Está en la página 1de 2

Para los occidentales nos resulta llamativo e ingenioso el arte de crear con papel todo tipo de figuras

con determinados dobleces. Es una afición que se ha convertido en una pasión para muchos, por las
bellas formas que se logran. Ya lleva siglos de existencia y por ello, tiene una historia muy rica,
formando parte esencial de algunas costumbres japonesas.

Determinar la fecha del nacimiento del origami (ori, plegado; kami, papel) es algo prácticamente imposible;
dadas sus características, debe adoptarse como punto de referencia la elaboración de la primera hoja de
papel. Sin embargo, aunque el papiro y el pergamino  utilizados con anterioridad al papel  eran materiales
aptos para la escritura, no lo eran para el arte del plegado, dada la frágil consistencia de los mismos.

El papel fue inventado en China alrededor del año 105 de la era cristiana, fruto del desarrollo de los materiales
mencionados y por la necesidad de los escribas de perfeccionar su trabajo, reservado en aquellos tiempos a
los sacerdotes y a los nobles. Podemos suponer que el plegado del papel haya también nacido en China,
alrededor del siglo II, faltando seguros testimonios que precisen el día en que algún escriba se encontró
casualmente plegando el papel en el cual estaba trabajando. Plegar el papel resultó, en cuanto se ha dado a
suponer, una actitud casual e individual hasta su llegada al Japón, la verdadera patria del origami.

Podemos afirmar que toda la cultura japonesa es un continuo desen-volvimiento de armonía y belleza. Pensar
en Japón es pensar en forma, en una tierra de modelos, diseños y decoraciones, y en la cual su pueblo se
encontró desde siempre inclinado a desentrañar todas las relaciones existentes entre forma y materia. Todas
estas características están indisolublemente ligadas al profundo sentido de las tradiciones que sobrevivieron
casi intactas, a pesar de que el Japón de hoy sea una poderosa nación industrializada.

El ingreso oficial del origami en la cultura japonesa data del siglo IX, cuando
aparecieron  en los rituales shintoistas  los primeros gohei (cintas de papel blanco, plegadas en forma de
zigzag) (foto izq.), símbolos de la presencia divina. Por su dificultad de producción y su costo consecuente, el
papel por aquel entonces era ya considerado un material noble.

También durante las ceremonias nupciales shintoistas era costumbre fijar mariposas de papel en las botellas
de sake con las cuales se llenaban las copas utilizadas por los desposados para brindar por la felicidad de su
unión. Este par de mariposas (o-chô, o “mariposa macho”, y me-chô, “mariposa hembra”) tenía un profundo
significado augural y su plegado estaba reservado solamente a los familiares más cercanos de los nuevos
esposos, siendo considerada su confección como una tarea de gran honor.

El otro protagonista del primitivo origami fue el noshi, una faja de papel plegado, (foto izq.) utilizada
para acompañar los regalos. Para el siglo XII, la práctica del plegado del noshi asumió significados
particulares: la elección del papel y su forma de plegarlo en armonía con el obsequio a realizar revelaban el
prestigio y la posición social del remitente, mientras que la mayor o menor complejidad de los pliegues
demostraba la consideración que el realizador del noshi tenía para con el destinatario del presente.
A mediados del Período Edo (1603-1868), el origami pasó de ser una prerrogativa del arte religioso a
protagonizar todo tipo de advenimiento mundano. Este pasaje de la utilización sagrada del papel a aquella
profana marcó el comienzo de la gran popularidad del origami en el Japón. A partir de dicho período,
pequeños objetos de uso doméstico (como agujas o carreteles de hilo) comenzaron a ser colocados en
diminutos contenedores de papel (tattô), mientras que las hierbas medicinales eran guardadas en envoltorios
(tsutsumi) que  realizados en papel  permitían mantener el grado justo de humedad natural sin que las hierbas
se comprimieran. Asimismo, los niños eran enseñados a confeccionar sus propios juguetes de papel, tales
como cascos de guerreros (kabuto) y barriletes a pequeña escala.

Desde que comenzó a utilizar el papel, el Occidente debió esperar casi siete siglos para conocer el origami. El
encuentro se produjo en 1860, cuando un prestidigitador japonés de gira por Europa maravilló a su público
exhibiendo una grulla de papel que movía el cuello al ser tirada de la cola. De esta manera, el origami
comenzó a difundirse tímidamente en el mundo, para con el curso del tiempo empezar a ganar más y más
adeptos entre los no japoneses.

También podría gustarte