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Este poema relata un diálogo imaginario entre la monja y poeta mexicana Sor Juana Inés de la Cruz y la Muerte. La Muerte visita a Sor Juana en su celda y le dice que ha llegado para llevarla a su reino oscuro porque quiere poseer su sabiduría. Sor Juana intenta negociar con la Muerte proponiendo un concurso de versos para determinar quién se quedará con la vida, pero la Muerte se niega porque sabe que no puede ganarle a la poeta. A regañadientes, Sor Juana
Este poema relata un diálogo imaginario entre la monja y poeta mexicana Sor Juana Inés de la Cruz y la Muerte. La Muerte visita a Sor Juana en su celda y le dice que ha llegado para llevarla a su reino oscuro porque quiere poseer su sabiduría. Sor Juana intenta negociar con la Muerte proponiendo un concurso de versos para determinar quién se quedará con la vida, pero la Muerte se niega porque sabe que no puede ganarle a la poeta. A regañadientes, Sor Juana
Este poema relata un diálogo imaginario entre la monja y poeta mexicana Sor Juana Inés de la Cruz y la Muerte. La Muerte visita a Sor Juana en su celda y le dice que ha llegado para llevarla a su reino oscuro porque quiere poseer su sabiduría. Sor Juana intenta negociar con la Muerte proponiendo un concurso de versos para determinar quién se quedará con la vida, pero la Muerte se niega porque sabe que no puede ganarle a la poeta. A regañadientes, Sor Juana
escribía glosas, liras y décimas, cuando la Muerte, barroca y castiza, entró a la celda de la monja jerónima:
“Vengo a llevaros, mi ilustre poetisa,
a mi oscuro reino en la lejanía. Tomad mi mano, partiremos sin prisa. Quiero poseer vuestra sabiduría.”
Y Sor Juana, en nada agrandándole
la propuesta del esqueleto elegante, no sin ingenio, osó preguntarle:
“¿Por qué, señora, he de ser la elegida,
mas no el gallardo Carlos de Sigüenza?” Y respondió la Muerte, sin mucho pensarlo: “A vos yo confieso, sin menor vergüenza, los versos de aquél no son de mi agrado”.
La monja, sin querer dejar su morada,
a la Muerte suplicó desesperada: “No debéis llevarme, dama descarnada, que inacabado está el Primero sueño”.
La Muerte a la poetisa replicó enojada:
“Juana, vano y necio es vuestro empeño de querer alejaros de mi osamenta.”
Sor Juana esquivar a la Muerte quiso,
y por eso, no sin temblar, le dijo: “He de retar vuestro talento, señora mía, y vos habéis de retar el mío:
Aquella que escriba los mejores versos
quedará dispensada de la muerte, y por juez, a Dios mismo pongamos. Decidme, señora, ¿teméis perder acaso?”
Muerte le respondió, colérica y fiera:
“No soy ingenua, mujer lisonjera; a vuestra poesía nunca podré ganarle. Y por intento de burla y engaño, contra vuestra voluntad iréis conmigo.”
A mediados del siglo XVlll se hace una vuelta a la antigüedad en búsqueda de un modelo arquitectónico con valor universal, racional y funcional, a esto se le llamó arquitectura ilustrada o de la ilustración