La recepción del mito clásico de Casandra y Tiresias
Casandra: dos miradas desde el arte
En primer lugar, si bien puede considerarse evidente, es necesario, a mi
juicio, dar cuenta de cómo ambas representaciones artísticas del mito de Casandra propuestas son, no solo marcadamente distantes espacio-temporalmente, siglo V a. c. y siglo XIX respectivamente, sino que proceden a diferentes modos de apropiación del mencionado mitologema. Esta diferencia ocurre en relación a pautas estéticas, estilísticas e idiosincrásicas propias de ámbitos socioculturales diferentes. Mencionar tal diferencia propia de las variedades de las experiencias estéticas y la consecuente cristalización en diversidad de obras de arte respecto a un mito, me permite, en segundo lugar, señalar cómo tales diferencias convergen en la plasmación y comprensión de elementos socialmente relevantes, para la civilización occidental al momento de recepcionar mitos. La convergencia no es casual, pues obedece a la dimensión cohesiva y cohesionante que los mitos poseen como característica constitutiva nodal. En el caso de los modos de ser de la, dada a llamar “civilización occidental”, las configuraciones simbólicas de la cultura clásica helénica se encuentran moldeando y pautando niveles profundos de las estructuras cognitivas y afectivas en occidente. Dicho de otro modo, “habitamos intelectual y afectivamente los mitos griegos” y es por ello, que las diferencias de modos de plasmaciones artísticas se producen en un suelo interpretativo común. De tal matriz cognoscitiva en común, proporcionada por los mitos, las representaciones artísticas acerca de Casandra ponen de manifiesto cómo del binomio orden-conflicto,la dimensión ineliminable es la del conflicto dado que las acciones humanas transgreden los órdenes reincidentemente. La profecía, el carácter extraordinario de un don recibido, en el itinerario de una existencia, en este caso en la de Casandra, deviene inexorablemente en soledad, impotencia e incomprensión, las cuales confluyen al punto del mayor violentamiento, el hecho plasmado en ambas obras: la violación de Casandra perpetrada por el guerrero aqueo Áyax. El cuadro de Solomon plasma el dramático momento en el que Áyax arranca a Casandra quien se aferra a la estatua sagrada de la diosa Atenea, en su templo, la estatua se tambalea y Casandra cede a la fuerza de Áyax. Esta transgresión del orden por parte de Áyax en el templo de la diosa, a su vez, trae aparejada su perdición pues causa la ira de los dioses y la respuesta de Poseidón mismo quién hundiría el barco del guerrero y lo clavaría con su tridente. Locura, profecía, transgresiones, sacralidad, hybris y piedad religiosa se eslabonan conformando esa sinergia inexorable entre orden-conflicto. caos-cosmos, libertad-necesidad. Todo ello, se encuentra condensado en el trágico acto padecido por Casandra, representado en ambas obras de arte y continúa conmoviendo los esquemas vitales de la cultura occidental en las diversas resignificaciones del mito que asume el arte.