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Guía de estilo para el

hombre
Agradecimientos

Doy las gracias a mi esposa, Bettina, por su apoyo, a Erill Fritz por su
paciencia y a todos los empleados de h.f.ullmann por su amabilidad a
pesar de lo apretado del tiempo en la fase final.

Asimismo, me gustaría expresar mi agradecimiento a todas las


empresas que han puesto fotografías a nuestra disposición de forma
gratuita, en particular a Belvest, Cove & Co., Eduard Meier, Scabal y
Timberland. Y quisiera agradecer especialmente al Schuh Konzept de
Berlín su generoso préstamo de calzado.

© h.f.ullmann publishing GmbH


Título original: Mode Guide für Männer ISBN original: 978-3-8480-0027-2

Coordinación del proyecto: Lars Pietzschmann


Fotografía: erill.fritz.fotografien.
Diseño, composición y coordinación: e.fritz, berlin06
Supervisión: Petra Ahke
E-Book: Satzweiss.com Print Web Software GmbH
Producción: Sabine Vogt

Fotografía: © mauritius images / age


© de la edición española: h.f.ullmann publishing GmbH

Traducción del alemán: Almudena Sasiain para Equipo de Edición, S. L., Barcelona
Redacción: Equipo de Edición, S. L., Barcelona
Producción completa: h.f.ullmann publishing, Potsdam, Alemania
Printed in China
ISBN 978-3-8480-0064-7
www.ullmann-publishing.com
newsletter@ullmann-publishing.com

Persönliches Exemplar für julio.esade@gmail.com


Bernhard Roetzel

Guía de estilo para


el hombre
Prólogo

¿Qué no cambia con el tiempo?

¿Qué son negocios?


La base: el traje | Donde fueres... haz lo que vieres
El traje de negocios de verano | Test de calidad de un traje
El viaje de negocios | Confección a medida | Camisas de negocios
Cuellos | Los mejores cuellos de un vistazo | La camisería de la A a la
Z
Camisas a medida para la oficina | La corbata
Qué transmite una corbata | Todo sobre la seda | El nudo simple
El nudo doble | El nudo pequeño | Corbatas: tres tipos de confección
El pañuelo de bolsillo | Conjuntos básicos
Abrigos y chaquetas | Cómo conseguir la caída perfecta

Ocasiones especiales
Formalidad y código indumentario | El chaqué | El esmoquin | El frac
La pajarita | El lugar del esmoquin | Trajes para bodas
Imagen informal
Vaqueros | Chinos | Pantalones cortos | La camiseta | El polo
La sudadera | Conjuntos de verano | Chaquetas deportivas | Chaquetas
de cuero
Cuestión de cabeza | El punto | Fibras funcionales

Qué necesitamos
Correcta elección de la ropa para el trabajo | Estilo de negocios:
indumentaria básica
Estilo informal cuidado: indumentaria básica | Abrigos | «Casual»

Tener buen aspecto


Figura y número áureo | Tipos de figura
Cómo combinar colores y dibujos | Principales mundos cromáticos
Cómo combinar la corbata | Fisonomía y colores

Calzado
Los principales ​modelos | Mocasines | Zapatos de negocios
Botas de vaquero | Zapatos: tipos de manufactura | ¿Superga o
Converse? ¿Superchic o rock and roll?
Deportivas | Tipos duros | Chanclas
Historia ilustrada: zapatos a medida | Pequeño glosario del calzado
Saber comprar
Los tejidos | Paños para trajes | Hilado y tejido
Bajo la lupa: controles de calidad | Acabado: el proceso final
¿Qué significa ​«hecho a mano»? | Quien no ahorra, se equivoca

Accesorios
Sobre cinturones | Calcetines | Del hilo con que se tejen los calcetines
Mírame a los ojos | Carteras de caballero
Lo que indica un reloj | Gemelos | Cuello elegante

Limpieza y cuidados
Cuidados básicos para los trajes | El ABC de la limpieza de manchas
Cómo lavar las camisas | Brillante
Cómo limpiar los zapatos | Cómo cuidar las corbatas

Apéndice
Glosario | Índice analítico | Créditos fotográficos
Prólogo
Desde la publicación de mi primer libro sobre moda para caballero han
pasado más de diez años. En este tiempo, el mundo habrá evolucionado
para cada uno en mayor o menor medida según su experiencia y
vivencias. A primera vista, en la moda los cambios han sido enormes.
Los hombres son ahora más audaces con el color. La indumentaria se
ha vuelto, en general, más informal, y pantalones cortos, camisetas y
chanclas son hoy prendas veraniegas habituales. Si bien la corbata no
ha desaparecido, no se ven tantas, aunque por otro lado el traje ha
reafirmado su posición y la americana experimenta un renacimiento.
La mayoría de los hombres siguen sin interesarse demasiado por su
aspecto. La comodidad es prioritaria, y la ropa debe ser práctica
aunque no resulte especialmente bonita. Sin embargo, una parte de la
juventud está más interesada que antes por el estilo y la moda. Y las
grandes firmas la descubren como grupo destinatario de trajes, camisas
y zapatos elegantes. Las deportivas siguen dominando, pero el zapato
de piel ha regresado.
En estos últimos diez años he aprendido mucho sobre ropa, estilo,
moda y códigos de indumentaria. Mi pasión por el tema no ha
disminuido, y me he reafirmado en mi convicción de que no se puede
imponer a nadie un determinado estilo: las personas y sus gustos son
demasiado diferentes. Lo que escribo es a lo sumo una propuesta, una
respuesta a cuestiones repetidamente planteadas.
Si bien muchos hombres no se preocupan demasiado por la ropa, hay
una minoría que sí lo hace. Suelo ver mayor interés en hombres muy
jóvenes. Algunos, aún universitarios o incluso estudiantes de instituto,
se esfuerzan más por ofrecer un aspecto elegante y correcto que muchos
cargos directivos. Esos jóvenes cuidan su estilo también en las
actividades del tiempo libre. Y es que la elegancia no comienza al
ponerse un traje ni termina al quitárselo.
El gusto por la buena ropa es sinónimo de gusto por la vida, porque
la moda y los accesorios son nuestros acompañantes más fieles. Sin
duda hay muchos temas de mayor trascendencia, pero no se me ocurre
ninguna otra cosa más importante, ni tan estrechamente unida a
nosotros. Artículos de consumo como coches, televisores, lectores de
DVD, relojes o incluso casas pueden ejercer una gran fascinación, pero
ninguno de esos objetos se pega a la piel como la indumentaria. Por esa
razón, piense siempre bien qué se va a poner.

Bernhard Roetzel
¿Qué no cambia con el tiempo?
Teniendo en cuenta la realidad de la moda de la calle, las discusiones
en determinados círculos sobre las trabillas para sujetar el tallo de la
flor del ojal en el reverso de la solapa de un traje a medida resultan,
cuando menos, insólitas. Y las acaloradas discusiones a favor o en
contra de la idoneidad de los zapatos negros o marrones después de las
seis de la tarde parecen muy alejadas de la vida cotidiana en un mundo
en que, en verano, el 50% de los hombres se ponen chanclas y el resto,
zapatillas deportivas.
¿Necesitamos normas sobre la indumentaria? ¿Tiene sentido
reflexionar sobre la confección a medida cuando el 99% de la
población compra ropa de serie, a ser posible barata? Yo creo que sí.
Aunque no interese a la mayoría, la cuestión es apasionante. Y es que
aún hay gente que lee libros mientras otros solo ven la televisión. Y
gente que sigue poniendo la mesa mientras otros comen sentados en el
sofá (delante de la televisión). Hay cosas que se justifican por sí
mismas al margen de su sentido práctico, y una de ellas es la cultura de
la indumentaria, de cuya decadencia se suele hablar ahora que mucha
gente va en vaqueros a la ópera, cena sin corbata en restaurantes finos y
ni siquiera sabe cómo anudar una.
¿Pero fue todo pasado mejor? Sin duda, hace cien años la gente se
vestía de manera más formal. Al menos eso parece por las fotos que se
tomaban en ocasiones especiales. El día a día era diferente. Hasta la
década de 1950 fue habitual gastar todo lo posible en el ropero, y la
gente procuraba que no faltase un botón o que los zapatos estuviesen
siempre relucientes. Pero también estaba la otra cara de la moneda:
muchos no podían permitirse comprar ropa y llevaban trajes y abrigos
raídos. El concepto de «segunda mano» no tenía en aquellos tiempos
ninguna connotación chic u original.
A la cultura de la indumentaria es inherente también el respeto por
los artesanos de la moda. Y quizá incluso el deseo de vestir prendas
hechas a mano. Pero no todo el mundo puede permitírselo. Muchos ni
siquiera lo pretenden. A veces se intenta justificar ese deseo con
argumentos racionales: las prendas duran más y uno se siente mejor en
ellas. La primera razón no es del todo cierta. Incluso el traje a medida
más caro se estropea enseguida si se lleva mucho y de forma
descuidada, y una pieza más económica puede durar mucho tiempo si se
cuida como es debido. Sin embargo, en lo que respecta a la sensación
de bienestar, la afirmación es correcta siempre que la costosa prenda
esté bien hecha. Por lo demás, no es necesario justificarse:
simplemente, la ropa debe darnos placer.
En el trabajo la indumentaria puede ser un factor de éxito, aunque,
por supuesto, solo uno entre muchos otros. Sin duda lo primero es la
capacitación; luego se valora la habilidad para la comunicación. Pero,
cuando se reúnen esas cualidades, la apariencia adecuada es como la
guinda del pastel. En otras palabras: por qué voy a perder la baza de
una buena imagen por culpa de una ropa mal escogida. Desde luego, es
una jugada poco hábil llamar la atención por un traje que sienta mal o
que no tiene el color o el dibujo adecuado.
A principios del siglo XX era habitual ponerse muy elegante con ocasión de
fiestas familiares, e incluso la vestimenta de los días de labor era más seria
que ahora.
EL TRAJE ES EL UNIFORME DE MUCHOS TRABAJOS, Y
REVELA EL RANGO Y LA POSICIÓN DE SU PORTADOR.
¿Qué son negocios?
Se habla mucho de ropa de negocios, y numerosos expertos en textiles
comparten en webs y seminarios unos conocimientos sobre códigos de
indumentaria que solo se aplican a unos pocos sectores: bancos,
seguros, bufetes de abogados, consultorías. Las normas del presente
capítulo son las que rigen en esos ámbitos. En otros sectores
profesionales hay que aplicar patrones distintos. Por ejemplo, el
investigador, el educador, el especialista informático o el ingeniero de
sonido se pueden vestir como quieran. El traje y la corbata serían en
esos sectores una elección personal, nunca una obligación.
¿Ha estado alguna vez al mediodía en una zona de bancos y oficinas
de una ciudad cualquiera? En los restaurantes de menú se reconoce a
los empleados del sector de los negocios por su vestimenta: traje gris
oscuro, camisa blanca, corbata, zapatos negros... Pero lo que en
principio se puede describir en pocas palabras resulta mucho más
complejo tras una observación detenida. Según lo expuesto más arriba,
la ropa de oficina o de negocios no sería más que un uniforme. Y los
uniformes, como su nombre indica, dan uniformidad y posibilitan una
adscripción inmediata a una entidad. Sin embargo, tras esa aparente
igualdad, un uniforme también marca claras diferencias jerárquicas.
Los militares, por ejemplo, lucen insignias de rango. ¿Y en el mundo de
los negocios? ¿Cómo se distingue a un sargento de un oficial o un
general? Pues también por ciertos distintivos, quizás no tan llamativos
como las barras o las estrellas en las hombreras, pero no por ello
menos claros.
Dominar con clase el estilo de la ropa de negocios significa llevar el
uniforme de forma adecuada y saber situarse en el escalón correcto del
escalafón. Además, el uniforme tiene que indicar claramente de dónde
se viene y adónde se desea llegar. Y eso se reconoce en detalles como
el corte y el paño del traje, la corbata, la camisa, los zapatos o los
calcetines.
El traje es uno de los grandes objetos de diseño del siglo XX. En su forma
básica no ha cambiado mucho desde la década de 1920, y hoy en día sigue
siendo actual.
La base: el traje

La mayoría de los hombres solo se visten con traje para ir a la oficina o en


ocasiones especiales. Es una pena, porque es muy elegante.
El traje es el atuendo básico para los negocios. Ningún sastre o
diseñador puede reclamar la autoría del conjunto, que fue
evolucionando desde finales del siglo XVII hasta la década de 1930.
Desde entonces no ha cambiado en lo fundamental. Las innovaciones se
limitan a los métodos de confección industrial y a los tejidos. Si bien
los trajes se han ido haciendo cada vez más livianos, en los últimos
años se han alcanzado los límites de lo aceptable. Y es que para el día
a día de la oficina no son adecuados los paños demasiado ligeros, sino
las variantes medias.
En la actualidad, dos modelos básicos son los habituales: los de
chaqueta recta con dos o tres botones y los de chaqueta cruzada. Y si
antiguamente el chaleco era parte integrante de cualquier traje, hoy es
más bien la excepción. El traje es la norma para hombres de entre 25 y
45 años, pero las generaciones más maduras prefieren llevar un blazer,
o bien una americana, con un pantalón que contraste, por ejemplo, de
paño de lana gris o de algodón claro. Esta combinación no es una
alternativa seria para el traje, pero en muchas empresas medianas,
sobre todo fuera de las grandes ciudades, determina la imagen diaria.
En ese entorno no se le pueden poner demasiadas pegas al conjunto,
pero hay que ser consciente de que tiene un cierto aire provinciano.
El código de vestimenta para la oficina viene marcado por el estilo
británico, ya que el Reino Unido es la cuna de la moda de caballero.
Fieles al lema «no brown in town», los trajes de negocios suelen
confeccionarse en tonos grises o azules. Esta norma tenía un
fundamento práctico, porque esa paleta de colores era más sufrida ante
el hollín de la ciudad, mientras que los tonos pardos y verdosos se
integraban mejor en el campo. Hace tiempo que los modistos se han
liberado del corsé de esa regla; hoy en día el marrón es uno de los
colores preferidos para trajes, aunque en el contexto internacional ese
color sigue sin ser «comme il faut» en la oficina.
El traje se completa fundamentalmente con camisa de manga larga.
Millones de hombres no pueden opinar igual, pero la preferencia de un
sector por llevar los brazos desnudos no cambia el código de
vestimenta. Está por ver si esa moda logra imponerse. Es verdad que, a
excepción de los altos directivos, la mayoría de los hombres llevan
manga corta en verano, pero tal tendencia tiene muy poco que ver con
la imagen básica del traje. Los puños blancos que originalmente
sobresalían impolutos de las mangas de la chaqueta eran, junto con el
níveo cuello, la seña de identidad del oficinista. No en vano los
anglosajones hablan de «white collar worker».

Reglas de la imagen formal para


la oficina
El traje oscuro de paño fino de lana es el clásico para la oficina.
Colores: azul oscuro o gris oscuro. El marrón y el negro son
1 tabú.
El traje se completa con una camisa de manga larga
de puño de botón para diario y de puño doble o
2 francés para las ocasiones especiales (o para cada
día si se desea). El cuello abotonado o cuello
blanco cuyas puntas se abotonan a la camisa nació
para los trajes de negocios, aunque estilistas y
vendedores afirmen otras cosas; en Europa esa variante se suele
considerar demasiado deportiva. Finalmente, un par de palabras
sobre la prenda favorita de muchos: las camisas de manga corta
están bien para conductores de autobús y para policías, pero no para
la oficina.
La combinación de americana y pantalón no es adecuada
para la oficina; a lo sumo serviría para la transición del
3 viernes al fin de semana. La excepción la constituyen el
personal de empresas pequeñas, los autónomos o los
empleados sin contacto con los clientes. El blazer azul
marino tampoco está pensado para los negocios, al menos
según su propio inventor.
La corbata sigue siendo imprescindible. Tal vez algún día le
llegue su hora, pero de momento es a un traje de negocios lo
4 que la servilleta de tela a una comida fina. Otra cosa es si
hablamos de sectores en los que la ropa informal es de buen
tono. Pero esa no es la cuestión.
Los zapatos deben ser de color negro. Los más formales son
los de cordones con pocos adornos o punteados. Los Brogue
5 de suela gruesa resultan demasiado bastos con un paño fino.
Los puristas consideran los mocasines en exceso deportivos
y los zapatos de hebillas ciertamente extravagantes. Aun así,
lo principal es el color.
Donde fueres...haz lo que vieres

ITALIA Al sur de los Alpes un mánager puede ser un icono del


estilo. Por ejemplo, el empresario italiano Luca di Montezemolo se
viste de forma llamativamente clásica, con traje cruzado azul oscuro,
camisa azul claro y corbata azul oscuro. Nota: un buen reloj suizo es
casi obligado. Comunicación: en el norte del país son efectivos y
puntuales; en el sur, algo más relajados. Cuidado con las comidas de
negocios. Rechace la segunda copa de vino o beba agua.
ESTADOS UNIDOS A pesar de lo informales que parecen los
estadounidenses en sus vacaciones por Europa, en los negocios son
muy correctos, incluida la vestimenta. El traje y la corbata son
obligatorios, también en ciertos bares exclusivos y templos de
sibaritas. Si hace una reserva, infórmese del código de indumentaria.
Nota: es normal que los hombres de negocios se hagan la manicura.
Antes de una reunión importante, acuda a un salón de belleza
masculino. Comunicación: no adopte nunca una actitud quejica; sea
siempre positivo. Enseguida se usan los nombres de pila, que afloran
mucho en la conversación.
GRAN BRETAÑA Imagen de negocios clásica también en verano,
por ejemplo, traje azul oscuro y zapatos negros de cordones. Nota:
deje las corbatas de rayas en casa, porque la combinación de colores
podría ser la de algún college o club exclusivo, y quien no es
miembro se pone en evidencia (por ejemplo, las rayas finas de color
azul claro sobre negro son las de los graduados de Eton).
Comunicación: la discreción y la autoironía son un triunfo. Incluso
las conversaciones de negocios pueden estar salpicadas de un humor
sutil.
FRANCIA Traje gris oscuro, camisa azul claro, corbata discreta. En
el día a día están permitidos los zapatos marrones más o menos
claros, incluso de ante. Comunicación: el inglés es hoy estándar,
pero con un francés excelente se siguen ganando muchos puntos.

EUROPA ORIENTAL En los niveles superiores domina la


elegancia: traje oscuro, camisa blanca, corbata oscura. Por lo demás,
sucede como en tantos otros países con las mangas cortas. El rojo,
por ejemplo en la corbata, suele tener un efecto más bien negativo.
Comunicación: tenga cuidado porque en países como Polonia y la
República Checa se consideran centroeuropeos. Para ellos, el Este
empieza en Rusia.
ASIA Clásicos y discretos. En Japón hay normas especiales. En los
restaurantes hay que quitarse los zapatos. Los hombres de negocios
suelen guardar calcetines de repuesto en el maletín. No se lleve para
el viaje calcetines muy usados. Comunicación: nunca exprese
abiertamente ningún sentimiento, no sea ruidoso y muéstrese
respetuoso. Muy importante: en Japón, el tiempo se mide en
segundos.

MUNDO ISLÁMICO La imagen de negocios occidental es


estándar. Por lo general, la chaqueta se lleva abrochada y no se
enseña piel desnuda ni en el tiempo libre, aunque haga mucho calor.
Cuando el anfitrión se quite los zapatos en un espacio interior, haga
lo mismo. Comunicación: vaya sin prisas. Allí el tiempo transcurre
más despacio. No hace falta charlar durante las pausas. Las mujeres
no se mencionan, así que evite preguntas de cortesía sobre la esposa
o la hija.
El traje de negocios de verano

El traje de verano es todo fachada: hacia fuera debe guardar las


apariencias; en el interior tiene que garantizar un fresco bienestar a
pesar del calor. Ello se consigue, en primer lugar, con un paño del peso
adecuado. El peso se mide por metro de tejido. En Inglaterra se
considera «summer weight» un peso de 280 a 320 gramos; en Italia, en
cambio, un paño se llama «leggero» solo si no supera los 230 gramos.
Los talleres de confección a medida y los sastres indican en sus
muestrarios el peso del género en gramos. En el caso de las prendas
prêt à porter, el peso solo se puede calcular de forma aproximada. Las
indicaciones «Super 100 S» o «Super 180 S» no tienen nada que ver
con el peso del tejido: se refieren a la resistencia o, mejor dicho, al
calibre de las hebras con las que está elaborado el hilo. Cuanto mayor
el número, menor el grosor. El mínimo para los trajes de negocios es el
Super 150 S.
Los entendidos prestan asimismo atención a la estructura del género:
cuanto más flojo esté tejido el hilo, mayor será la ventilación. Las telas
finas hechas con hilo torcido de muchas hebras suelen tener una
estructura muy densa, lo que hace que se arruguen menos, pero también
que transpiren menos. Es decir, un tejido relativamente grueso puede
resultar fresco en plena canícula, como sucede con los polos, cuyo
piqué de algodón es mucho más pesado que ciertas telas camiseras y,
sin embargo, más agradable de llevar con el calor. Si tiene la
oportunidad, antes de encargar un traje observe bien el tejido a
contraluz para comprobar su densidad.
Las indicaciones sobre el peso se refieren a géneros de fibra animal
como la lana y el cachemir; el algodón y el lino suelen ser más pesados
y, en cambio, más frescos, aunque, como se arrugan mucho, no son
demasiado prácticos. Aun así, el código de indumentaria permite el
algodón en el mundo de los negocios. En cuanto al color, se hace una
excepción a la regla de «no brown in town» y los tonos como tabaco,
café con leche, caqui, aceituna o gris tostado son clásicos. Para
reuniones importantes es más adecuada la lana, a ser posible azul o
gris. Los trajes blancos son tabú a menos que se lleven los negocios
desde una mansión en Capri. En Estados Unidos los corredores de
Bolsa y los banqueros se pueden dejar ver en trajes de algodón
seersucker, pero en un parqué europeo ese material resultaría grotesco.
Si bien el lino es muy bonito, es más adecuado para el tiempo libre.

Cuanto más ligera es una tela, más delicada resulta. La legendaria


resistencia de los trajes a medida de antaño tiene mucho que ver con el
tipo de paño con que se hacían, que hoy en día resultaría demasiado
pesado. Hace cuarenta años no eran raros los géneros de 600 gramos
para traje. Hoy en día con ese «plomo» de sastrería se confeccionaría
un abrigo. Los actuales tejidos con mezclas sintéticas son ligeros y
resistentes. Los más tradicionalistas arrugan la nariz ante tal
posibilidad, pero en regiones de clima cálido y húmedo son habituales
las prendas para los negocios de cachemir con mezcla de fibras
artificiales. La industria textil dispone de un amplio surtido de tejidos
para esos mercados; en Europa, por el contrario, siguen siendo difíciles
de vender. Quien desee únicamente materiales naturales deberá
limitarse al moer, tejido elástico de pelo de cabra que hace aguas y fue
muy apreciado en la década de 1960. Después su uso se limitó a la
confección de esmóquines. Hoy en día los diseñadores vuelven a
apreciar el brillo de esa fibra.
Perdura la creencia de que los británicos no saben fabricar trajes
ligeros. Durante mucho tiempo fue cierto: la culpa la tenían los pesados
refuerzos de cerdas que daban forma a la pechera de las chaquetas. Al
sur de los Alpes los tejidos de las americanas llevan entretelas de lino
fino, por lo que casi se tiene la sensación de ir en camisa. Además, el
forro se reduce al mínimo para que el traje sea aún más fresco. En
Estados Unidos la americana con medio forro es tan apreciada como en
Italia. En Centroeuropa no tanto, quizás porque esta prenda parece mal
acabada sin el forro completo.
Die La ligereza del traje marca las pautas del resto del atuendo. Con
un traje gris plateado de una fresca mezcla de lana y moer, lo que mejor
combina son una camisa blanca de voile suizo y una corbata estrecha
negra de fino punto de algodón. Las mangas largas se dan por
supuestas; la versión corta es simplemente inadecuada. E incluso con
temperaturas tropicales, los calcetines hasta la rodilla son obligatorios.
Los más agradables son los de un género de punto de lana y seda, lo
más fino posible. Los pesados zapatos Brogue se quedan en el armario,
y su lugar lo toman unos mocasines algo abiertos.
Test de calidad de un traje
A la hora de comprar un traje rige la relación calidad-precio.
Poco dinero es sinónimo de poca calidad y mucho dinero, de
1 mucha calidad. Las excepciones son ciertas prendas de diseño
(demasiado caras) y las rebajas (calidad máxima a precios
muy asequibles, sobre todo en el caso de ofertas de boutiques
que vacían sus almacenes). Pero ¿qué se puede esperar y por
cuánto dinero? Por 150 euros podrá encontrar un traje de confección en
serie. Menos dinero solo se puede desembolsar en H&M, donde por
muy poco al menos se ofrece un diseño moderno, aunque el paño y la
confección no son tan buenos. Si tiene suerte, por 500 podrá hacerse
con un traje aceptable. Una confección excelente y paños de calidad ya
no se encuentran por menos de 1000 o 1500 euros.
SUGERENCIA Cómprese un traje de los más baratos o uno caro. Los
de precios intermedios son los que ofrecen la peor relación calidad-
precio.
¿Qué indica la etiqueta? Merece la pena leerla, ya que ofrece
valiosa información sobre el origen de la prenda. Si en ella
2 aparece el nombre de la tienda, es buena señal: aunque no sea
de una casa tan prestigiosa como una firma de diseño, si
estampa su nombre es que ofrece una buena relación calidad-
precio (aquí siguen vigentes las categorías de precios del
punto 1). Si en la etiqueta aparece el logotipo de un diseñador de
renombre, tendrá que pagar al menos el doble. Sobre todo si el
diseñador no tiene nada que ver con trajes o moda de caballero.
También puede tratarse de la etiqueta de una empresa de confección.
En ese caso, el traje vendría directamente del fabricante.
SUGERENCIA Por lo general, la mejor solución es comprar
directamente la prenda al fabricante, porque de esta forma el precio no
estará hinchado (a veces a un mismo traje se le pone la etiqueta de otra
marca, lo que lo encarece). Además, así, si surge algún problema se
sabe dónde reclamar.

¿De qué tipo de tejido es el traje? La mejor confección se


queda en nada cuando el paño no está a la altura. Para
3 comprobar la calidad de la tela suele bastar con palparla con
los dedos. Los buenos géneros tienen un buen tacto: suave,
fino, liso, agradable. Los paños baratos son ásperos y rígidos.
Tome dos trajes de diferente calidad y compare el tacto.
Enseguida notará la diferencia.

También merece la pena fijarse en la letra pequeña. En el bolsillo


interior del traje encontrará datos relevantes: talla, número de modelo,
corte y número del código del tejido, si bien este último solo le servirá
en caso de que tenga que hacer una reclamación. En cuanto a la calidad,
son relevantes datos como «100% lana virgen» o «80% lana virgen,
10% seda, 10% cachemir». Es esencial evitar comprar trajes de
materiales sintéticos. Ni siquiera el forro debe ser de nailon o
similares. La única excepción sería la de un mínimo porcentaje de fibra
sintética en los paños ligeros, lo que reduce las arrugas.
SUGERENCIA Lo mínimo que se puede pedir es «pura lana virgen»,
es decir, lana de hebras trasquiladas hiladas y tejidas por primera vez.
«Pura lana» significa, por el contrario, que el hilo que conforma el
tejido es reciclado de prendas viejas y restos de fibras.
Confección: primero dele la vuelta al pantalón. Cuanto mejor

4 sea el traje, mejor y más preciso será su acabado. Compruebe


cómo es el forro. En ocasiones, los de los trajes baratos son de
nailon. Si ese fuera el caso, devuélvalo a la percha o sudará a
mares. En cuanto a la chaqueta, compruebe que las rayas
continúen sin interrupción sobre el bolsillo de la pechera. Los
cuadros deben seguir en horizontal desde el pecho hasta las mangas.
Cuanto mejor encaje el estampado, mejor será la calidad de la pieza. A
partir de 1500 euros podrá exigir ojales cosidos a mano, botones de
materiales naturales (cuerno o corozo) y entretelas picadas (es decir,
los refuerzos de lino de la chaqueta cosidos, no solo pegados).

SUGERENCIA Para reconocer los refuerzos picados, fíjese en lo


siguiente. Primero: a la altura del talle la entretela deberá constituir una
tercera capa suelta entre el forro y el paño. Segundo: en el caso de los
tejidos menos gruesos, debajo de las solapas apreciará las finas
puntadas de picado con las que está cosida la entretela en el interior.
El viaje de negocios
El viaje de negocios viene a suponer continuar con la rutina diaria,
pero en condiciones difíciles. Las posibilidades de elección de la ropa
decrecen en igual medida que el volumen del armario, que queda
reducido al formato de la maleta. El hombre que en el día a día de su
casa pueda escoger entre cinco y cincuenta trajes, en el hotel dispondrá
de solo dos o tres. Por lo tanto, antes de salir deberá elegirlos bien
para evitar cualquier riesgo. Si decide pasar dos días con el mismo
traje y cambiar solo de camisa y de corbata, puede encontrarse en
dificultades, y eso sin llegar al extremo de que una azafata le tire el
zumo de tomate por encima. Basta con que una paloma le arroje al
sobrevolarle una bomba biológica: sería todo un contratiempo si no
hubiera una tintorería a mano. Por eso es mejor prevenir y llevarse un
traje de reserva. Aunque los minutos que se ahorran llevando solo el
equipaje de mano no sean desdeñables, porque se evita la espera ante
la cinta transportadora, suele merecer siempre la pena llevar una
maleta con ropa suficiente. En caso de apuro, se puede llegar a perder
mucho más tiempo buscando una tintorería o de compras.
La corbata en los viajes
DOBLE BIEN LA CORBATA PARA QUE NO SE ARRUGUE.
El primer método consiste en enrollar la corbata alrededor de
la mano y colocarla en una esquina de la maleta para que no se
aplaste. En el segundo se recomienda enrollar la corbata sobre
sí misma y meterla en el cuello de una camisa. Según el tercero,
la corbata se dobla por la mitad y se coloca encima de la ropa o
en el fondo de la maleta para que quede plana y no se arrugue.
El cuarto método consiste en meterla en una funda especial.
En cualquier caso, siempre es aconsejable llevar varias
corbatas, para poder ampliar un poco el repertorio, por si se
presentara una ocasión especial o para podérsela cambiar en
caso de que una se manchara. Mucha gente lleva a los viajes
corbatas oscuras porque disimulan mejor las manchas
pequeñas. Prácticas resultan también las corbatas de seda
jacquard gruesa, en las que la suciedad se puede raspar con el
dorso de un cuchillo.
Confección a medida

Solo los trajes hechos a mano se cortan a tijera, como en esta sastrería
londinense.

La ropa hecha a medida y la de negocios no tienen porqué ir de la


mano. Sin embargo, la mayoría de los hombres que encargan trajes lo
hacen, sobre todo, para la oficina. Y, desde luego, es una buena idea,
porque, si la ropa no puede sustituir la competencia personal, sí que
puede subrayarla. Quien tenga mucha idea de su negocio pero no sepa
nada de ropa dará una impresión en general menos competente que el
maestro de su negocio que sepa vestirse.
Existen distintos tipos de confección de ropa por encargo. El más
sencillo, aunque el menos individual de todos, consiste en encargar una
talla estándar en una tela escogida. Es decir, el cliente va a la tienda y
pide un traje con un diseño que le guste en la que sabe que es su talla y,
por ejemplo, franela azul oscuro. El dependiente no le tomará medidas
ni el sastre modificará detalles como la pretina o el largo de mangas.
Esta opción resulta ideal e infalible cuando una talla estándar sienta
bien. Por eso, aunque muy pocas casas ofrezcan este servicio, merece
la pena informarse.
Una variante mucho más individualizada, pero también más
arriesgada, es un intermedio entre el caso anterior y la confección a
medida propiamente dicha. Aquí también se parte de una talla estándar,
pero se optimiza el corte para adaptarlo a la figura del cliente. Por
ejemplo, partiendo de una talla 52, se le toman las medidas y se ajustan
el contorno de pecho, el ancho y el largo de espalda, el talle, la base, el
largo de mangas y la pretina, el largo de la pernera y la entrepierna, el
contorno de rodilla y la línea de bota. Por lo general, las medidas
tomadas al cliente se trasladan al traje con ayuda de un maniquí y no
directamente sobre el cuerpo. Eso ayuda a evitar errores. Este método
tiene la ventaja de permitir otro tipo de arreglos en el patrón estándar,
por ejemplo, entallar más o menos la chaqueta.

La modalidad más individual corresponde finalmente a la confección


a medida totalmente hecha a mano. Pero esta opción es también la más
arriesgada. El sastre corta unos patrones especiales para el cuerpo del
cliente, en los que tiene en cuenta tanto sus medidas como sus gustos
estilísticos. Pero a lo largo del proceso de confección el sastre puede
variar según sus preferencias las medidas y el sistema de corte,
alejándose así más o menos del gusto del cliente. Supongamos que el
cliente pide un traje de chaqueta cruzada con tres pares de botones y
dos bolsillos laterales rectos con tapa, así como pantalones con dos
pinzas y vuelta. El sastre toma la medidas y hace el modelo. En la
primera prueba, y en el peor de los casos, puede pasar, por ejemplo,
que la chaqueta cruzada no sea en absoluto del estilo que se imaginaba
el cliente. Dicho de otra forma: encargando el boceto de un traje a diez
sastres diferentes se obtendrán diez prendas básicamente distintas. Por
eso la confección a medida artesana se recomienda solo para quien sea
capaz de describir perfectamente lo que le gusta —con palabras o,
mejor aún, con un dibujo— y en el caso de sastres con gusto y pericia
profesional suficientes como para entender al cliente y lograr
confeccionarle la ropa según sus deseos. Los buenos saben hacerlo, los
malos ignoran la visión de portador del traje.
Es un hecho que la confección industrial se inventó para fabricar
ropa de forma más barata y rápida. Y, en principio, eso no tiene nada
de malo. Es mejor un traje hecho en serie que siente bien y tenga un
buen acabado industrial que una catástrofe carísima de un mal sastre
artesano. La búsqueda del sastre que nos entienda y además trabaje
bien es casi tan ardua como la de la pareja. Pero a veces funciona y, en
ese caso, efectivamente, uno se siente feliz.
Lo malo de tal gusto es su exorbitante precio. Un sastre con prestigio
no echa mano de la cinta métrica por menos de 2000 euros, y con
frecuencia hay trajes de entre 3000 y 6000. Por supuesto, no son para
cualquiera. Pero es que hay que tener en cuenta que el importe debe
dividirse entre las sesenta horas que lleva la confección a mano. Sin
embargo, es legítimo preguntarse si un traje de 3000 euros es de verdad
diez veces mejor que uno de 300. Cuando se dispone del dinero, esa es
una cuestión personal. Sobre el Rolls Royce existía la leyenda de que
la franja de pintura lateral estaba pintada a mano. A unos les hacía
gracia; otros compraban Mercedes. Lo mismo ocurre con los trajes a
medida: la persona a quien haya que explicarle la belleza de un ojal
hecho a mano más vale que se decante por la confección industrial.
Un lujoso paño para un traje hace más agradable el día a día en la ofi cina
de los entendidos.
Camisas de negocios

La camisa blanca se considera símbolo de actividades en las que uno


no se mancha las manos. En ciertos países, para combinar con traje se
prefieren las camisas de un azul claro, que sienta mejor al tono del
cutis de la mayoría de los hombres. El rosa también está admitido para
la oficina, aunque, en general, en Europa la camisa blanca sigue siendo
la más habitual tanto en el aeropuerto como en los barrios financieros o
al volante de coches familiares (la chaqueta bien colgada en una percha
en la parte trasera). Por supuesto, rayas y cuadros son también
apropiados, pero, cuanto más pequeños, más finos. Los preferidos
suelen ser los que de lejos se difuminan y parecen un azul claro liso.
La mayoría de los europeos no comparten la pasión británica por las
rayas extremadamente anchas y los cuadros tamaño XXL para la
oficina, porque consideran los dibujos grandes poco apropiados para
los negocios. Las camisas de rayas o cuadros con el cuello blanco son
un buen compromiso intermedio. Ahora bien, no dejan de tener ciertas
connotaciones negativas, puesto que confieren un aire a yuppie
ochentero. De manera que quien quiera evitar cualquier crítica a su
indumentaria deberá prescindir de los cuellos contrastados. En cuanto a
la forma, las más habituales son las que llevan cualquier tipo de cuello
tiburón. Finalmente, recordar otra vez que el americano cuello
abotonado resulta perfectamente adecuado para la oficina. No en vano
lo llevan directivos de talla internacional como, por ejemplo, Luca di
Montezemolo.

Los puños pueden abrocharse con botones, pero tenga en cuenta que,
si hay más de uno, deben de estar alineados en vertical, no en
horizontal. La distancia a la que deben coserse los botones entre sí es
una de las típicas concesiones a la confección. Salvo en el caso de las
camisas hechas a medida, los botones se deberán correr para que se
ajusten al puño justo a la medida de la muñeca. Los puños dobles o
vueltos que se abrochan con gemelos son más formales y siempre
causan una buena impresión. Pero, eso sí: si se va de viaje no se olvide
los gemelos.
Los más tradicionalistas prefieren las camisas sin bolsillo en la
pechera, porque en un principio esta prenda no lo llevaba. Y es que no
era necesario: como antaño los trajes se completaban con un chaleco,
ya se disponía de suficientes bolsillos para guardar cosas. El bolsillo
de la camisa asumiría hoy esa función. Hoy día, quien carezca de ese
bolsillo no podrá caer en la tentación de guardar en él el móvil o el
bolígrafo.
Aunque es habitual que las camisas luzcan monogramas en la
pechera, muchos consideran un exceso de vanidad llevar las propias
iniciales bordadas tan a la vista. Quien quiera individualizar sus
camisas con discreción deberá esconder las iniciales bajo la chaqueta.
A un palmo a la izquierda del ombligo pasarán más desapercibidas.
Esa posición es en mi opinión la mejor. En la pechera recuerdan
demasiado a los monogramas o logotipos de los diseñadores y en los
puños también resultan poco discretas.

Telas para los negocios


Los reyes entre los tejidos de algodón son los de hilo retorcido
de hebras de algodón egipcio. Se dice que un tejido está
fabricado con «hilo retorcido» cuando tanto la urdimbre como
la trama están hechas de hilo compuesto por varias hebras
torcidas bajo presión para formar un único cabo.
En los géneros de buena calidad, el color siempre viene dado
por el hilo. Es decir, una camisa azul claro siempre estará
confeccionada con un tejido de hilo de ese color, y las de rayas
o dibujos, con hilos de diferentes tonos. Eso les da colorido a
las prendas, incluso en las zonas que más se estropean. Las
telas baratas, por el contrario, están estampadas después de
tejidas y se destiñen enseguida por los bordes de la prenda.
Además de tener un tacto sedoso y un elegante brillo, los
buenos tejidos de camisería apenas encogen y duran mucho.
La calidad de la fibra y el hilo responde a criterios objetivos
del material; el tacto del tejido, por el contrario, tiene que ver
con el proceso de acabado. El tejido, que al salir del telar es
áspero como un estropajo, adquiere en ese momento la textura
deseada. Por ejemplo, la popelina debe ser sedosa; la batista o
el voile, muy ligeros y vaporosos; y el oxford, granulado y
rígido. Primero se lava el tejido en una especie de lavadora
gigante, luego se centrifuga y se plancha con unos enormes
rollos calientes. Finalmente se alisa y se lustra para darle el
elegante brillo final.
Hay hombres que son fervientes partidarios de los tejidos
que no necesitan planchado. Sin embargo, para que el género
efectivamente no se arrugue hay que observar las instrucciones
del fabricante.
Cuellos

Se podría decir que el cuello es la parte principal de la camisa, puesto


que su forma determina el efecto de todo el conjunto. Por desgracia, la
mayoría de los hombres lo suelen descuidar. Y eso en parte por las
ideas erróneas que imperan sobre cómo tiene que caer una camisa.
Muchos vendedores opinan que el cuello sienta bien cuando permite
introducir dos o tres dedos entre él y la piel, pero en ese caso es
probable que sea demasiado grande. Lo más correcto es que el cuello
se ajuste a la garganta sin apretar. Un cuello de camisa demasiado
ancho hace que su portador parezca famélico o enfermo, como si
hubiera adelgazado mucho de golpe. Además, un cuello muy amplio
deja ver demasiada piel, lo que atenta contra la formalidad necesaria
en los negocios. Y, por último, cuando el cuello es demasiado ancho, al
anudar la corbata se forman ondas.

Las modas varían de una temporada a otra la forma del cuello, tanto
en cuanto a la altura de la tira como al corte de las líneas que
determinan las puntas. Por lo demás, los patrones básicos son
invariables. Cuanto más hacia atrás están cortadas las líneas de las alas
del cuello, más elegante resulta la camisa, y cuanto más alta la tira del
contorno, más formal. Por eso un cuello tiburón alto es la elección
ideal para el traje. Por otro lado, el cuello más informal es el
abotonado, aquel cuyas puntas se abrochan con botones a la pechera. La
idea surgió para evitar el aleteo de los cuellos al jugar a polo. La
empresa Brooks Brothers de Nueva York reivindica para sí el invento,
pero se supone que se inspiró en los jugadores de polo ingleses. Por
eso la firma lo sigue llamando «polo collar». En Estados Unidos las
camisas con este tipo de cuello se llevan también con traje de negocios.
En los países europeos los vendedores y estilistas los siguen
recomendando solo para el tiempo libre. Los entendidos ignoran ese y
otros consejos de parecida índole, como que el cuello tiburón no queda
bonito sin corbata y por eso solo debe llevarse con ella. También esa
recomendación es sin lugar a dudas desacertada. Tanto es así que se
recomienda a quien no desee complicarse la vida que se compre
camisas de cuello tiburón, ideales para cualquier ocasión. Y quien
quiera marcar la diferencia entre la oficina y el tiempo libre, que se
ponga cuello tiburón con traje y cuello abotonado para las actividades
más informales.

(Izquierda) El cuello tiburón es elegante con traje, pero ​también luce mucho
sin corbata.
(Derecha) El cuello Ken es muy versátil y el más apreciado.
(Izquierda) La camisa blanca con cuello Kent es la camisa de negocios por
excelencia.
(Derecha) El cuello abotonado debe ser blando para poder ondularse.
Los mejores cuellos de un vistazo

Cuello Kent inglés (al igual que el resto de los modelos, de Emanuel
Berg).

Un cuello Kent con las puntas algo más abiertas deja ver más del nudo de
la corbata.
Un Kent algo más pequeño y de puntas abiertas es ideal para corbatas
voluminosas.

Un cuello tiburón no demasiado bajo y de puntas muy abiertas es el más


elegante.
Grande y blando: un cuello abotonado de gusto italiano.

El cuello con trabilla resulta muy correcto porque abraza estrechamente


el nudo de la corbata.
En la década de 1940 las puntas se acercaron. Este modelo luce mucho
con pajarita.

Los hombres de cuello largo deberían llevar un cuello alto con dos
botones.
Un cuello de tiburón grande hace que un rostro amplio parezca más
pequeño.

Las puntas redondeadas otorgan siempre un aire de dandi.


Un cuello de puntas redondeadas con trabilla y pasador no es para
hombres grises.

Hoy en día el cuello de paloma se suele usar solo de noche; antaño,


también con chaqué.
La camisería de la A a la Z
acabado Proceso de perfeccionamiento en la fabricación de tejidos
para darles un aspecto lustroso y un tacto más agradable.
algodón Fibra obtenida a partir de la borra de la semilla de la planta
del algodón, que se cultiva en regiones tropicales y subtropicales.
algodón Sea Island El algodón más fino del Caribe. Las mejores
plantas de algodón egipcio se empezaron a cultivar en el siglo
XIX a partir de, entre otras, semillas de algodón Sea Island.
batista Tejido muy ligero con ligamento de tafetán elaborado con
hilos muy finos y de gran calidad.
céfiro Tela fina, tejida de forma compacta, pero sin embargo muy
ligera, por lo general en colores pastel.
cuadro gingham Cuadro camisero fino, por lo general en azul claro
y blanco, o en rosa y blanco.
cuadro Tattersall Cuadro en rejilla de varios colores sobre fondo
claro, tradicionalmente reservado para las camisas sport.
cuadro Vichy Cuadro pequeño en tejido con ligamento de tafetán o
de sarga, por ejemplo, en azul claro y blanco.
end-on-end (véase Fil-à-fil).
fil-à-fil Tipo de tejido para la confección de camisas con dos hilos
de urdimbre de distinto color, con lo que se obtiene un efecto
cromático característico (también llamado end-on-end).
franela de algodón Tejido suave de algodón con ligamento de
tafetán o de sarga; se usa para confeccionar camisas sport.
hilo El hilo se elabora retorciendo haces de fibra. Según su número,
el hilo se llama «doble», «cuádruple», etc.
hilo retorcido El que se fabrica con varias hebras torcidas.
ligamento Norma, ley o manera de entrecruzarse los hilos de la
urdimbre y la trama. Existen tres tipos básicos de ligamento: de
tafetán, de sarga y de raso.
lino Tejido ligero y fresco fabricado con hebras planas. No es
habitual en las camisas de oficina porque se arruga mucho.
mako Algodón egipcio que produce un hilo de gran calidad, por
ejemplo, para tejido de batista.
no encoge Indicación que aparece en tejidos que no encogen con el
lavado, o apenas. Las mejores manufacturas garantizan un
encogimiento máximo de un 1,5%.

no necesita planchado Indicación que aparece en tejidos que no


hace falta planchar después del lavado. Eso sí, para el cuidado de
las prendas es necesario seguir las recomendaciones del
fabricante.
oxford Género algo granulado tejido con hilos de urdimbre y trama
de distinto color, lo que le confiere reflejos cromáticos.
pinpoint Género tejido con hilos de urdimbre y trama de distinto
color, parecido al oxford pero algo más fino.
piqué Tejido con estructura, también llamado «marsella» y «punto
imperial», tradicionalmente destinado a la confección de la
pechera, el cuello y los puños de la camisa de esmoquin.
popelina Tejido con ligamento de tafetán, con muchos más hilos de
urdimbre que de trama. La hay de varios tipos, en función de si se
teje con hilo sencillo o torcido doble, triple, etc.
raya romana Raya ancha para camisas de oficina, por ejemplo, en
azul oscuro sobre fondo blanco.
semilino Tejido de una mezcla de lino y algodón. Es práctico porque
se arruga menos que el lino puro.
tejido de hilo retorcido Tejido en el que tanto los hilos de la
urdimbre como los de la trama son torcidos. Estas telas se
consideran las más adecuadas para las camisas de vestir.
tejido llano con urdimbre vista Tejido con hilo torcido solo en la
urdimbre. No se considera de muy buena calidad, aunque se arruga
poco y tiene un tacto agradable.
trama Conjunto de hilos que se entrecruzan con los de la urdimbre,
por encima y por debajo, para tejer una tela (véase Ligamento).
twill Tejido de ligamento de sarga reconocible por sus finos
entramados diagonales. Es muy resistente y apreciado para
camisas deportivas.
twill de algodón Material resistente de ligamento de sarga con el
que se suelen confeccionar camisas sport.
urdimbre Conjunto de hilos que se tienden paralelos,
perpendiculares al telar, para entrecruzar longitudinalmente con
ellos los de la trama (véase Ligamento).
voile Tela muy fi na, casi transparente, para camisas de esmoquin y
de verano.
Camisas a medida para la oficina

Las casas que hacen camisas a media suelen sugerir en su publicidad


que una prenda única, hecha expresamente para el cliente, garantiza una
sensación inigualable de individualidad y lujo, y que además resulta
mucho más favorecedora por su forma. Por supuesto, las camisas a
medida deben sentar bien, pero en qué medida mejor que las camisas
de confección depende, sobre todo, de la figura del cliente. La calidad
del género de una camisa a medida no tiene por qué ser mejor que la de
una comprada hecha. Como es lógico, un camisero barato trabajará con
tejidos baratos, con toda probabilidad de peor calidad que los de las
camisas de confección de una buena marca, puesto que los fabricantes
compran las telas en grandes cantidades y pueden vender luego el
producto a precio competitivo. También en el caso de prendas hechas a
medida, la calidad se paga.
Un sastre camisero artesano toma, en principio, las mismas medidas
que se toman para una americana (contorno de pecho, largo de espalda,
largo de mangas, contorno de cintura y cadera, largo de espalda...) y
hace los patrones. Pero no los corta en el tejido elegido, sino en un lino
blanco con el que coserá un prototipo de camisa con cuello y puños de
papel.

Solo una vez que el cliente se haya probado el prototipo y se hayan


hecho los retoques pertinentes cortará el sastre los patrones en la tela
de la camisa. La ventaja de este proceso es que, si el cliente no se
muestra conforme con el corte, se puede tirar el prototipo sin
problemas y volver a empezar porque la tela no es cara. El
inconveniente es que todo ello lleva más tiempo y dinero.
Las tiendas que trabajan con sastrerías y los talleres de producción
propia siguen otros métodos. Disponen de camisas de prueba en todas
las tallas, a veces incluso de varios cortes básicos en cada una, por
ejemplo, más bien holgadas o más entalladas, según el gusto italiano.
También ofrecen una selección más o menos amplia de variantes de
cuellos y puños. El cliente se prueba una camisa de su talla y el
vendedor toma las medidas para adaptarla al cuerpo del cliente como
él lo indique. A partir de ahí el proceso es similar al de un traje de
confección a medida. El cliente escoge el cuello y los puños, y
determina también el resto de los detalles, como el tipo y el número de
pliegues en las mangas y el canesú, si desea faldones rectos o
redondeados, si quiere un bolsillo en la pechera o no —en caso
afirmativo, su forma y posición—, y naturalmente, el tipo de tela. Si la
primera camisa le sienta bien al cliente y le gusta, la camisería la
guardará como modelo básico para ulteriores encargos. Al contrario
que en el caso de los trajes, que, a pesar de estar cortados a partir de
unas medidas idénticas, pueden quedar muy distintos una vez puestos
según el género con el que se hayan hecho, las camisas sientan todas
más o menos igual: la diferencia de peso entre las telas de camisería
son tan pequeñas que no se notan en la caída. Este sistema presupone,
eso sí, que el sastre respete los patrones.
La corbata
La corbata es el símbolo de los negocios y, al mismo tiempo, un
accesorio exclusivamente masculino. En ocasiones los diseñadores han
intentado extender el uso de esta prenda entre las mujeres, pero en una
dama suele resultar tan ajena como resultaría un vestido en un hombre.
Desde hace años se observa la tendencia a dejar de lado esta prenda,
pero siempre acaba completando la imagen del traje de negocios. Así,
tenga en cuenta:
La regla básica es que las corbatas deben ser de pura seda,
nunca sintéticas. Claro que también se admiten otros
1 materiales naturales, como el cachemir, la lana, el algodón, el
lino o las mezclas de seda y lino. Pero para el día a día de los
negocios tales alternativas no son recomendables, ya que, por
ejemplo, si una corbata de lana le parece exquisitamente
italiana, un colega suyo la puede considerar más bien extravagante.
El mejor nudo es el llamado «simple». Todas las variantes del
Windsor producen un nudo demasiado voluminoso cuya forma
2 en V no combina bien con el cuello de ninguna camisa. La gran
variedad de nudos existente es innecesaria, salvo por los
«nudos pequeños», que constituyen una buena solución para
los hombres muy altos porque requieren poca tela.

La corbata es un adorno pensado ante todo para lucir con traje.


En efecto, el hueco que queda entre las solapas de la chaqueta
3 y el cuello de la camisa parece estar llamando una corbata. La
tendencia a llevar la camisa sin corbata quizás sea moderna,
pero el efecto puede resultar tan incompleto como el de una
mesa puesta sin servilletas.
Qué transmite una corbata
CORBATA LISA Las hay de todos los colores y en numerosos
tejidos, y siempre son más fáciles de combinar que cualquier otra. La
discreta y sobria corbata azul oscura lisa de seda jacquard estaba
entre las preferidas del icono del estilo Gianni Agnelli.
Código indumentario Oficina: sí, por ejemplo, en azul marino o
rojo burdeos. Comida elegante: sí, también en tonos claros. Evento
formal diurno: sí, por ejemplo en tonos discretos azules o rojos.
Imagen cuidada de fin de semana: sí, en tostado o verde.
CORBATA DE RAYAS Indica que su portador tiene una cultura de
la indumentaria anglosajona; al mismo tiempo, permite al hombre
vestido de manera conservadora subrayar su perfil por medio de
combinaciones cromáticas audaces.
Código indumentario Oficina: sí. En reuniones importantes, con una
combinación cromática discreta. Comida elegante: sí, en todos los
colores. Eventos formales diurnos: sí, pero en tonos discretos.
Imagen cuidada de fin de semana: sí, en colores naturales como
verde, burdeos, marrón o amarillo.
CORBATA CON MOTAS Un megaclásico. En general se puede
decir que, cuanto más grandes las motas, más osada la corbata. Las
combinaciones cromáticas clásicas son motas blancas sobre azul
oscuro o rojo vivo; en verano, motitas blancas sobre rosa o amarillo
claro.
Código indumentario Oficina: sí, por ejemplo, fondo azul oscuro o
negro con motas blancas. Comida elegante: sí; según la estación,
también con fondo claro. Evento formal diurno: sí, pero con motas
pequeñas y fondo oscuro. Imagen cuidada de fin de semana: no.
CORBATA PAISLEY El estampado paisley se considera
típicamente británico, aunque en realidad procede de Oriente. Se
trata de un motivo sinuoso, antiguo símbolo de fertilidad, y luce de
forma óptima sobre seda mate. En la oficina, lo mejor es una variante
sobria en tonos adecuados para los negocios, como el burdeos o el
azul oscuro. Con una americana deportiva combina el paisley en
vivos tonos de marrón, verde o amarillo.
Código indumentario Oficina: únicamente en variantes de diseños
sobrios y discretos. Comida elegante: sí, también en tonos intensos
de rojo y amarillo. Eventos formales diurnos: sí, pero en colores
austeros. Imagen cuidada de fin de semana: sí, es el auténtico
dominio de este estampado.
DIBUJOS GEOMÉTRICOS Algunas corbatas tienen unos dibujos
tejidos de forma tan refinada que dan la impresión de ser relieves.
Otras brillan tanto que llegan a marear. Esos efectos ópticos llaman
sin duda la atención, pero hay que evitar a toda costa los motivos
hipnóticos en la mesa de negociaciones.
Código indumentario Oficina: sí, pero con dibujos discretos.
Comida elegante: sí, pero escogiendo opciones poco llamativas, que
no distraigan a los otros comensales. Evento formal diurno: sí, por
ejemplo, con un fondo que haga aguas. Imagen cuidada de fin de
semana: no.

CORBATA CON UN MOTIVO Las hay para todos los gustos,


desde más bien horteras hasta artísticas. Si le gustan, debe elegirlas
con extremada precaución. Un cactus gigante en verde fosforito
puede ser muy divertido, pero en los negocios solo logrará provocar
miradas escépticas.
Código indumentario Oficina: mejor no. Comida elegante: sí, pero
procurando que el motivo no sea demasiado chillón. Eventos
formales diurnos: no. Imagen cuidada de fin de semana: no.
ESTAMPADOS DE FANTASÍA Florales, orgánicos, fluidos,
pequeños o enormes: los diseñadores de este tipo de estampados
dejan volar su imaginación. Por eso el concepto de «corbata de
diseño» tiene connotaciones negativas para los amigos de la
vestimenta clásica. Y es que muchos diseñadores solo pretenden una
cosa: llamar la atención. Por tanto, los conservadores harán bien en
evitarlas.
Código indumentario Oficina: no en sectores conservadores.
Comida elegante: sí, al gusto de cada uno. Evento formal diurno:no.
Imagen cuidada de fin de semana: no.
CUADROS ESCOCESES Este es concepto amplio, ya que existen
cientos de tipos. Los italianos los llevan también con trajes de
negocios en tonos oscuros. Más allá del canal de la Mancha serían
un patinazo, porque allí están reservados a la vida campestre. En
otros países son un signo de individualidad.
Código indumentario Oficina: sí, pero solo tartanes discretos como
el blackwatch. Comida elegante: sí, también en diseños más
coloridos. Evento formal diurno: no. Imagen cuidada de fin de
semana: sí, a ser posible en tonos tierra naturales.
PRÍNCIPE DE GALES, PATA DE GALLO, ETC. Muchos
diseños típicos de los géneros para chaqueta se ven ahora en
corbatas, por lo general de seda jacquard. Como son muy
«intranquilos», se recomienda combinarlos con camisas lisas y trajes
con dibujos amplios. Un ejemplo clásico: corbata príncipe de Gales
gris con alfiler, camisa blanca y traje de raya diplomática en gris
marengo oscuro.
Código indumentario Oficina: con fondo azul, burdeos o plateado y
dibujos pequeños. Comida elegante: sí, en colores parecidos a los de
la oficina. Eventos formales diurnos: sí, por ejemplo, príncipe de
Gales o cuadros Pepita con aguas. Imagen cuidada de fin de semana:
sí, pero con fondo en tonos marrones o verdes y dibujos más
grandes.
Todo sobre la seda

En China ya se producía seda hacia el año 2640 a. C. Desde allí,


aproximadamente en el año 400 a. C. pasó a Persia, y unos dos siglos
más tarde a Asia Menor y Egipto. Hubo que esperar al siglo i a. C. para
que el preciado tejido llegara a Europa, donde los romanos lo pasaron
a considerar enseguida un artículo de lujo muy apreciado. El carácter
exclusivo de la seda no cambió, tampoco cuando, en el siglo viii, los
árabes emprendieron su propia producción de seda en la Península
Ibérica y, a lo largo del siglo x, la técnica se fue extendiendo a través
de Sicilia hasta la Península Itálica.
En la Edad Media la producción, el comercio y la posterior
manufactura de la seda estaban ya muy extendidos, si bien hasta el siglo
XVII fueron los florentinos quienes dominaron ese sector de la
industria textil. Con el tiempo los franceses ocuparon el primer lugar,
haciendo del suave tejido el favorito del mundo elegante y una
obligación en la Corte. Solo a finales del siglo XVIII se fue imponiendo
poco a poco la tendencia inglesa a la preferencia por la lana y el
algodón en la moda masculina. La seda fue desapareciendo, pero no del
todo: se reservó a chalecos, albornoces y medias, así como a tejidos
para ornamentos y forros.
Las artísticamente anudadas corbatas de los dandis del siglo XIX no
eran de seda, sino de lino blanco como la nieve o de fino encaje. Solo a
finales de la década de 1880 se empezó a recurrir a la seda para
ornamentar el cuello. Ello se debió al desarrollo de la industrialización
y las consiguientes posibilidades de producción masiva del antaño tan
raro material. Los hombres enseguida se entusiasmaron con los dibujos
geométricos omnipresentes y los paisley de aire oriental de la
localidad escocesa de Macclesfield, donde en el siglo XVIII se
empezaron a hilar las hebras de seda traídas de las colonias británicas,
las mismas con las que hasta nuestros días se han entretejido exóticos
estampados indios.
El principio básico de la obtención de la seda no ha cambiado
fundamentalmente desde sus orígenes: sigue siendo un proceso muy
costoso tanto en tipo de trabajo como tiempo requerido. En cuanto los
gusanos de la seda terminan de hacer el capullo que los recubre, las
llamadas «crisálidas» se matan con vapor de agua o aire caliente. Los
capullos se remojan entonces en agua para eliminar la sericina, la
proteína adherente con la que la oruga va pegando la hebra que forma
el capullo. Esas hebras, que se devanan con cepillos, forman bobinas
de unos 3000 metros, de los que solo entre 300 y 800 tienen la calidad
necesaria para su procesamiento posterior. Además, antes de hilar y
tejer las hebras, hay que eliminar de ellas cualquier resto de sericina y
detergente, lo que se lleva a cabo en un proceso de cocción llamado
«descrudado» o «desgomado».

A día de hoy China sigue siendo el principal productor de seda en


rama de calidad. El centro mundial de la elaboración de tejidos de seda
para corbatas está, sin embargo, en la ciudad de Como, al norte de
Italia. Las casas de la región ofrecen la manufactura completa, desde el
diseño de los dibujos hasta la confección. La seda simplemente se
estampa o se entreteje con hebras de diferentes colores formando el
llamado «tejido jacquard». Los estampados en seda son especialmente
adecuados para los motivos florales, ya que con esa técnica se puede
reproducir en la tela casi cualquier ornamento con todo detalle. Por el
contrario, la seda entretejida es más adecuada para motivos
geométricos y rítmicos, ya que estos son los que mejor se realizan con
la urdimbre y la trama.
Determinar la calidad de un tejido de seda resulta difícil incluso
para entendidos con mucha experiencia. A simple vista, apenas se
puede diferenciar entre la seda natural y la sintética, de manera que hay
que ayudarse sobre todo del sentido del tacto. La diferencia más
marcada es que la seda de imitación, salida de laboratorio, es de un
hilo mucho más liso, lo que da lugar a un tejido más suave. Por eso hay
que pasar los dedos por la corbata para palpar las diferencias. La seda
natural resulta más áspera y tiene irregularidades con las que tropiezan
la piel o las uñas, mientras que por la de imitación se deslizan con total
suavidad.
Otra prueba de calidad que se recomienda llevar a cabo es presionar
y arrugar la seda: el género de calidad no se arruga fácilmente. Eso sí,
tenga cuidado con aquellas corbatas que aún sean propiedad del
comerciante. No hace falta decir que al definitivo propietario le
resultará imposible la aplicación de otros métodos, como el de
chamuscar el tejido. Por eso tendrá que fiarse de lo que le prometa el
vendedor. Pero, por lo general, se puede afirmar que un buen nombre es
garantía de buena calidad. Y el precio también es orientativo. Por
debajo de un nivel mínimo no encontrará una corbata buena.
El nudo simple

Existen infinidad de nudos de corbata, pero en realidad solo acaban


siendo prácticos tres. El más socorrido de todos es el nudo simple o
four-in-hand, adecuado para cualquier tipo de corbata, tipo de ocasión,
cuello o estilo. Se trata de un nudo más bien alargado cuyo volumen
viene determinado por la anchura de la corbata en su parte central.
Para hacerlo, colóquese la corbata alrededor del cuello con la parte
ancha a la derecha y bastante más baja que el otro extremo. Coja la
parte ancha con la mano derecha y pásela por encima de la parte
estrecha, que no dejará de sujetar con la mano izquierda. Dé una vuelta
con la parte ancha alrededor de la parte estrecha, de modo que quede
colgando por la izquierda. Ya tiene una idea del aspecto que acabará
teniendo el nudo.
Pase luego la parte ancha de la corbata por debajo del nudo a medio
hacer, levantándolo un poco. Con la mano izquierda, pase la parte
ancha de abajo hacia arriba, hasta sacarla totalmente por encima del
nudo a medio hacer.
Meta entonces la parte ancha con la mano derecha por medio del
nudo y sáquela totalmente por el otro lado. Agarre la parte estrecha con
la mano izquierda y estire de ella hasta cerrar el nudo. Presionando con
los dedos, forme a continuación un pequeño pliegue justo debajo del
nudo.
Importante: una vez tenga hecho el nudo, ambos extremos de la
corbata deberán quedar a la misma altura y llegar al cinturón o la
pretina del pantalón. Tratándose de hombres altos, eso no será siempre
posible. Para ellos, la corbata estándar de 1,45 metros es demasiado
corta. A lo sumo, la parte ancha les quedará colgando sobre el tiro y la
parte estrecha, mucho más arriba.
El nudo doble

Los hombres bajitos suelen tener dificultades con las corbatas


demasiado largas, pero pueden contrarrestar su longitud enrollando el
lado ancho varias veces a la hora de hacer el nudo. Esta variante se
llama también «Albert» o «príncipe Albert». Quien desee un nudo
especialmente grande, pero alargado —como es del gusto, por cierto,
de los italianos—, deberá aprender a hacer este nudo. En su mayor
parte, el proceso es idéntico al del nudo simple.
Colóquese la corbata alrededor del cuello con la parte ancha a la
derecha y aún más baja que el otro extremo que en el nudo simple.
Agarre la parte ancha con la mano derecha y pásela sobre la parte
estrecha, que sujetará con la mano izquierda. Dé una vuelta con la parte
ancha alrededor de la parte estrecha, hasta que quede colgando por la
izquierda. Repita este paso, es decir, vuelva a pasar la parte ancha
hacia la izquierda alrededor del extremo estrecho. Si desea un nudo
especialmente voluminoso, vuelva a repetir el paso.
El final del nudo Albert es idéntico al del nudo sencillo: pase luego
la parte ancha por debajo del nudo a medio hacer mientras lo levanta un
poco. Con la mano izquierda, pase la parte ancha desde abajo hacia
arriba, hasta sacarla totalmente por encima del nudo a medio hacer.
Meta entonces la parte ancha con la mano derecha por el medio del
nudo y sáquela totalmente por el otro lado. Agarre la parte estrecha con
la mano izquierda y estire de ella hasta cerrar el nudo. Presionando con
los dedos, forme luego un pequeño pliegue justo debajo del nudo.
Puede ser que no le salga a la primera y las diversas capas del nudo se
corran. Si le ocurriera, vuelva a empezar desde el principio. En el paso
final, agarre el extremo fino de la corbata y apriete el nudo con
cuidado.
El nudo pequeño

El nudo pequeño se hace con menos vueltas, por lo que requiere menos
tejido. Es decir, la corbata queda al final algo más larga. Por eso esta
variante es la más adecuada para hombres muy altos o corbatas algo
más cortas de lo normal. El nudo pequeño es también muy útil para
corbatas de tejido grueso, por ejemplo, de lana o cachemir, ya que el
hecho de necesitar menos vueltas evita que el nudo quede demasiado
grande.

El nudo pequeño se diferencia de los anteriores en los primeros


pasos. En este caso, colóquese la corbata alrededor del cuello de
manera que cuelgue con la parte interior hacia fuera, y de tal modo que
el extremo más ancho quede del lado izquierdo y el estrecho, del
derecho y más corto. Sujete el lado ancho y coloque el otro, el extremo
estrecho de la corbata, por encima. Primero, dé una vuelta a la parte
ancha hacia la izquierda sobre el extremo estrecho. A continuación,
pase el lado ancho por debajo del extremo estrecho otra vez hacia la
derecha.
En el siguiente paso, coloque el extremo ancho sobre el extremo
estrecho por encima del lazo que se forma, páselo por el medio del
nudo a medio hacer y estírelo hacia abajo.
El final de este nudo es idéntico al de los otros dos. Es decir, forme
un bonito pliegue justo por debajo del nudo en la parte ancha de la
corbata y apriételo.
Al igual que en los otros dos casos anteriores, el nudo pequeño
también se puede modificar dándole varias vueltas a la parte ancha de
la corbata.
Corbatas: tres tipos de confección
Existen tres tipos de confección de corbatas. En el caso del más
sencillo, el género se cose con una máquina de coser corriente. El
inconveniente de este sistema es que la costura normal de hilo doble es
poco flexible, y la corbata no se deja anudar bien. El segundo método
es el de la máquina Liba, que cose con una única hebra, lo que implica
que hay que volver la corbata del revés (y luego otra vez del derecho).
En tercer lugar está la manufactura artesana en todo el proceso: la
corbata se corta a mano, se le da la forma, se sujeta con alfileres y se
cose a mano con aguja e hilo. Las corbatas de calidad solo se elaboran
según los dos últimos métodos, aunque las confeccionadas totalmente a
mano son las reinas indiscutibles.
CORTE En primer lugar, la pieza de tela de seda se extiende sobre una
mesa y se corta. En el caso de tejidos lisos se suele cortar una pila de
varias capas a la vez con ayuda de una máquina; en el caso de tejidos
con dibujos o estampados, las piezas se cortan una a una a mano para
que el dibujo tenga un aspecto similar en todas las corbatas. El largo y
el ancho de la corbata se determinan con ayuda de patrones que por lo
general son de plástico transparente, lo que permite ver el dibujo
mientras se va cortando. Por tanto, el trabajo de calidad se reconoce a
simple vista: el dibujo se ve derecho y centrado en toda la longitud de
la corbata.

ENTRETELA Y FORRO Además del corte del tejido de seda para la


parte exterior de la corbata, hay que preparar también la entretela y el
forro de la parte posterior. La entretela suele ser de algodón o de lana,
mientras que la punta se refuerza con seda pura, de Bemberg o del
mismo género que la corbata. Esta última variante, llamada
«selftipping», es la más apreciada en Italia. La facilidad con que se
puede anudar una corbata se debe, sobre todo, a la exactitud con que
está cortada la entretela, que se debe ajustar al tejido externo hasta los
bordes de la corbata: si la entretela es más ancha, se verán arrugas; si
es demasiado estrecha, la corbata se deformará.
COSIDO Una vez que están cortados el tejido exterior, la entretela y el
refuerzo de la punta, la corbata se cose por la parte trasera. En caso de
confeccionarse con máquina Liba de una única hebra, se cose la
corbata del revés y luego, una vez acabada la operación, se vuelve del
derecho. En cuanto a las corbatas hechas a mano, se montan, se sujetan
con alfileres y se cosen con la llamada «puntada invisible». Este tipo
de puntada produce unas costuras que se reconocen en el reverso de las
corbatas terminadas, en la reserva del hilo, que queda a la vista en la
parte interna del extremo ancho. Nunca se debe cortar esa hebra,
porque la corbata se desharía. A continuación se cosen la trabilla que
abraza la parte estrecha y la etiqueta, y finalmente la corbata se plancha
con cuidado al vapor para eliminar cualquier arruga o marca.

En la manufactura de corbatas Ascot de Krefeld se cosen pajaritas y


corbatas de seda y de punto desde 1908.
1 Patrones, 2 Corte, 3 Entretela y forro, 4 Hilvanado, 5 Cosido, 6 Pegado
de la etiqueta, 7 Planchado, acabado
El pañuelo de bolsillo
Un traje o una americana solo están completos con un pañuelo. Sin él,
el bolsillo de la pechera parece vacío y abandonado. Sin embargo, la
mayoría de los hombres prescinden de ese adorno porque lo consideran
demasiado formal: pocos quieren pasar por un dandi y casi nadie sabe
cómo se dobla.
TEJIDOS Los pañuelos de bolsillo suelen ser de lino, seda, cachemir
o lana, aunque los dos primeros son, con mucho, los más habituales. El
algodón no es lo más apropiado, pero se va extendiendo. Cuidado con
los pañuelos de género de camisa: no denotan buen estilo. Sobre todo
cuando el pañuelo y la camisa son de la misma tela, dan la impresión
de que el portador carece de fantasía. Además, de lejos parece que la
chaqueta tuviera en la pechera un agujero por el que se viera la camisa.
Los pañuelos de lino suelen ser blancos, pero también los hay de otros
colores. Ahora bien: no hay duda de que el lino blanco es la opción
más versátil y elegante. Va bien con cualquier traje, y también con un
blazer azul oscuro.
CONFECCIÓN Y FORMATOS Los pañuelos de bolsillo, sean del
tejido que sean, al igual que los pañuelos de las damas, deben tener los
bordes enrollados a mano, y por una razón poderosa: los hechos a
máquina tienen un aspecto barato y descuidado. El tamaño es
importante para que el pañuelo no se pierda dentro del bolsillo. Como
mínimo debe medir 43 x 43 cm, y mejor aún si mide 47 x 47 cm. La
mayoría de los pañuelos sencillos que se suelen vender en las tiendas
son demasiado pequeños. Cuando se doblan, simplemente «no dan la
talla», sobre todo en los espaciosos bolsillos de hombre.
DOBLADO La mayor parte de las dudas asaltan a la hora de doblar el
pañuelo. Y sin embargo es algo muy simple. Hacer pajaritas de papel
resulta mucho más complicado. La opción más sencilla es la siguiente:
forme con el pañuelo un rectángulo alargado e introdúzcalo en el
bolsillo. Para regular la parte que tiene que sobresalir, dóblelo un poco
por abajo. La esquina que sobresalga tendrá que apuntar al hombro
izquierdo. Ese pliegue es el mejor para pañuelos de lino blanco en
eventos formales. Como alternativa, sostenga el pañuelo por la mitad,
dóblelo de forma suelta hasta que se junten las puntas y drapéelo en el
bolsillo de forma que asomen un poco. Los pañuelos de seda, lana y
cachemir se deben doblar hasta juntar las puntas con la parte de abajo
ligeramente abolsada e introducirse en el bolsillo con las puntas hacia
abajo. Al final debe verse solo la parte abolsada. Cualquier otro tipo
de pliegue más complicado solo es recomendable para las servilletas.

CÓMO COMBINAR EL PAÑUELO Circulan las más pintorescas


ideas acerca de cómo combinar el traje, la camisa y la corbata. Pero en
el fondo es una cosa sencilla y lógica. El pañuelo de lino blanco se
puede llevar con cualquier tipo de traje diurno (incluso un chaqué,
esmoquin o frac), y combina con todos los colores de camisa y corbata.
Los pañuelos de colores deben combinar bien con las otras prendas, y
reproducir siempre los tonos de la corbata. Los dibujos tampoco deben
quedar mal. Las corbatas con dibujos pequeños deben combinarse con
pañuelos de dibujos grandes, y al revés. La camisa constituye siempre
un fondo neutro para ambos. Por ejemplo: traje azul oscuro, camisa
azul claro y corbata regimiento (con rayas anchas) burdeos y azul
oscuro. Pañuelo: paisley en burdeos y azul, o también otros colores,
por ejemplo, naranja.

Doblado del pañuelo


QUIEN DOMINE LOS PLIEGUES ESTARÁ PREPARADO
PARA CUALQUIER EVENTO.
DOBLADO INFORMAL (Izquierda)
La seriedad del lino blanco se suaviza un poco con este pliegue
informal. Es una opción que se ve mucho en Italia en trajes de
negocios de géneros de color marino o antracita. El inconveniente es
que con este pliegue el bolsillo queda ligeramente abultado.
DOBLADO FORMAL (Centro)
Para ocasiones formales, así como con trajes oscuros, es más
adecuado un pliegue sobrio y tranquilo. Es la mejor opción para no
distraer la atención de nuestro interlocutor. Así pues, este es el
pliegue más recomendable para ponentes y conferenciantes.
DOBLADO ABOLSADO (Derecha)
Esta es la opción de plegado con la que mejor lucen el brillo y la
estructura de los pañuelos de seda o cachemir en el bolsillo de las
americanas de sport. El doblado abolsado admite la disposición de
los pliegues de uno en uno para lograr un toque muy personal.
Conjuntos básicos

(Izquierda) El traje azul oscuro con chaleco (Cove & Co.) es el más formal
para la oficina. Según el sector de negocios y el rango, se puede llevar todos
los días o bien solo para reuniones importantes o tareas representativas.
(Derecha) El traje oscuro de chaqueta recta (aquí, un modelo confeccionado
a medida de Cove & Co.) no puede faltar en ningún armario. Es
imprescindible tanto en los negocios como en la vida privada. Los modelos
de corte clásico son los de más larga vida.
(Izquierda)Los trajes de chaqueta cruzada (este, de Cove & Co.) siempre son
algo más formales y visten más. Pero, al contrario de lo que se suele oír,
resultan muy favorecedores con cualquier figura y son adecuados también
para hombres jóvenes.
(Derecha) Y a quien le gusten los trajes cruzados debería probar la variante
con abotonadura de dos botones (Cove & Co.). La solapa, algo más
alargada, estiliza el cuerpo y muestra un poco más de la pechera y la
corbata.

(Izquierda) El traje príncipe de Gales (Cove & Co.) era antaño muy
apreciado por los británicos por su aire deportivo, pero de ninguna manera
para la oficina. En Estados Unidos y en la Europa continental se considera
adecuado para cualquier actividad.
(Derecha) Este traje de algodón claro (Cove & Co.) no sigue las reglas
cromáticas habituales, pero en las estaciones cálidas se puede hacer una
excepción. En Estados Unidos es ya un clásico del verano. En Europa solo
se permite en días de mucho calor.
(Izquierda) En verano y en situaciones poco formales (nunca por la noche),
los trajes pueden ser algo más claros. También para un viaje resultaría
adecuado un modelo gris claro (Cove & Co.), incluso con algún dibujo (por
ejemplo, una raya fina).
(Derecha) Los trajes azul oscuro de rayas (Cove & Co.) siguen siendo el
uniforme británico en los bancos y la bolsa. En otros países las rayas se
consideran demasiado llamativas.
Abrigos y chaquetas
¿De qué sirve el mejor de los trajes si acaba desapareciendo bajo un
abrigo sin estilo? Muchos hombres no se atreven a escoger estas
prendas externas con los mismos criterios de calidad que el traje, pero
¿qué ocurriría si se encontrara con su colega de negocios en el ascensor
llevando usted sobre el impecable traje azul de hilo un impermeable,
tan práctico como inapropiado? Si fuera el otro quien llevara algo así,
no sería grave. Siendo usted mismo, le resultaría bastante embarazoso.

(Izquierda) En un principio, la liviana chaqueta acolchada inglesa fue


diseñada para los deportes de la monta y el tiro. Por eso en la ciudad, al
igual que la chaqueta encerada, se suele considerar expresión de un estilo
de vida «campestre».
(Derecha) El abrigo favorito de los anglófilos es el covert-coat con cuello de
terciopelo tostado o marrón oscuro. Solo es auténtico cuando está hecho de
paño de calidad excelente, como, por ejemplo, los de la firma John G.
Hardy.
(Izquierda) El Chesterfield (Cove & Co.) es de color claro, pero aun así
adecuado para los negocios. Sus características distintivas son los dibujos
de espiga y el cuello de terciopelo negro. Combina muy bien con el pantalón
de negocios de color oscuro que sobresale por debajo.
(Derecha) El tradicional abrigo para la oficina es de paño oscuro, pero, al
contrario de lo que ocurre con los trajes, la norma permite la variante color
camello (Cove & Co.). El pelo de camello auténtico es especialmente
caliente y ligero. También hay modelos de cachemir en ese tono.
(Izquierda) Los abrigos no se reservan solo para la vida profesional. El
hombre de estilo clásico llevará abrigo también con los trajes informales del
tiempo libre o como complemento del businesscasual. Los forros llamativos
son en este caso excelentes para redondear el conjunto (Cove & Co.).
(Derecha) Los abrigos claros son los más delicados; por eso ofrecen una
imagen especialmente lujosa. Entre los tejidos más apropiados para ellos se
cuentan la lana y el pelo de camello, el cachemir e incluso el algodón. La
parte superior del cuello puede contrastar con paño de otro color (Cove &
Co.).

(Izquierda) La gabardina de algodón con cinturón es el abrigo para el día a


día y los viajes de negocios. El tejido permite la transpiración y protege
bien de la lluvia. Los abrigos cortos quizás estén más de moda, pero uno
largo complementa mejor un traje.
(centro izquierda) A quien no le guste la gabardina clásica podrá lucir el
llamado «slipon» con mangas raglán. Tiene la misma función, pero resulta
menos militar y quizás algo más elegante. Los fabricantes más conocidos
suelen trabajar ambos modelos.
(centro derecha) El austríaco verde tiene fama de ser típicamente
centroeuropeo, y sin embargo también es muy apreciado, entre otros, por
franceses, italianos, británicos y americanos. Su género es ligero y
resistente a la humedad.
(Derecha) La chaqueta de tweed con forro interior impermeable ha
reemplazado a la chaqueta encerada. Su tejido externo es más agradable de
llevar y protege de la lluvia sin necesidad de tantos cuidados.
Cómo conseguir la caída perfecta
Que un traje quede bastante bien o quede perfecto suele ser cuestión de
milímetros. Y quien no desee dejar su aspecto en manos de la
casualidad deberá tomarse esos milímetros muy en serio. Demasiado
largo, estrecho, corto o ancho: no es solo cuestión de estética, sino de
confort. Un pantalón cinco milímetros demasiado ancho en la cintura
empieza a caerse con solo meter las llaves en el bolsillo. Por el
contrario, cinco milímetros de menos se notan enseguida después de
comer. Y aunque esas diferencias no se perciban conscientemente, son
las responsables de que a veces un traje se quede en el armario más a
menudo que otro, lo cual es una pena, porque con un par de arreglos
podría convertirse en favorito.
Usted es la única persona que está en disposición de decidir si
es necesario hacer cambios en su traje y cuáles. Los
1 dependientes no suelen ser buenos consejeros, porque lo que
les interesa es ante todo vender. En primer lugar, asegúrese de
partir de la talla adecuada. Tal vez sepa ya cuál es, pero de lo
contrario la puede saber midiéndose: la talla de confección es
igual al contorno de pecho dividido entre dos; por ejemplo, 108:2 =
talla 54. Lo primero que se prueba de un traje es el pantalón. La pretina
debe tener tal medida que el pantalón no se caiga sin necesidad de
cinturón, pero sin que apriete. (Así que mejor no vaya de compras con
la barriga llena). Y recuerde que un arreglo del pantalón no debe
modificarlo nunca en más de una talla, porque en caso de hacerlo los
bolsillos quedarían desplazados.
Muy importante para el conjunto de la imagen es la anchura de
la pernera, pero no se suele caer en que se puede retocar. Las
2 medidas se toman abajo, en el dobladillo, y por eso en los
arreglos se habla muchas veces de la «línea de bota». En el
caso de perneras estrechas sin pinzas (y de una talla 50), la
anchura de la línea de bota debe ser de 20 centímetros; con
pinzas, de 22 a 25 centímetros. Eso, considerando solo un lado. Si se
mide el contorno entero, lógicamente se doblará la medida. Los
hombres corpulentos y no muy altos deben evitar los pantalones
demasiado anchos porque achatan la figura.
La línea de bota debe armonizar asimismo con el largo total.
Los pantalones de calidad se venden con el dobladillo
3 descosido para poder ajustar el largo de la pernera a las
necesidades del cliente. Quien no esté seguro de si el pantalón
va a parecerle más bonito con vuelta o sin ella, debe pedirla,
porque si no le gusta siempre podrá quitarla, mientras que el
dobladillo metido no alcanza para hacer una vuelta. La cinta talonera
que se cose a veces por la parte interior del dobladillo no es necesaria
en caso de paños fuertes. Además, existen modelos de plástico que
pueden llegar incluso a rayar los zapatos.
El largo de las perneras depende del corte del pantalón. Los
modelos amplios se llevan más largos; los de pernera estrecha,
4 algo más cortos. Los pantalones amplios deben arrugarse
ligeramente en el empeine. Por la parte trasera, el dobladillo
acabará entre la mitad del contrafuerte y el principio del tacón.
No haga caso de los vendedores que afirmen que los
pantalones deben llegar hasta la mitad del tacón; uno así le estaría
demasiado largo. Los de corte más estrecho se llevan incluso más
cortos. Por la parte delantera solo se deben apoyar en el empeine y, por
detrás, llegar al borde del zapato o, como mucho, a la mitad del
contrafuerte. A veces conviene cortar la línea de bota en diagonal, es
decir, por delante más alta que por detrás.

Solo merece la pena arreglar una americana en caso de que el largo


total sea el adecuado, es decir, solo si tapa el trasero, y de que el botón
de abotonadura quede ligeramente por encima del ombligo,
que es el punto medio óptico del cuerpo. La posición de los
5 bolsillos y los ojales se determina de acuerdo con la longitud
total. Si esa proporción se cambiara, los bolsillos y los
botones quedarían demasiado altos o demasiado bajos.
Primero se comprueba cómo sientan el cuello, la espalda y los
hombros. El cuello debe ajustarse bien. Si no fuera el caso, será mejor
que escoja otro traje más estrecho en esa parte, ya que los arreglos de
este tipo son bastante complicados. Por el contrario, la famosa arruga
de la nuca, que se forma cuando el tejido de debajo del cuello se
levanta y forma un pliegue horizontal, se puede corregir sin dificultad.
Además, la chaqueta debe caer bien en la espalda y detrás de los
brazos dejar visible una pequeña reserva de tela. Sin ella no se podrían
mover los brazos hacia delante (por eso se llama «arruga del
movimiento»).
Para ver si la chaqueta sienta bien en el talle hay que
abrocharla y estirar del botón hacia fuera. Si se puede
6 desplazar dos o tres centímetros hacia delante, la anchura es la
adecuada. Si el margen fuera mayor, la chaqueta sería
demasiado holgada. Para arreglarla, se puede meter un poco
de tela en las costuras laterales. El ancho del talle depende
también del estilo de cada uno. A mí me gusta poder abotonarme la
chaqueta sin esfuerzo, pero notar que la llevo abrochada. Muchos
hombres confunden erróneamente el corte a medida con una chaqueta
demasiado entallada. Cuando la chaqueta queda tirante en el vientre o
si los cortes —en caso de tenerlos— se abren, es que es demasiado
estrecha.

El largo de mangas adecuado es fundamental para la impresión


general que causa un traje. Si las mangas llegan hasta la mitad
7 de la mano, la chaqueta parece demasiado grande. Si son
demasiado cortas, parece muy pequeña. El largo correcto es el
que permite que los puños de la camisa asomen un poco por
las mangas. Según el gusto personal y la constitución física del
portador, se permiten de medio a varios centímetros. Las mangas de los
trajes hechos en serie se suelen poder arreglar. Para ello se quitan los
botones, se cortan o alargan las mangas, y se vuelven a pegar. En el
caso de trajes con mangas que se abrochan tal arreglo no es posible
porque los ojales no se pueden correr. Por eso solo los trajes hechos a
medida deberían tener ojales en las mangas.

Entre las posibles adaptaciones de las mangas se cuenta


también el arreglo de las sisas. Se trata de la única corrección
8 que no se ve desde el exterior, pero que se nota mucho como
portador del traje. Se debe hacer cuando la chaqueta tira en la
zona de las axilas, aunque por lo demás quede perfecta y no
merezca la pena probarse otra talla. Eso sí, tenga cuidado: la
operación no es sencilla. Primero se deben descoser las mangas y
agrandar las sisas. Luego hay que arreglar las mangas para que se
ajusten a las sisas y volver a coserlas. Y eso solo lo sabe hacer un buen
sastre, que se hará recompensar bien por su pericia.
UN TRAJE ELEGANTE DENOTA LA PERSONALIDAD Y
EL ESTILO DE SU PORTADOR.
Ocasiones especiales
En mi niñez aún se hablaba de «los pantalones buenos». Por lo general
eran de paño de lana gris y estaban reservados para las ocasiones
especiales. Por tanto, se usaban poco, y siempre combinados con una
camisa blanca y un chaleco de punto. Muchos hombres tienen aún un
«pantalón bueno» en el armario, o quizás no estrictamente esa prenda.
A veces se trata de un traje negro o una americana de un color
considerado «formal». Por el contrario, los menos tienen un esmoquin,
un frac o un chaqué.
La idea de intentar vestirse de forma más cuidada en determinadas
ocasiones es inherente al ser humano. Incluso los alérgicos a la moda
tienen claro que, por ejemplo, una boda es una buena ocasión para
ponerse de traje, aunque en general cada vez hay menos interés por la
indumentaria formal. Sin embargo, quien posee estilo y sentido de la
moda se alegra de que se le presenten oportunidades de ponerse de
tiros largos. Sobre todo cuando no es una persona que vaya siempre de
traje a la oficina. Pero también el oficinista que lleva a diario corbata
puede disfrutar de lucir un esmoquin o un chaqué de vez en cuando,
porque no hay otra indumentaria más elegante.
El frac y el chaqué son dinosaurios de la moda, ya que tienen su
origen en el siglo XVIII. Su forma se debe a que se llevaban para
montar a caballo, de modo que los faldones abiertos caían a derecha e
izquierda sobre el lomo del animal. La parte delantera, abierta hacia
atrás, estaba concebida asimismo para permitir al jinete libertad de
movimientos. A mediados del siglo XIX el frac era un atuendo
corriente durante el día, como lo eran también la levita y el chaqué. A
principios del siglo XX se fue imponiendo el actual traje, mientras que
el frac sobrevivió en el ropero de noche, el chaqué se reservó para
eventos formales diurnos y la levita desapareció del mapa. El único
recién llegado fue el esmoquin, que se consideró una especie de
actualización del traje de noche.
Jan-Henrik Scheper-Stuke, jefe del taller de manufactura de corbatas
berlinés Edsor, conserva en terciopelo y seda la elegancia de la vieja
escuela.
Formalidad y código indumentario
DRESS CODE Término en inglés que significa «código
indumentario». Cuando en una convocatoria en Estados Unidos se
exige simplemente «dress code», significa que los caballeros
deberán llevar corbata y americana. A veces en las invitaciones se
especifica más el tipo concreto de indumentaria; pueden aparecer,
por ejemplo, las indicaciones «ropa de noche» o «cravate noire».
También los casinos establecen estrictas normas con respecto a la
indumentaria, ya que suelen exigir a los hombres que lleven corbata.
CRAVATE NOIRE / BLACK TIE La traducción de estos términos,
en francés e inglés respectivamente, sería «corbata negra», pero con
ello se suele hacer mención a la pajarita negra del esmoquin y, por
tanto, al esmoquin mismo. La denominación de esta prenda puede
variar dependiendo del país. Por ejemplo, en México un esmoquin es
un «tuxedo» o, en su forma apocopada, un «tux».
ACTOS DE ESMOQUIN Por ejemplo, bailes en los que no es
preceptivo el frac o también algunas cenas de gala. Más raramente,
funciones de teatro o conciertos (nunca queda mal, aunque en muchos
países se suele reservar para los estrenos).
El único acontecimiento diurno en el que se lleva esmoquin a plena
luz del día es el Festival de Ópera de Glyndebourne, Sussex
(Inglaterra), que se celebra entre mayo y agosto. Como en esos meses
anochece muy tarde, es típica la imagen de los invitados vestidos con
ropa de noche disfrutando de un picnic en la hierba.
CRAVATE BLANCHE / WHITE TIE Cuando se exige corbata
blanca lo que se está indicando es que para la ocasión es obligatorio
el frac. Los militares pueden asistir con su uniforme de gala. En
algunos países también se puede llevar el traje o atuendo regional.
Hombres y mujeres tienen la oportunidad de lucir órdenes y
condecoraciones.
ACTOS DE FRAC Bailes de la ópera, entrega de los premios
Nobel, banquetes y cenas de Estado, bailes de bodas aristocráticas.
CHAQUÉ O TERNO También llamado «frac diurno». Se trata del
traje de etiqueta o más formal para el día. Los británicos denominan
esta indumentaria «morning coat», en referencia a su uso
exclusivamente diurno.
El chaqué deriva en principio de otra prenda, la levita. La parte
delantera de la chaqueta se cortó de forma curvada hacia atrás para
ofrecer al portador más libertad de movimientos. Por eso el chaqué
se llama en inglés «cut», de cortar.
ACTOS DE CHAQUÉ Bodas de la aristocracia, funerales o
recepciones de Estado, las fiestas al aire libre que da la reina de
Inglaterra, concesión de órdenes.

TRAJE OSCURO Es el traje versátil por excelencia, adecuado


para casi cualquier ocasión formal, de día o de noche. Puede
llevarse siempre que no se dé una indicación más estricta en la
invitación.
El traje oscuro estándar es el formado por una chaqueta, recta o
cruzada, de color gris o azul oscuro (nunca negro); si se desea,
también un chaleco del mismo género; una camisa blanca (durante el
día, también azul o rosa); una corbata de motivos discretos, y zapatos
negros.
COME AS YOU ARE Esta indicación está muy extendida en los
países de habla inglesa. Literalmente traducida significa «venga
usted tal y como es». Eso no quiere decir que uno pueda ir a una
fiesta o un vernissage con la ropa de estar por casa. Más bien
significa que puede ir directamente con la ropa de la oficina sin
necesidad de ponerse una indumentaria de noche. Los hombres deben
lucir traje y corbata, las mujeres, un traje sastre, un vestido o ropa de
sport cuidada.
ACTOS COME AS YOU ARE Inauguraciones, presentaciones de
libros, pases de moda, lecturas de poesía, conferencias, veladas en
clubes, fiestas.

En los actos con esmoquin y frac, los zapatos negros de charol son
obligatorios.
El chaqué

Existen chaqués en una infinidad de colores y géneros, pero el más


habitual y clásico es la versión con chaqueta negra, chaleco gris claro,
pantalón de rayas, zapatos negros en estilo Oxford, camisa blanca de
cuello de paloma y puños dobles, corbata y, como guinda del pastel,
una chistera negra.
La alternativa más frecuente a la versión básica es el chaqué gris
claro (es decir, una combinación de las tres piezas de ese color), que
en las bodas solo pueden llevar el novio y el testigo, y que también es
típico de las carreras de caballos de Ascot. Sin embargo, se trata en
este caso de una tradición anglosajona que en otros países no siempre
está bien vista. Los chaqués también se confeccionan en color antracita,
variante especialmente versátil aunque no se tiene costumbre de
recurrir a ella. En este caso la chaqueta, el pantalón y el chaleco deben
ser del mismo color. El pantalón del chaqué suele ser de rayas, pero
también puede ser de príncipe de Gales o Pepita.
El chaleco, por su parte, ofrece muchas posibilidades de variación.
En los entierros es frecuente que sea negro; en otras ceremonias de
naturaleza más alegre se prefieren los tonos claros. A los ingleses les
gustan los chalecos en el llamado «buff», un tono crema o beis, en
verano incluso de lino. Por lo demás, para el chaleco también son muy
apreciados los motivos de fantasía. En este punto el abanico de gustos
es amplísimo, pero en moda de caballero es tradicional escoger los
paños más lujosos o primorosamente bordados.
A veces el llamado «traje Stresemann» se equipara con el chaqué,
pero eso no es del todo correcto. El traje Stresemann es una invención
que surgió terminada la Primera Guerra Mundial y sirvió en sus
orígenes para ir a la oficina. En esta variante, la característica chaqueta
del chaqué se sustituye por una americana negra, aunque el resto queda
igual. Como las ceremonias en las que es preceptivo el chaqué se
celebran en círculos que guardan celosamente el protocolo, el
Stresemann no sería siempre aceptable. Cabe apuntar, además, que este
conjunto es popular sobre todo en los países de habla germánica, donde
también se suele llamar «traje de Bonn». En otros países es
desconocido y no forma parte del código indumentario.

(Izquierda) El chaqué clásico con chaleco gris y pantalón de rayas (todo de


Cove & Co.).
(Centro) En verano, el chaqué con chaleco de lino en tono pastel es una
buena elección.
(Derecha) Británicos y anglófilos gustan de los chalecos de color «buff», un
beis gamuza, que siempre constituye una buena alternativa al gris. Solo en
los entierros es obligado el chaleco negro.
El esmoquin
El esmoquin de rigor es un traje negro de noche con solapas de seda y
un galón sencillo —una tira estrecha también de seda que recorre toda
la costura externa del pantalón—, que se lleva con camisa blanca de
esmoquin, pajarita negra y pañuelo —de lino blanco o de seda en algún
color—, calcetines de seda (o de lana fina) hasta la rodilla de color
negro y zapatos de noche de cordones o escarpines con ligero tacón y
lazo.
Aunque muchos consideran el esmoquin una prenda demasiado
formal, entre finales del siglo XIX y los años anteriores a la Primera
Guerra Mundial se fue estableciendo como una cómoda alternativa al
frac, del que adoptó el color y, en su forma originaria, también el
chaleco (pero en negro), aunque en general está más estrechamente
emparentado con el traje corriente.
Existen esmóquines de distintos tipos: de chaqueta recta, con o sin
chaleco; de chaqueta cruzada; y con solapas redondas o en pico. Quien
se haga un esmoquin a medida podrá diseñarse un modelo
individualizado, pero los de confección solo suelen ofrecer la elección
entre dos tipos de solapas y chaqueta recta o cruzada.
En cuanto a los colores, solo hay una alternativa al negro, el llamado
«azul medianoche». Al parecer, lo inventó el príncipe de Gales (luego
duque de Windsor), quien consideraba que con iluminación artificial el
habitual color negro adquiría un brillo verde. Yo nunca lo he visto,
pero reconozco que el tono de azul profundo es una bella alternativa.
Las solapas y el galón de las perneras deben ser siempre negros. Son
detalles muy bonitos el cuello de terciopelo y los puños ribeteados en
seda, que los esmóquines de confección en serie raramente ofrecen.
La pajarita negra es inevitable; otros colores, tabú. Solo quien tenga
un estilo extraordinario podrá atreverse a romper con esa tradición
(quizás en su caso el resultado convenza). La corbata, que en los
últimos años se ha visto mucho con el esmoquin, no es lo más
adecuado. Quien no desee llevar pajarita por la noche deberá ponerse
un traje negro con corbata negra.

La chaqueta del traje de noche también puede ser blanca (a la derecha).


Esta opción se suele llevar en alta mar o a cielo abierto, pero en
cualquier caso solo por la noche.

Chaqueta de terciopelo
LOS AFICIONADOS A LOS PUROS Y OTROS SIBARITAS NO
VISTEN ESTA PRENDA SOLO EN EL CAMPO.

Los británicos llaman al esmoquin «dinner jacket» y reservan el


término «smoking» a una chaqueta de noche de terciopelo que
se inventó para disfrutar del placer del tabaco. A finales del
siglo XIX, después de cenar con las damas, los caballeros se
retiraban a fumar a una sala reservada al efecto. Y al volver no
querían que su ropa oliera a tabaco para no ofender el olfato de
las señoras. Quizás ahora que los fumadores vuelven a tener
que retirarse de los espacios comunes experimente esta prenda
un renacimiento con su función primigenia. Pero, mientras no
llegue ese momento, puede seguir siendo una alternativa al traje
corriente para las cenas. Lo único que cambia respecto al
esmoquin es la chaqueta: el pantalón, la camisa y la pajarita son
los mismos. También el calzado debe ser diferente: lo más
adecuado son zapatos slipper o unos escarpines bordados de
terciopelo a juego con la chaqueta.
El frac

El frac es la prenda masculina de más raigambre: existe casi en


idéntica forma desde el siglo XVIII. Los pantalones largos con que se
combina son más actuales, ya que antaño se llevaba con calzones hasta
la rodilla. Como en un principio el frac se destinaba a montar a
caballo, por delante está cortado hacia atrás; así el jinete disfrutaba de
mayor libertad de movimiento.
El frac se completa con pajarita blanca de piqué de algodón; camisa
de frac con cuello diplomático, puño simple de doble ojal y pecherín
con sobrepuestos del mismo género; pantalón de frac con galón doble, y
zapatos de frac, con un ligero tacón y lazo. Con este atuendo el cuello
diplomático alzado es obligatorio. Se trata de un cuello de puntas
dobladas que también se llama «cuello de paloma» o «de foque» y
debe ser muy rígido y cubrir gran parte del cuello. La flexibilidad
queda reservada a los cuellos abotonados a la pechera; quien desee
lucir un frac tendrá que soportar ciertas incomodidades. Como
compensación, el cuello rígido y alto le ayudará a adoptar una postura
erguida y orgullosa.
Con el frac no se puede llevar la primera camisa de esmoquin que se
encuentre en el armario, ya que sus puños no son adecuados. La camisa
de frac es de puños simples, que se abrochan superpuestos con
gemelos. Los puños de la camisa de esmoquin son dobles, como los de
las camisas de traje que se llevan con gemelos.
A la hora de cortar un frac, los sastres vienen discutiendo desde los
días de Fred Astaire si el chaleco puede sobresalir por debajo de la
chaqueta o no. Con respecto a esta cuestión, conviene aclarar que en
los años treinta la pretina del pantalón llegaba a la altura del talle. Por
esa razón el chaleco podía llevarse alto. Hoy en día es de buen estilo
seguir cortando así el conjunto, pero muchos hombres prefieren un
pantalón de tiro más bajo. En ese caso, el chaleco también se baja, y
casi obligatoriamente asoma por debajo del borde, lo cual distorsiona
la figura y desplaza de forma desfavorecedora el centro óptico del
cuerpo hacia abajo.

(Izquierda) Quien desee una imagen más teatral podrá ponerse una capa por
encima del frac.
(Derecha) El frac y la chistera son inseparables, si bien el sombrero solo se
lleva en el exterior. En cuanto se entra en un edificio, hay que descubrirse.
La pajarita

El adorno más formal para el cuello es la pajarita. Con el frac debe ser
siempre de piqué de algodón de color blanco y con el esmoquin, de
seda negra. En el caso del frac, desde luego, la afirmación es
categórica. El esmoquin permite excepciones. Así, últimamente hay
quien recurre a corbatas con diversos motivos; sería discreta, por
ejemplo, una de motas blancas sobre fondo negro. Otras combinaciones
de colores resultarían quizás ya demasiado atrevidas. En los años
setenta se puso de moda llevar con el esmoquin pajarita de terciopelo,
por ejemplo, de color burdeos o violeta. También un verde botella es
aceptable. De cualquier modo, en caso de duda, la mejor alternativa es
el negro. Pero nunca, nunca una pajarita blanca, por favor.
Eso sí, tanto si uno se decanta por la corbata como por la pajarita,
deben ser de las de anudar. Cuando hablamos de corbatas, hasta los
más reacios a la moda aceptan este dogma. Por suerte, los modelos con
el nudo hecho casi han desaparecido. En el caso de la pajarita, en
cambio, a veces incluso hombres con estilo y sentido de la calidad
ceden a la tentación de comprar una alternativa tan cómoda como
horrible. Y eso que anudarse una pajarita es un juego de niños. O, por
lo menos, de niños que saben atarse los zapatos, ya que en el fondo la
forma de hacer el lazo es la misma, aunque en el cuello en lugar de en
los pies. Quizás no lo consiga al primer intento, pero si se toma tiempo
y lo intenta con calma seguro que lo acaba logrando.
El lugar del esmoquin
Sin duda el esmoquin es el traje con mayor «efecto James Bond»: quien
se lo pone se siente de inmediato elegante, soberano, imponente. Y, sin
embargo, pocos hombres se deciden a comprarse uno, y ello por
distintas razones, entre las cuales tiene bastante peso la económica. Al
fin y al cabo, ¿cuándo se tiene oportunidad de lucir un esmoquin? Según
mi experiencia, no dejan de ser bastantes las ocasiones que permiten
llevar esmoquin. Pero a quien no le entusiasme la idea tiene en
cualquier caso otras alternativas para vestirse bien por la noche.
EL TRAJE NEGRO Hace sesenta años todos los hombres tenían un
traje negro. Pero, atención, no un esmoquin, sino un traje normal y
corriente de color negro. Se lo solían poner para bautizos, bodas y
naturalmente, entierros. Y por la noche era el atuendo adecuado para
acudir a un restaurante, a un cóctel o al teatro. Entre las décadas de
1970 y 1980 el traje negro desapareció del mapa, hasta finales de los
años noventa, cuando, de la mano de los diseñadores, se volvió a
proclamar chic. Eso sí, como traje de día, lo cual desde el punto de
vista del código de la indumentaria es un despropósito, ya que el negro
en los hombres está reservado para la noche o para entierros. En los
negocios ese color, excepto en los zapatos, es inadecuado. Pero el
renacer de los trajes negros ha traído consigo una nueva cultura de la
indumentaria nocturna. Cada vez se ven más hombres vestidos a la
moda con un traje negro y camisa con el cuello abierto o, a veces, con
corbata negra. Se podría hablar de «imagen Tom Ford»: chic, moderna
y al mismo tiempo elegante. De ahí al esmoquin el paso no es tan
grande.

TERCIOPELO Y PANA En el siglo XVIII el terciopelo y la seda eran


los tejidos característicos de la moda de caballero. En el siglo XIX se
vieron desplazados por la práctica lana, y en nuestros días ya han
quedado relegados a la manufactura de corbatas, chalecos y pañuelos, y
siempre para la indumentaria nocturna. Por eso los diseñadores crean
cada vez más americanas o trajes completos con aspecto de dandi que
puedan estar a la altura en noches glamurosas. En ese caso, el negro
sigue siendo la primera opción, aunque también el violeta, el azul o el
burdeos son adecuados. La nobleza del terciopelo depende del tipo de
fibra con el que está hecho. El mejor es el de seda, pero por lo general
suele ser de algodón. Parientes cercanos son los tejidos de pana, que,
con un tacto de suavidad similar, a pesar de su humilde origen resultan
adecuados para la noche. Un traje negro o azul oscuro de pana fina
sería una buena elección para la noche de un joven caballero a la moda.
TRAJE Y BLAZER El traje azul es en realidad un atuendo de día,
pero tampoco deja de ser una buena elección para la noche. Combinado
con camisa blanca y corbata azul oscuro, este traje resulta casi tan
formal como un esmoquin, aunque en general tiene un aire más de
uniforme de gala. Una buena alternativa es llevarlo con una corbata
negra, por ejemplo, de punto de seda. El sastre de la corte y diseñador
inglés Hardy Amies popularizó gracias a su libro The Englishman’s
Suit la variante de blazer azul oscuro con pantalón de la misma tela y
corbata negra. En el legado del duque de Windsor se encontró
asimismo esa combinación; los botones de latón en la chaqueta
acentuaban el carácter de uniforme del conjunto.
Trajes para bodas
Las bodas están para muchos hombres entre las pocas ocasiones en las
que se animan a ponerse un traje u otro atuendo formal. Por lo general
no es lo mismo tener algún tipo de protagonismo —ser el novio, el
padre de la novia o un testigo— que ser un invitado más, aunque el
código indumentario establece idénticos principios para todos.
El traído y llevado principio de que los invitados no pueden estar
más elegantes que la pareja de novios sigue vigente. Pero si la pareja
se viste de forma especialmente excéntrica y rompe con toda norma al
uso (por ejemplo, dos fans del heavy metal que lo quieren demostrar en
su boda), el invitado se encontrará ante un conflicto. ¿Deberá adaptarse
o no? En un caso así lo mejor es preguntarles a los anfitriones cómo
prefieren que vaya la gente.
Si esa pareja heavy metal considera formal su imagen con camiseta
de su grupo favorito y chaleco de cuero, el invitado no está obligado a
disfrazarse, sino que puede ponerse la ropa que él considere formal. Si
la pareja pasa olímpicamente de formalidades y etiquetas, una imagen
informal tampoco sería un error. De todas formas, aunque adaptarse a
los estándares de los anfitriones sea importante, nadie debe sentirse
forzado. En caso de sentírselo, quizás fuera mejor no aceptar la
invitación.
BODAS CIVILES Las bodas por lo civil son en realidad un acto
administrativo, y por eso, en un principio, se llevaban a cabo con
indumentaria ordinaria o formal de día. Los caballeros (novio o
invitados) llevaban pues un traje oscuro, que en verano podía ser de un
tono más claro. La costumbre de reservar la ropa más formal para la
iglesia rige hasta nuestros días. Pero como en la actualidad mucha gente
prescinde de la ceremonia religiosa, las bodas civiles han pasado a
celebrarse a veces como antaño las de la iglesia, incluidas palabras
grandilocuentes del oficiante, novia de blanco y niños con las arras. En
un caso así se recomendarían las mismas prendas para la iglesia,
aunque hay que decir que no fue la intención de su inventor.
BODAS RELIGIOSAS Como las bodas en la iglesia suelen
celebrarse de día, el novio y los invitados llevan un traje formal de día.
Lo más formal es el chaqué, y una buena alternativa es el traje oscuro.
En algunos países es costumbre llevar esmoquin en las ceremonias
religiosas, pero no es correcto. El esmoquin solo se debe llevar de
noche.
En el caso de bodas en verano o en el campo, se puede sustituir el
traje oscuro por uno más claro, o incluso uno de aire deportivo, pero
esa indumentaria nunca resulta del todo formal. Las levitas de satén y
los chalecos bordados con motivos de fantasía (a juego con el vestido
de la novia) son muy populares, pero no denotan precisamente buen
gusto.
Hoy en día algunas parejas de novios se empeñan en dar su nota
personal a su boda o poner en ella de manifiesto su afición por algo, y
deciden ir vestidos de vaqueros, de góticos, de Superman y Supergirl o
con trajes de época. Desde luego, puede ser un espectáculo divertido
de ver, pero en ocasiones solo resulta penoso. De todas formas,
debemos ser tolerantes y ceñirnos al principio de que sobre gustos no
hay nada escrito, aunque eso no sea cierto en absoluto.
RECEPCIÓN TRAS LA BODA Como la recepción suele tener lugar
directamente después de celebrada la boda, no suele haber demasiado
tiempo para cambiarse, así que se conserva la ropa que se llevó en la
ceremonia.
BANQUETE DE BODA NOCTURNO El grado de formalidad de un
banquete de boda celebrado por la noche depende del anfitrión. Y por
supuesto de lo que uno haya llevado durante el día y de si hay suficiente
tiempo para cambiarse. Por ejemplo, quien haya acudido de invitado a
una ceremonia religiosa diurna en chaqué, deberá cambiarse por la
noche. En ese caso la elección correcta sería un esmoquin o incluso un
frac. El chaqué nunca se lleva por la noche. Si se ha pasado el día con
un traje azul, podrá dejárselo. Pero recuerde, con zapatos negros.

La flor del ojal


DICE MÁS DEL ESTILO DEL CABALLERO ELEGANTE QUE
CUALQUIER OTRO ACCESORIO.

Cuando la novia encarga el ramo de flores, por lo general suele


pedir también una flor para el ojal del novio. Aunque desde
luego no hay nada que objetar a esa costumbre, muchos hombres
se encuentran luego con el problema de que no tienen ningún
ojal en la solapa adecuado para ese menester. ¿Dónde colocar
entonces la flor? Los floristas recomiendan una especie de
bolsita como soporte para un ramito minúsculo, que se puede
prender al traje por medio de un alfiler. A más tardar en este
momento, el hombre que cuida su estilo siente cómo un sudor
frío le recorre la espalda: la flor que adorna el traje debe ir
metida en un ojal punteado a mano y nunca prendida en la
solapa con una bolsita. Pero no hay que asustarse: para ser
fieles a la tradición no será necesario comprarse un traje hecho
a medida y cosido a mano con un ojal y una presilla especial
bajo el reverso de la solapa para sujetar el tallo de la flor.
Bastará con encargarle a un sastre que abra con primor un ojal
en la solapa. Costará algo de dinero, pero sin duda merecerá la
pena.
EL SECRETO DE UNA BUENA IMAGEN PARA EL
TIEMPO LIBRE: NO DEMASIADO CUIDADA,
TAMPOCO DESCUIDADA.

Imagen informal
La mayoría de las mujeres opinan que los hombres tienen mejor aspecto
en traje que con una camiseta vieja. Pero eso no significa que solo se
pueda lograr una imagen atractiva con americana y pantalón de vestir.
Una cuidada indumentaria de sport puede darnos un aspecto sexy y, al
mismo tiempo, soberano. Pero tal efecto no se logra con una
superposición desordenada de prendas informales, sino con un conjunto
bien elegido de piezas que se complementen y realcen entre sí.
Hay que determinar el significado de ropa informal o su equivalente
inglés, casual, pues, al contrario de lo que se cree, de ninguna forma se
puede dejar su elección a la casualidad. Y eso es precisamente lo que
hacen muchos hombres. Piensan que da igual lo que se pongan en el
tiempo libre, en su casa o durante el fin de semana. Que lo importante
es que sea práctico y cómodo. Pero, por desgracia, esas dos
características suelen excluir que la ropa ofrezca un aspecto cuidado y,
mucho menos, atractivo, interesante o soberano.
Por eso, por favor, demuestre un poco de gusto en la indumentaria
que lleva en el ámbito privado. Deberá estar de acuerdo con el papel
que desempeñe en la vida. Resulta ridículo que un empresario, un
profesional responsable de miles de personas, tenga fuera de la oficina
el mismo aspecto que cuando era universitario o incluso un crío de
colegio. La ropa informal tiene que adecuarse a la edad. Por otro lado,
está bien que mamá escoja la ropa de su niño de ocho años, pero que lo
haga con un hombre de 38 es penoso.
Hoy en día la oferta de ropa de sport es más amplia que nunca en
cualquier categoría de precios, así que todo el mundo puede
convertirse en su tiempo libre en aquello que no puede ser con traje y
corbata. Con la ropa adecuada, tendrá la oportunidad de resaltar su
verdadero yo, el que esconde en el trabajo bajo el traje de hilo gris.
Chaqueta de cuero, vaqueros y botas; polo, pantalones cortos y
náuticos; jersey de cachemir y pantalón de pana; o camiseta de rugby y
chinos.
La americana ha estado mucho tiempo fuera de juego en lo que a moda de
masas se refiere, pero hoy en día recupera su lugar como centro
irrenunciable de un buen guardarropa para el tiempo libre.
Vaqueros

Los cambios de mentalidad se reflejan enseguida en la indumentaria.


Por ejemplo, los vaqueros: a finales del siglo XIX eran el uniforme de
buscadores de oro y granjeros, y hoy son una prenda barata para el día
a día de hombres, mujeres y niños, y deseados objetos de diseño para
locos de la moda. A continuación se resume tal evolución.
A principios de la década de 1920 el vaquero se convirtió en
Estados Unidos en el pantalón de sport de toda la familia. En los años
sesenta fue una prenda protesta, y en los setenta los diseñadores lo
dotaron de un aura noble. En los ochenta entró en sociedad y en los
noventa sufrió una decadencia, para vivir después un renacimiento de
igual intensidad. No sabemos qué es lo que le deparará el futuro.
En inglés el tejido vaquero se llama «denim». Según la leyenda, el
nombre deriva de la expresión francesa serge de Nîmes, «sarga de
Nimes». La sarga, como su nombre indica, es un tejido que se hace con
ese tipo de ligamento, reconocible incluso para los legos por su
estructura diagonal. Otra conocida tela con ligamento de sarga es la de
la gabardina. La estructura del tejido se aprecia bien en la parte interior
del pantalón, de color algo más claro. Esa diferencia cromática de la
tela vaquera se debe a que las hebras de trama y urdimbre son de dos
colores diferentes: el hilo de la urdimbre es azul oscuro y el de la
trama, blanco. Juntos ofrecen el típico aspecto del vaquero.

También es interesante la evolución del valor del propio tejido: si en


un principio los pantalones vaqueros eran baratos y asequibles para
todo el mundo, hoy en día los más caros son paradójicamente los que
más se asemejan a los modelos de antaño. De hecho, hay una especie
de culto a los vaqueros lo más auténticos posible, tejidos en telares
originales. Y los coleccionistas pagan precios exorbitantes por
pantalones antiguos que han sobrevivido en almacenes o en el fondo de
un armario durante decenios y que al final han acabado en una subasta.

(Izquierda) El tejano por excelencia: azul oscuro.


(Derecha) Vaquero informal: algo deslavado.
(Izquierda) Solo para el tiempo libre: azul muy deslavado.
(Derecha) Informal, pero cuidado: azul oscuro deslavado.

SABER CONJUNTAR LOS VAQUEROS A finales de la década de


1970 abrieron sus puertas en Europa las primeras tiendas de vaqueros.
En lugar de los clásicos dependientes profesionales de las casas de
moda, trabajaban en ellas chicas jóvenes que parecían bailarinas de
televisión. Hoy día hay vaqueros en todas las tiendas, e incluso en los
supermercados se ven de vez en cuando ofertas de estos pantalones
azules entre los detergentes y las patatas. El grupo de clientes
potenciales al que van dirigidos los tejanos es hoy tan amplio que sale
a cuenta venderlos en cualquier tienda.

El vaquero clásico es el más popular de los modelos tradicionales


americanos. Con pernera recta, un tiro no demasiado corto y de un
color azul oscuro, queda estupendamente combinado tanto con un estilo
clásico o una estética preppy como con un conjunto básico de chaqueta
de aviador, gorra de tweed y botas de trabajador. Para lograr una
imagen de sport elegante o cierto aire informal en el trabajo, este tipo
de vaqueros se conjuntan desde los ochenta con americana, camisa (sin
corbata) y zapatos de cordones con vira cosida. Es fundamental que el
cinturón no sea demasiado ancho. Resultan ideales los cinturones
ingleses de cuero fino de silla de montar con hebilla de latón. Los fans
de los caballos podrán decantarse por un cinturón de cordobán.
Quien se suela vestir de forma clásica pero también desee ir a la
moda podrá escoger un vaquero que marque tendencias. La tela oscura
(siempre azul, nunca negra) es obligatoria, pero el corte puede ser más
o menos holgado, según marque la moda. Por ejemplo, los pantalones
pueden ser algo más amplios y de cintura baja. En combinación con una
camisa, jersey o americana, el conjunto tiene un aire atemporal sin
resultar rancio. Los vaqueros diseñados con un aire a las décadas de
entre 1930 y 1950 o copiados de los originales hasta en los mínimos
detalles no son demasiado apreciados entre los amantes de una imagen
clásica. Y es que recuerdan demasiado a la ropa de trabajo o a la
imagen de los pandilleros motorizados y los beatniks. Por esa misma
razón, esos tejanos americanos de aire vintage suelen ser los elegidos
por personas que desean inspirarse en esos estilos, bien fans del
rockabilly o de las prendas básicas varoniles de procedencia
estadounidense, como las camisas de franela de cuadros, las cazadoras
de cuero, las botas de trabajador y las camisetas blancas. Los vaqueros
muy modernos, como los pitillos, pueden favorecer en el contexto, por
ejemplo, de una imagen de nerd irónico o un estilo preppy, pero
siempre a jovencitos delgados, nunca a hombres adultos.
Una prenda especial, aunque no estrictamente un vaquero, es el
modelo blanco. Si decidimos incluirla en este apartado es porque en el
corte es idéntica a su pariente azul. Este tipo de pantalones se pueden
combinar de forma parecida a los chinos, pero como son de cintura
algo más baja y tienen bolsillos cruzados resultan más deportivos y
hacen las piernas más delgadas.
(Izquierda)La combinación de americana clásica, preferiblemente de paño
tweed, y vaquero azul oscuro es un clásico en la Europa continental. Hasta
hoy, ese estilo es más típico de París, Milán o Múnich que de Londres o
Nueva York.
(Derecha) En su búsqueda de prendas auténticas, los diseñadores y fans de
la moda han redescubierto las chaquetas de aire tirolés. Combinándolas con
vaqueros se obtiene una estupenda imagen informal, en la que se aúnan
tradición y desenfado.
Chinos

¿Qué sería de la moda masculina sin los chinos? Hablamos de unos


pantalones de algodón de color claro cuyo nombre deriva, al parecer,
del hecho de estar fabricados en China, aunque ese punto parece
cuando menos dudoso porque los chinos se popularizaron en Estados
Unidos a finales de la Segunda Guerra Mundial. Además, China no es
el único país asiático que exporta al gigantesco mercado
estadounidense. En ese país los chinos dominan el ropero porque el
pantalón de algodón claro de corte informal clásico se adapta
perfectamente al código indumentario nacional.
En Europa, en cambio, los chinos no llegaron a popularizarse hasta
la década de 1980, aunque la historia de este tipo de pantalones está
profundamente enraizada en la del viejo continente: ya en el siglo XVIII
era corriente llevar pantalones de lino claro que se pudieran lavar con
lejía y dejar secar al sol sin problemas. Cuando en el siglo XIX, en el
curso de la industrialización, los tejidos de algodón desbancaron al
lino y se hicieron asequibles tanto en cantidad como en precio, se
generalizó el uso de los pantalones claros de algodón. Todos los
predecesores del chino estadounidense de la década de 1940 tienen en
común en primer lugar el color, que armoniza especialmente bien con
el azul oscuro, en una combinación que en la Europa del siglo XVIII era
habitual y que hoy en día sigue siendo muy apreciada.
El hogar estilístico del chino es el estilo college. En un ámbito
formal, el chino se lleva con blazer o americana deportiva; para una
cuidada imagen de sport, con camisa y jersey o cazadora; y si se desea
un aire informal el chino casa bien con un polo o una camiseta de
rugby. Naturalmente, esos conjuntos deben adaptarse bien a la estación
del año y combinarse con los zapatos, chaquetas y abrigos, así como
con otros accesorios adecuados. En los últimos tiempos el chino se está
integrando en la imagen del gentleman británico y en el estilo informal
italiano. La cuestión de cómo combinar los diversos tipos de pantalón
con cada estilo depende sobre todo del corte de la prenda. Los
italianos suelen elegir una forma ajustada al cuerpo. Británicos y
estadounidenses, por el contrario, prefieren un corte holgado, a menudo
incluso con raya y vuelta. Algo excéntricos pero no totalmente
descabellados resultan los chinos con trabillas laterales ajustables,
cintura alta o botones para unos tirantes.
(Izquierda) Un polo de manga larga con camisa de rayas ofrece una buena
imagen informal, pero combinada con chinos sigue resultando poco
«urbana».
(Derecha) El clásico atemporal de Estados Unidos: camisa de cuello
abotonado, blazer marinero y chinos. Con zapatos, corbata y un chaleco de
punto se logra una imagen totalmente distinta.
Pantalones cortos
Algunos expertos en estilo no dudarían en hacer desaparecer los
pantalones cortos del paisaje urbano y desterrarlos a la playa. Y tienen
razón. Cuesta tomar en serio a un hombre adulto en pantalones cortos.
Y es que esta prenda fue de uso exclusivo de los niños durante mucho
tiempo. Además, muestra más de la pierna de lo que uno suele querer
ver. Los pantalones cortos dirigen la mirada a los calcetines y los
zapatos, que cobran excesivo protagonismo al final de la pierna. Y el
código indumentario no deja de repetir año tras año que esta prenda no
es adecuada para la ciudad. Si bien todo ello es correcto, también se
pueden ver las cosas de otra manera.
Las prendas en sí no tienen por qué ser feas o carecer de estilo. El
problema radica más bien en que las lleva quien no debe, en momentos
poco adecuados y en el lugar menos indicado. Las chanclas resultan
ideales para andar por el recinto de la piscina, pero no como calzado
de a diario. De igual modo, se pueden llevar pantalones cortos cuando
el tiempo, el entorno, la ocasión, la edad y la figura así lo permiten. En
ese sentido, lo más difícil de definir es la edad y la figura adecuadas.
Algunos septuagenarios deportistas se ven estupendos en shorts
montando en bicicleta, y hay treintañeros blancos como la nieve que
deberían mirarse al espejo antes de salir a la calle con ellos. En cuanto
al entorno, la sociedad es cada vez más tolerante. Para tomar una copa
informal en un local urbano por la tarde, los pantalones cortos están
bien; para ir de museos, no tanto.
Los pantalones cortos también se denominan a veces shorts. Existen
malentendidos habituales, como el que afirma que los pantalones cortos
pueden ser casi de cualquier largo. Eso es falso: deben llegar por lo
menos hasta la mitad del muslo, y eso solo en el caso de caballeros de
baja estatura, porque esa es la longitud que más favorece a su figura. En
el caso de los hombres altos, deberán llegarles al menos hasta cerca de
la rodilla. Eso sí, no deben taparla, y en ningún caso llegar hasta la
pantorrilla.

(Izquierda) Shorts de cuadros para golf y deportes con tabla.


(Derecha) Pantalón corto caqui: el clásico.

(Izquierda) Shorts cargo verde oliva para aventureros.


(Derecha) Imprescindible en verano: el azul oscuro.

No te olvides el bañador
LO QUE LLEVAMOS EN EL AGUA DICE MUCHO MÁS DE
NOSOTROS DE LO QUE CREEMOS.

La moda de baño es una de las más descuidadas de los


guardarropas. Sin embargo, las prendas que escogemos para
ponernos cuando vamos a la playa o a la piscina revelan mucho
de nuestra personalidad. La principal cuestión que se plantea es
la elección entre un bañador de slip o en forma de short. En el
segundo caso, el largo y el tiro dirán mucho de la edad, real o
deseada, de quien lo lleve. El slip es la versión más pequeña
del bañador, aunque el exponente mínimo y de peor gusto es el
tanga. Los bañadores en forma de pantalón de boxeo son los
más favorecedores. Cuando se va de viaje hay que tener en
cuenta que en algunos países el slip no se considera suficiente
como prenda de baño. Por eso, antes de hacer las maletas, es
conveniente informarse de las costumbres locales. También hay
que tener en cuenta que los slips quizá puedan ser aceptables
para nadar, pero nunca lo serán para ir a dar una vuelta por el
paseo marítimo. Los shorts de baño que llegan justo hasta por
encima de la rodilla suelen ser tolerados en todas partes, por lo
que siempre son la apuesta más segura para ir tanto a la piscina
como a la playa.
La camiseta

Para unos, la camiseta es una prenda de ropa interior. Para otros, la


pieza más versátil de la historia y un mito de la moda moderna. Desde
un punto de vista objetivo, hay que decir que la camiseta nació con
vocación de muda, pero en la década de 1960 mutó de inocente prenda
interior de algodón en el complemento más significativo del uniforme
de protesta de los hippies, expresión de libertad e individualidad. Hoy
en día muchos hombres se siguen sirviendo de ella como ropa interior,
pero en verano la consideran otra prenda imprescindible de su
vestuario.
Debido a sus orígenes como ropa interior, la camiseta no existe para
el código indumentario. Por tanto, no se puede contestar a la pregunta
de si con un traje estaría permitido llevar camiseta en lugar de camisa.
Dicho de otra manera: para trabajar en un banco no se puede combinar
una camiseta con un traje; para salir por la noche, sí. Cuestión aparte es
la valoración que merece tal conjunto. La moda a veces permite esta
combinación, a veces no. Por tanto, no hay una respuesta objetiva. Un
hombre estilizado de tórax musculoso seguramente tendrá un buen
aspecto en camiseta y traje, y a quien tenga barriga le favorecerá más
una camisa.
Pero hay que plantearse otra cuestión. ¿Puede asomar una camiseta
blanca por el escote de la camisa algo desabrochada? Si se considera
que la prenda es parte de la ropa interior, no. Los fans de la camiseta
tendrán que escoger una con cuello en V.
El polo

La moda masculina, a pesar de la gran cantidad de tendencias que van y


vienen, dispone de un limitado repertorio de formas y colores, que aun
así permite cierta variedad de posibilidades de expresión. En el ámbito
formal y como complemento del traje, existe la camisa con diversas
variantes en ciertos detalles, pero ninguna auténtica alternativa. Con un
traje oscuro únicamente se puede llevar camisa. En el ámbito de la
ropa informal el espectro de posibilidades es casi igual de reducido, ya
que, además de la camisa de sport, solo existen el polo y su prima de
manga larga, la camiseta de rugby. Como la camiseta sencilla no tiene
cuello, se suele incluir en otras secciones diferentes del vestuario, bien
con la ropa de deporte, bien con la indumentaria de determinados
ambientes o tribus urbanas.
El cuello es lo que marca la diferencia. Eso ya hace tiempo que lo
saben los jugadores de golf. En el césped y las instalaciones del club,
el código indumentario de ese deporte establece que hay que llevar
camisa. Es decir, las camisetas no se admiten, pero sí los polos, de
manga corta o larga. Esa regla se puede aplicar también a la vida diaria
lejos del campo de golf. Las prendas sin cuello se asemejan a la ropa
interior y no enmarcan el rostro del portador. Bien es cierto que el
«marco» solo resalta la cara desde abajo, pero en general el cuello se
ve más favorecido y vestido. Y esa afirmación es más válida cuanto
mayor es la edad del portador. Por tanto, la importancia de las
camisetas de polo y de rugby como alternativa a la camisa masculina se
debe solo de forma indirecta al carácter exclusivo de los deportes para
los que fueron diseñadas en su tiempo.
La sudadera

Como la mayor parte de los clásicos de la moda de sport, también la


sudadera procede de Estados Unidos. El nombre le viene de su función
originaria, ya que la llevaban los deportistas durante los
entrenamientos. El término inglés de «sweatshirt» se popularizó en la
década de 1920, cuando nació la prenda. Hasta ese momento los
deportistas habían llevado ropa de deporte de lana. Entonces surgió la
idea de usar algodón Jersey, que siempre se había reservado a la
manufactura de la ropa interior. Primero se equipó con sudaderas a los
jugadores de béisbol, luego les siguieron otros deportes. Por su parte,
los colleges adoptaron las sudaderas como ropa de deporte para sus
equipos y, naturalmente, las ornaron con sus escudos y emblemas. A
partir de la década de 1950 esta prenda se fue convirtiendo en moda
para el tiempo libre generalmente aceptada. En Europa no se
popularizó hasta los ochenta.
La camiseta con capucha es una pariente muy cercana de la sudadera
y surgió pocos años después. La capucha y los bolsillos eran un
práctico complemento para los deportistas; por lo demás, el género y el
corte básico eran similares en las dos variantes de la moda. La imagen
del hoody, según el término inglés, no es sin embargo demasiado
positiva: muchos llevan la capucha no para evitar enfriarse después de
correr, sino para no ser reconocidos mientras se dedican a actividades
delictivas. En muchos países ha habido incluso discusiones sobre la
conveniencia de prohibir esta prenda. Pero, por otro lado, la sudadera
con capucha forma parte integrante de caras colecciones de moda de
ropa deportiva, y muchos compradores la usan de forma natural en su
tiempo libre.
Conjuntos de verano

Sandalias con calcetines, piernas blancas como la leche con pantalón


corto, chanclas en el teatro: el verano es una fuente de despropósitos
estilísticos. En cuanto suben las temperaturas, desaparecen las
inhibiciones y las vestiduras. En el sur los periódicos se llenan de
artículos que se mofan del sentido del estilo de los turistas teutones.
Pero ¿cómo se puede reír nadie si se ven desfilar por las pasarelas
modelos con calcetines de lana y sandalias de apóstol? ¿Qué se les
puede objetar a las sandalias ecológicas Birkenstock cuando las
estrellas de Hollywood y los iconos sexuales de ambos sexos se dejan
fotografiar tan tranquilos con ese calzado? ¿Está hoy en día todo
permitido?
La regla principal para los meses cálidos es: solo hay que enseñar lo
que es digno de ser enseñado. Lo cual, por supuesto, implica la rara
virtud de la autocrítica. Aquel a quien no le gusten los michelines, los
pies descuidados o las piernas impresentables no debería enseñar al
prójimo su propia barriga cervecera o unos pies con durezas en los
talones. Regla número dos: vale todo, pero no siempre. Por ejemplo,
está aceptado ir en pantalón corto a una barbacoa o de compras al
centro, pero de ninguna manera a las bodas de oro de los abuelos o a un
restaurante fino. Lo mismo se puede decir de las sandalias o las
chanclas: nadie arruga la nariz si alguien lleva los pies al aire, pero en
el ámbito profesional siguen sin estar permitidas. Y en cuanto a la
combinación de calcetines y sandalias: los calcetines solo se suelen
llevar con pantalones largos, y las sandalias solo con pantalones
cortos. Así que no olvide que el género de punto y los descapotables
para los pies no congenian. Quien no aguante las sandalias con los pies
desnudos tendrá que renunciar a los pantalones cortos.
Los apasionados de las sandalias no ​suelen apreciar los mocasines ligeros,
pero son más elegantes. Asimismo, para ir de compras a la ciudad una
camisa de cuadros fresca es mejor que una camiseta.
Es un gran error pensar que para estar más fresco cuando hace mucho calor
hay que quitarse ropa, y, además, la ciudad no es la playa. Por eso en
verano la mejor imagen la da quien lleva ropa de sport cuidada.
Chaquetas deportivas

Quien va todos los días a la oficina con americana o traje suele querer
llevar algo diferente durante el tiempo libre. Por eso existen muchos y
diversos tipos de chaquetas deportivas y cazadoras. En los últimos
años ha conocido un auge espectacular la parka con relleno de plumas.
Teniendo en cuenta el calentamiento global, es bastante sorprendente. A
lo mejor la razón para comprarla es la misma que mueve a los urbanitas
a comprarse un todoterreno. La clásica entre las chaquetas cortas es la
cazadora. Ciertamente menospreciadas pero no por ello menos
atractivas son todas las variantes de chaqueta de safari. No solo visten
más —por el hecho de ser largas—, sino que dotan de cierta autoridad
por su ligera similitud con un uniforme. Y, sobre todo, tienen muchos
bolsillos.

(Izquierda) Desde la década de 1920 las cazadoras son una prenda básica
masculina aceptada; su forma no deja de oscilar entre las líneas abombadas
y las pegadas al cuerpo.
(Centro) La ligera chaqueta acolchada es imprescindible para una estética
sloane ranger. Los modelos 100% sintéticos son los más prácticos porque se
pueden lavar.
(Derecha) Los chalecos de plumas no sientan bien a todo el mundo, pero son
una buena solución de entretiempo. ​Además, dejan más libertad de
movimiento a los brazos que las chaquetas. Por eso resultan estupendos para
trabajar al aire libre.

(Izquierda) La chaqueta de safari, más larga que la cazadora, más informal


que la americana y con muchos bolsillos, es ideal como prenda deportiva de
caballero.
(Centro) La chaqueta de campo es pariente cercana de la safari, pero en
color azul presenta un aire más urbano.
(Derecha) Los anoraks con cremallera no son adecuados para los negocios,
pero sí ideales para el tiempo libre.
(Izquierda) A pesar del calentamiento global, el plumífero está entre los
preferidos como chaqueta básica abrigada y símbolo de estatus.
(Centro) La versión larga del plumífero protege del frío hasta las rodillas.
En los días gélidos es muy agradable.
(Derecha) La chaqueta de aviador estadounidense combinada con chinos,
polo y náuticos o mocasines Penny ofrece la clásica imagen de sport
americana.
Chaquetas de cuero

Con las chaquetas de cuero sucede un poco como con fumar en pipa o
dejarse barba: casi todos los hombres lo han probado o al menos han
soñado con hacerlo alguna vez. Los que se atreven pueden no
engancharse, pero quien le toma gusto hace de ello su seña de
identidad. Sin embargo, el caballero de tendencias clásicas no suele
saber cómo integrar esta prenda en su ropero.
En un principio parece que la chaqueta de cuero no se cuenta entre
las prendas básicas de alguien que más bien prefiere la americana y el
jersey, la chaqueta encerada, la gabardina o la trenca. Pero si nos
fijamos un poco más constataremos que el cuero es capaz de encontrar
su lugar en ambientes finos. Solo hay que pensar en la cazadora de ante
italiana con cintura y puños elásticos, todo un clásico de la ropa de
sport cuidada. Exactamente igual que la zamarra de piel de borrego. El
cuero y el estilo clásico no son excluyentes.
El cuero aún evoca viajes, aventuras, velocidad, y emana un aire
varonil. Ese carácter tiene que ver con que la indumentaria de jinetes y
cocheros, y posteriormente la de sus sucesores, motoristas y aviadores,
se hacía de cuero. Y es que, antes de que existieran los tejidos
impermeables, el cuero era el único material que protegía un poco de la
lluvia. Pero precisamente el espíritu aventurero asociado con la piel
dificulta su entrada en determinados círculos; blazer y chaqueta de
tweed siguen dando una imagen más seria, pero ni de lejos tan atractiva
y dura.
Las posibilidades de conjuntarla son muy variadas; la elección
depende del estilo. La cazadora de napa negra con pantalones cargo y
botas de trabajador es adecuada tanto para salir por la noche como
para desayunar el domingo en un café. También hay posibilidades para
los que no se preocupan de estar siempre a la última. El conjunto de
cazadora de aviador marrón con cuello de piel, chinos y mocasines
Penny de fino cuero de caballo ofrece una genuina imagen estilo Ivy
League, aceptada incluso en algunos sectores profesionales. Asimismo,
la chaqueta camisera de ante que se puede llevar sobre una camisa con
corbata y un chaleco de punto constituye una buena alternativa a la
americana.

La chaqueta de cuero liso hasta la cadera tiene un encantador aire


setentero.
La combinación de chaqueta de cuero y vaqueros es la preferida de muchos
hombres que no son de americana o traje. Asimismo, el fin de semana
muchos oficinistas se refugian en este estilo.
Cuestión de cabeza

Sombreros y gorras han experimentado un renovado auge en los últimos


años, aunque no tanto en el ámbito formal; es más bien la gente joven y
moderna la que se vuelve a cubrir la cabeza. Apenas hay un sombrero
clásico de fieltro que, aunque brevemente, no haya vivido un
renacimiento; por ejemplo, el Fedora, el Homburg, el Porkpie, el
sombrero de tweed o el bombín. La tendencia más duradera parece ser
la del redescubrimiento del Trilby. Pero la forma más extendida hoy de
ese sombrero de caballero de ala más bien estrecha está emparentada
solo de manera lejana con el Trilby tostado de marcas tradicionales
londinenses como Lock & Co. o Christy’s. El Trilby de última moda
viene en diversos tonos, a menudo con una contrastada banda, y se usa
menos como complemento al traje y el abrigo que para lograr una
imagen informal cuidada. Los sombreros en todas sus variantes abrigan
la cabeza en invierno y protegen tanto de la lluvia como del sol. Eso sí,
tienen el inconveniente de que ocupan mucho espacio en el armario.
Quizás por esa razón las gorras estén incluso ganándoles terreno.

(Izquierda) En la década de 1970 el sombrero de sport plegable fue un


clásico unisex. Hoy en día la gente joven lo vuelve a llevar.
(Derecha) Quien ya es mayor para usar gorra de béisbol la prefiere de
paño. Es ideal para chicos crecidos y da estilo.

(Izquierda) La gorra de piel de aviador calienta hoy las orejas de muchos


jóvenes europeos a la moda.
(Derecha) El béisbol no es un deporte global, pero la típica gorra se lleva en
todo el planeta.
(Izquierda) Antaño llevaban Trilby marrón hombres con cierta autoridad.
Hoy en día los jóvenes lo combinan con vaqueros y chaquetas de punto.
(Derecha) La boina vasca ha pasado de ser característica de artistas,
intelectuales y profesores a complementar una imagen de nerd.

(Izquierda) La gorra de punto resulta a un tiempo moderna y rústica. Es


deportiva, varonil y práctica, pero jamás demasiado burguesa.
(Derecha) El sombrero de lana arrugado abriga mucho en invierno y es más
elegante que una gorra de punto, y se guarda igual de bien en el armario.
El punto

EL GÉNERO También para el punto rige la regla dorada de


escoger solo tejidos naturales, es decir, lana, cachemir o
1 algodón. Se puede hacer una excepción cuando la proporción
de fibra sintética es reducida. Por ejemplo, un 20% de licra
suele evitar que los jerséis se den de sí, pero por lo demás
para nada se nota el tejido artificial, a no ser que se sea uno de
esos maniáticos a los que solo con pensar en el nailon se les pone la
piel de gallina. Pero en ese caso se trata más de una sensación personal
que de una percepción objetiva, ya que incluso profesionales de la
industria textil son incapaces de notar la diferencia.

SUGERENCIA En el punto aparecen bolitas cuando de la hebra


principal salen cabos cortos (es decir, cuando el género es barato), que
acaban formando nódulos afieltrados. Cuando una prenda está tejida
con varias hebras largas torcidas ese problema no aparece. Pero ese
tipo de tejido es más caro, así que para tener menos bolitas hay que
pagar más.

CORTE Y FORMA Existen muchísimos modelos de prendas


de punto. Los que se pueden poner con una camisa o un polo
2 resultan, en general, algo más formales. Por ejemplo, el jersey
de cuello en V es el clásico para dar una imagen informal
cuidada. Los jerséis que no combinan con camisas o que no las
dejan ver son tradicionalmente las variantes más deportivas e
informales. El ejemplo más típico es el jersey de cuello alto, el que
antaño se ponían pescadores y marineros para trabajar. Entre los
diversos géneros, el más deportivo es el algodón, y la lana y el
cachemir, los más finos.

SUGERENCIA Los jerséis entallados suelen ser del gusto de los


jóvenes. Los modelos anchos, por el contrario, resultan algo pasados
de moda y poco atractivos. El aspecto de un jersey depende sobre todo
de la delgadez de quien lo lleva. Si se tiene barriga o michelines no
conviene ponerse modelos ajustados.

CALIDAD-PRECIO La compra de prendas de punto es


siempre delicada: a pesar de la regla general, incluso al mejor
3 jersey de cachemir le pueden salir bolitas al cabo de un par de
semanas. Y por el contrario, algunos jerséis baratos se
conservan muy bien a pesar del tiempo. También puede
suceder que una prenda de punto económica enseguida se dé
de sí, se deforme y quede inservible. ¿Qué hacer entonces?
Especialmente en una prenda como el jersey es importante
considerar la relación calidad-precio. Si un jersey de 20 euros aguanta
un año en buen estado, entonces, con la misma frecuencia de puestas,
uno de 200 debería durarnos diez años. Por supuesto, eso es mucho
pedir, porque incluso el punto de mejor calidad se estropea tras un
período de entre tres y cinco años. Por tanto, desde una perspectiva
estrictamente económica sería más rentable escoger prendas de la
categoría de precios más baja, teniendo en cuenta además que muchos
jerséis se dejan de poner antes de tiempo por causa de manchas o
agujeros de quemaduras o polillas. Las piezas caras solo merecen la
pena cuando se cuidan un poco. Pero ni siquiera los mejores cuidados
protegen la ropa de un vaso de vino tinto que se derrama o de la chispa
ardiente de un cigarro.

SUGERENCIA Como sucede con los trajes, hay que comprar prendas
económicas (eso sí, más a menudo), o bien de la mejor calidad. En este
último caso, si una pieza sale mala, un comerciante serio reclamará a
sus proveedores.

(Izquierda)Cuello alto, cuello caliente.


(Derecha) El favorito de los hombres: troyer con ​cremallera.
(Izquierda) Cuello cruzado: ideal con bufanda.
(Derecha) Cuello en V: abierto a combinaciones.
Fibras funcionales
Es increíble, pero cuando un hombre se compra calcetines mira con ojo
crítico hasta la mínima proporción de fibra sintética. Sorprende lo
enraizado que está el miedo a notar alguna sensación desagradable
debida a los materiales artificiales al ponerse la prenda. Tal temor
tiene que ver con las primeras y desde luego no demasiado
satisfactorias experiencias, en las décadas de 1960 y 1970: la ropa de
tejidos sintéticos hacía sudar mucho, picaba o bien tenía un tacto
desagradable. Quien no haya vivido esa época la conocerá de haber
oído comentarios en casa. La fibra sintética se asocia a la ropa mal
hecha y a los colores de mal gusto.
Por el contrario, en las secciones de moda para el aire libre y de
ropa deportiva las fibras sintéticas tienen muy buena acogida. En ellas
se venden con la denominación de «fibras funcionales», lo que suena
más atractivo que «fibras químicas». Propiedades típicas de esas telas,
que no siempre están tejidas, son por ejemplo la impermeabilidad, la
capacidad de secarse enseguida o la elasticidad. Sin duda esos géneros
modernos tienen muy poco que ver con las prendas sintéticas del
pasado. Las prestaciones que ofrecen para aplicaciones especiales, por
ejemplo, deportes al aire libre o de agua, superan a las de los
materiales de fibras naturales. Pero hay que decir que la naturaleza
tiene materiales que no se han podido mejorar en ningún laboratorio.
Además, se puede objetar que las fibras sintéticas se fabrican en su
mayoría con materias primas no renovables. Por eso, al deportista
aficionado se le puede recomendar tranquilamente salir a correr con
camiseta y chándal de algodón.
No obstante, la industria sigue desarrollando nuevos materiales que a
veces trascienden su función especializada en el mundo de los deportes
o las condiciones climáticas extremas y llegan a la moda. A
continuación se ofrece un resumen de las principales fibras y tejidos y
sus propiedades.

La ropa moderna para ir a correr expulsa la humedad hacia fuera y protege


de la lluvia.
antimicrobiano Aplicado a un género, que impide el crecimiento de
hongos y bacterias y evita el mal olor. Con estos tejidos se suelen
hacer calcetines y ropa interior.
elastán Material que otorga elasticidad a la ropa, lo que la hace
agradable para el deporte. En Europa se usa solo para la moda
femenina. En Estados Unidos los pantalones elásticos también son
muy apreciados por los hombres.
fibras huecas Que contienen aire: los tejidos de esas fibras son
ligeros y aislantes.
material no tejido Término que engloba los géneros cuyas hebras
están pegadas.
membrana Capa finísima de tela sintética impermeable que se
coloca entre el tejido exterior y el forro.
microencapsulación Técnica mediante la cual se integran líquidos en
un tejido, por ejemplo, aromas.
microfibras Fibras sintéticas muy finas (hasta cien veces más que el
cabello humano), suaves y ligeras, que repelen la humedad.
neopreno Caucho sintético de cloropreno para ropa para deportes
acuáticos.
poliacrílicos Géneros con pelo, elásticos y suaves, como la piel y el
vellón artificiales.
poliamidas Fibras que dan firmeza a otras. Lo son el nailon, el
perlón y el nyltest.
poliéster Se mezcla con otras fibras, como algodón, trevira, dacrón o
diolen, para darles firmeza.
poliuretano Fibras que aportan elasticidad, por ejemplo, la licra.
Ripstop Evita que los desgarros de la ropa se agranden.
Stretch «Estirar» en inglés. El término engloba ciertas fibras
elásticas que se mezclan a veces con tejidos naturales.
tecno-naturales Mezclas en que las propiedades de los géneros
naturales se mejoran añadiendo fibras sintéticas.
transpirable El tejido que lo es permite la salida de la humedad, es
decir, el sudor.
OFRECER UN BUEN ASPECTO EN EL TRABAJO Y EL
OCIO NO CUESTA MUCHO.

Qué necesitamos
Imagínese que toda su ropa desapareciera de repente. Para muchos esa
sería una visión espantosa; para las personas que lo pierden todo como
consecuencia de una guerra o una catástrofe natural, la triste realidad.
El caso es que quien vive en la abundancia bien puede imaginarse por
una vez cómo sería el hecho de no poder recurrir a un armario lleno a
rebosar.
Lo que yo considero un equipamiento básico son esas prendas que
nos compraríamos enseguida en caso de perderlo todo. Es decir, la
ropa que según nuestra experiencia necesitamos de verdad. En muchos
casos el armario contiene trajes, americanas, pantalones y camisas que
nunca nos ponemos y que no hacen más que ocupar sitio.
El ropero básico depende mucho de la profesión de cada cual. Un
instructor que se dedique a impartir cursos de formación para
directivos vestirá sobre todo de traje. Pero si está de viaje, en busca de
clientes o manteniendo entrevistas previas, quizás se decantará más
bien por una combinación de blazer y pantalón de vestir. En un caso
así, además de varios trajes también tendrá que tener un par de blazers
en el armario.
En principio conviene diferenciar entre la ropa para el trabajo y para
la vida privada. Según la profesión, se necesitarán de tres a cinco
trajes, y para el ocio, tres vaqueros, tres chinos y quizás dos pantalones
de pana. Y quien no necesite ir «muy vestido» al trabajo se apañará con
un traje en el armario reservado para las ocasiones especiales. De
modo que, antes de proceder a la planificación del vestuario, hay que
atender a las necesidades propias. En el caso de ir normalmente de
traje, compre en lo posible conjuntos de calidad: no solo pasará mucho
tiempo vestido con ellos, sino que además serán para usted una especie
de tarjeta de presentación.
Las camisas son parte fundamental del vestuario básico, ya que suelen ser la
prenda que más se cambia. Con ellas no debemos renunciar a la calidad.
Correcta elección de la ropa para el trabajo

Merece la pena planificar y ordenar el ropero. Quien clasifica la ropa a


menudo y compra con sistema reduce las prendas a lo imprescindible,
lo que ahorra espacio y simplifica la elección de la indumentaria a la
hora de vestirse. Con el tiempo no tendrá que desechar ni retirar nada,
porque cada prenda tendrá su función.
Quien acude a la oficina en traje, por lo general guarda la
indumentaria para el trabajo aparte o, al menos, separada de la del
tiempo libre. Tal costumbre tiene sentido, ya que la ropa apropiada
para ir, por ejemplo, a un banco o a una empresa de seguros se escoge
según criterios diferentes a los que se aplican a la de la vida privada.
El atuendo que llevamos en el trabajo revela de dónde venimos y
también hacia dónde queremos ir. Por supuesto, la indumentaria
también se puede elegir para interpretar hasta cierto punto un papel.
Pero lo mejor es intentar ser uno mismo. Eso sí, apuntando siempre al
futuro. El traje, la corbata y los zapatos deben transmitir que su
portador se ha ganado la posición que disfruta. O que, al menos, lo
desea.

Es además recomendable que la ropa del trabajo transmita que su


portador es competente y tiene soberanía y mundo. En caso contrario,
colegas y clientes podrían sacar conclusiones negativas de una corbata
mal escogida, extrapolando que, quien ni siquiera es capaz de elegir la
corbata adecuada para una camisa, quizás tampoco sea competente en
su trabajo.
Los que disfrutan llevando traje cada día seguramente ya en sus años
de juventud sabían apreciar el placer de acudir a la oficina con un traje
de chaqueta recta o cruzada de buen paño. Por desgracia, tarde o
temprano el entusiasmo suele decrecer. En ese caso, un ropero bien
surtido ahorra tener que romperse la cabeza para escoger la
combinación adecuada, e incluso ayuda a recuperar el gusto por
cultivar una buena imagen.

fase. Establecer las bases. Concentrarse en lo esencial. Lo


mejor es lo que está probado que es bueno. Eso significa
1a también que no hay que dejarse tentar por compras
espontáneas en las rebajas, sino seguir siempre el plan.

fase. Ampliar y completar. Una vez establecidas las bases, se


debe empezar a rellenar huecos. Ahora se pueden adquirir
2a prendas más atrevidas que determinarán el estilo de cada cual.

fase. Complementos puntuales. Es el momento de dar


un respiro al presupuesto. Las inversiones ya se han
3a hecho, solo queda conservar, cuidar y completar.
Raras veces serán necesarias grandes compras. Por lo
general se cambian piezas menores.
(Izquierda) Básico en la oficina y de noche: el traje azul oscuro.
(Derecha) Azul con rayas finas: obligado en la segunda fase.
(Izquierda) Traje con chaleco: adecuado también para jóvenes.
(Derecha) Informal de negocios: la americana (todos: Scabal).
Estilo de negocios: indumentaria básica

Para empezar en la vida profesional no hacen falta muchas prendas. Sobre


todo cuando el presupuesto es limitado, hay que atender a la calidad. Al
principio basta con disponer de dos trajes, unas cuantas camisas y corbatas,
un par de zapatos negros de cordones (a ser posible con cosido Goodyear) y
uno o dos abrigos. Si se cuidan bien, esas piezas durarán mucho.
(Izquierda) Un traje de líneas suaves en un tono medio de gris es ideal para
la oficina. La combinación de camisa azul claro, corbata de seda azul
oscuro y zapatos marrones de ante delata un estilo marcadamente italiano.
Con unos zapatos negros, este conjunto se puede llevar incluso por la noche.
(Derecha) El traje azul con camisa blanca y corbata discreta es la elección
perfecta para acudir a reuniones de negocios durante el día o lograr un
aspecto formal por la noche. Se debe combinar con ​zapatos negros. Un
modelo con doble hebilla sería la opción más osada.
(Izquierda) Imagen de negocios en Estados Unidos: traje de chaqueta recta
con abotonadura doble en paño de lana torcida de alta calidad, camisa de
rayas clásica y corbata en un tono claro, por ejemplo, rojo. Como nota
deportiva y expresión de informalidad estadounidense, se pueden calzar
mocasines Penny cosidos a mano, naturalmente, made in USA.
(Derecha) Los banqueros londinenses siguen llevando trajes azul oscuro con
llamativas rayas, a menudo de chaqueta cruzada, que combinan con corbata
azul marino de motas (en caso de no poder lucir la corbata de un regimiento
o un club). Los zapatos suelen ser unos sencillos Oxford.
(Izquierda) El blazer recto o cruzado es idóneo para reuniones de negocios
no demasiado formales. Una americana azul combinada con pantalón de
algodón, camisa discreta, corbata sobria y mocasines Penny es un típico
atuendo informal para la oficina.
(Derecha) La variante otoñal de la combinación blazer-chino podría ser:
blazer sin forro de paño de lana algo pesado, pantalón de tela cruzada recia,
camisa de cuadros y corbata de lana gruesa. Cuando la ocasión lo permita,
se podrán llevar mocasines de color marrón. No son los más idóneos para
los negocios, pero sí los que mejor quedan.
(Izquierda) El blazer no puede sustituir al traje y, sin embargo, está
permitido para eventos formales o por la noche. Debe combinarse con
camisa blanca, pantalón gris de paño de lana (en verano, de estambre; en
invierno, de franela), corbata sobria y zapatos negros.
(Derecha) Estilo para una reunión sin formalidades o para la oficina en
verano si no hay citas importantes: americana fresca de cuadros de fino
estambre, pantalones claros de algodón, camisa de rayas, corbata burdeos
de punto de seda y, como contrapeso a lo deportivo del estilo, clásicos
zapatos de cordones Oxford.
Estilo informal cuidado: indumentaria
básica

(Izquierda) Americana de tweed: prenda básica impres​cindible, más


importante que el traje.
(Derecha) Blazer o americana azul: característicos del estilo preppy.
(Izquierda) Lana gris: imprescindible para una estética cuidada.
(Centro) Pantalón de pana: el clásico informal por excelencia.
(Derecha) Pantalón de molesquina: un chino de invierno.

(Izquierda) Mocasines Penny negros: informales para el domingo y la


oficina.
(Derecha) Penny Loafer: los mocasines con un encanto juvenil.
(Izquierda) Una camisa siempre es más elegante que cualquier camiseta
fina.
(Derecha) Una chaqueta ligera acolchada es ideal para entretiempo.
(Izquierda) Elegante y funcional: la chaqueta de campo impermeable.
(Centro) Botines de ante Chukka: robustos y con clase.
(Derecha) Zapatos de ante con cordones: muy versátiles para estilos
informales con clase.
Abrigos
(Izquierda) El austríaco verde se lleva tanto en Milán y París como en
Múnich o Viena.
(Derecha)El abrigo covert-coat es la prenda favorita de los anglófilos.

(Izquierda) El slipon recto con manga raglán de algodón es la alternativa


civil a la gabardina.
(Derecha) La chaqueta de campo se incluye entre los abrigos por su línea
larga. Es más impermeable y caliente que su pariente encerada de algodón.
Además, el paño de tweed tiene una elegancia más urbana.
«Casual»
QUIEN SABE ESCOGER LOS COLORES Y ENTIENDE
DE PROPORCIONES SACA MÁS PARTIDO DE SÍ
MISMO.

Tener buen aspecto


Los colores de la ropa determinan nuestra imagen. Por ejemplo, un
hombre rubio y pálido puede verse poco favorecido con un traje de
verano de color beis y camisa blanca. También es fundamental
combinar bien los colores y elegir los dibujos más adecuados para
cada ocasión. Pero eso no es nada nuevo. Lo que no es tan sabido es
que, asimismo, las proporciones deciden sobre la impresión que
ofrecemos con nuestra indumentaria. La imagen que damos (si tenemos
un aspecto achaparrado, gordo, delgado, joven, viejo, elegante o sin
gracia) depende en gran medida de nuestro arte de saber subrayar
nuestras virtudes y disimular nuestros defectos mediante la
indumentaria. Un traje de confección en serie puede tener unas
proporciones perfectas, pero una vez puesto puede no favorecer las
líneas de la figura de quien lo lleva.
Los sastres son maestros del arte de las proporciones. También los
diseñadores suelen entender de la cuestión, pero solo optimizan las
tallas de confección estándar, sin atender a las medidas de una persona
en particular. El sastre que trabaja a medida no hace otra cosa que
adaptar más o menos los mismos modelos a la forma corporal de cada
cliente para lograr los mejores resultados posibles. Una chaqueta
cruzada de la talla 48 debe sentar bien a hombres de mediana estatura
con un contorno de pecho de 96 centímetros, tengan los brazos más o
menos largos, mucha o poca cadera y la espalda curvada hacia delante
o arqueada hacia atrás. Un buen sastre adapta la chaqueta cruzada a
todas esas particularidades.
Pero no por dominar las proporciones se pueden hacer milagros. Ni
el mejor sastre del mundo puede convertir a un hombre pequeño y
chaparro en uno esbelto y alto. Lo que sí logrará un maestro de las
proporciones será dar la impresión de que un hombre regordete tiene
algo de talle, el pecho ancho y unas piernas relativamente delgadas.
Quien conozca las leyes básicas de la proporción podrá evitar muchos
errores a la hora de comprar prendas de confección en serie.
Hablar de colores es casi tan difícil como hablar de sentimientos, ya que
cada cual los percibe de forma distinta. Por eso son imprescindibles las
muestras de color.
Figura y número áureo

El número áureo es una división ideal de una recta en dos segmentos


que ya en la Antigüedad se consideraba en la construcción de edificios
y en las artes aplicadas. Los templos griegos le deben su arquitectura
considerada perfecta. Dos segmentos mantienen entre ellos la
proporción del número áureo cuando el más corto tiene la misma
relación con el grande que el grande con la suma de ambos.
Esa relación puede aplicarse también de forma simplificada a la
figura humana. Para cada estatura hay unas líneas individuales óptimas
de división (vertical y horizontal). En general, todos los cuerpos se
pueden dividir de forma armónica según esas líneas, que nos orientan
sobre cómo sientan las prendas.
Para encontrar tales líneas divisorias, el cuerpo masculino se
secciona en vertical en 8 partes iguales. La cabeza debe medir 1/8 de la
longitud total del cuerpo. Según el número áureo, el centro armónico
del cuerpo se encontraría a 5/8 de su altura total.
Ejemplo concreto: longitud del cuerpo = 176 cm. 176 cm : 8 = 22
cm. La división armónica según el número áureo sería la de la relación
5/8 a 3/8 (5/8 = 110 cm, 3/8 = 66 cm). La mitad armónica del cuerpo
estaría por tanto a 5/8 = 110 cm.
Las líneas divisorias calculadas se fijan a veces en relación con
determinadas partes del cuerpo, por ejemplo, los pezones, el cóccix o
las rodillas. Las americanas clásicas, las chaquetas de traje o los
blazers deben abotonarse en el centro óptico del cuerpo. Los largos
armónicos de las diversas prendas se deducen de las líneas divisorias
horizontales. Muchos sastres y diseñadores aplican estos
conocimientos en su trabajo.
Tipos de figura

La confección en serie suele sentar muy bien cuando las medidas de la


persona se ajustan a las de las prendas. Por desgracia, eso ocurre pocas
veces. Lo más normal son las desviaciones de la norma, que pueden
causar problemas de diversa índole. Pero para solucionarlos no es
necesario acudir directamente al sastre a medida: acostumbra a ser
suficiente con aprovechar un par de trucos ópticos.

ACENTUAR Y SUBRAYAR LAS LÍNEAS


Las líneas horizontales achatan; las verticales, alargan. Por eso la raya
diplomática favorece a los caballeros fuertes. Superficie igual a
volumen igual a peso: una barriga pronunciada parece más pequeña
cuando la corbata parte en dos la pechera de la camisa.

HOMBRES PEQUEÑOS
La ropa puede pecar un poco de estrecha y corta para acentuar así la
verticalidad. Las perneras deben separarse ópticamente. La
abotonadura y el cran de la solapa se suben ligeramente. Los hombros y
el talle se acentúan.

HOMBRES GRANDES
La ropa puede ser más holgada. Se deben acentuar las líneas
horizontales. Hay que interrumpir las superficies grandes.

ADEMÁS
Hay que considerar la relación de la cabeza con la anchura de los
hombros y adaptar a la forma de la barriga el corte del pantalón. Se
debe jugar con el «peso» de los colores claros y oscuros para
compensar unas piernas cortas o un tórax largo.

(Izquierda) Barriga prominente: la americana debe ser más larga por


delante.
(centro izquierda) Figura muy erguida: la americana debe ser más larga
por delante que por detrás.
(centro derecha) Hombros caídos: chaqueta más larga por la ​espalda
para que no cuelgue por delante.
(Derecha) Figura atlética: es problemática porque la anchura de hombros
no se corresponde con la de las caderas.
Cómo combinar colores y dibujos
Los alemanes adoran las reglas. Puede que sea un cliché, pero es
cierto. En mis conferencias, por ejemplo, me preguntan siempre lo que
está permitido y lo que no, también en lo referente a colores y dibujos.
En particular los hombres buscan respuestas claras a cuestiones
difíciles como, por ejemplo, si se puede llevar una corbata verde
botella con un traje azul oscuro. Otros desean saber si este o aquel
color combinan en general con otro. Lo que les interesa son
instrucciones unívocas. En otros países la actitud es diferente. Por
ejemplo, después de una conferencia que di en los Países Bajos sobre
las principales reglas de la imagen del caballero solo recibí un
educado aplauso. En Alemania, por el contrario, tuve mucho más éxito,
y al finalizar hubo una ronda de preguntas. También a los británicos y
los italianos les interesan otros temas. Consideran las reglas aburridas.
Y, sin embargo, hay que decir que las normas ayudan al hombre poco
interesado por la moda que se ve obligado a apañárselas en un mundo
que le resulta ajeno.
CÍRCULO CROMÁTICO Y COMBINACIONES DE COLORES
Quizás la mayoría de los adultos se acuerden del círculo cromático que
había en la clase de dibujo de la escuela. Aquí también vamos a hablar
de él, porque a pocos hombres se les ocurre que les puede ser muy útil
a la hora de combinar colores. Sobre todo a aquellos que se sienten
inseguros en cuestiones de moda.
Si miramos con atención el círculo cromático, nos daremos cuenta de
dos cosas. La primera es que entre los tres colores básicos (rojo,
amarillo y azul) hay unas zonas de transición fluida en las que los tonos
se diluyen con los más cercanos. La segunda, que hay un número
infinito de parejas de colores complementarios, todas ellas bellas, que
nos pueden ayudar a escoger combinaciones cromáticas adecuadas.
COMBINACIONES CROMÁTICAS ARMÓNICAS
La opción menos osada, pero sin duda la más segura, es optar por las
combinaciones de colores emparentados. Por ejemplo, con el traje
oscuro se pueden combinar siempre los tonos azules más próximos. En
la práctica ello significa que con un traje azul oscuro se pueden llevar
perfectamente una camisa azul claro y una corbata violeta. Y que con
una americana de pana marrón quedan estupendos unos pantalones de
color beis.
COMBINACIONES DE COLORES COMPLEMENTARIOS
Quien observe los colores opuestos del círculo cromático descubrirá
gran cantidad de combinaciones habituales en los armarios, por
ejemplo, en las rayas de las corbatas, camisas o bufandas, o en las
grecas de muchos jerséis. En todas partes verá combinaciones
armónicas de colores y comprenderá por qué los diseñadores crean
corbatas azules y naranjas, o verdes y rojas.
¿QUÉ SUCEDE CON EL GRIS Y EL MARRÓN?
En el círculo cromático no hay marrón ni gris; en la moda, sí. Y quien
desee combinarlos tendrá que fijarse en los colores que los componen.
Por ejemplo, el marrón está formado por rojo, naranja y violeta; el gris
tiene azul y, a veces, lila. Esos colores dan pie a su vez a otras
combinaciones cromáticas. Por lo demás, el marrón y el gris armonizan
estupendamente con el azul marino y el verde botella.
Principales mundos cromáticos
ESTILO CAMPESTRE
Deben dominar los tonos tierra y vegetales, es decir, marrón, óxido y
todos los tonos de verde, como musgo, pino o hierba. Pero también son
tonos vegetales el amarillo trigo, el lila, el rojo amapola y el amarillo
girasol. Es un error habitual evitar los colores «de verdad» y limitarse
al marrón y el verde. Quien hace eso acaba pareciendo un cazador. No
hay nada que objetar a la indumentaria de los cazadores, pero lo cierto
es que en realidad tiene una razón de ser muy clara. El urbanita que va
al campo no tiene por qué vestirse así. En el estilo campero son tabú el
gris y el negro; el azul oscuro se puede llevar con discreción y solo
combinado con los otros colores, por ejemplo, blazer azul marino con
pantalones mostaza y zapatos tostados. (fotografía inferior izquierda)
ESTILO DE LOS NEGOCIOS
Los colores de los negocios son el gris, el negro y el azul oscuro.
Grises deben ser los trajes, nunca las camisas. El azul oscuro se
reserva también para los paños de los trajes y las corbatas. Las
camisas solo pueden ser de un azul claro. El negro es para los zapatos y
los calcetines, jamás para el traje ni la camisa. Aunque los diseñadores
adoran los trajes negros, no se les ha perdido nada en la oficina (a
menos que se trate de la oficina de una funeraria). El marrón es tabú en
todas sus variantes, y ello incluso al sur de los Alpes, a pesar de que
está muy extendida la creencia de que los zapatos marrones con traje
oscuro son algo típicamente italiano. Las corbatas pueden presentar un
colorido más vivo, pero, cuanto más alto el puesto del portador en la
compañía, más discretas tendrán que ser. (fotografía inferior derecha)
ESTILO PREPPY
Hasta hace poco el estilo preppy era más bien marginal, pero hoy en
día se ha extendido mucho. Se trata de la estética de los colleges
americanos, que desde 1930 ofrecen invariable firmas estadounidenses
como Brooks Brothers. Típicos del mundo preppy son los colores
claros y luminosos combinados con otros más discretos como el caqui,
el gris tostado, el arena o el blanco. También son característicos todos
los tonos de azul, desde el claro de las camisas oxford y los trajes
seerzucker hasta el azul marino de los blazers, así como el marrón en
todas sus variantes. El estilo preppy mezcla los colores con audacia.
Combinaciones características son las de amarillo y verde, rojo y azul,
y naranja y azul claro. (fotografía inferior derecha) POR LA NOCHE
Desde que en el siglo XIX el legendario dandi Beau Brummel
instaurara el negro como color nocturno para los caballeros para que
las tonalidades de los vestidos de las damas brillasen aún más, el
guardarropa vespertino masculino vive del contraste del blanco y el
negro. Eso se puede decir tanto del frac como del esmoquin. Todos los
intentos de introducir pajaritas o camisas coloridas han fracasado. El
color se luce en pequeñas dosis, por ejemplo, en los forros, en los
calcetines o en el pañuelo de la solapa. Los alérgicos al esmoquin
acuden al traje negro y lo combinan con una camisa blanca. Ese
conjunto se puede llevar con la camisa abierta o con corbata negra. Los
puristas echarán de menos el azul media noche, considerado el
auténtico color del esmoquin. Pero se trata de un tono que debe parecer
más negro que el negro y confirma la máxima de que es el color de la
elegancia nocturna. (fotografía inferior izquierda)
Cómo combinar la corbata

Muchos hombres tienen dificultades a la hora de escoger la corbata más


adecuada al resto de la vestimenta, es decir, al traje y la camisa. Y, sin
embargo, existen un par de normas muy simples que permitirán a
cualquiera combinar colores y dibujos. Quien las conozca nunca más se
verá desorientado con cuatro corbatas en la mano ante el armario
ropero, sino que seguro de sí mismo elegirá la que mejor les vaya al
traje y la camisa.

De más a menos. Cuanto más grande y cara es una prenda,


menos unidades se tienen en el armario. Por eso, por donde
1 hay que empezar siempre es por escoger el traje. Supongamos
que se decanta, por ejemplo, por uno gris oscuro. Extiéndalo
en la cama.
Lo siguiente será la camisa. ¿Qué le va a ese traje? Una camisa azul
claro, blanca, rosa, de rayas azules o de cuadros sobre fondo blanco.
Se decide por la camisa azul claro. Colóquela encima del traje.
Ahora la corbata (o la pajarita). ¿Qué combina bien con gris oscuro
(traje) y azul claro (camisa)? Pues casi todo: burdeos, rosa, amarillo,
verde rana, casi cualquier tipo de raya y también los dibujos pequeños.
Elija lo que más le apetezca y coloque la corbata junto al traje y la
camisa. Sin grandes complicaciones, ya tiene una combinación
perfectamente conjuntada de traje, camisa y corbata.

Dibujos con prendas lisas, dibujos pequeños con dibujos grandes. En


el escaparate de la tienda todo tiene siempre un aspecto perfecto: traje
de cuadros, camisa rayada, corbata de rombos. Pero cuando uno
compra una pieza del conjunto y la intenta combinar con lo que
2 tiene en casa, es otra cuestión. Sin embargo, para lograr la
armonía solo hay que tener en cuenta dos principios:

PRENDAS CON DIBUJOS CON PRENDAS LISAS


Pongamos un sencillo ejemplo para explicar este principio. Usted ha
escogido un traje de raya diplomática azul, es decir, una prenda con
dibujo. Por eso después tendrá que dar prioridad a una prenda lisa, en
este caso una camisa de color azul claro. Como el traje domina el
conjunto, escogerá también una corbata lisa, por ejemplo, en un tono
claro de rojo. Seguro que ha visto esta combinación miles de veces.
Ahora ya sabe a qué criterios responde y, sobre todo, por qué queda tan
bien.

DIBUJOS PEQUEÑOS CON DIBUJOS GRANDES


Observamos las rayas de un traje y constatamos que la distancia entre
ellas es de alrededor de un centímetro. Es decir, el dibujo es
relativamente pequeño. Por tanto, nos lo podremos poner con una
camisa de dibujos de grandes dimensiones, bien rayas (en ese caso de
tres centímetros de ancho) o, mejor aún, cuadros de color azul oscuro
sobre fondo blanco o azul claro. Ahora bien, a continuación, y según la
primera regla, escogeremos una corbata lisa, comprobando que pegue
con el traje y con la camisa. ¿Y de qué color? Pues al gusto. Con un
traje paño de azul y una camisa de cuadros azul y blanca quedaría tan
bien una corbata rosa como una de un amarillo claro.

Armonía y contraste. ¿Ratón o papagayo? La combinación cromática


idónea está en algún lugar a medio camino. La mezcla ideal es
decisiva. Los contrastes reavivan la armonía y, al contrario, los colores
equilibrados suavizan los contrarios.
3 Pongamos otro ejemplo que ilustre esta cuestión. Traje azul
oscuro y camisa azul claro: una combinación armónica. Una
corbata azul oscuro se integraría perfectamente, pero el
conjunto sería poco llamativo, mientras que un toque de refrescante
naranja le daría el contraste necesario.
Desde el punto de vista de la intensidad cromática, la combinación de
traje azul oscuro y camisa blanca supone un fuerte contraste. Si además
se añade una corbata de un rojo vivo, el conjunto tendrá un aire a
uniforme de banda de música. Más agradables para el ojo serían un
rosa pastel, un azul claro o un verde hierba. El color que mejor sienta
depende del tono de la piel. El tipo nórdico escogerá un azul claro; el
de piel rosada, un verde; y el tipo mediterráneo moreno, el que
prefiera.
Fisonomía y colores

Los colores tienen un gran efecto, aunque los expertos no se pongan de


acuerdo en cuál. Tampoco está claro quién sabe más de cuestiones
cromáticas. ¿Psicólogos, médicos, peluqueros, artistas, diseñadores,
estudiosos de la conducta, vendedores de moda o asesores de imagen?
¿Y qué ocurre con los físicos? ¿No son en definitiva los que más saben
del tema?
Desde luego, existen conocimientos empíricos fundados en el efecto
de los colores, pero muchos de los postulados de los expertos en
cromatismo no se sostienen tras una observación más detallada. Pero
no es necesario meterse en detalles. Pintores, arquitectos, sastres y
creadores de moda han acumulado durante siglos valiosas experiencias
que nos aportan los datos más fiables. Desde luego, es obvio que las
personas se pueden clasificar en grupos según el color de la piel y el
pelo. Así, por ejemplo, existen el tipo rubio escandinavo, el meridional
de piel y ojos oscuros y el africano de piel negra. Todos los métodos
de asesoría en cuanto a los colores se basan en estos prototipos. Hay
que decir aquí que en el caso de las mujeres suele presentarse el
problema de que no se pueden clasificar según su color de piel y pelo,
porque a menudo no llevan su tono natural. Maquillaje, solario o
autobronceadores falsean el tipo de piel. Y el cabello se puede teñir,
totalmente o a mechas, decolorar, rizar, moldear o alisar. Así, de
pronto, una nórdica rubia de piel y ojos claros se puede teñir el cabello
y broncear hasta parecer una italiana meridional. En un caso como ese,
si se adoptan los criterios cromáticos habituales para los rasgos de ese
tipo en concreto, el efecto suele ser un poco extraño.

Si bien hoy en día los hombres se retocan las cejas o se depilan y


van al solario, en comparación con las mujeres son aún bastante
discretos. Por ejemplo, la mayoría de ellos jamás se cambiarían el
color del pelo ni se maquillarían como para variar el tono de la tez.
Eso hace que los hombres sean un objeto de estudio más fiable en
cuestión de colores. Siempre resultará mucho más fácil y natural vestir
al tipo pelirrojo de piel clara, pecas y ojos marrones con los colores
que le sientan bien que si se tiñe el pelo de negro y hay que determinar
su vestimenta a partir de ese color. Y es que el tono natural del cabello
es el que mejor sienta al rostro; por eso las morenas teñidas de rubio
tienen un aspecto muy poco natural, igual que las rubias teñidas de
castaño.

(Izquierda) Pelo y piel oscuros: el músico de jazz estadounidense Wynton


Marsalis.
(centro izquierda) Cabello y piel claros: el príncipe Bernardo de Baden.
(centro derecha) Tez rosada y pelo con un tono pelirrojo: el empresario y
diseñador Lapo Elkann.
(Derecha) Pelo oscuro y piel blanca que se broncea con facilidad: el
príncipe Felipe.

Cada vez que doy una conferencia, muchos hombres me preguntan


cuáles son los colores que les quedan bien y cuáles no. Y es que se dan
cuenta de que hay prendas con las que se sienten a gusto y se ven un
buen aspecto, y otras con las que no. Si yo fuera asesor especializado
haría un estudio exhaustivo personalizado de cada uno para determinar
su tipo y darles las oportunas recomendaciones cromáticas. Pero como
no soy asesor, sino alguien que se ocupa desde distintos puntos de vista
de la ropa y sus efectos, simplemente ofrezco dos consejos básicos muy
fáciles de seguir.

CONTRASTE
Mírese en el espejo. ¿Ve mucho contraste entre su pelo y su cutis? La
piel clara y el cabello negro suponen el máximo grado de contraste,
mientras que el pelo oscuro y la piel oscura contrastan muy poco, al
igual que la tez de alguien muy pálido con un pelo rubio platino.
El contraste entre la piel y el pelo se debe reflejar en la vestimenta.
Con un cutis claro y cabello negro, lo mejor es llevar en los negocios
un traje oscuro con camisa blanca. También la corbata tiene que
resaltar claramente. Cuando entre el cabello y el cutis no haya tanta
diferencia, lo mismo deberá suceder con la ropa; por ejemplo, se
llevará una camisa azul claro con un traje gris de tono medio.
¿Por qué? Rostro y cabello tienen que mantener cierta consonancia
con la ropa. Un contraste mínimo entre la piel y el pelo combinados con
una ropa muy contrastada harán que la cara pierda protagonismo y
parezca aún más pálida. En el otro extremo, el contraste entre el rostro
y el pelo se apaga demasiado mediante colores muy discretos en la
ropa.
Este abrigo de tweed de Henry Poole & Co., Londres, favorecería a un
hombre rubio de piel rosada, es decir, con poco contraste entre cabello y
cutis.

COLORES
Hay tipos con piel y pelo de intensa tonalidad y otros con menos color.
Cuando la fisionomía presente un color destacado, habrá que trabajar
con él, bien haciendo que se refleje en la ropa, sobre todo cerca del
rostro, bien mediante el contraste con tonos complementarios. Por
ejemplo, el azul de los ojos se puede reproducir en la corbata; el rojo
del pelo, en los cuadros de la chaqueta. Pero, en lugar de reproducir
los colores del cutis, también se puede recurrir a los complementarios.
Esos contrastes se forman entre los colores opuestos del círculo
cromático. Las combinaciones clásicas son violeta y amarillo, azul y
naranja, y verde y rojo.
El resultado de combinar colores complementarios da lugar siempre
a un contraste agradable, puesto que se resaltan mutuamente. Sin
embargo, nos topamos con la dificultad de que muy pocas veces
podemos jugar con colores puros. Por eso, para buscar contrastes de
colores complementarios merece la pena tener en cuenta el círculo
cromático completo. Por ejemplo, a los pelirrojos les sentarán
estupendamente los tonos de verde. Lo único que tendrán que averiguar
es qué matiz de verde les es más adecuado. En el caso de un tono
pelirrojo oscuro resultarían ideales, por ejemplo, las tonalidades oliva.

El paño príncipe de Gales, con su mezcla de blanco y negro, es la


elección ideal para el tipo mediterráneo con canas, ya que armoniza con
el contraste suavizado de cutis y pelo.
OBJETO DE CULTO Y DESEO, ES LA CLAVE DE UNA
IMAGEN PERFECTA.
Calzado
Los zapatos se suelen considerar la base de una buena presencia. En el
guardarropa formal y de los negocios, los de vira cosida son la tarjeta
de presentación del caballero con estilo. Pero también en los demás
universos estilísticos el calzado se considera una parte fundamental de
la imagen completa. Un roquero en sandalias no sería un roquero. Y la
llamada young fashion (antaño, moda juvenil) no se concibe sin
zapatillas de deporte.
Estas, por su parte, pueden tener tanto que ver con el deporte como
un Porsche Cayenne con el barro y los terrenos difíciles. Hay que
diferenciar entre el calzado deportivo propiamente dicho y las
zapatillas de moda, que solo tienen en común el lenguaje formal y los
materiales, en general sintéticos, con los que se fabrican; y, por
supuesto, la sensación al llevarlas. Este calzado, bien envuelve el pie
entre algodones, o bien no ofrece amortiguación de ningún tipo.
Además, en invierno no abriga como el calzado de cuero, y en verano
da demasiado calor y provoca sudoración. Sin embargo, muchos
hombres llevan casi siempre deportivas, y no solo en su juventud.
Este grupo de usuarios suele dar sus primeros pasos hacia el
«calzado de verdad» con las botas. Sobre todo los modelos americanos
de rudas botas de trabajador de marcas con solera despiertan en los
fans de las deportivas el gusto por el calzado que sujeta y protege el
pie, y que ofrece un buen clima. Así, en algún momento de su vida
llegan por fin a la clase reina, los zapatos de vira cosida, que cuando
están bien hechos resultan tan ligeros y cómodos como las zapatillas de
deporte, pero son mejores para los pies y más duraderos.
El zapatero debe contener calzado adecuado para cada ocasión. Para
eventos informales estivales unos mocasines, por ejemplo, de Gucci
(izquierda); con americana o traje, unos buenos zapatos de cordones.
Los principales modelos
Denominación: Derby. Color/material de la pala: cuero de ternera
marrón y negro, o cordobán. Ante, solo en tonos tostados.
Historia/origen: con su cierre abierto de cordones, el Derby resulta
relativamente deportivo, de ahí su nombre. Debe su forma a las botas
de cordones de los soldados del general Von Blücher, por lo que en
Estados Unidos también se llama Blucher. Carácter: zapato de
cordones de aire ligeramente deportivo. Uso/ocasión: según el color
y el modelo, para negocios y actos formales (negro con suela de
cuero fina) o para el ocio (marrón). Peculiaridades: los cordones se
deben entrecruzar.(fotografía inferior izquierda)
Denominación: Brogue. Su otro nombre, Budapest, lleva a confusión,
porque el modelo no procede de esa ciudad, aunque sí es muy
popular entre los zapateros húngaros. Color/material de la pala:
cuero de ternera negro o marrón; en Estados Unidos, a menudo
también cordobán. El ante marrón es asimismo típico.
Historia/origen: el Brogue era un zapato escocés para el campo que
a principios del siglo XX se generalizó como calzado deportivo.
Carácter: solidez británica. Uso/ocasión: en marrón tiene un estilo
campestre británico; en negro, adecuado para los negocios.
Peculiaridad: por su punteado, ni siquiera el negro es adecuado para
actividades nocturnas formales. (fotografía inferior derecha)
Denominación: Oxford. Color/material de la pala: cuero de ternera
negro o marrón, más raramente de caballo (cordobán). Variantes de
ante solo en marrón. Historia/origen: el Oxford, originario de
Inglaterra, derivó a finales del siglo XIX de un tipo de botín. Se
desconoce de dónde procede su nombre. Carácter: es el zapato que
más viste con traje. Uso: negocios, eventos formales. Peculiaridades:
el Oxford negro (con o sin puntera) se puede llevar con chaqué. El
modelo más elegante es el de suela fina de cuero. (fotografía inferior
izquierda)
Denominación: Monkstrap (en inglés, «hebilla de monje»).
Color/material de la pala: véanse Oxford y Derby. Historia/origen:
al parecer, deriva de las sandalias que calzaban los monjes; en su
forma actual es conocido desde principios del siglo XX. Carácter:
clásico, pero para la noche demasiado deportivo. Uso: negocios
(negro) u ocio cuidado. Peculiaridades: para llevarlos correctamente
hay que conjuntar el color de las hebillas del calzado y del cinturón
(o sea, hebillas de zapatos de latón con hebilla de cinturón dorada).
(fotografía inferior centro)
Denominación: mocasín o Loafer. Color/material de la pala: véanse
Oxford y Derby. Historia/origen: hasta la década de 1920 el calzado
sin cierre solo se llevaba en casa. Desde Estados Unidos se fue
extendiendo su uso como calzado deportivo. Carácter: de deportivo
a elegante ligero. Uso/ocasión: negocios y ocio. Peculiaridades: en
círculos conservadores, el Loafer negro se considera demasiado
informal en los negocios o con traje oscuro. (fotografía inferior
derecha)
Nombre: botas Chukka. Color/material de la pala: cuero de ternera
marrón (por lo general, ante) o cordobán; raramente cuero negro liso.
Historia/origen: botines de ocio de los jugadores de polo ingleses.
Carácter: un calzado como un Range Rover, perfecto para tweed,
pana y chaqueta encerada. Uso/ocasión: estilo campestre de ocio.
Peculiaridades: los italianos más chic las llevan también en los
negocios con traje gris de franela. (fotografía inferior izquierda)
Denominación: náuticos. Color/material de la pala: marrón, azul
oscuro, blanco o combinaciones de blanco y marrón o blanco y azul.
Historia/origen: se crearon para navegar a vela (suela
antideslizante). La hechura del cuero de la pala está copiada de los
mocasines indios. Carácter: deportivo. Uso/ocasión: ocio.
Peculiaridad: en verano se suelen llevar sin calcetines. Los modelos
más recios para el otoño, con calcetines de dibujos de colores.
(fotografía inferior centro)
Denominación: deportivas. Colores/material de la pala: cuero, textil,
sintético. Historia/origen: descendientes de las auténticas zapatillas
de deporte. Las deportivas de moda están pensadas para la vida
diaria. Carácter: deportivo, moderno. Uso/ocasión: ropa juvenil
moderna diurna e indumentaria de tiempo libre. Peculiaridades: son
tabú en los negocios. (fotografía inferior derecha)
Nombre: zapatos de charol de cordones. Color/material de la pala:
charol negro. Historia/origen: es la versión nocturna de los zapatos
formales diarios. Se llevaban a principio del siglo XX con el
recientemente inventado esmoquin. Carácter: formal. Uso/ocasión:
con atuendo nocturno. Peculiaridades: los cordones se pueden
sustituir por lazos de satén. (fotografía inferior izquierda)
NameNombre: escarpín (ital. scarpino, zapatito). Color/material de
la pala: cuero de ternera o charol negro con un lazo de seda.
Historia/origen: el zapato masculino más antiguo (antecesor de los
zapatos de tacón femeninos). Se inventó en el siglo XVI. Carácter:
muy formal. Uso/ocasión: el verdadero zapato del frac, también
adecuado para esmoquin. Peculiaridades: se consideran
especialmente refinados los escarpines de cuero fino de vaca
acharolados. (fotografía inferior centro)
Nombre: zapatillas slipper de terciopelo. Color/material de la pala:
terciopelo de distintos colores, por ejemplo, rojo, verde botella,
negro, violeta o azul, con iniciales o motivos diversos (animales,
escudos, etc.) bordados. Historia/origen: véase Escarpín. Es una
variante con acabado en tela (terciopelo o seda). Carácter:
excéntrico. Uso/ocasión: se combina con chaquetas de esmoquin de
terciopelo del mismo color, en ocasiones también con esmoquin
negro. Quien desee tener un toque especial podrá llevar estas
zapatillas con vaqueros. (fotografía inferior derecha)
Mocasines
Las opiniones sobre los mocasines difieren mucho de un país a otro.
Así, por ejemplo, en Gran Bretaña y Estados Unidos el Loafer elegante
con vira cosida se ha ganado una muy fiel clientela que lo lleva como
parte de la imagen clásica para los negocios. En tierras europeas
continentales, sin embargo, el mocasín se sigue considerando el
hermano ligero del calzado con vira cosida. En especial en los países
centroeuropeos, cuando los hombres deciden comprarse unos zapatos
buenos, no dudan en escoger entre modelos con cordones. Esto tiene
que ver con un gusto tendente a lo sólido y lo sensato. Pero también a la
forma de gastar el dinero: «Si me compro un zapato caro, quiero que
me ofrezca la máxima calidad posible».
La inseguridad con respecto a los mocasines se refleja claramente en
la opinión de mucha gente sobre los modelos Tassel: mientras que en
Estados Unidos están considerados expresión del estilo
ultraconservador de la costa este y en Gran Bretaña los miembros de la
familia real se los ponen los domingos para ir a la iglesia, los
centroeuropeos los ven como una desviación de mal gusto. Por
ejemplo, en Alemania se conocen también, un poco despectivamente,
como «zapatos de borlas». Esa aversión a los mocasines en general y
los Tassel en concreto quizá se deba a que para los centroeuropeos es
corriente llevar zapatos de cordones incluso en las actividades del
tiempo libre. Por ejemplo, la apreciada combinación continental de
Europa Central de vaqueros o chinos y Brogue marrones es muy rara en
Gran Bretaña, Estados Unidos o los países mediterráneos, donde
durante el fin de semana y a última hora de la tarde son habituales los
mocasines, y los zapatos de cordones se reservan solo para los
atuendos más formales.

El calzado informal
BOTAS PARA EL OCIO: INFORMALES, MASCULINAS Y
CÓMODAS.

Se considera que los italianos son los que mejor se visten. Eso se
debe en gran parte a que dan mucha importancia al estilo en
cualquier ocasión, incluso en sus actividades del tiempo libre.
Mientras que fuera de la oficina otros europeos se visten con prendas
prácticas, económicas y cómodas, los italianos invierten mucho en
ropa de sport y, claro, también en el calzado adecuado.
Los zapatos de sport con estilo suelen venir de Estados Unidos,
país creador por excelencia de indumentaria para el ocio. Incluso los
británicos, inventores de casi todo en lo que a moda masculina se
refiere, se guían por los americanos en este ámbito. El más clásico
entre ellos es el mocasín estilo Penny, seguido muy de cerca por los
náuticos. Quien tenga un par de cada estará bien equipado para
cualquier ocasión informal.
Estados Unidos ofrece también calzado adecuado de invierno.
Tanto los fans del estilo clásico como los jóvenes a la moda gustan
de las rudas botas de trabajador o de cazador, que, si se cuidan bien,
duran tanto como unos zapatos de vira cosida para la oficina.
Zapatos de negocios

Para los negocios se necesitan un mínimo de dos o tres pares de


zapatos, ya que conviene alternar el calzado. La cuestión es la elección
del color. Para los ingleses rigen como siempre los lemas «no brown in
town» y «no brown after six»; italianos y franceses se saltan la norma
desde la década de 1980 conjuntando zapatos marrones con trajes
oscuros. El marrón es muy versátil: entre los tonos claros arena y el
óxido más oscuro hay cientos de matices. Y con el betún adecuado se
puede dar otro tono a unos zapatos marrones, por ejemplo, aplicando
una crema para calzado de color burdeos a unos zapatos tostados. Sin
embargo, quien desee ir sobre seguro que se compre zapatos negros.
Sobre todo la gente de la banca que deba acudir a reuniones en Londres
o Nueva York: con Oxford marrones se pondría en evidencia.

En cuanto a la forma del zapato, existen infinidad de posibilidades:


Oxford, wingtip Brogue, Derby, Monk y Loafer… la cantidad de
términos ingleses puede llegar a resultar abrumadora. Sin embargo, la
clasificación es muy sencilla: los zapatos con perforaciones se llaman
Brogue, y los modelos sin ellas son, o bien Oxford, o bien Derby.
Oxford son todos los que tienen una costura en la puntera, y Derby, los
abiertos con cordones. Los Monk presentan hebillas, y los Loafer
engloban todas las variedades posibles de mocasín. Quien no desee
aprenderse todas esas denominaciones, que señale simplemente con el
dedo en la zapatería el par que más le guste.

RESUMEN DEL CÓDIGO DE CALZADO


1. En los negocios y por la noche, en general solo negro («no brown
after six»). 2. El más formal es el Oxford negro. 3. Los mocasines son
más bien informales. 4. El mocasín Tassell surgió como calzado para
los negocios. 5. En los entierros, siempre zapatos negros. 6. Zapatos de
charol solo por la noche.

Modelo liso tipo Oxford: el zapato de cordones más formal, ideal con traje
oscuro.
El Oxford: más clásico y serio, imposible.

El Monkstrap: las hebillas no son para todo el mundo.


El Derby: deportivo y cómodo con su ​empeine alto.

El Brogue: el punteado le resta algo de refinamiento.


El Semibrogue: combina mejor que el Oxford con paños gruesos.
Botas de vaquero

No existe ningún otro calzado que despierte tantas emociones como las
botas de cowboy. Para unos son sinónimo de libertad, aventura,
masculinidad, del sueño americano, mientras que para otros tienen un
aire provinciano y de mal gusto. Sería cuando menos curioso ver a un
jefe de Estado europeo dando una rueda de prensa desde su residencia
de fin de semana con estas botas puestas. Que un presidente
estadounidense reciba a la prensa así calzado es normal. Al menos, en
opinión de muchos de sus compatriotas.
Desde un punto de vista objetivo, estas botas son un clásico con una
larga historia. Nacieron a finales del siglo XIX en el taller de algún
zapatero de Texas o Kansas. De forma parecida a los vaqueros, el
diseño de las botas se hizo con criterios prácticos. Son altas para
proteger al jinete de la maleza y el alambre de espino, así como del
roce continuo con los estribos. Además, se hicieron más anchas que las
botas de montar de la tradición europea para que los vaqueros se las
pudiesen quitar fácilmente en caso de necesidad.
El tacón se debe a la técnica de monta característica de
Norteamérica, ya que ancla el pie en el estribo. Además, a la hora de
echar el lazo a las reses permitía una mejor sujeción en el suelo. En un
principio los bordados laterales eran refuerzos, pero con el tiempo se
convirtieron en elementos decorativos.
En el mercado europeo se venden muchas botas de vaquero de
manufactura española, aunque el paraíso para los fans de los diseños
más auténticos es Estados Unidos. En ese país hay una cantidad enorme
de productores que ofrecen desde modelos muy baratos (con suela de
cuero artificial encolada) hasta los más exclusivos pares hechos a
medida. Asimismo, hay un amplio mercado de botas de cowboy
antiguas, que se pueden comprar no solo en tiendas especializadas, sino
también por Internet. Solo por la experiencia de comprar en esas
tiendas merece ya la pena el viaje a Estados Unidos en busca de este
tipo de calzado.

Una selección del muestrario del fabricante estadounidense Tony Lama.

Materiales para botas


LOS DIFERENTES TIPOS DE PIEL SON
FUNCIONALES ADEMÁS DE DECORATIVOS.

Las botas de cowboy que se usan, por ejemplo, para trabajar son de
recio cuero de vaca. Si además deben ser decorativas, lo mejor es un
repujado a imitación de la piel de caimán, por ejemplo.
El cuero de avestruz (1) es excelente para elaborar botas de
cowboy para el ocio, ya que resulta ligero y transpirable.
Dependiendo de la parte del animal de donde se haya sacado, el
cuero presenta más o menos marcada la típica rugosidad. Se emplea
incluso la piel de las patas.
La piel de serpiente (2) es también un material típico para la
fabricación de botas de cowboy, sobre todo las de pitón y de
serpiente de cascabel. La piel de serpiente es especialmente ligera.
El dibujo depende del corte, según de si la piel es del lomo o del
vientre.
Otras pieles típicas para la fabricación de botas de vaquero son
las de lagartija, caimán, anguila, búfalo, cocodrilo (3) y cabra. El
cuero de oso hormiguero es de los más caros. Puede ser que a un
europeo le dé reparo la idea de arrancarles la piel a unos animales
tan graciosos para fabricar botas, pero un cowboy no entiende de
tales sentimentalismos.
Zapatos: tipos de manufactura

Se dice que un zapato es de vira cosida cuando la pala y la palmilla o


suela intermedia están unidas por medio de una costura, que es
invisible. Luego, a la pala y la palmilla se les cose la vira, una tira fina
de cuero que sí que se aprecia por fuera. Finalmente, a esa tira se le
cose la suela, con una costura visible por fuera. En contra de lo que
afirman muchos vendedores, la suela no solo está sujeta por la costura,
sino además por una cola especial. Por eso no se corre el riesgo de
perder la suela aun si la costura se acabara desgastando a fuerza de
andar.
Los zapatos de vira cosida están considerados como del gusto de los
entendidos y la gente de vida refinada. Son caros —para muchos
usuarios incluso prohibitivos—, ofrecen una gran durabilidad y son
excelentes para los pies, aunque requieren muchos cuidados. En
definitiva, son objeto de culto y de fetichismo. Sin embargo, no
podemos olvidar que no son más que zapatos.

Para los zapatos de vira cosida parece que rijan unas reglas
especiales. Sus fans aceptan muchas veces sin pestañear que les hagan
daño durante semanas, que la suela de cuero absorba el agua y que
sobre un suelo pedregoso no ofrezcan la debida protección. También
admiten que su compra implique la adquisición adicional de accesorios
caros, como un extensor de zapatos, y que las composturas sean
bastante más caras que las de otros zapatos. En cierta forma, este
calzado recuerda a los deportivos de lujo, a los que se perdonan cosas
que en utilitarios de categoría media serían inaceptables.
Estrictamente hablando, los zapatos de vira cosida no están cosidos
a mano. Por esa razón no es del todo exacto que los fabricantes de esos
zapatos se autodenominen «manufacturas artesanales». Con el término
«manufactura» a secas estaríamos de acuerdo, porque, si bien los
operarios manipulan en ocasiones los zapatos con las manos, el cosido
se hace a máquina. De modo artesanal, entendiendo por ello a mano con
aguja e hilo, solo cosen ya los zapateros de calzado a medida. Por lo
demás, en los talleres, muy pocas costuras son totalmente artesanales.
¿Superga o Converse?
¿Superchic o rock and roll?
La moda masculina del siglo XXI está sometida a una continua
alternancia de tendencias más o menos significativas que suelen
cambiar el corte y la silueta de las prendas: a veces es todo muy
holgado; otras, más pegado al cuerpo. En general, se trata de resucitar
épocas pasadas, con las consiguientes reminiscencias y
reinterpretaciones. En estrecha relación con las épocas de la moda que
sirven de fuente de inspiración a los creadores de tendencias están los
países a los que se asocia cada corriente.
Los cincuenta estuvieron marcados por Estados Unidos, con los
vaqueros, el rock and roll, las cazadoras de cuero, la moda juvenil y,
en el ámbito cultural, la imagen beatnik. En la década de 1960 la pauta
la marcaba Gran Bretaña, y la Carnaby Street de Londres se convirtió
en lugar de peregrinación para todos los locos de la moda. En los años
setenta empezó a destacar Italia, con estilistas y diseñadores que eran
una especie de arqueólogos de la moda. Nadie como ellos ha sabido
descubrir, promocionar y dotar de una nota italiana a los tesoros de
otras naciones para luego comercializarlos como propios. Nadie es
más británico que los italianos, y ningún americano supo reconocer
antes que ellos el potencial que se esconde en las viejas marcas y los
clásicos nacionales. Como ejemplo se podrían mencionar las parcas de
Woolrich, que en Estados Unidos no eran más que una prenda
funcional, pero que en Europa, gracias al arte mercadotécnico italiano,
se convirtieron en objeto de culto.
Sin embargo, la búsqueda de inspiración de los italianos en Estados
Unidos y Gran Bretaña no es de ninguna manera expresión de carencia
de ideas, sino el reflejo de la nostalgia por el ancho mundo que nació
en muchos países europeos después de la Segunda Guerra Mundial.
Con su moda, Estados Unidos ofrecía sobre todo un aire informal y
juvenil y una elegancia relajada. La ropa de los soldados americanos
de paisano en Italia inspiró tanto a la gente como las películas de
Hollywood de los cines. Así, no solo los vaqueros y las camisas de
sport se volvieron parte de la indumentaria cotidiana europea; también
las zapatillas de lona ganaron un nuevo estatus. Las zapatillas tobilleras
con suela de goma, inventadas a mediados del siglo XIX para
diferentes actividades deportivas, se popularizaron en un principio en
Estados Unidos como calzado para el ocio de niños y jóvenes, y para el
fin de semana para los adultos. De allí pasaron a Europa, donde la
juventud europea de posguerra las asimiló sin tardanza.

Desde los años ochenta la influencia italiana ha aumentado en


muchos ámbitos de la moda, pero en lo que a prendas deportivas se
refiere los estadounidenses no dejan de ir en cabeza. La estética
streetwear influye incluso en el estilo de la indumentaria cuidada para
el ocio. El modelo Chuck Taylor All Star de Converse, simplemente
«Converse» en su forma abreviada, se ha llegado a convertir en objeto
de culto entre los jóvenes con preferencias por marcas más bien
elitistas, como Polo Ralph Lauren o Timberland. Sus competidoras en
el mundo de la moda son sin duda las bambas de lona Superga. En la
década yuppie de los ochenta estaban muy bien vistas por quienes
marcaban tendencias y por los jóvenes italianos con estética chic en el
ocio, y se codeaban en igualdad de condiciones con los ya apreciados
náuticos, mientras que las Converse estaban reservadas a la moda
urbana más informal. Las Superga eran pijas; las Converse, roqueras.
Hoy en día esa línea se ha difuminado, e incluso se han intercambiado
los papeles. Las Converse son hoy para chicos buenos, y los más
gamberros se dejan ver con Superga.
Deportivas

Las zapatillas deportivas son la camiseta del calzado. Quien las lleva
se siente moderno, joven y a la moda, se viste según el principio de la
comodidad y se evita tanto el planchar la ropa como el limpiar zapatos.
En otro orden de cosas, no se peina el pelo, sino que a lo sumo se lo
«estiliza». Las deportivas simbolizan un estilo de vida, pero
objetivamente apenas ofrecen ventajas. Con ellas los pies o sudan o se
congelan, y los modelos vintage no tienen amortiguación ni relleno.
Aunque las deportivas se han convertido en un símbolo de la
modernidad y la sociedad sin clases, su historia se remonta nada menos
que al siglo XIX. Los modelos de esa época tenían una suela plana de
caucho natural y una ligera caña de tela, por ejemplo, de lona. Ese tipo
de calzado se usaba para la práctica de ciertos deportes de hierba,
como el croquet. A principios del siglo XX surgieron las primeras
zapatillas de tenis. Por lo demás, las deportivas eran sobre todo
calzado infantil barato. El auge que experimentaron arrancó
tímidamente en los años cincuenta como parte de la moda juvenil,
aunque por aquel entonces era muy apreciado el calzado de piel, por
ejemplo, los mocasines Penny y las botas de cowboy o de motorista.
Fue entre las décadas de 1970 y 1980 cuando las deportivas se
popularizaron como el calzado característico de la antimoda.
La variedad de deportivas es hoy inconmensurable, aunque se
pueden clasificar en diversos grupos. Por ejemplo, tenemos el calzado
deportivo propiamente dicho, específicamente diseñado para la
práctica de cierto tipo de deportes, al menos en teoría. Por ejemplo, las
tobilleras de caña alta fueron concebidas para el baloncesto o el
béisbol; y para jugar a los bolos se crearon las típicas zapatillas de
suela fina. La pala de este tipo de calzado suele ser de lino, fibra
sintética, cuero artificial o, a veces, cuero natural. Pero hoy en día
también tenemos las deportivas de vestir, por lo general fabricadas con
materiales lujosos, en ocasiones incluso hechas a mano. Sus formas se
inspiran en el calzado deportivo de principios del siglo XX, por
ejemplo, las zapatillas de ciclista, aunque la mayoría de sus creadores
no tienen nada que ver con el deporte.
Tipos duros

En Estados Unidos las botas Redwing suelen formar parte de la


indumentaria de trabajo de granjeros, mensajeros, mozos de establo o
carpinteros. Por razón de su manufactura con vira cosida y de la sólida
calidad de su cuero, este calzado tiene también mucho éxito en Europa entre
gente que no realiza trabajos físicos.

En el guardarropa clásico de caballero, las botas llevan ya desde hace


largo tiempo una existencia de segunda categoría; o por lo menos no se
mencionan ni mucho menos tanto como cualquier otro tipo de calzado,
ya sean los zapatos de vira cosida o los mocasines. Y, sin embargo, las
botas han formado parte del ropero masculino desde principios del
siglo XVIII. Estrictamente hablando, las botas fueron en un principio
los únicos zapatos verdaderos de caballero. Este tipo de calzado era el
más adecuado para el gentleman, y no solo a la hora de montar a
caballo. Pero, mientras la burguesía imitaba el estilo de la aristocracia,
en la ciudad se iban imponiendo los transportes para los que no se
hacían necesarias las botas de caña alta. Así fue como las botas se
fueron restringiendo al ámbito rural.
Las botas de cordones pueden presumir de una larga historia. Su
versión más conocida se remonta a las que llevaban las tropas de Von
Blücher. El general prusiano nacido en 1742 ha dado su nombre a este
tipo de calzado abierto de cordones sobre todo en los países
anglosajones. Desde un punto de vista estricto, esta denominación solo
se puede referir a las botas con cordones. Su ventaja con respecto a las
de caña alta es seguramente su inferior precio, ya que se fabrican con
trozos de cuero más pequeños. Los cazadores británicos son típicos
usuarios de botas de este tipo, que vienen recogidas en los muestrarios
de la mayoría de los distribuidores de Northampton. En comparación
con esos modelos, que, por razón de su uso cinegético, presentan un
perfil claramente inglés, las botas de cordones estadounidenses
disfrutan de una presencia más bien modesta. Originalmente estaban
pensadas para vestir los pies de los trabajadores y campesinos, aunque
también existe una versión americana para la caza. Pero en vastas
regiones de Norteamérica esa es una actividad que carece de cualquier
connotación elitista.
Chanclas

Las sandalias despiertan emociones contradictorias. Esta suela sujeta al


pie con tiras o correas tiene una tradición mucho más larga que el
zapato de cordones europeo de la Edad Moderna, y sin embargo en
Occidente jamás se ha ganado la consideración de vestimenta completa
para los pies. Incluso en los países en los que las sandalias son
habituales en la vida cotidiana, los hombres de negocios se las quitan
para calzarse zapatos cerrados en cuanto tienen trato con americanos o
europeos. Las sandalias ofrecen poca protección para los pies, y quizás
por eso simbolicen indefensión o renuncia deliberada a la violencia.
La versión mínima de las sandalias son las chanclas. En ellas se
reducen al máximo los materiales y los costes. Por eso las chanclas son
el calzado habitual del día a día de los países de clima tropical, donde
apenas cuestan nada. En Europa, por el contrario, por unas chanclas de
marca se paga casi tanto como por unos zapatos. Una tontería suprema.
Los expertos arrugan la nariz ante las chanclas: para ellos este calzado
es sinónimo de falta de cultura. Pero las chanclas pueden estar
justificadas, por ejemplo, en el vestuario del gimnasio, en la playa o en
el río, en un picnic en un prado, en el jardín o incluso para ir de
compras en verano. Al igual que la camiseta o los pantalones cortos, no
se puede demonizar sin más su uso en general.

Pero hay un requisito terminante: es fundamental cuidarse y


arreglarse los pies antes de pensar siquiera en ponerse
1 chanclas.
Siempre que uno se pregunta si las chanclas son
demasiado informales, es que son demasiado
2 informales. Solo son perfectas para la playa, la
piscina, el río, el jardín o el gimnasio.
Las chanclas se pueden equiparar con las
camisetas de tirantes: cuando esa camiseta
3 sea adecuada, las chancas también; es decir,
casi nunca.
Las chanclas no deben llevarse en
ninguna ocasión que tenga el más
4 mínimo carácter de evento social. Y
para muchos eso incluye el ir de
compras.
Cuidado en Italia. Algunas fashion victims extranjeras llevan
siempre chanclas en verano, incluso en elegantes actos de
5 moda. En Italia este calzado despierta miradas de reprobación
incluso en el paseo marítimo.
Historia ilustrada: zapatos a medida

Primero se mide el pie y se toma una impresión de la planta. Luego se


elabora una horma particulari​zada. Los zapatos hechos en serie se
fabrican con una horma estándar. (Fotografías: Eduard Meier).

La caña está formada por varias piezas que primero se cortan y luego se
cosen entre sí.
La pala y la vira se cosen de una vez a la parte inferior de la suela
intermedia o palmilla.

Algunos zapateros fijan el tacón a la suela con una especie de clavos de


madera.
La vira, es decir, la tira de cuero que rodea el zapato, se repuja con un
motivo.

Asimismo, con un hierro caliente se imprime un motivo en el reborde de


la suela.
La suela intermedia o palmilla se ahueca por dentro hasta que sobresale
un reborde, la pestaña del hen​dido, al que se cosen la vira y la caña.

La pala de cuero se extiende alrededor de la caña y se fija de forma


provisional con clavos a la horma.
La suela se cose a la vira con hilo de lino a través de unos agujeros
anteriormente perforados.

El reborde de la suela se recorta o se lija para darle forma, se sella con


pintura o con crema y se pule.
El zapato se frota con la bisagra de asentar de hueso para darle brillo y
alisar las posibles ​i rregularidades.

Finalmente, el zapato se pule con agua y una pasta especial para darle
brillo.
Pequeño glosario del calzado
Blucher En Estados Unidos, zapato abierto con cordones.
boxcalf Cuero de terneras muy jóvenes.
Brogue Se dice de los zapatos ornados con pequeñas perforaciones.
Budapest La versión húngara del zapato Brogue.
confección a medida Se dice de la fabricación de calzado a partir
de un pedido en el que el cliente escoge un modelo
predeterminado y el cuero con el que desea que se le haga.
cordobán Cuero de caballo. Antaño se producía en grandes
cantidades, pero desde que los vehículos de motor sustituyeron al
caballo se ha vuelto cada vez más raro y caro.
cosidas a mano Se dice de las costuras ornamentales del calzado de
manufactura artesanal; en el resto de los casos esas costuras se
hacen a máquina.
Derby Zapato de cordones abierto, ideal para empeines altos porque
se adapta bien al pie. No es un modelo muy formal.
gamuza Piel muy parecida al ante.
Goodyear Apellido del inventor de la máquina que permite coser
con rapidez la pala y la vira. En la suela de zapatos de fabricación
británica y americana la inscripción es garantía de calidad.
horma Molde del pie a partir del cual se fabrica el zapato.
Loafer Denominación inglesa del mocasín.
manufactura Fábrica donde se producen zapatos de vira cosida y
las piezas se manipulan con frecuencia a mano.
mocasín Calzado moderno a imitación del que llevaban los indios
americanos.
mocasines Penny Se llaman así los mocasines en los que se puede
meter una monedita debajo del talón. Se supone que trae suerte.
mocasines Tassel Los que tienen un adorno en forma de lazo con dos
borlas.
Monkstrap Zapatos con hebillas. Los anglófonos y anglófilos
también los llaman simplemente «Monk».

Oxford Zapato cerrado de cordones con puntera lisa.


pala lisa Pala del zapato hecha de una sola pieza, es decir, sin
puntera aparte. Es la alternativa más formal al Oxford.
palmilla Véase Suela intermedia.
perforado a mano Indicación que aparece en el zapato cuyas pala y
vira están cosidas a mano. Los expertos suelen discutir si son
mejores los zapatos Goodyear cosidos a máquina o los cosidos a
mano. Se considera que los zapatos de fabricación mecánica son
más fáciles de arreglar porque la pestaña del hendido está pegada
(véase la entrada correspondiente).
pestaña del hendido Tira de cuero fijada con una banda adhesiva a
la parte inferior de la palmilla, a la que se cosen la vira y la pala.
En el calzado hecho a medida, esta pestaña se forma con ayuda de
un cuchillo a partir del hendido de la palmilla.
puntera larga La que se extiende a lo largo de la pala, prácticamente
hasta el contrafuerte del talón.
puntera vega Elegante puntera de línea ondulada.
suela intermedia Parte del zapato que une la suela con el resto del
zapato.
vira cosida Tipo de vira que hace que los zapatos ofrezcan tres
ventajas: sujetan el pie, pero son flexibles; permiten renovar la
suela; el relleno de corcho y la palmilla se adaptan a la forma de
la planta del pie.
wingtip Puntera vega.
zapato hecho a medida Se dice del zapato fabricado a partir de una
horma individual.

(Abajo) En el taller de Eduard Meier todos los zapatos se pulen a mano.


LOS ENTENDIDOS DISFRUTAN MÁS COMPRANDO Y
EVITAN ERRORES.
Saber comprar
¿A quién le gusta comprar a ciegas? Pues eso es lo que suelen hacer la
mayoría de los hombres cuando necesitan ropa, zapatos o accesorios,
que además, todo sea dicho, se venden a precios no desdeñables. En el
caso de la ropa de sport, tal costumbre podría casi disculparse:
después de todo, el cliente mal informado solo perjudica a su cartera.
Pero, si se compra un traje inadecuado para el trabajo, el error puede
tener consecuencias más drásticas. Un paño demasiado lujoso en un
color inadecuado, que para colmo ni siquiera favorece, puede dañar de
forma irreversible la imagen de su portador. A lo que se suman los
daños meramente materiales.
A la hora de comprar otro tipo de productos, los hombres suelen
seguir una cuidadosa estrategia: se informan bien sobre precios,
calidades y marcas, y, si es necesario, sobre los servicios
fundamentales para el objeto o aparato en cuestión. Y solo se deciden
una vez que conocen el mercado y la oferta. Ese es el sensato proceso
que suelen seguir incluso cuando adquieren aparatos no demasiado
caros. Pero a la hora de comprar ropa proceden de forma totalmente
distinta. En ese caso se pueden gastar por un traje quizás 500 euros o
más de forma espontánea, sin informarse y a veces incluso con prisas.
Lo mismo se puede decir de las corbatas, los zapatos o las camisas. La
razón es que los hombres no conceden demasiada importancia a su
aspecto. La mayoría se interesan más por los aparatos electrónicos o
eléctricos, las herramientas, el equipamiento para los deportes o los
relojes.
Quien se informe un poco sobre paños, telas, confección,
procedimientos de costura, precios y características de calidad
disfrutará más a la hora de comprar sus prendas y, sobre todo, a la de
lucirlas. Muchos hombres se van aficionando a la ropa a medida que
aprenden de todas esas cosas y, al final, cuidar de su indumentaria
termina siendo para ellos casi un hobby. El placer, desde luego, está
garantizado.
Los que entienden de ropa tienen a veces ideas muy peculiares, por ejemplo,
encargar en la casa de paños belga Scabal un tejido de rayas formadas por
el propio nombre.
Los tejidos

Cuando aún se hilaba, se tejía, se cortaban patrones y se cosía, o se


hacían labores de punto y ganchillo en casa, los niños aprendían de
forma natural conceptos sobre esas labores textiles. Hoy en día muy
raras veces se confeccionan prendas en el hogar, y la gente se limita a
«consumir» la ropa, sin entenderla. A continuación se ofrece un breve
resumen de unos conceptos básicos.
DerLos tejidos se elaboran con hebras de origen animal o vegetal.
De las hebras animales, la más conocida es la lana de oveja; de las de
origen vegetal, en la actualidad, el algodón. Como nos debemos limitar
a unos pocos conceptos fundamentales, nos centraremos en la fibra por
excelencia, la lana de oveja.
En primer lugar, para obtener la lana se esquilan las ovejas. A mano
se eliminan los restos de suciedad más evidentes y se desechan los
vellones más estropeados. Luego la lana se lava y finalmente se peina
en una capa fina y continua que se estira para obtener fibras largas. Con
ellas se hila una hebra que se retuerce hasta formar un hilo fino.
Los hilos se tienden en paralelo, tensos, en el armazón cuadrado del
telar formando la llamada «urdimbre». A continuación, con esas hebras
verticales se cruzan otras en sentido horizontal, en lo que compone la
trama. Para lograr una trabazón estable, los hilos horizontales de la
trama se entretejen pasándolos de forma alterna por encima y por
debajo de los hilos de la urdimbre. De esa manera se va elaborando el
tejido.

Parece lógico pensar que un paño es tan fuerte como las hebras que
lo forman. Por eso, cuando se requiere un tejido resistente, tanto la
trama como la urdimbre están conformadas por hilo retorcido, es decir,
compuesto por varias hebras torcidas. En caso de que solo la trama o
solo la urdimbre estén compuestas de hilo torcido, se obtiene un tejido
llano con trama vista o llano con urdimbre vista.
Una vez tejida, la lana se lava con agua y detergente, y se seca. A
continuación, con una máquina especial se queman los pelillos que
sobresalen. El tejido se alisa luego con ayuda de una enorme plancha
industrial. El resultado es un tejido de estambre formado únicamente
por las hebras más largas. Las cortas separadas en el proceso de
peinado se hilan aparte. El hilo resultante no es tan liso como el
anterior, porque sobresalen por todos los lados. Ese tipo de hebras se
aprovechan para hacer tejidos cardados, como el tweed.
La lana es la mejor elección como paño para trajes, americanas y
abrigos. Para la confección de pantalones son apreciadas las telas de
algodón —que ofrecen un agradable tacto en la piel—, sobre todo la
pana, el molesquín, la sarga y, para el tiempo libre, el vaquero. Aunque
hay que decir que durante mucho tiempo el lino fue el tejido más
extendido en Europa de entre los de origen vegetal, ya que el algodón
no apareció hasta los tiempos de las colonias. Finalmente, la seda es un
género que en la ropa masculina se relega a los accesorios.

Todos los paños son de Cove & Co.


Paños para trajes
algodón Sobre todo en verano es muy agradable de llevar, pero por
otro lado se deforma y se arruga enseguida. A quien no le molesten
esos inconvenientes, irá muy cómodo.
algodón y fibra sintética Los amantes de la ropa hecha a mano suelen
condenar las fibras sintéticas, pero en realidad una mínima
proporción mezclada con el algodón mejora sobremanera su calidad,
sobre todo la propiedad de conservar su forma también en climas
cálidos y húmedos.
cachemir Es el tejido de lujo por excelencia. Los mejores provienen de
Mongolia. A diferencia de la lana de oveja, la suave pelusa de la
capa más inferior de la piel de cabra de Cachemira no se carda, sino
que se superpone o se peina cuidadosamente.

Gregor y Peter Thissen, dueños de Scabal, presentaron en 2008 el primer


estambre de lana de vicuña.
lana Durante siglos fue sinónimo de paño para trajes, y de hecho hasta
la fecha no existe ningún otro género para trajes, pantalones o
abrigos que le haga la competencia en lo que a estabilidad de forma,
elasticidad y durabilidad se refiere.
lana y fibra sintética Una proporción mínima de fibra sintética hace
que los tejidos de lana ligeros se deformen menos, aunque eso solo
es estrictamente necesario en climas cálidos y húmedos. En otras
regiones esta mezcla se usa muy poco.
lana y seda La lana se mezcla con seda con distintos objetivos: unas
veces la proporción de seda se reduce a un ornamento, por ejemplo,
la raya de un cuadro, mientras que otras determina el carácter del
paño.
lino Se elabora con hebras de la planta del mismo nombre. Como es
sabido, se arruga mucho, aunque en los géneros de mejor calidad el
problema va a menos con el tiempo. Una vez superado el
inconveniente de las arrugas, el aspecto del lino es inconfundible.

seda Este tejido no volvió al ropero masculino hasta después de la


Segunda Guerra Mundial, primero para las ocasiones formales
nocturnas, luego también como género para trajes y chaquetas de
sport.
vicuña Se elabora con el pelo del camélido sudamericano de ese
nombre. El número de vicuñas es reducido y la lana de trabajosa
obtención, por lo que el paño es muy raro y su precio, elevadísimo.

Lujo puro: cachemir y cía.


PURA DISCRECIÓN. SOLO EL SASTRE Y EL CLIENTE
SABEN CUÁL ES EL VALOR DEL PAÑO.
El cachemir y la vicuña (arriba) son los géneros más exclusivos. El
primero se hace con el pelo de la cabra de Cachemira; el otro, con el
del camélido enano andino del mismo nombre. En ambos casos la
textura de la tela es extraordinariamente fina. La lana de la cabra de
Cachemira se obtiene del peinado de los vellones del animal. Las
vicuñas requieren un proceso más laborioso: los pastores recogen
las guedejas prendidas en los matorrales y rocas. Y es que no está
permitido esquilarlas porque morirían de frío. Con las vicuñas, en el
pasado se tenía mucha menos consideración: hasta la década de 1950
eran abatidas a tiros, lo que casi llevó a su extinción. A mediados de
1970 se prohibió la comercialización de lana de vicuña para los
siguientes veinte años. Hacia la mitad de la década de 1990 volvió a
ser legal. Quien desee algo de verdad especial, que se haga cortar a
medida por su sastre un abrigo de paño de vicuña. Eso sí, que
prepare entre 15 000 y 18 000 euros.
Hilado y tejido

El hilo es, por así decirlo, el teclado sobre el que el diseñador textil
compone sus telas; los tipos de tejidos son las armonías; y el papel
milimetrado sobre el que se sujeta el ligamento, el pentagrama. Y es
que el trabajo en el departamento de diseño de una tejeduría se parece
mucho a la tarea de un compositor, ya que, al igual que los músicos van
entretejiendo los tonos según un terminado compás, los diseñadores
textiles combinan hilos de colores que van cruzando en vertical y
horizontal a un ritmo determinado.
El primer paso a la hora de preparar el proceso de tejido es tensar
en una especie de bastidor cuadrangular las hebras de la urdimbre, es
decir, los hilos verticales. Para obtener una tela tejida a partir de esa
serie de hebras que corren paralelas de arriba abajo, hay que
entrecruzar otras en horizontal; esos son los hilos de la trama. De modo
que el tejido se hace entrecruzando en una vuelta los hilos de la trama
por encima y por debajo de los de la urdimbre, y en la siguiente
pasada, a la inversa, por debajo y por encima. Así, los hilos de la
trama se verán de forma alternativa por encima y por debajo de los de
la urdimbre. Aparecen dibujos cuando esa alternancia continua sigue un
determinado patrón repetitivo. Ese patrón es el tipo de ligamento.
El diseñador determina el aspecto del tejido con la elección del tipo
de ligamento y el color de los hilos. El ligamento se diseña sobre papel
o en la pantalla del ordenador. Por lo general, primero se desarrolla en
blanco y negro y luego, en fases posteriores, se va coloreando. Para
elegir la combinación cromática más satisfactoria se recurre a los
muestrarios de hilos que las hilanderías crean especialmente para este
propósito en una variedad infinita de tonos.
Los diseñadores de casas como Zegna determinan la moda con sus
colecciones de tejidos.

Al igual que a la hora de elaborar un hilo determinado se mezclan


diferentes tonos, los tejidos también se suelen componer de hilos de
distintos colores, incluso los lisos. Por ejemplo, una tela de color azul
oscuro nunca suele estar compuesta de hilos de urdimbre y trama
monocromos. Por el contrario, con mezclas de diversos tonos se
consigue que ciertos tejidos en apariencia monocolores tengan en
determinadas circunstancias bellos brillos rojizos, verdes o violáceos.
Eso da lugar a interesantes efectos que no presentan las telas teñidas
después de tejidas. Otras veces también se mezclan distintos tipos de
hilo. Así, puede suceder que un hilo de la trama que acabará formando
una raya sea de seda mientras que las demás hebras son de lana.
Para poder ver de antemano el resultado final del proceso, se suelen
tejer varias pequeñas muestras de cada tejido de nuevo diseño.
Después de estudiar detenidamente las pruebas, se escogen los mejores
fragmentos. Esos retales se pegan o se fijan de otra forma en pequeñas
fichas de cartulina que conforman el muestrario con el que se podrá
presentar la nueva colección al cliente. Solo cuando se reciben los
suficientes pedidos de un diseño u otro se procede a producir el tejido
en grandes cantidades.

La base de muchos tejido es el hilo que se obtiene del pelo de algunos


animales.
Bajo la lupa: controles de calidad
Lo que al final del proceso de producción acaba en los almacenes de
las tiendas de los proveedores de textiles y sobre las mesas de corte de
los sastres como noble y sedoso tejido de bellos brillos, al salir del
telar se asemejaba tanto por su aspecto como por su tacto a un áspero
trapo de cocina. Y con la misma falta de respeto se trata el tejido en
esa fase: el cachemir Super 200, ligero como una pluma, se apila por
los rincones de desnudas salas a la espera de que una especialista lo
inspeccione en busca de posibles defectos de tejido.

Los tejidos están compuestos por los hilos de la urdimbre y la trama


entrecruzados según un patrón.

Después de la primera inspección, la pieza pasa al siguiente


departamento de control, donde se descubrirán hasta las más pequeñas
faltas, apenas apreciables a simple vista, para ser solucionadas. En
esas salas reinan el silencio y la concentración. Equipadas con gafas de
aumento especiales, mujeres con una formación específica y largos
años de experiencia —según parece, los hombres no son adecuados
para ese trabajo de tanta precisión— inspeccionan despacio la tela
centímetro a centímetro, y marcan hasta los mínimos fallos, como
hebras rasgadas o nudos diminutos. Si descubrir esas minúsculas
irregularidades es todo un arte, la capacidad de repararlas raya en la
magia. Con ayuda de unas agujas especialmente finas, se sustituyen las
hebras defectuosas o, lo que es lo mismo, se vuelven a tejer. La
denominación inglesa de invisible mending, «reparación invisible»,
describe a la perfección la tarea que se lleva a cabo en este
departamento.
También los sastres recurren en ocasiones a esta capacidad casi
mágica de hacer desaparecer los posibles fallos cuando un cliente se ha
hecho por accidente una quemadura en el traje. Por lo general las
sastrerías aceptan esas composturas solo cuando las malogradas
prendas son surgidas de sus talleres. Si ese es el caso, la zona se
vuelve a tejer con los hilos de la urdimbre y la trama del tejido
original.
Las agujas con las que se llevan a cabo esta y otras tareas
milagrosas, finas como cabellos, las reparte personalmente entre las
tejedoras al inicio de la jornada laboral la directora del taller, que al
final del día vuelve a recoger las preciadas herramientas y las cuenta
uidadosamente. Y es que, si una aguja desaparece, hay que asegurarse
por todos los medios de que no acabe en la bala del tejido que se esté
tratando, porque ese cuerpo extraño podría causar daños y pérdidas
incalculables en los siguientes procesos de producción.
Los excelentes paños de Zegna se inspeccionan con minucia para detectar
cualquier fallo.
Acabado: el proceso final
Una vez que en la tejeduría se ha hecho ya todo lo posible por solventar
hasta el más mínimo fallo, el tejido se transporta a la fábrica encargada
del proceso de acabado o lustrado. En un primer paso, el tejido se lava
en enormes tambores con agua y un detergente especial. Ese
procedimiento sirve, en primer lugar, para eliminar todas las partículas
de suciedad que haya podido acumular el género durante los anteriores
procesos, de hilado, tejido e inspección y mejora; en segundo lugar,
sirve para suavizarlo. El cliente, es decir, la tejeduría, es siempre
quien debe decidir el grado de suavidad que quiere, pero como la
suavidad es un concepto subjetivo e impreciso el resultado final acaba
dependiendo sobre todo de la experiencia del responsable del acabado.
Él tendrá que ser capaz de controlar de forma exacta el efecto deseado
a través de la duración del proceso de lavado; es decir, deberá saber si
un tejido de cachemir Super 120 necesita 10, 12 o más bien 20 minutos
por cada 230 gramos de peso. En la mayoría de los casos la decisión
tiene que tomarla una persona, no un ordenador. Los pocos
especialistas en este campo son colaboradores imprescindibles de las
tejedurías. Y es que una decisión equivocada puede hacer que un tejido
quede arruinado. Y, al contrario, tomar la determinación correcta en el
momento justo puede convertir un buen género en otro de calidad
excepcional.
Después del tratamiento en mojado, la superficie del tejido se carda con
cabezas de cardencha.

Una vez lavadas, las balas de tejido se introducen en enormes


centrifugadoras y se secan cuidadosamente en una especie de
calandrias. En ellas se pasan por rollos calientes que tensan el paño de
manera uniforme. En el paso siguiente se queman los cabos de hebras
que sobresalen. El corte se lleva a cabo en una especie de tambores
rotantes provistos de cuchillas que funcionan de forma parecida a un
cortacésped giratorio. Luego, en el llamado proceso de decatización, el
lustre generado por el proceso de planchado se vuelve a eliminar, y el
tejido se alisa otra vez. Entre las diversas fases, el tejido se trata una y
otra vez con vapor, se estira y se prensa. Finalmente las balas de tela al
completo se colocan a mano entre unas mil láminas de cartón de las que
una de cada diez está caliente. Sobre esa pila se ejerce una presión de
unos 150 bar por centímetro cuadrado de tejido. Este costoso
procedimiento sirve sobre todo para volver a otorgarle al tejido un
bello lustre que lo haga agradable al sastre y sus clientes y asegure su
venta.
Tras el acabado y lustrado, el tejido regresa a la tejeduría, donde,
tras un proceso de producción que dura unas cinco semanas, llega al
departamento de expedición para su envío a los distribuidores y a las
sastrerías de corte a medida o talleres de confección. Si tanto trabajo
ha merecido la pena, se verá una vez confeccionada la prenda.

El proceso de acabado le da al paño un tacto agradable y un bello lustre.


¿Qué significa ​«hecho a mano»?
Desde el siglo XVIII la industria de la moda es inconcebible sin
maquinaria y técnica. Sin ellas habría que retroceder unos doscientos
años. A pesar de todo, las etiquetas donde consta «cosido a mano»,
«hand made» o «fatto a mano» en trajes, camisas, corbatas y zapatos se
siguen considerando una alta distinción y la carta de entrada en la VIP
lounge de las marcas de ropa. ¿Es merecido tal honor? ¿O no se trata
más que de nostalgia? ¿Son los trajes de sastre mejores que los de
fábrica? ¿Duran más los zapatos cosidos a mano? ¿Y qué quiere decir
exactamente «hecho a mano»? La respuesta solo se puede obtener
comparando el trabajo manual con el mecánico.
TRAJE ¿Qué quiere decir la indicación «hand tailored» en la etiqueta
de un traje? ¿Significa que lo ha confeccionado un sastre con aguja e
hilo? Sí y no; ya nadie prescinde del todo de las máquinas. La
expresión «hecho a mano» indica que los patrones se dibujaron en la
tela a mano (y no con un plotter, un trazador gráfico); que luego las
diversas piezas se cortaron a tijera (y no con una cuchilla electrónica
controlada por ordenador o con láser); que se sujetaron e hilvanaron
con alfileres e hilo y se cosieron a máquina o a mano; y que, de vez en
cuando, se fue pasando la plancha para alisar y dar forma al traje. El
sastre solo está obligado a coger la aguja en tres supuestos. Primero:
cuando se requiere una costura muy flexible, que dé de sí, por ejemplo,
en los hombros o en la trasera del pantalón (las costuras de máquina se
rompen con el exceso de presión). Segundo: para adornar la prenda con
puntadas artesanales, por ejemplo, en el borde de la solapa, el bolsillo
de la pechera o las costuras laterales. Tercero: cuando la máquina no
emula bien la labor manual, por ejemplo, en el caso de los ojales, que
no hay como los punteados a mano.
En un traje hecho a mano, el sastre invierte más de 60 horas de trabajo. En
la fotografía, el sastre londinense John Coggin cosiendo un forro.
Ventajas del trabajo manual: el tejido se puede cortar de tal manera
que los dibujos de la prenda queden perfectamente continuos entre un
lado y otro de una costura. La prenda se adapta mejor al cuerpo cuando
ciertas partes están cosidas a mano. Con el planchado manual, la pieza
puede conformarse con mayor precisión y se ajusta mejor a la figura
del portador. El punteado de los ojales es mucho más fino. Gracias a la
irregularidad de las puntadas artesanales, la prenda tiene un carácter
único e individual.

Ventajas de la máquina: las medidas del cliente se reflejan en los


patrones en unos segundos con ayuda del ordenador y el plotter. Las
telas lisas se cortan de forma más rápida y precisa. La máquina puede
trabajar mejor en menos tiempo, por ejemplo, en tareas como el
costoso y lento picado de las entretelas. En las costuras rectas, la
máquina logra resultados más exactos, por ejemplo, en los laterales de
las perneras de los pantalones. Algunos procesos de planchado para
dar forma a la prenda se hacen mejor con la prensa automática que con
la plancha del sastre.
¿Qué traje es mejor? El traje hecho a mano, siempre que esté bien
hecho, tiene una puesta más agradable y sienta mejor. Por lo demás, las
ventajas son más bien estéticas y de índole emocional.
CAMISAS La producción al por mayor de camisas hechas a mano ya
ha quedado reducida al ámbito de Italia. Todas esas prendas llevan la
etiqueta «cucito a mano» o «fatto a mano». La tela se corta de forma
manual, y las mangas se cosen al canesú también a mano. También son
artesanales las puntadas del cuello, la tira de la abotonadura, las sisas,
los ojales y la nesga. Por el contrario, es muy raro que los botones se
cosan enteramente a mano; lo más normal es que la máquina haga el
trabajo principal y la modista solo termine de rematar.

En la camisería artesana de Emanuel Berg ​cortan a mano las camisas que


hacen a medida.
Ventajas del trabajo manual: el corte es más exacto, ya que las rayas y
los cuadros siguen sin interrupción de un lado a otro de las costuras, el
bolsillo de la pechera y las sisas. Las costuras artesanas hacen la
camisa más flexible, porque algo dan de sí, y por tanto se adaptan
mejor al cuerpo. Los ojales hechos a mano tienen un aspecto
inconfundible y no se deshilachan.
Ventajas de la máquina: cuando quien maneja la máquina es un
experto, se logran costuras muy resistentes, se ahorra tiempo en la
producción y, por tanto, se pueden ofrecer mejores precios. Los ojales
hechos a máquina son más suaves y fáciles de abrochar.

¿Qué camisa es mejor? Toda camisa de buen género acabada con


cuidado es buena, independientemente de que esté hecha a mano o a
máquina. En el caso de la labor artesanal, el fan se deja seducir por el
aspecto de las puntadas y la forma especialmente adaptada de las
mangas. Si eso son ventajas o no, es cuestión personal.
CORBATA Se hacen de distintas formas. En la opción más sencilla, la
corbata se confecciona con una máquina de coser corriente, pero la
costura con hilo del derecho y del revés es poco flexible y la corbata es
difícil de anudar. En el segundo método se usa la máquina de coser
Liba. Con ella se hace una costura de un solo hilo, para lo que se le
debe volver la corbata del revés (y luego del derecho). Tercero: el
cosido a mano. La corbata se corta, se compone, se sujeta con alfileres
y se cose con aguja e hilo.

La costura de una corbata hecha a mano (Ascot) es más elástica y flexible.

Ventajas del trabajo manual: al cortar el género, el dibujo (por


ejemplo, rombos o motas) se coloca de forma simétrica con respecto a
la punta; las rayas terminan en los bordes. El relleno queda
perfectamente adaptado por dentro del tubo, ya que, al coser la corbata
del derecho, no se corre. Al final del proceso se deja que cuelgue una
reserva de hilo. Al anudar la corbata, la tela puede deslizar un poco
alrededor del hilo, lo que protege el tejido y permite anudarla mejor.
Ventajas de la máquina: se ahorra tiempo, ya que a máquina una
corbata se cose en tan solo unos segundos. Y tampoco hay fluctuaciones
en la calidad, porque, a diferencia del operario, la máquina siempre
cose igual.
¿Cuál de los dos tipos de corbata es mejor? La técnica de manufactura
es en este caso decisiva, casi tanto como la calidad de la tela, que
puede ser de seda, cachemir, lana, lino… Por eso las mejores corbatas
son las hechas primorosamente a mano con telas escogidas.
ZAPATOS El calzado hecho a mano en todo su proceso de
elaboración es muy raro, ya que incluso en los mejores talleres
zapateros las diversas partes se cosen a máquina después de cortarlas a
mano. La única excepción son los mocasines con caña y costuras
ornamentales en la pala hechas de forma artesanal. El resto de las
tareas deben llevarse a cabo de forma artesanal solo con la lezna (con
la que se realizan previamente las perforaciones en el cuero), agujas,
hilo, cuchillos, lijas y otras herramientas especiales. En caso contrario,
no se trataría de verdadero trabajo a mano, sino de confección
industrial.
En los zapatos a medida de Eduard Meier el reborde de la suela se sella con
un hierro caliente.
Ventajas del trabajo manual: los zapatos perforados a mano son más
sólidos, ya que la costura que lo une todo pasa directamente por la
pala, la palmilla y la vira. Una breve descripción del proceso de
hechura de vira cosida ayuda a entenderlo. Para poder coser la pala y
la vira a la palmilla (la suela interna), en el caso de los zapatos hechos
a máquina se usa una tira de cuero llamada «pestaña de hendido», que
se pega con una cinta adhesiva a la palmilla. A través de la pestaña del
hendido pasa una costura (invisible una vez que el zapato está acabado)
que sujeta todas las piezas. En el calzado hecho a mano, el zapatero no
pega la pestaña del hendido, sino que la forma el reborde que obtiene
ahuecando la palmilla desde abajo. A ese reborde se cosen la pala y la
vira. La costura de la suela se hace por el estrecho hendido de la
palmilla, lo que la hace invisible y la protege. En el caso del trabajo
manual, es más fácil hacer las composturas, ya que, al coser la nueva
suela, la aguja se pasa exactamente por las mismas perforaciones del
reborde de hendido y la vira.
Ventajas de la fabricación a máquina: se ahorra tiempo, por ejemplo,
a la hora de manufacturar zapatos de vira cosida. A máquina, la pala se
tensa y se conforma sobre la horma en cuestión de segundos. También
la caña, la suela interior y la vira, o la suela exterior y la vira se cosen
mucho más rápidamente con una máquina Goodyear.
¿Qué tipo de zapatos son mejores? Si encargásemos dos pares de
zapatos de vira cosida de un cuero idéntico, con la misma horma y la
misma forma, pero uno hecho a mano y el otro a máquina, el efecto
óptico y la comodidad serían casi idénticos. Y si se cuidaran de la
forma adecuada ambos durarían más o menos lo mismo.
Datos generales objetivos: el trabajo artesano produce por lo general
unas prendas de vestir más bellas, y a veces incluso objetivamente de
mejor calidad, pero solo cuando la confección es perfecta y el diseño
responde a las más altas exigencias. Si el artesano adolece de falta de
gusto, estilo o virtuosismo técnico, el resultado no es bueno. Además,
no es fácil delimitar lo que es el trabajo artesano, ya que todas las
máquinas que se emplean en la industria de la moda las manejan
operarios muy especializados.
Quien no ahorra, se equivoca
Los políticos especulan muchas veces con cuál podría ser la mejor
forma de fomentar el consumo, pero los comerciantes conocen hace ya
mucho tiempo una receta infalible: la reducción de precios. Las rebajas
atraen al público a las tiendas como un imán y proporcionan la deseada
afluencia de clientes, es decir, la casa llena en todo momento. Incluso
los más mirados pierden cualquier reticencia a comprar y se rinden a
los descuentos. Y cuanto mayor la disminución de los precios de
prestigiosas marcas, mayor el impulso del comprador. Comprar un
jersey de 20 euros a la mitad de precio no provoca ni de lejos la misma
satisfacción que hacerse con una bolsa de 2000 euros con un 50% de
descuento. Y con razón, porque los artículos baratos no se vuelven
mejores en las rebajas, mientras que las prendas de calidad no se
vuelven peores, sino simplemente más asequibles. Los compradores
inteligentes lo saben y se reservan para las compras de finales de
temporada. ¿Por qué gastarse 1500 euros en octubre en un traje que dos
meses después cuesta poco más de la mitad?
En muchos países las rebajas son ya objeto de culto, e incluso la
gente con más recursos las tiene en cuenta en la planificación del
presupuesto. Por ejemplo, el gentleman inglés adquiere trajes de
confección a medida, pero prefiere comprar en las rebajas las corbatas
y los jerséis. Aún hoy día la sociedad más fina de Londres habla con
nostalgia del one day sales de la camisería y tienda de moda masculina
en general Turnbull & Asser de la Jermyn Street, aunque la última
jornada de este tipo se celebró en 1980. El periodista del corazón y
biógrafo de la princesa Margarita Nigel Dempster decía que era esa
una cita obligada en el calendario social, equiparable a Ascot o
Wimbledon, solo que más rentable. También legendarias son las
rebajas de la tienda de Eduard Meier en Múnich, la zapatería más
antigua de Alemania. No sin orgullo, Peter Eduard Meier, que lleva el
negocio con su hermana Brigitte en la decimotercera generación, aclara
que incluso prestigiosas guías de viaje hablan de sus rebajas. Sin
embargo, los antiguos proveedores de la corte bávara no pretenden
colgar el cartel de «Agotado» cuando dos veces al año ponen calzado y
vestimenta a precios más asequibles. «Transformamos la tienda y
reducimos el servicio de asesoría a la mera información sobre el
número adecuado. Así proporcionamos a la gente la oportunidad de
probar nuestra calidad. Muchos le toman el gusto y vienen a comprar
luego durante la temporada».
Hacerse con todo un guardarropa completo en las rebajas requiere
mucha paciencia, puesto que precisamente los clásicos, como las
americanas azules oscuras, los trajes grises o los Oxford negros, raras
veces están rebajados o, a lo sumo, se trata de prendas únicas, por lo
que es mucha casualidad que sean de la talla o el número adecuados. Si
bien es verdad que con la ayuda de una buena sastrería las
posibilidades de tener éxito aumentan, los costes de un posible arreglo
tienen que estar en proporción con el ahorro del descuento. Una regla
aproximada dice que el arreglo no debe costar más del 20% del precio
de adquisición regular. Pongamos el ejemplo de un traje que en
temporada costara 1500 euros y que estuviera rebajado a 999.
Considerando el 20% del precio sin rebajar, la inversión del arreglo no
debería superar los 300 euros. Es decir, por un total de 1299 euros
tendrá una prenda que le quedará estupenda y por la que habrá pagado
201 euros menos que el precio normal. Así que hacer cuentas merece la
pena.

De compras
Los precios rebajados tienen una gran fuerza de convicción. Pero
siempre se debe reflexionar. ¿Lo atractivo es el descuento o el
producto en sí? ¿Le gustaría lo mismo la prenda al precio
1 original?
Con grandes descuentos resulta difícil actuar de
forma racional, pero antes de comprar hay que
2 preguntarse siempre si la pieza combina con el
resto del guardarropa, así como comprobar con ojo
crítico que cumpla ciertos criterios de calidad.
Hay que tener mucho cuidado con dejarse convencer o
presionar por el vendedor. Tal vez sea verdad que de cierto
3 modelo solo quede uno de su talla en toda la tienda, pero
aun así tómese el tiempo necesario para pensar. Salga de la
tienda y dese un respiro para reflexionar con tranquilidad.
Cuando vea un descuento que le parezca significativo, no
pierda de vista el precio original. Por ejemplo, compruebe
4 si un precio muy rebajado no sigue siendo aún caro, como
unos zapatos de vira cosida que ahora «solo» cuestan 399
euros en lugar de 799.
Suele ser aconsejable no ir solo. Un amigo crítico le
ayudará a no caer en la tentación de un consumo
5 compulsivo. Puede ser que al principio no le gusten nada
sus comentarios negativos, pero si acaba evitando una
compra irreflexiva no tardará en agradecérselos.
Muchas veces, en los últimos días de las rebajas las tiendas
ya no admiten cambios. Además, cada vez van quedando
6 menos modelos y tallas. Así pues, es difícil remediar una
compra desdichada, y la reventa en Ebay no suele reportar
mucho dinero.
Quien se conozca y sepa que en las rebajas es incapaz de resistirse a
las tentaciones, tendrá que prescindir de salir de compras. Hace falta
mucha fuerza de voluntad para no comprar algo que se tiene entre las
manos. Quedarse en casa es bastante más sencillo.
7
UN ACCESORIO PUEDE PRODUCIR AÚN MÁS EFECTO
QUE TODO EL RESTO DE LA VESTIMENTA: ESCÓJALOS
BIEN.
Accesorios
¿Qué sucedería si un buen día un jefe o una jefa de Gobierno cualquiera
compareciera ante la prensa con un piercing en la nariz? Los medios de
comunicación no dejarían de comentar tan minúsculo accesorio. Y es
que, en el aspecto de una persona, los pequeños detalles tienen a
menudo un gran efecto. Y eso aunque solo se trate de un motivo de la
corbata apenas reconocible ni de cerca, unos gemelos, un discreto
tatuaje en el tobillo o un simple anillo.
En la moda, los pequeños ingredientes de la receta de la vestimenta
son los accesorios, si bien es cierto que algunos, como un bolso o un
cinturón, tampoco son tan pequeños. La combinación produce el efecto
decisivo del conjunto de la imagen de una persona. Una correa de cuero
amarillo que sujete un reloj clásico llamará sin duda la atención. Y es
que no es necesario mucho para obtener resultados efectistas, pero sí
saber bien qué se hace, como un cocinero que dosifica con exactitud
sus especias.
También las joyas se incluyen entre este tipo de ingredientes
menores. Desde ya hace unos años muchos hombres se dan el gusto de
adornarse con pulseras, pendientes, anillos, cadenas e incluso
horquillas de pelo. Pero en el ámbito profesional, así como en actos
formales, tales accesorios deben usarse con muchísima moderación. Lo
que quizás pueda gustar en una estrella del fútbol o en un músico suele
merecer una peor valoración en una persona corriente.
Por tanto, para ir sobre seguro, es mejor limitarse a llevar un reloj,
la alianza, un segundo anillo y los gemelos. Cualquier otro adorno
puede resultar excesivo. Por lo menos para ir a la oficina, donde se
considera que las joyas pueden distraer la atención. Tampoco son
recomendables los accesorios demasiado modernos. Por eso, es mejor
dejar en su funda unas gafas de sol muy punteras.
En los últimos años los accesorios han ganado terreno. Por eso
manufacturas de trajes como Belvet ​ponen en escena sus colecciones
completas.
Sobre cinturones
COLOR El cinturón debe escogerse a juego con los zapatos. Es decir,
el calzado negro requiere un cinturón negro; y los zapatos marrones,
uno marrón. Los tonos marrones, por su parte, también tienen que
conjuntarse entre ellos (chocolate, caoba, burdeos, coñac...), así como
en la intensidad del tono (marrón claro con marrón claro, medio con
medio). En el caso de cinturones de sport de cuero combinado con tela
(véase a continuación Material) el que rige es el color de los
componentes de cuero.
MATERIAL Con traje de negocios, o con blazer o chaqueta de tweed
con pantalón de franela, conjuntan cinturones solo de cuero (con trajes
de sport o veraniegos, también trenzado); con pantalones deportivos
(chinos o vaqueros) valen los cinturones de tela (como lona de rayas).
Cuidado: la indicación de «piel auténtica» se coloca a veces a piezas
baratas de cuero desdoblado e incluso de lefa (cuero de imitación
hecho de restos molidos, equivalente al contrachapado de madera), si
bien las tiendas serias no ofrecen tales productos.

LONGITUD, ANCHURA Y GROSOR Los cinturones suelen tener


cinco agujeros. En el caso ideal (y antes de comer) la hebilla se ajusta
en el agujero central, el tercero. Con respecto a anchura y grosor, cabe
decir que un cinturón estrecho y plano es más bien formal, mientras que
uno ancho y grueso es deportivo. Los cinturones para traje oscuro
miden entre 2,5 y 3,5 cm; los de sport, unos 4 cm.
HEBILLA La hebilla del cinturón (de latón macizo o plata de ley)
tiene que armonizar con el color del metal del reloj y las joyas u otros
accesorios. Una hebilla de latón dorado se lleva con gemelos y reloj de
oro; una plateada, con reloj de acero y gemelos de oro blanco o platino.
Importante: la hebilla del cinturón también tiene que conjuntar con las
del calzado en su caso. En cuanto al diseño y el tamaño, cabe decir
que, cuanto más discreta y afiligranada, más formal. Con logotipos y
otros motivos conviene ser muy prudente.
¿Cuándo lo puedo llevar y cuándo no? Con todos los trajes (aunque
con los trajes cruzados con chaleco los puristas prefieren los tirantes).
El cinturón es tabú con frac y con chaqué (con ellos, un caballero lleva
tirantes). Con esmoquin está aceptado.
Ejemplos del muestrario de la manufactura Kreis de Obertshausen, cerca de
Fráncfort.
Calcetines
Con traje oscuro, la mejor opción son los calcetines hasta la rodilla, ya
que aseguran una continuidad entre el pantalón y los zapatos. Con las
perneras estrechas están permitidos los calcetines hasta media
pantorrilla, porque no se suben tanto. Pero, sean más o menos altos, el
color oscuro (negro, gris o azul marino) es siempre obligado para los
calcetines. Al menos en muchos países europeos, los de colores vivos
no son adecuados para la oficina; la excepción son los británicos, que
tienen afición por los tobillos en tonos llamativos. Rojo, rosa, amarillo
o verde hierba son en Londres típicos colores de calcetín con traje
oscuro de raya diplomática. Quien desee imitarles en el continente
necesitará audacia y, desde luego, no tener miedo a comentarios
mordaces.
En Estados Unidos los calcetines de diseños discretos son el non
plus ultra en lo que a esta cuestión se refiere. Los brókers de Wall
Street gustan de motivos como la pata de gallo o el príncipe de Gales
en blanco y negro. También las rayas verticales con efecto bicolor se
consideran refinadas. ¡Sería muy recomendable imitarlos!
Del hilo con que se tejen los calcetines
LANA, LA CLÁSICA Los calcetines clásicos de lana de oveja
ofrecen un clima óptimo para el pie. Las fibras de lana lo calientan y lo
desodorizan de forma natural. Por eso se pueden llevar calcetines de
lana todo el año, en los días de frío, más gruesos, y en verano, finos.
Para que sienten mejor y no se deformen, se les añade una pequeña
proporción de fibra sintética, que objetivamente no altera las
propiedades de la lana.
ALGODÓN, EL FRESCO El algodón es el material preferido para
los calcetines de muchos hombres, que lo conocen de los calcetines de
deporte. Efectivamente, el algodón se siente fresco en la piel; por eso
las prendas de verano se suelen fabricar con él. Sin embargo, en
invierno resulta algo frío para los pies.
SEDA, LA NOBLE Los calcetines de seda siempre han sido el
paradigma del lujo y la exclusividad. Hoy en día se suelen reservar
casi siempre para el guardarropa nocturno. La seda se mezcla a menudo
con lana, en cuyo caso también es adecuada para los negocios.
CACHEMIR, EL LUJO El cachemir es, junto con la seda, el material
lujoso por excelencia. Como a simple vista no se puede diferenciar de
la lana o el algodón, es la expresión de la mayor discreción. Aunque a
los hombres no les gusta que les regalen calcetines, si son de este
género se suelen alegrar. De hecho, el punto más noble acostumbra a
conocer una gran demanda por Navidad.
Cómo lavar los calcetines
CUANTO MÁS FINOS, MÁS SUAVES LOS CUIDADOS.
CALCETINES DE FIBRA NATURAL Hay que seguir las
instrucciones de lavado, en las que se indica la temperatura
adecuada. Por razones higiénicas, es recomendable darles la vuelta
antes de lavarlos. En caso de duda se debe optar siempre por el
programa y el detergente más suaves. Por lo general, la secadora no
suele estropearlos, aunque más seguro es siempre dejarlos secar al
aire. Tal cosa tarda más tiempo y ocupa lugar, pero evita accidentes.
Los calcetines lujosos de seda o cachemir deben lavarse a mano, y
por lo general no se les ha perdido nada en la secadora. Es mejor
tenderlos.
CALCETINES DE DEPORTE Y SINTÉTICOS Lave los
calcetines de deporte de algodón o de mezclas sintéticas a 40 ºC.
Los materiales sintéticos deben tratarse con un detergente especial
que permita conservar las propiedades del género. Observe siempre
las indicaciones de lavado. Los calcetines de deporte suelen admitir
bien la secadora.
Mírame a los ojos
Hubo un tiempo en el que las gafas de sol se llevaban para protegerse
los ojos. Era el caso, por ejemplo, de los pilotos, los montañeros o los
conductores. Hoy en día son, ante todo, un accesorio. Por supuesto que
siguen protegiendo los ojos de la luz demasiado intensa, pero su
función principal es subrayar el estilo. Eso queda de manifiesto en el
hecho de que muchas veces no hay ni rastro de proporcionalidad entre
la radiación solar y la abundancia de gafas de sol. ¿Que exagero?
Quizás, pero no mucho. La gente interesada por la moda escoge sus
gafas oscuras guiándose sobre todo por criterios estilísticos y las
consume como la ropa u otros accesorios. Unos se compran siempre el
modelo más novedoso que en ese momento se esté publicitando; otros
prefieren las gafas clásicas. Estas últimas proceden sobre todo de
Estados Unidos, el país de nacimiento de las gafas de sol.
Con sus cristales oscuros, las gafas de sol protegen de la claridad y
de la radiación solar nociva, pero también de miradas curiosas. Las de
anchas patillas apantallan los ojos por los lados, y los modelos planos
cubren las cejas y parte de la nariz. Las gafas en formato XXL son las
más prácticas cuando lo que se pretende es ocultarse o disimular las
propias reacciones. Para pasar desapercibidas, también las estrellas
recurren a las gafas de sol, aunque a veces lo único que consiguen es
llamar más la atención, sobre todo en espacios interiores donde nadie
más las lleva: la recepción de un hotel, una zapatería o el mostrador de
facturación del aeropuerto, por ejemplo. También suelen hacer falta
gafas oscuras tras una larga noche. Por eso los domingos por la mañana
las lleva mucha más gente de lo habitual, aunque esté nublado. Las
gafas de sol nos dan seguramente una imagen muy interesante, pero una
persona educada debe quitárselas para hablar con otras.
Las gafas estrechas y ligeramente curvadas protegen bien los ojos de la luz
molesta.

Las ochenteras gafas de sol de piloto con patillas deportivas tienen unos
cristales resistentes.
Las clásicas gafas de piloto existen desde hace años con los cristales más
pequeños.

Muchas veces a los modelos con montura de pasta se les ponen cristales
graduados.
Carteras de caballero
Tiempo atrás los únicos que llevaban una bolsa colgada del hombro
eran los carteros; hoy en día lo hace toda una generación. En ciertas
zonas de las grandes ciudades solo se ven hombres con sus
pertenencias colgadas del hombro; la cartera de mano ha desaparecido
del mapa. Pero lo revolucionario no es tanto que ahora los hombres
prefieran soportar el peso de su ordenador portátil en el hombro y tener
las dos manos libres, sino el hecho de que carguen en todo momento
con la cartera. Antes solo se llevaba cartera al trabajo, aunque la razón
tampoco está muy clara, puesto que los objetos que contenía (la tartera
con la comida, el plátano y el periódico) bien podrían haberse
guardado en los bolsillos del abrigo. Pero seguramente aquellas
carteras de piel de cerdo eran el símbolo de la participación en el
mundo laboral. Por eso los desempleados, para esconder su humillante
situación y guardar las apariencias, también salían a diario de casa
cartera en mano. Los bolsos de caballero los usaba una minoría, de la
que la gente se burlaba. Finalmente, durante el tiempo libre los
hombres se limitaban a los bolsillos de la ropa para guardar lo que
necesitaban: cigarrillos, llaves o chicles. Hoy en día muchos hombres
(en especial, los pertenecientes a una generación ya inmortalizada por
la literatura moderna) hacen como han hecho siempre las mujeres:
llevan en todo momento una bolsa a cuestas, que con bastante
probabilidad contiene aparatos de comunicación digital y otros objetos
varios, quizás una botella de agua mineral o revistas, tal vez una
bufanda para el cuello o un moderno estuche de gafas de tamaño
considerable.
En la manufactura Kreis se fabrican carteras de mano también a medida. La
distribución interior se hace a gusto del cliente.

Cómo combinar la cartera


LA AUTÉNTICA CARTERA DEL HOMBRE ES LA DE LOS
NEGOCIOS.
A la hora de comprar una cartera, la cuestión principal, por lo menos
para aquellos hombres que deseen cuidar su aspecto al detalle, será
decidir si debe ser de color negro o marrón. De todos es sabido que
el cinturón siempre debe conjuntar con los zapatos. Pero ¿ocurre lo
mismo con la cartera? En principio, sí, ya que una cartera de color
marrón claro contrasta demasiado con unos zapatos negros y, por el
contrario, el negro de un maletín resultaría muy duro con un conjunto
veraniego claro y zapatos de cordones de ante beis. ¿Es, por tanto, la
única solución disponer de dos carteras, una negra y otra marrón?
Solo en el caso de que también se lleven a la oficina zapatos
marrones. Si no, la negra siempre será la mejor opción. Los más
audaces también se atreverán con una cartera de cuero rojo, verde,
amarillo o incluso violeta. Quizá pueda parecer excéntrico, pero
esos tonos se pueden combinar perfectamente tanto con negro como
con marrón.
Lo que indica un reloj

Según un diseñador de relojes italianos, un hombre solo necesita tres


joyas: su coche, su mujer y su reloj. Lo interesante de la afirmación es
que precisamente ese hombre que vive de vender relojes ni siquiera
menciona la función verdadera del objeto en cuestión: la de medir el
tiempo. La razón es sin duda que incluso el reloj de cuarzo más barato
ofrece esa prestación de manera casi idéntica a un cronógrafo de lujo.
Por tanto, el precio que se paga por un reloj apenas tiene que ver con su
exactitud. El marketing de este producto se concentra más bien en la
imagen, porque la imagen de un reloj determina la de su portador.
A menudo surge la cuestión de si se puede acudir a una entrevista de
trabajo con un reloj caro, por ejemplo, un Rolex. La respuesta no es
fácil. Si, por ejemplo, un jurista que acaba de obtener el doctorado se
presenta en un bufete tradicional para hacer una entrevista y optar a un
puesto bien pagado, no cometerá ningún error si lleva un discreto Rolex
de acero inoxidable. Es probable que quien lo reciba sea también un
amante de los relojes que aprecie la pieza del candidato y la juzgue
positivamente. Si el mismo candidato se presenta a un puesto para
colaborar con una fundación cercana a un sindicato, el Rolex quizás
tenga connotaciones peyorativas. Pero, de todos modos, solo se fijará
en él alguien a quien le llame la atención. Aquí también se puede
aplicar la máxima de Goethe: «Solo se ve lo que se conoce». Es decir,
únicamente los que saben de relojes, y estos son por general fans,
reconocen un determinado modelo. Los demás ni lo verán, siempre,
claro está, que no sea muy llamativo.

En general se puede constatar que en países como Alemania solo


llevan relojes caros las personas relativamente adineradas, y solo ellas
suelen saber apreciar los modelos lujosos. En otros países, entre ellos
Italia, es mucho más habitual comprar un reloj muy caro para lucirlo
como una joya, y eso aunque la situación financiera de su propietario
no esté a la altura. No pocas veces se ven hombres con oficios
corrientes, como taxistas, camareros o dependientes de tiendas de
moda, con un caro cronómetro suizo. En contraprestación, en Alemania
hay coches de lujo aparcados en barrios de clase media.
Quien no desee gastarse demasiado dinero en un reloj pero sí
mostrar estilo con él, bajo ningún concepto se comprará una imitación,
por ejemplo, una copia de un original suizo. Eso es señal de pésimo
gusto. Es más recomendable llevar un reloj económico, pero asimismo
con clase. Un clásico de este género sería un sencillo Swatch negro.
Los suelen llevar los italianos, quienes se permiten la broma de
alternarlos con modelos de Rolex, IWC o TAG Heuer. Un reloj así
resulta una excelente opción para una entrevista de trabajo, ya que es
una pieza con estilo, pero muy asequible. Algo así jamás se valora de
forma negativa.
(Izquierda) Lange 1: el buque insignia de Sajonia.
(Derecha) Lange Richard: sencillamente bueno.
(Izquierda) Lange Zeitwerk: con personalidad.
(Derecha) Datograph Perpetual: exacto hasta 2100.
Gemelos

Los gemelos se cuentan entre los accesorios que han perdido su función
inicial y hoy en día solo tienen una justificación meramente estética.
Estas piezas se inventaron para cerrar los puños reforzados de finales
del siglo XIX, tan rígidos que no se hubieran podido abrochar sin
grandes dificultades. Los puños de las camisas actuales, por el
contrario, suelen ser blandos y en todos los casos se podrían cerrar con
botones sin problemas. Pero, para los amantes de estas joyas que
siempre van en pareja, no es esa la cuestión. Para ellos, una camisa sin
este adorno en el puño resulta del todo aburrida.
Los gemelos son obligados solo en ocasiones solemnes, pero
siempre resultan recomendables con traje oscuro. Incluso el hombre
que guste de un estilo ligeramente informal puede darse un aire muy
personal con gemelos, porque no hay nada en contra de integrarlos en
una imagen más bien deportiva, por ejemplo, con chinos o pantalones
de pana y jersey.

Sin embargo, muchos hombres se ven con ellos demasiado vestidos,


incluso emperifollados. Como regla orientativa para su elección, se
puede decir que los gemelos son adecuados siempre que se lleve
americana o blazer, con corbata o sin.
En teoría, cualquier objeto que se tenga por duplicado y que sea lo
bastante pequeño se puede transformar en un par de gemelos. Son
habituales los motivos en forma de bola, de óvalo o de alubia. También
son apreciados los dados o las réplicas en miniatura de objetos como,
por ejemplo, pelotas de golf, llaves de grifo (izquierda: hot, derecha:
cold), coches, animales o herramientas de todo tipo. Aquellos hombres
que hereden, por ejemplo, unos pendientes, los podrán llevar al joyero
para que los transforme en gemelos. La variante más económica son las
borlitas de cordón, que se venden en un sinfín de colores. Se pueden
usar como simples sustitutos de unos gemelos más caros, pero
asimismo para reproducir los colores que aparecen en otras prendas.
Por ejemplo, quien lleve calcetines rojos podrá recurrir a borlas de ese
mismo color para adornar los puños.

(Izquierda) Los motivos relacionados con la caza son tradicionales. Aquí, un


modelo de la manufactura Roensber.
(Derecha) Existen muchas variantes del modelo en forma de estribo, que
sujeta los puños por fuera.

(Izquierda) La flor de lis engastada en plata da un toque ​distinguido al


ciudadano medio (manufactura Roensber).
(Derecha) La plata de ley brillante sigue siendo, junto con el oro, el metal
noble más apreciado (manufactura Roensberg).

Las borlitas de colores son más que económicos sucedáneos de los gemelos
de lujo.
Cuello elegante

Las bufandas y pañuelos son accesorios casi arcaicos. Desde que el ser
humano es capaz de tejer o fabricar telas, se sirve de ellas para
abrigarse y adornarse el cuello. En la moda masculina se admiten
varias prendas: la bufanda de lana o cachemir, para los días fríos; el
fular de seda con un abrigo elegante; el pañuelo de cuello con camisa,
americana, jersey o chaqueta de punto; y también fulares de tejidos
ligeros con una función más bien ornamental. Estos últimos han ganado
adeptos en los últimos años. El hecho de que se usen a veces como
sustitutos del plastrón no deja de ser curioso desde un punto de vista
histórico, ya que el elemento derivado del plastrón es la corbata.
En los últimos veinte años los centroeuropeos han mirado a Italia, y
no solo en lo que a la cocina se refiere (ahora adoran la pasta y el
aceite de oliva, y han dejado de tomar café de filtro para pasarse al
espresso y el cappuccino). Asimismo, en la moda se impone la estética
italiana: llevan el jersey con elegancia por encima de los hombros y no
se enrollan la bufanda sin más alrededor del cuello, sino que se la
anudan con mimo y estilo.

Antes los hombres solo llevaban bufanda cuando hacia frío o les
dolía la garganta. Hoy en día, junto con fulares y pañuelos, la bufanda
se lleva todo el año. A decir verdad, es un accesorio muy útil cuando
hace frío o hay corrientes de aire. Por eso en las estaciones de
entretiempo, cuando por la mañana o por la noche refresca pero en
general basta con ir en chaqueta o jersey, el fular de fina lana,
cachemir, algodón, lino, seda o mezclilla presta buenos servicios.
A pesar del estrecho parentesco del fular con el plastrón, no son
intercambiables desde el punto de vista de las normas de la
indumentaria. Con traje para la oficina y camisa no se puede combinar
un fular, al menos en un estilo de negocios clásico. En ocasiones más
formales, por el contrario, está permitido llevar bufanda o fular con la
americana o el traje. En cualquier caso, abusar de la experimentación
puede causar la impresión de que se está demasiado preocupado por la
moda.

Bufandas y pañuelos son de los accesorios más habituales, no solo en


invierno. En las fotografías, modelos de lana y de cachemir de la colección
de Dante.
ES MEJOR LLEVAR UNOS ZAPATOS BRILLANTES Y LA
ROPA INMACULADA QUE MARCAS CARAS Y LOGOS
LLAMATIVOS.
Limpieza y cuidados
A muchas personas ni siquiera se les pasaría por la cabeza ponerse a
remendar un agujero en unos calcetines. En nuestros días, los
estropeados se tiran sin más a la basura y se compran otros nuevos.
Para las tiendas, mejor, pero si nos paramos a pensar con detenimiento
esa mentalidad de usar y tirar es un problema. Y es que, por lo general,
la gente se retrae cada vez más de comprar productos caros. La
mayoría de las personas piensan que es mejor comprar más veces a
precio de ganga, y no están dispuestas a pagar precios normales. Desde
el punto de vista económico quizás incluso tengan razón, pero por
muchos motivos a veces sería mejor pagar un poco más por ciertos
productos.
No todo era mejor en el pasado, muy al contrario. Lo que ocurría es
que antes la gente tenía muchísimo más cuidado con sus cosas, y eso no
porque estuviera en especial empeñada en conservarlas, sino porque
era una necesidad: la ropa era muy cara y tenía que durar. De modo que
se cuidaba bien. Muchos de aquellos que ahora tengan más de cuarenta
años se acordarán de los pantalones «buenos». Eran de lana y se
reservaban para las ocasiones especiales. Esa costumbre puede resultar
un poco antigua, pero en cierta forma hoy en día se sigue haciendo lo
mismo: todos tenemos un traje que reservamos para los compromisos
más formales. Al igual que muchos solo sacan un coche del garaje los
domingos. Lo bueno se trata bien y se cuida.
Quien cuide bien sus cosas, por lo general podrá disfrutar más
tiempo de ellas. Incluso las prendas caras solo duran solo si se tratan
de la forma adecuada. Para ello no hace falta mucho esfuerzo: basta con
contemplar un par de reglas básicas. Lo principal es la regularidad.
Quien se acostumbre a cepillar los trajes después de cada puesta y a
dejarlos airear (a ser posible en el balcón o la terraza, o como
alternativa junto a una ventana abierta), ya tendrá casi todo el trabajo
hecho. Los zapatos no se deben cepillar y pulir hasta que deslumbren:
con limpiarlos de vez en cuando con un poco de betún o cera es más
que suficiente.
Una noche al fresco es la mejor cura para un traje después de una puesta.
Hay que intentar llevarlos lo menos posible a la tintorería.
Cuidados básicos para los trajes

La velocidad es un triunfo: intente limpiar las manchas lo antes posible.


Para evitar que al secarse la mancha aparezcan cercos de suciedad, el
mejor método es trabajar de fuera hacia dentro. Pruebe siempre el
quitamanchas en una esquina interior del paño de la americana.
Cuando los remedios caseros no funcionan, hay que recurrir a la
tintorería. Pero escójala bien porque muchas no dan un trato cuidadoso
a las prendas. Un botón perdido o estropeado es un mal menor, pero no
lo son las consecuencias de un planchado inadecuado. Por eso hay que
confiar los trajes a auténticos especialistas.

No solo la yema de huevo y la salsa de tomate amenazan su


guardarropa. También el polvo estropea los finos paños de hilo
retorcido. Millones de partículas se van depositando en el tejido hasta
que lo «ahogan». Por eso es recomendable sacudir y cepillar bien el
traje tras cada puesta. Los cepillos de fibras naturales son los más
suaves con el tejido. Para los paños de lana recios, las cerdas de cerdo
son la mejor cura. Por el contrario, calidades finas como el estambre y
el cachemir se deben cuidar con un cepillo de pelo de cabra. Una vez
cepillado el traje, doble bien el pantalón por la raya y cuélguelo con la
chaqueta en una percha de madera. Con una de esas perchas finas de
plástico, a la larga, los hombros pierden su suave curvatura.
Si la tela está muy arrugada, tendrá que darle un baño de vapor: llene
la bañera de agua muy caliente hasta que en el cuarto de baño todo sea
espesa niebla. Cuelgue el traje y déjelo media hora al vapor. Las
arrugas desaparecerán y las fibras podrán impregnarse de humedad, lo
que les prestará elasticidad. También el aire húmedo de la noche le
sentará bien a su traje. Esa es, por cierto, la mejor solución para el olor
a tabaco. Por eso un clavo o gancho en la pared del balcón le resultará
imprescindible si tiene contacto habitual con fumadores. Cuando la
raya del pantalón se desdibuje, nunca planche las perneras directamente
con la plancha. Ponga siempre un paño de algodón húmedo encima (de
tela de color claro que haya sido lavado muchas veces). En caso
contrario, la pernera adquirirá feos brillos al plancharla.
La suciedad seca y no grasa, como la arena, el serrín, el polvo o las
migas, se elimina bien con un cepillo. Al contrario que la mayoría de
las manchas, el barro deberá dejarse secar primero. Si no, al cepillarlo
penetraría aún más en el tejido. Quien quiera evitarse los sustos con las
manchas deberá renunciar a los trajes muy claros o de paños finos. Este
tipo de trajes no perdonan las salpicaduras ni los tratamientos
antimanchas incorrectos. Las telas de colores apagados o con dibujos
de más de 300 g son las más sufridas.

Un cepillo grande para ropa es imprescindible en todo hogar. Un par de


pasadas enérgicas se llevan el polvo y las pelusas.

El cepillo para sombreros tiene una línea algo curvada para adaptarse a las
formas redondeadas. Por supuesto, también es adecuado para gorras de todo
tipo.

(superior izquierda) El cepillo para cachemir está provisto de suaves cerdas


de cabra.
(superior derecha) Los cepillos pequeños sin mango son ideales para llevar
en la maleta.
(abajo) Los cepillos para tweed, con sus fuertes cerdas, eliminan el polvo de
los tejidos.
El ABC de la limpieza de manchas
BEBIDAS ALCOHÓLICAS, VINO
Seque el vino blanco o bebidas alcohólicas con un paño seco. Si
fuera necesario, después de secar la mancha trate los bordes con
agua caliente y jabón. Si la mancha de vino está seca, primero
humedézcala con alcohol diluido en agua y luego frótela con vinagre
blanco. Sobre las manchas de vino tinto recientes, esparza una
generosa capa de sal para que absorba la humedad.
CAFÉ Y TÉ Se mezclan alcohol y agua a partes iguales y se
humedece la mancha. Luego la tela se trata con vinagre blanco.
Atención: nunca trate con vinagre tejidos de lino.
CERA Retire lo más gordo raspándolo con una cuchara, el resto con
aguarrás o benceno. También da buenos resultados planchar la
mancha colocando encima papel secante o cualquier otro material
absorbente (pañuelos de papel).
CHOCOLATE Lave el tejido manchado con agua fría. Si la mancha
no saliera, trátela con alcohol de 90º.
GRASA Las telas de algodón con manchas de aceite se deben frotar
en seco con jabón y lavar luego con agua fría. También se puede usar
lavavajillas y aclararlo después de haberlo dejado actuar un rato. El
lavavajillas se debe probar primero en una esquina oculta para ver si
destiñe los colores. En el caso de la seda, se echan polvos talco
sobre la mancha y luego se cepilla.

HUEVO Hay que dejar secar el huevo y luego rascarlo con cuidado.
Finalmente se lava con jabón duro en agua fría. Si eso no funciona,
se puede humedecer la mancha con agua oxigenada, pero solo sobre
tejidos blancos.
LUBRICANTES, BREA Son muy difíciles de quitar. Algunos
expertos recomiendan frotar la mancha con un poco de mantequilla.
Una vez seca, rasque lo más gordo con un cuchillo y frote lo que
quede con aguarrás.
MAQUILLAJE Y LÁPIZ DE LABIOS Las telas de algodón se
humedecen con alcohol de 90º. Sobre tejidos delicados es mejor
recurrir a un quitamanchas.
NICOTINA Impregne una bola de algodón con alcohol de 90º y
humedezca y frote el tejido con cuidado.
QUEMADURAS DE PUROS Y CIGARRILLOS Los agujeros por
quemadura deben zurcirse. Las zonas quemadas en telas de algodón
blanco se tratan con agua oxigenada diluida, y luego con
blanqueador. Para acabar, hay que lavar la zona con agua templada.
Con géneros de lana o seda es mejor frotar con un jabón duro en seco
y aclarar al cabo de un rato.
SANGRE En principio, las manchas de sangre se pueden eliminar
con agua fría. Si no fuera el caso, trate las telas de algodón y los
tejidos de colores no teñidos con una solución de amoniaco, pero
haga primero una prueba en una esquina. Los colores delicados y la
lana se pueden humedecer con un poco de agua con una aspirina
diluida. Déjelo actuar un par de minutos y luego aclárelo con agua.
TINTA DE BOLÍGRAFO Ponga la prenda en remojo en agua fría
para que la mancha se ablande y luego lávela en la lavadora. Si fuera
necesario, podrá volver a tratar la mancha con alcohol de 90º o con
blanqueador concentrado, pero solo en tejidos blancos o no teñidos.
Con lana y seda ayuda una mezcla de un tercio de alcohol y dos de
agua.
Cómo lavar las camisas

Para obtener resultados de lavado óptimos y, por tanto, conservar bien


las camisas, lo primero que se recomienda es separarlas antes de
meterlas en la lavadora. Un criterio es la temperatura a la que deben
lavarse, otro es el color. Quien suela utilizar detergente especial para
ropa blanca deberá lavar las camisas de color aparte con un detergente
a propósito. Por si acaso, la primera vez lave las camisas de colores
subidos aparte, o bien con prendas de tonos parecidos. Si desea cuidar
sus camisas con especial mimo, métalas en la lavadora dentro de una
funda de almohada o una red de lavado. Muchos expertos recomiendan
no centrifugar estas prendas, sino tenderlas mojadas. Y también hay que
prescindir de la secadora, para no correr el riesgo de que encojan.
Se centrifuguen o no, las camisas se planchan mejor si están aún
húmedas, aunque esta sugerencia casi nunca se aprovecha porque,
cuando la ropa alcanza el nivel de humedad adecuado, o bien no se
tiene tiempo o no se tienen ganas de planchar. Si las camisas se
planchan cuando están secas, no está de más recurrir a un vaporizador
de agua. Como medida adicional, se pueden dejar un rato dentro de una
bolsa de plástico para que se humedezcan de manera uniforme. O, como
alternativa, se pueden planchar con plancha de vapor. Este aparato no
ofrece los mismos resultados que planchar la ropa húmeda, pero sigue
siendo satisfactorio. Si una camisa está muy arrugada, se puede
planchar por ambos lados, es decir, primero por dentro y luego por
fuera. Este truco vale también para camisas de esmoquin con pechera
de lorzas. Quien tenga sitio de sobra deberá guardar las camisas
colgadas de perchas; quien no, plegadas con cuidado unas encima de
otras.
Y quien no tenga tiempo para lavar y cuidar las camisas las podrá
confiar a una lavandería. Cuando haya encontrado una de confianza,
solo tendrá que entregar las camisas puestas y, a los pocos días, ir a
recogerlas lavadas y cuidadosamente colgadas de una percha o
envueltas en papel o celofán. En muchas grandes ciudades la
competencia entre el gran número de lavanderías que ofrecen ese
servicio ha hecho que los precios sean bastante asequibles. En
provincias por lo general hay que pagar demasiado.
Las camisas que no necesitan planchado merecen un capítulo aparte.
Son muy apreciadas, pero muy pocos fabricantes garantizan tal
propiedad en todos los casos, ni aun ateniéndose el usuario a las
instrucciones de lavado. Estas camisas no se deben centrifugar, o solo
un instante. Algunos fabricantes recomiendan meterlas en la secadora a
temperatura moderada. Aunque después la camisa aún no se viera lisa
del todo, lo que hay que hacer es ponérsela, porque el calor del cuerpo
se encarga del resto. Debido a su tratamiento especial, este tipo de
camisas no son tan transpirables como las normales, e incluso en
ciertos casos pueden desprender mal olor. Las ventajas y desventajas
tendrá que sopesarlas cada cual por sí mismo.
Brillante
Parece ser que para los ejecutivos estresados la limpieza de sus caros
zapatos es una actividad casi meditativa, e invierten en cremas,
cepillos y pastas importes equivalentes al gasto en calzado de todo el
año del hombre medio. Los hay incluso que comparten su placer con
otros aficionados, por ejemplo, en el Club Swann de París, llamado así
en honor de la conocida obra de Marcel Proust. El club fue fundado en
1992 por los clientes de un zapatero de lujo parisino. El encuentro
inaugural se celebró en el albergue de lujo Crillon y solo se podía ser
miembro por invitación. Intelectuales, artistas y empresarios se reúnen
desde entonces una vez al año, se arremangan las mangas de sus
camisas a medida y pulen sus nobles zapatos hasta dejarlos relucientes
mientras mantienen conversaciones elevadas, por lo visto regadas con
champán. Encuentros parecidos se celebran también en otros países,
por ejemplo, en la tienda de Eduard Meier de Múnich, la zapatería más
antigua de Alemania. Los participantes en esos «seminarios de limpieza
de zapatos» suelen estar en general bien calzados y también bien
situados, aunque el curso está abierto a quien esté dispuesto a pagar la
matrícula. Pero el resto de los hombres no podrán escapar a unos
cuidados mínimos de su calzado si desean que brille y les dure.
Cómo limpiar los zapatos

Limpieza previa
Con un cepillo se eliminan primero la suciedad y el polvo. El barro se
raspa cuidadosamente con el dorso de un cuchillo.

Leche para cueros


Los zapatos no se deben lavar a menudo. Para limpiar la piel antes de
aplicar el betún se extiende una leche especial para cueros.
Hormas
Después del lavado, en los zapatos se introduce una horma. Esta es la
principal medida de cuidado del calzado.

Aplicación de cremas
Aplique una pasta de cera con un paño suave o un cepillito, en poca
cantidad. Extienda la pasta aunque el zapato esté mojado de la lluvia o de
lavarlo.
Secado
Después del pulido con agua, los zapatos deben secarse bien para que la
capa de brillo obtenida se endurezca.

Pulido
Para el pulido final, lo mejor es usar un cepillo de cerdas suaves.
También se puede cubrir con un calcetín de nailon.
Lavado
Si después de la limpieza previa el zapato estuviera aún sucio, se podría
lavar. Asimismo, una vez pasado el invierno es muy conveniente lavar las
suelas.

Lavado
Al lavar el zapato, la piel se limpia a fondo. Ayúdese de un cepillo suave,
también para calzado de ante.
Aplicación de crema a la suela
No se debe olvidar la suela, sobre todo la parte de bajo el arco del pie. La
crema la impermeabiliza y le da flexibilidad.

Pulido con agua


Moje el paño en la pasta y luego en un poco de agua, y aplique la mezcla
en círculos. Repita el proceso varias veces, hasta que el zapato brille.
Cuidado del ante
Los zapatos de ante dan poco trabajo. La suciedad y el polvo se pueden
eliminar con facilidad con un cepillo.

Cuidado del ante


Los primeros días conviene impregnar bien el calzado de ante con un
producto protector especial. Luego bastarán pequeñas pulverizaciones.
Cómo cuidar las corbatas

Imagínese que tuviera que anudar las perneras de sus pantalones varias
veces por semana. Ni siquiera plancharlas con regularidad podría
impedir que la tela quedase arruinada en poco tiempo. Una corbata de
seda, por el contrario, resiste sin problemas día sí día también nudos
Windsor o simples, y eso durante años. Pues unos mínimos cuidados
alargarán aún más la vida de sus corbatas.
Lo primordial es soltar la corbata después de cada puesta. La mejor
forma de hacerlo es aflojar un poco el nudo, sacar la corbata por
encima de la cabeza y desanudarla solo una vez quitada. Después
envuélvase la mano con la corbata y déjela así enrollada al menos una
noche. Por lo general desaparecerán del todo las arrugas y dobleces. Si
no, bastará con rociarla con un par de chorros de vapor de la plancha.
Para planchar una corbata, coloque un paño de algodón o de lino
limpio interpuesto. Nunca planche los bordes para marcarlos bien: esta
prenda debe conservar siempre una forma tubular, no plana.
Por lo demás, es recomendable comprobar de vez en cuando si la
etiqueta sigue bien cosida, porque es una pena que se pierda, sin
mencionar que la corbata presentará un aspecto muy descuidado si la
etiqueta queda colgando de un hilo o empieza a asomar por una
esquina. Las corbatas de seda jacquard deben examinarse con
regularidad para ver si los bordes del lado ancho están estropeados. Se
da una mala imagen si se empiezan a deshilachar por la punta.

CÓMO GUARDAR LAS CORBATAS


Cuando solo se tienen una o dos, no es necesario romperse mucho la
cabeza para guardarlas, pero cuando nos empezamos a aproximar más a
toda una colección hay que plantearse qué manera de hacerlo será la
más conveniente.
En principio las corbatas se pueden guardar de dos formas: colgadas
o plegadas. La excepción son las corbatas de punto, que siempre se
deben colocar en el armario en posición horizontal para que no se
estropeen. El método más económico es si duda la percha, en la que las
corbatas se cuelgan alineadas. Tres o cuatro perchas de corbatas no
ocupan mucho sitio, pero existe el inconveniente de que a veces las
corbatas muy lisas resbalan.
Es muy recomendable clasificar las corbatas por grupos. Por
ejemplo, se puede dedicar una percha a las de rayas y otra quizás a las
de motivos geométricos. Como alternativa, también se pueden comprar
perchas especiales para corbatas, con un colgadero individual para
cada una. Es muy importante comprobar que esas perchitas no tengan
topes afilados que pudieran estropear la seda.
Pero, si quiere tener las corbatas bien visibles, guárdelas en un
cajón. Para ello podrá doblarlas por la mitad (según el tamaño y la
profundidad del cajón) o enrollarlas. El último método le
proporcionará una visión más completa del conjunto y es perfecto para
las corbatas porque, al enrollarlas, se alisan.
Glosario
A
acabado Proceso de pulido y lustrado del tejido que sale del telar, en
el que se lava y peina. Le da lustre y un tacto agradable.
algodón Género más extendido incluso que la lana, que en el siglo
XVIII desbancó al por entonces predominante lino. Típicas prendas
de algodón son la ropa interior, las camisas, los vaqueros, los chinos
y las gabardinas.
algodón Sea Island Por lo general, tela de algodón para camisas de
hombre de calidad superior. Se teje con una cantidad de hebras
mayor que la popelina, por lo que tiene un tacto sedoso. Con algodón
Sea Island también se tejen los más finos calcetines de caballero.
americana Chaqueta surgida en el siglo XIX que, en comparación con
el frac, tenía una silueta más redondeada e informal. Hoy en día el
término incluye todo tipo de chaquetas de traje o de sport con
solapas, botones y líneas rectas, excepto el blazer (véase la entrada
correspondiente).

B
batista Tejido ligero de ligamento de tafetán hecho con hilo muy fino y
de gran calidad.
beefroll Mocasín americano también denominado «zapato castellano».
Debe su nombre a la forma de rollito de los adornos del empeine.
bespoke tailor Denominación británica del sastre a medida. La
expresión americana es «custom tailoring».
blazer Chaqueta cruzada con dos cortes laterales y botones de latón
dorado, inspirada en los uniformes marineros. También se llaman así
las chaquetas de club rectas de tono liso con bolsillos de parche
superpuestos y botones de latón; en ocasiones también tienen rayas
de los colores de un club.
Blucher Denominación estadounidense del zapato de cordones de
hechura abierta también llamado Derby. Los laterales de la pala se
sobreponen cosidos a la puntera. El copete (la parte que cubre el
empeine y los dedos) forma la lengüeta.
bolsillo billetero Bolsillito situado sobre el bolsillo derecho de la
chaqueta. Suelen llevarlo las americanas de sport. Se utiliza para
guardar monedas.

C
cachemir Hilo o tejido de la fina pelusa interior de la piel de la cabra
de Cachemira.
calzado El zapato masculino más formal es cerrado, de puntera lisa y
con cordones. El negro es el tradicional para los trajes de raya
diplomática. También con chaqué en recepciones oficiales, bodas y
entierros. El marrón, con trajes de sport.
camisa de cuadros Tattersall Camisa de sport con cuadros formados
por rayas de color marrón oscuro, verde, burdeos, azul o negro sobre
fondo crudo o beis claro. El nombre se debe a la feria de caballos de
Richard Tattersall, en la que los animales iban cubiertos con mantas
con este tipo de cuadros. Este diseño se encuentra también en
chalecos, forros y mantas.
camisa de cuello abotonado Camisa en la que las puntas del cuello se
abrochan a la pechera. El modelo original es el llamado «soft roll
collar», de la casa Brooks Brothers de Nueva York. Con corbata se
puede llevar también para los negocios.
camiseta de polo Camiseta de sport de manga corta de algodón piqué
con cuello blando y puños elásticos. Es un clásico de la imagen
informal cuidada.
chaleco Parte de la vestimenta masculina desde el siglo XVII. A finales
del siglo XIX se incluía aún en el traje formal, pero desde la
Segunda Guerra Mundial ya no es pieza obligada.
chaqué Especie de frac con faldones de corte redondeado, llamado
también «cola de golondrina». Se lleva en actos formales diurnos.
chaqueta cruzada Chaqueta con los botones repartidos en dos hileras,
por lo general seis. Los dos botones superiores son ciegos, solo
sirven de adorno. Una variante de chaqueta cruzada es la que tiene
dos pares de botones, de los que solo se abrocha el inferior.
chaqueta de montar En inglés llamada «hacking jacket». Tiene una
forma muy característica, con el talle alto, un corte largo en la
espalda y bolsillos diagonales con solapa. Es la antecesora de la
actual americana deportiva.
chaqueta de sport Americana recta que no forma parte de un traje,
pero que tampoco es un blazer. Tiene su origen en las chaquetas de
montar y las Norfolk inglesas. Suele ser de tweed, pero en su versión
urbana también de cachemir y otros paños de lana, por lo general de
cuadros. No debe confundirse con el blazer (véase también esa
entrada).
chaqueta Norfolk Chaqueta de tweed con tres o cuatro botones,
cinturón, un plisado en la espalda, pliegues para facilitar el
movimiento y grandes bolsillos de fuelle que servían para guardar
cartuchos y provisiones. Se considera la antecesora de la americana
de sport. Se empezó a vestir en las tierras del duque de Norfolk en el
siglo XIX.
chaqueta recta Chaqueta con abotonadura simple de dos o tres
botones. En caso de tener dos, solo se abrocha el superior. Si son
tres, se abrocha el del centro, los dos de arriba o los tres.
Chesterfield Abrigo de negocios con abotonadura oculta. Por lo
general es de corte recto, de paño gris con dibujo de espiga y con el
cuello de terciopelo negro. También se ve en azul, negro o beis.
cheviot Tejido de estambre muy resistente y algo áspero que se fabrica
con lana de la oveja Cheviot. Es un paño típico para trajes de sport y
chaquetas ingleses.
chino Pantalón de algodón de color claro de origen militar. Los colores
clásicos son el caqui, el beis y el café con leche.
cinturón Correa, por lo general de cuero, que se pasa por las presillas
de la pretina del pantalón para sujetarlo. Su color debe armonizar
con el de los zapatos.
confección Prendas que no se elaboran según las medidas específicas
de una persona, sino según una figura media. La ventaja de la
confección es la disponibilidad inmediata de las prendas en diversas
tallas. El inconveniente es que su forma no se ajusta a la figura de la
persona. Abarca todo el abanico de precios.
confección a medida Alternativa moderna a los antiguos trajes de
sastre a medida. Gracias a las técnicas industriales y de división del
trabajo, este método es mucho más económico y rápido. Para
mejorar la forma de los trajes de fabricación en serie, las medidas
de la talla estándar se adaptan a las del cliente. La sastrería a medida
tradicional es mucho más cara, pero las prendas se cosen a mano y
por lo general sientan mejor.
corbata Junto con el traje, la camisa y los zapatos, una de las
principales prendas de la indumentaria formal y símbolo del atuendo
de negocios del mundo occidental. Deriva de la palabra «croata».
corbata club Corbata con los colores de un determinado club inglés
que solo portaban sus miembros. Hoy la expresión se suele aplicar a
cualquier corbata de rayas.
corbata de escuela Corbata con los colores de una determinada
escuela, también de enseñanza superior, reservada para discípulos y
ex discípulos. Véanse también Corbata club y Corbata regimiento.
corbata regimiento Corbata con los colores de un regimiento inglés
que se lleva con traje de civil. Hoy la expresión suele hacer
referencia a cualquier corbata rayada (véase Corbata club).
cordobán Cuero de caballo. Es una materia prima rara y cara para
zapatos, ya que procede solo de la parte de los cuartos traseros del
caballo, dos piezas de forma redondeada que alcanzan para dos o
tres pares. Los mejores zapatos de piel de caballo son los del
fabricante estadounidense Alden.
cortador En las sastrerías de confección a media, encargado de dibujar
los patrones de acuerdo con las medidas del cliente, pasarlos a la
tela y cortar las diversas piezas de la prenda.
corte horizontal en pico Forma delantera de los faldones de un frac,
con la cintura alta cortada en dos picos laterales.
cortes de la chaqueta Dos laterales o uno central, sirven para que no
se arruguen las faldas de la chaqueta o levita al sentarse. Derivan del
antiguo atuendo de los jinetes. Los trajes sin cortes fueron norma
entre las décadas de 1930 y 1950 en los negocios y las actividades
sociales nocturnos.
covert-coat Abrigo como máximo hasta la rodilla, de corte recto, en
tela covert, una sarga de peso medio. Las características típicas de
esta prenda son la abotonadura oculta, las cuatro costuras simples
paralelas de adorno a la altura de los puños y en el dobladillo, y el
cuello de terciopelo.
cuadro de Madrás Cuadro originario de la India, apreciado para
tejidos de algodón ligeros con los que se fabrican camisas y
chaquetas de sport, y pantalones del golf.
cuadros gingham Cuadros de camisa pequeños, por lo general en azul
y blanco o rosa y blanco.
cuello Kent Cuello estrecho con alas relativamente cercanas entre sí.
Es un modelo estándar para el traje.
cuello tiburón En inglés, «spread collar». Cuello con las puntas
bastantes separadas entre sí. Después del cuello Kent (véase la
entrada correspondiente) es el más clásico de entre los cuellos de
camisa.
cuerno de búfalo Material para la fabricación de botones para trajes y
chaquetas de sport de calidad. Las prendas más económicas llevan
botones de plástico.
cuero de avestruz Se obtiene de la piel del ave y tiene una estructura
rugosa característica. Es muy apreciado para productos de
marroquinería pequeños, como carteras o correas de reloj, pero
también para zapatos.

D
denim En inglés, el tejido vaquero de algodón azul. El nombre deriva
de la expresión serge de Nîmes (sarga de Nimes).
Derby Zapatos de cordones de hechura abierta (véase Blucher). A
veces también se denomina así un tipo de sombrero rígido.
dibujo de espiga Tipo de ligamento de sarga en el que las hebras se
tejen formando una estructura diagonal. Para obtener el dibujo típico
en espiga se cambia a intervalos regulares la dirección de tejido, con
lo que surge un motivo en zigzag. Hay dibujos de espiga más o menos
intrincados. Típicos son los de los trajes de negocios en paño gris y
los tweeds de espiga para americanas y abrigos.
dinner jacket Expresión inglesa para la prenda conocida en España
como «esmoquin» y en América como «tuxedo». En algunos países
europeos la dinner jacket es una chaqueta blanca o de color marfil
que solo se lleva al aire libre o en alta mar.
dusty madder Técnica tradicional de teñido de la seda que también da
nombre a un típico estampado de corbata. Es característica la
impresión general discreta que se logra con esta técnica al difuminar
colores más bien chillones. Las corbatas dusty madder o heavy dusty
madder suelen tener estampados paisley o foulard. La técnica
procede de Gran Bretaña.

E
entretela Lienzo que se coloca entre el paño y el forro de la americana
con objeto de darle forma a la pechera. Para ahorrar tiempo se suele
pegar en algunos puntos al paño externo. La entretela da cuerpo a la
prenda y una mejor caída a la tela. Es típica de los trajes de
confección industrial.
entretela suelta Entretela que se cose al paño por detrás de las
solapas, en las costuras de los hombros y en el bolsillo de la pechera
por medio de un picado invisible. Es típica de la confección a
medida de sastre artesano.
escarpines Zapatos de hombre con ligero tacón, por lo general
adornados con lazos negros de seda. Es tradicional llevarlos con
frac y en ocasiones se ven con esmoquin.
estilo de negocios informal Línea menos seria para la indumentaria de
negocios, por ejemplo, combinación de americana de sport y
pantalón. Se suele llevar sin corbata. En muchos sectores
profesionales es más habitual que el traje oscuro.
estilo informal cuidado Estilo de la indumentaria para el ocio,
informal pero con un toque elegante. Parecido al estilo de negocios
informal (véase también esa entrada).

F
forro Tejido que recubre la parte interior de una prenda de algodón,
seda o viscosa. El forro oculta los rellenos y entretelas, evita que se
manche de sudor el paño exterior y ayuda a que la pieza tenga una
caída elegante sobre otras prendas. Las chaquetas de verano tienen al
menos un semiforro en los hombros para que sienten mejor. Los
pantalones suelen llevar forro hasta las rodillas y, si son de paño
áspero, a veces hasta las pantorrillas. En ocasiones se cambia el
forro a los trajes cortados a medida bien conservados, ya que con los
años se estropea.
four-in-hand Así es como se llama en inglés el nudo simple de
corbata, el más extendido de todos. El nombre procede de un club
inglés del mismo nombre de principios del siglo XIX.
frac El negro con pajarita blanca es el traje nocturno más formal y
solemne. Se viste cuando en la invitación se especifica white tie o
cravate blanche, «corbata blanca». El frac se compone de chaqueta
con faldones, chaleco blanco de piqué de algodón, pantalón con
vuelta y doble galón y camisa con cuello de paloma, pecherín rígido
y puños simples de ojal doble, así como pajarita blanca, sombrero
de copa y escarpines.
franela Tejido suave, de semipesado a pesado. El carácter mimoso de
la franela se consigue con un proceso de fabricación especial por el
que la lana se abatana hasta que se afieltra. Con franela gris se
confeccionan trajes y pantalones de vestir.
franela de algodón Tejido suave de ligamento de tafetán o de sarga
usado, sobre todo, para ropa de sport.

G
gabán Abrigo cruzado, por lo general de color azul oscuro.
gabardina1 Abrigo cruzado de la tela del mismo nombre que protege de
la lluvia. También se llama «trinchera» porque la llevaron por
primera vez entre 1895 y 1902 las tropas británicas durante los
conflictos previos y la guerra de los bóeres. Las piezas de los
hombros y los aros de metal en forma de D del cinturón, que servían
para llevar diversos utensilios, recuerdan hasta hoy el origen militar
de la prenda. A veces tiene un forro de la lana abotonado de quita y
pon para el invierno.
gabardina2 Tela de ligamento de sarga. Con tela de gabardina
impregnada se confecciona el abrigo del mismo nombre. El paño de
gabardina de lana es muy apreciado para pantalones y trajes.
galocha Funda de goma para proteger los zapatos de la humedad y el
frío, así como para evitar resbalones.
galón Tira de seda que recorre la costura exterior de las perneras del
pantalón, derivada de las tiras similares de los uniformes. El
pantalón de esmoquin lleva galones simples y el de frac, dobles.
gemelos Joya y accesorio que sirve para abrochar los puños de las
camisas. Habituales en trajes de negocios; obligados con esmoquin,
chaqué y frac.
gilet «Chaleco» en francés.

H
hilado de crin Relleno de lino entretejido con cerdas de caballo. Se
utiliza para reforzar y dar forma a la pechera y las solapas de las
chaquetas de traje y americanas. Los trajes más sencillos llevan los
mínimos o carecen de ellos (véase también Entretela).
hilo Hebra larga que se obtiene retorciendo juntas varias hebras más
delgadas. Según su número, el hilo será doble, triple…
hilo retorcido Hilo tenso que se obtiene torciendo varias hebras,
destinado al tejido de paños que se arrugan menos. A veces es
sinónimo de buen paño.
Homburg Sombrero rígido acanalado en el centro, descubierto por el
rey Eduardo VII en la ciudad balnearia de Homburgo. En la
actualidad, después de la chistera, el Homburg en colores como
negro, azul, gris o marrón es el sombrero más formal.
horma Molde del pie humano. Los zapatos de confección se hacen a
partir de hormas de medidas estándar; para los zapatos hechos a
medida se hace una horma según las medidas del pie del cliente.
Esas hormas son de madera y sobre ellas se construye el zapato.
horma tensora Horma de madera en dos piezas que conserva la forma
del zapato cuando está guardado y permite la hidratación del cuero.
Muchos expertos recomiendan encarecidamente la horma tensora
para el cuidado del calzado.
house check Cuadro determinado de una marca o casa de moda que le
sirve como seña de identidad, por ejemplo, en las telas de los forros.
El house check más conocido es el cuadro de Burberry.

J
Jermyn Street Calle londinense cercana a Piccadilly Circus donde
tienen su sede muchas camiserías de hombre tradicionales. Por
extensión, ha pasado a denominarse así la camisa tradicional inglesa
que, en comparación con su equivalente italiana, tiene unos dibujos
más llamativos y un corte más holgado.

L
lana merino Lana muy rizada de la oveja Merina, la más fina del
mundo. La mayoría de los paños para trajes se tejen con ella. El
mayor productor es Australia.
lana Shetland Lana de las islas Shetland, muy apreciada para la
elaboración de jerséis rústicos, a menudo con ochos. También se teje
con ella un paño jaspeado para trajes, chaquetas y abrigos de sport.
ligamento Patrón de entrecruzado de los hilos de la trama y la
urdimbre. Existen tres ligamentos principales: el de tafetán, el de
sarga y el de raso.
limpieza en seco Por lo general, limpieza con productos químicos que
disuelven y eliminan la grasa y las manchas en prendas que no se
pueden mojar. La ropa que se lava así a menudo en la tintorería se
suele estropear muy pronto, porque los tejidos pierden su grasa
natural. El planchado mecánico también la estropea. Por eso es
mejor cepillar y airear las prendas con frecuencia.
loden Tejido de lana abatanado y frisado, algo impermeable y que
protege contra el viento. Se suele usar para atuendos regionales y
moda cinegética. El loden verde es muy típico de Alemania y
Austria.
lustrado Proceso final del tratamiento de una tela después de salir de la
tejeduría (véase Acabado).

M
Macintosh Denominación inglesa de una gabardina de algodón
engomado, también llamada «Mac». Hoy en días se lleva más bien
por motivos estéticos, porque los materiales modernos son más
ligeros y eficaces.
mako Variedad de algodón egipcio que ofrece hebras de gran calidad
para la producción, por ejemplo, de batista.
manga raglán Tipo de manga cortada de modo que forma también los
hombros y llega hasta el cuello. Se llama así por Lord Raglan. La
manga raglán es muy típica de las gabardinas. Existen dos tipos:
manga raglán de una pieza, que se extiende lisa sobre los hombros, y
manga raglán doble. Son menos habituales que las mangas pegadas.
marinera Chaqueta cruzada de estilo náutico en azul oscuro (véase
Gabán).
marsella Tejido con una estructura en forma de retícula para la
pechera, el cuello y los puños de las camisas de esmoquin
tradicionales.
mocasín Denominación de un calzado en el que la pieza de la pala se
pasa por debajo de la horma y forma tanto la suela interior como la
caña. Un mocasín típico es el náutico.
mocasín Penny Zapato deportivo originario de Estados Unidos, antaño
parte de la indumentaria estudiantil e informal. El nombre procede
de la moneda que se metía como talismán bajo el talón.
mocasines Tassel Mocasines con cordones de cuero que pasan por una
serie de perforaciones o un «túnel» alrededor del talón y luego se
atan por delante en un lazo. Los extremos están adornados con una
especie de borlas, en inglés llamadas «Tassel».
moer Tejido brillante y extremadamente resistente a las arrugas que se
obtiene del pelo de la cabra de Angora. Es ideal para esmóquines y
trajes de verano.
molesquina Tejido suave y caliente de algodón con ligamento de raso,
muy apreciado para pantalones de sport, americanas, trajes y
abrigos. La molesquina para pantalones suele ser de colores vivos.
Monkstrap Zapato que no se abrocha con cordones, sino con hebillas.

N
náuticos Mocasines con cordones de cuero y suela de goma
antideslizante, creados para andar por la cubierta de los barcos.
no encoge Se dice de los tejidos que no encogen o lo hacen solo un
mínimo. Las mejores tejedurías garantizan un encogimiento de solo
el 1,5%.
nudo Albert Nudo de corbata que en principio se hace igual que el
simple, con la única diferencia de que al final el extremo largo se
enrolla varias veces antes de terminar de anudar. Se obtiene un nudo
asimismo alargado, pero algo más grueso.
nudo Windsor Al parecer, era el nudo de corbata del duque de
Windsor, aunque los entendidos siempre intentan demostrar que el
rey que abdicó por amor solía llevar un nudo simple que se veía
voluminoso solo gracias a un grueso relleno. El nudo Windsor es
adecuado para cuellos cutaway, pero el simple o four-in-hand,
ligeramente asimétrico, suele ser más bonito. El nudo semi-Windsor
resulta algo menos voluminoso.

O
overdressed Estar vestido de forma demasiado formal o solemne para
una ocasión determinada. Resulta embarazoso, sobre todo, en actos a
los que se acude a título particular.
oxford (tejido) paño suave pero resistente para camisas de caballero.
Se compone de hebras de algodón teñidas y sin teñir. Los tejidos
oxford siempre resultan algo menos finos y formales que la batista o
la popelina.

P
paisley Motivo oriental que simboliza la fertilidad. Se suele ver en
fulares, pañuelos, corbatas y batas.
pajarita Tipo de corbata que se anuda por delante en forma de lazo sin
caídas.
pata de gallo Dibujo bicolor de aire deportivo para paños de lana. Es
muy usual en trajes, chaquetas de sport y abrigos.
pecarí Cuero de una textura rugosa natural obtenido de la piel del
pecarí. Se usa, sobre todo, para hacer guantes.
Pepita Dibujo pequeño, por lo general en blanco y negro, muy similar a
la pata de gallo. Es muy típico en paños para trajes.
pijama Vestido para dormir de pantalones amplios. El nombre deriva
del persa pae jamah («prenda de pie o pierna»). Suelen ser de
algodón. Los de verano tienen mangas y perneras cortas.
pinpoint Parecido al tejido oxford, hecho con hebras de trama y
urdimbre de colores diferentes, pero algo más fino.
pinzas Lorzas o pliegues que le dan al pantalón forma y volumen y
disimulan el contenido de los bolsillos. Los pantalones clásicos
llevan dos pinzas a cada lado, una que forma la raya de la pernera, y
la otra entre la primera y el bolsillo.
plaid Especie de capa que es parte del atuendo regional escocés, tejida
en los colores de cada clan. En inglés ha pasado a llamarse así
cualquier cuadro escocés. También da nombre a algunos tipos de
mantas, por ejemplo, de viaje.
plastrón Corbata ancha de forma arcaica que antaño se llevaba con
chaqué o levita. Hoy solo se ve con trajes de novio.
plus fours Pantalón o calzón hasta la rodilla muy abombachado. Se
llama así porque las perneras eran un poco más largas (four inches)
de lo habitual precisamente para obtener ese efecto.
pochette Pañuelo de bolsillo.
popelina Tela para camisas de ligamento de tafetán con bastantes más
hilos de urdimbre que de trama. Según las hebras del hilo, se llama
popelina de hilo sencillo, torcido doble, triple, etc.
pretina alta con picos Cinturilla especial para los pantalones que se
llevan con tirantes. En la parte de atrás tiene un corte rematado en
dos picos. La pretina habitual es la redonda.
pretina elástica A veces la cintura de los pantalones es elástica. La
anchura se regula por medio de hebillas. También la suelen llevar
los pantalones que se sujetan con tirantes.
pretina regulable Pretina del pantalón que se ajusta para hacerla más o
menos ancha. De esa forma se puede prescindir del cinturón. Por lo
general, la llevan los pantalones que se sujetan con tirantes (véase
también Pretina elástica).
príncipe de Gales Cuadro de diferentes colores, por lo general azul o
rojo, sobre tartán escocés Glen-Urquhart. Las variantes de este
motivo fueron diseñadas para los terratenientes ingleses que se
establecían en Escocia y no tenían ningún tartán propio de clan. Sus
empleados llevaban estos cuadros de fantasía llamados «district
checks». El cuadro Glen-Urquhart pertenecía a las tierras de la
condesa de Seafield. El sufrido príncipe de Gales es ideal para
«school, work and travel», como dice un dicho americano. En
Inglaterra es usual en trajes de sport; en Estados Unidos también para
los negocios.
prueba Los sastres a medida prueban la ropa medio terminada al
cliente para comprobar cómo le sienta. En el caso de clientes nuevos
se suelen hacer tres pruebas. En los trajes de confección, las pruebas
no son habituales, aunque sí teóricamente posibles.
pulido con agua Método tradicional de limpieza de zapatos por el que
primero se impregnan con pasta de trementina y luego se frotan con
un paño húmedo. La acción conjunta de la grasa y el agua impide que
el paño se lleve la capa de cera. Se obtiene un precioso brillo.
puntera vega Puntera de líneas onduladas de ciertos zapatos
masculinos, llamada wingtip en inglés. Llevan este tipo de puntera
los zapatos Brogue y los Budapest (véanse las entradas
correspondientes).
puño doble Puño tradicional de las camisas de caballero que se cierra
con gemelos. Los puños dobles son un detalle perfecto sobre todo en
camisas con traje o con americana de sport. También se llama «puño
francés».

R
raya diplomática Rayado fino blanco del tejido de lana que parece
formado por diminutas puntadas. En los trajes de negocios es típica
la raya diplomática sobre paño azul.
raya romana raya ancha para camisas de traje, por ejemplo, en azul
oscuro sobre blanco.
raya tiza Dibujo clásico de paños para trajes, en general cruzados. Es
una raya blanca sobre gris o azul. El nombre se deriva de su aspecto,
porque las rayas parecen trazadas a tiza.
refuerzo de lino En la sastrería tradicional, entretela que se usa para
dar forma a las chaquetas y que suele ir cosida; en los trajes de
confección industrial simplemente se pega.
S
sarga Tejido con ese ligamento, reconocible por su fina estructura de
líneas diagonales. La sarga es muy sufrida y se usa para la
confección de camisas de sport.
sarga de algodón Género muy sufrido de ligamento de sarga con el que
sobre todo se confeccionan camisas de sport.
sarga de caballería Tejido de lana muy resistente y caliente con una
característica estructura diagonal. Suele presentar tonos beises y
marrones, por lo general, en pantalones de vestir que se combinan
con chaquetas de sport y blazers.
sastrería a medida Confección de ropa a mano por un sastre. Es la
forma más tradicional y cara de hacer un traje.
Savile Row Calle del barrio londinense de Mayfair, sede de los sastres
más prestigiosos del mundo y sinónimo del traje inglés. El
incremento del precio de los alquileres ha provocado que en los
últimos años muchas sastrerías hayan abandonado la calle, donde
ahora se establecen firmas internacionales de moda.
se da Género tradicional muy fino para corbatas, camisas, trajes y
pijamas, pero también forros y otros tejidos para sastrería masculina.
Se obtiene de los capullos de algunas especies de insectos Bombyx
mori, como el gusano de seda. Suele proceder de criaderos; la
producción de seda salvaje es residual. La seda se teje siguiendo
diferentes técnicas.
seda de Bemberg Marca de una tela de algodón especial para forros
de trajes, abrigos y americanas, similar a la seda.
slipon Abrigo de manga raglán con abotonadura oculta y solapas
estrechas, por lo general de tela de gabardina de algodón. El término
deriva de la expresión «to slip on».
sombrero de copa El más formal de todos los sombreros. Solo se lleva
en ocasiones diurnas con chaqué o por la noche con frac en forma de
chistera de seda. También hay un modelo plegable, el chapeau
claque, muy cómodo para guardar y llevar de viaje.
Super 100 Tejido de pura lana virgen, muy ligero y resistente a las
arrugas, apreciado para prendas de verano.

T
tartán Motivos de cuadros muy variados, seña de identidad de los
diferentes clanes escoceses. Hoy en día se denomina así cualquier
tipo de cuadro escocés. El tartán se encuentra en cualquier prenda
del guardarropa, pero es típico en forros, corbatas, chalecos y
pantalones.
tela de camisa fil-à-fil Tejido para camisas en el que se alternan dos
colores de hilo de urdimbre para obtener un efecto cromático
característico, también llamado end-on-end.
tirantes Cintas o tiras de piel o tela, por lo general con elásticos, que
se pasan por los hombros para sujetar el pantalón. Los clásicos se
abrochan a la pretina, los modernos se fijan con clips. Son
característicos de la imagen de gentleman inglés.
traje Conjunto de chaqueta, pantalón y chaleco del mismo paño.
Después de la Primera Guerra Mundial el traje se impuso como
indumentaria masculina habitual para la oficina y las ocasiones
señaladas. La forma básica del traje apenas se ha modificado desde
entonces.
traje de sport Expresión algo pasada de moda que se aplica a trajes de
paños rústicos con diseños de cuadros, pata de gallo o espiga. Antes
se llevaban en las actividades del tiempo libre y los viajes. El
equivalente formal era el traje de negocios de paño oscuro. Hoy en
día forma parte de los estilos informal de negocios y de sport
cuidado.
trenca Abrigo muy recto y corto con capucha y abotonadura de cuerno.
Trilby Sombrero de fieltro de ala estrecha con una fina banda. En un
principio era parte de la indumentaria del gentleman clásico (sobre
todo en marrón), pero hoy está muy de moda en diversos colores y
variantes.
tuxedo O simplemente «tux». Denominación en español americano de
lo que en Europa continental se conoce como «esmoquin». En
Estados Unidos es tradicional también para el traje de novio.
tweed Paño de lana sufrido y caliente procedente de las islas
Británicas, por lo general de Escocia, que se suele tejer con varias
hebras de lana de diferentes tintes. El nombre procede seguramente
de la palabra escocesa tweel (sarga). Es muy apreciado para
americanas, trajes, abrigos y gorras.
tweed de Donegal Tweed jaspeado irlandés de textura algo rugosa.
tweed Harris Uno de los tipos de tweed más conocidos. Solo los
tweeds tejidos en las islas Hébridas Exteriores pueden llevar esta
prestigiosa etiqueta. Se fabrican en muchos tonos intensos y resultan
ideales para recias americanas deportivas de sport.

U
ulster Gabán largo de caballero con cinturón en la espalda.
underdressed No estar vestido de forma lo bastante formal o elegante
para una ocasión concreta. Resulta muy embarazoso sobre todo en el
ámbito de los negocios.
urdimbre y trama Un tejido se va formando al entrecruzar hebras
horizontales y verticales (véase Ligamento). Las hebras horizontales,
las de la trama, se van alternando con las hebras verticales, las de la
urdimbre.

V
vicuña Pelo muy caro de un camélido sudamericano sin jorobas del
mismo nombre. Su obtención es muy costosa porque solo se
aprovechan pelusas de lana prendidas en los arbustos, que se
recolectan a mano. Para muchos, un traje o un abrigo de vicuña es el
paradigma del lujo.
vintage Denominación de moda para la ropa y accesorios usados.
Viyella Tela camisera muy caliente inventada en 1890 por Henry
Ernest Hollins. Está compuesta por un 55% de lana merina y un 45%
de algodón de hebra larga.
voile Tela extremadamente fina, casi transparente, para camisas de
esmoquin o frescas de verano.
vuelta del pantalón Invento moderno, puesto que existe solo desde
mediados del siglo XIX, que consiste en una especie de dobladillo
exterior. Antes los pantalones simplemente se arremangaban para
evitar que el dobladillo se manchase o se mojase. Suelen tener vuelta
los pantalones de trajes formales como el chaqué, el esmoquin o el
frac.

W
Whipcord Paño de lana jaspeado para trajes de sport sufridos y
pantalones de vestir que se llevan con americana informal.

Z
zapato Budapest Zapato con puntera decorada con perforaciones. Es
la versión húngara del Brogue británico original. Teniendo en cuenta
que este tipo de zapatos se inventaron en Escocia, el término
Budapest resulta equívoco.
z apato saddle Zapato tradicional estadounidense cerrado y con
cordones, con una tira de cuero, por lo general de otro color, que lo
cruza por encima del empeine. Son los típicos de jugar al golf.
Índice analítico
A
A. Lange & Söhne (firma) 200-201
abrigos 54-61, 116, 124-125
acabado 25, 30, 180, 181, 221
accesorios 188-205
algodón 16, 30, 34, 48, 57, 106, 127, 172, 173, 174, 192, 194, 205, 221
- algodón Sea Island 30, 221
alianza 189
Amies, Hardy 77
anchura de la pernera 61
anoraks 100, 127
ante 118, 123, 146, 168
antiarrugas 30, 227
antimicrobiano 110
arruga de la nuca 62
Ascot (firma) 47, 184
Asia 15
Asia Menor 38
Astaire, Fred 72
azul medianoche 71

B
bañador 89
batista 25, 30, 221
béisbol, gorra de, véase Gorras Belvest (firma) 137
Berg, Emanuel (firma) 28, 183
Bernardo de Baden, príncipe 140
black tie, véase Cravate noire blazer 13, 48, 77, 113, 120, 121, 122,
137, 190, 203, 221
Blucher 146, 163, 168, 221
bodas 68, 78-79
bodas civiles 78
boina vasca, véase ​Gorras bolitas 106, 107
bolsas 198
bolsillo de la pechera 25, 33, 48
bombín 104
borlitas de cordón 203
botas 151, 162-163
botas Chukka 123, 148
botas de vaquero 154-155
botones 12, 51, 62, 130-131, 133
boxcalf 168
Brogue 13, 17, 146, 153, 168
bufandas 204-205

C
cabeza 104-105
cachemir 16, 17, 34, 48, 56, 57, 81, 106, 174, 175, 178, 180, 184, 192,
195, 204, 205, 221
cachemir, cepillo de, véase Cepillos caída de la ropa 26, 60-63, 128-
133
calcetines 192-195
- limpieza 195
calzado para el ocio 150, 151
calzador 215
camisa, telas de 24-25
camisas 13, 116, 123, 183
- limpieza 212-213
camisas a medida 32-33, 183
camisas de manga corta 13
camisas de negocios 24, 32-33
camisetas 90-91, 109, 126
camisetas de tirantes 165
capuchas 95
carteras 198-199
céfiro 30
cepillos 208-209
- para cachemir 209
- de pelo de cabra 209
- para la ropa 20, 208
- para sombreros 208
- para tweed 209
chaleco de punto 87, 108
chalecos 12, 25, 50, 68, 69, 71, 72, 99, 108, 115, 222
chanclas 164-165
chaqué 29, 49, 65, 66, 68-69, 78, 147, 191, 222
chaqueta 54-63, 98-103 81, 115, 121, 122, 222, 230
- larga 131
chaqueta acolchada 55, 99, 123
chaqueta cruzada 12, 51, 67, 119, 129, 222
chaqueta de aviador 101, 102
chaqueta de campo 100, 123, 125
chaqueta de punto 109
chaqueta de safari 98, 100
chaqueta de tweed 122, 190
chaqueta encerada 55
chaqueta recta 12, 50, 67, 119, 222
chaquetas de cuero 102-103
chaquetas deportivas 98-99
Chesterfield 56, 223
China 38, 39
chinos 81, 86-87, 120, 126, 190, 202, 223
chistera, véase Sombrero Chuck Taylor All Star, Converse (marca)
158-159
cinta talonera 61
cinturones 190-191, 223
círculo cromático 134
código indumentario 36-37, 66-67
Coggin, John 182
colores 92, 129, 134-143
combinación 13, 189, 190, 193
combinaciones cromáticas 134-135
Come as you are 67
comme il faut 13
Como 39
confección 23, 223
confección a medida 22, 168, 223
contorno de pecho 22, 32, 60, 129
contraste 142
contraste suavizado 143
Converse (marca) 158-159
corbatas 13, 21, 27, 34-37, 116, 118, 119, 138-139, 184, 223
- confección 46-47
- corbata regimiento 49, 223
- cuadros escoceses 37
- cuidados 218-219
- estampados 37
- lisas 35, 37
- Marinella 35
- motas 34, 36
- paisley 36, 229
- pata de gallo 37, 229
- Pepita 37
- príncipe de Gales 37, 230
- punto 34
- rayas 14, 34, 36
cordobán 146, 147, 148, 168, 223
corte 22
-camisas 32-33
-pantalones 61
Cove & Co. (firma) 50-53, 173
covert-coat 55, 124, 223
cravate blanche 66
cravate noire 66
cronógrafo 200
cuadros gingham 30
cuello alto 106
cuello cruzado 107
cuello diplomático 72
cuellos camiseros 13, 26-29
- cuello abotonado 13, 24, 27, 222
- cuello con trabilla 28, 29
- cuello contrastado 24
- cuello de paloma 29, 72
- cuello Kent 26, 27, 28, 224
- cuello tiburón 24, 26, 27, 28, 29, 224
cuero de caballo 84, 102, 147, 168
cuero de ternera 146, 147, 148, 168
cuidados 206-219

D
Dante (firma) 205
decatización 181
deportivas 127, 145, 148, 160-161
Derby 146, 147, 153, 168, 224
dinner jacket 71, 224
dress code 66

E
Edsor (firma) 65
Egipto 38
elastán 110
Elkann, Lapo 141
end-on-end 30, 232
entretela 17, 19, 47, 183, 225, 231
escarpines 149, 225
escarpines de terciopelo 71, 149
esmoquin 65, 66, 70-71, 76-77, 78, 79, 137, 149, 191, 232
Estados Unidos 14
estambre 173, 174
estilo campestre 136, 146, 148
estilo college 86
estilo del tiempo libre 81, 83, 95, 100, 101, 123, 126, 148, 151
estilo informal cuidado 86, 122-123, 225
estilo informal de negocios 57, 115, 121, 225, 232
estilo preppy 137
etiqueta 18
Europa oriental 15

F
Fedora 104
fibra sintética 17, 19, 39, 110, 161, 174
fibras funcionales 110-111
fibras huecas 110
fibras naturales 34, 106, 195
fibras tecno-naturales 111
fil-à-fil 30, 232
forro 17, 19, 38, 47, 57, 182, 225
frac 49, 65, 66, 72-73, 79, 137, 149, 191, 225
Francia 15
franela de algodón 30, 226
Fullstrap, mocasín 150

G
gabardina 58, 125, 226
gafas de piloto 196-197
gafas de sol 196-197
galón 70, 71, 72, 226
gamuza 168
gemelos 25, 189, 191, 202-203, 226
Goodyear 168
gorras 104-105
- boina vasca 105
- cuidados 208
- gorra de béisbol 104
- gorra de paño 104
- gorra de piel 104
- gorra de punto 105
Gran Bretaña 14

H
Hardy, John G. (firma) 55
hebilla del cinturón 191
hebras 16, 19, 24, 30, 106, 172-173, 177
hecho a mano 182
hilado y tejido 176-177
hilo 19, 24, 25, 30, 39, 83, 173, 176, 226
hilo de la urdimbre 30, 173, 177
hilo retorcido 24, 30, 31, 173, 226
Homburg 104, 226
horma 168, 227
horma tensora 216, 227
hueso de pulido 215

I
Iglesia 78
indumentaria de negocios 11, 116-121, 136
indumentaria formal 64-79
iniciales 25
Italia 14
IWC (firma) 201

J
Japón 15
jersey 81, 84, 86, 94, 106, 107, 108, 109

K
Kreis (Firma) 191, 198

L
Lama, Tony (firma) 154
lana 16, 17, 34, 48, 57, 105, 106, 120, 122, 174, 175, 184, 192, 194,
227, 229, 231
-«pura lana» 19
-«pura lana virgen» 19
lana de oveja (proceso) 172
largo de la pernera 22, 61
largo de manga 63, 131
largo del pantalón 61, 131
lavandería 213
lezna 184
ligamento 30, 176, 227
- de raso 30
- de sarga 30, 31, 83
- de tafetán 30, 31
limpieza 206-219, 227
limpieza de manchas 210-211
lino 16, 30, 34, 38, 48, 68, 70, 161, 173, 174, 184, 205
Loafer 168, véase también Mocasines loden 227

M
mako 30, 228
maletas 20
- maleta rígida 20
maletín 15, 199
manchas 208
manufactura 168
máquina Goodyear 185
Marsalis, Wynton 140
marsella 31, 228
material elástico 110, 111
material no tejido 111
materiales 170-187
Meier, Eduard (firma) 185, 186, 214, 215
membrana 110
microencapsulación 110
microfibras 110
mocasines 17, 145, 147, 148, 150-151, 153, 168, 228
- mocasines Penny 119, 122, 150, 168, 228
- mocasines Tassell 150, 151, 153, 168, 228
moda de negocios 10-63
moda informal 80-111, 126-127, 151
Moer 17, 228
molesquina 228
Monkstrap 147, 152, 153, 168, 228
morning coat 66
mundo islámico 15

N
náuticos 81, 126, 127, 148, 151, 159, 228
neopreno 110
no brown after six 152, 153
no brown in town 12, 16, 152
nudos de corbata
- nudo Albert 42-43, 228
- nudo pequeño 35, 44-45
- nudo simple 35, 40-41, 224
- nudo Windsor 35, 228
número áureo 130-131

O
ópera 8, 66
oxford (tela para camisas) 25, 30, 229
Oxford (zapatos) 68, 119, 121, 147, 152, 153, 168

P
paisley 36, 38, 49, 229
pajarita 70, 71, 72, 74-75, 229
pajarita de terciopelo 74
pala lisa 168
palmilla 156, 166, 167, 168
pana 77, 81 173
pantalón de algodón 86
pantalón de molesquina 122
pantalón de pana 113, 122
pantalones cortos 81, 88-89, 126
paño de hilo retorcido 24, 31, 173
paño, gorra de, véase Gorras pañuelo de bolsillo 48-49, 70
- doblado abolsado 49
- doblado formal 49
- doblado informal 49
parka 98, 158
patrones 11, 26, 32, 46, 47, 172, 183
pelo de cabra, cepillo de, véase Cepillos pelo de camello 56
Penny, mocasín, véase Mocasines Pepita 37, 68, 229
Persia 38
pestaña del hendido 167, 169, 185
piel de avestruz 155, 231
piel de cocodrilo 155
piel de serpiente 155
piel, gorra de, véase Gorras pinpoint 31, 229
plancha de vapor 213
plumífero 101
poliacrílicos 111
poliamidas 111
poliéster 111
poliuretano 111
Polonia 15
polos 16, 92-93, 106, 108, 126, 222
polos de manga larga 87, 108, 126
popelina 25, 31, 230
Porkpie 104
prendas básicas 112-127
príncipe de Gales 37, 52, 68, 143, 193, 230
príncipe Felipe 141
proceso de acabado (tejido) 30, 180, 221
proporciones 129
puntera larga 169
puntera vega 169, 230
punto 106-109
punto, gorra de, véase Gorras puños 13, 25, 202
- abotonados 13
- dobles 13, 25, 72, 230
- vueltos 25

R
raya del pantalón 209
raya diplomática 230
raya romana 31, 230
reborde de la palmilla 185
Redwing (firma) 163
relación calidad-precio 18, 107
relleno 184, 224, 225, 226, 229
reloj de cuarzo 200
reloj de pulsera 189, 200-201
República Checa 15
reserva de hilo 184
Ripstop 111
Roensberg (firma) 202
Rolex (marca) 200, 201
ropa, cepillo para la, véase Cepillos ropa a medida 22
ropa de noche 66, 77, 137, 149, 195
ropa deportiva 95, 110
ropa para los negocios 114-115, 120
S
sandalias 164
sarga 31, 173, 226, 231
sarga de algodón 30, 231
sastrería a medida 22, 129, 231
Scabal (firma) 114-115, 171, 174
Scheper-Stuke, Jan-Henrik 65
Schuh Konzept Berlin —(firma) 157
seda 34, 38-39, 48,173, 174, 175, 184, 195, 231
Semibrogue 153
semilino 31
sistema de corte 23
slipon 59, 125, 231
slipper 71, 149
solapas en pico 71
sombreros, cepillo para, véase Cepillos sombreros 104-105
- bombín 104
- chistera 68, 73, 226, 231
- Homburg 104, 226
- sombrero de lana 105
- sombrero de sport 104
- sombrero de tweed 104
- Trilby 105, 232
Streetwear 159
Stresemann 68
sudadera 94-95
Super 100S 16, 231
Super 150S 16
Super 180S 16
Superga (marca) 158-159
Swatch (marca) 201

T
tacos, mocasín de 126, 150
TAG Heuer (marca) 201
talla 60, 129
talla estándar 22
talle 62
Tattersall 30, 222
Tassell, mocasín, véase Mocasines tejido 176-177
tejido cardado 173
tejido llano 31, 173
tejidos 172-173, 176-177
tejidos que no necesitan planchado 25, 30, 213
tejidos sintéticos 99, 110, 148, 174
tela vaquera 82-85, 103, 126, 190
telas camiseras 30-31
terciopelo 65, 71, 77
Thissen, Gregor 174
Thissen, Peter 174
tipos de figura 132-133
tirantes 191, 232
traje 11, 12, 13, 16, 17, 22, 23, 50, 51, 52, 53, 54, 67, 76-77, 116-119,
182, 232
- compra 18, 19
- cuidados 208-209
- paños 174
traje de noche 65, 70
traje de raya diplomática 138, 193
trama y urdimbre 31, 172-173, 233
transpirabilidad 111
Trilby, véase Sombreros
trinchera 127
troyer 106
tweed 59, 84, 85, 125, 142, 173, 222, 232
tweed, cepillo para, véase Cepillos
V
vaqueros 82, 83, 158, 173, 224
verano 16, 96-97
viajes de negocios 20
Vichy 30
vicuña 175, 233
voile 25, 31, 233

W
white collar worker 13
white tie, véase Cravate blanche wingtip 153, 169
Woolrich (firma) 158

Z
zapatillas de deporte, véase Deportivas zapato a medida 166-167, 169
zapatos 13, 144-169, 184
- cosido a mano 157, 169, 184
- cuidados 214-217
- fabricación 156-157
- perforado a mano 169, 185
- vira cosida 145, 150, 151, 156-157, 169, 185
zapatos Budapest 146, 168, 230, 233
zapatos de charol 153
zapatos de cordones 116, 121, 123, 145, 146, 151, 152
zapatos de frac 72
zapatos de negocios 152-153
zapatos de noche 70
Zegna (firma) 176, 179
Créditos fotográficos
La gran mayoría de las fotografías, no mencionadas a continuación, son
nuevas, tomadas por el fotógrafo Erill Fritz (erill.fritz.fotografien.).

c. = centro, d. = derecha, i. = izquierda, ar. = arriba, ab. = abajo


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143, 171, 182, 183, 189, 207
© Chelsea Farmer’s Club, Berlín: 71
© Converse Inc.: S. 158/159 ab., 159 ar.
© Cove & Co., Düsseldorf: 50-53, 56-57, 60-63, 68-70, 72, 73, 75 ar.,
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