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I.E.S.

N° 6049 “La Unión”


Prof. de Lengua y Literatura
Historia Argentina y Latinoamericana
Prof. Carlos Aguilera
FICHA TECNICA DE LA OBRA.

 Assadourian, Carlos Sempat: “El sistema de la economía colonial. Mercado interno, regiones y
espacio económico.”; Instituto de Estudios Peruanos; Perú; 1982; pág. 339.
 1ª Edición Abril de 1982: Assadourian, Carlos Sempat: “El sistema de la economía colonial. Mercado
interno, regiones y espacio económico.”; IEP; Perú; 1982; pág. 339.

OBJETO DE ESTUDIO.
El objeto de estudio es el sistema económico de Hispanoamérica, más precisamente del espacio económico
identificado como espacio peruano, tomando a Lima y Potosí como los dos polos de crecimiento que dan vida al
virreinato del Perú y a la minería de la plata como la producción dominante que dinamiza el mercado interno
colonial. El autor identifica a los polos de crecimiento como centros esenciales en el funcionamiento del espacio
peruano, estos generan efectos de arrastre que afectan al resto de las regiones económicas, vinculándolas directa
o indirectamente con Lima, Potosí, entre ellas mismas y con el mercado exterior.
DESARROLLO.
El análisis de la obra parte haciendo una crítica a viejas posturas teóricas que consideraban a la relación
metrópoli-colonia la clave para la comprensión del proceso histórico del continente americano. Estos viejos
estudios consideraban a las regiones y sus producciones junto a su correspondiente núcleo urbano exportador-
importador en estrecha relación directa con la metrópoli. Pero clausurar el análisis en esa relación única de
dependencia implica fragmentar una realidad mucho más compleja.
El aporte de Assadourian radica en que el análisis histórico debe tratar igualmente de revelar las relaciones que
se establecen y operan dentro del propio espacio colonial. Al comenzar a manejar esa perspectiva instrumental
mucho más rica y correcta, se descubre en el espacio colonial la existencia de un mercado interno de gran
magnitud. La formación de ese gran mercado interno se halla determinada, en lo esencial, por el hecho de que el
sector minero requiere de una gran variedad de producciones complementarias para poder funcionar. A través
de estas demandas, la producción colonial de plata desprende efectos de arrastre sobre otros conjuntos definidos
en el espacio económico y geográfico, en consecuencias, promueve en ellos la producción mercantil y los
integra al mercado interno en formación.
III.- Integración y desintegración regional en el espacio colonial. Un enfoque histórico.
En este apartado se intenta plantear algunas de las formas que han asumido las relaciones espaciales dentro del
espacio peruano del siglo XVII. Atendiendo a esto se intenta formular un modelo sumamente simplificado,
deteniéndose en ciertas particularidades de una realidad infinitamente compleja. Se privilegiaran algunos
mecanismos y formas de funcionamiento del espacio elegido.
Las características del espacio peruano en el siglo XVII son su alto grado de autosuficiencia económica y su
máximo nivel de integración regional. Pero ¿Cómo se arribó a este espacio integrado y casi autosuficiente? Para
la respuesta jerarquizaremos la influencia de elementos internos al espacio, es decir, Potosí y Lima. El primero
como centro de la minería de la plata, sector dominante de todo el conjunto productivo del virreinato. El
segundo como centro político de autoridad máxima dentro del espacio y como centro privilegiado por el
monopolio comercial metropolitano para asumir una función comercial monopólica dependiente en el interior
del sistema colonial. Por estas funciones Potosí y Lima irradian impulsos claves para la dinámica de
estructuración del espacio peruano; un aspecto del proceso desencadenado por dichos centros puede visualizarse
adjudicándoles la función de polos de crecimiento.
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Con el concepto de polo se quiere aludir a la localización de determinadas actividades y de aglomeración
demográfica en Lima y Potosí, las cuales por su capacidad de mercados de consumo masivo y la posible compra
de insumos originan efectos que se transmiten y extienden a otras regiones, ensanchando paulatinamente el
radio de influencia hasta abarcar prácticamente todo el espacio peruano. Por el hecho de producir efectos de
arrastre directos, Lima y Potosí provocan una segunda onda cuyos flujos llevan a la estructuración general del
espacio peruano, o sea, la integración de aquellas regiones que sin mantener una relación directa con Lima y
Potosí se relacionan, en cambio, con las regiones previamente polarizadas.
Así como Potosí y Lima estructuran e integran el espacio peruano, la desintegración también estará relacionada
con ellos, el autor habla de la crisis general del espacio peruano y lo hace como una irradiación negativa de
aquellos ejes estructurantes del espacio. La crisis de Potosí es, naturalmente, la crisis de la producción de plata.
Las causas de esa crisis pueden buscarse en la baja de la ley, rendimientos decrecientes y costes crecientes de
explotación, necesidad de nuevas inversiones para afrontar problemas técnicos de producción y desacumulación
de capital infligida a la colonia por la política metropolitana.
La crisis de Lima estriba en la pérdida gradual de su capacidad de dominar comercialmente todo el espacio y
deriva directamente de su quiebra como centro monopólico exportador-importador del virreinato. La decadencia
de su posición jerárquica y hegemónica estaría causada por dos hechos principales: la crisis de Potosí. Si la
capacidad de maniobra y dominación de Lima reposa en el control del sector externo, la intensidad de su
dominación decrece en el tiempo y a medida que disminuye su disposición de metálico para saldar las
importaciones. Y segundo, la crisis del régimen de flotas. Al mismo tiempo la presencia directa del comercio
ilegal francés e inglés (contrabando).
Paralelamente a estas declinaciones, se produce en Lima y Potosí un movimiento de desconcentración
demográfica. Baja en la producción y circulación de plata, rompimiento de la estructura comercial monopólica,
los precios alcanzan sus puntos más bajos en las últimas dos o tres décadas del siglo XVII, es decir, la mengua
de su capacidad estructurante del espacio peruano.
IV.- Sobre un elemento de la economía colonial: producción y circulación de mercancías en el interior de
un conjunto regional.
En este capítulo el autor analiza la producción y circulación de las mercancías hacia el mercado interno,
identificando distintas regiones, cuál es su especialización y hacia donde dirige sus productos.
Antes el autor realiza unas consideraciones, con respecto a los espacios económicos, este los identifica como
conjuntos o sistemas regionales que se adelantan a la zonificación político-administrativa. La segunda
consideración menciona la diversificación productiva del conjunto regional, esto se asocia a la especialización
regional del trabajo y la correspondiente circulación interna de mercancías.
Ahora si pasaremos a ver las distintas producciones.
SECTOR DE LOS CULTIVOS COMERCIALIZADOS.

 Cereales.
Los granos son una mercancía demasiado pesada y de bajo precio para soportar los crecidos gastos del comercio
terrestre. De ahí la gran dispersión de los cultivos, tampoco es extraño que la parte principal de la producción se
llevara a cabo como economía de subsistencia o para mercado de corta distancia, y esto no siempre, pues la
concurrencia de granos suele ser débil aun entre regiones próximas. Pero están las excepciones, los mercados
permanentes que hacen venir de lejos el alimento esencial; son las zonas deficitarias por climas demasiado
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rigurosos o centros urbanos que crecen de tamaño, donde la demanda de la población escapa a las posibilidades
de suministros de las fuentes cercanas.
Los dos mercados multitudinarios que marcan en lo esencial la geografía del cultivo comercializado de cereales
son Potosí y Lima. Potosí y los demás distritos mineros del Alto Perú, situados por lo general en paramos
desolados de gran altura, con fuertes densidades de población fija y estacional.
El mercado de Lima ofrece características distintas al mercado minero. La ciudad tiene a sus puertas un valle
con cosechas abundantes de granos, que no bastan para sostener de manera ininterrumpida el crecimiento
urbano.
Destacamos estos dos mercados, dado que el de Chile está circunscripto a los estacionarios mercados locales y
en el mercado argentino el comercio de granos carece de significado.
Posteriormente hacia fines del siglo XVII, la decadencia de Potosí y Lima, se refleja en la declinación de la
producción comercializada de granos y en un cambio en el paisaje agrario. Como consecuencia Chile inicia un
giro acelerado en la conversión de su estructura productiva, y para 1695 cuantiosos excedentes de trigo navegan
a Lima desde Valparaíso, La Serena y Concepción.

 Plantaciones y viñas.
El autor distingue cinco zonas azucareras con rangos desiguales: dos de las secundarias abarcarían más o menos
los obispados de Quito y Arequipa. Para la primera zona una relación de 1573 menciona apenas la existencia de
dos ingenios, mientras cuarenta años después Vásquez de Espinosa notara “muchos ingenios de azúcar”. En la
zona de Arequipa la industria del azúcar pudo haber conocido un periodo corto de auge, tal vez fue un serio
intento de especializar a la región. Sin embargo, debido quizás al crecimiento de la producción azucarera del
Cuzco y las mayores ventajas que recibía la zona por la especialización vitícola, las plantaciones son
desplazadas a reductos marginales.
La tercera zona de rango secundario comprende los actuales territorios de Paraguay y Argentina. Las cañas se
extienden en torno a Asunción, donde alrededor de doscientos trapiches se concentran masivamente a
comienzos del siglo XVII; la mayoría de ellos podría entrar en el cuadro de la típica industria domestico-rural,
con un empleo mínimo de fuerza de trabajo. El azúcar y las mieles bajan por la vía fluvial del Paraná a los
mercados de Santa Fe y Buenos aires; de Santa Fe y por el camino que lleva al cruce de Córdoba alcanzan la
gobernación del Tucumán y Cuyo.
Las zonas mayúsculas son las de la sierra y la costa. La producción serrana tiene un comienzo de relativa
importancia en Huamanga y continua, yendo hacia el Cuzco, con plantaciones considerables en el valle de
Abancay y luego en Vilcabamba, hacia el interior de los Andes. Siguiendo por el camino real y en medio de las
tierras frías, se hallan los asientos de notables haciendas azucareras en los valles hondos y calientes del Cuzco y
La Paz. En la zona de la costa, de Lima a Piura, las plantaciones de Santa, Piura, Casma y Huara parecen
pequeñas manchas en comparación con las de Trujillo, Saña y Lima. El impulso azucarero es temprano y
vertiginoso en los tres valles de Trujillo, sobre todo Chicama.
Con respecto a los viñedos, estos constituyen probablemente el mayor de los cultivos comerciales del espacio
peruano, acá aparecen tres zonas bien definidas: 1) la gran región vitícola articulada en torno a los valles oasis
de Ica, Pisco, Nazca, Arequipa… en la faja desértica de la costa peruana, que cubre la amplísima demanda de
los mercados más ricos y densos del conjunto regional; 2) el reino de Chile, con la generalización de los viñedos

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por sus tres regiones; 3) la región de Cuyo, que exporta a un mercado espacialmente extenso, pero con débil
intensidad en la demanda.
En el interior del espacio peruano, el sólido comercio de vinos de la región se bifurca en grandes orientaciones
marítimas y terrestres. La circulación hacia ese interior andino donde Potosí era el mercado más fuerte, sigue
dos rutas principales. Una era el camino real que arranca de Arica y que las recuas de llamas cargadas con
botijas toman en el nudo de Tacna hasta llegar a Oruro, Potosí, La Paz; el otro camino del vino parte de Ica a
guamanga y Cuzco, plazas redistribuidoras hacía varias direcciones.

 Cultivos autóctonos.
El ají tiene un masivo consumo popular y ocupa el lugar preferente en las producciones del mercado indígena.
El área altamente especializada se localiza sobre una reducida franja de terreno en el obispado de Arequipa, el
valle de Sama y Locumba fueron los primeros peldaños para extenderse más adelante a los cercanos valles de
Tacna y Arica. La papa es el otro cultivo autóctono básico del complejo agrícola de los pisos ecológicos
andinos.
El comercio de los dos artículos baja y se bifurca en infinitas direcciones, hacia los múltiples pueblos de indios
situados en los escalones cálidos de la Sierra y desciende aún más hasta la costa, pero el trazo comercial fuerte y
grueso se mantiene en los mismos altos y fríos escalones cuando ellos son ocupados por algún mineral.
Otros cultivos muy importantes son la coca, el tabaco y el maíz.
Los principales cultivos de coca, se localizaban en las altitudes media de los Andes tropicales, estuvieron en
Tono y Toayma, en los Andes del Cuzco. Hubo plantaciones de importancia diversa en las jurisdicciones de La
Plata, La Paz, Vilcabamba, Huamanga, Huánuco.
El comercio del tabaco carece del ritmo y de la espectacularidad inicial de la coca. Su crecimiento pausado
pudo depender de la composición de su mercado, ceñido más bien a los blancos pobres, lo que le quitaba
dimensión y elasticidad. Jaén de Bracamoros fue la primera zona especializada, le siguió Moyobamba, en la
provincia de Chachapoyas. En la primera mitad del siglo XVII cobra importancia la exportación de tabaco
paraguayo al territorio argentino. Otro signo principal estaría dado por la expansión del cultivo a nuevos
distritos. De ellos, Saña tiene el ritmo más sobresaliente, con fuertes excedentes exportados a Lima y Chile en
las últimas décadas del siglo XVII. En el mismo presunto ubicamos en tabaco de los partidos de Guayaquil.
Más adelante gana popularidad y mercados el “tabaco tarijeño” y se localiza otra área del tabaco en los Andes
del Cuzco.
La yerba, cultivo de la economía paraguaya, presenta un circuito particularmente extenso. Esta se convierte en
la mercancía que engarza la región paraguaya con todo el inmenso conjunto del espacio peruano.
Ahora veremos otro sector de la economía colonial de vital importancia, el sector ganadero. Este fue cambiando
según las distintas variaciones que fue sufriendo el proceso.
La ganadería colonial reconoce tres empleos principales: alimentación, medio de transporte y materia prima. El
comercio de ganado en pie para el abastecimiento de carne fue, en lo esencial, un problema de los centros
urbanos y asientos mineros. El comercio de la carne salada fue otro rubro con giro considerable.
La trascendencia de la fuerza animal para carga fue importantísima. La propiedad de los rebaños de llamas
coloca a las comunidades indígenas pastoriles en una posición económica jerarquizada, en apariencia. Las

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comunidades mantienen el usufructo de la propiedad lo que les permite tomar a su cargo el mantenimiento, a
través de la arriería, de parte de los circuitos más vitales del espacio peruano.
El otro animal de carga es la mula, las estancias especializadas en su crianza se hallan difundidas en Pasto,
Piura, Huánuco, Arequipa, etc. la producción de mulos cobro auge en Chile hacia 1590 y 1600; en el Tucumán
hacia 1600-1620, con una fuerte concentración en Córdoba, ocurriendo poco después el de Buenos Aires y
Santa Fe. El circuito comercial ofrece variación durante el siglo XVII. En una primera y larga etapa los tratantes
en mulas bajan a los centros de producción para realizar sus adquisiciones a gran escala; luego esta forma suele
combinarse con el arreo de tropas que hacen los mismos productores hasta los mercados principales, para
vender directamente los animales, o a través de agentes comerciales. Hacia finales del siglo XVII los
productores y comerciantes comienzan a tener un lugar de encuentro a medio camino en la feria de Salta.
Como fuente de materias primas el sector ganadero mantiene, a través del sebo, lana y cueros una serie de
industrias de transformación cuyo peso es ostensible dentro de la economía colonial. La mantención del
alumbrado, necesidad vital, encamina hacia las ciudades y reales de minas voluminosas cargamentos de sebo
que igual fluyen, aunque de manera menos visible, a las haciendas, obrajes y villorios del medio rural. Podemos
recordar, asimismo, el enorme número de velas de cera y sebo que devoran los oficios religiosos.
Los cueros constituyen otra dinámica rama del comercio interno, dependiendo de ellos la fabricación de
calzados y de recipientes para el transporte de mercancías, las monturas, todo el correaje de los animales de
carga, libros, etc.
En síntesis, el crecimiento del sector ganadero está orientado hacia el interior del espacio, al igual que los
cultivos comercializados.

 Pesquerías.
Se identifican tres grandes pesquerías: una sobre un trecho de costa, concentra los pueblos de Surco,
Pachacama, Guaura, Chancai, Ancón, activados por la demanda de Lima, a cuyo puerto del Callao entran todas
las tardes muchos barcos de pescadores. Un poco más al sur forman otro núcleo costero las pesquerías de Ática,
Arica y varias aldeas del desierto de Atacama, el flujo comercial toma la dirección del interior, hacia el Cuzco o
por el camino que va de Arica a Oruro y Potosí. En el interior merece investigarse el gran centro pesquero de
Chucuito y Omasuyo.
Un producto necesario en cualquier parte del virreinato son los textiles, para cubrir la demanda de los centros
más importantes el Estado colonial administro la fuerza de trabajo mediante la mita textil, que dividía
armonizando el hilado y tejido de autosuficiencia de la familia campesina con el tiempo excedente que la
comunidad destinaba a tejer para el Estado. Este orden textil va siendo desplazado por talleres manufactureros
que pueden concentrar varios cientos de trabajadores, los obrajes, estos surgen a partir de 1560. La fase de los
obrajes se ubica con preferencia en los sitios rurales montañosos o en los alrededores urbanos, debido a la
exigencia de fuerza hidráulica para mover los batanes y de agua clara para las operaciones del teñido, además
de la provisión inmediata de materias primas con costo mínimo de transporte. Ejemplos de estos
emplazamientos son Quito, como área especializada; la sierra peruana que adquiere la clasificación de segunda,
sus mercados principales son la costa, distritos mineros, zonas serranas con distinta especialización, y el reino
de Chile.
Por último, hablaremos de la economía minera de la plata, esta es la expresión por excelencia del mundo de las
mercancías.

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En termino marxistas, los europeos conciben a la plata como la forma equivalente general frente a otras
mercancías. Esta mercancía tiene como función social específica, y por tanto como monopolio social dentro del
mundo de las mercancías, el desempeñar el papel de equivalente general. Es decir la convierten en mercancía-
dinero, connotación que no le daban los indígenas. La plata, medio de cambio, es la polea de apoyo para la
circulación de todas las mercancías, pero en cuanto tal posee al mismo tiempo su propia circulación: la
circulación del dinero. La plata como medio de cambio es una variable de primer orden, elemento decisivo a
incluir en toda “teoría de la dominación”, en todo análisis del sistema económico. Expresa la dominación en
bloque de la metrópoli sobre el conjunto regional.
VI.- La organización económica espacial del sistema colonial.
En el último capítulo se expone un esquema del sistema económico colonial y de su organización espacial, y
aunque el autor propone tomar a los dos grandes conjuntos productores de plata, los virreinatos de la Nueva
España y del Perú, nosotros nos acotaremos al espacio peruano, donde identificaremos a la minería de la plata
como la producción dominante que forma y reproduce el mercado interno.
Para la producción minera tomamos a los estudios de Fausto Elhuyar, el demuestra la función dominante de la
minería dentro del sistema de la economía colonial. La forma de la producción minera que combina la
orientación hacia el exterior con los efectos que suscita hacia el interior del espacio colonial, es la que permite
justamente descubrir toda la complejidad del desarrollo económico colonial. Para definir la función dominante
de la minería en el proceso de formación de la nueva economía colonial. Elhuyar expone la relación del sector
minero con los demás sectores productivos, es decir la esfera de la circulación general.
En síntesis, la minería conserva la posición de producción dominante del sistema, categoría que le confiere su
doble función de articulación principal con el exterior y de elemento que determina el curso de todo el proceso
productivo del espacio colonial.
En una segunda parte de este capítulo se analiza la transición de la economía indígena de subsistencia a la
economía española de mercado, pasando por los sectores de la agricultura y la minería. Aquí se analizarán las
principales formas de intercambio indígena, sus sistemas de acceso a la tierra, el efecto que genera el derrumbe
de la población autóctona en la agricultura y como se va conformando una nueva estructura agraria ene le
espacio andino. Con respecto a la producción de plata, veremos se ve como era el proceso de producción
durante la etapa de la guayra y luego los cambios introducidos por el Estado colonial a través de las políticas del
virrey Toledo, este introduce cambios significativos que desarticulan las sociedades indígenas y sus relaciones,
introduce variantes en las formas de acceso a la tierra y dispone otro uso para la masa de energía campesina a
través de la práctica de la mita, sistema de trabajo compulsivo.
CONCLUSIÓN.
Para concluir podemos definir que la economía colonial y su mercado interno era tan dinámico como el
mercado externo. El sector interno poco a poco va adquiriendo una dinámica que gira en torno a la minería de la
plata y a los polos de crecimiento Potosí y Lima, el primero adquiere vital importancia por la gran cantidad de
plata que se extrae del cerro rico, mientras el otro centro adquiere primacía por su carácter de centro político de
autoridad máxima y monopolizador del comercio metropolitano, dado que a través de su puerto de El Callao
ingresaban todas las mercancías que provenían de la península. Estos dos centros generaran primero que nada
un movimiento de población importantísimo, está a su vez, y sumado a la producción minera de plata,
demandaran insumos, es decir ambos polos generaran efectos de arrastre que motivara la producción de
diferentes mercancías en distintas regiones económicas, la especialización regional será una de las
características fundamentales del espacio peruano colonial.
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Al adquirir la plata, la forma general de todas las mercancías, es decir la forma de mercancía dinero, se genera
un dinamismo hacia el interior del mercado, la plata seria el elemento que lubrica todo el sistema económico, el
que permite el comercio (independientemente de que pueda haber trueque o pago en monedas de la tierra o
trabajo etc.). La minería de la plata le confiere el sistema colonial la posibilidad de relacionarse con la
economía-mundo que se está formando y conectar una región tan vasta como lo es el virreinato del Perú, hacia
adentro. Produciendo no solo especialización regional, sino también diversificación del trabajo y producciones
de todo tipo, dentro de la ganadería encontramos el sector mular, de llamas, el destinado a la alimentación, o el
de los cueros y otros derivados de la agricultura como el sebo, por ejemplo, tampoco hay que olvidarse de la
producción ovina. En el sector textil encontramos producciones de algodón y la conformación de textiles que
abastecen vastas regiones.
Y en el sector agrícola encontramos desde plantaciones de azúcar, y cultivos de maíz y trigo, hasta las
producciones autóctonas como el ají, la coca, la papa, el tabaco y la yerba. Todas estas son producciones que
abarcan todo el espacio analizado y que involucran tanto al sector español, como al indígena.
Para finalizar es bueno resaltar que la obra de Assadourian ha roto con la vieja “historia tradicional” y con un
modo de concebir la historia económica de Hispanoamérica y del virreinato del Perú. La obra ha abierto una
nueva lógica de funcionamiento del espacio económico, de las regiones y de todo lo que involucra.
Contrariamente a viejos estudios, podríamos decir que es una mirada más Latinoamericana, más desde adentro,
preocupada por descubrir nuestras propias lógicas de funcionamiento, mirando hacia nosotros mismos, haciendo
nuestra propia historia y dejar de mirar y concebir la historia desde un modelo europeizante.

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