De Familias y Terapias

Diciembre, 2007, 24, 7-20 Psicosocial

Sección
La Intervención en el contexto de la pobreza:
reflexiones sobre una experiencia
Constanza Raurich*
Gabriela Valls**
Sergio Bernales***1

RESUMEN

Se presentan a continuación las reflexiones que nos han surgido después de una
experiencia de dos años de trabajo del Departamento Psicosocial, en la sede San
José del Instituto Chileno de Terapia Familiar.
Éstas tienen su origen en el trabajo que los fundadores de este Departamento
han realizado por cinco años con el Área Adulto Mayor del Hogar de Cristo y de
dos con la Fundación Paréntesis, dos instituciones dedicadas al trabajo de apo-
yar a personas que viven en situación de vulnerabilidad y exclusión social, como
asimismo, en el caso de la segunda, a prestar servicios clínicos y preventivos en
el ámbito del uso problemático de alcohol y otras drogas.

INTRODUCCIÓN nizaciones Sociales (D.O.S.), del Ministerio

El siguiente trabajo trata de una re-
flexión que surge de varias fuentes:
1. De la práctica concreta que proviene
de la atención a familias y parejas que
han sido derivadas por las Comunidades
Secretaría General de Gobierno llamado
«Fortaleciendo las Redes que Trabajan con
Familias en el Ámbito Psicosocial», reali-
zado en Noviembre de este año. Consistió
en la realización de un Encuentro Interre-
gional entre Organizaciones de la Sociedad
Civil que trabajan con Familias en Riesgo
Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar

Terapéuticas de la Fundación Paréntesis, Social que convocó a 95 personas (directi-

del trabajo de supervisión con los equipos
de estas comunidades, de la capacitación al
área Adulto Mayor del Hogar de Cristo y de
la colaboración con diversas otras institu-
ciones (Fundación Palotti, Conace, etc).
2. De la experiencia surgida de un pro-
yecto financiado por la Dirección de Orga-
vos, profesionales, monitores, educadores)
de organizaciones de la IV, VIII y Región
Metropolitana que trabajan con niños, jó-
venes, adultos mayores, en donde abundan
situaciones de discapacidad y violencia. El
encuentro permitió establecer nexos entre
organizaciones que, habitualmente, desa-
rrollan su trabajo en forma aislada, discutir

*
Psicóloga, Terapeuta de Familias y Parejas, IChTF. <crauric@yahoo.com>
**
Psicóloga, Terapeuta de Familias y Parejas, IChTF. <gabrielavalls@vtr.net>
***
Médico, U. de Chile. Psiquiatra. Terapeuta Familiar y de Pareja, IChTF. <sbernales@manquehue.net>

7 De Familias y Terapias 15:24 / Diciembre 2007

 sobre los modos de intervenir con familia
en contextos de pobreza y presentar los
elementos centrales del enfoque contextual
relacional desde donde el Departamento
Psicosocial desarrolla su trabajo.
Es importante señalar, también, que
nos situamos desde una mirada clínica, lo
que implica desde nuestra perspectiva una
ética de lo particular; del respeto al otro, de
la relevancia de la singularidad (el caso a
caso) y de una exigencia en ser eficientes.
Asimismo, en la intervención con familias e
instituciones (o equipos), nuestra perspecti-
va, definida como contextual relacional está
enfocada de preferencia en los recursos.
La pregunta central que nos empezamos
a hacer desde nuestra práctica y que cons-
tituye el eje central de las reflexiones que a
continuación presentamos es:
¿Qué particularidades surgen cuando
pensamos en la intervención con familias
en contexto de pobreza?
Las opiniones que aparecen en cursiva
han sido recogidas de los actores participan-
tes en los distintos recorridos compartidos,
tanto entre nosotros como con las institu-
ciones que nos han invitado a trabajar con
ellas. Las hemos querido consignar tal cual
porque ellas muestran el relato que hemos
ido construyendo en el tiempo1.
I. LOS DESAFÍOS QUE NOS PRESENTA EL
Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
INTERVENIR CON FAMILIAS EN CONTEXTOS
DE POBREZA
La pobreza puede ser entendida como
el resultado de:
• La indefensión ante impactos vitales
que no puede ser mitigados por las per-
sonas y sus hogares
1
Ellas no tienen señalado el nombre del que las
emite porque han sido extraídas de grabaciones o de
intervenciones en las que muchas veces no pudimos
identificar el autor al momento de recogerlas. De ahí
que preferimos dejarlas todas en el anonimato y darles
sólo la fuerza de su decir.
De Familias y Terapias 15:24 / Diciembre 2007
• Prácticas institucionales que debili-
tan los lazos que unen a los hogares con
la sociedad
• Un debilitamiento del capital hu-
mano, social/financiero como resultante
de lo anterior.
(Fundación para
la Superación de la Pobreza )
El concepto de capital social alude a la
calidad de las relaciones de una comunidad,
donde la desconfianza y la reciprocidad en
los vínculos definen, desde la dimensión
psicosocial, las variables inclusión-exclu-
sión que son claves para describir los grados
de pobreza de una organización social.
Asimismo, se plantea que la pobreza
incide directamente en la falta de partici-
pación en actividades significativas y en la
capacidad de construir y sostener relaciones
sociales; a su vez, se constata que la po-
breza contribuye directamente al estigma
experimentado por los sujetos que viven
en situación de pobreza.
Frente a este contexto que dificulta la
creación de vínculos y redes, parece fun-
damental una intervención que considere al
sistema complejo constituido cada vez que
una familia es asistida por técnicos o profe-
sionales en el marco de la pobreza.
Dicho sistema incluye a la familia, a
la agencia social que la interviene, a otras
agencias que participan directa o indirec-
tamente y a los terapeutas o interventores
(monitores, capacitadores, facilitadores) del
caso en cuestión. En este sentido, ser capa-
ces de pensar intervenciones que incluyan a
las otras instituciones que trabajan con las
familias es un elemento central a considerar
en un modelo de intervención sistémica en
el contexto de la pobreza.
En nuestra opinión, la mirada relacio-
nal tiene un potencial en el trabajo en el
contexto de la pobreza, en la medida que
da un marco para atender la diversidad de
niveles, dimensiones y actores que se ponen
en juego en las situaciones en las que se
8
plantea actuar. Intervenir sistémicamente
en cualquier contexto significa identificar
a los actores que participan de una situa-
ción, comprender la complejidad de las
relaciones que se producen entre ellos,
distinguir los niveles de integración en cada
contexto, preguntarse por la funcionalidad
de determinadas organizaciones y por las
implicaciones que tienen los posibles cam-
bios para el sistema.
Intervenir en contextos de pobreza ha
significado para nosotros considerar al
menos dos niveles de acción:
• Un trabajo con la(s) institución(es),
donde se favorezca la ampliación de la
mirada de la institución respecto de la fa-
milia atendida, de manera que también las
instituciones puedan visualizar mejor los
recursos existentes en la familia.
• Un trabajo con la familia, donde se
puedan visualizar los procesos relacionales
que sostienen o mantienen los síntomas y
se identifican los recursos existentes que
pueden aportar a encontrar las soluciones
requeridas por la familia.
1. Las agencias sociales que intervienen
con familias en riesgo social: los
equipos de primera línea
Entendemos como equipos de primera
línea a quienes desarrollan su trabajo en
contacto directo con las personas, y por
tanto, constituyentes de la red concreta y
conocida de las personas, beneficiarios,
usuarios, pacientes, etc.
Son «equipos de intervención social»,
por lo que su composición es naturalmente
multidisciplinaria y en donde participan
integrantes con distintos roles profesiona-
les: técnicos, monitores y personas que son
parte de organizaciones de autoayuda.
Hay una gran diversidad de contextos en
9 De Familias y Terapias 15:24 / Diciembre 2007
los que estos equipos desarrollan su tarea, es
decir, las formas (niveles) del tipo de víncu-
lo que éstos establecen con los usuarios de
los programas y el contenido (el problema a
tratar) que define ese vínculo, son los que le
dan identidad a cada programa, institución
u organización.
Cada uno de estos equipos tiene roles
muy específicos en función de los temas y
problemas a abordar. Hay organizaciones
que trabajan con niños, jóvenes, mujeres
adultas, adultos mayores, en situaciones de
calle, de consumo de drogas, de violencia,
de explotación sexual, de discapacidad, en
programas de prevención, de reparación
de daños, de rehabilitación, etc. A su vez,
pueden estar insertos en sectores urbanos
o rurales.
Otra distinción significativa entre estas
agencias es la que se establece entre aque-
llos que incorporan a la familia porque ella
es consultante, y los que pueden o no incor-
porar a una familia que no es consultante,
especialmente en los contextos coactivos,
que presentan una complejidad mayor.
He aquí formulaciones de opiniones al
respecto:
«Las situaciones complejas y coac-
tivas requieren e implican más traba-
jo, la familia es difícil de incorporar
especialmente cuando no está clara la
voluntariedad».
Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
«Desde los tribunales se rotulan a las
familias como familias negligentes, difícil
que puedan (las familias) hacerse cargo
de lo que me están diciendo».
«Cuando las familias no son las
consultantes, ¿cuáles son las maneras
de lograr que la familia se involucre?…
supone escuchar y articular los pasos
intermedios: cuando se trata de decir
que, por ejemplo, con todas sus letras que
algo es un maltrato o una violación, ¿es
 un comienzo o un fin?,¿cómo se escucha
el efecto que eso produce?, ¿cómo se
sigue después?.
Para efectos de esta caracterización re-
sulta relevante también la distinción entre
las instituciones públicas y las organiza-
ciones de la sociedad civil. Dentro de estas
últimas están aquellas organizaciones que
tienen una misión, una organización y un
financiamiento independiente del poder de
Estado, y aquellas que varían de lo anterior,
en que ejecutan políticas diseñadas desde el
Estado, y por tanto, son financiadas por éste.
Los equipos que son partes de este último
tipo de institución enfrentan la dificultad
de cohabitar en una relación de ejecutores
de las políticas gubernamentales y de ser, a
la vez, contrapartes políticas y técnicas. El
factor financiero, vale decir, la dependencia
económica, tiene un impacto en los grados
de libertad en los procesos de diseño y de
evaluación del trabajo, indicador de una di-
ficultad a la hora de proponer e implementar
prácticas innovadoras
Para estos equipos, la pobreza como un
contexto «escandalosamente predecible»
(M. Packman), adquiere un componente
emocional que los convoca a trabajar por
sensibilidad, solidaridad, y compromiso.
Es un contexto :
• Que los invade en tanto se perciben
a sí mismos y a los otros actores de la red
como precarios, y en muchos casos invisi-
Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
bilizados.
• Que los entusiasma cuando se sitúan
mirando los recursos, ya que se conectan
con los logros y la potencia de un trabajo.
• Que los interroga cuando visualizan al
otro con poder.
Por ejemplo: «El otorgar el poder que
por derecho les corresponde a las perso-
nas en cuanto a la gestión de sus propias
De Familias y Terapias 15:24 / Diciembre 2007
vidas, en la medida social y culturalmente
semejante a las del resto, es un reto pen-
diente en el caso de las personas mayores»
(Schalock)
2. ¿CÓMO INTERVENIR CON FAMILIAS?
2.1. La realidad del contexto afectivo:
la red primaria que se impone
El hecho de que trabajen con familias ha
sido un descubrimiento en la evolución de es-
tas organizaciones. Que el sujeto destinatario
de las acciones pensadas tiene un contexto
socio-afectivo que puede o debe ser conside-
rado, es un dato de la realidad que se les ha
ido imponiendo desde la experiencia:
«Al principio creíamos que las mu-
jeres que llegaban al programa estaban
solas, pero cuando empezamos a buscar a
las familias, o las personas significativas
para ellas, nos fuimos dando cuenta que
las familias estaban allí».
«Visualizar y sistematizar el trabajo
que han hecho con familias ya ha signi-
ficado un esfuerzo productivo para los
integrantes de la institución».
Las facilidades o dificultades en la cons-
trucción de modelos, reflexiones y prácticas
institucionales, para abordar esta «nueva»
dimensión del problema del que se están
haciendo cargo, se relacionan habitualmen-
te con niveles diferentes: de concepción
o ideología, de capacidades técnicas y de
elementos estructurales de diseño de las
prácticas institucionales.
En general se percibe una tendencia a
transitar desde un modelo individual hacia
uno familiar, al menos en los modelos dis-
cursivos de actores relevantes en políticas
de infancia, salud o de algunas grandes
instituciones en particular:
10
 «Es un discurso (el del trabajar
con la familia) que se está planteando
mucho desde las políticas públicas, pero
que carece de contenidos cuando se
interviene».
El proceso que describen las institu-
ciones que tienen una trayectoria larga en
intervenciones sociales puede describirse
como un continuo que parte desde no ver a
las familias de los usuarios, posteriormente
abordarla en la medida de bloquear el boicot
al cambio del usuario y, finalmente, recono-
cerla en su potencia como recurso.
El momento en el que establecen el
vínculo con nosotros es cuando requieren
recursos técnicos e instrumentos programá-
ticos adecuados al abordaje de la dimensión
familiar.
«La apuesta por la inclusión familiar
respalda la opción de privilegiar las
modalidades ambulatorias y las residen-
ciales. Las soluciones institucionales y
asistenciales, además de su elevado costo
económico, tienen efectos de desvincula-
ción social y de creación de dependencia
que pueden generar un deterioro en la
calidad de vida de sus beneficiarios y con-
ducir a la reproducción de la pobreza a lo
largo de sus generaciones. Se considera
que el formato de la permanencia de las
personas a lo largo de sus generaciones
en su medio natural, junto con iniciativas
para vincular a los beneficiarios con las
redes institucionales de apoyo, debería
mejorar la calidad de vida de las pobla-
ciones atendidas».
«Frente a la pregunta de por qué
incluir familias en el trabajo de los
programas, la mayor reflexión es que
nos permite visualizar el contexto al que
pertenece el usuario, nos permite ver más
allá, es lo que rodea esta persona en el
contexto microsocial, y porque a pesar de
los daños o deterioros que puede haber en
11
estas familias, éstas son las figuras más
relevantes, se constituyen en los vínculos
más significativos de los jóvenes o adultos
consumidores de drogas, sumado a lo an-
terior, nosotros creemos que la dinámica
de estas familias cobra relevancia no sólo
en el origen sino también en la manten-
ción del consumo, por lo que rescatar
aquellos recursos o potencialidades que
tienen estas familias, aquellos aspectos
vinculares sanos que tienen para poten-
ciar, es algo importante».
2.2. Dificultades para desplegar una
intervención eficiente con las familias
En la práctica, en contextos de pobreza
es frecuente encontrar familias que son
reconocidas como familias multiproblemá-
ticas o multiasistidas.
El concepto de familia multiproblemáti-
ca es un término que está en discusión, pero
apunta a una realidad que corresponde a
familias que están más expuestas que otras
a la influencia externa (límites porosos),
que a nivel de sus miembros hay dos o más
afectados por síntomas evidentes, que han
desarrollado dependencia en la relación
con los servicios de ayuda y suelen estar
asistidas por más de una institución a la
vez, o que han tenido una larga trayectoria
de relación con diversas agencias sociales.
En el nivel de los problemas que los afectan,
Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
éstos tienen una dimensión social, cultural
y política.
Lo anterior supone que son familias,
entendidas como organizadas y desfavore-
cidas que ponen en crisis el concepto clásico
de demanda. (Minuchin, 1985)
Hay veces en que las agencias sociales
que intervienen con familias en riesgo so-
cial son parte del contexto de estas familias,
son parte de la red de agencias que las asis-
ten, tienden a funcionar fragmentadamente,
tienen recursos humanos y técnicos preca-
De Familias y Terapias 15:24 / Diciembre 2007
 rios, más de alguna vez, las intervenciones
suelen estar a cargo de trabajadores con
burn out y suelen tener una alta rotación
de equipos. Este contexto tiende a ser más
parte de la mantención de los problemas que
afectan a estas familias, que de la solución
de los mismos.
En la práctica a estas organizaciones les
ha costado llegar a la familia, al menos por
dos factores:
• Por la disociación de la red
«La fragmentación de las políticas
sociales: las políticas públicas están
orientadas por actores y no por gru-
pos»..
«En nuestro programa nos vamos
quedando con una parte de la familia, la
que nos toca, y trabajamos nosotros, y
hay otro que trabaja con la otra, y al final
hay una familia que está bombardeada
por 5 o 6 intervenciones distintas sin una
mirada integral».
»Todas las organizaciones trabajamos
con la familia fragmentada».
• Por la disonancia entre el modelo y la
práctica
Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
Los equipos se sienten sin herramientas
conceptuales y técnicas. No cuentan con
instrumentos institucionales que guíen
consistentemente las prácticas hacia un
trabajo que aborde la dimensión familiar
(en la planificación, en los criterios de
asignación de recursos -y por tanto de va-
loración de intervenciones grupales-, en la
organización y capacitación de los recursos
humanos, etc.):
«Abordar la familia es más complejo,
y por lo tanto es más trabajo».
De Familias y Terapias 15:24 / Diciembre 2007
2.3. El desafío de potenciar el trabajo
en red
Aparece una la reflexión que hace sen-
tido común:
«Las personas son parte de un sis-
tema, de un contexto y de una red de
relaciones que las afectan».
Existe también una definición que hace
operacional el concepto de red primaria :
«El conjunto de personas mediante las
cuales el sujeto mantienen su identidad,
intercambia apoyo afectivo, ayuda ma-
terial, información y contactos sociales
(parientes, amigos, conocidos, personas
significativas e individuos a asociados a
servicios)» (Alfaro, 2000).
Pensamos que es importante enfocar
la atención en describir este contexto, en
la medida que comprender, es ampliar la
mirada y complejizar la realidad. Al mismo
tiempo, abre posibilidades de relevar dimen-
siones en las que se incluyen las fortalezas y la
valoración por las estrategias de sobrevivencia
y adaptabilidad desarrolladas:
«Las familias que atendemos se en-
cuentran fuera de las redes de apoyo y
sociales. Son familias vinculadas a la
explotación sexual, microtráfico, conduc-
tas delictuales y consumo de drogas en el
padre o alcohol en la madre».
«Son familias monoparentales o
biparentales con una figura masculina
dañada o ausente. En algunos casos con
marcada ideación suicida y parricida.
Baja o nula escolaridad marcadas por
historias de pobreza o indigencia. Son
también familias altamente resilientes y
con sentido del humor.»
Las redes institucionales son concep-
12
tualizadas como parte de las redes de las
personas, las que al no estar funcionando
integradamente entran al servicio de la
cronificación de los problemas y tienden a
perder su potencial de solución:
«Somos parte del sistema que articu-
lamos con ellos, y «se tienden a producir
«gallitos» entre los equipos, usuarios y
familias».
«Personas, programas agencias y
redes de apoyo realizando intervencio-
nes contradictorias. Equipos quemados:
angustia y estrés frente al trabajo con
integrantes de familias altamente deman-
dantes y con problemas de salud mental.
Consumo desenfrenado de servicios so-
ciales, programas compitiendo entre sí
por la captación de recursos propios».
Por lo que se requiere aprender e inten-
cionar el trabajo en red:
«Las políticas públicas son por ac-
tores, son para mujeres, jóvenes, niños,
adultos mayores, no hay políticas públi-
cas para el sistema o para el grupo» .
«La comprensión de que las distintas
instituciones son fuerzas interactivas en
la red que incluye a la familia, es una pie-
dra angular del trabajo en colaboración,
y es esencial para manejar intervenciones
contradictorias» (Minuchin, Colapinto,
Minuchin, 1998)
En el nivel de los equipos, se reconocen
necesidades que corresponden a un nivel in-
termedio entre lo técnico, lo emocional y lo
político. Se identifican elementos como místi-
ca, sensibilidad y compromiso como compo-
nentes necesarios del ejercicio laboral
«Los equipos están desgastados,
cansados, mecanizados y necesitamos
flexibilidad, miradas y energía positiva,
13
considerar el saber colectivo y eso es
importante en el trabajo con familias.
No sólo la aplicación de un programa o
estrategia. Se habla mucho de autocui-
dado, pero es un concepto que hay que
ir ampliando».
II. EL ENFOQUE CONTEXTUAL - RELACIONAL
«La orientación relacional es un modo
de experimentarse a si mismo en referen-
cia a los otros. Surge en el contexto de las
culturas y relaciones en las cuales cada
uno está sumergido y es visible mediante
el lenguaje y la acción»
«La orientación relacional y su di-
námica interpersonal es fluida ( puede
cambiar, por lo que puede ser un foco de
metas de tratamiento e intervenciones).
«Para categorizar las orientaciones
relacionales necesitamos una manera
de pensar intenciones o propósitos (pues
influencian la acción y desarrollan guías
y preguntas que podrían ayudar en este
proceso)».
(Fam Proc 45:391-205, 2006, tomado
de What does it mean to be relational? A
framework for assessment and practice).
En el contexto del diálogo con equipos
Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
que hacen intervenciones con personas,
considerar la afirmación de que toda con-
ducta cumple una función en las defini-
ciones relacionales recíprocas implica:
1. La importancia de conocer en situación
Es decir el diagnóstico de la situación
que se define como lo que hay que traba-
jar (si es un problema, cómo trabajar ese
problema). Los tres componentes esenciales
De Familias y Terapias 15:24 / Diciembre 2007
 que se hacen relevantes de distinguir en el
contexto son
• La importancia y características de los
vínculos
• La red social
• Las instituciones intervinientes
La necesidad de mirar la función de cada
uno de los actores y niveles involucrados
en lo que se ha definido como sistema pro-
blemático en términos de los componentes
relacionales involucrados en el problema
(ej. joven, familia, escuela, comunidad,
instituciones- agencias sociales-la red social
como un todo).
2. La intervención
Consiste en colaborar con los sujetos,
con las familias y con las redes primarias,
para encontrar soluciones a partir de los
recursos que ellos puedan desplegar. Pensa-
mos que es posible efectuar intervenciones
orientadas a la solución en diversos niveles
de la complejidad interaccional de los con-
textos que rodean a una persona.
Incorporar a la familia implica cono-
cerla en su contexto, es darle la palabra,
compartir la responsabilidad, comprender la
definición(es) del problema y comprender
su función relacional,
Esto plantea la necesidad de saber mirar
Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
los posibles recursos que se ponen en juego
en cada uno de los sistemas intervinientes
y cómo las dinámicas relacionales que se
establecen entre cada uno de éstos aportan
a visualizar, o no, esas potencialidades.
Se requieren intervenciones que realcen
las interacciones positivas, que estimulen
las zonas libres de problemas y que se am-
plíe el foco a la red de relaciones familiares
y de otros significativos que son potenciales
recursos para las personas.
De Familias y Terapias 15:24 / Diciembre 2007
• No son las personas las que deben
ser cambiadas sino los problemas que los
aquejan
• Es mejor considerar a los consultan-
tes (y sus familias) como expertos en los
problemas y situaciones vitales que les
aquejan
• Se trata de colaborar en encontrar solu-
ciones a partir de los recursos de ellos
•Se trata de colaborar en que ellos pue-
dan a partir de lo que son
Este modo expresa una postura ética de
reconocimiento y respeto al otro, permite
tener en cuenta el carácter adaptativo de
algunos comportamientos desviados de
la cultura dominante o en sí patogénicos
(Cancrini 1995), y permite una postura que
requiere evitar la posición de juicio.
En el nivel de la evaluación e inter-
vención en las agencias sociales esto
significa:
• Definir el contexto de la intervención,
incluyendo una mirada que incluya a los
otros actores que pueden estar interviniendo
y al propio equipo.
• Conexión con la red social relevante
• Trabajar en equipo, considerando la
aparición de alianzas, coaliciones y jerar-
quías respecto al caso.
3. Algunas reflexiones que nos surgen
desde la práctica
Quisiéramos compartir algunos cuestio-
namientos y distinciones que para nuestro
equipo han sido relevantes al momento
de enfrentarnos al trabajo con familias
que viven en condiciones de pobreza y
con los equipos que intervienen con estas
familias.
• La pobreza es una definición que habla
de carencia, de lo que falta en relación a
un parámetro que nos incluye. Desde este
14
paradigma es un tremendo desafío superar
nuestra dificultad para ver recursos -las
riquezas de ellos- en contextos de pobreza.
Si bien la diversidad es algo que aparece
continuamente en la experiencia clínica, pa-
rece más difícil lidiar con la angustia de una
diferencia marcada por la clase social.
• El riesgo de patologizar o descalifi-
car organizaciones familiares en contexto
de pobreza por el hecho de ser distintas a
nuestra particular manera de significar el
mundo. El impacto de los prejuicios en
la lectura de la «situación de la familia».
Cuidarse de incorporar sin más, «un modelo
ideológico de familia».
• Aprender a mirar adaptaciones más
que disfuncionalidades. Del otro lado, apre-
ciar la gran oportunidad que ha significado
mirar recursos que se despliegan en estos
contextos tan distintos a nuestra experiencia
vital, de manera de estar atentos a mantener
la actitud respetuosa hacia la familia.
• La institución como derivadora del
caso, nos plantea la pregunta por ¿quién es
nuestro consultante, la familia o el equipo
que nos deriva? La primera intervención,
entonces, ocurre antes de la 1ª sesión con
la familia, es el contacto con la institución
que deriva para clarificar cuál es el pro-
blema por el que ellos deciden derivar a
la familia (que muchas veces no coincide
con lo que la familia trae a la sesión), y
el por qué ahora de la derivación. Poder
trabajar bien esta primera toma de contacto
permite acceder a aspectos de la situación
vital familiar que no siempre se expresan
en la ficha de derivación (aparecen más
matices y más puertas de entrada posible
con la familia que si no existe ese primer
contacto). El trabajo de coordinación
significa, entonces, la co-construcción de
procedimientos y la inversión de trabajo en
la instalación de prácticas de colaboración
efectiva. El desafío es construir un sistema
15
terapéutico que integre todos los recursos
que están disponibles para la familia. Un
desafío en ciernes es promover una primera
sesión en que equipo derivador, familia y
nosotros, compartamos un espacio común
de conversación.
• La institución orientada a un sujeto y a
un problema nos obliga a dialogar con ésta
para visualizar aspectos relacionales que la
institución puede fácilmente pasar por alto,
debido a que su foco está puesto en uno de
los miembros y no en el sistema.
• La multiplicidad de intervenciones ins-
titucionales. A los ojos de la familia somos
otra institución más que interviene con ella,
por lo tanto debemos preguntarnos, ¿qué
de distinto podemos hacer si entramos a la
red de instituciones que rodean a la familia
para evitar lo que Colapinto define como la
fragmentación de las intervenciones?.
• El poder en la relación institución/
familia, supone interrogarnos sobre en qué
lugar se sitúa la institución para interve-
nir, y por lo tanto, en qué lugar queda la
familia.
El lugar de beneficiarios es distinto al
lugar de clientes. La desigualdad aporta
a perpetuar el circuito de la dependencia
y la incompetencia. No sólo las familias,
sino también las personas que forman los
equipos institucionales participan de la
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precariedad de las redes asistenciales al
servicio de las familias más pobres.
Esto impacta la capacidad de todos
de conectarse con las potencialidades y
recursos.
Es en este contexto que lo planteado
en torno a las familias multiproblemáticas
produce la búsqueda persistente de las
familias de personas externas capaces de
desarrollar las tareas organizativas y afecti-
vas, aumentando con ello, la incompetencia
del sistema.
De Familias y Terapias 15:24 / Diciembre 2007
 4. El recurso de la retroalimentación
En el transcurso del trabajo con estos
equipos hemos podido evaluar que lo que ha
hecho sentido ha sido principalmente:
a. Los procesos v/s el contenido
Se vuelve más relevante pensar en la
intervención centrada en la solución, en
los factores y pautas relacionales que están
implicados en la mantención de la situación
problemática, que propiamente en los orí-
genes o las explicaciones de ésta.
«Concentrarse en la intervención de
los procesos que mantienen los problemas
y los síntomas».
«No basta con definir la pobreza y
la no pobreza, se requieren marcos que
contribuyan a explicar su generación
y su persistencia» (Fundación de la
Pobreza).
El cómo, es decir el modo en que los
procesos se despliegan en la situación, se
transforman en el foco central de la inter-
vención:
«La importancia de los cómo, más que
la de los qué».
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El cómo es lo que marca una diferencia
en la mirada relacional: el paso a paso de
una intervención, en el que cada nivel está
enlazado con el anterior, y es, técnicamente,
un modo de preguntar.
b. Honrar la complejidad: ampliar la
mirada
Hace sentido y tiene utilidad pragmática
la invitación a «ampliar la mirada», algo
De Familias y Terapias 15:24 / Diciembre 2007
que requiere aproximarse a la complejidad,
más que en términos de dificultad, en térmi-
nos de posibilidad, ya que permite ampliar
alternativas de solución, mirar los recursos
que están en el contexto de la situación
problemática, y construir con el otro las
alternativas de salida:
«No nos podemos saltar que las in-
tervenciones tienen niveles, que hay un
nivel que va de lo personal, de lo bioló-
gico a lo organizacional; de los sistemas
de creencias a los de significados;, de
la historia a la situación actua;, y a su
vez articular eso con la mística, con los
liderazgos, con los egos que se ponen en
disputa, en hacer los trabajos en equipo,
en consensuar la demanda del usuario
mirando la institución que tenemos al
frente. Ese trabajo de niveles de interven-
ción puede ser mejor hecho cuando uno
tiene distinciones sobre las diferencias y
los niveles de las relaciones».
«Incorporación de los recursos de cam-
bio de mirada que parte del equipo, que con-
tinúa en la institución, los que finalmente
se traducen en un modelo diferenciador que
considera las diferencias de cada caso, las
opiniones de las personas; que considera el
trabajo en red, la red íntima de las personas
y la red institucional».
c. Legitimar al otro: Valorar la pregunta
«El cambio se produce en el entorno
natural en el que la familia vive y es en
ese contexto donde se averigua lo que
es considerado sanador, perturbador o
educador».
Sin duda, todas las instituciones tienen
una marca. Considerarlo plantea un desafío
distinto cuando se juega en la relación con
el usuario. La claridad y el compromiso con
la misión institucional debe conjugarse y
16
articularse con el reconocimiento del sujeto
beneficiario de nuestra intervención. Es el
valor de la pregunta, el requisito de consi-
derar el mundo del otro como un aspecto
imposible de descartar en el reconocimiento
y la construcción de soluciones lo que nos
guía en la intervención.
«¿Hasta donde nos libramos de
la marca de las instituciones, de las
creencias, en términos de religión, de
creencias, de valores cuando tenemos que
devolverle la palabra a la persona que se
nos pida que atendamos?. Eso revela una
articulación de nosotros con los consul-
tantes, de nosotros con los equipos y de
los equipos con la institución.»
«Límites éticos: ¿hasta que punto
yo acepto la opinión o los límites que
me pone la persona con la que yo estoy
trabajando, o hasta dónde hago valer mi
opinión como experto?»
«Es un cambio de mentalidad, de
consideración al otro, requiere pensar en
los límites éticos, hasta donde uno llega
tiene que ver con preguntar. Cuando uno
pregunta legitimando al otro, aunque uno
se demore dos años, como en los trabajos
de reparación de daño. Las preguntas van
abriendo la vía a contactar con la lógica
del otro, es lo que hace sentido.»
Esta postura permite centrarse en los
recursos del otro, compartir responsabi-
lidades y aumentar la eficiencia de las
intervenciones:
«Preguntar por lo que no es problema
y por lo que sí lo es».
«Tantas veces los equipos nos en-
contramos con tantas dificultades en lo
estructural, en los recursos, en las polí-
ticas, que también desespera y frustra,
por lo que volver a la idea de preguntar
17
a las personas y ver sus recursos, es una
idea que ayuda».
«Restringimos nuestra pericia y valo-
ramos la de ellos».
d. El trabajo en red: las familias son las
mismas
Es una necesidad trascender el sólo
intento de pasar de interventores aisladas
en cada realidad a la co-construcción de
intervenciones con otras instituciones. Hay
aspectos vinculados a la eficiencia que están
directamente relacionados con la disminu-
ción de la fragmentación de la red.
«Hay que trabajar con los tribunales,
por ejemplo, compartir dos lógicas en lo
que tienen de diferentes, pero en lo que
pueden ser articulables en beneficio del
usuario».
«Logramos entender que se puede y
se debe trabajar en red como un forta-
lecimiento, cosa que no entendíamos o
no queríamos entender a partir de las
experiencias negativas con ONG e insti-
tuciones del Estado.»
«Se facilita la colaboración e interre-
lación entre instituciones que abordan
temáticas similares, ya que en la práctica
nos volvemos menos competidores.»
Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
El valor de la pregunta señalado ante-
riormente, se rescata también en tanto único
modo de construir «encuentro», la posibili-
dad de dialogar en esta instancia se basa en
la habilidad de darle el valor a cada uno, así
el otro no resulta amenazante, se relaciona
con una ética de la dignidad y el respeto.
También permite hacer las demandas por
mayor participación de un modo responsa-
ble. La red es un espacio horizontal.
De Familias y Terapias 15:24 / Diciembre 2007
 DISCUSIÓN
Al reflexionar sobre un tipo de trabajo
como el expuesto, nos es inevitable teorizar
sobre dos aspectos de él: la existencia real
de vulnerados (excluidos) (sean los que
fueren) y la imposibilidad de que existan
sistemas perfectos de eticidad en su vigen-
cia y consecuencias.
En este sentido, cabe preguntarnos por
quiénes son los vulnerados, por qué lo son, en
qué circunstancias concretas es que lo son, y
hacerlo, no como juicio de valor, sino como
juicio empírico de hecho (E. Dussel).
Se trata de reconocer al otro como un
otro por el que se despierta una responsa-
bilidad, situación que podemos enunciar
como «he aquí alguien que sufre....de po-
breza (para empezar, material)....que está en
riesgo, actualmente vulnerable».
Se trata de una materialidad primera,
aquella que se afinca en el cuerpo como
sufrimiento en él, y que a continuación, no
permite vivir en condiciones dignas (cuerpo
entendido como el lugar de la sensibilidad,
del goce y del dolor, y también de las ideas:
cuerpo encarnado).
Cuando esto es así, cuando al vulnerado
no se le permite vivir como sujeto de digni-
dad y cuando queda excluido del discurso
social cotidiano (más allá del uso vacío
que puede nombrarlo como «persona»), su
miseria (la de la exclusión) es el efecto de
un sistema X que no le brinda oportunidades
reales de dignificación y lo convierte en
Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
un ser humano «otro» que la dignidad que
ofrece el sistema X a sus miembros (con la
consecuencia de denigrarlo, degradarlo, y
más de alguna vez, utilizarlo) .
Ahí es donde nuestra responsabilidad
implica un reconocimiento de esta situación
para actuar sobre ella en el sistema X. Se
trata de un «tomar a cargo» la vida negada
del otro sin eludir una crítica al sistema
cuando causa la negación del excluido. Y
asumir la dificultad agregada de no querer
causar más vulnerados (en el sentido de
De Familias y Terapias 15:24 / Diciembre 2007
obrar sin causar nuevas exclusiones con
nuestro proceder).
La difícil co-responsabilidad de esta
aplicación recae en la comunidad toda
de los diferentes actores expuestos a la
vulnerabilidad, los que son capaces de
reconocerse en su dignidad para ejercer
su derecho a una ética crítica, donde la
esperanza juega un papel motivador ante
un futuro «posible», es decir, esperanza
de acceso a un mundo donde sea posible
«vivir» (no hay verdadera vida sin digni-
dad, sin justicia). En el caso concreto de
nuestro trabajo, un lugar donde la utopía
ya no sea la «paz» o el «fin de la represión
y la tortura», sino «simplemente» el dere-
cho al alimento, al empleo, a una vivienda
digna, a menos tiempo de desplazamiento
entre el trabajo y el hogar, a un sistema de
justicia expedito, a mayor participación
de una ciencia y técnica al servicio de un
sistema educativo que permita a los niños
«distinciones» (por ejemplo, de física
práctica, de psicología motivacional y de
sociología organizacional, que les ayude
en el proceso de distinguir criterios de
verdadero-falso, bien-mal, bonito-feo) a
través de instrumentos creativos acordes
a su edad y en donde los padres puedan
participar, en vez de fomentar (este sis-
tema X), un facilismo deliberado o un
pesimismo inmovilizador.
En tal sentido, nos corresponde una
acción de co-responsabilidad solidaria
con una validación intersubjetiva, vali-
dación que defiende la vida digna como
criterio de verdad. Se trata de asumir la
posición del equilibrista que camina al
filo de la navaja entre la insensibilidad
para con los vulnerables (los que dicen
que se puede prescindir de ellos si no
prestan un aporte al conjunto de la so-
ciedad- definida por los que lo dicen-)
y algún tipo de fundamentalismo (en
sus distintas acepciones ideológicas y
prácticas) que pone en peligro al todo de
nuestra sociedad.
18
 Por último, nos parece que la familia
o cualquier otro grupo afectivo primario
sigue siendo un lugar, más allá de todos
sus defectos que por cierto están presentes,
en el que el despliegue de todo lo anterior
puede ejercitarse hasta hacerlo posible, de
ahí el énfasis en una mirada que tiene a la
práctica relacional (con las particularidades
descritas a lo largo de todo este artículo)
como el eje de esta acción de responsabili-
dad ineludible.
Nuestro interés es abrirnos a una dis-
cusión que problematice lo expuesto y
podamos ejercer las legítimas diferencias
en la búsqueda de procedimientos de verdad
(A. Badiou) que ayuden a construir nuevos
acontecimientos de sentido para la dignidad
de las personas.
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Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
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