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Las representaciones sociales son modalidades específicas de

conocimiento del sentido común que se construyen en los intercambios de la

vida cotidiana. Se trata de fenómenos producidos en forma colectiva y que

ocurren en la intersección entre lo psicológico y lo social. Con la finalidad de

ordenar información dispersa en numerosas publicaciones, este artículo revisa

trabajos clásicos y recientes para dar cuenta del contexto cultural e histórico
en

que emerge el concepto de representación social; de las características de una

representación, así como de su funcionamiento esencialmente dinámico e

innovador

El estudio de las representaciones sociales involucra el estudio de la sociedad


en todas sus expresiones dinámicas. Se enfoca en la naturaleza del
pensamiento y en las formas como las personas cambian la sociedad, y en este
intercambio constante entre los mecanismos subjetivos y el mundo social se
logra la comunicación intersubjetiva.

Las representaciones sociales se enfocan en el conocimiento social, y


por eso los procesos de memoria, percepción, obtención de información
y de disonancia trabajan juntos para proporcionar el conocimiento real
dentro de un contexto social. Sin embargo, este proceso va más allá de
estos límites y comprende valores, historias, mitos, convenciones y
símbolos, que se adquieren a través de la experiencia directa,
principalmente de las relaciones con el grupo de amigos y amigas, los
padres y madres, la escuela, las organizaciones, los grupos religiosos,
las iglesias, los medios de comunicación y, según encontré en mis
estudios recientes, la calle (Vergara, Velez, Vidarte & otros, 2007)
(Vergara, 2006).

En el conocimiento que compartimos existe un elemento potente que es


la confianza (Moscovici, 2001, p.8), que se halla en el origen y en el
límite del conocimiento social y permite apropiarse de la información
científica como parte del saber cultural.

2.1. Formación de las representaciones sociales


Las representaciones sociales se presentan bajo formas variadas, más o
menos complejas; nos permiten interpretar lo que nos sucede, y aún
dar sentido a lo inesperado. Son categorías que sirven para clasificar las
circunstancias, los fenómenos y las personas con quienes tenemos algo
que ver. Son teorías que permiten diseñar la actuación cotidiana. Y a
menudo, cuando se les comprende dentro de la realidad concreta de la
vida social, las representaciones sociales son todo esto junto (Moscovici,
1986, p. 472).

Las fuentes de este conocimiento son nuestras experiencias, y también


las informaciones, los conocimientos y los modelos de pensamiento que
recibimos y transmitimos a través de la tradición, la educación y, de una
manera abrumadora en nuestro mundo globalizado, la comunicación
social y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación -tic-.
De este modo, este conocimiento es en muchos aspectos socialmente
elaborado y compartido.

Con sus múltiples aspectos, este tipo de conocimiento intenta dominar


nuestro entorno, comprender y explicar los hechos e ideas que pueblan
nuestro universo o que surgen en él, actuar con otras personas o sobre
ellas, situarnos respecto a ellas, responder a las preguntas que nos
plantea el mundo, saber lo que significan los descubrimientos de la
ciencia y el devenir histórico para nuestras vidas.

En otros términos, Berger y Luckman (1991) señalan cómo se trata de


un conocimiento práctico que da sentido, dentro de un incesante
movimiento social, a acontecimientos que terminan por sernos
habituales. Este conocimiento forja las evidencias de nuestra realidad
consensual; participa en la construcción social de nuestra realidad, para
emplear una expresión de quienes lo han elevado a la dignidad de
objeto de una nueva sociología del conocimiento.

Las representaciones sociales albergan un gran volumen de


informaciones, imágenes, opiniones, actitudes, ritos, técnicas,
costumbres, modas, sentimientos, creencias, miedos, entre tantas y tan
diversas cosas que nos permiten vivir. Este contenido se relaciona con
un objeto, un trabajo, un acontecimiento económico o un personaje
social. Puede ser también la representación social de un sujeto
(individuo, familia, grupo, clase, etc.), en relación con otro sujeto. En
esta forma, la representación es tributaria de la posición que ocupan los
sujetos en la sociedad, la economía y la cultura.

Las características fundamentales de las representaciones sociales se


pueden citar de manera esquemática, afirmando que siempre son la
representación de un objeto o de una persona; tienen un carácter de
imagen y la propiedad de intercambiar lo sensible y la idea, la
percepción y el concepto; tienen un carácter simbólico y significante, un
carácter constructivo y, finalmente, un carácter autónomo y creativo.

2.3. Organización de la representación social

Toda representación social se establece alrededor de un nodo central y


de un sistema periférico.

El nodo central es el sistema que da significado a la representación


social y está constituido por aquellos elementos que son importantes no
sólo cuantitativamente, sino cualitativamente. Está ligado a los eventos
históricos, sociológicos e ideológicos del grupo; se caracteriza por su
estabilidad, rigidez y continuidad, lo que permite la permanencia de la
representación.

El sistema periférico se caracteriza porque está determinado por la


historia individual de las personas, por sus experiencias particulares.
Esto hace que los elementos sean más influidos por el contexto social
inmediato en el que los sujetos se desenvuelven y han de expresarse, y
actúan en relación con el objeto de la representación. Por esto, los
elementos del sistema periférico son más dúctiles e inestables, más
vulnerables a las presiones de elementos extraños a la representación.

Clasificación de las representaciones sociales

Según Moscovici (1985), existen tres tipos de representaciones sociales en lo fundamental:


emancipadas, polémicas y hegemónicas.

Las representaciones emancipadas no tienen el alcance macro de las hegemónicas.


Son propias de grupos que surgen con nuevas visiones y criterios del mundo, trayendo
consigo la semilla de un posible cambio. En esencia, éstas son muy flexibles y
dinámicas. Con el tiempo, a veces evolucionan hasta convertirse en representaciones
hegemónicas de forma lenta y pacífica.

En la mayoría de los casos, sin embargo, las representaciones emancipadas se


transforman en representaciones polémicas, las cuales se configuran en torno a hechos
u objetos de relevancia que constituyen el centro de conflictos intergrupales.

En parte, las representaciones polémicas son el resultado del antagonismo manifiesto


entre grupos específicos. Como consecuencia del enfrentamiento entre distintas
representaciones polémicas, en un momento dado puede producirse un salto histórico.
Las representaciones hegemónicas se distinguen por su elevado nivel de consenso,
gracias a lo cual juegan un papel muy destacado en las prácticas sociales de los
sujetos.

A causa de sus altos niveles de homogeneidad y estabilidad, esta clase de


representación, de prolongada sedimentación, es propia de los fenómenos de identidad
y actúa como un mapa que guía, casi de modo inconsciente, el comportamiento de
comunidades, etnias y naciones enteras. Su naturaleza un tanto determinista la acerca
a la representación colectiva de Durkheim.

Estos tres tipos de representaciones se relacionan directamente con los procesos de


lectura e interpretación definidos por Stuart Hall (1993). En la lectura negociada, el
receptor pacta con el emisor valores y significados del mensaje, en una dinámica de
convergencia. La lectura oposicional implica un rechazo frontal y consciente del
receptor en relación con el mensaje, mientras que la lectura preferente responde a una
aceptación hegemónica del mismo.

Una representación se confirma siempre en relación con otras representaciones, en


especial, con aquellas que sobre el grupo y su propia postura tienen los demás. Cada
representación, en tanto sistema complejo, no permanece aislada del resto de las
representaciones a su alrededor, así como los grupos de personas no permanecen
químicamente puros en la realidad. A veces, las representaciones no se articulan en
torno a un objeto unívoco. En ese sentido, Flament (en Abric, 2001) ha definido dos
grandes tipos de representaciones: las autónomas y las no autónomas.

Las representaciones autónomas se organizan en torno a un objeto nada más, aunque


pueden guardar vínculos estrechos con otras representaciones próximas.

Las representaciones no autónomas, en cambio, son más globales e integran un objeto


con otros distintos, concatenados o no, a pesar de que las imágenes aparecen
dispuestas dentro de un mismo núcleo central, siguiendo la denominación de la
Escuela de Aix-en-Provence.

Teoría

La teoría de las Representaciones Sociales es una valiosa herramienta dentro y fuera del ámbito de
la sicología social porque ofrece un marco explicativo acerca de los comportamientos de las
personas estudiadas que no se circunscribe a las circunstancias particulares de la interacción, sino
que trasciende al marco cultural y a las estructuras sociales más amplias como, por ejemplo, las
estructuras de poder y de subordinación.

La teoría de las R S constituye tan solo una manera particular de enfocar la construcción social de
la realidad. La ventaja de este enfoque, sin embargo, es que toma en consideración y conjuga por
igual las dimensiones cognitivas y las dimensiones sociales de la construcción de la realidad. Ello
hace que su óptica de análisis; la elección de aspectos relevantes a investigar y la interpretación de
los resultados difiera en gran medida de la cognición social2

La teoría de las R S también enfatiza la importancia de los significados; el papel de los aspectos
simbólicos y de la actividad interpretativa de las personas, sin embargo, no admite que la
construcción de la realidad pueda resumirse a su interpretación. Desde la teoría de las R S, la
realidad social impone a su vez las condiciones de su interpretación por los sujetos, sin que ello
implique un determinismo estricto. Esto significa que las matrices socioestructurales y los
entramados materiales en los que están inmersas las personas definen su lectura de la realidad
social, sus claves interpretativas y reinyectan en su visión de la realidad una serie de
condicionantes que reflejan sus inserciones en la trama socioeconómica y en el tejido relacional.

El concepto y la teoría de las representaciones sociales se refieren

a formas o modalidades de conocimiento social mediante las cuales las

personas interpretamos y pensamos nuestra realidad cotidiana.

el concepto de representación social descubre un nuevo ámbito de acción para la ciencia social
contemporánea. Abre, en efecto, la posibilidad conceptual de descubrir en el seno de las culturas
actuales las visiones del mundo de la mujer y el hombre común, que si bien pueden ser no-
científicas, son, en cualquier caso, formaciones cognoscitivas legítimas que tienen una función
precisa en la orientación de los comportamientos y de la comunicación entre los individuos y los
grupos.

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