Me ha encantado la ponencia sobre el manejo del duelo a través de la psicoterapia
Gestalt, porque siento que va a lo esencial en el trabajo psicológico. Estas experiencias sumamente difíciles no se tratan de ideas o conceptos ni de traumas infantiles, aunque pueden estar vinculadas a ello. Considero que detrás de toda está experiencia se encuentra el mundo emocional gravemente dañado por la partida y ausencia del ser querido, y es allí donde apunta la Gestalt. Procura “reparar” con naturalidad, veracidad y vitalidad aquella situación inconclusa que es triste, de tal modo que la persona pueda abrirse a otra experiencia de esperanza, fortaleza y tranquilidad creando un vínculo hermoso con el ser que ya partió, pero que se queda aquí con él o ella. Considero que los abordajes de la Gestalt para tratar el duelo permiten que la persona experimente aquella emoción en el aquí y en el ahora con toda la carga afectiva que tiene por las experiencias vividas y los recuerdos que quedan. Aunque el ser querido que ha partido ya no vive de forma física, a través de la “bendita imaginación” (que puede convertirse en un grado de espiritualidad) llega a hacer contacto en el presente y vive en el corazón (en el alma de la persona). Uno puede hablarle, mirarle, tocarle, sentirle y hacer aquello que no pudo porque la muerte se anticipó o la vida no lo permitió antes. Creo que esto es vital para las personas que sufren la muerte de un ser querido. Muy probablemente ellas piensen que han perdido a esa persona, pero basta cerrar los ojos y tener a esa persona de nuevo y con más paz. Es por eso que me encanta la Gestalt, porque permite vivenciar aquello que por “x” cosas no nos permitimos vivir, da libertad, trabaja las emociones junto con los pensamientos y mueve a la persona a cerrar ciclos y abrirse a otros mejores.