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Capítulo 1

Enigma y secreto

Los libros de los que parte esta reflexión tienen como horizonte de
expectativa las estructuras de la novela policial. Estas estructuras
están sometidas - tal nuestra hipótesis- a una serie de transforma·
ciones cuyo resultado sería la emergencia de novelas construidas so·
brc el secreto antes que sobre el enigma; sobre las formas de la ver
dad antes que sobre su revelación.
Habrá entonces que volver a pensar algunos elementos del géne·
ro, rastrear su historia, exhibir s us diversas articulaciones.'

l. El misterio

En el inicio, pues, hay un misterio. Alguien ha muerto, alguien


realizaun chantaje, joyas han desaparecido. La posibilidad de develar
personalmente quién es responsable de la fechoría parece (para la
policía. para los damnificados) remota. Es necesario llamar a alguien
que pueda develar el misterio que esconde el mundo material: da1· un
sentido otro a los hechos.
La historia del concepto de misterio muestra cómo ha habido un
solapamiento por el cual ha pasado de significar algo secreto, revela·
do "sólo a los iniciados", a ser sencillamente algo inexplicable para
los principios racionales del ordenamiento del mundo, hasta final·
'Las observaciones de este capitulo se refieren a k> que llamaremos •policial can6n¡.
co~. es decir, una constelación de rasgos cuya recurrencia configuró la fonna caracterfslica
del género policial tasia al menos la década del selenla (ver capitulo 2). A pesar de que en
diversos momentos se harén comentarios sobre otras modalidades del género, estas re-
flexiones tienen como horizonte la forma del poltcial que cuenta una lnvestigaci6n (digamos
de Poe a Ross MacDonald). Esle recorte responde a la productividad de esla perspectiva
con respecto al corpus, pero lambién a la historia misma de la circulación del género, que
todavfa hoy tiene como uno de sus procedimientos distintivos la forma del caso.

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mente transformarse e n el primer momento de un relato policial. Se 2. El enigma
t rata, pues, de una forma característica. "codificada". del mis~rio.
Sin embargo, y a pesar de la identificación apresm·nda entre genero 2.1. La condición enigmática
policial y misterio. el emplazamiento de este último en el inicio del
relato s igue siendo un rasgo característico del relato de terror, del En el inicio, pues, hay un enigma. Ese enigma se distingue nítida·
relato fantástico y a veces de la ciencia ficción.3 Ese rasgo se plan_tea mente de un "verdadero" misterio por el hecho de que el enigma pro·
desde el inicio como una laguna en In asignación de sentido: un ep1so· duce sus enunciados a partir de una operación trópica.
dio irrumpe en la racionalidad y resulta por lo tanto incomprensible. El enigma es un "falso misterio" puesto que la solución consiste
Es necesario otro orden. otrn lógica. otro saber, pa ra que lo "irracio· precisamente en demostrar que existia sólo la apariencia del misterio.
na!" se torne comprensible. Dicho de otro modo: lo que distingue a géneros como la adivinanza o el
Mientras que otros géneros (como el terror y el fantástico) ?pta· relato policial es el hecho de que, aun antes de intentar "resolverlos",
ron por mantener el misterio, aunque esclarecido, como irracional sabemos que existe una solución cuya evidencia ha s ido "desfigurada"
(los monstruos do Lovecraft permanecen incomprensibles, nunca sa· para producir un misterio. Esa "desfiguración" es una de las garantías
bremos qué es lo que da su poder a la pata del mono), la novela ?oh· de la novela policial: el enigma tiene una solución que está contenida
cial y el relato de ciencia ficción eligieron transformar el miste rio en en los términos de su formulación.•
un juego racional. El enigma es entonces un tipo específico de pacto enunciativo. De alú
La resolución racional de un misterio (tal la novedad que trae el deriva una de las diferencias centrales entre la enunciación del relato poli-
relato policial a la literatura) plantea una tensión difk~ de superar. cial y su diégesis. Mientras que el lector lee enigmas, los personajes resuel·
En HJ58 Thomas Narcejac señalaba la contradicc1on que se agita ven miste1ios: Y!arlowe no sabe a ciencia cie1ta si será capaz de resolver el
en el núcleo del género: crimen, mientras que el lector está seguro de ello.
Si hay enigma es porque entre "la cosa" y el enigma, hay una terce·
Misterio. Investigación. He aquí los dos elementos esenciales cuya ra posición, un enunciador que formula e l enigma. Tradicionalmente,
fusión, siempre laboriosa. siempre incompleta, ha dado ~rigen a la formulación del enigma se relaciona con la posibilidad de que al·
este género extraño que se llama. valga la vag~edad del t.é~mo, guíen pueda ingresar en una comunidad, es la prueba de que alguien
novela policiaca. Pero no basta.~º~ lla~arlo gen~ro extrano, ha: es digno de pertenecer (y por eso tanto los exámenes académicos como
brin que denominarlo más bien genero mestable , porque el mis las adivinanzas son formas de probar la valía del inte1Togado). De alú
terio y Ja investigación tiende~ a excluirs.e mutua( men~e ..ª~~)tan que la contraseña tenga muchas veces la forma de un enigma, de ahí
incompatibles como lo fantástico y lo rac10nal. Narce¡ac· · que. como señala J olles. un grupo de elegidos (una sociedad secreta,
por ejemplo) permita la iniciación al misterio sólo cuando su idoneidad
La sutura, imposible hasta el siglo XIX, entre misterio Y razón, se ha probado a través de enigmas.
De manera tal que la formulación de un enigma presupone una
será el enigma. disimetría. Alguien, el que intenta resolver el enigma, está en una
sit uación de inferioridad y debe probar que su astucia está a la
altura de las circunstancias.' Otro. el que formul a la pregunta,
representa a la comunidad. y tiene el poder de hacer entrar en ella
a quien responde correctamente. De ahí deriva la estructura de

~lo Abril senala que el enigma es ·un discurso que a la vez oculta su sentido,
• to de misterio en este sentido. parte de susentido, y sel\ata tas operaciones de su ocuttamiento• (Abril: 46). Los "verda-
'Ver John c:rwettl para una hlStOria de1co~~icio de El Sabueso dll loS Baske,.,,. deros misterios· son etmodo en que piensan la ciencia y la filosofla que, en este senUdo
'Como se ha sellatado repetidamendte,tatacant~ M-ue· remedan lo• episodios misterio- estricto, no resue~1en "enigmas·.
como, sobre todo, el de "Lo• almenes • ··•
'Ver Steimberg.
sos de ta• novela• de terror.

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zo en Jos hombros del mono y los dos (el hombre saltando en un
desafío de la novela policial, ella misma, según Víctor Sklovski, un pie) marchan en medio de la noche.'
enigma múltiple.• Por último. Edipo podría equivocarse (por ejemplo, diciendo: es
Por otra parte, quien formula un enigma debe formular analogías, un animal mitológico desconocido), recibir una respuesta
juegos de palabras, desplazamientos metonímicos, que "extrañen" el negativa,volver a postular otra respuesta (son un hombre, un burro y
objeto de la referencia. Pareciera que la fot"mulación del enigma clama un mono que carga a un hombre), volver a recibir una respuesta ne·
por una resolución y esta resolución sólo puede venir de la confirma· gativa y así seguir hasta dar con la respuesta correcta.
ción del objeto que fue "deformado" en primer lugar. Hablamos en este Como se ve. las posibilidades de lectura de un enigma podrían ser
sentido de "falso misterio". La forma más característica del enigma es múltiples. No importa ahora cuáles sean las respuestas, pero cabe
entonces u.na pregunta ("¿Quién es el asesino?"), y su resolución es detenerse en las implicaciones de cada una de ellas. El primer caso
siempre un reconocimiento tranqttilizador. muestra el mecanismo tropológico que rige la forma del enigma: el
Existe, sin embargo, otra forma de pensar el enigma; una forma, uso figurado de la lengua (no puede ser un animal mitológico, porque
digámoslo así, "creativa". Un enigma no es sólo una pregunta que de- si es un enigma, su solución no puede ser obvia, ni puede ser un "ver-
manda una respuesta. sino que tiene una materialidad propia, una dadero misterio"). El segundo caso muestra la unicidad que ordena el
set"Íe de contenidos y estructut"as que pueden leerse más allá del objeto enigma: la mejor respuesta es la más económica, la que con menos
efectivo que esconde la pregunta. El enigma de la Esfinge, por ejem· entes tiene mayores posibilidades de cubrir todos los rasgos descriptos
plo, propone que existe un animal que en el amanecer anda_i;n cuat~o en la formulación del enigma. El tercer caso muestra la lógica de
patas, al mediodía en dos y en el ocaso en tres. Esa descr1pc10? p~1a poder que rige el intercambio del enigma: Edipo no podría dar más
leerse literalmente y postular así la existencia de un ammal m1tolog¡co que una respuesta, si es que está destinado a entrar en Tubas.
de paso irregular a lo largo de un día cualquiera. . La novela policial, en sus formatos más tradicionales, respeta es·
Por otra parte, Edipo resuelve el erugma entendiendo que tanto tas formulaciones. Por una parte, el asesino nunca es quien parece
"patas·· como "mañana'·, "mediodía·· y "ocaso" son metáforas: los m~· que es (en el límite, el mono de Dupin, que abre la serie, es el ejemplo
mento~ del día refieren a las diferentes etapas de la vida Y las "patas" extremo y, a su manera, la inversión perfecta del enigma de la Esfin-
refieren a las extremidades de un hombre. Hay que decir, sin embargo, ge). En segundo lugar, la cadena causal es sólo una. En tercer lugar.
que en esta segunda analogía hay un salto: mientras que tanto el !'ateo el detective da una sola respuesta, y es este hecho, el hecho de que el
como la erección refieren a un organismo, el hombre con el bast.?.n re· investigador siempre acierta, lo que lo hace un personaje digno de
fiere a un organismo con una prótesis. Se trata entonces de la umon de protagonizar una novela policial.3
elementos cualitativamente disímiles. , , .. ., Lo que quen·íamos aquí señalar, sin embargo, es que el enigma, en
Pero Edipo podría postular que la metafora no esta _en ~atas tanto trabajo discursivo, no funciona solamente como "ocultamiento".
ni en "mañana" ...mediodía'' u "ocaso", sino sólo en "animal· y _re· Puede también pensárselo como "suplemento", como un exceso que
solver el enigma postulando que el referen.te_ son tres cosas d1fe· permite ver de otro modo que "extraña" la mirada. Las novelas que
rentes cuya relación es diferente de la orgamca. Por e1emplo, u~ aquí trabajaremos, antes que resolver el enigma, exploran sus posibi-
hombre que anda por Ja mañana en un burro (que se cansa al me lidades narrativas. Múltiples causalidades justifican los hechos, los
diodía), que deja al burro y camina solo. Durante la tarde ~l hom· investigadores se equivocan, las respuestas a los enigmas son obvias:
bre cae en un pozo y se fractura una pierna. Esa noche, mientras el escenario q\IC presentan novelas como Las Islas o Los detectives
yace en una zanja, pasa un mono y el hombre salta, apoya su bra·
1De suredercualquiera de las dos opciones (la lectura literal o la lectura antieconómica)

'De hecho. puede inferirse que par.i Sklovski, la novela policial puede pensarse como la estarfamos ante un hecho literario, Es esto lo que diferencia a los enigmas del extrana-
rsión narrativa de los procedmientos literarios. Por una parte, Sklovsk• (1973: 63) sellalaque mtento literario: la mirada extranada no pretende ninguna •respuesta•; desarrolla las po-
~I extranamtento se parece con frecuencia a la adMnanza: también mue~ de su ~ID? las tenciales respuestas como entidades autónomas.
características de! objeto•: por otra, afirma que ias novelas policiacas son en..gmas mu~~les. 'Sin embargo, en la historia del género han existido ejercicios de variación radicales
se ofrecen distintas pistas. que pueden ser agrupadas de varios modos; cormenza la busque- que han cuestionado la estabilidad del entgma.
da del delincuente. de acuerno a los datos. a las pistas·. (59)

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relato policial también aparece otro desplazamiento: el del investiga·
snlvajes es el de una proli.I,ración cuyo origen es la imposibilidad de dor. El detective no depende del Estado y puede, eventualmente, res·
clausurar los enigmas que podrían ordenar la trama. ponder al poder del dinero. Esos cambios tienen un efecto diferente
en la literatura latinoamericana con respecto al que tuvieran en la
ficción europea o norteamcricnna.
2.2. La aparición del enigma Y es que en la medida en que el relato policial procede en Ew"Opa y
Estados Unidos del relato fantástico, puede leerse su emergencia a me·
Tanto el criminal, como el estado y el crimen mismo existían pre· diados del siglo XJX como el efecto del impacto del racionalismo (que
viamente a la aparición del policial en la ficción latinoamericana. Sm explica el misterio) y como el triunfo de la burguesía, que sustrae el
embargo, el crimen no representaba ning.'.m enigma, puesto que exis· heroísmo al criminal popular y transforma a su representante, el detec·
tia en las ficciones naturalistas y positivistas. una continwdad entre tive, en protagonista." En América Latina la forma del caso previa al
el ~riminal y el crimen. Bastaba entonces con conocer la psicologia de· género policial estaba casi completamente dominada por el natw-alismo.
cadente o la genealogía patógena para reconocer al criminaP. de manera que la emergencia del relato policial (y del enigma que impli·
Con la aparición de los primeros relatos policiales la relac10n entre ca) cuestiona el poder de determinar la verdad de las manos del estado y
estos elementos cambia radief>lmente. Por una parte. el cnmen, presen· bloquea el esquematismo biobgicista y clasista (que fuera un rasgo ca·
tado como miste.-io, abre el relato. Esta present.ición altera toda la se· racteristico tanto de la novela naturalista como de la novela de la tie·
cuencia y produce lo que múltiples analistas han llamado la "doble his· rra)." Así, comparado con el alegado fatalismo de Los de abajo y la nove·
toria" del policial. 10 Por otra parte, el crimen se convierte en erugma, lo la de la Revolución Mexicana, los cuentos de Antonio Helú o Ensayo de
que supone una nueva articulación emUlciativa, que sólo con la expan· un crimen, de Rodolfo Usigli, resultan liberadores justamente porque
sión de la cultura de masas durante la década del treinta Y la del cuaren· no imaginan el crimen como un destino nacional, sino como un ejercicio
ta ganm·á especificidad genérica. .. • •. estético (en el caso de Usigli) o como una comedia costumbrista (en el
La aparición de estos rasgos. en su form ulacion_ mas cl.as1ca Oos caso de Hclú). Además, ahora los criminales pueden o suelen provenir
relatos de Antonio Helú. Rodolfo Walsh o Lms Ennque ~e~ano), su· de las clases acomodadas y los héroes suelen ser pel'sonajes curiosos y
pone una alteración de la causalidad. En efocto, si_ el .~so clínico e_n los marginales." Así, en el caso latínoamericano. el relato policial sustrae la
relatos naturalistas se sostenía en la "historia de vi_da . a~ora, en virtud necesidad de la culpa a las clases populares y la hace proliferar por todo
del desarrollo del enigma, será necesaria una reru·ltculacion de _los mol!· el campo social, al menos bajo la forma de la sospecha.
vos para el crimen. No se tratará ya de individuos cliruca o socialmente La aparición del enigma policial configlU'a este tercer actor (el invesfr
perturbados. sino de personas "sanas" que pueden. en un ataque de ce· gador) cuyos intereses están diferenciados tanto con respecto a los crimi·
los o de codicia. robar o matar. nales como al Estado. Esa terceridad es característica del caso policial
La dinámica del género impone esta rearticulación, porque la con·
dición del enigma así lo exige. Como se ha dicho más de una ve~,
cuanto más gratuito parezca el crimen, más sospechosos son posi· "Ver, por ejemplo, Michel Foucauh (1984).
bles, y el enigma gana fuerza como articulador de la trama." Con el u por otra parte, el emplazamiento del misterio en el comienzo del relato puede verse
en los cuentos fantáslicos producidos desde fin del siglo XIX en el continente (relatos de
Rubén Oarfo, Eduardo Blanco, Amado Nervo, Horacio Ouiroga). Puede argumenlaí$e,
'De hecho, como ha sugerido Nouzeilles, el desarrollo n~rrativo del caso tomaba la sin embargo, que en el campo literario en el que emerge el relato policial como género de
forma del relato biográfico que expltcaba los orlgenes del crme~. . . . masas, el fantástico tiene un espacio marginal.
"E sto es, la estruáura po< la cual un relato policial cuenta la hostona _de una ~s~iga­ ,.En diversos casos de Máximo Rokján, el protagonista de kls cuentos de Helü, el
c:lón (la primera historia). que concluye con la revelaciOn d_e la ·h15tona del ª"'.'en (ta criminal es un hombre rico. En ·e1secuestro del candidato'" (1914) del chileno Alberto
segunda historia): es decir, de ios eventos que nevara~ al comen con el que ~m~nza el Edwards, un polílico se autosecuestra para no cumplir con sus deberes clvicos. Por lo
relato. Para mayores precisiones, ver Todorov (de quien tomamos esta descnpoón con demá,s, Máximo Roldan es un ladrón. Similares observaciones sobre la distribución de
algunas variaciones) e infra. 1· · 1 't la roles pueden hacerse con respecto a las ficciones poltciales argentinas de la misma
"Como han vi<to Sklovskl (1991). Jameson y Porter, el enógma pe oaa perm1 e época (ver De Rosso, 2009).
articulación de múttiples lramas de otro modo dispersas.

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(la perspectiva del Estado)." Estos cambios de foco también


3. El caso producirán modos diferentes de estructura narrativa: e l poli·
En el inicio, entonces, hay un caso. . cial proyecta hacia el pasado la lectura de indicios, la novela de
El "caso" es, en todas sus versiones (las del natur~hsmo Y el suspenso los proyecta hacia adelante (va a s uceder un crimen,
decadentismo, las de la novela policial y el corre~ sentimentaD el y el lector pretende adelantarse a Jos hechos). la novela de es·
relato de una ocurrencia anómala, el reverso del e¡emplo entendido pionaje se presenta como una serie de enigmas cuyas revela·
como ilustración de la ley. Hay caso justamente porque no. se sa~e ciones suceden como episodios en una t rama de articulación
qué ley aplicar a los hechos narrados. Esta laguna en la as1g?_ac10~ laxa, en Ja novela de espionaje "siempre hay enigmas" (y por
de sentidos permite que el caso se desarrolle y que su r.esoluc1on re eso es una de las formas más precisaR de la paranoia)."
componga el orden social, en función de una norma tácita (de la que Por otra parte, el caso, como ha señalado Nicolás Rosa, propende
Ja ley en crisis deriva ría)." . . , a la serialidad. Sus rasgos formales demandan la iterabilidad. Esa
En el caso clinico, ya sc11 en su vertiente natmalista o moderru.~ta, o ilerabilidad, que está inscripta en las bases médicas del caso, pre·
en el caso del folletín policial (como el Juan Morefra de Edtiardo <;:ut1errez supone la posibilidad de la inducción como modo de conocer la na·
en Arge ntina 0 el Manuel Luceiio de Antonio Acevedo Hernandez.en turaleza. En el caso policial, la recurrencia morfológica es lo que
Chile), la lógica de las acciones se estructura sobr7 una dualidad. el produce el modus operandi del cr iminal. Más en general, Ja ideolo·
· · al contra Ja ley que Jo persigue (y en este sentido, notablemente, gía de la novela policial, su articulación de la vuelta al orden como
~:~:::ilicos' que persiguen a Morcira son indiferenciad~) o la patolo· fin del relato, supone que mientras el investigador no pueda e n·
gía (biológica, y fatal ment~ social .. e~ la novela naturalista) contra la conlrar al asesino, los cr ímenes seguirán sucediendo, proliferando
ciencia (y el Estado normat1v1zado1). . ._ en una serie potencialmente infinita.
La configuración del enigma policial, en cambio, conlleva la neces_i Correlativamente, la serialidad es condición del relato, en la medida
dad de un tercero para el crimen, alguien q~e pueda .leer lo T'~ nadie en que el relato policial puede pensarse como la investigación en tomo a
puede leer en el cuerpo social (ni el Estado rulos p(rllc~i8res ~.este una serie de sospechosos a los que entrevista el detective. Esto es cierto
sentido. la emergencia del caso policial co?figura no sob~ ~n . er: aun cuando el enigma cambia de forma, como suele s uceder en las nove·
Latina) una rnlación de terce1;dad que sera su esquema asico· e1es las de Raymond Chandler o Dash.iell Hammett. Esa serie de entrevistas
do el criminal y el investigador. La lógica del género sust~~e prota~rusm~
al ;,,,iminal (los "folletines policiales") y a la victima (los relatos cbrucos
del naturalismo y el decadentismo) y construye un pro~g~~s~ nu(;~: so oomo género es produáo de la aisis que supuso para el género la emeq¡enáa de la serie
Esa estructura básica tiene conse.cuen?1~s ' eo og1cas . negra dur.tnte ta década del treinta. Javier Coma ser.ata que es eo el contexto del reaismo, que
b re las ue volveremos), pero tambien teoricas. Permite pre_ comienza a campear en el género durante la década del treinta. que parece posible construir
ntar c~n nitidez. a partir de considerar sus puntos como fo ficciones en las que el univet>o temalico del relato policial "duro" (la urbe moderna, el crinen
~~s narrativos, las diferencias entre la novela(pohcial (cuyo fo~o prole$iona~ la lemme lalalo) pueda ser retratado desde la pe<>peetiva de tos propios miembros
de la CXllllunidad. El slbgénero (ame ps¡el>ologyl adm~e muhtples variantes (e nc>.Jye lanto
, . d ) l novela de suspenso la perspectiva e historias presentadas desde el punto de vista de IOs criminales profesionales como desde el
es el investiga or ' a _. . l)Vi y la novela de espionaje punto de vista de qui?nes se ven obligados al aimen por fuet"Zas superiores a elos).
q uién es -o puede ser- un c1 imrna
"Enseguida veremos el desarroOo de la figura del inveshgador en la novela policial.
. . s formuladas por André Jolles. Baste por ahora comentar que si se pretende conlar la h'5toria de un crimen de5de la trtada
ºSeguimos ~qui !ªs precisiOne cll ico en el modern~mo y en el naturalismo, ver y desde la perspectiva del estado. es necesario que la figura del invesUgador (Bond, Smiley,
...Sobre la d1stin~On entre el caso n Ashenden) represente al Estado y que el criminal no pertenezca a la poblacióo civil (dado
Nouzeilles. niza sob<e el mismO hofizonte 1.matico que que se supone que el Estado la representa). Es por lo tanto necesaria la aparición de otro
"En efecto. la ~ de suspen~oinse. o;,v:.,áa
adelante o. como lo formula Todo<OV. en estado operando delras del criminal: aparece la novela de espionaje.
el de la~ policial ~o~ tng f ci6n diferente de 1a que desempenaba en la "Por eso, P<>'" su secuencialidad intrlnseca, la novela de esptonaje es el género del
la novela de ~us~so, ~I m=::!~:: ~~;o de partida; el interés principal reside en la enigma que mejor se articula con la novela de aventuras. Por eso también, la •¡ncompos._
novela de enigma. es, pnmo · te• El desarrollo de la novela de susper>- biidad. del tiempo (como lo Dama Deleuze, 1986) asume en Botges la forma de un relato
segunda historia. la que se desarrolla en e1presen · de espionaje ("El jardln de senderos que se Murcan"). antes que la ele un relato policial.

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a la moral, es una infracción a la ley: desde que oomienza el relato, el
son el oorazón de la estructura de la novela policial y sólo se detienen género policial convoca al Estado."
cuando el detective ha enoontrado al criminal. Así, el crimen tiende a Así es q ue el crimen (en la medida en que desafio al Estado) pone
una serie infinita que sólo puede clausurarse expa ndiendo otra serie en marcha una investigación policial. En este sentido, la policía apa·
paralela, la de las ent1·e,~stas del investigador.'° rece siempre en competencia con el investigador, que desafia sus nor·
La serinlidad del crimen estó en relación directa con la de los sos· mas y sus métodos (hasta, inclusive, burlarse de ellos). La torpeza o
pechosos. Podría imaginarse lo contrario, pero la historia del género la corrupción (dependiendo de la va riante del género que se elija)
demuestra que cuantos más crímenes sin resolver existen, menos son caracteriz.an a los agentes del Estado. El investigador del género es,
los sospechosos; el principio de unicidad que rige In for mulación del en este sentido, un personaje que se define por su tensión con el Esta·
enigma así lo demanda." .. do y, en el límite. por su tensión oon las formas más estables de las
Así, la estructura triádica del caso abre la novela pohc1al a una relaciones sociales. Así, el investigador. siempre está casi por fuera
serialidad pocas veces desarrollada romo artefacto narrativo. Esa serialidad de lo social y, justamente por ello (inclusive cuando se trata de un
está en la base estructural de Los detecti1•es SJ1lv11jcs y de Amphitryon policía), puede ver lo que nadie ve."
(aun cuando se desconozc11 exactnmente el enigma), y en el suplemento Todos estos rasgos podrían ordenarse en torno de un eje recurrew
de la serie que organiza In t.rama policial de Las Islas. te: el género policial habla siempre (pero no solamente) de una crisis
El crimen, tal como lo presenta el relato policial, dispara la tríada del estad<>. En la definición de Max Weber un Estado es "la organiza·
y permite desarrollar nuevas posiciones tanto para el estado como ción que reclama (con éxito) el monopolio del uso legitimo de la fuer
para el criminal. za fisica en un territorio determinado" (Weber: 40). Por una parte, el
Estado se define por "reclamar oon éxito el monopolio del uso de la
fuerza"; por otra, este uso es "legítimo". ?-1
4. El Estado, el criminal, el investigador La legi timidad de los estados contemporáneos, señala Weber, se
caracteriza por tomar la forma de la legalidad ("la creencia en la va·
En el inicio, pues, hay un crimen. lidez de lo estatuido legalmente y en la 'competencia' funcional basa·
El género se detiene en ciertos crím~mes, en ~eneral notables po: da en reglas creadas racionalmente" [41]). Las lecturas contemporá·
su violencia (en su abrumadora mayona el asesinato, pero hay tam
bién algunos robos y secuestros). Aquí, el crimen no es una entidad 21
Para dectrto rápidamente: el relato policial puede ser una fábula moral (en algunos
definida mora lmente. Es decir, un crimen no es un pecado o una falta casos lo es, en partk:ular en la serie negra), pero no se define por el casUgo moral, ni las
fuerzas que desa1an la investigación son morales (que no es k> mismo que las fuerzas
que desatan el crimen). Por eso, porque la tey define la relación del investigador con los
hechos, se pueden pensar como objetos del mismo género La ventana siniestra y, por
~la serialidad e s también condición de posibilidad de la circulación ma~erial del gé- ejemplo, El candor del padre Brown. Por lo demás. otros géneros masivos trabajan es-
nero. Como han senalado Elvio Gandolfo y Oavíd Sch~id en1re otros, la sene es uno de trictamente con planteos morales y, de hecho, éste es uno de los rasgos que distinguen
los grandes inventos de· Poe. que sólo fue compre~d1do cab.atmente por .Arthur C~nan al género policial de géneros aledar'\os como el melodrama o el relato gótico.
Ooyle: la cons1rucción de una si1uacton inicial infinitamente iterable se ajusta me¡or al »Diferentes au1ores han indicado esta soledad constitutiva del héroe del relato poi¡_
mercado de revis1as que el follelln. . . . cial. Jerry Palmer afirma. ·e1 héroe. por definición, no sólo es compelente. sino excepcio-
,,Ek:aso lim~e dentro de la novela pdicial es el asesino senal que r~were, por ~ na~nte competente: si a'guien pudiera hacer las cosas tan bien como él, él perderla su
parte. la constrtuciOn de una subjetividad fuerte (el 3'esino s~ identlf'oca r.lpidamente a partir derecho a llamarse héroe. De hecho, la función pnncipal del equipo de respaklo (los
de mensajes a la policía 0 al investigador) que senala la unicidad del enigma (ccmo en El ayudantes del héroe) es ser menos competentes que el héroe, para que resalte asl la
misterio de la guia de terrocarriles. de Agatha ChnstlO) y que, de hedlo, produce una.estruc- valla de éste'" (Palmer: 52). El género liga tan insistentemente la excepcionalidad con la
tura de desafio que duplica 1a del enigma policial (y por eso, la ola do films psycho krflers de posibilidad de develar el enigma. que parece inevitable proponer una relación causal;
la década del noventa puede pensarse como la vuelta. del policial de enigm~, a~n cuando la porque ve de otro modo, el investigador es. a la vez. un solitario y un observador eficaz.
violencia de sus imagenes remrta al gore). En el caso de la nove'• d.e espionaie. todos los 2
'l a variable terrilorial de esla definición, en la medida en que tiene menos relevan-
a1menes (incJusive los que suceden entre diversos textos de una ~ene) deben reen~arse a cia para la descripción de las operaciones constitutivas del género. sera tratada más
una sola enhdad. que puede ser un estado o. como sucede en los libros de lan Flemmg, una adelante. Ver capitulo 5.
asodaciOn todopoderosa como SPECTRE .

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neas de la legitimidad weberinnn han insis tido en su condición tex- gra), debe encontrar a alguien a quien castigar. Este movimiento
tual: la legitimidad se sostiene en relatos, leyes. discursos. De Lyotard sugiere que s i se castigara a todos los criminales (dentro o fuera del
a Luhmann, la legitimidad de un Estado está sostenida en su capafr Estado), las instituciones serían justas. En este sentido, todas las
dad de proveer a la población de un discurso que, de alguna manera, variantes tradicionales del género son "reformistas": denuncian la
justifique su accionar. Como afirma Ricardo Piglia: "cuando se ejerce res ponsabilidad de individuos, antes que las de las mismas institu·
el poder político se está imponiendo siempre una forma de contar la ciones. 2:
realidad... [43) La legitimidad, en tonces, apa rece ligada a una Y así como la legalidad está "basada en reglas creadas racional-
discursividad que, d e alguna manera, justifica el monopolio de la vio· mente", la operatividad de la historia que construye el investigador
lencia. Un Estado debe (si se trata de un Estado moderno) articular al final del relato está basada también en la posibilidad de razonar, a
discursos que funden una legitimidad que impida In recusación de la partir de Jos datos sensibles una his toria que explique los hechos. Sin
violencia física por él impues ta. Se trata, como se ve. de la aparición embargo, la forma en que razona la policía se distingue nítidamente
s imultánea de los dos rasgos. Ley y coerción, discurso y violencia fo1- la racionalidad de que hace uso el investigador del re lato policial.
man una constelación que funda al Estado moderno. Conviene entonces explorar las formas de esa racionalidad.
El relato policial comienza con una lagu na en la constitución del
Estado: existe una violencia que ha escapado a su monopolio. entre
otras cosas porque el Estado no posee un relato que haga inteligible 5. Razón, verdad, metarrelato
esa violencia. Ese relato que al Estado le falta es el que le proporcio-
nará el detective cuando e l texto concluya. Notablemente, como he- 5.1. Dos modos de Ja razón
mos •1isto, en Ja constitución del género este relato no puede venir del
interior de la institución estatal." En el final, pues, está la razón. En La se1ial de Jos cuatro Sherlock
Así, el relato comienza con un cadáver que está fuera de la ley (y, por Holmes describe su método ante un escandalizado Watson
Jo tanto. del relato de la culpa y el castigo que permitiría elejercicio de la
violencia del Estado). El policial instituye a partir de ese cuerpo una Nunca adivino. Es un hábito nefasto. Esa es una costumbre
duplicidad: el criminal instaura una violencia fuera del monopolio esta- escandalosa que destruye las facultades lógicas. Si algo le resul·
tal: el detective instaura un relato fuera de la legitimidad del Estado. ta extraño. es sólo porque no sigue mi pensamiento ni se ha
Se trata de una simet ría que, teniendo al Estado como frontera, per fijado en los pequeños d etalles de los cuales dependen amplias
mite cuestionarlo ni t iempo que homologa a l criminal y ni detective.'° deducciones (Doyle, 2000: 11).
Esta simetr ía tiene consecuencias ideológicas. La
excepcionalidad del investigador s ugiere t ambié n la La declaración, jactanciosa y provocativa, como casi todas las de
excepcionalidad del o de los criminales. No impor ta c uánto se de· Holmes, puede pensarse como la fuente de uno de Jos equívocos más
clame Ja responsabilidad del Estado en los crímenes que devela el persistentes en torno de la novela policial. En efecto, frecuentemente
investigador, el relato policial e n su forma canónica (clásica o ne· el relato policial se imagina como una trans posición del racionalis mo
propio de las ciencias naturales." La emergencia del género es, por
n lnciusrve cuando se tematice la pertenencia del investigador al Estado, esta perte- 21 Estas observaciones tambíén son pertinentes para lo que suele llamarse relato
nencia siempre está cuestíonada, es liminar o inestable: los policf~s de las ~llculas "neopolicial". Aun cuando sus cultores denuncien crlmenes de Estado (como Ramón
producidas en Hollywood siempre están entregando sus placas a los 1efes de pol1ela ~ue. Olaz Eterovíc en Nadie sabe m¡js que los muertos (1992) o Juan Sasturain en Manual de
irremediablemente. se las devuelven cuando resuel·1en el ca~~ ~· salva~ a la ?~blación. perdedotes (1984. 1986), la denuncia se concentra en Individuos y por lo tanto no puede
"Michel Fooc:auft (1984) indicó en qué medida la novela polioal sustraJO ~I cnm'1al de la denunciar al Estado mismo. Esta dif1Cultad para referirse a los crlmenes de Estado ha
esfera ambigua de la admiración p()PUlar para transfoonarlo en un nel~ enemigo de lo sooal. sido senalada por Daniel Link.
taJ como lo imaginaba la burguesta. Sin embargo, si se atiende a las simetrtas y dasrupaones 21 Casi todos tos estud)Os sobre literatura policial contemporánea citados en el cap(..
aqut indicadas. tal vez pueda pensarse et emplazamiento de los hérOes y vilanos de "' tulo 2 insisten en la lógica "deduclíva• de las versiones clásicas del género poficial, que
novela polióat como un comentario irónico sob<e el ejercicio del poder en el Estado burgués. esta cita despliega ejemplarmente.

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36 • EZEQUIEL CE ROSSO NUEVOS SECRETOS • 37

cierto. un momento notable de la relación siempre tensa entre litera· hace el detective) que en verdad esconde la profunda disimetría que
tura. ciencia y razón.?9 Y en este sentido puede pensarse como una sostiene al género.
articulación compleja entre cierta linea del relato gótico y el impacto Sin embn.rgo, nunca se enfatizará suficientemente el carácter ines·
del racionalismo en e l campo de las incipientes ciencias sociales."' table de la 1·acionalidad que despliega el género policial. La razón del
Sin cm bargo. el carácter de la racionalidad del policial es ambiguo, Y investigador no es una razón cartesiana, sino indicinl: no es deductiva,
tal Yez en esta ambigüedad radique grnn parte de su atrnctivo. En prin· sino abductiva: va de casos particulares a otros casos particulares.13
cipio, In razón del género es la razón cartesiana. es decir, una razón Esn ra•ionalidad se distingue de la razón cartesiana porque en la ab·
va.ciada de contenido y universalmente compartida. 31 /\sí, en la nove- ducción se reencuentra el espesor de la experiencia.
la policial. partiendo de pruebas se puede construir un rclat~ mayor, En este i¡entido, Ja razón del policial se parece a la intuición, antes
que articule loda esa experiencia en un metnrrelato. gcnerahz.ador. que a la aplicación de leyes.s•
De este modo. todos los implicados, en todos los niveles (los persa· Ese tipo de razonamiento estructura hipótesis sostenidas en un co·
najes, el nnrrador, el lector). pueden resolver el crimen aplicando la nocimiento local y sólo provee de conclusiones convincentes, antes que
razón y prest:mdo atención a los datos que el texto presenta. L.1 de· válidas in abstracto. En un famoso pasaje de "La carta robada", Dupin
claraci6n de Holmes, por ejemplo. sugiere que 'Nat.son podría resol· describe el modo en que recupera la malhadada carta:
ver el caso por s í mismo. Más aún. esta es la premisa (y la promesa)
que guía la estructura de desafío del relato policial (vindicada tanto Tan pronto hube visto dicha carta. me di cuenta de que era la
por autores "clásicos" como R.odolfo \Valsh. como por autores negro• que buscaba. Por cierto que su apariencia difería completamente
como Raymond Chandler): alcanza con la lectura de los indici.os pa~a de la minuciosa descripción que nos había leído el prefecto. En
ºdeducir'' las conclusioncs. 3z Se trata de una apare nte s1metna este caso el sello era grande y negro, con el monograma de D...; en
enunciativa Oos personajes, el lector mismo pueden rnzonar como lo el otro, era pequeño y rojo. con las armas ducales de la familia S ...
El sobrescrito de Ja presente carta mostraba una letra menuda y
2'11Esa relación tuvo diversas condensaciones a lo largo de la hisloria. ~si, en 1842, femenina, mientras que e l otro, dirigido n cierta pcrf:ona real.
JO Joan Copjec y Charles Rzepka, respeclívamenle, han senalado el 1mp~cto de ~a había ~ido trazado con caracteres firmes y decidido~. Sólo el ta·
esladlstica y el método historiográfico en la confo,mación del género pohc1al. ~º' ID maño mostraba analogía. Pero. en cambio. Jo radical de unas dife·
demás el otro género que 1iene a la razón y al gótico en el nUcleo de su ~nf?rm~ción e~
la ficciÓn científica. Ambos géneros pueden constderarse como 1~ rac1on~hza~tón (~o rencias que resultaban excesivas; la suciedad. el papel arrugado
diferentes procedimientos} de to oscuro e ine>Cplicable ~el relalo g0~1co. La c1e~c1a. fic~1ón y roto en parte, tnn inconciliables con los vcrc/ac/em~ hábitos me·
nos presenta una ciencia (y una racionalidad) construida en c?nfl.1cto. con. la inst1tuei6n. tódicos de D .. ., y tan sugestivos de Ja intención de engañar robre
Lo que caracterizará al género es justa~en~e la idea de que la 1nshtua6n aentlftca.con~· el verdadero valor del documento, todo ello. digo sumado a la ubi·
trine y limita la imaginación que la propia c1enc1a propon~ a ~.s mentes más despterta . cación de la cart.11. insolentemente colocada bajo los ojos de cual·
Asf el género se fascina con los cienllficos locos. con los m~1vid~o~ que. al margen de la
cie~cia usan sus logros para fines personales. ávidos de conoc1m1ento o de poder. ~ero ,,El concepto de abducción (al que también llama ·retroducción·e ·hipótesis·) fue
stem r~ indisciplinados frente a las normas institucionales. El hecho de que estos oen· desarronado por Charles Sanders Peirce para referirse al tipo de argumento que ·se da
tifico~ (como los criminales en el policial) sean castigados sobre el final del relato h~bla cuando encontramos alguna circunstancia muy curiosa. que se explicarla por la supo-
de ta ambigüedad ideológica del género: la ciencia ficción depende de ~se us~ desviado sición de que fuera un caso de cierta regla general. y en consecuencia adoptamos esa
de la ciencia que teme tanto como desea. Ver Palmer, Scho~s y Rab_k1n, y ~ont~~· d 1 suposición. O. cuando constatamos que en ciertos aspectos dos objetos guardan una
l' En ·infancia e historia~. Giorgio Agamben releva las caracterlshcas d~ su1e o . e marcada semejanza, e inferimos que se asemejan entre si notablemente en otros as·
conoónfenlo cartesiano como efecto de la ·mrstica reducción d~ t~o conten~o pslqmco pecios· (Peirce: 69-70). Y también: •El primero (la inducción] es un razonamiento de
cepto el puro acto de pensar": por lo tanto, se trata de un suieto cuya realidad Y ~ya los particulares a la ley general; el segundo [la hipótesis}, del efecto a la causa. Et
~~ración coinciden con el instante de su enunciació~~ (Aga.mben, 20~1a: 22). Este ~uieto primero clasifica, el segundo e>Cplica" (79). Sobre las condiciones de validez de un
aparece relacionado directamente con el ccg1to: quien e>C1ste es quien puede dear que argumento abducHvo, ver infra.
· nsa La razón cartesiana es, además, universal y ev9dente. compartible ~r todos los "En la medida en que el proceso abductivo es intransfefble, aunque pueda e1Cplcarse. no
:'mbr~s y en este sentido, igualadora. Para que esta universalidad sea posible. es nece- puede reproducirse, justamente porque su origen 01 el punto ciego del sistema de verificación:
sario redudr el lugar del sujeto al de una interioridad pobre o nula; de ahl el su1elo hngOIS· et sujeto que observa. Umberto Eco (1988) senala el caraC:er abductivo de todas los desaJbri-
lico que despliega el Discurso del método. mientcs cienllfocos. ellos mismos "puntos ciegos. del campo cienllfoco.
'SZ\/er Walsh (1985) y Chandler (1990).

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NUEVOS SECRETOS • 39
38 • EZEQUIE L DE ROSSO
general, aplicable a todos los individuos dentro del territorio. Esa
quier visitante. y coincidente. por tanto, con las conclusiones a las racionalidad es la q ue el relato pol icial vendría o poner en e ntredí·
que ya había arribado. corroboraron decididamente las sa;pechas de cho, en la m edida en que no sólo opone el carácter del investigador
alguien que había ido allá con intenciones de sospechar (Poe: 532). a la torpeza y corrupción <le la fuerza policial. sino e n la medida en
que tambié n opone s us métodos.36
Dupin trabaja aquí con tres (o cuatro) datos: el t~maño de la carta Este distanciamiento de la mirada científica que caracteriza a l
(la única a nalogía con la carta que se busca), lo radical de la d1fercn· relato realista y naturalista clósico(metódica, totalizante, tipificadora)
cia en todos los otros aspectos y. por último. la insolencia con que ha condena a l policial, hasta mediados del s iglo XX, al lugar de literatu·
sido dispuesta a los ojos de cualquier visitante. Además. Dupin sabe ra menor. Porque de e•ta dis tancia derivan también una for ma de
que el l\linistro sabe que están buscando la carta y que. dada la auda· narrar y el objeto del relato policial: los bordes, la oscuridad, lo apa·
cia que lo caracteri1.a. lo mñs probable es que no la haya ocultado." rentemente incomprensible de los hechos. La preeminencia acorda·
Esos datos, sin embnrgo. no nlcanzAn para determinar da a lo particular, al <letnlle, es entonces el principio que hace de los
deductivamente que la carta que ve Dupin es la que efectivamente datos sensibles un indicio, pero es también la mirada que rige las
busca . e n la medida e n que no existe una regla general ("El ministro tematizaciones del género.
s iempre exhibe lo que quie re.n ?cuitar") que ~.ueda_aphcarse a es~e Es porque la razón abductiva g\Úa la construcción del relato final
caso. Tampoco existe una casu1st1ca registrada ( El 1mmstro. en el 90 Xi que el lector de policiales s uele e ncontrarse en una situación en la que
de los casos exhibe lo que quiern ocultar") que permita mducor esta se da cuenta de todas las posibilidades. pero le resulta imposible deci-
conclus ión. En el mejor de los casos. lo que puede 111duc1rse es que. dirse por una: los datos que nos presenta el narrador son imposibles de
dada una coincidencia (la carta buscada tiene el mismo tama ño que la ordenar como los ordena el detective, o mejor, es imposible saber cuál
carta exhibida), la cnrta exhibida pude tener otras comcodencias con la de todos los órdenes ~ n los que es posible desplegar las secuencias na·
carta buscada. Por ejemplo. que fue ron escritas en un pap_el produ_codo rrativas es el correcto." Lo que falta, pero el género lo oculta en su
por la mis ma papelera. Es más. aun conociendo la a~dacoa del m1ms· enunciación, es el "estar ahi~ del verdadero lector indicia!. En este sen·
tro. no es improbable que la carta exl11b1da no sea mas q''.e otra ca rta; tido, el gran invento de Poe es la codificación de un narrado1· testigo
que nada tenga que ver con la que buscan Dupin y la p~hcoa (y que este proverbialmente tonto, que justamente despliega los hechos en su más
exlúbida sólo para desconcertar. o burlarse. del detective). .. . plena confus ión. Se borran así las marcas que permitirían recomponer
Dupin realiza un "salto" por el cual real iza una condus1on· del el rawnamie nto abductivo de Dupin Oos objetos e n los que el detective
tamaño y la apariencia de la carta y de la malicia del mmos:ro abduce fija la mirada, por eje mplo)." Si el género policial trabajara con una
la identidad entre la carta buscada y la carta exh1b1da. Aso. tenemos
una serie de rasgos específicos q ue se encadenan para concluir_otros •Eventualmente, como veremos, esa rc1cionalidad puede ltevar a cuestionar la propia
rasgos específicos, pero en ningún s.entido tenemos_!~ formulación de leg~imidad racional (es decir. estatal). Foucauft (2008) senala que ta racionalidad abstracta.
una "ley" que permita una deducc1on o una '.~ducc1on. . d" ~ . siendo el principio sobre el que se pensó el srstema penal moderno, encontró sin embargo su
La difere ncia e ntre deducción y abducc1on, por lo demas. _1 e re•ización en una lógica del control del indMduo en su m~s plena pa~eutoridad. Esas dos
caras de la modemtdad tegal se articu!an en oposición en el relato poficial.
rencia el funcionamie nto de la razón de est ndo de. la del rnvest1ga: ir0tra forma de ver el problema: la secuencia de abducciones posibles es mucho
dor. En "La car ta robada"", Dupin impugna los metodos de la poh_ más alta que la abducción exitosa del detective, y el lector puede realizar múltiples ejer-
cía justamente por ser deductivos a ntes que abductlvos. En térml1 cicios que pueden. o no, coincidir con el del detective. El efecto de ·dausura racionar
nos más gene rales, y s iguiendo a Weber. puede pensarse q~te •a que produce un relato pohcial radica en el modo en que se cancela esa proliferación, para
hacer pasar un.a abducción por la única inferencia posible, es decir, una deducción.
constitución racional de la legitimidad moderna s upone una 1azon .11 E 1modo en que el policial pone en escena las inferencias del investigador es un
rasgo recurrentemente olvidado por los defensores de la vertiente negra del género que
1 etiminal es condición de abogan por su •realismo" como · reflejo" de la vida social. En efecto. la primera persona
"Slavoj li!ek senala que la ~ena '"::'";:~ rx:sae sencinamente por alto el
posibílídad para la abducc16~. El del~<\asta et nto de la autorrefercncia, es
significado de la escena falsa. la elmtapobuJ~ que su ~ico significado es la Intención
que suele caracterizar a las no\lelas detectivescas de la serie negra resulta todavla mais
"tramposa" que la del policial clasico: se trata de una voz que deliberadamente oculta
decir hasta el punto en el CtJal resu .
de q.;., los otros piensen que tiene algún significado· (l o!ek: 101).

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40 • EZEQUIEL CE ROSSO NUEVOS SECRETOS • 4 1

razón deductiva, la aparición de este narrador sería irrelevante: la re· de los primeros teshmonios escritos. Ginzburg, s in embargo. se con-
soluci6n el enigmn se tornaría evidente desde el principio, en In me· centra e n l a modernidad y señala cómo, a pesar del éxito ele Galileo
dida en que todos los casos respondieran a una misma ley. y a pesar de los diversos esfuerzos de las ciencias sociales por asimi'.
En cualquier caso, en el policial canónico, el desafio que estructu· larse a las "ciencias fis icas", existió siempre un SAber "cualitativo",
ra el género se presenta como la expansión de un rasgo temático (lo conce ntrado en lo "individual" que, al margen de las disciplinas
posibilidad del investigador de razonar a partir de un conjunto de generaliznntes (como la fisica y la matemática) permitió el desarrollo
datos). pero los textos. a la vez, instituyen mecanismos que hacen d_e disciplin_as típ.icame nte ~odernas como la paleontología. la medi·
imposible reconstrn ir e l "estar ahí" Oa memoria. la experiencia. el cina o el ps1coanahs1s y. mas en general. las ciencins sociales.
orden de In mirada) necesario para la razón indicia!. Resulta por lo Por su parte. Stephen 'lbulmin en Regreso n fo razón ha seiinlado
tanto imposible "adelantarse" a las conclusiones del detective. que la homologación de "racionalidad" con "razón" (en un proceso que
Se trata, en realidad, de un conflicto que constituye el núcleo de se.produce desde comienzos del siglo XVII) es en verdad una mutila·
In re lación enunciativa que el género propone a l lector. En efect.o, la c1on de In idea de razón de los primeros modernos. que tam bién in·
doble exigencia de razonabilidad e intriga impide la clausura de cl".ían la "rawnabilidad" entre los valores modernos. En efecto, parn
sentiJo prometida, e n la m~clicla e n que amüos aspectos. en la for- fil~.sofos com~ Montaigne y Bacon (como luego para Dewey y James),
ma en que los trabaja el género, resultan contraclictorios.30 In incerteza fue uno de los rasgos centra les ele lo "racional". Esa
incerteza p r_oclujo, según Toulmin. un énfasis en el "desacuerdo", lo
que necesa riamente lleva a destacar la condición retórica, antes que
5.2. Exc111·so por Ja modernidad e/el policial formal, de l os argumentos. y la especificidad de la experiencia antes
que la generalidad del conocimie nto. Todo e l "sue1io del rncionaliRmo"
Suele presentarse. sin embargo, el triunfo del detective como e l Oa .idea de que e l conocimiento social podía estar regido por métodos
triunfo de In razón cartesiana y abstrncta, que se entiende por "razón a~a l?gos a los de 1~ fis1ca y la matemática) se basa en In voluntad ele
moderna".'º Cuando asi se procede suele olvidarse que la razón mo· eh~mar (por la via del método. la lengua universal y un sistema
dernn es nlgo más que el positivismo y la "voluntad de dominio". En unitario de natura leza) esta incerteza. El desmrollo de la ciencia
efecto. siempre es dable recordar que aquello que llamamos (en gene· d~sc!e fine• del siglo XIX, ha demostrado que la incerteza es una con:
ral, por comodidad) "lo moderno" no incluye necesariamente la idea dicion ele tocio saber y que, en este sentido, no hay motivo que justi(i·
de progreso lineal, s ujeto dominador y razón universal. En este sen· que separar las ciencias humanas (la historia, la psicología) tan radi·
tido. no hay contradicción en señalar que el relato policial descree de calmente de las ciencias naturales.u
la razón abstracta y es. a la vez. plenamente moderno. . Por último, _lo "razonable" puede pensarse también como punto de pa·
Cario Ginzburg. por ejemplo. señala que la capacidad de inferir sa¡e, en la medida_en que su posibilidad. para Tuulmin, se relaciona con el
procesos o entidades n partir de datos individuales más o menos frag· pensamiento c~alitativo ~el conocimiento local. Derrida, por ejemplo, rele·
mentarios, más o m.e nos marginales. acompaña a la humanidad eles· va~do las aponns de la logica de la razón ele estado, seiiala: "lo 'razonable'
se~a la ~puesta razonada y argumentada de esa trans.~cción entre las dos
información, que no muestra los modos por los cuales el detective (Mar1owe. Spade) ~JCJgencias ª.!'arentemente inconciliables de la razón, entre el cálculo y lo
arríba a una eondustón. Es esta una estrategia caraderfstica, toda vez que se describe rncal~';'1able (Demda, 2005=. 181). Lo "razonable·· del rel:ltopolicial sutura
el policial negro: se olvidan las operaciones discursivas, para considerar el relato como
un objeto transitivo con respecto a un referente.
ta!'1bien '~ª mconn1esurabilidad, la del misterio con respecto a su solu·
,. No es seguro, sin embargo, que lo lmK:o que desee el lector de policiales sea cio~, tamb1en_a su m?<Iº· una exigencia inconciliable entre lo incalculable y
develar un enigma. El éxito de la serie negra demuestra que el interés en el género e~ ':"lculo. Y SI la razon de Estado es siempre un problema político, Ja posi·
excede con mucho los placeres del juego intelectual. bilidad de atender a lo razonable en el contexto del relato policial (la oposi·
" Magda Sepúlveda, por ejemplo, senala que ¡eldisru™> de la modernidad] concebla al
mundo como un obielo man.,ulable, sobre el cual se opinaba de manera exacta, ruantifocablo •'En _efect~. desde la dem~tra?ón de Henri Poincaré hasta el impacto de desarrcr
y disyuntivamente" (Sepúlveda: 106). En el mismo sentido, Emest Mandel asocia la novela l~s med1oamb1entales. resulta d1flcrl predecir el comportamiento de la natu,aleza en tér·
pol'oc:ial con la emergencia del racionalismo buri;ués. mrnos 16glco-lormales.

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NUEVOS SECRETOS • 43
42 • EZEQUIEL DE ROSSO
5.3. Dos versiones de Ja verdacl
ción entre \os métodos del detective y los de la po\icia, por ejemplo) puede
pensarse como una forma moderna de entender la políti~. • La historia que cuenta el investigador está guiada por la rn1.ón y
Así es que si bien es pos ible argumentar qu~ existe u?a m?der constituye la garantía política de clausura parn el g~nero: porque
nidad que refiere todo a la unicidad y que e nfatiza la rnc1onahdad, hay una historia que contar (una historia que es verdad) el mundo
también hnbrá que reconocer que existe otra modern1dnd que vuelve al orden. el caos que dn inicio ni relato puede ser puesto en
enfatiza la rnzonabilidad y la búsqueda cualitativa. Es por lo t~nto caja, articulado con la ley (en el caso del relato policial de enigma), o
una simplificación de la historia del género asumir que el pohc1al con lo moral (en el caso de la serie negral. Así. la ideología del relato
porque es moderno hace uso de la rnzón abstracta. cuando tal ~ez policial propone que el mundo sería un espacio ordenado si no fuera
lo más preciso sea señalar que en el me¡or de los casos, el detective por la actividad de criminales o de conspiraciones que opacan la dia·
produce conclusiones "razonables·_: prod'.~c; ver~~des cargad~s.d~ fanidad del orden que lo organiza-" Pnra poder sostener esta ideolo·
incerteza. de una probabilidad difusa, sohdas an_tes que vah gia. la novela policial se organiza mediante una construcción especí·
das". Es decir que el mecanismo básico del relato policial, el. enca¡e fica de la verdad, casi un fetiche que el relato policial nos ha acostum·
e ntre la historia de la investigación y la del crimen a traves de.!ª brado a buscar y encontrar. La verdad del género es en este sentido
abducción es un pasaje convincente, antes que una comprobac1on típicamente moderna: es mediante el razonamiento que el investiga·
válida formalmente. d01', atravesando lo apa1·ente, llega a la verdad: no llega a una versión
Sin embargo, tal vez pueda entenderse gran.p~rte del éxito del de los hechos, sino que llega a describir lo que rea/mente s ucedió."
género policial por la articulación de estas dos log1cas_modernas e~ La ideología del relato policial es la de la transparencia de la palabra
un mismo artefacto textual. Esto es: m1entrns que el erugma _es rac10 basoda en la correspondencia entre el enunciado y los hechos, y la
nal (deductivo, universalmente legible, v:lciado de contenidos), ~u coherencia entre los diversos enunciados.º Esta concepción de la ver
resolución sólo puede ser "rnzonablc" (abductivo, de rango local, solo dad es correlativa de la idea del orden social repuesto: si lo que se
comprensible en el espesor de la experiencia). . . . develara fuern sólo una posible versión de los hecho•. seria imposible
El género oculta este carácter bifronte po_r diferente~ proce_<lim1en· comprobar si el mundo ha vuelto al orden. Así. Razón, Verdad y Jus·
tos que pe rmitirían historizarlo. La h1stor1a de los d1sp~s1t1vos por ticia aparecen indisolublemente unidas, en la forma canónica del po·
los que el policial construye la sorpresa de la rcve~ac.1011. final es, licial. n través de la doble historia.
también una historia de las formas en las que la razon 1nd1cial hace En este sentido, al menos desde que el problema de la verdad y
su aparición en la literatura. El ejemplo ele Sh~rlock Hol~es qu.': la denuncia se ha tornado un eje en los debates sobre el género (al
presentábamos al principio ilustra un mo~ento pos1_t1v1sta ,del ge menos desde las proposiciones clásicas de Chandler en "El simple
nero. La razón indicia\ se disfraza de razon natural- el capitulo se
llama "La ciencin de la deducción"" y es en este .sentido _que debe
Mo alético de las premisas \la vereda esté mojada" no puede determinar si es verdade·
leerse el hecho de que Holmes afirme que nunc~ ad1~1na .. es d~cir ra la premisa "hoy Uovi6" o "mi vecina lavó la vereda"). Se trata de un ·salto" ~ico, si se
que, aparentemente. "sabe" porque aplica un metod~ c1e?t1fico. Si se lo considera desde una perspectiva formal, como pretende Holmes. Para mayores preci-
releen los relatos de Poe. se verá que la referencia. c1ent1fica apena~ siones puede verse el anélists de k>s razonamientos de Holmes en Eco (1983).
existe en los casos de Dupin (y en este sentido Dupm es un represen •>Rara vez. sin embargo. el relato policial canónico cuestiona el orden mismo. Ver
parágrafo 4.
tante de \a razón romántica, un genio intuitivo), En esta linea, la
"'Como sucede con tod~ los otros rasgos de~tos, si bien es cierto que ia verdad está
apelación cientificista de Holmcs representa un _c ambio radical. !Y lematizada en el policial, opera en los denl<ls 6<denes del género: es el objelo de la eslrudu-
exitoso) en \a historia del género, pero no des miente la cond1c1on "' hermenéutica y es a la vez el objelo por el que eooip~en el lecl0< y el Investigado<.
' Asl et relato ~cial sostiene una definición de verdad oorrespondentista y un criterio de
5
abductiva de sus razonamientos."
verdad c:ollerenlisla. De ahl que el detective "revele" la verdad. peio lambién, que las pistas que
"De hecho, la• inferenci.. a las que se refiere Holmes (pe"? lambién.toda':' novela busca sean i>c:ongruencias en el 1e;oo de las represenlaciones (eslas inccnglUencias delatan
de detectives) es 16gk:amente Inconsistente, puesto que es sabido que si premisas ver- ta falsedad de atguno de los enunciados y obigan a reformular todo el conjunto, de manera tal
daderas rsí nueve las veredas se moian· y •hoy llovló.) conducen a conclusiones verda· que se logre la coherencia que garantiza la foona de la ve«lad).
deras ("la vereda ~sU. mojada~). conclusiones verdaderas no pueden establecer el esta-

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44 • EZEQUIEL DE ROSSO NUEVOS SECRETOS • 45

arte de matar") se ha imputado a la novela policial clásica su com· levante la p~squisa Y enfatiza en cambio el recorrido del investigador
placencia con respecto a las formas estatales de la verdad. Y si bien por una sociedad. en decadencia (de alú que algunos de Jos mejores
es cierto que ley y verdad aparecen aunadas en el relato de enigma, exponentes del genero -McCoy, Cam. Goodis- directamente abando-
no deberían limitarse las observaciones de esta diferencia solamen- n~n la figura del detective). Así, todo lo que sabemos al final del reco-
te al horizonte de la relación entre justicia y ley. Si se mira más de rnd? es lo_ que sabíamos al principio: que una sociedad corrupta gene·
cercn. est.a distinción, tal vez se puedan encontrar otras diferencias. ra v1olenc1a.
Los textos dedicados a Ja variante llamada "de enigma" insisten en ~ figura del investigador es entonces un ejemplo moral (así es
algunos rasgos recurrentes: el espacio aislado (o, en el ext.-emo, cerra· defimdo, por e¡emplo, por Chandler) que nos enseña cómo ser bue·
do). la limitación de los personajes sospechosos, el uso de la inteligen· nos. De ahí proviene el conílicto central de la novela negra: la ética
cia (si no únicamente. sí privilegiadamente) para la resolución del enig- del profesional frente a las tentaciones de un mundo corrupto (cuya
ma. etc. Otros e lementos los comparten todas las novelas policiales "de formulación más recurrente es la femme fata/e)." En la medida e n
investigación". sean estas de enigma o negras: la estructura enunciativa que esta dinámica_ está ausente en la novela de eni gma, el énfasis
que remite a la adivinanza. la estructura de doble historia. sobre esa e¡emplaridad desencantada fue (es) uno de Jos ejes en torno
Un elemento indicado varias veces (notablemente por Borge$), pero de los cua~es se reivindicó la_novela policial en Amé rica Latina a pa 1-
menos estudiado es e l tipo de clausura que reqtúere la vertiente clásica trr de la decada del setenta." Esa reivindicación olvida que Jos rasgos
del género. La novela policial de enigma se propone sorprender al lector. form~les. de la novela de detectives (clásica o negra) también tiene
Diversas indicaciones en todas las "recetas" para escribir relatos policiales 1mphcac1ones políticas que tal vez trasciendan Ja disti11ción entre
("solución extremadamente simple a misterios aparentemente comple· novela negra y novela de enigma.
jos". "el culpable es el menos sospechoso". etc.l apuntan más o menos ~~í, más allá de estas ?iferencias, las formas canónicas del género
veladamente a esta característica. De esta demanda proviene una dife· policial son un relato utop1co. Un relato sostenido en Ja premisa de
rencía central. casi podríamos decir "ideológica", pero poco estudiada, que la palabra puede ordenar la realidad, de que todas las violencias
entre el relato clásico inglés y la llamada "no·;ela negra". Oa de los criminales en la novela inglesa, la de In policía y los crinfr
El relato de enigma, aun en sus vertientes más esclerosadas y aun nales en la novela negra) convergen en la palabra del detective, que
fracasando estrepitosamente, todavía busca algo del orden de lo nuevo, ordena y, en cierta medida. cura las heridas infligidas al tejido social.
de la revelación y, en este camino. fatalmente descubre a un otro entre
los mismos. La imposición del crimen sobre el menos sospechoso (sobre
tOOo en las formas más anqwlosadas del relato de enigma) redunda en 5.4. Retórica e ideología
el hecho de que en la mayoría de los casos, sean esos individuos "más
allá de tOOa sospecha·· Oos padres de familia. los hombres probos, las 'lbdos los. rasgos del policial canónico encuentran su Jugar en el
damas de sociedadl qtúenes muestren un rostro temible, espantoso, para relatoa P?rtir d_e,1 desplazamiento temporal que carncteriza al géne·
la estrecha moral que sostiene el relato. ro. ~.n la mvers1on de la historia del crimen con respecto a Ja investí·
La novela negra. en cambio. es fatalmente redundante. Gilles gnc1on, todos los rasgos antes mencionados aparecen entramados y
Deleuzc Jo formula así: "La rcílexión metafísica de la vieja novela poli· configuran, de hecho. un modelo ideológico de com render las relacio·
cíaca ha sido s us tittúda por e l reílejo del otro. Una sociedad se reíleja nes entre estado, razón y verdad.
en su policía y en sus crímenes, tanto al menos como se guarda de La verdad del género, por ejemplo, aparece ligada n este segundo
ellos. mediante profundas complicidades de fondo" <oeleuze, 2005a: rel~to que hace inteligible (y, por lo tanto, reparable) el tejido de lo
ll2). Es por eso que desde que comienza una novela negra sabemos soc1~J. Por ?tra parte, esta ?rt_iculación despliega el desafío y la "\•er
quién es el culpable (y sobre ello han insistido innumerables autores y dad de la m stancrn enunciativa: e l enuncintario trata de encontrar
críticos): la corr upción y la violencia de una sociedad en crisis. Poco
. "Ricardo Piglia (en "Sobre la novela policiar) ha senalado en qué medida esta ten-
importa, entonces, quién fue el. digámoslo así, "brazo ejecutor" porque sión (y su relación con el dinero) es producto de la ética protestante.
la novela negra insiste en una causalidad generalizada. que torna irre· "V..r capitulo 2.

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46 • EZEQUIEL DE ROSSO NUEVOS SECRETOS • 4 7

en la historia de la investigación (la primera que se presenta en el En efecto, al menos desde la década del sesenta se vienen produ·
texto) las pistas que le permitan triunfar sobre el detective, adivi· ciendo en el campo de las humanidades una serie de impugnaciones de
nando la segunda historia Oa del crimen). la razón científica moderna. Las tesis irracionalistas de Thomas Kuhn.
En el mismo sentido, lo que distingue a las historias de detectives por ejemplo, ya plantean. en s u versión más radical. la imposibilidad
(en cualesquiera de s us versiones canónicas) es la aparición de un de pensar la ciencia como una forma universal de conocimiento. Un
personaje -el investigador- que puede definirse como aquel que al poco más tarde. textos como La condición posmodernn. de Lyotard, o
final de la historia puede contar qué fue lo que pasó (y en este senti- el texto citado de Ginzburg (ambos de 1979) postulan la relevancia de
do, la estructura del género es siempre un metarrelato: la histona de criterios ajenos a la racionalidad científica para producir conocimiento.
cómo un personaje -el investigador- se hace narrador)." Este rasgo En 1983, Kuhn llegaba a la conclusión ("inquietante". en s us pro·
aúna a personajes tan disímiles como Nero Wolfe y Sam Spade, Emi· pias palabras) de que "racionnlidad" y "justificación" son. en el pensa·
lio Renzi (de "La loca y el relato del crimen") y Nicanor Silampa (de miento cientifico. términos que se interdefinen, de modo que estamos
Perder es cuestión de método) y permite trazar genealogías formales presos de un juego de lenguaje. Si Kuhn está en lo cierto. no habría
más allá de diferencias estilísticas (notables en algunos casos). sido posible en la "episteme moderna" (habida cuenta de la asociación
Por otra parte. la estructura triádica que relaciona (y distingue) equivoca, aunque persistente. que se ha producido entre relato policial
al investigador con los criminales y con el Estado viene dada por esta y método científico) la justificación de la segunda historia que articula
segunda historia. Si la ley (el Estado) es la barrera que defme el esta· el género de ningtm otro modo que no fuera por medio de la razón
tuto civil y penal de los implicados en el relato, a ambos lados Y cartesiana. El hecho de que hoy. dentro de la ciencia. se puedan distin·
simétricamente, se definen el investigador y el criminal. Así, lo que guir diferentes regímenes de funcionamiento Oa ciencia normal y la
define al investigador es, antes que cualquier virtud o estatuto legal, revolución científica en Kuhn. la convivencia de conocimiento abstrac-
su condición de narrador de la segunda historia. Esa segunda histo· to y materialismo científico en Feyerabend. los "estilos de razonamien·
ria, además. al tiempo que detecta al criminal reinstaura el orden to" en Hacking) s ugiere que la racionalidad científica tal vez ha deja·
estatal, ya sea porque provee al Estado de u n discurso que permite la do de ser moderna.
aplicación de la ley. ya sea porque denuncia la diferencia entre la ley La literaturn policial latinoamericana registra por las mismas fe·
y s u ejecución corrupta o ineficiente por parte de sus agente•. En chas un cambio en su emplazamiento cultural que, además de trans·
ambos casos, la norma que rige la forma del Estado (que se presupo· formarla en objeto "respetable" (ver capítulo 2) postulan al género
ne tiende a la justicia) es apaciguada por la historia final. como modelo de cualquier empresa epistémica. En 1975. por ejem·
Por último, esta segunda historia guiada por la razón postula una plo, Ricardo Piglia publica "Nombre falso". relato en el que se cons·
utopía de la palabra. En efecto. el género sostiene que si se cuenta truye un elaborado paralelismo entre la figura del detective y la del
bien una historia, si este relato puede dar cuenta de una serie de crítico literario. En 1984 Sergio Pito! publica El desfile del amor, no·
hechos fisicos (hay un cadáver, hay pólvora er: una ?1ano, u~ arma se vela en la que el trabajo de un historiador es comparado con el de un
encuentra en la casa de un sospechoso), la v10lenc1a cesara o, por lo investigador privado.
menos, será normalizada, devuelta a l espacio de lo inteligible. Y sin embargo, también en el tejido del género policial se han presen·
tado fisuras que ponen de manifiesto la impooibilidad de conocer por la
6.5. Después de la razón razón. Textos como Mue1·te de una ninfómana (1980), de Poli Délano
(que despliega dos soluciones para el crimen, ambas igualmente razona·
La evidencia del estatuto anómalo de la razón del policial convive bles) o las novelas recopiladas en El festín de los cuen'OS (2003), de Ra·
con un descrédito más general con respecto a la razón cartesiana. fael TrujiUo Muñoz (en el que el personaje investido como detective, de
hecho, no investiga. sino que es más bien un espectador frente a quien
"Ver Todo<ov. Este rasgo vale para todas las ve'1iooeS del género e indusive para mu- los enigmas se resuelven por la acción mismo de los sospechosos), cues·
chos casos de la novela criminal (como los textos de Comel l/Voolrich o la novela Deseo de tionan la capacidad de revelar el mundo por la razón policial. Así, a
noche (1993), del peruano Alonso Cuelo) y para la novela de espX>naje, en las que es nece- partir de la década del setenta pareciera crecer la sospecha en torno del
sario compomder el sentido de la amenaza para poder c:on¡urarla.

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48 • EZEQUIEL DE ROSSO NUEVOS SECRETOS • 49

poder explicativo de la razón asociada al género, al tiempo que el propio aquello que es evidente que no se sabe. Desde este punto de vista, el
género crece en prestigio para tornarse un cuestionamiento de la racio· secreto se articula entre la presencia y la ausencin: es una ausencia
nalidad implícita en las ciencias sociales. Sin embargo, pareciera tam· de saber a l tiempo que es una evidencia discursivu.'° Por lo tanto. Jos
bién (como demuestran las novelas de Trujillo y Délano) que los orgu· secretos no e:usten para nosotros si algo se esconde, sino R61o si eff
mentos contra la racionalidad científica cartesiana no alcanzan pm·a tendemos que a lgo (aunque no sepamos qué) se está escondiendo."
reivindicar la razón indicia!. El modo en que se percibe el secret o es entonces el de unn contra·
Con la vacilación de la potencia de la ra:zón. vacila todo el edificio dicción. La lógica del secreto se presenta como una manifestación
genérico. Los relatos que estudia este trabajo cuestionan la articula· contradictoria ent.re el ser y la aparienc ia, como una incongruencia, y
ción de esa segunda historia guiada por la ra:zón. En este sentido, la en este sentido puede manifestarse, igual que el enigma, como un
década del noventa ve proliferar ficciones que evocan la estructura misterio. La djferencia entre ambas formas del mis terio l"fldicaria en
del géner o sin terminar nunca d e actualizarla. La segunda historia la disposición "cognitiva" del enigma.
permanece ausente y su ausencia transforma al enigma en secreto. En efecto, el enigma siempre refiere a l saber. Es siempre una prue·
El res ultado es, se verá, un cuestiona miento radical tanto de la razón ba de la capacidad de inteligir de aquel que es cuestionado. La prue·
moderna como del concepto de est.&do que definiera la ficción policial ba de que el enigma es una matriz cognitiva está en su formulación
hasta la década del setenta. más básica: una pregunta. Los secretos, en cambio, sólo se conocen
cuando se ha resuelto el enigma, cuando ya se ha probado el conocí·
miento, cuando se ha entrado a la comunidad (Cawelti, J ollcs).
6. El secreto Si, en cambio, se está afuera del secreto (si no se nos propuso un
enigma, si no respondimos correctamente) es dificil detectar su exis·
La ficción policial siempre t rabajó con Ja categoría de secreto: Jos tenci?, justamente porque el secreto, para quien no lo comparte, no
sospechosos mienten. esconden información vital. conspiran entre sí es mas que una anomalía del sentido, atribuible, por Jo dcmá•. a un
para cubrir sus huellas. Existía. sin embargo, en el relato policial error de la percepción. Un pequeño pe ro irreductible contrasentido
canónico, la garantía de que e l núcleo de la investigación respondía a cuy_o mi"terio debe ser neutralizado. Dos caminos se abren aquí. Pue·
un enigma cuya formulación podía resumirse en una pregunta. La de intentarse olvidar del misterio, convencerse de que todo es un
aparición de las estrategias del secreto en las novelas que estudiare· error o ttna coincidencia. O puede transformarse el secreto en un
mos produce una estructura diferente (que s in embargo se solapa con enigma: encontrar la pregunta cuya respuesta explicarín la incon·
la del enigma) y permite explicar su adscripción genérica inestable. gruencia percibida.
.Da man_er? tal que, si hay secreto, éste permanece ininteligible,
ObJeto de h1potes1s mcomprobables. Es más, en tanto que secreto "es
6.1. Introducción 111 secreto
un no estar de a lgo que está; en otras pnlabras, lo propio de lo oculto"
E l secreto es. en primer lugar, un problema de estrategia." Este (Jitrik, 2007: 46). Esa propiedad de lo oculto no puede transmitirse
rasgo Jo distingue del enigma y su fijación en el relato policbl. por por ninguna pregunta, por ninguna revelación."
que en la pers pectiva que nos interesa e l secreto es menos un proble· Antes de avanzar por las implicaciones literarias de esta •presen·
ma de revelación de verdades que un problema de circulación de cía de una ausencia", tal vez convenga realizar un excurso e n Ja poli·
tica del secreto.
discursividades. Nos intereEa menos qué es lo que esconde un secreto
(que. en estas novelas, como se verá. es un problema de van11 resol u· '°Jacques Derrida (1989) ~ante6 k>s problemas que presenta a una fenomenologla
ción) sino más bien qué tipo de discurso se formula cada vez que se de la conciencia el concepto de ·secreto•.
1
' Ser.ala Noé Jitrik que el secreto ·es un 'no saber' que nos insta, en una prinerlsima
esconde un secreto. Instancia, desde lo poco que sabemos· (J~rik. 2007: 46).
Un secreto no es aquello que no se sabe (si mple ignorancia), s ino "Jacques Denida (2006) sellala la relación entre el secreto y lo sagrado a partir de su
indefinición y de la experiencia de impasibilidad que ambas nociones comportan, en la
•• Paofo Ft:tbbri sena la que es caraderfslica del secrelo •te. contintJa movilidad de la medida en que la ·secrecidad" del secreto resulta intransmisíbte en tanto que tal.
información secreta que cambia constantemente en función del lenguaje· (17),

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NUEVOS SECRETOS • 51
50 • EZEQUIEL DE ROSSO
como para la 01-garúwción táctica. el secreto de Asew no valia por sí
mismo, su revelación n nadie servía: la organización táctica perdería
G. 2. Exemplum sobre Ja tr11ició11 y In sospecha a l líder que la había llevado a sus más importantes victorias. la policía
secreta, a su más brillante delator. Parecería que el secreto de /\sew
Hans Magnus Enz.ensberger cuenta en PolitiCll y delito(1968) la lústo· (cualquier secreto) vale en la medida en que no es descubierto. vnle
rin de J ewgeij Filipowitisch Asew, lider de la "organización táctica tanto como el tiempo que se tarde en descubrirlo." /\sew, y su doble
socialrevoluciona1;a··. un comando nnarquista que operó en Rusio duran· identidad secreta. resultaban más valiosos cuanto más lograba dila·
te Jos últimos años del zmismo. /\scw, entre otros atentados, planeó golpes tarse la revelación. El valor de un secl-eto es directamente proporcio·
contra el mirústro de Interior del zar, contra el gobernador genero) de San na! a la dilación de su revelación.
Pet.ersbm-go, contra el gobernador general de Kiev, contra el Gran duque
Nicolai, contra el jefe de la i;ección política de la Ochrana (policía secreta
del zarismo) e inclusive contm el mismo zar. 6.3. El texto del secreto
Hacia l!l07, la orgarúzación táctica comienza a sufrir delaciones
que llevan a la sospecha genernlizada entre los terroristas. !rúructuo· Así pensado. el secreto no se nos presenta como un espacio al que
sos son los intentos de depurar la organización: se encuentra a los de· acceder, un espacio cuya apertura (caja fuerte, caja negra, cofre del teso·
!atores. pero los rumores continúan. Muchos conspiradores abando· ro) reordenaría el discurso que lo esconde. develando nuevos sentidos.
nan la lucha, otros son perseguidos y apresados. La organización tácfr Si se atiende a esta relación entre tiempo y secreto, podríamos pensar el
ca se desangra en la sospecha. Finalme nte, e n 1909, i\sew es llevado (y secreto como un dispositivo de producción. Como una circulación que
él mismo insiste e n que así se hnga) a juicio. La organización descubre difiriera el sentido. y que en ese diferimiento agotara su función."
que el traidor es /\sew, el lider del movimiento. Se trataría entonces de ver el secreto "entre": siempre en circula·
La anécrlota (que de t.~n borgeana hace de Borges w1 plagia1io) da C\ten~ ción, siempre en tránsito; no ubicar su origen o su fin, sino más bien
de la potencialidad del secreto:1\sew manejaba tanto los hilos de la repreSlon en el recorrido que media entre ambos. En la pe rspectiva de este
como los de Ja s ublevación: atacnba a su• propios superiores, al tiempo que trabajo, lo que liga a las novelas del corpus con el género policial
delataban sus rompañeros de la organiwción táctica. (pero tambié n lo que las aleja de él) es la construcción de un horizon·
Por s upuesto (tal la hipótesis central del texto de_ Enzen~berger) el te de sospecha que, como veremos, s uspende la certeza de una reve·
secreto es lo que da a /\scw un poder virtualmente 1hm1tado· colo~arse )ación, y puede por lo tanto pensarse productivamente a partir de la
más ali:\ de las redes de información de ambos bandos es, .en cierta lógica del secreto. del secreto.
medida, Jo que permite su efectividad como agente ~e la pohc1a se_crnta Hacer es to significa pensar el secreto más allá de la deve lación
y como lider de la organización táctica. Pero ademas este pequeno re· que conscientemente pueden \UlO o más personajes b uscar en la tra·
lato permite introducirnos en, al menos, otros dos aspectos del secreto. ma, pensarlo como un factor constitutivo de la estructura narrativa.
Por un lado, quien posee un secreto. para mantenerlo. debe reah- Nadie esconde nada; entonces, sencillamente. el secreto funciona y
zar operaciones constantes que le p_~rmitan mante~erse fuera de toda nada se esconde detrás de él. porque nadie hay detrás de él. Se trata
sospecha: tácticas d"e desinfor macton. Es d.'fíctl. sm embargo, dcter de pensar narraciones con "agujeros" que en su desplazamiento defi-
mina r cuál es Ja medida e n la que estas practicas deben ser Jlevadas nen las formas de la ficción (y por eso en estos relatos es vano pre·
a cabo: ¿dónde se traza el límite entre la prudencia Y el exceso? _El guntarsc si se trata de uno o varios secretos). Nada más alejado en·
juicio a l que Asew voluntariamente se somete es, tal vez. la me¡or tonces, de las narraciones con "clave".
prueba de que es culpable. 03 • •
~Paok> Fabbri plantea la necesidad de considerar el tiempo como varP.ab'e del an::'lili-
Por otra parte, el caso de Asew permite reflexionar sobre el modo sis discursivo del secreto.
e n que puede mensurarse el valor del secreto. Tanto para la Ochrana 56Este es el modo en que Henry Jame1i tramaba sus relatos ·a secre1 0· y el modo en
que Onetti "'nstruye Los adioses. A diferencia de aquellos relatos. en los textos que aqul
"Como senata Derrida (1989: 9): · ¿Se dispone alguna vez de aiterios suficientes trabajaremos, la lógica del secreto se ha ~xpandido y resutta dincil, si no Imposible, deter·
[... )que permitan concluir: se ha guardado et secreio, ho tenido lugar la d1s1mulac10n, se minar si los personajes están ante un secreto o ante una red de secretos.
ha evitado hablar?"

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NUEVOS SECRETOS • 53

52 • EZEQUIEL OE ROSSO
no puede dctene~se, que ningún enigma podrá jamás formular In pre-
Desde este punto de vista. la novela policial resulta el. relato más gunta correcta.~ ·
tranquilizador. puesto que el género siempre se ha planteado (de Poe
a Chandler) como un relato de enigma. No importa cuán paranoicos
seamos, o cuánto lo sean los pe1·sonajes: la novela policial nos asegu· 7. La conspiración
raque si hay clausura, hay verdad; que las preguntas claras siempre
obtienen una respuesta clara. 7.1. La vida socinl de la sospecha
No sucede lo mismo en las narraciones en las que aparecen secre-
tos como los que hemos definido: el relato presenta sutiles fracturas, El caso d~ Asew nos permite est udiar otro aspecto del secreto,
simetrías inverosímiles y contactos improbables. No se trata de bus- quees tamb1en una forma de socialidnd."' Quien cuenta un secreto
car una verdad que algún personaje pudiera esconder (como sucede compromete a su interlocutor, lo obliga a callar. Es. entonces. un
en la novela policial). sino de la sugerencia de que en otro nivel los mandato fundado en la lealt:id. Cualquier falta al mandato equivale
acontecimientos nanados pueden tener otro sentido cuya ma nifesta· a una falta de lealtad: una traición.
ción en éste que percibimos es imperfecta (de ahí que las "coinciden· _Desde es~ punto de vista. las sociedades secretas son el espacio
cias" de Los detectives salvajes puedan pensarse como parte de una mas contrachctono para fundar cualquier tipo de relación: todos aque-
conspirnción, a l igual que los tescimonios de f.mphit1:1•on); de ahí taro· llos que la conforman son potenciales traidores, todos los conjurados
bién que las investigaciones que llevan a cabo los protagonistas reve- son delatores enmascarados; la sospecha se transforma en el patrón
len que la verdad es inconmesurable con resp~cto al enigma (como en de los comportamientos."
El disparo de argón o en Nunca segw1das muertes) o, en el límite, Pero tambi~n poderr:os hablar de sospecha al referirnos a las formas
que toda verdad esconde un secreto, el de su fabricación, que la sus- ~n lns ~ue..nctua.cl secreto cuando se conoce s u existencia, pero no su
t rae a la posibilidad del enigma policial (en Las Islas o en Sueños .conterudo . Segun Freud, la paranoia es un delirio persecuto,; 0 cohe-
digit<!lc~). Construidas sobre este régimen de sospecha (que también ~en~ (p~'Odt1cto de una sospecha generalizada) que permite la reconsti-
remite a las tematiwciones del policial). las ficciones que estudiaremos . uc1on .~ a vida social y afectiva del enfermo siempre·que en \a
no pueden distinguir en su construcción un secreto de una red de secre- mteracc10n no se ataque su núcleo delirante. Es decir que en la ara-
tos (o. lo que es lo mismo, de un secreto en movimiento), porque lo que no1a, las redes a través de las cuales el individuo funda su percepci~n de
vacila es la posibilidad de constrnir un sentido unívoco. claro y distinto
de la experiencia.'" Registrar estos desan cglos llevaría a reconsidernr SJEn este
entender Ultimo
que la caso como es e~1·dente. ya no estamos hablando de secretos, sino de
ilusión~
todas las conexiones que realizamos dw·ante la lectu1·a. La lectw·a se trata de que el mundo se :~trsta de ~ --:erdad ha fracasado. En este sentido, no se
volvería persecutoria: el lector que comienw a sospechar de todo lo que cia" de la novela policial :a'tracaS.:d:cr~tos ~rno más bien de que el tdeal de -transparen.
trunfo de ta "lóg. • Y e mu o se ha vuelto opaco. Por eso hablamos del
se cuenta. porque todo parece esta1· impregnado de secretos. ·
~~~:."';:1~~~=~~~le:~:~'º
M?3 ~ seaeto . antes que de secretos propiamente dichos N.
El secreto entonces horada el texto que leemos y no se transmuta
en revelación. Sería posible buscarla. y sin embargo, parece imposible
: 1::'!",,'
la """".,........ 1a1· .
que~~:~:
si tal vez pueda decirse
a re ,JJVl 1 una relevanaa que los destaca dentro de
alcanzarla puesto que se trata en general de un secreto móvil, proba- ..,;;..,.,,..,...,.., lf'loamencana contempo~nea.
Fa~" :~r:.ª~ ~I secre!o result~ cons~itutivo de cualquier forma de vida social. Paolo
blemente de una red descentrnda de secretos que podría proliferar en ik, P ie Po, sostiene la h1p6tes1s de que k>s secretos son parte constitutiv d
::cii,~:~~~:~~~:c~;;;~~;~~~i~~· l;d~i~~~ff~~~= ~n~~~:~~·:: ~~!C:~:."1i•~=
una escalada en la que todo el texto. todos sus sentidos. se hallaran
comprometidos. Podría. por último. ser la lógica íntima de la verdad, la
revelación de que toda verdad esconde otra cosa. y de que la sospecha et
0 m erperson~I. Georg Simmel, por Ultimo, seflala que secreto •es una de las
;r!~~~~e~ %~u1stas de la humanidad· p~r~ue "el secreto significa una enorme am·
podrlan producirs~·7s:'~:i~ 3c;'i:;'.pleta publicidad muchas man~eslaciones de ésta no
~ e"sto distancia estos textos de sus posíbk!s precursores latinoamertcanos: Onetti
•-- "dEnzens~eger, ha visto. en proposiciones similares a éstas que presentamos la
(Los adioses), Garcla Mérquez (Crónica de una mue-te anunciada), Cortézar ("ómni-
bus1. En estos textos, aun cuando no se revelara el objeto ocutto por el secreto, et ~e 11
e unaonamiento de todo Estado. '
secreto aparecla localizado.

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54 • EZEQUIEL DE ROSSO NUEVOS SECRETOS • 55
lo real están sosten idas por la sospecha. La sospecha, entonces, no Así. un r asgo asociado a la conspiración es la necesidad de simular.
impide la socialidad. antes bien, en la medida en que permite la cona· de engañar al adversario. La protección del secreto, que es caracteris·
trucción de redes, la sospecha puede pensarse como un espac10 pro· tica de todas las sociedades secretas. toma en las conspiraciones un
ductor de discursos, de un tipo especifico de discursividad.'° carácter dramático en lo. medida en que la divulgación del secreto hace
peligrar no sólo la pertenencia al grupo sino inclusive la propia vida.
La literatura ha sido pródiga en conspiraciones Oa lista sería muy
7.2. Relatos conspirativos extensa. pero, para nombrar sólo algunos ejemplos. incluiría: Julio
César. Los demonios, Los siete locos. La sombra del caudillo. Lajuw
Alrededor del secreto se teje, pues. una socialidad específica, la de gla de asfalto). Sin embargo. el policial hace de la conspiración un
la sociedad secreta. Quienes protegen un secreto se colocan por fuera rasgo del género que. de hecho. modela g1·an parte de las narraciones
de las normas de un grupo mayor al qt1e parecieran pertenecer. En modernas sobre conspiraciones. A diferencia de los relatos antes cita·
virtud del secreto, entonces, se produce un apart.amiento que delibe· dos, el policial piensa la conspiración (cuando existe) desde afuera.
rada mente separa a los individuos del resto de la vida social. En pri- Es decir. no se cuenta cómo se constituye un grupo conspirativo. sino
mera instancia. entonces, la sociedad secreta supone un orden alte1· que se cuent.an los efectos de la operación del grupo sobre el mundo.
61
nativo y de ahí proviene uno se sus mayores atractivos. . Como señala Jerry Palmer. la tarea del investigador es deshacer esa
Dentro del universo de las sociedades secretas se ubica la cons· conspiración y volver el mundo al orden. En el policial "canónico". la
piración. una de las formas de socialidad privilegiada p~r los re!~· acción conspirativa abre el relato; mientras que su eliminación lo clau-
tos con los que trabajamos aquí. Una conspiración es un tipo espec.- sura: los criminales que operan en las sombras del mundo son elimi·
fico tle sociedad secreta: un grupo humano que, nucleado alrededor nados (o, al menos. severamente dañados) por la verdad que el detec·
de un secreto, intenta constituir una imagen de sí y de otros grupos tive descubre y pone en discurso en In segunda historia.
regulada por él mismo. La conspiración se distin~~·e de otros t_1pos
de sociedad secreta por establecerse en una situac1on de disparidad
de poder con respecto al grupo al que se oponen acllvai~ente sus 7.3. Estado y conspiración
miembros. Los que cons piran están siempre contra algun tipo de
orden estatuido y contra ese orden trabajan.•• El género policial viene a sutttrar imaginariamente un conílicto que
resulta constitutivo de los estados modernos. En efecto. el Estado
'°Boris Groyz sugiere que el estado de sospecha es cons.titutNo ~e las ~~ad~s emerge en una doble articulación. Por una parte. el Estado es pensado
contemporáneas y que. por lo tanto. funciona co~o un maná: 1~edudible a .nmgun obíe- como representativo: el Estado represent.a a los individuos (y entonces
to porque de hecho no está en el objeto mismo, sino en la rela.aón entri:, ob1eto y s~jeto. el gobernante no es elegido por Dios ni por estamentos corporativos)
' ''Georg Simmel seflala el atractivo princlpal de estas asoc1a~iones: el aparta~mento
GUe caracteriza a la sociedad secreta tiene siem~r~ un ton~ de hbert.ad, supcne siemP!e
en virtud de sus derechos políticos. Sin embargo. por otra parte. la
un terreno donde no se aplican las normas del publico ambiente. La ~sen~a de la soae- constitución del Estado moderno requiere de una serie de dispositivos
dad secreta. como tal e~ la autonomra'" (Simmel: 378). Ese apartamiento, ~ue es volun· que representen efectivamente a los individuos (dado que en los esta·
tarta da el carácter artificial de toda soctedad secreta: las contraseflas, k>s ritos de pa~a­ dos modernos la territorialidad excede la de la polis. los individuos no
je. eÍc. son prácticas que. segün Simmel, ~el\alan el carácter de fabricación de la sao.e- podrían elegir a sus gobernantes sin mecanismos mediadores). El dis·
dad secreta (y también su condición creativa}. . positivo más usual de esta representación son los partidos políticos
c>esta definición está modelada sobre la que propone Paolo Fabbn para el con~pto
de ·equipo'". Aparentemente, Fabbri la toma a su vez de Erving Goff'!1an. El solapam1e~~ (pero también los sindicatos y las asociaciones civiles). Norberto Bobbio
entre sociedad secreta y conspiración es frecuente porque, 7°.mo S1mmel ya habla no_ señala que en el juego democrático (que es el modelo predominan ·
do cualquier sociedad secreta. conspirativa o no, es perc1b1da por el poder estat~1do te en los estados contemporáneos) el principio de simple mayoría
~o una amenaza. en la medtda en que sólo por et hecho de s~r secreta, despierta es reemplazndo por el de In negociación. Según Bobbio. la lógica
sospechas. y porque las ·unidades independientes hacen. por decirlo asl, la ccmpeter>-
cia al principio central, que quiere reservarse para si sólo la facuhad de reunir en su
de In negociación permite que todos los bandos implicados en unn
unidad a los elementos· (Simmel: 378).
decisión política salgan ganando algo (a diferencia de lo que suce·

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56 • EZEQUIEL DE ROSSO NUEVOS SECRETOS • 57

d e en la lógica de la mayoría) y esto ayuda a la estabilidad del sistema. medio de la razón. Aun cuando se tratara de denunciar la corrupción
El arg umento puede, sin embargo. invertirse, y puede plantearse del Estado, la existencia ele la verdad, su inteligibilidad ci,~l. garan·
en tonces que en la lógica del a cuerdo, propia del Estado moderno, t izaba (gar antiza en el caso del neopoliciall la legitimidad de las le·
todos salen perdiendo algo. Así, en la medida en que los estados con· yes (aunque no la de quienes la ejercenl.
temporáneos son, a Ja vez, estados en los que se invoca al individuo El cambio cualitativo que presentan novelas como Las Islas o El
como sujeto político y estados regulados por la lógica de la negocia· disparo de argón con respecto a esta tradición es que esta segunda
ci6n de partidos. se produce un desajuste cuyo erecto es la sospecha. histor ia (que lograría detener la conspiración que amenaza el orden)
La sospecha se inscr ibe en la lógica política toda vez que los ciudada· nunca termina de configurarse. y entonces resulta imposible saber si
nos perciben que los intereses políticos por los que eligieron a sus se ha detenido o inclusive si puede distinguirse del funcionamiento
representantes han sido t ra icionados por éstos. A la vez, es inevitable del Estado mismo.
q ue así suceda porque si se trata de una negociación, necesariamente Este rasgo, como se ver á, distingue la articulación políticn de es·
todos ganan algo y todos pierden algo. tos textos de otras versiones del género policial porque exploran el
Aun siendo la lógica del juego político moderno un espacio punto en que la razón de estado se ha tornado opaca. Esa opacidad no
cons,itutivamente sospechoso, el énfasis en la sospceha con respecto al per mite ninguna revelación ni denuncia y transforma la matriz del
orden político ha variado con las épocas. Lo esc~na contemporánea pa· policial en un relato sobre la inq uietud.
rece haber multiplicado los motivos para la sospecha. Como seiiala Pier
Paolo Portinaro, cada vez más la lógica de soberanía del Estado aparece
avasallada por el crecimiento de acuerdos bilaterales con grandes orga· Coda: un ejemplo ext emporáneo
nizaciones de capital (la privatización de los servicios de diferentes esta·
dos latinoamericanos a manos de grupos transnacionales). por la "ocu· Ya lo señalamos: lo que el relato del in vestigador trae a la lógica
pación partidaria del Estado" (como ejemplifica el caso del P RI en Méfr de funcionamiento del Estado es un complemento de la legitimidad
co) y por el crecimiento del poder de organismos independientes de la de su sistema jurídico. Esa legitimidad está en la base de las rcflexio·
lógica de partido (como las organizaciones de derechos humanos y civi· nes sobre el Estado.
les o los dictámenes de Cortes internacionales)."' En este escenario, el Bobbio recuerda el fragmento en el que San Agustín se pregunta:
poder del Estado (y del sistema representativo) como organizador de la "¿S_in la just icia qué sería n los e>tados sin o bandas de ladrones?, ¿y
vida social aparece cada vez más como objeto de sospecha.•• · que son las bandas de ladrones sino pequeños reinos?"' (Bobbio: 118).
E l relato policia l garantizaba, en su detección de la verdad y del Distingiúr iliteralmente) a las bandas de ladrones de Ja fuerza del Es·
cr iminal. que la sospecha sobre los mecanismos de legitimidad del tado siempre fue la labor del investigador Gnclusive si éstas operaban
Estado tuera imaginariamente apaciguada, porque proponía q•ie el dentro del Estado). que en tonces ordenaba con su palabra la vida social."
t ejido social era legible para un ind ividuo de la sociedad civil por Las novelas que trabajaremos cuestionan la posibilidad de leer incli·
cios ineqtúvocos y, en el limite, de prestar la palabra lit era tia a un orden
"Puede sumase también ta aparición de k> que se conoce como ·estados mullinaciona· incierto. Cuestionan, en fin, la posibilidad de que, en el fin de siglo latino·
les', que reconooen el derecho ooledívo de naciones indlgenas como otro elemento que coo- americano. pueda distinguirse el Estado de una banda de ladrones.
tli>uye a debitar la Idea de Estado moderno. asoOado deode sus inicios a la Identidad nacional
(ver capltulO 4). Femando Vizcalno ha senalado cómo la leg~imaci6n estatal de comunidades
étnicas se relaciona estrer.hamente con otros cambio!J aqul resel\ado....
.. Este moWn ento c:entrlpeto hacia organCzaciones fuera del Eslado convive con un
movimiento centrilugo hacia su interior. Femando Calderón se/lata que en las sociedade<
latinoamerk:anas en k>s últimos veinte anos ·tos conRictos sociales y su intensidad aumenta·
ron, pero también se fragmentaron (...). Son conflictos que revelan la• dificultades de tas
instituciones y del Estado para lograr integración, reconocimiento y pr09teso social De algu-
na manera, se eslan gestando sociedades policéntric"l;..que no tienen un iiníco referente de "La posibilidad de esa distinción llega hasta el Estado moderno. Bobbio regislra su
orientación, sino varios, intensos y limitados" (Calderón: 61). rerormulación en Rousseau y en Hobbes.

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