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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE SANTIAGO “(UTESA)”

SISTEMA CORPORATIVO

Escuela de Graduados

Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas

LECTURA I: ANÁLISIS DE LA LECTURA I: CUESTIONES ÉTICO-


PROFESIONALES EN EL EJERCICIO DEL DERECHO

Trabajo de investigación presentado como requisito de la Maestría en Derecho


Inmobiliario, en la asignatura Procedimiento Inmobiliario I-(MDM-310) Grupo: 01

Presentado por:
Yunior Andrés Castillo Silverio 1-19-9269

Santiago de los Caballeros


República Dominicana
26 de febrero del 2020
LECTURA I: ANÁLISIS DE LA LECTURA I: CUESTIONES ÉTICO-PROFESIONALES EN
EL EJERCICIO DEL DERECHO

Lo que el autor, José Luis Sañudo Ospina, Él inicia con una cita de Eduardo J. Couture:
“Como ética la abogacía es un constante ejercicio de la virtud. La tentación pasa siete veces
cada día por delante del abogado. Éste puede hacer de su cometido, se ha dicho, la más
noble de todas las profesiones o el más vil de todos los oficios”. Luego de ver esa frase, nos
damos cuenta, de esa línea fina que tienen los abogados en el día a día de su ejercicio
profesional, es decir, que en algunas ocasiones esa delgada línea entre lo que puede ser
moralmente correcto o incorrecto es casi inexistente dentro de la labor del profesional, bien
sea: como litigante, juez, autoridad administrativa o demás cargos y funciones que comprende
el amplio espectro del actuar jurídico.

Mientras que, para el Diccionario de la Real Academia Española, define moral, como “Es
aquello que no pertenece al campo de los sentidos, por ser de la apreciación del
entendimiento o de la conciencia”. De ahí que la moral es entonces algo que se relaciona
íntimamente con la conciencia de lo que debe ser y no debe ser para cualquier individuo.
Refiriéndonos al tema de la ética, esta no es más que una reflexión filosófica sobre la moral, y
entonces la ética profesional del abogado no sería más que las conductas a las que debe
ceñirse el profesional del derecho dentro de su labor, de una forma virtuosa. Es por tanque
que “La ética puede ser definida como una ciencia regulativa de la conducta humana, en
conformidad con los principios fundamentales de la razón, y las exigencias de la naturaleza
personal del ser humano, en orden a su propio fin.

Pero para la autora Aparisi, nos dice que la ética profesional se erige sobre tres
importantes pilares: En primer lugar, la Centralidad Humana, concepto que hace alusión a las
actuaciones en función del ejercicio profesional, el parámetro rector de dichos actos es la
misma condición de persona la cual no debe ser desconocida bajo ninguna circunstancia, esto
incluye tratos degradantes y delictivos, no sólo frente a quien se le prestan los servicios como
profesional, sino a cualquier persona dentro del conglomerado social. En segunda instancia,
se refiere al Fin, el fin no es más que el resultado que se espera con la realización plena del
ejercicio profesional, resultado que se espera obtener por unos medios específicos y
determinados. Finalmente, en tercer lugar, se refiere al Actuar conforme a la razón. La razón
no es más que aquello que nos diferencia de otras especies de seres vivientes, la razón se
manifiesta en actuaciones determinadas bajo la voluntad, voluntad que se debe encaminar a
materializar los dos conceptos a los cuales se refiere la autora anteriormente. Pero vale la
pena diferenciar, que no debe confundirse el código único disciplinario del abogado con un
código de ética profesional. El primero consagra los principios, procedimientos y sanciones
establecidas para las faltas legales en ejercicio de la profesión. Mientras que, si bien hay
varios principios y directrices éticos consagrados en la constitución, las leyes y la
jurisprudencia, no existe una codificación específica sobre el tema en cuestión. Es necesario
hacer la distinción, pues en la mayoría de los casos en los que una conducta ejecutada en
virtud del ejercicio profesional, que sea contra ley va a ser muy seguramente una conducta
éticamente reprochable. Sin embargo, pueden existir conductas que, si bien son susceptibles
de un juicio de cuestionabilidad ética, puede ser que no resulten contrarias al ordenamiento
jurídico, y por tanto a pesar de tener un juicio de reproche desde el punto de vista ético
podrían estar ajustadas a derecho y por tanto no tener una sanción en virtud de su
realización, tal y como veremos más adelante.

Si bien, la parte interesada espera que su representante ante la administración de justicia


haga todo cuanto esté a su alcance para que se pueda tutelar el derecho que reclama, este
debe hacerlo única y exclusivamente por medios conforme a derecho y guardando un
profundo respeto frente a los principios enunciados anteriormente. En este escrito pusieron un
caso en donde de un litigante quien cree firmemente en que los pleitos deben ganarse a toda
costa sin importar los medios. Para este la victoria sobre la contraparte es la única forma de
enaltecerse como profesional del derecho. De modo que de manera inescrupulosa altera
documentos, obtiene testimonios falsos, utiliza artimañas para dilatar y entorpecer el proceso,
todo en virtud de obtener una decisión favorable para los intereses de su representado.
Intereses que al final terminarán siendo los suyos también, pues para este personaje entre
más triunfos en su ejercicio profesional pueda obtener, más “fama” y “gloria” podrá cosechar a
su alrededor.

La problemática de la ética profesional en el ejercicio de la abogacía es algo más complejo


de lo que parece, pues no sé limita solo a un hacer “algo bueno” o “algo malo”, pues como
hemos venido recalcando a lo largo de este artículo, no podemos predicar la existencia de
unos principios éticos absolutos y mucho menos en el ejercicio de la abogacía, si bien existen
ciertos parámetros que el profesional del derecho debe tener claros durante el correcto
ejercicio de su labor, la subjetividad de los valores con los que se ha formado no solo como
operador jurídico, sino durante toda su vida, serán los que terminen dando la última palabra
en distintas situaciones de difícil decisión a lo largo de su ejercer. Para Marco Gerardo
Monroy Cabra (2002), en su libro “Ética Profesional del Abogado”, afirma lo siguiente: “La
profesión del abogado debe caracterizarse por un vigilante sentido moral e inspirarse en los
principios éticos que no solo se basan en la ley positiva sino también en la ley moral y en la
conciencia subjetiva del abogado. Como se ha repetido. Como se ha repetido la abogacía
debe rendirle culto a la verdad y buscar incansablemente la justicia”. Esto debería de ser así,
pero en la práctica los abogados, en la mayoría de casos hace todo los contrario a los que
reamente debe de hacer.

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