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de los
Aboga
dos
FACULTAD DE HUMANIDADES
ESCUELA DE PSICOLOGIA
TEMA:
Asignatura:
---
Facilitador:
--
Justificación ……….……….……….……….……….……….……….………… 3
UN DERECHO ÉTICO 4
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La ética……….……….……….……….……….……….……….……………… 12
La moral……….……….……….……….……….……….……….……….…… 13
Conclusión ……….……….……….……….……….……….………. 16
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Bibliografía ……….……….……….……….……….……….……….……….… 17
Anexos ……….……….……….……….……….……….……….……………… 18
INTRODUCCIÓN
La ética del Derecho es la ciencia práctica que tiene que estudia y traza el
conjunto de los principios y normas morales que rigen la conducta del Derecho ,
desde el punto de vista del bien común y de las buenas costumbres. La Ética del
Derecho es uno de los factores más prioritarios a considerar por cada persona
antes de seleccionar el Derecho que representará ante los tribunales los intereses
y derechos de una persona física o moral.
La ética del Derecho garantiza el éxito del profesional del derecho, debido a que
el Derecho es el profesional inmediato que representa al cliente ante los
tribunales y el público en general. Las personas y empresas de renombre exigen
un Derecho que dignifique su prestigio y su imagen institucional.
El presente estudio tiene por finalidad conceptualizar la ética del Derecho . Entre
los objetivos específicos de esta investigación, destacan: Analizar los aspectos
generales de la abogacía; Describir fundamentos teóricos y la aplicación de la
ética en la abogacía; Puntualizar las normativas legales y los organismos que
rigen la profesión del derecho; y Conceptualizar la Ética del Derecho .
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OBJETIVOS
Objetivo General
Objetivos Específicos
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JUSTIFICACIÓN
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UN DERECHO ÉTICO
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Concepto, Origen y Evolución de la Abogacía
1. "Deben los Derecho s colaborar con la justicia so pena de las sanciones a que
están expuestos y que lentamente han comenzado a ser aplicadas? Pero para que
exista dicha colaboración, independientemente de las sanciones a que hay lugar,
deben también los profesionales de la ciencia jurídica conocer a fondo los
principios y deberes que rigen su conducta" (Ruan, 2005, p.4-5)
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NORMAS DE ÉTICA PROFESIONAL DEL DERECHO
Parten de la base de que exista en el Derecho una firme conciencia moral, sin la
cual ellas carecerían de sentido y de eficacia. “El sentimiento de la responsabilidad
profesional es un elemento interno que anima el conjunto de reglas de una
profesión más bien que constituir una regla legal de esa profesión.” (Julien
Bonnecase. “Precis de pratique judiciaire et extrajudiciaire, Paris 1907, pár.188).
Así concebidas, es claro que sólo aspiran a traducir los principios que todo
Derecho honorable se habría trazado a sí mismo, una vez ganada suficiente
experiencia en la profesión.
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excesivo número de profesionales y crisis de los valores morales – este último es
sin duda el más grave y pernicioso.
NORMAS DE ETICA.
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Debe evitar que se le protesten documentos, se le haga objeto de persecuciones
judiciales o procedimientos precautorios, pues la repetición de tales medidas
revelaría un desorden incompatible con el ejercicio profesional. Debe abstenerse
de evacuar consultas o conferencias con sus clientes en lugares públicos, poco
adecuados a tal objeto.
Por su situación especial de técnico del derecho no debe usar ciertas defensas
como la excepción de juego. En suma, debe tratar de conducirse con el máximo
de rigor moral, para asegurarse así la mayor estimación pública.
Si acaso un Derecho traicionara los sagrados y elevados fines a los que apunta el
ejercicio de su profesión, es evidente que se convierte en un delincuente y su
conducta y desempeño no podría decirse que corresponde a los de un Derecho .
Lo dicho es así, en razón de que el Derecho , más que cualquier otro profesional,
conoce la diferencia entre lo lícito y lo ilícito, lo permisible dentro de lo no
específicamente normado y lo prohibido.
Por ello es que, entre los Derecho s, debe aparecer en el ejercicio profesional una
sindéresis, en cuanto fruto del entendimiento que importa el saber dirigirse a
pensar y juzgar con rectitud. Algo que, evidentemente, de modo más elevado debe
encontrarse en los jueces.
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Hoy en día se puede apreciar que más o menos en todas las profesiones existen o
aparecen quienes se apartan de sus fines, principios o mandatos para
simplemente dirigirse de cualquier modo al enriquecimiento, sin que les pongan
freno los valores éticos profesionales. Por lo dicho, entre los Derecho s, resulta
sumamente relevante tratar de nuevo el tema de la ética dentro del ejercicio
profesional.
Esta función social a la que nos referimos, no es más que “un genérico que
identifica a todos los que con habitualidad se dedican a actuar en el ámbito del
Derecho, sea como creadores, como intérpretes, como consultores o como
aplicadores del Derecho, y que se diferencian precisamente por ese papel, que
caracteriza su actividad, del común de los ciudadanos” (Peces Barba Martínez,
1987).
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En su labor profesional, la importancia que asume el operador jurídico se plasma
en cualquier acto que tenga relación con una norma jurídica, ya que son
precisamente éstos, los que tienen la función de interpretar y aplicar el derecho.
En este sentido, resulta destacable como la función del operador jurídico varía en
dependencia directa de la función que realiza en el ámbito de actuación
profesional, ya que puede proyectarse en el ámbito de la docencia jurídica, como
teórico del derecho, como intérprete, como mediador, entre otras muchas
funciones.
La figura del Derecho , en este sentido, juega uno de los papeles más importantes
en el escenario jurídico, puesto que garantiza la información, actúa como asesor,
representa el derecho de defensa, entre otros. Por tanto, el Derecho no se puede
concebir tan solo, como un representante del justiciable, sino que también como
un operador del sistema jurídico, que tiene como objetivo el buen funcionamiento
de la Administración de justicia (Zapatero, 2009).
Se parte, entonces, de la idea que promulga que la abogacía tiene una función de
orden social vinculada al interés público. De ahí, que su reconocimiento por parte
de las instituciones así, como su régimen deontológico y de responsabilidad,
disponga la conducta profesional a la que debe estar enteramente subordinado.
Así, autores como Hortal (Hortal Alonso, 1994), defienden que “sin la perspectiva
ética, la deontología se queda sin su horizonte de referencia”. La deontología de la
que se parte en este trabajo es la deontología en el ámbito jurídico y por ende,
sería considerarlos principios y deberes del Derecho en relación a la
interpretación y aplicación del derecho.
Se desprende del contenido de este artículo, que el ejercicio del Derecho como
profesional del derecho tiene como objetivo la búsqueda y la realización de la
justicia, de ahí, que se defienda que la función de la abogacía no es más que la
fórmula de contribuir a la aplicación más justa del derecho.
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LA PROYECCIÓN ÉTICA Y MORAL DEL DERECHO EN EL EJERCICIO DE SU
PROFESIÓN
LA ÉTICA
Por una parte, y en el caso que nos ocupa, se parte de la relación que existe entre
la ética y la moral en el ejercicio profesional. Si tomamos como antecedentes los
referentes incuestionables de la deontología jurídica con el deber moral de los
operadores jurídicos, se puede observar que la ética se ocupa de analizar qué
valores deben estar presentes y las metas que se deben alcanzar en el ejercicio
de su profesión.
O bien, lo que otros autores como Gutiérrez (Gutiérrez Sáenz, 2005), entiende
cuando defiende que la ética “trata de emitir juicios sobre la bondad o maldad
moral de algo, pero dando siempre la causa o razón de dicho juicio”.
LA MORAL
Por otra parte, la moral viene reconocida como las normas que sirven como
principios rectores del comportamiento humano y derivan directamente de la
opción doctrinal que representan (Ara Pinilla, 2002). Por lo tanto, existirán tantas
morales, como doctrinas filosóficas, religiosas, políticas, entre otras, existan.
A tal respecto existen autores que la entienden como “un conjunto de principios,
preceptos, mandatos, prohibiciones, permisos, patrones de conducta, valores e
ideales de vida buena que en su conjunto conforman un sistema más o menos
coherente, propio de un colectivo concreto en una determinada época histórica…
la moral es un sistema de contenidos que refleja una determinada forma de vida”
(Cortina Orts y Martínez, 1996). De ahí, que la deontología jurídica venga
identificada como un conjunto de obligaciones morales que el Derecho debe tener
presente en el ejercicio de su actividad profesional.
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En el modelo español, es el propio Estatuto General de la Abogacía Española
quien en su artículo 5 reconoce que “el Derecho podrá ejercer su profesión ante
cualquier clase de órganos jurisdiccionales y administrativos de España, así como
ante cualesquiera entidades o personas públicas y privadas. También podrá
ejercer como árbitro, mediador o interviniente en cualesquiera otros métodos
alternativos a la jurisdicción para la resolución de conflictos o litigios”.
Una definición más formal la encontramos en el artículo 9.1 del propio estatuto
“Son Derecho s quienes, incorporados a un Colegio español de Derecho s en
calidad de ejercientes y cumplidos los requisitos necesarios para ello, se dedican
de forma profesional al asesoramiento, concordia y defensa de los intereses
jurídicos ajenos, públicos o privados”.
En este sentido, es importante señalar que una de las tipologías que defendía, por
ejemplo, Torre Díaz (Torre Díaz, 2000), con respecto a la apertura de un despacho
profesional, queda extinguido con lo contemplado en el artículo 10 del Estatuto
donde se defendía a la figura del Derecho como “quienes, incorporados a un
colegio de Derecho s en calidad de ejercientes, se dedican con despacho
profesional a la defensa de intereses jurídicos ajenos”.
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en general, debiendo velar por garantizar la tutela judicial efectiva en todo
momento.
Así entendida, la función social que cumple la abogacía está muy clara, puesto
que el Derecho como servidor de la justicia, está obligado a la defensa y garantía
de las libertades fundamentales y los derechos inherentes de todos los
ciudadanos sin perjuicio de raza, sexo o religión.
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CONCLUSIÓN
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BIBLIOGRAFÍA
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ANEXOS
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