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Humo de Trenes
Humo de Trenes
ILUSTRACIONES DE
CARLOS ROJAS MAFFIOLETTI
© POLI DÉLANO
Derechos exclusivos
© EDITORIAL ANDRÉS BELLO
Av. Ricardo Lyon 946, Santiago de Chile
las grandes puertas de la estación y vio que a paso El tie1npo pasa de otra manera an·iba de un tren,
muy rápido venía ganando terreno su padre. se dijo Gabriel. Comenzaba a caer la tarde, ya no le
-Toma, hijo -balbuceó jadeante al juntárse quedaba novela y su vecina de asiento, una señora
les-. Un salame para el viaje, y un pan negro. parecida a la tía Sonia, de moño y muy tiesa, era
-Le entregó el paquete, sacando del bolsillo una bastante aburrida; sólo una vez le dirigió la palabra
cajita larga y angosta que también le pasó-. Y esto, con una sonrisa más o menos agradable para pre
para que puedas rebanarlo cuando tengas hambre. QUntarle si acaso creía en fantasmas. Recordó al viejo
o
A Gabriel se le iluminaron los ojos al abrirla: era del escaño. Tenía una barba larga y blanca, un pe-
el cortaplumas más fenomenal que alguien pudiera rro bastante feo, y era bueno para n1eter conversa.
imaginarse. La cacha de color burdeos y distintas hojas
por a1nbos lados.
-Fantástica --dijo sin quitarle los ojos. Un Subaru estacionó y Gabriel saltó del esca
Sonaron los pitazos anunciando el momento de ño, listo y preciso para decirle al conductor: "¿Se lo
subir al tren. Un par de fuertes abrazos y el último cuido?" El tipo le hizo una venia y le dirigió una
adiós lo gritó agitando la mano desde la ventanilla, sonrisa aprobatoria. Pero la otra sonrisa que regis
mientras sus padres'' iban quedando atrás y hacién traron sus ojos, le pareció más bien de amenaza, algo
dose n1ás y más pequeños. así como ''lárgate, es la últin1a que te aguanto". El
Fuera ya de los suburbios, Gabriel abrió la novela Negro Aníbal, hijo de la Benita.
que estaba leyendo y se encontró con la lista de reco Según había escuchado a Benita conversar con
mendaciones que le había entregado su 1nadre al salir su madre cuando iba los jueves a planchar, Aníbal
de casa. Algo así como los Diez Mandamientos, nu tuvo que dejar la escuela y conseguirse un trabajo
merados y todo. No exponerse mucho tiempo al sol. por las mañanas, como "junior" de una firma. En las
Estudiar clarinete una hora al día. No pelear con las tardes ideaba diferentes tareas para ayudar a levan
primas. Qué lata: mejor volver a zambullirse en el má tar la olla en casa. En el supermercado esperaba a
gico mundo de Jim Hawkins buscando la isla del tesoro. alguna señora sin auto para cargarle las bolsas; en
caso de lluvia, podía hacer lo mismo con su para
guas y escoltar a la dama hasta su guarida. A la hora
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espiando a Sultán por s.i se le escapaba alguna miga. te a él. Si quieres, podemos hacer la prueba con
Gabr iel recordó los buitres de una película. Era en Sultán.
un campo de batalla donde habían caído muchos El perro movi ó la cola y paró las orejas al es-
soldados de un escuadrón. Prin1ero se vio a un ejér cuchar su nombre. Gabriel lo miró, como dándole
cito de hormigas avanzando muy disciplinadas hacia vueltas a las palabras del viejo.
la sangre derramada, y luego a tres o cuatro buitres -¿Desde cuándo vienes a cui dar autos?
que sobrevolaban ese espacio de la selva. Al pare -Desde que terminaron las clases.
cer, para un solo trozo de comida, s iempre había -¿Así que vas al colegio?
más de una boca. -Pasé a cuarto.
-¡Un Atari ! -volvió a dec ir el viejo. -Bueno, ese ch ico viene desde antes que tú.
Gabriel hubi era quer ido tener en sus brazos la Lo han visto muchas veces estos ojos. Rondo mu
metralleta de Rambo para acribillar a ese vago que cho por esta plaza.
se burlaba de sus deseos. Tatatá. Hormigas, buitres. -¿Y eso qué tiene?
Sultán, palomas. -Que a lo mejor él se siente como un perro
Aníbal caminaba lento al borde de la acera, y con hueso, y entonces defiende lo suyo.
en un 1nomento se detuvo frente al Suban1, sentán -¿Y no puede haber lugar para dos?
dose luego sobre la capota. Gabriel se levantó de -Quién sabe.
un salto y pattía como decid ido a defender su pre -Yo también tengo que defender "mi hueso".
sa cuando lo detuvo la voz tranquila del vi ejo. Ese auto 1ne lo encargaron a mí.
-No vale la pena. Desde la capota del Subaru, Aníbal miraba a
-El auto me lo encargaron a mí. ¿Por qué me Gabr iel y al viejo como midiendo distancias y espe
molesta ese id iota? rando el momento del ataque.
-No será por molestarte. Quizás es su manera -Bueno, niño, tengo que ir andando. Trae un
de defenderse. hueso un día de éstos, y te enseñaré algo.
-Si yo no le hice nada. Gabr iel permaneció pensativo y al cabo de un
-¿Nunca viste a un perro con un hueso en el rato se levantó del escaño y cam inó con lentitud ha
hocico? Cuando veas uno, haz la prueba y acérca- cia el auto, las 1nanos en los bolsillos, tenso. Cuando
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llegó frente a Aníbal, lo saludó. El contendor, sin sal Cerró los ojos, pero no llegaba el sueño. Lo que
tar a tierra, lo miró con la expresión de alguien que llegaba, en cambio, era el recuerdo.
no tiene intención alguna de moverse del lugar don
de está.
-Oye -dijo Gabriel después del saludo no res Las cosas empezaron aquel día en que el curso
pondido-. Tengo que ir andando: ¿podrías hacerte fue al estadio para practicar atletismo. Ahí se dio
cargo del Subaru? cuenta por primera vez de que Sibila tenía muy lin
Lástima que el viejo ya hubiera partido, pensó. das piernas. No sólo era chispeante y activa en
clases, luminosa de ojos y sonrisa, grácil de movi
mientos: también tenía lindas piernas.
Dos asientos más adelante, al otro lado del pa Después de ese día, empezó a pensar en ella
sillo, cuatro muchachos un poco más grandes que mucho más que antes y a veces, por las noches, le
él habían acomodado una valija a manera de mesa resultaba difícil quedarse dormido, imaginando las
y, a pesar· del traqueteo del vagón, se las arregla cosas que le iba a decir a la mañana siguiente en el
ban para jugar a las cartas. Se divertían de lo lindo. recreo y que después nunca le decía. Una vez has
Dos de ellos llevaban gorras de tela con visera lar ta le llevó un chocolate envuelto en papel plateado
ga y fumaban descaradamente. y a la hora de los "quiubos", un nudo en la gargan
Bastante monótono el paisaje. Poca vegetación, ta le impidió dárselo, por lo cual se derritió en pleno
mucho monte pelado. Han transcurrido varias ho bolsillo.
ras y no hay nada en qué pasar el tiempo. Ya no Pero una tarde la decisión de abordarla venció
queda lectura, nada que hacer; engullirse de rato en todas las timideces y el milagro se produjo.
rato unas rebanadas de salame, tomar algún refres Sibila cruzaba el patio hacia las rejas y Gabriel
co cuando pasa el vendedor con su canasta, bajarse la siguió apurando el paso hasta alcanzarla.
en las estaciones a estirar las piernas, violando uno -Sibila -dijo, un poco jadeante.
de los "mandamientos", y recordar de cuando en -Hola, Gabriel. -Ella lo desarmó con su son-
cuando a Sibila, con un nudo en la garganta y cier risa y esa mirada verde, potente y húmeda que
ta dosis de rabia. disparaban sus ojos.
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-Sibila, mañana es sábado. ¿Quieres ir a pati noche, al dejarla en su puerta, se atrevió por pri
nar conmigo? me ra vez a darle un beso. Ella lo recibió con
-Qué rico, me encantatia, pero no sé si me den ca utelosa calidez y algo de ternura. Gabriel sintió
per1niso. ¿Me puedes llamar esta noche? que ya no cabía en su pellejo y partió de regreso,
Su felicidad creció como las volutas de humo y casi como si volara, a pesar de que venía el maldi
más, como los anillos que forma una piedra al caer to domingo.
en agua mansa. Porque ahora, aunque ella no pu Las cosas cambiaron de color y se pusieron feas
diera ir a patinar, al menos tenía su teléfono. Y para de la noche a la mañana, cuando apareció el Billy.
qué decir hasta dónde se elevó esa felicidad, igual Una tarde a la salida de clases, Sibila le presen
que un helicóptero al despegar, cuando por la no tó al Billy. La había venido a buscar y se iba a ir
che ella le respondió que sí le habían dado permiso. con él. El Billy tenía unos quince años y hablaba
Fueron a la cancha del Parque Mayor y casi todo como si viniera de otro país.
el tie1npo patinaron tomados de la 1nano. Más tar Gabriel quedó desconcertado y triste, pero pre
de, antes de aco1npañarla hasta su casa, Gabriel la firió no darle mucha importancia al asunto y, juntando
invitó a un refresco y en la cafetería pudieron con coraje se obligó a no llamar a Sibila esa noche.
versar un poco más sobre los compañeros, los A la tarde siguiente, sin que hubieran hablado
profesores, las matemáticas, la geografía. en los recreos, se reanudó la rutina y partieron ca
Después de esa tarde, cuando tenninaban las minando juntos.
clases salían caminando juntos y él le llevaba los li -¿Y quién es el Billy? -preguntó él.
bros. Por suerte eran hartas cuadras hasta su casa. -Un amigo del barrio -dijo Sibila-. A veces
Un sábado él le preguntó tímidamente si que- me va a ver a la casa. Sus padres conocen a los míos.
� . .
ria 1r a un concier to, tocaba su papá, clarinetista. -¿Y ce gusta?
Lo de "tímidamente", porque sabía que no a toda Ella no contestó.
la gente le gustan los conciertos. Pero resultó que -¿Te gusta? -insistió.
Sibila era aficionada a la música y hasta conocía Ella le soltó la mano y le dijo:
bastante debido a que estudiaba piano. La felici -No me molestes. ¿Qué te importa si me gus
dad siempre dando saltos más arriba. Y esa misma ta o no?
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Tacataca tacataca tacataca... El sol está cayendo conversan y ríen, pasándose de uno a otro la botella.
a la izquierda, al final de ese campo árido y pedre Felipe se sube al asiento, en1pina los pies y baja des
goso que con los minutos va cambiando de colores. de la rejilla una mochila. Saca emparedados y ofrece.
Uno de los gorrudos lo llama con una señal. Gabriel no sabe si aceptar.
-¿Quieres jugar? -dice. -Tengo salame y pan negro -dice.
Gabriel se levanta y se acerca al asiento de los -Está bien. Guárdalo para mañana. Toma uno
muchachos. de éstos.
-Hola -dice uno-. Me llamo Felipe. De un termo, Jaime sirve café con leche. Ga
-Soy Gabriel. briel se siente cómodo entre esos a1nigos.
-Jaime. -¿Van a Las Animas? -pregunta.
-Hola, hola. -Un poco más al norte -diceJaime.
-¿No quieres jugar? -Vamos a jugar fútbol.
-Es que no sé. -¿Son de un equipo?
-Yo te enseño, es refácil. Estamos jugando a -Sí. La juvenil de los "Ratones".
la Veintiuna Real. -Yo también he jugado fútbol -dice Gabriel
El juego le pareció bastante entretenido y lo con cierta timidez-. Pero ahora me gusta 1nucho
aprendió rápido, pero lo mejor de todo era que en el básquet.
tre las cartas, los chistes y algunas historias que se Qué tipos formidables, piensa. Y piensa que es
contaban, las horas pasarían más rápidas. curioso cómo se hacen los amigos, y también cómo
-Pago a veinte. -Gabriel pierde. a veces se pierden para siempre, por ejemplo, a cau
-Pago a dieciocho. -Gabriel gana. sa de una -apuesta, o de una pequeña traición.
-Veintiuna real. -Gabriel pierde.
-Me pasé. -Gabriel gana.
Después de frotarse las manos con saliva, Car
los volvió a hacer lo mismo: dio vueltas en el aire
Es ya de noche y la iluminación del carro ha ba con el lazo y lo lanzó l1acia el otro extremo de su
jado. Algunos pasajeros se preparan para dormir. Otros pieza de juegos. Esta vez acertó por fin; ya era hora.
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sillos en semicírculo, adornados por una corrida de -Mala suerte, te los pago después -dijo Car
botoncitos rojos. Tenía también un cuello de punta los, pensando que en la esquina podía comprarse
larga bordeado por un fino cordón de plata. un par de revistas de historietas para tener suelto y
-Papá 1ne la encargó a una tienda de ropa para darle a Gabriel sus quinientos.
vaqueros --dijo Carlos. Los ojos tristes de Gabriel se habían vuelto ojos
Gabriel se preparaba para su lanzamiento. Pa n1ás bien de rabia.
recía estudiar con seriedad la distancia. Tiró el lazo -Soy mejor vaquero que tú -le dijo.
en su propio estilo y acertó a la primera. Blacky lan Y dijo también que la camisa ésa que le habían
zó otro gn1ñido. encargado a la tienda de vaqueros era de las que ha
-¡Gané, gané! Me debes quinientos pesos -gri cen para jugar, con10 disfraz, que nunca un vaquero
tó Gabriel. de verdad se había puesto una camisa así, mientras
Era verdad. Lacear al perro con menos tiros era que la suya era auténtica, de las que a diario usan
la apuesta. Desde la ventana, Carlos miró los árbo los vaqueros para lacear, arrear el ganado y hasta en
les del parque, apretando los dientes y empuñando los duelos de pistola. Así le había dicho su 1namá.
las manos con fuerza. Al cabo de unos minutos sacó Carlos estaba de buen humor ese día y había
de su bolsillo un billete de a mil. tolerado que Gabriel le ganara la competencia; pero
-'foma --dijo pasándole el billete-, ¿tienes no podía rebajarse a tolerar estos insultos. Caminó
can1bio? hasta quedar frente a Gabriel y le pegó un bofetón
Gabriel lo miró con ojos tristes, con esos ojos y luego otro y otro más.
que sentía poner cuando a veces en la calle el frío -¡Mándate a cambiar, mocoso! -gritó con la
de j1llio le calaba hasta los huesos. A veces el clari cara congestionada-. ¡Qué te has creído! ¡Cuándo
nete andaba de 1nalas, decía el papá, y no había los vaqueros van a usar botas de goma y mugres
trabajo. También solía poner esos ojos cuando ser como ésa!
vían la comida de los domingos. No fue preciso Gabriel pa1tió con la cabeza gacha y el labio
responder que no tenía can1bio, no tenía nada, esos sangrándole. Al llegar a la puerta se detuvo y con
quinientos pesos que había ganado eran lo primero una voz que apenas se oía y los ojos llorosos, dijo:
que iba a tener en la semana. -¿Y mis quinientos?
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Carlos le tiró un latigazo en la cara con el lazo Abrió su libro -Las aventuras de Tom Sawyer-
y Blacky corrió ladrando hasta la puerta. Gabriel al y no pudo concentrarse en la lectura, aunque le pa
canzó a salir antes de que la fierecita le mordiera recía que Tom era un tipo formidable: ingenioso,
los tobillos. Una vez fuera, se alejó por el corredor audaz y valiente. Quiso entonces escuchar música
hacia los ascensores, pensando que no se iba a que y ... de pronto se fijó en el canto de varios pájaros
dar así, sin los quinientos pesos que había ganado que adivinó revoloteando por las ramas del ciruelo,
en buena ley, y pensando también que no se podía al otro lado de su ventana. "Qué bonito cantan", pen
ser amigo de niños como Carlos. só, y luego se preguntó si acaso realmente sería
canto. Después de todo, uno no conocía demasia
do bien a los pájaros. A lo mejor esas melodías que
Pero ahora piensa que estos tipos sí que son for sonaban tan gratas al oído no eran otra cosa que
midables, siente orgullo y decide volver a su asiento, gritos de disgusto, de tristeza, o de guerra. ¿Quién
porque sabe que ya lo va derrotando el sueño. podía decirlo?
Viene el sueño, viene y se va. Viene y se va. En todo esto pensaba cuando su mamá entró a
Gabriel cierra los ojos y se deja llevar por el traque la habitación. Venía con la bata rosada y una gran
teo rítmico del tren. Como muchas noches, recuerda sonrisa, agitando el termómetro.
las que tuvo que pasar para cumplir aquel compro -A ver, abre la boca, pequeño rufián -le dijo
miso de honor sin fallarles a sus amigos. después de pasarlo por un algodón humedecido.
Gabriel apretó los labios en torno a ese miste
rioso tubito de vidrio que anunciaba enfermedades
Esa mañana despertó con las primeras horas del Y lo mantenía en cama. También cruzó los dedos
día, cuando empieza el sol a levantarse, y decidió de ambas manos como en un ruego para que la fie
permanecer dentro de su cama. Más bien, no es que bre se hubiera mudado de su cuerpo.
lo decidiera, sino que la tos y los estornudos toda Lo de "pequeño rufián" no era porque fuese en
vía estaban ahí, molestándolo, impidiéndole cumplir realidad un pequeño rufián. Su madre se lo decía
ese mismo día con un compromiso que considera con cariño, estaba seguro, aunque también con cierto
ba muy importante. reproche por eso de haberse bañado en el río cuan-
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do ya las tardes estaban refrescando mucho con el leche para la merienda, dos o tres de los matonci
otoño. Pero él no había podido evitarlo. De haber tos salieron persiguiéndolo y vociferando amenazas.
se negado a ir con los muchachos, lo más probable De manera que los de la calle Valencia -junto con
es que lo estuvieran considerando como un gallina cuatro más ele la manzana- decidieron organizarse
y que se quedara fuera del gn1po, y que esta mis y planificar muy seriamente los combates que reali
ma tarde ni siquiera lo dejaran participar en la pelea, zarían para recuperar el ten·eno perdido. La primera
a pesar de su buena puntería. Por eso, como todos batalla iba a ser justo esta tarde y él no podía faltar.
ellos -Paul, Tomás o Gilberto-, se quitó las ropas No podía faltar porque en los entrena1nientos se ha
detrás del roquerío y "al agua patos", nadar un poco bía mostrado como el mejor artillero, el de más fina
aunque fuese otoño y demostrar que el miedo no puntería con la honda, y su papel consistía precisa
tenía cabida en su alma ni en su cuerpo. mente en encender la chispa tirando la prirnera
Lo de la pelea iba a ser precisamente esta tar piedra al cuerpo del capitán de la pandilla de ma
de y él, con gripe o sin gripe, con fiebre o sin fiebre, tones. Tenía que ir. Tom Sawyer lo habría hecho.
no podía faltar. Los muchachos de la calle Granada La mamá le retiró el termómetro de la boca y
habían llegado al terreno baldío donde todos los estuvo mirándolo contra la luz de la ventana.
días su gn1po -los de la calle Valencia- jugaba fút -Treinta y siete con dos rayitas -dijo-. Te ha
bol, y habían empezado a tirarles bolas de lodo y bajado bastante. Pero será mejor que te quedes hoy
pequeños guijarros con sus hondas. Como los ene en cama. Las recaídas son lo peor.
migos eran más y estaban armados, ellos habían -En la tarde tengo que ir a estudiar a casa de
tenido que escapar a todo lo que les daban las pier Paul -dijo Gabriel. No le gustaba mentir, pero a
nas, humillados por las risotadas y los burlones veces era más que necesario.
hurras de los "granadinos". Se habían apoderado por -Pues ni lo pienses.
la fuerza del terreno y ahora, tarde a tarde, patea -Es que vamos a tener una prueba ...
ban la pelota en un lugar que no les pertenecía. -No importa, prefiero que te saques mala nota
Cuando Tomás pasó por la calle que da al baldío, antes que se empeore la gripe. Ni hablar.
camino a su casa, recibió dos pedradas que lo hi Gabriel se dio cuenta de que el can1ino legal
cieron apurar el paso. Cuando Paul fue a comprar estaba cerrado, su n1amá no le iba a dar permiso ni
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aunque se lo rogara de rodillas. Además, pensó, si Lo primero fue sacar del closet algunas ropas y
insistía mucho, hasta podía hacerse sospechoso. colocarlas dentro de la cama de rnodo que parecie
Nunca nadie insiste tanto para encerrarse toda una ran un niño durmiendo, completamente tapado. Lo
tarde a estudiar. Bueno, nada que hacer. Habría que segundo fue vestirse. Prefirió las botas y no las za
buscar otro camino. patillas, por si era necesario dar patadas. No le
La cita era a las tres y media. Tenían que jun gustaba lo de las patadas, pero si los "granadinos"
tarse en la glorieta de la plaza para afinar los últimos empezaban, no quedaría más remedio. Calcetines
detalles. Por ese motivo, a las tres, cuando su mamá gruesos, para que los golpes no fueran tan duros.
entró a buscar los platos del almuerzo encontró a Los yines, dos camisetas de franela, un suéter de cue
Gabriel bastante "decaído" con un brazo cayendo la llo alto y la casaca.
cio por el borde de la cama, la boca semiabierta, Por suerte a esa hora su mamá veía como tres
los ojos cerrados. telenovelas y eso sería una gran ayuda para que ni
-¿Te sientes mal? su hermana ni Sara, la empleada, lo escucharan al
-Un poco --dijo Gabriel, con la voz arrastra- cruzar el patio y abrir el portón.
da, como si le costara mucho trabajo hablar-. Tengo Lo último que se puso fue la gorra de lana. Des
sueño. Y me duele la cabeza. pués metió en un bolsillo la honda, y en otro, la
La mamá le puso la mano en la frente y lue bolsa llena de bolitas de vidrio. No eran tan baratas
go, con los dedos, le peinó un poco el cabello como una simple piedra, pero la redondez ayudaba
greñudo. a la puntería, y no deseaba errar ni un solo tiro.
-Te voy a cerrar la cortina --dijo-. Trata de Ya perfectamente listo, entreabrió la cortina, sacó
dormir. Eso te hará bien. -Le dio un beso en la el pasador de la ventana y empujó. Perfecto. Para
mejilla y salió de la habitación, llevándose la ban colgarse de la rama gruesa del ciruelo bastaba con
deja y cerrando con suavidad la puerta. sentarse en el borde de la ventana y estirar los bra
Gabriel se levantó de un salto y pegó la oreja a zos. Lo demás era fácil también, hasta llegar a tierra.
la puerta. Los pasos de su madre se detuvieron en Pensó que quizás le resultaría más difícil entrar
el extremo del pasillo y comenzaron a descender las que salir. Pero eso no importaba mucho porque si
escaleras. Entonces, se puso en acción. no podía trepar, simplemente tocaba el timbre. Ven-
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drían las retadas y los castigos, pero todo eso no y enemigos que se sobaban las piernas por la parte
era ünportante si ya la tarea estaba cumplida. Total, del hueso. Gabriel vio venir a dos "granadinos" ha
su conciencia la tenía lünpia, pues ahora no se tra cia el kiosco, a toda carrera. Hizo un disparo que
taba de hacer una maldad, sino de cumplir un no dio en su blanco y en lo que tarda un suspiro
compromiso, y cualquier castigo que se aplicara a estaba ya defendiéndose del aguacero de golpes y
alguien por habercun1plido un compromiso, tendría patadas con que los dos enemigos castigaban su bue
que ser injusto. na puntería. Sintió un golpe en el vientre y cayó al
El descenso fue fácil; la marcha hasta el por suelo sin respiración, con la boca babeante y espu
tón, rápida y segura. Gabriel estaba por fin afuera, mosa. En el centro del campo de batalla ya no se
libre, respirando a pleno pulmón. Echó a caminar co1nbatía. Parecía haber llegado el momento del diá
hacia la plaza. logo y mientras los muchachones llevaban a Gabriel
a la rastra hacia donde estaban los otros, se escu
chaban voces exaltadas y se veían gesticulaciones
En el momento en que se escuchó un chiflido nerviosas. Cuando llegaron, Paul dialogaba con el
largo y agudo, el muchachón que las hacía de ar arquero del otro bando.
quero recibió una pedrada que lo hizo recoger una -Éste era nuestro campo ·_· decía-, y ustedes
pierna y lanzar un grito quejumbroso. También en nos corrieron.
ese momento, desde los cuatro costados del baldío, -Porque no teníamos dónde jugar.
grupos de dos y tres muchachos corrieron hacia el -Pues ahora tampoco tienen, porque todas las
centro del improvisado campo de fútbol, iniciando tardes va a pasar esto mismo, hasta que se larguen.
una batahola de gritos, carreras y trompadas. Des No los vamos a dejar ni respirar.
de tras un kiosquito abandonado, el artillero hacía -Traeremos cortaplumas, y a ver si jugamos
disparos bastante precisos, siempre a las piernas, dis o no.
paros que eran seguidos de lamentaciones y que . -También nosotros podemos traer cuchillos -dijo
iban poniendo al enemigo fuera de combate. Antes Tomás.
de diez minutos se veían por el terreno caras en -Y además -siguió Gabriel, con la voz entre
sangrentadas, luchadores debatiéndose en el suelo, cortada-, yo soy el de la honda: tengo buena
HUMO DE TRENES 33
-Suerte. A mí me cuesta, en trenes y auto -Queremos pedirle que lo mate -terminó Ga
buses. briel-. Está sufriendo mucho.
Al llegar al final del andén, vieron al perro. El hombre los miró con seriedad y simpatía,
Era grande, de raza desconocida, pelaje míni meditando. Al cabo de unos instantes, dijo:
mo y sucio, cafesoso, parecido a Sultán. Se hallaba -Hm ... Ustedes tienen mucha razón, pero yo
de pie, inmóvil, lanzando unos lastimeros y débiles estoy impedido. Tengo revólver con carga comple
gemidos. Su pata derecha, recogida, colgaba sujeta ta, para casos extremos, para defensa, y debo dar
tan sólo de dos tiras de su propia piel, y bajo ella cuenta de cada tiro que se dispare.
se iba empozando sangre de la herida. -¿Y qué podemos hacer?
-Pobrecito -dijo Gabriel, atontado. -Es inhumano. Además, el tren lo atropelló.
-No te acerques. -Bueno, ¿por qué no van al Cuartel de Poli-
-Lo habrá pescado el tren ... cía? Está a dos cuadras, por esta misma calle.
-Seguro. -¿ Y si nos deja el tren?
-Debe estar sufriendo mucho. -Descuiden. La locomotora tiene un desperfec-
El perro seguía inmóvil, gimiendo y derraman to y pasará un tiempo largo antes de que pueda
do sangre. Sus ojos aullaban dolor. seguir viaje. Vayan tranquilos. Díganle al sargento
-¿No será mejor que lo maten? Orellana que yo los mando.
-Quizás. Quizás eso sería lo mejor. Perro vago,
sin dueño, ¿cómo podrá luchar por la vida así, cojo?
Volvieron caminando por el andén entre otros Al cuartel llegaron también con Jaime y los otros
pasajeros que también iban y venían. Se comentaba dos futbolistas. Era de tablas oscuras, igual que todo
que el tren estaría detenido bastante rato. el pueblo, y estaba construido como en un hoyo de
-Tenemos que hablar con el Jefe de Estación, la tierra. Amanecía y la temperatura era baja.
Felipe. Es inhumano dejar así a ese perro. Envuelto en una áspera bufanda, el Comisario,
El jefe los recibió en su mínima oficina de ma de grueso bigote y un poco rechoncho, los miró pi
dera y entre Felipe y Gabriel le informaron acerca diendo explicaciones.
de la situación. -¿En qué puedo servirles, jovencitos?
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Le relataron la situación y, tras algunos balbu daba mal, movió la cabeza de lado a lado, como
ceos, lo que solicitaban fue bien acogido. En pocos queriendo quizás saber si eran amigos quienes lo
minutos salían de ahí con un policía armado y una acompañaban en este paseo. Sonó el disparo. Ga
carretilla de mano, de esas que usan los albañiles. briel cerró los ojos. Al abrirlos nuevamente, el perro
Llegaron a la estación y nuevamente hasta el había saltado de la carretilla. Alcanzó a cojear dos
extremo del andén. Ahí seguía el perro, como una o tres metros y luego cayó al polvo temblando y
estatua, tal vez más aturdido por el dolor. derramando sangre, ahora por el hocico, al mismo
-Hay que subirlo en la carretilla -dijo el po- tiempo que daba sus últimos estertores.
licía.
-¿Cuando esté muerto? -preguntó Jaime.
-No. Ahora mismo. No lo podemos matar aquí. El tren permaneció varias horas en la estación
Hay que sacarlo de la estación. A ver, tú ten la ca de Pueblo Hundido mientras reparaban su avería.
rretilla y tú, niño, ayúdame con el animal. Cuando por fin, lentamente se fue internando en
Gabriel tragó saliva y sintió como si se le para la pampa, el sol ya golpeaba muy duro. Era nota
lizara la sangre cuando el policía y Felipe levantaron ble la diferencia entre el día y la noche en esas
al asombrado perro y lo depositaron sobre la carre regiones.
tilla, de pie, igual que como estaba en tierra, con -Comamos algo antes de jugar -dijo Felipe.
su pata colgando. Gabriel bajó el paquete de salame con pan ne
Salieron de nuevo a las calles polvorientas, que gro, abrió una hoja de su flamante cortaplumas y
aún no lograban despertar de la húmeda noche. entregó todo a los compañeros de viaje.
-¿Vamos al cuartel? -preguntó Felipe. -¿Y tú?
-No -dijo el policía-. Por aquí hay un bal- -No puedo -dijo-. Se me quitó el apetito.
dío. Eso será mejor. Quizás más tarde.
Llegaron a una especie de peladero lleno de Perro con hueso, recordó. Después de todo, qué
basuras y el cabo desenfundó su revólver y enfren bueno haberse hecho amigos con el Arubal. Tres días
tó al perro. Apuntó el cañón justo entren1edio de anduvo buscando al viejo por la plaza, para contar
los ojos. El animal, acaso presintiendo que algo an- le. Hasta que una tarde lo vio sentado en su escaño
40 POLI DÉLANO
Al bajarse de la micro, Arubal se dijo "seguir bus desesperado, a todo lo que daban sus piernas, hasta
cando" y caminó sin rumbo fijo, pero sí en busca llegar a la esquina y perderse.
de mejor suerte. Pero corría sin el bolso, sin los cuatro o cinco
Aunque no era muy tarde, la calle estaba des billetes de a mil. Sólo llevaba un gran susto. Ella lo
poblada. Al menos las veredas, ya que los automóviles había mirado muda, como llena de un terror frío,
pasaban pegados uno a otro como en un desfile de de un gran espanto que sólo podía expresarse a tra
hormigas. Metros más adelante, iba una mujer sola, vés del silencio de los ojos.
¿vieja, joven? Un poco gorda. De su brazo derecho
colgaba una buena cartera. Aníbal fijó sus ojos en ella.
En las ca1teras podía haber mucho, cuatro, cinco mil -Una gran suerte, ¿no crees? -dijo el viejo-.
pesos y hasta más. Miró hacia atrás, hacia adelante, Que le haya salido mal. Aunque la verdad es que
hacia la acera de enfrente. Ni un carabinero, ni una le salió bien. Y que tampoco fue una suerte, sino
sola persona. Apuró el paso. De más cerca el bolso una decisión.
· adquiría nuevas dimensiones, se agrandaba, se infla -En qué líos pudo haberse metido. Pero no
ba, reventando en miles de billetes que volaban por echó pie atrás. En su casa la situación andaba mal
el aire y caían como una lenta -lluvia de hojas. Aníbal y siguió buscando.
danzaba recogiéndolos. Ese bolso se había conve1ti
do en el fruto del pecado y era casi imposible
resistirlo. Siguió apurando el paso y ya eran pocos Gabriel miraba fijo las arenas tan áridas del de
los metros. Miró de nuevo hacia todos lados: nada, sierto, preguntándose cómo podía el tren avanzar
nadie. Ella y él, solos en la noche. Era cosa de colo tan despacio. Seguro que si se bajaba, podría esti
carse a su lado, empujarla contra la pared, quitarle rar las piernas trotando junto a su propia ventanilla.
el bolso y echar a correr. Se aproximaban a la esqui Los amigos comían pan con salame. La vecina dor
na, podía doblar y desaparecer por otra calle. Una mitaba. Sibila estaba tan lejos y todavía quedaba
vez más se aseguró de que no hubiera testigos. En bastante viaje.
tonces dio un trotecito, atracó a la mujer contra la
muralla de una casa y luego echó a correr como un
TRES
Aquella tarde, el oscuro vagón 'del expre -Justo donde yo voy. Vengo desde Puer
so a Valparaíso llevaba pocos pasajeros, tal vez to Montt, ¿conoces?
debido a que el nuevo túnel de carretera que -Estuve una vez. Un amigo me llevó a comer
perforaba la 1nontaña favorecía el viaje en au ostras a Angelmó -se le llenaron los ojos de dul
tobús. Decidido a captar ese campo en todos zura-. ¿Nos habremos conocido durante ese viaje?
sus colores, luces y sombras, Renato, con la -Puede ser. Yo me dedico al dibujo. Y a
frente apoyada en la ventanilla, luchaba duro la pintura, pero más al dibujo.
contra el sueño; pero pasando ya la estación -Qué envidia. Cómo me gustaría saber di-
de Calera, su resistencia cedió y se le cerraron bujar.
solos los ojos, al tiempo que sus sentidos se -Y por eso voy a Valparaíso. Me pidieron
perdían en un espeso bosque de vaivenes y ca que ilustre un libro de cuentos con bocetos del
beceos. puerto. Los cerros, la gente, los bares, las... chi
Al partir el tren con sus bufidos de la esta cas de la noche.
ción de Quillota, el joven pintor volvió de sus Renato la miró a los ojos. Grandes y de lu
sueños para deslumbrarse de pronto al enfocar minoso verde, movedizos. Tenía también una
frente a su asiento a una muchacha que lo ob nariz casi perfecta y labios húmedos, ligeramen
servaba atenta, con una mezcla de curiosidad y te teñidos, llenos de vivacidad y gracia. El cuello
silnpatía. era terso y delicado, con un discreto lunar a la
-Disculpa -dijo, enderezándose y pasan derecha. No había detalle que a él se le pudie
do los dedos por la cabellera desgreñada-. Me ra escapar. Cuando un lugar o una persona le
anduve quedando dormido. atraían, ponerle la vista encima era igual a es
-No te preocupes -dijo ella-. Te mira tarlo ya dibujando, como si en lugar de ver con
ba porque tengo la sensación de que nos los ojos, viera con el lápiz o con el carboncillo.
conocimos antes. De cuerpo, la muchacha parecía más bien del
-A mí también me parece conocerte -dijo gada. Unos yins curiosamente pasados de moda
Renato, quizás por gentileza-. ¿De dónde eres? impidieron a Renato completar la imagen de su
-Valparaíso ... Playa Ancha. figura apreciando la forma de las piernas .
POLI DÉLANO HUMO DE TRENF.S
50 51
-¿Me harías un retrato? -preguntó ella. Don Gaspar y la señora Isolina le enseña
-Te lo estoy haciendo ya ... Claro que sí, ron a Renato su habitación en el segundo piso
te lo haría volando. de la antigua casona de Playa Ancha. Una me
-¿Y crees que podrías dibujarme de me sita de noche, una cama y una ventana mirando
moria? al mar, ahora agitado por un ventarrón que les
Él la recorrió entera de otra mirada, tratando sacaba gemidos a las ramas de los árboles de
de medir, determinar si esa encarnación del en un pequeño cementerio enfrente. Le enseñaron
canto no sería demasiado desafío para su pulso. su baño y le sugirieron que descansara un rato.
-¡Sí! -respondió después del examen, que Dentro de poco lo llamarían para la cena y de
ella soportó risueña y segura de sí misma-. seguro tendrían muchas preguntas que hacerle
Podría. Definitivamente si podría. Pero por su acerca de Nico y Sofía, a quienes llevaban por
puesto prefiero hacer el dibujo con la modelo lo menos diez años sin ver.
al frente. Cuando la pareja salió del cuarto, Renato
Luego conversaron como viejos amigos, del se tendió sobre la cama y nuevamente lo an
mar, los mariscos, las caletas, los funiculares, el duvo derrotando el sueño, hasta que entre
viento, los barcos, cada una de las cosas que sibilantes lamentos de las arboledas y la furia
hacían de Valparaíso, según ella, uno de los de las olas, un grito desde abajo se abrió paso.
mejores puertos del planeta. "¡A comer, a comer!", decía la señora Isolina.
El tren cruzó más rápido que nunca las re Frente al espejo, mientras la peineta orde
giones nubladas y el joven pintor se atoró con naba sus cabellos, el joven pintor tuvo la
la idea de que ya estaban llegando. sensación de que todo iba n:iuy bien y sonrió.
Al despedirse en el andén, entre risueña y Bajando él y subiendo ella las crujientes es
misteriosa, ella le dijo: caleras de tabla, se detuvieron al cruzarse,
-No pasará mucho tiempo sin que nos vol mirándose a los ojos, él sin poder más de asom
vamos a encontrar. bro, ella con su mohín de burla.
-Ojalá -dijo Renato, mientras la chica se -¿No te dije que nos veríamos pronto? ¿Por
esfumaba ya a paso rápido rumbo a la salida. qué te asombras tanto?
52 POLI DÉLANO
La señora Isolina miró a don Gaspar con a abrirlos empezó a rayar sin retrocesos, a tra
una sospechosa expresión de complicidad y zo firme, hasta que fueron emergiendo nítidas
ambos obsetvaron luego al joven pintor más o y en su lugar las facciones de esa misteriosa
menos como si su cabeza anduviera fallando. compañera de viaje, sus ojos risueños, la expre
-Nos encontramos en el tren -dijo él-, sión ligeramente irónica de su boca, su mentón
y conversa1nos durante buena parte del viaje. oval partido al medio, la delicadeza de su cue
Sólo que en la estación nos separamos, ya que llo y hasta el pequeño lunar.
los dos ignorábamos que veníamos al mismo -¡Dios mío, es Shenda! -gritó la señora
lugar. Ahora está en el piso de arriba. Isolina, desmoronándose sobre la alfombra.
Los ojos de la señora Isolina parecieron po -Sí -dijo don Gaspar, después de acomo
blarse de sombras. Don Gaspar y ella se miraron dar a su esposa en el sofá-. Es Shenda. -Se
con la respiración entrecortada y él le tomó de había puesto muy serio, pálido, y el temor es
licadamente la mano. Los árboles del cementerio capaba a raudales de sus pupilas-. La hija
seguían aullando al paso del vendaval marino. menor que se nos fue hace justamente cinco
-Aquí no vive nadie más, Renato -dijo años, de un ataque, cuando regresaba de San
don Gaspar-. La vieja y yo, nadie más. tiago en el expreso. Había viajado a ver a su
-Oiga, don Gaspar, no estoy loco. Voy a novio.
subir a buscarla. El joven pintor miró con tristeza el dibujo
-Espera -dijo la señora Isolina-. ¿Como que sus manos y su amor acababan de crear y
qué edad tendría esa joven? dijo en voz muy baja, como sólo para sí:
-Unos veinte años. -Hola, Shenda.
-¿Podrías dibujar su rostro? Los ojos y los labios de ella se unían en
Sin pensarlo por segunda vez, Renato res una sola burla incrustada de ternura.
pondió que sí, categórico y sonriente. Sacó del
bolsillo su lápiz y la inseparable libreta de bos
quejos, sonrió con mucha felicidad, cerró los Gabriel tenía una sonrisa encantada y se vio obli
ojos, apretándolos con fuerza, y cuando volvió gado a admitir ante su vecina que de ahí en adelante
56 POLI DÉLANO
defenderse, a dar golpes como se debe y a esqui un apretón. La derecha la tiene envuelta en un pa
varlos cuando vienen. ñuelo e1npapado de rojo. Después se despide de los
Gabriel, que ya sabe pelear y que va con cha otros y sigue su camino. Va adolorido, sudoroso,
queta de cuero, tiene al "campeón" Pepe arrinconado agotado. Pero va también contento, triunfante. Po
contra el tronco áspero de un árbol y está retirando drá decirle al papá que ahora sí la supo hacer y se
su brazo dispuesto a descargar con toda su alma el hizo hombre, que vea ese puño pelado hasta el hue
golpe definitivo para que termine ya la pelea. Los so, que escuche la historia de una pelea. Y el viejo
otros chicos siguen gritando "¡ dale, dale!" cuando se tendrá que sentirse orgulloso esta vez.
produce la descarga, pero Pepe retira oportunamente -Muy bien -dice la señora-. Cumpliste y tu
la cabeza, y los nudillos de Gabriel se hacen trizas historia 1ne gustó.
en la corteza, salpicándola de sangre. Vuelven a tren
zarse en un choque seco y pesado que los hace caer
al suelo y rodar hasta el medio de la calle, donde
un automóvil alcanza a frenar antes de arrollarlos.
-¡Chiquillos de mierda! -grita el conductor
cuando arranca de nuevo.
Gabriel está montado sobre Pepe y en ese mo
mento se levanta, y se levanta también Pepe y los
dos alcanzan la acera, jadeando.
-¡Se la diste buena, Pepe! -exclaman los de
más niños.
-No -dice Pepe-· , eso no es justo. La ver-
dad es que él me la dio buena a mí.
Le estira la mano a Gabriel para indicarle que
ya es uno de ellos, que puede entrar al grupo, que
es el mejor, que no le dirán más "mariquita" ni esas
cosas. Gabriel le pasa la mano izquierda y se dan
CUA1RO
jos, ojalá al rincón más oculto y apartado de de cabeza investigando el asunto. Decepciona
toda la tierra. da y ridícula se sintió, además, porque el señor
Se hizo afeitar el grueso bigote que desde Mardones la había engañado y ella había caído
muchacho le había dado carácter a su rostro, y ingenuamente en la trampa. Pero lo buscaría.
cortar el pelo a cero, quedando su cabeza como Por cielo, mar y tierra lo buscaría, hasta encon
una blanca y lustrosa bola de billar. Cambió tam trarlo y ajustar cuentas . Y tal vez decidiera
bién la sobriedad del sempiterno traje oscuro incluso no hacerle el tránsito demasiado fácil.
por una vistosa indumentaria deportiva. Pero sin Así las cosas, la Muerte se dedicó a reco
dudas el toque maestro consistió en simular la rrer ciudades y campos, <;:aletas, islas, casas,
falta de un ojo, cubriéndoselo con un parche oficinas, hospitales, haciendas. En ninguna par
negro sujeto a la cabeza mediante una liga. Ni te se hallaba el señor Mardones. Como si la
su propia esposa, pensó, hubiera sido capaz de tierra se lo hubiese tragado, o como si se hu
reconocerlo. biera esfumado en el aire.
Para lo de irse lejos, optó por una remotísi Después de escudriñar meticulosamente to
ma localidad carbonífera en el norte de Pakistán. dos los lugares, los cinco continentes, revisando
Allí tendría que producirse el más drástico de acuciosamente el mapa, advirtió que una sola
los cambios: reemplazar su cómodo sillón de región le faltaba, en las zonas meridionales de
gerente por una plaza de trabajo en las minas Asia.
de carbón. Las cosas iban a ser distintas para él, Hacia allá encaminó sus pasos. Ciudad por
difíciles y duras. Pero al menos, con esta nueva ciudad, campo por campo, y tampoco encon
situación, tendría la posibilidad de vivir. Y eso, traba a Mardones en parte alguna.
pensaba, era lo más importante. Con un gran cansancio sobre sus huesos y
Decepcionada se sintió la Muerte cuando mucha rabia en el alma, la Muerte llegó por fin
el día convenido y a la hora señalada, la secre al único sitio que aún no revisaba, una peque
taria le comunicó que su jefe había desaparecido ña localidad minera en las cercanías de Bengala.
misteriosamente una semana antes, que nadie Era de noche y en una larga y angosta barraca
podía explicárselo, y que la policía se hallaba de madera, los carboneros dormían echados so-
70 POLI DÉLANO HUMO DE TRENES
71
bre unas esteras vegetales, con los cuerpos su -¿Conoce la historia?
dorosos y tiznados. La dama recorrió hombre -¿No me crees? Escucha.
por hombre, rostro por rostro. Era definitivo:
Rodolfo Mardones no estaba. "Qué fiasco", se
dijo, apretando mucho los dientes. "El maldito El amanecer de aquella noche pilló a Aní
bribón logró ·engañarme y no hay nada que ha bal cerca del Mercado Central. Había descubierto
cer, sólo queda resignarse y aceptar, ser buena el lugar unos meses antes, un buen sitio. La p1i
perdedora." Pero de todas maneras, ya que es mera puerta de entrada quedaba junta por las
taba ahí y para no perder el viaje ni volver a noches; la segunda, tras el umbral, estaba bien
casa con las manos vacías, decidió llevarse a un cerrada y entre ambas Aníbal halló buen dor
tuerto que roncaba mucho. mitorio, resguardado de la helada nocturna.
Otros niños no tenían la misma suerte. Dormían
arrinconados contra un kiosco, dos o tres muy
Gabriel se quedó serio un rato, y de pronto echó juntos para hacerle pelea al frío.
a reir. Se estiró y bostezó en silencio. Sin meter
-¿Entendiste? -preguntó el viejo. ruido, dio un paso a la calle y echó a caminar
--Creo que sí. Buen cuento. Casi como un chiste. hacia el mercado. Tenía hambre y necesidad de
-¿Como un chiste? ¿Qué quieres decir? algo caliente. Ojalá tuviera mejor suerte que
-Usted lo dijo. otras veces. Descargar un camión era trabajo
El viejo se rascó la cabeza. pesado, pero se ganaban buenos pesos.
-Ah, sí, claro. Como un chiste... Como un chis Ya en la zona del mercado, enfiló hacia una
te.. . Pero tiene una enseñanza, muchachito: no se bodega donde por lo general había descarga.
le puede torcer la mano al destino. Dos hombres estaban sentados en la cuneta. Se
-¿Y qué es el destino? detuvo y los miró. Cada uno comía un pan con
-Mejor te cuento lo que pasó con Arubal unos días algo adentro.
después del atraco a la señora. También yo conozco la -¿Qué andas buscando? -preguntó el más
historia. Algo así como la virtud recompensada. viejo.
72 POLJ OÉLANO HUMO DE TRENES 73
-Pega --contestó Aníbal-. Algún camión. Luego cogió él las maletas y se llevó la pro
-Para es o estam os nosotros -dij o el se- pina.
gunder-. Som os dos y llega n apen as d os ca Tod o el p arque se veí a ve rde y florecido .
miones. L os chiquillos jugaban y corrí an, vigilad os por
Aníb al se .sintió desamparado . Sabía que lo sus niñeras. Estab a conden ad o. Era com o una
mejor era no insistir. Esos tip os eran cesantes, maldición: con nada podría ayudar a los su
como su padre. yos.
-¿Y más tarde? -se aventuró. Al cruzar l a avenida g rande empezaba l a
-Ya te dijimos. feria libre, toda l a calle tom ada p or carretas,
Aníb al dio media vuelta y echó a andar, ca- puestos de verdur as y frag antes frutas, mujeres
bizbajo. comprando, llenand o bien sus canastos. Aníbal
-Oye, "negro". se metió por el medio. Una señora muy gorda,
Se volvió. sentada sobre un cajón y voceando el dulzor
-Toma. de sus duraznos, le alargó dos plátanos un poco
Se acercó nuevamente a los hombr es y re pasados. Gr acias, amiga, pensó, si todas las per
cibió del más viejo l a mit ad de su sandwich. sonas fuer an como usted ... Siguió abriéndose
-Gracias. paso entre coles, lechugas, melones, cuando sin
Menos mal que l a Est ación M apoch o esta tió unos golpecit os en el hombro y pensó si
ba ahí no más, cruzando la calle. Llegaba n los acaso habría llega do l a ho ra de su suerte.
trenes del norte y algo podía resultar. -Oye, niño. . . ¿me puedes ayudar con l as
-¿Le llevo las maleta s, señor? bolsas? Están un poco pesadas p ara mí. Son cua
El homb re se detuvo en la mitad del an tro cu adras. Te daré mil pesos.
dén y dejó sus valijas en el suelo. Aníbal se
disponía a tomarl as, cuando un viejo de gorra
colorada y expresión de pocos amigos le dio -Ése fue el co mienzo -dij o el viejer-. Ahora
un puntapié en el traser o y le dijo: tu amigo Aníbal hace trabajos para esa señora por
-¡Que no te va ya a ver otra vez por aquí! las tardes. ¿Quieres que te cuente?
74 POLI DÉi.ANO
EL AUTOR
-Claro -dijo Gabriel-. Pero en otra ocasión.
Tengo que ir a estudiar clarinete.
Después de despedirse del viejo, can1inó hasta
el otro lado de la plaza y atravesó la calle, hacia su
casa. Justo en el momento en que pasaba frente a
la puerta de la heladería, como una aparición salió
Sibila y se detuvo frente a él, sonriente, chupando
la cre1na rosada ele su barquillo. Poli Délano, hijo del escritor Luis Enrique Délano, nació
-¡Sibila! -Gabriel sintió que se le encendían en Madrid, en 1936. Debido a que su padre ocupó el car
las mejillas y se le aceleraba la sangre. go de cónsul de Chile en México, vivió su niñez y su
-Voy a la casa, ¿1ne acompañas? adolescencia en ese país. Ahí aprendió a leer y a escribir y
-Eh ... Claro, claro que sí -se decidió Gabriel, de ahí también fueron sus primeros amigos.
En 1961, en Chile, Poli Délano obtuvo el Prenúo Mu
pensando en su clarinete y en eso que llamaban des
nicipal con Gente solitaria y en 1962 ganó el concurso
tino, y ojalá, como había dicho el viejo, que no se Alerce con Amaneció nublado. A estas dos se1ies de cuen
le pudiera torcer la mano. tos siguieron muchas otras obras, tanto novelas co1no
cuentos, entre ésas Cuadrilátero, Cero a la izquierda, Cam
balache, y muchas más. Luego obtendría el Premio Casa
de las Américas ' de Cuba , con su libro Cambio de másca-
ras.
Nuevamente en México, donde residió durante once
años, continuó su carrera literaria publicando sus novelas
En este lugar sagrado, Piano-bar de solitarios y Muerte de
una ninfómana y tres volúmenes de cuentos: Dos lagartos
en una botella Sin morir del todo y La misma esquina del
J
,
EXPRESIÓN PERSONAL
12. Indica en qué situaciones Gabriel experimenta estos sen COMPLETACIÓN DE ORACIONES
timientos:
a) celos Completa las oraciones usando adecuadamente las palabras
b) compasión de esta lista:
c) ilusión a raudales desmoronándose entrecortada
13. Cuenta brevemente la historia de fantasmas ocurrida en vendaval monótono dosis
Val paraíso. coraJe baldío en sordina
14. ¿Cómo intentó el señor Mardones evitar su compromiso necio desgreñada mohín
con la muerte? ¿Lo logró finalmente?
turulato
15. ¿Crees que cada persona tiene un destino prefijado o pien
sas que cada cual se hace su destino?
1. Don Gaspar y ella se miraron con la respiración ____
16. Explica el sentido de esta cita final del libro:
por la emoción.
" ... se decidió Gabriel, pensando en su clarinete y en eso
2. Gritó la señora lsolina, sobre la alfombra.
que llamaban destino, y ojalá, como había dicho el viejo,
que no se le pudiera torcer la mano". 3. Tomás pasó asustado por la calle que da al ----
que estaban disputando.
4. Juntando se obligó a no llamar a Sibila esa
noche.
PERSONAJES
5. Bastante el paisaje, siempre igual, poca ve-
getación y mucho monte pel�do.
Indica el personaje que se corresponde con la característica
6. Necesitaba una gran de valor para hablarle
sabio Padre de Gabriel
ahora.
músico Shenda 7. Para no despertar a los pasajeros le habló _____
prudente lsolina 8. Trató de arreglarse la cabellera antes de salir.
esforzado Madre de Gabriel 9. La luz del amanecer entraba por la venta-
astuto Rodolfo Mardones nilla del tren.
triste El Viejo 10. Lo miró con un desafiante en su rostro.
misteriosa Aníbal
COMENTEMOS LA NOVELA HUMO DE TRENES 81
80 COMENTEMOS LA NOVELA HUMO DE TRENES
Trata de definir en pocas palabras, ojalá con una, los caracte 1. Edgar A.... escritor norteamericano. Con él, Gabriel juga
res de: ba a los vaqueros*. 495.
2. Vocal. Medio de transporte*. Pronombre. Personaje impor
Gabriel tante sin nombre*.
Aníbal 3. Del verbo ser. Personaje muy esforzado*. La primera. Le-
El viejo tra bailable.
Sibila 4. Bario. Remolcar. Nombre de letra doble. Cero. .
.
5. Repetido, localidad argentina cercana a Bariloche. V1a¡a a1
norte*.
LIT ERATURA 6. Escucharnos. Plantas de la selva, medio de transporte de
Tarzán.
En la novela se mencionan tres obras juveniles clásicas de 7. Muda. Madre de Aníbal*. El primero. 106.
la literatura universal. ¿Las recuerdas? ¿Quiénes son sus au 8. Utilizaciones. Te alimentabas.
r-
tores? 9. Abreviatura de nacional. Nombre americano. Voca 1 · 1 nve
tido, lo contrario de venida.
10. Habla.Rival de Gabriel*. Consonante.Pronombre.
11. Indefenso. Río italiano. Afirmación.
COMENTEMOS LA NOVELA HUMO DE TRENES 85
84 COMENTEMOS LA NOVELA NU'-10 Dli íRENES
Verticales
SOLUCION PUZZLE