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L as a m b ig ü e d a d e s d e l p a d r e f u n d a d o r
tros; es lo que hace Cleofón -poeta que la Retórica, III, 1408a 15 pre
senta como creador de dramas próximos a la comedia-; c) representa in
dividuos que son peores que nosotros; es lo que hacen Hegemón de Ta-
sos (autor, se supone, de parodias dramáticas) y Nicócares (autor de una
Deiliada, parodia burlesca de la litada), y más generalmente los poetas
cómicos. Conviene observar que esta tripartición no la mantendrá Aris
tóteles, el cual hará desaparecer la categoría media, dejándonos la dico
tomía ya clásica. En cuanto a la distinción de las modalidades, también
es dual, dado que Aristóteles distingue entre lo narrativo y lo dramático,
quedando lo primero ilustrado por la epopeya, y lo segundo por la tra
gedia y la comedia.
Gracias a la dicotomía de los objetos combinada con la de los modos,
obtenemos un cuadro de doble entrada que delimita cuatro casillas, tal
como Gérard Genette mostró en la «Introducción al architexto»3:
modo
objeto dramático narrativo
tringido: «Desde el momento en que se admite que los géneros son ins
tituciones, hay que abandonar toda esperanza de definirlos, si no es de
manera parcial y para determinados contextos específicos»7. Sin embar
go, no por ello se pone en tela de juicio el valor del modelo, ya que éste
delimita un conjunto de posibles que no encuentran necesariamente cla
ses textuales reales donde plasmarse.
Todo esto no significa que los nombres de los géneros sean arbitra
rios, ni que no existan nunca criterios constantes (transhistóricos, al me
nos por lo que a nosotros nos es dado juzgar) que permitan reagrupar
textos bajo un nombre idéntico. Es ésta una cuestión a la que tendremos
ocasión de volver, puesto que permanece vinculada al problema central
del funcionamiento y de la función de los términos que identifican los
géneros. Tampoco hemos querido, evidentemente, dar por sentado que
el modelo estructural no plantee problemas específicos. Por el momen
to, únicamente pretendíamos mostrar que el análisis estructural de Aris
tóteles permite describir los géneros literarios, sin para ello seguir vincu
lado necesariamente a postulados esencialistas.
N o obstante, resulta innegable que la Poética pone asimismo en prác
tica tal procedimiento esencialista de paradigma biológico. Bajo forma
de declaración de intenciones lo hemos encontrado ya en la frase de aper
tura que me permito citar una vez más. «Hablemos de la poética en sí y
de sus especies, de la potencia propia de cada una.» El esencialismo resi
de aquí en la sustancialización implícita de los géneros, en tanto que es
tán dotados de una finalidad propia y, por consiguiente, a fortiori, de
una identidad sustancial. Un segundo pasaje, aún más revelador, lo ha
llamos en el capítulo IV, 49a 13-15: «luego la tragedia fue tomando
cuerpo, al desarrollar sus cultivadores todo lo que de ella iba aparecien
do; y, después de sufrir muchos cambios, la tragedia se detuvo, una vez
que alcanzó su propia naturaleza». Es evidente que aquí el término tra
gedia no es el nombre colectivo de una clase de textos, sino el de una sus
tancia dotada de un desarrollo interno: un objeto casi biológico.
El paradigma biológico interviene, por lo demás, a dos niveles. Pri
mero es aplicado a la obra individual. Para dar cuenta de la perfección y
de la unidad del poema, Aristóteles alude constantemente a la unidad or
gánica. Así, «...para que un ser sea bello, ya se trate de un ser vivo, o de
cualquier otra cosa compuesta de partes, no sólo debe tener orden en és
tas, sino también una magnitud que no puede ser cualquiera» (cap. VII,
50b 34). De igual modo, por lo que respecta a las epopeyas: «...para que,
como un ser vivo único y entero, produzca el placer que le es propio»
(cap. XXIII, 59a 17-21). Se conoce la fortuna histórica de este paradig
ma organicista, que es de hecho una de las metáforas centrales de la es
8 Física, II, 193a 28. C ito los textos de la Física y de la Metafísica según la tra
ducción castellana que de ellos hace Francisco de P. Samaranch, Aristóteles, Obras,
Aguilar, Madrid, 1964. [N. del T.]
9 Metafísica, X III, 3, 1070a 5, Gredos, M adrid, 1970 (trad. cast. de V. García
Yebra). Véase también la Física, II, 1, 192b 18.
16 ¿QUÉ ES UN GÉNERO LITERARIO?
E L IN T E R R E G N O