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APLICACIÓN DE LA ECOLOGÍA MICROBIANA AL DESCUBRIMIENTO DE

ANTIMICROBIANOS.
La mayoría de los antimicrobianos son categorizados como metabolitos secundarios o
especializados, los últimos suelen estar producidos por proteínas codificadas por genes
situados proximalmente llamados grupos de genes biosínteticos (BGCs). Un solo BGC
puede ser responsable de la biosíntesis de múltiples metabolitos.
Las interacciones entre diversas especies pueden inducir a una diversificación de
biosintetizados compuestos. Además, la identidad de las moléculas inducidas por un
determinado microbio difiere según la especie con la que interactúe.
La primera observación de la inducción interespecífica de la actividad microbiana fue
hecha por Watanabe en 1982. Las observaciones generales de prueba de principio se
complementan con esfuerzos específicos, los cuales resultan en la identificación de
nuevos antimicrobianos.
Los compuestos químicos que pueden encontrar los microbios en su entorno nativo son
potentes inductores de la biosíntesis antimicrobiana. Las diversas observaciones indican
que las bacterias perciben los metabolitos especializados producidos por otras especies,
como una señal para producir sus propios metabolitos. Los cambios en parámetros
fisicoquímicos pueden reducir la biosíntesis de los antimicrobianos.
La adición de micronutrientes que imitan al medio ambiente, son necesarios para la
biosíntesis d los antimicrobianos. La limitación de la disponibilidad de nutrientes puede
estimular la producción de antimicrobianos.
En ciertos casos, los antimicrobianos suministrados por bacterias pro bióticas pueden ser
preferibles para la administración de moléculas puras. Los antimicrobianos también
pueden ser aislados de bacterias virulentas.
Los simbiontes podrían convertirse en la próxima generación de antibióticos, dado a que
los microbios huéspedes tienen un mejor historial de ser cultivables, los antimicrobianos
producidos por los comensales podrían evolucionar para atacar otras bacterias asociadas
con el huésped.
Los organismos resisten a sus propios antimicrobianos, esta resistencia se logra mediante
mecanismos que a menudo también pueden proteger a su portador contra otras
moléculas similares.

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