. Se trata en realidad
tratará de solventar. del desconcierto porque no se reconoce plenamente en esa
El aparato psíquico se ve confrontado con un difícil y imagen,-fde!!e�<:>r por cómo sigue el cambio, lo que pro­
continuado trabajo para dar cuenta de eso nuevo que emerge mueve la recurrencia al espejo con la expectativa de reencon-

8 Sabemos, por ejemplo, que primero crecen los miembros y luego el torso,

frente a lo puberal (Peter Blos, Psicoanálisis de la adolescencia, México, Joaquín lo que rompe el equilibrio entre esas partes; también en el rostro se agrandan
Mortiz, 1971, cap. m). la nariz y las orejas antes que los huesos cráneo-faciales; el pene crece primero
7 Annie Birraux, L'adolescentface a son cor s, op. cit. longitudinalmente y luego se engrosa, etcétera.
p
CONFUCIOS, DESAFÍOSYPROCESAMIENTosENLAADOLFSCENCIA 125
ADOLESCENCIAY CLÍNICA PSICOANALITICA
124

real (que despliega la cola haciendo ostentación). De allí, pro­ . Cuando la pubertad adviene en la forma antedicha la in­
tensidad de las emociones y los afectos irr umpe vi;lenta­
vie n e el tér mino c ol o qu ial se pavonea", en re ferencia a
II
mente, dificultando los circuitos de procesamiento estableci dos
aquellos que se muestran.
Y las estructuras productoras de sentido, y minan do el narci­
D e este modo, más allá de ser la se de de sensaciones, ex­
s!5m o trófico y el sentimiento de i dentidad. El grado y la cua­
citaciones y placer, el ct1erpo se convier te en un, Ill.ec�io_ C()mu::­
l idad d el desajuste dependerán de la singulari dad de la
ajcacional para lograr desper tar y re tener el int erés por el
��toria del suje to; en particular, de la cuali dad de sus adqui­
otro, p�ticularmente en el plano sexual. La importan cia del otr o
s1c10nes tempranas, la solidez de sus basamentos narcisísticos 19
tien de a plasmarse como recip ro ci dad, en tanto e l logro de
el desenlace e dípico, cómo se desarrolló el trabajo de Laten�a
mi obtención de plac�r también depen de de alguien que es­
en cuanto a la ampliación de sus recursos yoicos, la primacía
pera satisfacción. Desde otra perspectiva, la respuesta del ob­
sublimatoria sobre las d efensas y la funcionalidad op erativa
jeto e_s i!nportante en la regt.tlac:i_§n de la m1t9es_t:i-Ina e imagen
del preconsciente .2º
de s í mi sm o; si es p ositiva, re fuerza e l investimento nar ci­
L os sentimi entos de sorpres a, pasivi dad e impotencia
si sta y la reerotización corp oral; caso contrar io, produce de­
frente a la revolu ción p uberal, el h echo de ser f orzado a ha­
cepción, desvalorización y ruptur a de contacto cor poral.
bitar e se cuerp o, n o o tro, que de familiar y dominable se
El púber se ve y e� :qiirélclo de _!11:cl_nera dif�rente, se c:lesen­
torna extraño, in de tenible, inmodificable e incontrolable en
cuentra _con Sll uriag':l_l p r�via de sf, reacc��na_ �():tl cie:L"t�p�r­
el cambio, remiten alj9ven a la depencienci<1Jllfantil respecto
plejidad. Estas vivencias y estos desajustes antes considerados,
de sus padres, lo que le p ro vo ca ambivalentes actit udes, de
que atentan contra el sentimiento de integridad y el dominio
su�ión o con ductas de fens ivas y reacti�as-detechazo. En
del propio cuerp o, conmueven los basam entos_ narc:_i�ísticos y
tanto avanzó s u desarr ollo, la c aptación de sus crecient es
generan labilidad en la organización psíquica. Cuando la pu­
potenciali dades físicas tanto d el vigor m uscular com o de la
bertad es temprana, brusca, intensa y en un corto lapso , se
posibilidad genital, o sea, de p0<;ier dañar físicam ent e a otro
torna claramente traumática y sus efectos son más intensos
y d e realiz__ar �_!s_�to, l o c ol oca en un¡ yiveI1.c:ia_ _c!�riesg<2._ e n
que los ya mencionados. Representa para el sujeto ��­
cuan�o_él Sll posibl�_g.�sb ord� e:ri}o_s actos. E_s_!o :r-_e_pJ_antea-la
ria narcisística c onsi derable, en tanto el yo desbordado no
r eactivacla_ ce>_:r�fl i_ctiva e dípica, ya que si en la infancia es
puede amortiguar el impacto y tramitarlo psíquicamente rá­
l a expresión fantasmatizada de un deseo, en la ad olescencia
pido para encarar respuestas adecuadas; se siente inoperant e
puede llegar a concretarse . C r imen �_incestQ s9n enton<::_�s
e inerme, con la consecuente pérdi da de autoestima, dificul­
tándose c onsi derablem e nt e la int egr ación, significación y 19 Philippe J a
� �et y Maurice Corcas, Évolutíon d es problématiqu es ii
pr ogresión de los cambios.18 ,
l ad�lesce��e, �ans, Dom, 2001; Philippe Jearnmet, "Lo que se pone en juego de
las identificac10nes en la adolescencia", en n/A_ Psicoanálisis con Niños y Adoles­
centes, núm_ 2, 1992, PP- 41-57.
20 Véase el capítulo rr en este libro.
18 Véase capítulo n, donde me he explayado sobre este tema.

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