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Ética

de los
Aboga
dos
FACULTAD DE HUMANIDADES
ESCUELA DE PSICOLOGIA

TEMA:

DEONTOLOGÍA DE MI PROFESIÓN: RELACIONES


INTERNACIONALES
Sustentantes:
----- Mat. ---

Asignatura:
---

Facilitador:
--

Santo Domingo, D.N., Rep. Dom.


Junio 26, 2021
ÍNDICE
Introducción……….……….……….……….……….……….……….…………. 1

Objetivos Generales y Específicos ……….……….……….……….………. 2

Justificación ……….……….……….……….……….……….……….………… 3

UN DERECHO ÉTICO 4

Concepto, Origen y Evolución de la Abogacía……….……….…………….. 5

Normas de ética profesional del Derecho ……….……….……….…………. 6

Normas de etica. ……….……….……….……….……….……….…………… 7

Como debe ser un Derecho Ético……….……….……….………. 8

…………..

El rol del Derecho ante la ética y el ejercicio profesional……….…………. 9

La importancia deontológica del profesional Derecho ……….……….…… 10

La proyección ética y moral del Derecho en el ejercicio de su profesión… 11

La ética……….……….……….……….……….……….……….……………… 12

La moral……….……….……….……….……….……….……….……….…… 13

La figura del Derecho en el ámbito profesional español……….………….. 13

La deontología en el ámbito jurídico……….……….……….………………… 15

Conclusión ……….……….……….……….……….……….………. 16

…………..

Bibliografía ……….……….……….……….……….……….……….……….… 17

Anexos ……….……….……….……….……….……….……….……………… 18
INTRODUCCIÓN
La ética del Derecho es la ciencia práctica que tiene que estudia y traza el
conjunto de los principios y normas morales que rigen la conducta del Derecho ,
desde el punto de vista del bien común y de las buenas costumbres. La Ética del
Derecho es uno de los factores más prioritarios a considerar por cada persona
antes de seleccionar el Derecho que representará ante los tribunales los intereses
y derechos de una persona física o moral.

La ética del Derecho garantiza el éxito del profesional del derecho, debido a que
el Derecho es el profesional inmediato que representa al cliente ante los
tribunales y el público en general. Las personas y empresas de renombre exigen
un Derecho que dignifique su prestigio y su imagen institucional.

El presente estudio tiene por finalidad conceptualizar la ética del Derecho . Entre
los objetivos específicos de esta investigación, destacan: Analizar los aspectos
generales de la abogacía; Describir fundamentos teóricos y la aplicación de la
ética en la abogacía; Puntualizar las normativas legales y los organismos que
rigen la profesión del derecho; y Conceptualizar la Ética del Derecho .

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OBJETIVOS

Objetivo General

 Conocer como debe ser la ética de un Derecho

Objetivos Específicos

 Conocer el concepto, Origen y Evolución de la Abogacía


 Analizar las normas de ética profesional del Derecho
 Observar como debe ser un Derecho Ético

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JUSTIFICACIÓN

El Derecho es un profesional con conocimientos de disciplinas y ciencias


jurídicas, egresado de una universidad nacional o extranjera, con título de
licenciado o doctor enderecho, aprobado por un exequátur del Poder Ejecutivo,
juramentado por la Suprema Corte de Justicia y matriculado en el Colegio de
Derecho s de la República Dominicana para ejercer la abogacía.

Partiendo de que la abogacía es una profesión fundada en conocimientos de las


ciencias jurídicas, justicia y derecho, la ética viene a complementar dicha profesión
con la exigencia de apego al conjunto de virtudes (honradez, veracidad, escrúpulo,
decencia) que hace que el letrado merezca la confianza de sus clientes y de la
sociedad.

En la República Dominicana, existen un promedio de 45,000 Derecho s en


ejercicio, y 23,000 estudiantes de derecho en las 22 universidades que imparte la
carrera de Derecho, de las 42 universidades existentes en el país.

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UN DERECHO ÉTICO

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Concepto, Origen y Evolución de la Abogacía

En las sociedades democráticas modernas basadas en la regla del derecho, los


Derecho s juegan un papel importante en la administración de la justicia y en
salvaguardar los derechos humanos y las libertades fundamentales" (Goldstein,
2002, p.1).

1. "Deben los Derecho s colaborar con la justicia so pena de las sanciones a que
están expuestos y que lentamente han comenzado a ser aplicadas? Pero para que
exista dicha colaboración, independientemente de las sanciones a que hay lugar,
deben también los profesionales de la ciencia jurídica conocer a fondo los
principios y deberes que rigen su conducta" (Ruan, 2005, p.4-5)

2. En este Capítulo, y en los demás, se desarrollan estos planteamientos. El


Diccionario de Termino Jurídico.

3 Guerrero define al Derecho como el "profesional del derecho que ejerce la


abogacía. Para el ejercicio de esta profesión es requisito, sine qua non, tener el
título de la licenciatura en derecho y obtener la cédula correspondiente de la
Dirección General de Profesiones".

En el caso de la República Dominicana, es la obtención de una matrícula del


CARD. Para determinar el origen de la abogacía, es preciso definir el origen de la
justicia como servicio social y el origen del derecho.

La justicia es la "Organización que dispone el Estado para declarar los derechos


en los casos particulares, dirimir las diferencias entre las personas y reprimir y
castigar los delitos, de acuerdo con la ley y el derecho".

En cambio, el derecho se define como el "conjunto de principios, leyes y reglas


que rigen las relaciones humanas en toda sociedad jurídicamente organizada, y a
cuya observancia pueden estar compelidos los individuos". De estas definiciones,
se desprende que el Derecho y la abogacía surgen con la creación de los estados
y de su ordenamiento jurídico.

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NORMAS DE ÉTICA PROFESIONAL DEL DERECHO

Las normas de ética que se establecen más abajo no importan la negación de


otras no expresadas y que puedan resultar del ejercicio profesional consciente y
digno.

No debe entenderse que permitan todo cuanto no prohiban expresamente, porque


son tan sólo directivas generales, impartidas para los Derecho s que deseen
sinceramente evitar errores de conducta o faltas contra la moral profesional.

Parten de la base de que exista en el Derecho una firme conciencia moral, sin la
cual ellas carecerían de sentido y de eficacia. “El sentimiento de la responsabilidad
profesional es un elemento interno que anima el conjunto de reglas de una
profesión más bien que constituir una regla legal de esa profesión.” (Julien
Bonnecase. “Precis de pratique judiciaire et extrajudiciaire, Paris 1907, pár.188).

Así concebidas, es claro que sólo aspiran a traducir los principios que todo
Derecho honorable se habría trazado a sí mismo, una vez ganada suficiente
experiencia en la profesión.

Pues, en verdad, “la disciplina profesional es leve para los cuidadosos de su


dignidad y apenas añade nada a los deberes que una conciencia un poco delicada
se traza a sí misma.” (Raymond Poincaré, citado por Angel Ossorio en “El alma de
la toga”, Madrid 1920, página 81.) Tienden a fijar conceptos, a disipar algunas
dudas y a sistematizar por primera vez entre nosotros el cuerpo de reglas morales
que debe gobernar la profesión.

Tienen también un segundo objetivo, de más aliento y trascendencia: llamar la


atención de propios y extraños sobre la importancia del factor moral y tratar de
mejorarlo en la abogacía.

Entre los diversos motivos que se señalan a la decadencia innegable de la noble


profesión – falta de seriedad y de profundidad de los estudios universitarios,

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excesivo número de profesionales y crisis de los valores morales – este último es
sin duda el más grave y pernicioso.

NORMAS DE ETICA.

1ª. CONDUCTA DEL DERECHO . En su carácter de auxiliar principal de la


administración de justicia, el Derecho debe ser desinteresado y probo, llevar
hasta muy lejos el respeto de sí mismo, y guardar celosamente su independencia
hacia los clientes, hacia los poderes públicos, y especialmente, hacia los
magistrados.

Debe actuar con irreprochable dignidad, no sólo en el ejercicio de su profesión,


sino también en su vida privada: llamado a apreciar, a veces a juzgar los actos de
otros, ejerce un ministerio que no puede desempeñar con autoridad sino a
condición de ser él mismo respetable. En suma, su conducta profesional o privada,
no debe jamás infringir las normas del honor de la delicadeza que caracterizan la
del hombre de bien.

2ª. PROBIDAD. La probidad que se exige al Derecho no importa tan sólo


corrección desde el punto de vista pecuniario: requiere además lealtad personal,
veracidad, buena fe.

Así, por ejemplo, no debe aconsejar ningún acto fraudulento, formular


afirmaciones o negaciones inexactas, efectuar en sus escritos citaciones
tendenciosamente incompletas, aproximativas o contrarias a la verdad, retener
indebidamente documentos ni demorar la devolución de expedientes.

3ª. DESINTERES: El desinterés que debe caracterizar al Derecho no consiste en


el desprecio del provecho pecuniario, sino en el cuidadd de que la perspectiva de
tal provecho no sea nunca la causa determinante de ninguno de sus actos.

4ª. DIGNIDAD EN LA VIDA PRIVADA: En su vida privada el Derecho debe eludir


cuanto pueda afectar su independencia económica, comprometer su decoro o
disminuir, aunque sea en mínima medida, la consideración pública que debe
siempre merecer.

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Debe evitar que se le protesten documentos, se le haga objeto de persecuciones
judiciales o procedimientos precautorios, pues la repetición de tales medidas
revelaría un desorden incompatible con el ejercicio profesional. Debe abstenerse
de evacuar consultas o conferencias con sus clientes en lugares públicos, poco
adecuados a tal objeto.

Por su situación especial de técnico del derecho no debe usar ciertas defensas
como la excepción de juego. En suma, debe tratar de conducirse con el máximo
de rigor moral, para asegurarse así la mayor estimación pública.

Como debe ser un Derecho Ético

Si acaso un Derecho traicionara los sagrados y elevados fines a los que apunta el
ejercicio de su profesión, es evidente que se convierte en un delincuente y su
conducta y desempeño no podría decirse que corresponde a los de un Derecho .

Lo dicho es así, en razón de que el Derecho , más que cualquier otro profesional,
conoce la diferencia entre lo lícito y lo ilícito, lo permisible dentro de lo no
específicamente normado y lo prohibido.

Tal conocimiento empieza en la universidad, cuando se aprende a diferenciar


entre lo bueno y lo malo, lo lógico y lo ilógico, apreciándose también que el
Derecho mismo es alimentado por el sentido común y que un componente fuerte
del mismo son los valores. Se aprende que la buena fe se presume y se estudia el
dolo natural para diferenciarlo del dolus malus.

Se aprecia lo que es la temeridad y la malicia, como formas prohibidas de


accionar.Para cubrir los vacíos de lo que externamente no se conoce, se aprende
sobre las presunciones e indicios; y, además, se estudian los animus, siendo así
que desfilan: el animus nocendi (ánimo de perjudicar), el animus delinquendi
(ánimo de delinquir) o el animus lucrandi (ánimo de enriquecerse).

Por ello es que, entre los Derecho s, debe aparecer en el ejercicio profesional una
sindéresis, en cuanto fruto del entendimiento que importa el saber dirigirse a
pensar y juzgar con rectitud. Algo que, evidentemente, de modo más elevado debe
encontrarse en los jueces.
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Hoy en día se puede apreciar que más o menos en todas las profesiones existen o
aparecen quienes se apartan de sus fines, principios o mandatos para
simplemente dirigirse de cualquier modo al enriquecimiento, sin que les pongan
freno los valores éticos profesionales. Por lo dicho, entre los Derecho s, resulta
sumamente relevante tratar de nuevo el tema de la ética dentro del ejercicio
profesional.

EL ROL DEL DERECHO ANTE LA ÉTICA Y EL EJERCICIO PROFESIONAL

Dentro de cualquier actividad profesional puede entenderse que nos encontramos


con un especialista en la materia, que la lleve a cabo. Así, los camareros, los
estibadores, los médicos, pueden catalogarse dentro de un ámbito profesional
determinado.

Pero, en el caso que nos ocupa, cuando hacemos referencia a un operador


jurídico, además de un profesional en determinada materia, estamos señalando a
alguien, que no solamente tiene su calificación académica, sino que además
cumple una concreta función social.

Esta función social a la que nos referimos, no es más que “un genérico que
identifica a todos los que con habitualidad se dedican a actuar en el ámbito del
Derecho, sea como creadores, como intérpretes, como consultores o como
aplicadores del Derecho, y que se diferencian precisamente por ese papel, que
caracteriza su actividad, del común de los ciudadanos” (Peces Barba Martínez,
1987).

Así parece entenderlo también Hierro (Hierro Sánchez-Pescador, 1997), cuando


reconoce que “la profesión jurídica sería toda aquélla en la que la titulación resulta
una condición indispensable para el servicio o trabajo que se realiza, es decir,
para ser un operador del Derecho”.

No siendo, en este sentido, suficiente dicha titulación, sino la posterior acreditación


y jura del código deontológico, la Constitución española y las leyes, ante el
correspondiente colegio de Derecho s, como formalidad previa a la realización de
actividad profesional de la abogacía.

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En su labor profesional, la importancia que asume el operador jurídico se plasma
en cualquier acto que tenga relación con una norma jurídica, ya que son
precisamente éstos, los que tienen la función de interpretar y aplicar el derecho.

En este sentido, resulta destacable como la función del operador jurídico varía en
dependencia directa de la función que realiza en el ámbito de actuación
profesional, ya que puede proyectarse en el ámbito de la docencia jurídica, como
teórico del derecho, como intérprete, como mediador, entre otras muchas
funciones.

Todo ello, pone de manifiesto que “estos modelos aparecen mezclados o


confundidos en la realidad de una cultura jurídica concreta” (Peces Barba
Martínez, 1987), que no es otra que la aplicación e interpretación del derecho.

LA IMPORTANCIA DEONTOLÓGICA DEL PROFESIONAL DERECHO

En las sociedades modernas un requerimiento esencial en el ámbito de la justicia


es precisamente que “toda persona tenga la posibilidad de proteger sus intereses,
con los medios del Derecho, ante jueces y tribunales imparciales” (Rodríguez-
Toubes Muñiz, 2010).

La figura del Derecho , en este sentido, juega uno de los papeles más importantes
en el escenario jurídico, puesto que garantiza la información, actúa como asesor,
representa el derecho de defensa, entre otros. Por tanto, el Derecho no se puede
concebir tan solo, como un representante del justiciable, sino que también como
un operador del sistema jurídico, que tiene como objetivo el buen funcionamiento
de la Administración de justicia (Zapatero, 2009).

Como colaborador de la Administración de Justicia, deberá no sólo conocer la ley,


la jurisprudencia y la praxis en los tribunales, sino también, tener un código ético
que le permita realizar su misión atendiendo al valor que representa la justicia. En
este sentido, afirma Hilda Garrido, que:

El Derecho no sólo forma parte de la administración de justicia, sino que juega un


papel básico en su desarrollo. Tiene además algunas circunstancias muy
particulares; Un Derecho , como miembro de una profesión jurídica, es al mismo
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tiempo el representante de un cliente, un operador del sistema jurídico y un
ciudadano que tiene una especial responsabilidad en el mantenimiento de la
calidad del sistema de justicia (Garrido Suárez, 2012).

Se parte, entonces, de la idea que promulga que la abogacía tiene una función de
orden social vinculada al interés público. De ahí, que su reconocimiento por parte
de las instituciones así, como su régimen deontológico y de responsabilidad,
disponga la conducta profesional a la que debe estar enteramente subordinado.

La respuesta a la relación que guarda la ética profesional con respecto a la


deontología, cobra todo su sentido cuando se entiende que la deontología exige
un determinado modelo de actuación y precisamente la ética, responde a las
motivaciones.

Así, autores como Hortal (Hortal Alonso, 1994), defienden que “sin la perspectiva
ética, la deontología se queda sin su horizonte de referencia”. La deontología de la
que se parte en este trabajo es la deontología en el ámbito jurídico y por ende,
sería considerarlos principios y deberes del Derecho en relación a la
interpretación y aplicación del derecho.

En el modelo español, concretamente en el Estatuto de la Abogacía Española


reconoce a la abogacía como “una profesión libre e independiente que presta un
servicio a la sociedad en interés público y que se ejerce en régimen de libre y leal
competencia, por medio del consejo y la defensa de los derechos e intereses
públicos o privados, mediante la aplicación de la ciencia y la técnica jurídica, en
orden a la concordia, a la efectividad de los derechos y libertades fundamentales y
a la justicia”.

Se desprende del contenido de este artículo, que el ejercicio del Derecho como
profesional del derecho tiene como objetivo la búsqueda y la realización de la
justicia, de ahí, que se defienda que la función de la abogacía no es más que la
fórmula de contribuir a la aplicación más justa del derecho.

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LA PROYECCIÓN ÉTICA Y MORAL DEL DERECHO EN EL EJERCICIO DE SU
PROFESIÓN

La actuación del Derecho en el ejercicio de su profesión está íntimamente ligada


a la configuración ética-moral que tiene como un ente personal.

En el lenguaje común es frecuente entre los estudiosos de los sistemas


normativos, referirse a la moral y a la ética como conceptos sinónimos. Es por ello
que resulta necesario concretar aspectos diferenciadores, puesto que ambas
expresiones indican niveles de pensamientos diferenciados.

La ética, en este sentido, constituye una pauta conductual del comportamiento. La


ética viene entendida como una corriente filosófica cuyo objetivo prioritario es el
análisis del comportamiento humano. Como ciencia, la ética explica las cosas por
sus causas (Gutiérrez Sáenz, 2005).

LA ÉTICA

Por una parte, y en el caso que nos ocupa, se parte de la relación que existe entre
la ética y la moral en el ejercicio profesional. Si tomamos como antecedentes los
referentes incuestionables de la deontología jurídica con el deber moral de los
operadores jurídicos, se puede observar que la ética se ocupa de analizar qué
valores deben estar presentes y las metas que se deben alcanzar en el ejercicio
de su profesión.

En la misma línea, la ética profesional, está íntimamente relacionada con la moral


personal y colectiva. Este razonamiento parte de la consideración que defiende
que el Derecho debe tener presente que es un servidor de la defensa legítima de
los derechos de su cliente y por tanto, la relación de confianza y de
responsabilidad debe primar en todo caso, unido al respeto por su dignidad
personal.

El objetivo de la ética no es otra que la de dotar de respuestas a los actos


asumidos por la moral del sujeto. Un análisis sobre el tema que nos ocupa,
quedaría abreviado en la reflexión que hace la profesora Cortina Orts (Cortina
Orts, 1989), cuando defiende que “la ética a diferencia de la moral, tiene que
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ocuparse de lo moral en su especificad, sin limitarse a una moral determinada,
tiene que dar razón del porqué de la moral”.

O bien, lo que otros autores como Gutiérrez (Gutiérrez Sáenz, 2005), entiende
cuando defiende que la ética “trata de emitir juicios sobre la bondad o maldad
moral de algo, pero dando siempre la causa o razón de dicho juicio”.

Entendida la ética como el comportamiento o conducta que tiene el ser humano


ante el grupo social, permite hacernos una breve idea de la ética que debe tener el
Derecho como servidor de la justicia y colaborador de la Administración de
Justicia.

En consecuencia, la labor del Derecho quedaría resumida en el deber de


salvaguardar y garantizar con obediencia las normas jurídicas-morales así como,
la tutela judicial efectiva de todos los ciudadanos, empleando en todo caso, los
medios éticos-legales de los que dispone.

LA MORAL

Por otra parte, la moral viene reconocida como las normas que sirven como
principios rectores del comportamiento humano y derivan directamente de la
opción doctrinal que representan (Ara Pinilla, 2002). Por lo tanto, existirán tantas
morales, como doctrinas filosóficas, religiosas, políticas, entre otras, existan.

A tal respecto existen autores que la entienden como “un conjunto de principios,
preceptos, mandatos, prohibiciones, permisos, patrones de conducta, valores e
ideales de vida buena que en su conjunto conforman un sistema más o menos
coherente, propio de un colectivo concreto en una determinada época histórica…
la moral es un sistema de contenidos que refleja una determinada forma de vida”
(Cortina Orts y Martínez, 1996). De ahí, que la deontología jurídica venga
identificada como un conjunto de obligaciones morales que el Derecho debe tener
presente en el ejercicio de su actividad profesional.

LA FIGURA DEL DERECHO EN EL ÁMBITO PROFESIONAL ESPAÑOL

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En el modelo español, es el propio Estatuto General de la Abogacía Española
quien en su artículo 5 reconoce que “el Derecho podrá ejercer su profesión ante
cualquier clase de órganos jurisdiccionales y administrativos de España, así como
ante cualesquiera entidades o personas públicas y privadas. También podrá
ejercer como árbitro, mediador o interviniente en cualesquiera otros métodos
alternativos a la jurisdicción para la resolución de conflictos o litigios”.

Una definición material viene contemplada en el artículo 1 del propio Estatuto


cuando establece que:

La Abogacía es una profesión libre e independiente, que asegura la efectividad del


derecho fundamental de defensa y asistencia letrada y se constituye en garantía
de los derechos y libertades de las personas. Los Derecho s deben velar siempre
por los intereses de aquellos cuyos derechos y libertades defienden con respeto a
los principios del Estado social y democrático de Derecho constitucionalmente
establecido.

Una definición más formal la encontramos en el artículo 9.1 del propio estatuto
“Son Derecho s quienes, incorporados a un Colegio español de Derecho s en
calidad de ejercientes y cumplidos los requisitos necesarios para ello, se dedican
de forma profesional al asesoramiento, concordia y defensa de los intereses
jurídicos ajenos, públicos o privados”.

En este sentido, es importante señalar que una de las tipologías que defendía, por
ejemplo, Torre Díaz (Torre Díaz, 2000), con respecto a la apertura de un despacho
profesional, queda extinguido con lo contemplado en el artículo 10 del Estatuto
donde se defendía a la figura del Derecho como “quienes, incorporados a un
colegio de Derecho s en calidad de ejercientes, se dedican con despacho
profesional a la defensa de intereses jurídicos ajenos”.

Ese reconocimiento que se le dispensa al Derecho , responde a la idea de que el


Derecho , como operador jurídico que debe satisfacer necesidades de la sociedad

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en general, debiendo velar por garantizar la tutela judicial efectiva en todo
momento.

Así entendida, la función social que cumple la abogacía está muy clara, puesto
que el Derecho como servidor de la justicia, está obligado a la defensa y garantía
de las libertades fundamentales y los derechos inherentes de todos los
ciudadanos sin perjuicio de raza, sexo o religión.

De esta manera, se garantiza al conjunto de la sociedad que todas las personas


tienen derecho a alcanzar una tutela judicial efectiva por parte de la Administración
de Justicia sin que pueda producirse indefensión.

LA DEONTOLOGÍA EN EL ÁMBITO JURÍDICO

La deontología viene entendida como la ciencia que estudia el conjunto de los


deberes morales, éticos y jurídicos con que debe ejercerse una profesión liberal
determinada.

Así, Ángela Aparisi, la entiende como “aquella exigencia moral anclada en la


naturaleza de una profesión. Desde esta perspectiva, las normas deontológicas
son, básicamente, exigencias de ética profesional. Por ello, al igual que ocurre con
las normas morales, se nos muestran ‘prima facie’ como un deber de conciencia”
(Aparisi Miralles, 2006).

Entre los diferentes enfoques que pueden versar en torno a la aproximación


conceptual, autores como Sánchez-Stewart definen a la deontología como “el
conjunto de normas jurídicas que regulan sus relaciones con su cliente, con la
parte adversa, con sus compañeros de profesión, con los órganos y funcionarios
ante los que actúa y con su colegio profesional, normas cuyo origen y tutela es
corporativo” (Sánchez-Stewart, 2008).

En la actualidad, las transformaciones sociales, económicas y políticas que sufren


los Estados exigen una reconstrucción en el planteamiento sobre la propia
deontología jurídica.

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CONCLUSIÓN

Después de analizar los fundamentos teóricos y de conceptualizar la ética del


Derecho , se ha llegado a las conclusiones siguientes: El Derecho es un
profesional liberal debidamente acreditado por el Estado para ejercer la abogacía,
conocedor de las ciencias jurídicas y del derecho, cuya función principal es ser
auxiliar y colaborador de la justicia, y defensor de los intereses, libertades y
derechos fundamentales de los clientes.

El Derecho es un profesional con conocimientos de disciplinas y ciencias


jurídicas, egresado de una universidad nacional o extranjera, con título de
licenciado o doctor en derecho, aprobado por un exequátur del Poder Ejecutivo,
juramentado por la Suprema Corte de Justicia y matriculado en el Colegio de
Derecho s de la República Dominicana para ejercer la abogacía.

Los Derecho s prestan servicios de asistencia, asesoría, consultoría, consejería,


defensoría, y representación de los intereses y derechos de los clientes. La
abogacía es un oficio muy antiguo que surgió para enfrentar las injusticias sociales
y para el reconocimiento de los derechos de las personas frente a los
gobernantes.

La abogacía se aplica para la defensa de los bienes, honor, libertad, derechos y


vida, de los clientes del Derecho . El Derecho es el profesional llamado a
contribuir con el equilibrio social.

El Colegio de Derecho s de la República Dominicana, Inc., (CARD), seccional de


Santiago, es disfuncional debido a que carece de disposición para resolver los
diferendos surgidos entre Derecho s y clientes (Ver Apéndice No.1).

El personal CARD, seccional de Santiago, no cuenta con documentos sobre la


ética de los Derecho s ni listados del número de Derecho s registrados, o si
cuenta, no se dignó en suministrarlos durante la consulta.

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BIBLIOGRAFÍA

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cambio social (vol. 4). Madrid: Civitas . [ Links ]

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ANEXOS

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