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Su aventura
Quizás una razón por la que muchos se identifican con esta historia es porque
también es nuestra historia.
Hace mucho tiempo, antes de que naciéramos, en una época borrada por el
tiempo y nublada en la memoria, también se nos invitó a embarcarnos en
una aventura. La propuso Dios, nuestro Padre Celestial. La aceptación de esta
aventura implicaría dejar la comodidad y la seguridad de Su presencia
cercana; implicaría venir a la tierra para un trayecto lleno de peligros y
pruebas desconocidos.
Aprendimos lo mucho que Dios nos ama. Nos dio la vida y quiere que
tengamos éxito. Por tanto, preparó a un Salvador para nosotros. “No
obstante”, dijo nuestro Padre Celestial, “podrás escoger según tu voluntad,
porque te es concedido”.
El llamado a la aventura
Sin embargo, la vida terrenal distrae nuestra atención, ¿verdad? Tendemos a
perder de vista nuestra gran búsqueda, y preferimos la comodidad y lo fácil
más que el crecimiento y el progreso.
Existen muchas curvas en ese camino; hay colinas, valles y desvíos. Puede
haber incluso, metafóricamente hablando, arañas y troles y quizás, uno o dos
dragones; pero si uno permanece en la senda y confía en Dios, con el tiempo
encontrará el camino hacia su glorioso destino y la vuelta a su hogar celestial.
¿Cuándo se debe comenzar?
Después de que nuestro amigo Bilbo Bolsón sintiera que el llamado a la
aventura se agitaba en su interior, decidió descansar bien por la noche,
disfrutar de un desayuno apetitoso y empezar temprano.
Cuando Bilbo se despertó, se dio cuenta de que su casa era un desastre y casi
se olvidó de su noble plan.
Podríamos pasar toda la vida esperando ese momento en que todo encaja a
la perfección; pero ahora es el momento de comprometerse por completo a
buscar a Dios, ministrar a los demás y compartir nuestras experiencias con
otras personas.