Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Algunas autoras ya han descubierto los foros que traducen sus libros
ya que algunos lectores los suben al Wattpad, y piden en sus páginas
de Facebook y grupos de fans las direcciones de los blogs de descarga,
grupos y foros.
Advertencia:
Capítulo 13 Capítulo 29
Sobre el autor
Playlist
1
Miembro del Parlamento (MP) es el título que se da a las personas elegidas para
servir en la Cámara de los Comunes del Parlamento del Reino Unido.
Solo vomito arco iris.
Qué patético.
Su ceja se levanta.
Se sube la cremallera.
Sacudo mi cabeza.
No es Jenny.
—Definitivamente te llamaré.
Clavo mis ojos en sus profundos iris marrones. Así como todos
los hombres dicen que se pierden en los míos, yo me pierdo
igualmente en los suyos.
Cuando Reid desliza sus dedos fuera de mí, los lame lentamente
haciendo que yo esté toda caliente y mojada para él de nuevo.
—Veo
Veo que trabajar en investigaciones realmente está bien
pagado. —Mi Mi hermana sonríe, pero estoy segura que puedo
detectar
tectar una pizca de celos en su voz. Tiene todo el derecho a
estarlo. Puede que no conozca realmente el origen de toda mi
riqueza, pero la parte de las investigaciones no es una mentira.
Reid realmente ya no se dedica mucho a su antiguo trabajo
porque gana un montón de mierda más haciendo lo que hace
conmigo.
Sonrío.
Él no tiene ni idea.
—¿Recibiste mi regalo? —pregunto, mirando hacia la mesa
donde están todos los regalos.
—Oh, Dios mío, Porter, mira esto —grita, casi llorando. Ella
mira hacia mí—. Es demasiado.
Sacudo mi cabeza.
—Es muy dulce de tu parte —dice Porter con una suave sonrisa.
—Qué bien. Mamá te mencionó el otro día. Dijo que ella y David
te echaban de menos.
Sacudo mi cabeza.
—¿Disculpe?
Kevin se ríe.
Esto me sorprende.
Kevin se ríe.
—Solo decía que la habías mencionado, pero no lo hermosa que
es en realidad: ella es impresionante —dice, recorriendo sus ojos
sobre mí.
—Kevin,
Kevin, necesito usar el baño de damas. —No digo que volvería
por él. No tengo intención de conocer las sagas diarias de Kevin
con el portátil, o sobre las noches de bingo con su madre cada
jueves.
Pero ya no más.
—Después de todo lo que hemos hecho juntos, ¿quieres sacar a
relucir mis comentarios inapropiados?
Enfoco mis ojos en los suyos. Sin duda, él puede ver la lujuria
que corre por ellos.
Una vez que su polla está libre, levanta mi pierna y empuja mis
bragas a un lado antes de introducirse profundamente en mí.
No la suya.
Él se calla de repente.
—Gracias.
Mi madre sonríe.
—Reid, yo...
—No puedo creer esta mierda. —Cierra los ojos mientras sacude
la cabeza. Puedo sentir la rabia que sale de él. Nunca lo había
visto tan enojado—. Dime —dice mirándome a los ojos—. Mírame
a los ojos y dímelo.
—¿Por qué mierda querría ver a esa escoria con sus manos en
ti? Lo mataré, maldita sea, lo juro, Scarlet. Le arrancaré las tripas.
Sacudo la cabeza.
—Abre tus malditos ojos. —Los abro de golpe y veo como Reid
bombea su polla delante de mi rostro. El impulso de lamerlo es
abrumador, pero él lo sabe. Sabe que el deseo que me atraviesa es
más profundo que cualquier océano, cualquier arroyo o cualquier
río. Muero por ser tocada, muero por tocar, y muero por ser
follada en formas que harían que la gente se cuestionará mi
cordura. El sexo es mi arma, y necesito usarlo tan a menudo como
sea posible. Vivo de él y me alimento de las necesidades de otras
personas por mí. Si te deseo, te voy a tener. Es tan simple como
eso.
Me vuelve a azotar.
—Quería el poder sobre él. Quería que supiera que podía hacer
que me follara y no al revés. Me alimenté de su necesidad de
follarme. Yo lo deseaba. ¿Es eso lo que buscas? ¡Quería su polla!
—Por favor.
—Te gusta esto, ¿eh? ¿Te gusta cuando te follo así? ¿Deseas que
fuera mi polla?
—Hace
Hace tiempo que quería hablar contigo.
—Me encantaría...
Así que agarro el papel que me dio Stuart y doy los pasos hacia
mi casa. Pienso en que tengo que esconderlo, así que abro mi
carpeta del colegio y lo deslizo dentro de uno de los clips. Estoy
segura que mi padre revisa mi bolso, pero no creo que revise mi
carpeta. Tendré que asegurarme de esconder el papel antes que él
vaya a rebuscar en él más tarde. Cuando llego a la última
esquina, agarro aire. Hago esto todos los días porque sé sin lugar
a dudas lo que me esperará una vez que llegue a casa. Dice que la
culpa es mía porque no puede resistirse a mí. No tengo idea de lo
que eso significa. Solo deseo que deje de hacerlo. Cierro los ojos
mientras meto la llave en la cerradura, pero no tengo tiempo de
girarla cuando la puerta se abre de golpe y mi padre se queda allí,
con la mirada más enfadada que nunca. En un instante, me
agarra del brazo, me mete dentro y cierra la puerta de golpe,
detrás de nosotros.
—¡Maldita zorra!
—Papi, por favor, no. Por favor no lo hagas. Haré todo lo que
quieras. Pero no me hagas daño.
Señala mi escritorio.
Todavía me tiene.
Capítulo 6
—Lo
Lo que sea huele bien.
Él sonríe y me
e quedo sentada unos segundos
segundos, después que
desaparezca sonriendo. Reid es el único hombre que puede
hacerme sonreír de verdad. Reservo todas las sonrisas más
brillantes para él.
—Caruthers ha pagado.
—Ya no estoy asustada por él. Puedo vivir aquí sabiendo que
está ahí fuera. No importa lo lejos que vaya, él siempre estará
cerca.
Me río.
—Lo sé...
—Lo sé. Es lo que amo de ti. —Le dedico una sonrisa descarada,
y veo cómo su cara pasa de la ira a la frustración.
Se encoge de hombros.
—No lo sé. He oído que a los españoles les gustan las fiestas. El
clima es agradable y la comida es buena. Podríamos estar en la
playa todo el día y festejar toda la noche.
—No estás siendo entusiasta con esto. ¿Qué hay aquí para
nosotros ahora? A la mierda todo.
Por ahora.
—Hablando de eso, me pregunto cómo voy a tener la
oportunidad de estar con Porter a solas. Le he pedido a mi
hermana que se reúna conmigo para almorzar hoy... solo para que
yo pueda intentar construir nuestra relación un poco más.
Le guiño un ojo.
Frunzo el ceño.
—Por hacer lo que estás haciendo ahora. Solo que yo elijo quién
es, y la parte monetaria la tengo que cobrar yo. La forma en que lo
estás haciendo ahora, está mal. Tienes que ir por gente más
poderosa. La emoción del ciudadano promedio no te sirve de nada.
Ve tras los actores casados, los políticos, y los directores generales
de alto rango, y te dará el zumbido que te falta ahora. Además, las
recompensas por cobrar son más prósperas. Solo tienes que actuar
como la sirena sexy que eres, y los hombres caerán a tus pies. El
único problema es que les morderás en el culo una vez que hayas
terminado con ellos.
Sonrío.
Todavía no había llegado tan lejos. Me doy cuenta que puedo ver
más de él ahora que ha vuelto, pero sé que va a enojar a Reid. Él
estará vigilándome más de cerca, así que tengo que tener más
cuidado en el futuro. Si no lo hago, no será tan suave conmigo la
próxima vez.
Levanto la ceja.
—¿Scarlet?
Se echa a reír.
Vestimenta: Elegante/Casual.
—¿Puedes ir?
¡Mierda!
—No, ningún hombre puede hacer eso. Una mujer podría, sin
embargo.
Me río.
Agita la mano.
Frunzo el ceño.
Ella jadea.
Interesante.
Qué pena.
Frunzo el ceño.
¡Bingo!
Me río.
Sacudo la cabeza.
—No, estaré bien. ¿Por qué crees que pedí la comida? Puedo
decir que estaba esperando.
Se ríe.
—Bien pensado.
—También lo creo.
—Tengo
Tengo otro blanco para ti. —Reid
Reid deja una fotografía sobre la
mesa, así que la recojo. Es un hombre de mediana edad con
cabello gris y ojos marrones
marrones, tiene
iene mandíbula cincelada y una
bonita sombra de barba incipiente. A pesar de su aspecto limpio,
parece bastante sexy en un sentido indirecto.
—Me
Me resulta familiar. ¿Quién es?
—¿Quieres
¿Quieres que lo lleve de vuelta a la habitación?
Sonríe, sentándose
se a mi lado.
—Solo
Solo hasta que le des lo que él quiere. —Levantando
Levantando la mano,
me pasa un dedo por la mejilla
mejilla—.. Y yo no quiero que te corras.
Tienes que reservarlo para mí.
—¿Y
¿Y si él es bueno?
Reid me mira a la cara como si estuviera haciéndome el amor.
Odio cuando hace eso, ya que mis hormonas nunca reaccionan de
forma tranquila.
Mientras sigo tomando aire, Reid hace girar lo que sea que me
tiene atada hasta que estoy derecha.
—Vete a la mierda —me quejo. Él choca sus labios con los míos,
y por un momento, dejo que me devore. Pero cuando le muerdo el
labio, se separa de mí.
Sacudo la cabeza.
Él resopla.
—Lo dice la chica que todavía tiene arañazos en los brazos, por
arañarse ella sola. —Señala mis brazos y, a pesar del calor que
hace en esta casa, me bajo las mangas.
27 de Julio de 2007
—¿Tenemos
¿Tenemos que tener esta maldita conversación de siempre,
Wendy? Eres como un disco rayado.
—No
No quieres hablar conmigo. No me dices lo que está pasando.
Han pasado meses, Richard, y nada. ¿Es alguien más? ¿Estás
viendo a alguien a mis espaldas?
—¡¿Cuántas
¡¿Cuántas veces tengo que decirte que no hay nadie?!
—Bueno,
Bueno, tal vez deberías ver a un médico.
—¿Quieres
¿Quieres que nos s
separemos? ¿De eso se trata?
Estoy a dos pasos del umbral, pero me detengo ante las
palabras de mi madre. ¿Podría ser esto? ¿Podría ser este
finalmente el día en que ella lo eche? He notado que ha empezado
a beber mucho últimamente y me pregunto si tiene que ver con el
hecho que su matrimonio sea difícil.
Lo oigo suspirar.
—Por supuesto que no. Te amo. Es solo que... No sé... Tal vez
sea el trabajo. Mi editor está fijando un plazo imposible de
alcanzar, y siento la presión. Eso es todo. Lo intentaré. Sé que no
es mucho, pero lo intentaré.
—Es uno de los pocos libros que me han hecho llorar. En serio,
me comí un litro de helado Ben y Jerry's mientras lo leía. —
Después suspira, sacudiendo su cabeza.
Sonríe alegremente.
—Hazlo. También aconsejaría tener una caja de Kleenex a
mano. —Me guiña un ojo, me devuelve la tarjeta y me voy
sintiéndome aún más alegre. Miro mi reloj y veo que tengo al
menos cuatro horas de lectura en el parque.
—Al baño —me ordena. Hago lo que me dice, y una vez allí,
arranca mi vestido de mi cuerpo, seguido de mi sujetador y mis
bragas—. Métete en la ducha. —Me meto y una vez de pie, abre el
grifo, pero el agua está helada. Grito, intentando salir—. Quédate
ahí, o te haré pagar de otras maneras. Tal vez pienses que está
bien salir con aspecto de puta lista para ser follada, pero eso no va
a suceder. Tengo que darte una maldita ducha fría para que dejes
de comportarte como una perra en celo.
—Mamá... ¡Papá!
El sonido de la voz de mi hermana desde el piso de abajo es
bienvenido. Los ojos de mi padre se abren desorbitadamente antes
de apagar la ducha y me jala del cabello.
¿Por qué no puede ser así conmigo? ¿Por qué soy yo la que tiene
que sufrir? Suena egoísta, pero no puedo entender por qué mi
padre se mete tanto conmigo. He visto la forma en que mira a
Amber como si fuera la única hija en el mundo para él. Y luego me
mira a mí. Todo lo que veo es odio y un hambre allí que ningún
hombre debería tener por su hija. Soy una buena chica. Voy a la
escuela, tengo buenas notas y no me meto en problemas. No tengo
amigos, y nunca salgo a ninguna parte, así que ¿por qué me trata
así? Con las manos temblorosas, consigo poner cuidadosamente
una pierna sobre la bañera y luego la otra. Agarro una toalla y me
la pongo sobre los hombros, temblando de nuevo por la suavidad.
—¿Dónde está Scarlet? —pregunta Amber.
Suspiro.
—Sube más alto para que pueda olerte. —Subo sobre sus
hombros y una sacudida de deseo me atraviesa cuando siento sus
manos en mis caderas—. Conociendo a mi nena, voy a hacer que
se corra rápido. Estás empapada. Malditamente hermosa. —
Inhala con un gemido, haciéndome gemir en voz alta también.
Estoy desesperada por que me lama, desesperada por follar su
cara como sé que podría follar al idiota de Travers si quisiera—.
Baja, para que pueda lamer ese coño mío. Parece malditamente
ansioso.
—Lo has hecho bien esta noche, Scarlet. Muy bien. Muy pronto,
podremos irnos juntos y todo esto será un recuerdo lejano. —Él
besa mi cabeza de nuevo, y puedo oír la sonrisa en su voz. Yo, sin
embargo, no siento nada. No sé si sonreír o no. No sé si debo estar
feliz o triste. Pero es un vacío al que estoy acostumbrada.
—Hola,
Hola, Scarlet. ¿Cómo estás? Espero que no te importe que te
llame así de repente.
—Por
Por supuesto que no. ¿Qué pasa?
—¿Estás
¿Estás libre para venir esta tarde? Digamos, ¿a eso de las
cuatro? Si quieres quedarte, puedo prepararte la cena.
—De
De acuerdo, eso sería genial. Nos vemos entonces.
—Pensé que eras tú. —Cierro los ojos cuando oigo la voz del
hombre. No lo identifico como alguien conocido, así que continúo
ignorándolo.
Frunzo el ceño.
Sonríe.
¡Contrólate, Scarlet!
Su ceño se frunce.
Me encojo de hombros.
—Te juro que no tuve nada que ver con eso. Sí, estaba enfadado
contigo por haberte ido de esa manera, pero después de un tiempo
me di cuenta que te empujé. Obviamente estabas teniendo
algunos problemas en casa...
¿Cuál es el problema?
¿Por qué tiene que ser un gran problema? Es solo una cita, por
el amor de Dios, y sin embargo estoy actuando como si estuviera a
punto de entrar en una relación a largo plazo. Al final de nuest
nuestra
cita, ambos podemos irnos a casa satisfechos de haber cumplido
con esa oportunidad perdida. Los lazos se cortarán, y la vida
seguirá entonces. No debería darle importancia.
—Me
Me alegro que hayas venido —dicedice mi hermana, cerrando la
puerta tras de mí—.. Es
Estás preciosa, como siempre. —Pasa
Pasa la vista
por encima de mis jeans más informales y mi camiseta de tirantes.
Quiero que sepa que no estoy aquí para estar sexy para nadie... y
menos para su marido. Si me veo así, entonces me verá como una
amenaza menor.
Miro
o su sencillo cárdigan blanco y su larga y vaporosa falda
azul marino.
—Tú
Tú también estás preciosa.
—¡Scarlet, hola! —
—Porter
Porter saluda con entusiasmo mientras se
acerca para darme un beso en la mejilla.
—Qué bonita bienvenida —bromeo, y noto que se ríen
nerviosamente. Definitivamente, algo pasa.
Me rio.
Sonrío porque ella no puede verme, pero sé que tendré que decir
algo.
—Lo estás haciendo bien, Amber. ¿Lo digo por ti? Al menos lo
que creo que insinúas. —Levanta la vista asintiendo, pero no dice
nada—. Quieres pedirme que sea tu vientre de alquiler.
Sonrío.
—¡Ha dicho que sí! —chilla Amber antes de lanzarse hacia él.
Me encojo de hombros.
Frunce el ceño.
—De acuerdo, pero creo que será sobre todo Porter si es durante
el día. Él es el que va hacer todo el trabajo. —dijo "hacer todo el
trabajo" entre comillas. Casi me atraganté con el vino.
Me rio.
—Está bien, Porter. Sé lo mucho que significa esto para los dos,
y me doy cuenta que Amber está deseando empezar. Lamento
mencionar el tema de nuevo, pero me vino el periodo hace una
semana, así que imagino que debería ser muy pronto. Al menos en
los próximos días.
Agito la mano.
—No es nada. En serio.
—No estoy muy segura. Creo que fue en el Canal 4, o algo así.
Búscalo en internet. Estoy segura que encontrarás muchos sobre
el mismo tema.
Asiente.
Se ríe.
Me rio.
—Ya veo.
—Sabes, para ser una mujer hermosa, no aceptas muy bien los
cumplidos.
Le aprieto la mano.
—Lo prometo.
Capítulo 13
15 de agosto de 2007
—¿Por
¿Por qué no te cambias y te metes en la piscina?
Me encojo de hombros.
—No
No tengo traje de baño.
Sonríe, acercándose a mí.
—Vaya, mírate. Realmente tienes una figura bajo toda esa ropa
holgada que llevas.
Lo dice en voz tan alta que casi todo el mundo se gira para
mirar. Mi cara se pone roja cuando todos me miran. Me siento de
repente como un fenómeno de circo y me encuentro agarrando la
toalla que tengo delante.
—Suena interesante —digo, más por tener algo que decir que
porque esté realmente interesada.
Sonríe.
—Así es.
—¿Qué?
Hace un gesto con la cabeza hacia mi padre.
Me rio nerviosamente.
—Sí, se podría decir que sí. Cree que todos los chicos van detrás
de mí.
—Quiero ser médico. —Es cierto que quiero ser médico. Pero no
lo veo posible si me voy a ir pronto de casa.
Parece decepcionado.
—Sí, ha sido muy bonito —digo con rotundidad. ¿Por qué este
chico no deja de hablar?
Asiente observándome.
Asiente.
Empiezo a reírme.
—No es mala idea.
Le entrego el menú.
Dejo de reír.
—¿Y tú?
Asiento.
Me echo a reír.
Sacudo la cabeza.
—Nadie.
Parece sorprendido.
—¿Nadie
¿Nadie en absoluto?
—No.
No. No tengo tiempo para eso
eso.
—¿Ni
Ni siquiera unas cuantas citas?
—En
En realidad no salgo mucho. He salido algunas veces, pero
nunca he pasado de la segunda cita. Supongo que no estoy
preparada para ese nivel de compromiso.
—De
De nada. ¿Puedo llevarte a otro sitio para el postre?
—Te
Te diré algo. ¿Qué tal si te llevo yo?
—Cuando dijiste que me ibas a llevar por el postre, ni por
asomo pensé que sería por un McFlurry de Oreo.
Su ceja se levanta.
—¿Es así?
Asiento.
Se encoge de hombros.
—¿De verdad?
—Gracias.
—Yo también.
9 de septiembre de 2007
—¿Estás
¿Estás segura que todo está bien, Scarlet? —meme pregunta la
señorita Carter mientras jugueteo con mi mochila.
—Es
Es que... Me he enterado de lo que pasó antes del verano y
hoy he sorprendido a Stanley Cooper llamándote de una forma
bastante desagradable. Le he llamado y le he reprendido por su
comportamiento.
—En
En realidad, preferiría que no lo hubiera hecho —protesto.
protesto.
—No
No deberías aguantar esto, Scarlet. No se tolera en este
colegio.
Suspiro.
—Lo
Lo sé. Es que no quiero causar un escándalo. Cuanto más
alboroto se cause, peor será. Me aferro al hecho que alguien más
será el próximo chisme, y entonces me olvidarán.
—Nadie
Nadie debería soportar el acoso, señorita Valentine. Y estoy
esto
segura que usted no querría que otra persona pasara por lo
mismo.
Intento hablar, para defenderme, pero no me salen las palabras.
Siento que la culpa me invade. Por supuesto que no quiero que
otra persona sufra lo mismo, pero solo quiero que se acabe.
Le dedico una media sonrisa y salgo por la puerta. Una vez que
la cierro, paso junto a Tim Foster, uno de los mejores amigos de
Stuart.
—Perra.
—Al salón.
Mis ojos se abren un poco, y juro que puedo oír los latidos de mi
corazón. Me empiezan a sudar las palmas de las manos y me
tiemblan las rodillas. Puedo suponer por qué lo menciona, pero no
quiero adivinar lo enojado que está conmigo. Sin duda, pase lo
que pase, mi padre lo tergiversará para que acabe siendo culpa
mía. Todo lo que hago es culpa mía, ya sea en la escuela o en
casa.
—¿Quién es?
—¿Por
¿Por qué no podemos ser amigos que se besan de vez en
cuando?
Asiento.
—Gracias —respondo.
—Puede que haya mirado. —Por fin aparta los ojos de mis
piernas y me mira a los ojos. No puedo evitarlo. Le dirijo mi
famosa mirada porque quiero que se vuelva loco de deseo cuando
sé a ciencia cierta que no puede hacer nada al respecto.
Sonrío.
—¿Qué te ha pasado?
Su pregunta me sorprende un poco, pero estoy más que
preparada para la respuesta.
—Nunca te suplicaré.
—Desde luego que sí. —Sus ojos se abren de par en par, como
si se diera cuenta de algo—. Oye, ¿has estado en la nueva casa de
papá en Barnes? Es preciosa.
—Me alegro de volver a verlos tan cerca. Creo que nunca los
había visto así de unidos. Es bonito.
Asiento.
—Lo haré.
—¿Dónde estás?
Empiezo a reírme.
Me rio de nuevo.
—No puedo evitarlo, Scarlet. Odio saber que estás con él y tener
que sonreír y fingir que no te ha arruinado.
Sonrío.
Sonrío.
10 de septiembre de 2007
—Anoche
Anoche recibí una llamada de la madre de Stanley Cooper —
dijo—.. Desgraciadamente, Stanley fue atacado anoche y ahora
está luchando por su vida en el hospital.
Con una mano temblorosa, subo las escaleras, dando cada paso
con renovada anticipación. Cuando llego a la cima de la escalera
no está, pero de alguna manera sabía que no lo estaría. Cuando
llego arriba, voy a mi habitación y me quito toda la ropa. Agarro
mi bata, me envuelvo con ella y salgo por la puerta de mi
habitación.
—Póntela
Póntela cuando venga. Sé que se correrá en cuanto te vea.
—Lo siento. Supongo que estoy muy nervioso con todo esto. No
sé qué se supone que debo hacer o no hacer. Amber sigue
diciéndome que me calme, pero todavía se siente un poco raro.
Sonríe un poco.
—Lo sé. Solo me preocupa que te resulté difícil cada vez que se
celebre un cumpleaños o en Navidad... Cosas así.
Frunce el ceño.
—¿Miedo a qué?
Sonrío.
—¿Lo prometes?
Asiente.
—No puedo hacerlo yo misma. Creía que podía, pero todo esto
me asusta. —Levanto la vista hacia su cara de confusión y veo
cuando por fin se le enciende la bombilla.
Le toco la rodilla.
Suspiro.
Se rasca la cabeza.
—Lo sé.
Asiento.
—Sé que parece una locura, pero si se tiene en cuenta que los
médicos hacen esto todo el tiempo, no debería convertirse en algo
grande. Además, ¿qué mejor persona para hacerlo que el papá?
—Esto es demasiado.
—Está bien.
Levanto la vista.
—Oh —dice, mirando mis piernas. Las tengo levantadas con los
pies apoyados en el sofá. Estoy lista para la acción, pero no estoy
segura que Porter lo esté.
—Por supuesto.
Tonto.
—Le diré que has venido, que has tomado una taza de té y que
has dejado la muestra antes de irte.
—Adiós, Porter.
16 de enero de 2008
Le echo la culpa a ese día de hace cuatro meses. El día que fui a
él en vez de al revés. No salió como normalmente lo hacía, y no lo
ha hecho desde entonces.
Hoy llego a casa del colegio y mi padre no está abajo. Creo que
está escribiendo en su habitación, pero cuando abro la puerta de
mi habitación,
abitación, está sentado en mi cama, mirando el test. El
contenido está esparcido por toda la cama, y puedo decir, sin que
ni siquiera me mire, que está enfadado.
Mi ritmo cardíaco se dispara sin saber lo que está a punto de
hacer. Ya había reservado mi cita para la clínica de abortos para el
sábado por la mañana. No hay necesidad que entre en pánico.
Mi pánico aumenta.
—Estará bien.
—Pero cómo...
Por eso, cuando vino a las tres de la tarde, sentí que podía estar
lista para él. Esta vez, Porter aceptó una taza de té, e incluso
charlamos un rato. Fui muy sutil con mis movimientos. Le toqué
el hombro aquí y le di una palmad
palmada a juguetona allá. Me miró con
esa sonrisa... una sonrisa que significaba mil palabras para mí.
—¿Quieres
¿Quieres volver a tumbarte en el sofá?
Cuando abro los ojos, Porter me mira con los ojos muy abiertos.
—¡Oh, Dios, eso es! Continúa. Quiero que me llenes con tus
bebés —grito.
—Mierda —grita Porter, pero no se aparta. De hecho, sus
movimientos se vuelven más rápidos cuando empieza a hundir la
jeringa dentro de mí, hacia adelante y hacia atrás... hacia adelante
y hacia atrás.
Me mira confundido.
—¿Qué? —pregunta.
Me rio un poco.
—Sí. Después de esto, estoy muy bien. Haciendo esto será más
fácil quedarme embarazada.
—¿De verdad?
Asiento.
—Sí, de verdad. Así que deja de hablar de narices rechonchas y
orejas grandes. Estoy segura que, entre los dos, podemos hacer
un bebé perfecto. —Me mira a los labios y sé que está desesperado
por besarme. Puedo ver el hambre en sus ojos, pero se contiene.
De todos modos, no podría besarlo. Reid no lo permitiría, y sé que
está mirando.
Con una mano, me levanta del sofá para que esté de pie frente a
él.
—Amber llegará pronto a casa, así que será mejor que me vaya.
Asiento.
Me lo pienso un poco.
—¿Qué tal por la tarde otra vez? ¿Sobre la una? Necesito salir a
correr por la mañana y resolver algunas tareas de la casa antes de
volver a trabajar al día siguiente.
Abro la puerta.
Me echo a reír.
Duda un momento.
Sacudo la cabeza.
Me guiña un ojo.
Se echa a reír.
—Sí.
Sonrío, asintiendo.
Mi vistazo.
Stuart sonríe.
—Sí, gracias.
Asiento.
—¿Alguien más?
Asiento.
Asiente.
Se ríe.
Sonrío.
Me encojo de hombros.
—Me fui de casa antes de cumplir los diecisiete años y tuve que
conseguir un trabajo para mantenerme. —Hace una mueca y yo
sonrío—. No pasa nada. Estoy bien. —Agito las manos a mí
alrededor—. Solo mira dónde estoy. No me ha ido tan mal.
Me rio.
—¿En qué?
Asintió.
—Hasta el día de hoy, creo que ella sabía que iba a morir, y
quería que fuera yo el que estuviera con ella cuando lo hiciera.
Era su único nieto, así que ella y yo estábamos muy unidos.
Le aprieto la mano.
—Por supuesto.
Capítulo 21
10 de febrero de 2008
Se aclara la garganta.
Asiento.
—Ya
Ya está, ya está, en breve se acabará. Aprieta m
mii mano, ¿bien?
—Asiento
Asiento mientras las lágrimas pinchan mis ojos y empiezan a
caer por mis mejillas. Me clava la aguja un par de veces más y, a
estas alturas, siento que me voy a desmayar.
—Ahora
Ahora podemos empezar. —Comienza
Comienza a retirar al bebé, y yo
me quedo tumbada
mbada mientras lágrimas calientes caen por mi cara.
—¡No
¡No deja de sangrar! —OigoOigo gritar al médico mientras
mie la
oscuridad se cierne sobre mí.
—Ni
Ni siquiera sabía que tenía relaciones sexuales, y mucho
menos que estaba embarazada. ¿Por qué no pudo venir a nosotros
con esto? La habríamos ayudado.
—Lo
Lo sé. Estoy tan molesto como tú, pero tenemos que estar ahí
para ella ahora. Ha pasado por una experiencia traumática y nos
necesitará allí para que le demos la mano.
Tengo que esforzarme para no reírme a carcajadas de su falsa
preocupación. No me extraña que mi madre y mi hermana piensen
que es Dios. Incluso yo me lo habría creído si no lo supiera.
—Eres tan bueno con ella. No sé qué habría hecho sin que
vinieras a rescatarme hace tantos años.
—Buenos
Buenos días, preciosa.
Gimo.
—No son unos buenos días agradable. Estoy hecha polvo. Eres
una persona madrugadora, ¿no? —pregunto,
pregunto, levantándome. Pero
no llego a ninguna pa
parte,
rte, ya que Stuart me agarra, me atrae hacia
él y me aprieta en un gran abrazo. Grito, pero la risa brota de
forma natural.
—Eres
Eres tan sexy cuando estás malhumorada —dice, dice, besando la
parte superior de mi cabeza. Puedo sentir lo sexy que cree que soy
con su erección matutina clavándose en mi estómago. Sin
embargo, no me produce la reacción que pensaba. En lugar de
asustarme o excitarme, me siento feliz de estar en sus brazos. No
hay nada sexual en la forma en que me abraza. Simplemente se
siente... bien.
Sabiendo que no puedo quedarme así para siempre, levanto la
vista hacia su sonrisa ansiosa y sacudo la cabeza ante su alegría.
—¿Café?
—Por supuesto que no. Son solo dos amigos que salen, ¿no?
Él asiente.
—Exactamente.
Debería decir que no,, pero no puedo evitar abrazar estos
sentimientos que despierta en mí. Es casi como si me diera la
oportunidad de recuperar todos los años de adoleadolescencia que
perdí... Todos los momentos de besos robados, abrazos y el rubor
en mis mejillas cuando me hace un cumplido. Nunca he tenido
esto antes, y ahora, él me lo está ofreciendo desinteresadamente
en bandeja de plata. ¿Podría realmente hacerle esto, s
sabiendo que
nunca podré ser la mujer de la que él espera capturar el corazón?
Me doy cuenta que quiere algo más que una amistad, pero a pesar
de saber que debería terminar con él solo por esa razón, no puedo
evitar querer acceder a todo lo que me pide.
—Está
tá bien. Saldré contigo el sábado. —Su Su cara se ilumina de
repente, y noto la ráfaga de excitación en mi vientre al verla.
—Qué
Qué bien. Te recogeré sobre las ocho. Conozco el sitio ideal
para llevarte. —Me
Me dedica una sonrisa traviesa, una que me dice
que no vaa a decirme dónde en un momento dado.
—¿El sábado?
—Por favor —es todo lo que digo mientras lo veo subir las
escaleras.
Este es mi momento.
—¿Tienes cerveza?
Enarco una ceja con sorpresa. Parece que hoy está un poco
nervioso.
—Claro, deja busco para los dos. —Voy a la cocina, tomo dos
cervezas y vuelvo—. Toma —digo, entregándole su botella.
Sonrío.
—Hoy hace bastante calor ahí fuera —dice dando otro trago.
Me río.
—Sí, a vecés tengo que hacerlo. —Le doy un codazo—. Ves, esa
es otra razón para hacer ejercicio. Estar sentado en un auto todo
el día te pone muy... erm... tieso. —Hago énfasis en la palabra
"tieso" y cruzo deliberadamente las piernas al decirlo. Mi camisola
se levanta, dejando al descubierto mis largas y torneadas piernas.
Él mira, por supuesto, aunque se esfuerza por no hacerlo. Intenta
disimularlo engullendo un poco más su cerveza. Es evidente que
está bastante nervioso conmigo de repente.
Finjo ignorancia.
Vuelve a mirarme.
—¿Qué
¿Qué mierda ha sido eso?
Me encojo de hombros.
—¿Qué
¿Qué puedo decir? E
Es malditamente
mente bueno en la cama. No
pude evitarlo.
Me señala.
—Tres.
—Imbécil —murmuro.
—Hola,
Hola, Stuart. Soy Scarlet. Te llamo para decirte que, por
desgracia, no podré ir el sábado. Ha surgido de repente un asunto
de trabajo muy importante, a así
sí que tengo que atenderlo en su
lugar. Lo siento mucho. Realmente quería ir contigo. —Suspiro,
mostrando mi verdadera decepción—.. Espero que podamos
cambiar la cita. —Me
Me muerdo el labio, pensando si debería decir
algo más, pero decido no hacerlo
hacerlo—. Supongogo que hablaré contigo
pronto.
Me río.
—Es curioso que los dos sepamos cómo somos por la mañana y,
sin embargo, nunca hayamos tenido sexo. —Sus ojos se abren un
poco y se oscurecen al pensar en ello—. Uy. Quizá no debería
haber dicho eso.
Me cruzo de brazos.
—¿De verdad?
Mi ceja se levanta.
—¿En serio?
—¿Crees que eso tiene algo que ver con el hecho que puedas
jugar con la comida mientras estás en ello? ¿Cosas como fresas,
mermeladas, crema y chocolate derretido?
Stuart se ríe.
—No. Estás más que bien como estás. Además, cuanto más
cubierta estés, mejor para mí. —Paso junto a él, y sus ojos siguen
todos mis movimientos—. Dicho esto, tu culo en esos jeans...
Que me jodan.
—¿Es así?
Empiezo a reírme.
Sacude la cabeza.
—En realidad, está muy buena. Prefiero esto a la última vez que
salimos.
Yo jadeo.
—¡No! —digo, bajando la visera para poder mirarme en el
espejo. Sin embargo, no hay mayonesa—. Pequeña mierda —digo,
golpeándolo.
Comienza a reírse.
Sacude la cabeza.
Eructo... fuerte.
Stuart se ríe.
Me agarra la mano.
3 de junio de 2008
—Lo siento mucho, papi. —Mis lágrimas brotan con más fuerza
y, al principio, él me rodea con sus brazos mientras ambos
lloramos sobre los hombros del otro. Empiezo a subir por su
cuello y a acunar su cara con la mano y a besar sus mejillas. Sin
embargo, cuando llego a su boca, se aparta de un tirón y me
arroja de su regazo. Caigo con un golpe en el suelo. La confusión y
el dolor me inundan como un maremoto.
—Fue
Fue solo porque era mejor que ser golpeada. Era mejor que
ser forzada.
—Me
Me han dicho que era un niño.
Me despierto
rto gimiendo mientras intento palparme la cabeza. Me
duele muchísimo.
—No
No te preocupes, querida. Estás bien. Estás en el Hospital San
Bernardo. Tu padre te ha traído. Dice que ha ido a buscarte ropa y
que volverá enseguida.
Intento abrir los ojos y, al principio, parece que los tengo
cerrados con alambre. Pero entonces, siento el dolor en mi brazo y
mis ojos se abren.
—Te has caído por las escaleras, querida. Fue una suerte que tu
padre estuviera en la casa. Si no, podría haber sido mucho peor.
Tal como están las cosas, tienes una conmoción cerebral, algunos
moretones y una fractura en el brazo. Sin embargo, con unos días
de descanso, te sorprenderá lo bien que te sentirás. Antes que te
des cuenta, estarás como una rosa. —Miro el yeso que tengo en el
brazo y cierro los ojos. Quería una reacción de mi padre, y una
reacción es lo que he obtenido. Pero no sabía que sería así.
—Te quitaré las esposas, pero antes quiero jugar contigo. —Me
bajo de la cama para quitarle la sábana, y mis ojos se abren de
par en par cuando veo lo empalmado que está ya—. Hmm —digo,
tocando mis pezones y bajando la mano a mi húmedo coño—. Ya
estás preparado para mí. —Coloco un dedo dentro de mí, y una
vez que lo saco, me subo encima de él de nuevo y coloco mi dedo
en su nariz—. ¿Reconoces este olor?
—¿Qué vas a hacer? —Por primera vez, oigo una pizca de miedo
en su voz. Esto es para lo que vivo. Esto es lo que vine a hacer.
—Lámelo. Lame todos mis jugos. Son todos para ti. —No creo
que lo haga, así que me sorprendo cuando siento una cálida
lengua empujando mi entrada. Estoy tan excitada que su contacto
prácticamente me escuece el coño—. Más —digo, gimiendo—. Más.
—Empieza a mover su lengua hacia dentro y hacia fuera, y yo me
empujo contra su cara, gimiendo y gritando su nombre—.
¡Richard! —grito—. Fóllame, Richard. Lame todos mis malditos
jugos. —Me muevo para que pueda empezar a lamerme el clítoris.
Se lanza a la aventura moviendo su lengua alrededor del
endurecido clítoris. Estoy desesperada, fuera de sí, mientras un
clímax sin precedentes me desgarra. Me corro, gritando su
nombre y ordenando que me lama.
Una vez que siento que ha hecho su trabajo, me bajo de él y me
acuesto contra él. Pongo mi mano en su pecho y cierro los ojos,
sintiendo el latido de su corazón. Cada parte de mí es sensible, así
que hago balance durante un par de minutos, saboreando mi
orgasmo. Sorprendentemente, me deja mientras me recuesto
contra su pecho y juego con su cabello. Todavía puedo sentir lo
duro que está, pero aún no ha dicho la palabra. Se la sacaré esta
noche... aunque sea lo último que haga.
—Fóllame —suplica.
—Dilo y te lo daré.
Jadeo.
—¿Por qué?
Sonrío.
—Porque tú fuiste el primero. Dijiste que eso era algo que nadie
podía quitarte. Ahora, imagina cómo sería tener a tu bebé
creciendo dentro de mí. ¿No encajaría perfectamente con las
piezas?
Tengo la llave alrededor del cuello, así que tengo que inclinarme
mucho para soltar una mano. Cuando la suelto, me sorprende que
la mantenga a su lado. Me dirijo al otro lado y lo suelto también.
Una vez que está completamente libre, espero con la respiración
contenida para ver lo que hará a continuación.
Cierro los ojos con una sonrisa. Ahí está de nuevo. Su debilidad.
Me está demostrando lo mucho que le afecto mientras gime
encima de mí. Con mis manos aún inmovilizadas, me sorprende
de nuevo soltando mis muñecas y enredando sus dedos entre los
míos. Es un acto tan íntimo que hace que el tercer orgasmo llegue
con fuerza.
—Lo
Lo de anoche no volverá a ocurrir —le
le digo. No lo miro. No
puedo.
—Tú
Tú y yo sabemos que eso es una mentira. Estoy dentro de tu
cabeza tanto como tú estás en la mía. Es para lo que ambos
vivimos.
Lo hice rogar.
—Pobrecito.
—Porque soy una sucia puta que necesita ser castigada. Por
eso. ¿Tengo que darte una razón?
—Sí, ¿qué?
—Sí, Amo.
—Quítate la ropa.
—Vas a tomar diez de estos, y los vas a tomar sin gritar. ¿Lo has
entendido?
—Sí, Amo.
—Sí —digo sin aliento—. Por favor, amo. Haré todo lo que me
pida.
—¿Te sientes mejor ahora? —me pregunta Reid. Abro los ojos y
veo su cara sonriéndome.
—Creo que hay más que eso, pero por ahora, te dejaré disfrutar
de tu subidón.
—Gracias.
Me sostiene la barbilla.
El día de ayer fue todo lo bien que cabía esperar. Fui al club con
Reid y me follé a Lord Byron en una de las salas VIP privadas. El
sucio imbécil quería que ladrara como un perro mientras me
follaba por detrás. No hace falta decir que Reid y yo nos reunimos
después, riéndonos en lugar de terminar el trabajo que Lord Byron
había empezado. No me hizo correrme, pero cuando estás
ladrando como un perro, resulta una distracción. Sin embargo, le
dio un pequeño giro a las cosas, y me fui a casa tarde esa noche
con una sonrisa.
Le sonrío.
—Así es.
—Sí.
—Hola, Porter.
—Oh, wow. Suena emocionante. Tal vez una vez que te hayas
instalado, podamos ir unos días.
—Si digo que sí, no será por mucho tiempo. Hay... ciertas cosas
de las que tengo que ocuparme aquí primero. —Le doy una suave
sonrisa, para que sepa de qué estoy hablando.
Le sonrío.
—Sí, pero creo que sabes cuál era mi propósito. Conseguí lo que
quería de ti.
—Eso no va a pasar.
—¿Estás bien?
Una vez que está fuera del alcance del oído, David me aprieta el
hombro.
—¿Estás bien?
Sin embargo, por mucho que quiera gritar a los cuatro vientos y
contarles todo esto, me muerdo la lengua y actúo como la hija
obediente.
—Es agua pasada. Por favor, por mí, déjalo pasar. —pido,
apartándome y mirándolo a los ojos—. Por favor.
—Shh. Está bien. Lo entiendo. Creo que hice lo que hice hace
un momento por la misma razón. —Sonríe, me suelta y me toma
de la mano—. ¿Vamos? —Asiento con la cabeza y me lleva al
jardín. Cuando salimos, todos miran hacia arriba. Mi padre parece
que va a matar a alguien, está tan enfadado. Pero, de nuevo, mi
madre y mi hermana son ajenas a su estado de ánimo.
—Ah, ¿sí?
—Dios mío, ahora todo tiene sentido. —Me mira—. ¿Por qué no
dijiste nada?
Me encojo de hombros.
—No hay mucho que decir. Todavía no tengo una relación, así
que no he sentido la necesidad de explicarme antes que llegue la
persona adecuada.
Sonrío.
Le sonrío.
—No. No creo que sea una buena idea. —Me doy cuenta que mi
padre ha dejado de hablar, lo que significa que probablemente
puede oírnos. Me aclaro la garganta y aprieto la mano de Porter en
señal de advertencia—. Esto es encantador, mamá. —Le sonrío,
intentando iniciar una conversación. No me apetece mucho
conversar con mi madre borracha, pero es mejor eso que mi padre
se entere de lo de Porter y yo. No me importará en un par de
meses, pero ahora no sería un buen momento.
—Insisto.
—Lo sé. Solo creo que debería llevarla a casa —responde con los
dientes apretados.
—¿España?
Sonrío.
—Para molestarte.
—Mejor, el diablo...
—Te amo, joder, Scarlet. Yo. Te. amo. A ti —dice cada palabra
mientras se empuja dentro de mí, y con cada empuje, está
atrayendo mi orgasmo a la superficie. Lo dice de nuevo. Y de
nuevo, con cada sílaba, mi orgasmo sube a la más alta de las
alturas. En todos mis años de vida, lo único que he querido oír es
a mi padre diciéndome que me amaba.
El placer.
El amor.
El placer.
El amor.
—Un
Un día, no te dejaré ir a casa —dice
dice justo cuando me estoy
vistiendo.
—¿Y
¿Y cómo le explicarías eso a mamá y a Amber?
—Porque es verdad.
—Nada —dice.
Mi padre tiene ahora un gran dilema. Para él, está teniendo una
aventura con su hijastra, la que lo acusó de abuso sexual cuando
era más pequeña. Si esto sale a la luz, no se verá bien para él.
Tanto si es consensuado entre nosotros como si no, seguirá
poniendo en duda a todos los que no me creyeron. Era una niña a
los catorce años, y él abusó de mi confianza. No solo eso, sino que
se suponía que era un modelo a seguir.
Un padre.
—Te escucho.
Salgo del auto y, cuando cierro la puerta, mi padre se aleja a
toda velocidad con el chirrido de sus neumáticos. Me doy cuenta
de la mirada que lanza a Stuart mientras se aleja.
Sacudo la cabeza.
—Estoy bien.
Pero cuando me mira con esos profundos ojos azules que tiene,
mi corazón se derrite un poco por él.
—He
He estado preocupado por ti.
A mí.
—No
No hay nada de qué preocuparse. —Le ofrezco mi mejor
sonrisa. Tengo años de práctica. Que esté jodid
jodida no significa que
todo el mundo pueda ver a través de mis grietas. Por lo que a mí
respecta, no tengo ninguna. Son herméticas. Selladas más allá de
la penetración. Nadie puede atravesarme. Soy como el acero. No
puedes quebrarme. Solo puedes sacudirme. Solo puedes moverme.
Muy pronto, retomaré la forma sólida y profunda que siempre he
tenido.
Lo miro confundida.
—Aquel día en que fuí a ti, y sospeché que algo andaba mal con
tu padre... Llamé a la policía y me dijeron a través de mis padres
que los servicios sociales fueron a hablar contigo un par de días
después. Que dijiste que amabas a tu padre y que solo te
inventaste esas acusaciones porque estabas enfadada con él. Al
final, informaron que venías de una familia cariñosa, que solo eras
una adolescente problemática y que me dejaba llevar por un
enamoramiento de colegial.
—Amber.
—¿Qué?
Espero que me grite, que diga algo, lo que sea, pero no lo hace.
Hace lo que se le dice y se va rápidamente y en silencio. Cuando
oigo el clic de la puerta, me derrumbo en el sofá y, por primera vez
en años, dejo caer esas duras lágrimas. El pecho se me aprieta
con los sollozos que suelto.
—¿Quién es él?
Suspiro.
Miro por la puerta y veo que es Stuart. Parece tan agotado como
yo mientras está de pie, jugueteando con la puerta.
—Tienes que huir de mí, Stuart. Huye antes que sea demasiado
tarde. Tenía razón en lo que dije. Soy venenosa y solo acabaré
rompiendo tu corazón.
—Tú lo vales.
Sacudo la cabeza.
—No deberías decir cosas así. No soy la chica dulce y sana que
necesitas que sea. Te mereces tener a alguien así.
Sacudo la cabeza.
—Fue un padre cariñoso con ella porque Amber es suya. Yo fui
el resultado de una aventura, y me hizo pagar por ello. —Suspiro,
tratando de tragar el ardor en mi garganta. Es mejor que se lo diga
ahora—. Perdí mi virginidad con él en el momento en que cumplí
catorce años. Llevaba un año preparándome para ello y un día
decidió que ya era lo suficientemente mayor. Si intentaba
negarme, me pegaba.
—Pensé que tal vez te golpeó algunas veces y que era demasiado
posesivo, pero nunca supe que fuera tan malo.
Sacudo la cabeza.
Sacudo la cabeza.
Sonrío.
—Así que lo eres —respondo, acariciando su nariz.
Pasan tres días y los paso absorta en todo lo que hace Stuart.
Durante tres días, vivo una vida perfectamente normal: desayuno
con él, voy a las tiendas con él y hago picnics en el parque con él.
Cosas domésticas tan normales que hacen las parejas. Antes me
burlaba de la gente así, y ahora vivo como ellos. Ahora, realmente
lo estoy disfrutando.
Durante tres días, pude pasar cada día sin pensar en mi padre,
sin pensar en Reid y sin pensar en la venganza.
Hasta que, una vez que Stuart me dejó en casa, volví a encender
el celular.. Hoy tiene q
que
ue trabajar hasta tarde, así que no sé
cuándo lo volveré a ver. Dice que me llamará, y por eso he vuelto a
encender el celular.
Sonríe.
Sacudo la cabeza.
—No, porque si fuera puramente profesional, no habría forma
que ella estuviera en tu habitación mientras te duchas. La gente
no hace cosas así, y si estás tratando de hacerme ver esa línea,
entonces debo parecer más estúpida de lo que pensaba.
—No creo que realmente quieras saberlo, así que ¿por qué
torturarte?
Suspira.
—Nadie lo sabe más que tú, Scarlet. ¿Te imaginas si dejara que
la gente supiera que una vez tuve una debilidad? ¿Que no pude
evitar el aguijón de las lenguas de todos y el dolor de sus puños?
Yo era un don nadie. Ahora, soy alguien. No quiero que pienses en
mí como algo diferente.
—Aquí
Aquí está el club.
Me siento en el regazo de Reid mientras me enseña fotografías
del club. Parece enorme, pero supongo que es porque está vacío.
En su estado actual, tiene paredes de color verde botella y espejos
anticuados de aspecto lúgubre. El bar parece haber visto días
mejores con su madera oscura y sus soportes para bebidas
oxidados. Es difícil ver más allá de eso, pero definitivamente
puedo decir que tiene potencial.
—Oh, sí, por supuesto. Veo que tiene mucho potencial, pero
necesitará mucho trabajo para conseguirlo.
Tira del cuadro para que se abra hacia un lado y, tras él, se
descubre una caja fuerte. Introduce algunos números y sonrío
para mis adentros cuando parece que es mi cumpleaños. Supongo
que es lo único que tienen en común mi padre y Reid. Una vez
abierto, aparece un fajo de billetes y, con él, un sobre. El sobre me
intriga más que cualquier otra cosa que haya dentro.
Le sonrío.
—¿Qué era?
—Sabia elección.
—No, creo que me iré a casa. Tal vez debería hacer esa tan
necesaria limpieza antes que me lleves de repente.
Reid sonríe.
—Yo también te amo, Reid. Tampoco hay nadie más para mí.
26 de enero de 2015
Sonrío.
Frunzo el ceño.
—¿Decirme qué?
—No vamos a empezar otra vez con esa mierda que papá era
malo conmigo, ¿verdad? Pensé que habíamos superado eso hace
años.
—Eso es gracioso...
Suspiré.
—Ahí estás. —Mi madre aparece con una gran sonrisa y un gin-
tonic en la mano, tal y como siempre la recordaba—. Te he estado
buscando. Estaba en el bar y estuve hablando con Jack Barnes, el
famoso escritor de novelas de suspenso. Hay una gran selección
de autores aquí esta noche. —Me mira y sus ojos se iluminan—.
Cariño, ahí estás. —Se acerca, me abraza y me besa la mejilla—.
Estás muy linda. Tu padre siempre decía que te mirabas
impresionante de rojo.
Sonrío.
—Lo he visto hace unos quince minutos. Dijo que tenía que
hablar con su agente sobre algo y que volvería pronto... —Se
detiene de repente, mirando a un lado—. Oh, ahí está.
—Gracias.
—¿De verdad?
—¿Qué tema?
—Me dejaste. Justo cuando las cosas iban bien entre nosotros,
te fuiste.
Parece aburrido.
Vaya, vaya...
—Intento ser fuerte ante ti. Ya no soy la niña que era antes.
Sonrío.
Vuelvo a reírme.
—Pareces nerviosa.
Finalmente lo miro.
—¿Puedes culparme?
Me río un poco.
—¿Cómo lo sabes?
—Mentí.
—Esto puede hacerse por las buenas o por las malas. ¿Qué vas
a elegir? —Dejo de forcejear y finjo ser el corderito asustado que él
espera que sea—. Sabia elección. —Mira hacia abajo y, con ambas
manos, empieza a subirme el vestido y a recorrer mis piernas con
sus manos—. Joder, he echado de menos estas piernas. —Se
separa de mí de repente y me mira fijamente. Estamos
completamente en sintonía mientras los dos respiramos con
dificultad mientras seguimos mirándonos a los ojos. Cree que mi
reacción se debe al miedo, pero pronto descubrirá lo equivocado
que está.
—¿Qué te pasa?
—Fuera.
—¿Scarlet? —pregunta
pregunta una voz familiar.
Levanto la vista y veo a Porter de pie con una taza de café en la
mano. Lleva un aspecto informal con unos jeans, una camiseta y
una gorra de béisbol. La verdad es que las gorras de béisbol le
sientan bien.
—¿Es cierto?
—Tú y Porter.
—¿Cómo has...?
—La gente debería vigilar los trapos sucios que lavan en los
cafés —gruñe.
—¿Eras tú?
Deja de pasearse y da dos pasos hacia mí. Sus ojos están llenos
de nada más que veneno.
—Se lo merecía.
—¡También yo!
Se acerca más.
—Eres mía, Scarlet. De nadie más que de mí, y hasta que te des
cuenta, te mantendré encerrada donde nadie pueda llegar a ti.
Nadie puede marcarte más que yo. He sido demasiado blando
contigo. —Me empuja más adentro, y grito de agonía.
—Reid, no.
—Ya
Ya ha hecho esto antes, ¿ ¿recuerdas?
recuerdas? Desapareció durante
semanas y terminó en Francia. —Eso Eso fue después de nuestro
encuentro en su cuarenta y cinco cumpleaños... el día que se
enteró que yo estaba tan enferm
enferma como él.
Empiezo a reírme.
Suspira.
¿Por qué estás conmigo? Vete... antes que sea demasiado tarde.
Aléjame antes que te lleve al infierno conmigo.
Debo decirle que se aleje. Tengo que decirle que se aleje. Es que
cada vez que voy a hacer eso, mi boca se atasca en el momento en
que siento su tacto, su piel sobre la mía, y esos dulces labios
acariciando los míos. Simplemente me pierdo en él.
—Trampolines.
—¿Trampolines?
Me encojo de hombros.
—Todavía no me he duchado.
Me río.
—Claro que sí. Esto es tanto para mí como para ti. Tengo mi
propia razón egoísta para traerte aquí.
Sacudo la cabeza.
—¡Dios mío, estoy tan loca! —grito, lanzando los brazos al aire.
—Creo que tienes que bajar un poco al nivel PG-13. Los niños
están empezando a entrar en el parque.
—Lo siento.
El joven guiña un ojo.
Él jadea.
—Scarlet,
rlet, gracias a Dios que estás aquí. Me estoy volviendo
loca. —Porter
Porter está junto a ella, ofreciéndole un brazo reconfortante
alrededor de los hombros. Pronto ve a Stuart conmigo
conmigo—. ¿Quién
es este?
—Stuart,
Stuart, esta es mi hermana Amber y su esposo, esposo Porter.
Amber, este es mi gran amigo, Stuart. En realidad, lo conocí en la
escuela.
—Sí, soy yo. He oído que tienes algunas noticias para nosotros.
—Pensé que era mejor ir al grano. Estoy segura que si fuera la hija
ansiosa que debería ser, así es como reaccionaría.
Él asiente.
—¿Cuándo lo sabrán?
Se aclara la garganta.
—¿Estás bien?
—Estoy bien.
—Lo sé.
—Sí, tal vez sea lo mejor. Ella necesita tiempo a solas para
procesar todo.
Ambos nos levantamos y, por mi cuenta, me dirijo a la cocina
para hablar con Amber. Está acurrucada fuertemente en los
brazos de Porter.
Stuart sonríe.
Desvío la mirada.
—Dicen que están bastante seguros que es él, pero hasta que no
estén los resultados del ADN no lo sabrán con seguridad.
Mencionaron que fue apuñalado por la espalda.
Reid suspira.
Ella se aparta.
¡Impresionante!
Una vez sentada, Porter sale con una copa de vino blanco para
mí.
—Gracias.
—Solo es un amigo.
Mamá resopla.
Resoplo.
—No me hagas hablar de ti.
Veo que mi madre y Amber me miran con horror. Por fin están
viendo al marido y al padre que siempre fue. Por fin tengo la
oportunidad de mostrarles al verdadero hombre que había debajo
de esa maravillosa imagen exterior que siempre llevaba.
—No todo lo que hemos hecho juntos. Todo lo que me has hecho.
Ya no puedes hacerme eso. He crecido y he conocido a alguien con
quien soy feliz. Ya no puedes hacerme daño. —Le escupo a la cara
y, en un segundo, me rodea la garganta con la mano mientras me
golpea contra la pared.
Va a decir algo, pero le hago callar. Tengo que acabar con esto,
y tengo que hacerlo ahora.
—No te acerques a mí. No me llames ni vengas a visitarme. —
Empiezo a retroceder aún más—. No quiero volver a verte.
—¿Me
¿Me estás escuchando?
—Lo
Lo siento. No he dormido mucho.
—Si
Si te preocupa que vayan a la policía, seguro que ya lo
habrían hecho.
Asiento con la cabeza.
—Lo sé.
—A ti.
—Tú.
—Tú.
Hace tres horas, que dejé a Reid solo para que se ocupara
ocup del
trabajo. Tiene un último trabajo que hacer antes de reunirnos
mañana por la tarde para nuestro vuelo a España. Una parte de
mí está encantada que finalmente nos vayamos. Una parte de mí
lo desea más que nada porque Reid ha sido una parte muy
importantee de mi vida. Después de todo su trabajo duro, ahora le
debo... Me debo a él. Y finalmente, después de todo lo que he
hecho, siento que yo también se lo debo. Él es tan mío como yo
soy suya. Ambos hemos estado trabajando por este día, el día en
que finalmente
nte podemos estar juntos. El día en que nos
convertimos en iguales. El día en que nos convertimos en uno.
Es lo que soy.
—¿Scarlet?
Yo le hice esto.
—Ya dije todo lo que tenía que decir el otro día. ¿Qué queda por
decir?
—¿Ah,
¿Ah, sí? Cuéntame más.
—Bueno,
Bueno, esta mujer a la que prácticamente he amado desde el
décimo año en la escuela me dijo que me correspondía anoche. No
solo eso, sino que me dio el mejor y más alucinante sexo que he
tenido nunca. Es decir, pensé que sería explosivo entre nosotros,
pero lo de anoche fue nuclear.
Frunzo el ceño.
—Nuclear, ¿eh?
Estudia mi cara como si fuera una joya preciosa.
—¿Qué pasa?
—Tienes que saber que ahora soy tuya, sin duda. Te amo y
quiero estar contigo. Comprometerme contigo y solo contigo.
Respira aliviado.
—Tú.
Sacudo la cabeza.
—Lo siento.
Stuart gime.
Stuart maldice.
Tengo que ponerme en marcha. Ya son más de las doce, así que
no tengo mucho tiempo. Cuando llegue a casa, tendré que meter
lo que pueda en un par de maletas y esperar lo mejor. Por ahora,
necesito entrar en la oficina de Reid, y necesito entrar en esa caja
fuerte. En ella está mi mitad del dinero... la mitad por la que
trabajé duro mientras Reid me convertía en su anzuelo.
Como mi padre.
—Reid —digo
digo con un poco de sorpresa en mi voz—.
voz Llegas
temprano. Creía que habíamos quedado en tu despacho. —Trago
nerviosamente mientras me dirijo a mi bolsa para comenzar a
empacar.
¿Por
or qué el sonido de eso me ha subido a la columna vertebral?
—Pareces
Pareces nerviosa.
—Estoy
Estoy deseando ponerme en marcha, eso es todo. —No puedo
dejar que me vea, pero estoy en pánico. ¿Cómo voy a salir de esto
ahora? Siento que las paredes se derrumban sobre mí. Estoy
atrapada y no veo la manera de salir.
—¿Estás segura que eso es todo? —Siento su aliento caliente
contra mi cuello, y la sangre fría me recorre. Algo le pasa a Reid...
y no me gusta.
Sacudo la cabeza.
—Hermanastro.
—¿Sabía de ti?
—Iba a decírselo, pero después de descubrir lo que te hizo, se lo
oculté. En lugar de eso, fui a verle y le amenacé. Le dije que lo
mataría si volvía a ponerte la mano encima.
Sacudo la cabeza.
Intento apartarlo.
Empieza a sacudirme.
—¿Lo amas?
Cuatro semanas más tarde, Siren nació junto con la mujer que había
consumido todos mis pensamientos durante los veintiocho días
anteriores. Ahora, lo más probable es que estés pensando que sueño
algunas mierdas pervertida
pervertidas.
En fin, ya basta de mis tonterías sobre mis sueños. Tengo que dar las
gracias a algunas
nas personas. Especialmente a mi familia por todas las
razones que he mencionado anteriormente. Creo que las pizzas y
hamburguesas para llevar se convirtieron en un tema habitual durante
el tiempo que estuve escribiendo este libro. Te aseguro que desde
entonces hago comidas caseras. Bueno, a veces...
Quiero dar las gracias a mi editora, Shannon Steed, por haber editado
esto en circunstancias no muy buenas. Sabía que le resultaba difícil,
pero perseveró, y se lo agradezco mucho. Dudo que el tema de mi libro
haya ayudado, así que hay que chocar los cinco aún más en ese
sentido.
También a Tee, que corrigió Siren. Gracias por estar ahí para ayudar y
enviarme un mensaje a altas horas de la noche para decirme que iba a
llorar si Scarlet estaba muerta. Mi respuesta fue: "Err, quizás no
debería decir nada..."
Los siguientes son mis lectores beta, Sally-ann Hall, Claire Lamb,
Cassie Wildman, Sonya Paul y Anne Milne. Muchas gracias por
ayudarme con el borrador. Les estoy muy agradecida porque me han
ayudado mucho. Sostodas unas mujeres encantadoras. Xoxo
Tengo que dar otro gran "gracias" a Joanne Swinney e Isa Jones de
JoandIsaLoveBooks por organizar el tour del blog, el tour de reseñas, el
día de lanzamiento y el Thunderclap para Siren. Ustedes, damas, van
más allá para ayudar a los autores. Realmente no sé cómo lo hacen.
Siempre están ahí cuando se necesita una mano amiga, y por eso les
estoy eternamente agradecida.
Y por último, a todos los lectores de amor y romance: Gracias por darle
una oportunidad a Siren, y espero que lo hayan disfrutado. Estoy
segura que vendrán muchos más, así que están atentos a Facebook,
Amazon y Goodreads.
Jaimie xx
Sobre la Autora