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UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL

FACULTAD DE CIENCIAS NATURALES


INGENIERÍA AMBIENTAL
RIESGOS NATURALES
SEGUNDO PARCIAL

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN

TEMA:
MEDIDAS DE REDUCCIÓN DEL RIESGO: ESTRUCTURALES Y NO
ESTRUCTURALES

DOCENTE:
BLGO. EDGARD AVILÉS CAMACHO, MSc

ESTUDIANTE:

❖ ESPINOZA DELGADO KERLY CALIXTA

PERIODO LECTIVO:
2021-2022 CII
MEDIDAS DE REDUCCIÓN DEL RIESGO: ESTRUCTURALES Y NO
ESTRUCTURALES

Prevención, diversificación y transferencia del riesgo


Los impactos sociales, en infraestructura y económicos de los eventos naturales han
impulsado que muchas instituciones como las Naciones Unidas a través de su Oficina
para la Reducción del Riesgo de Desastres ISDR, El Banco Interamericano de Desarrollo,
el Banco Mundial, Comunidad Andina de Naciones, Unión Europea, entre otras,
aconsejen e incentiven la Reducción del Riesgo de Desastres – DRR. El interés de estas
instituciones y otras en DRR se centra en que los desastres reducen o detienen el
desarrollo a través de la desviación de esos fondos para la reconstrucción, asistencia y
rehabilitación, afectando directamente a la planificación, reduce los activos de un país y
disminuye la inversión pública a programas sociales o de impulso o apoyo a la economía
(Bendimerand, 2003). Adicionalmente, el autor sostiene que los desastres naturales
interrumpen el normal desenvolvimiento de las actividades productivas, aumenta la
pobreza y reduce el potencial de las sociedades para alcanzar un desarrollo sostenible.

El aumento del costo de los desastres o las pérdidas económicas ocasionadas por
éstos, como se observa en la sección anterior, está directamente relacionado con las
actividades humanas (Bendimerand, 2003; Arnold, 2008; O’Brien, K. et al. 2008; Davis,
et al., 2009; Warner et. al., 2009). Como resultado, ISDR ve que la solución para alcanzar
DRR es a través de una mejor planificación y acción humana (Bendimerand, 2003).
Disaster Risk Reduction, como lo define el ISDR, se empieza con el diagnóstico de
los factores que provocan el desastre, una vez establecidos estos factores se procede a
tomar las medidas para reducir la vulnerabilidad de las personas y de las propiedades, a
evitar que éstas se establezcan un zonas de alto riesgo, como también reducir la
exposición a las amenazas con un mejor ordenamiento territorial y manejo ambiental, y
finalmente la preparación de las instituciones, gobiernos y personas para enfrentar estos
eventos (Bendimerad, 2003; Andersen, 2005; Warner, et al., 2009).

Según Warner et al., (2009) y basado sobre el marco de acción de Hyogo 2005-
2010, hay muchas políticas públicas que deben ser implementadas para que DDR tenga
el efecto esperado. Medidas que incluyen el fortalecimiento institucional, que en nuestro
caso ya está establecido tanto en la constitución y las leyes de la república, como también
a través de la creación de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos – SNGR.
Establecer un sistema de alerta temprana y conocimiento del riesgo que incluye el
levantamiento y uso de información y data para observar, analizar y monitorear las
amenazas naturales. Adicionalmente, desarrollar programas de educación y crear
conciencia en el público lo que requiere promover el dialogo interinstitucional, compartir
información y sistemas, y cooperación entre comunidades y técnicos, un reto que todavía
hay que alcanzar.

Asimismo, concentrarse en los factores fundamentales del riesgo que implica el


manejo apropiado del ambiente y un ordenamiento territorial que prevenga o minimice
los efectos de las amenazas. Finalmente, la preparación oportuna y efectiva de las
respuesta a las situaciones de emergencia que implica el fortalecimiento de las políticas
e instituciones en lo que se refiere a manejo y coordinación (Warner et al., 2009).

Entre las muchas medidas que se pueden implementar para lograr el DRR se
incluyen aquellas relacionadas con las finanzas y economía del desastre. Las medidas
financieras incluyen una serie de instrumentos como los fondos de desastres, derivados
basados en índices climáticos, micro-seguros y seguros de desastres. Estas herramientas
tienen el objetivo de transferir el riesgo entre muchos actores. Si bien, el riesgo no
desaparece, pero es compartido por varios sector y de esa forma suaviza el consumo,
aminora los impactos financieros y económicos, y permite tener liquidez cuando más se
lo necesita (Andersen, 2005; Crompton y McAneney, 2008; Cummings y Mahul, 2009;
Warner et al., 2009).

Sin embargo, los seguros solo cubren el 3% de las pérdidas económicas ocasionadas
por los eventos o amenazas naturales (Cummings y Mahul, 2009; Warner et al., 2009).
Los autores demuestran además la relación entre las pérdidas económicas con nivel de
pobreza y protección contra el riesgo y argumentan que aquellos países menos
desarrollados con niveles de pobreza más altos, también son los países con mayores
vulnerabilidades ante eventos o amenazas naturales y con menor cobertura de riesgos de
los seguros. Los paquetes o programas de seguros tienden a cubrir solo los sectores
industriales y comerciales, muy poca es la cobertura individual o a los hogares. De igual
forma, los seguros no cubren o su cobertura es muy baja en el sector agrícola, y como lo
señala Warner et al. (2009), a pesar de la importancia de este sector en las economías de
estos países, la prima de la cobertura solo representa el 0,1% con relación PIB.

Con relación a las ofertas o paquetes de seguros de riesgos de desastres o


catástrofes, el alcance es muy limitado y es más dramático si se lo analiza por sectores,
en los quintiles más bajos es casi inexistente (Cummings y Mahul, 2009; Warner et al.,
2009). Sin embargo, los mismos autores señalan que existe un gran potencial para el
crecimiento del sector. De hecho, los gobiernos pueden usar esta herramienta para la
provisión de servicios críticos en caso de que ocurra un evento. El uso de programa de
micro-seguros, por ejemplo, puede cubrir las pérdidas causadas por catástrofes naturales
(Warner et al., 2009).

La transferencia del riesgo, en definitiva es lo que son los seguros, ha sido estudiado
por mucho tiempo y hacerlo extenso a los hogares más pobres representa un desafío muy
grande para los gobiernos y sector privado, sin embargo, esto no quiere decir que no
puedan ser establecidos. El establecer el precio de la prima quizás sea el problema más
desafiante, pero existen ejemplos específicos que permiten un crecimiento en el sector.
Warner at al. (2009) en su documento presenta el ejemplo de la Fundación PROFIN la
cual trabaja en el altiplano boliviano, ha desarrollado una combinación de programas pro-
activos de reducción de riesgo con un mecanismo de índice de seguro el cual se basa en
los niveles de producción de parcelas de producción agrícola en áreas cuyas
características sean similares con relación a la humedad, precipitación y tipo de suelo.
Andersen (2005) sugiere que los Gobiernos deberían involucrarse directamente en
el mercado de seguros de riesgo de desastres para asegurar la cobertura a los quintiles
más bajos; además, para asegurar que un desastre no represente para las compañías
participantes de este tipo de programa una amenaza para su solvencia. Las empresas
podrían a su vez transferir su riesgo con empresas aseguradoras y reaseguradoras más
grandes o que cubren un mercado mucho más amplio o a través de apoyo de la comunidad
internacional. Adicionalmente, Andersen sugiere que inclusive los gobiernos deberían
también proteger sus inversiones a través de seguros de cobertura desarrollando
relaciones internacionales en este específico sector. Añade, que los mismos gobiernos
están expuestos a que sus líneas de crédito se limiten o desaparezcan, o que su historial
de crédito sea degradado lo cual implica que no tendrían acceso a recursos frescos en caso
de necesidad.

La penetración en el mercado del sector seguros y reaseguros es bastante baja en


Latinoamérica en general y en los países de la Cuenca del Pacífico en general. Basado en
un informe de A.M. Best Company Inc. disponible en la web en el cual describe la
situación actual del mercado de seguros y reaseguros en Latinoamérica (A.M. Best
Company Inc, 2013), Chile es el país que mejor se encuentra con relación a los otros 3
países de la cuenca, tiene 57 empresas aseguradoras inscritas y 130 reaseguradoras. El
volumen de negocio alcanzó los 9,7 mil millones de dólares en Chile, pero apenas
representa el 3,6% con relación al PIB.

En Colombia, por otro lado, el número de empresas de seguros disminuye a 42, con
apenas 13 empresas aseguradoras. Sin embargo el volumen de negocios es muy alto
alcanzando el 2012 la cifra de 8,76 mil millones, pero a igual que en Chile solo representa
el 2,4% del PIB. En contraste, Ecuador es el país más pequeño en el volumen del negocio
de seguros con apenas 1,5 mil millones de dólares que representa 1,8% del PIB. En el
Ecuador hay 42 empresas de seguros registradas y apenas 2 empresas reaseguradoras.
Perú, por su parte, tiene el volumen más bajo de seguros y reaseguros con relación al PIB
con solo 1,6% y un volumen de negocio de 3,1 mil millones de dólares, y el mercado está
representado por 14 empresas de seguros y el mismo número de empresas reaseguradoras.

Sintetizando, los países de la cuenca del Pacífico están expuestos a una serie de eventos
naturales o amenazas que por las propias características geográficas y geológicas las hace
propensos a enfrentarse tiempo en tiempo que estas amenazas se conviertan en desastres.
El número de desastres está directamente relacionado con el crecimiento de la población
y la por el hecho que segmentos de la población viven cada vez en zonas no aptas para
ningún tipo de residencia. La Fig. 10.2 claramente muestra un aumento en el número de
afectados y pérdidas económicas a partir de la década de los sesenta que coincide con un
aumento más rápido del tamaño de la población.

Gran parte del costo de 75 mil millones de dólares no es cubierto por ningún tipo
de seguro o programa que ayude a transferir el riesgo. El mercado del seguro y reaseguro
es potencialmente importante, pero esté se enfrenta a que grandes segmentos de la
población no pueden cubrir con el costo del mismo. En ese sentido, sería necesaria una
intervención del gobierno para garantizar que el costo o las perdidas recaigan casi
específicamente en los quintiles más pobres de la población.

La intervención de los gobiernos podría realizarse a través del uso de algunas


herramientas financieras como fondos o fideicomisos que permitirían a los gobiernos
hacer uso en caso de emergencias. Adicionalmente, los gobiernos podrían desarrollar
programas de seguros estatales, de hecho tanto Colombia como Chile tiene empresas
estatales que compiten en el mercado con aquellas privadas, que permitan transferir el
riesgo entre muchos actores. Un programa similar al establecido para accidentes de
tránsito en el Ecuador conocido como SOAT. Adicionalmente al sistema de seguros
contra accidentes de tránsito, el gobierno del Ecuador estableció un Fondo de Seguro
obligatorio que garantiza los servicios requeridos en caso de accidentes (FONSAT, 2013).
Este sistema de seguros obligaría a los ecuatorianos a tener una especie de seguro contra
el riesgo de amenazas y desastres. Este tipo de seguro podría ser administrado por las
empresas aseguradoras y garantizado por un fondo similar al FONSAT y garantizar que
las pérdidas no sean absorbidas por los más desprotegidos.

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