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TODAS LAS ESCRITORAS ESCRIBIMOS CON NUESTRAS ENTRAÑAS: LA

ARDUA LABOR FEMENINA EN LA LITERATURA


CINDY CASTILLO

Por mucho tiempo, a lo largo de la historia de la humanidad, se ha encasillado a la mujer

en roles y cánones específicos, delimitados principalmente por el género masculino, que

las han limitado en casi todos los sentidos y las ha sentenciado a no tener el mismo

reconocimiento que el sexo opuesto en muchas áreas y la literatura no es la excepción.

Al considerar lo anterior, no es difícil comprender por qué a las escritoras les ha

tomado tanto tiempo abrirse camino en el terreno literario, de modo que su obra sea

reconocida por su valor en sí misma y que no disminuya su mérito por el hecho de ser

escrito por una mujer. Parece entonces que para que las escritoras se hagan de un lugar

en la literatura tienen que nada contra corriente, puesto que los obstáculos aún son muchos.

En «El libro pequeñito», escrito por Sofía Rhei, se relata cómo Celia, una niña de

nueve años, se convierte en una muñeca. Durante esta transición de niña a muñeca, Celia

conoce a Elizabeth, la muñeca escritora de la vitrina, quien, por causa de Celia, pierde su

empleo como escritora. Elizabeth menciona entonces lo mucho que le ha costado

conseguir el puesto que tiene: «Mira lo que has hecho. Ahora tendré que rellenar

muchísimo papeleo para volver a la vitrina». 1

Elizabeth es una muñeca escritora consciente del valor de su trabajo y no sería

difícil deducir que es una muñeca reconocida y que ha conseguido su puesto con esfuerzo,

es por ello que está segura que no la despedirán: «Soy muy buena en mi trabajo. Hago

una letra muy prieta, no me salgo nunca de las líneas y jamás hago faltas de ortografía.

No sé dónde van a encontrar a una mejor». 2

1
Teresa López-Pellisa y Richard Ruíz Garzón (eds.), Insólitas. Narradoras de lo fantástico en
Latinoamérica y España, Páginas de Espuma, Madrid, 2019, p. 305.
2
Ibid., p. 308.
No parecería arriesgado afirmar que la situación que se describe en Elizabeth no

es un caso aislado, puesto que es bien sabido que la obra de escritoras tiene «un lugar

desfavorecido que la tradición le asignaba a lo femenino en las escalas de representación

culturales dictadas por el canon masculino-dominante». 3 Es claro ver que aun cuando en

«El libro pequeñito» no hay personajes masculinos, las dificultades a las que se enfrentan

las muñecas escritoras prevalecen.

Lo anterior puede explicarse porque aun con la ausencia de figuras masculinas en

el cuento, la visión de la mujer como el sexo débil o secundario al sexo principal, esto es

al masculino, se mantuvo como dominante por lo que, incluso ahora, la existencia

femenina sigue basada en la relación con el sexo masculino en el imaginario colectivo. 4

Otra muestra del predominio del pensamiento masculino sobre la precepción que

las mujeres tienen de sí y cómo se tratan entre ellas mismas, se puede apreciar cuando

Celia expresa su deseo de convertirse en escritora y Elizabeth se opone de inmediato «No

vas a escribir nada porque no llegarás a ser escritora», 5 es posible percibir la hostilidad

en el trato de Elizabeth hacia Celia e incluso cuando Elizabeth se percata de que Celia de

verdad será una escritora no cambia su trato hacia ella.

Aunado a esto, también es fácil percatarse de la actitud de Elizabeth hacia las

muñecas que no son escritoras, pues se refiere a ellas de una forma despectiva «Las

muñecas que consiguen demostrar sus méritos, como yo, nos convertimos en

profesionales. Solo las que no sirven para otra cosa acaban siendo vendidas, como la

aprovechada esa que te ha traicionado». 6

3
Nelly Richard, «La crítica feminista como modelo de crítica actual», Debate Feminista, 40,
(2009), núm. 2, p. 81.
4
Sigrid Weigel, “La mirada bizca: sobre la historia de la escritura de las mujeres”, en Gisela Ecker
(eds.) Estetica feminista, Icaria, España, 1986, p. 75.
5
T. López-Pellisa y R. Ruíz (eds.), op. cit., p. 307.
6
Ibid., p. 306.
Considero que esto se debe a que se han impuesto estereotipos sobre lo que es o

debe ser una mujer exitosa, no quiero decir con esto que aspirar a ser una profesionista

esté mal, sino que, parece ser que es la única forma en una mujer puede hacer valer sus

méritos: «Hemos sido obligadas, nuestros cuerpos y en nuestras mentes a corresponder

rasgo por rasgo a la idea de naturaleza que se nos ha establecido», 7 una naturaleza

establecida por la estructura dominante del varón sobre la mujer.

No resultaría osado decir que, la figura femenina detrás de las muñecas escritoras

en «El libro pequeñito» puede ser interpretado como una máscara que usan las escritoras

para publicar sus obras: «En los iglos XVIII y XIX, muchos textos publicados escritos

por mujeres aparecieron anónimamente o bajo un pseudónimo (generalmente masculino).

Esa vía de publicación representa la posibilidad formal de superar la contradicción entre

la autoprotección y la auto-expresión». 8

Una de las razones por que se tomaran pseudónimos masculinos, puede ser porque

de esa forma las obras de las escritoras no serían desestimadas al ser escritas por mujeres,

y así conseguir que se valore al igual que las obras publicadas por varones; no obstante

no representa una solución real puesto que «como la función del velo frente a los ojos de

la mujer, que ciertamente la protege pero también obstaculiza su visión», 9 es decir, que

no soluciona el problema porque las obras se atribuían a hombres.

Ahora bien, lo anterior no debe ser tomado con una postura radical en la que «sólo

una mujer puede hablar de mujeres y, por tanto escribir sobre ellas», 10 ya que no es el

objetivo de este análisis del cuento. Es claro que hay diferencias marcadas entre la

escritura de hombres y mujeres «gracias a que escriben diferente que los hombres, han

7
N. Richard, op. cit., p. 77.
8
S. Weigel, op. cit., p. 80.
9
Loc. cit.
10
David Viñas Piquer, Historia de la crítica literaria, Ariel, Barcelona, 2002, p. 554.
desarrollado una manera de hablar que refleja sus deseos y experiencias»; 11 sin embargo,

no por ello hay que demeritar las obras escritas por los hombres.

Es evidente que la labor de las mujeres por obtener el mismo grado de valoración

que los hombres todavía es un camino espinoso, mas no por ello es un trabajo que no se

disfrute, tal y como lo describe Celia: «Vio el futuro. Se vio a sí misma eufórica, tan feliz

como nunca había imaginado estarlo. Tenía entre las manos un libro pequeñito, empapado

en sangre y en desagradables fluidos, aun cubierto de venas rotas y repugnantes gelatinas,

llorando angustiado con todas sus letras por haber nacido en un mundo tan horrible». 12

Todavía hay un gran camino por recorrer para alcanzar una igualdad entre las

obras literarias, ya sean escritas por mujeres o por hombres13. Las escritoras tienen mucho

que aportar y es fundamental comenzar a reconocer su importancia dentro de la literatura:

Un texto descubierto en algún archivo polvoso no será bueno e interesante sólo porque lo
escribió una mujer. Es bueno e interesante porque nos permite llegar a nuevas
conclusiones sobre la tradición literaria de las mujeres; saber más sobre cómo las mujeres
se enfrentan, en una forma literaria, a su situación actual, las expectativas vinculadas a su
rol como mujeres, sus temores, deseos y fantasías, y las estrategias que adoptan para
expresarse públicamente a pesar de su confinamiento en lo personal y lo privado. 14

Analizar «El libro pequeñito» bajo una visión de crítica femenista permite una

interpretación en la que, los obstáculos que tendrá que pasar Celia para lograr ser una

escritora feliz y plena, tal y como los pasó Elizabeth y tal vez otras muñecas antes y

después de ellas, pueden deberse primordialmente al hecho que son mujeres.

Cabe resaltar que el análisis de «El libro pequeñito» planteado aquí puede

extenderse aún más, puesto que es un cuento del que no hay mucha información quedan

todavía otros aspectos por analizar como comprender la construcción de los personajes,

11
S. Weigel, op. cit., p. 76.
12
T. López-Pellisa y R. Ruíz (eds.), op. cit., p. 310.
13
Cecilia Olivares, «Una visión de la crítica literaria feminista», Debate Feminista, 10, (1994), núm. 2, p.
311.
14
S. Weigel, op. cit., p. 71.
que son todos mujeres, y contrastarla con las caracterizaciones y voces femeninas en

obras escritas por hombres, para ver así la riqueza que hay en la perspectiva femenina.
BIBLIOGRAFÍA
FORMATO DE EVALUACIÓN DEL ENSAYO FINAL

Materia: Redacción II
Titular: Dra. Gabriela Nájera
Nombre del alumno: Cindy Johanna Castillo López
Fecha de entrega: 20 de mayo de 2022

PORCENTAJE CRITERIOS POSITIVOS PORCENTAJE CRITERIOS


NEGATIVOS
ESTRUCTURA DEL ORTOGRAFÍA. Si el
ENSAYO. Son identificables los ensayo contiene faltas
antecedentes, el planteamiento de ortografía, se
del problema y la hipótesis. Hay restarán 10 puntos.
una argumentación clara que
sustenta dicha hipótesis. Se llega
a unas conclusiones coherentes
(10 puntos).
ANÁLISIS. El alumno FORMATO. Si el
desarrolla un análisis que no se documento no cumple
limita al resumen de la(s) obra(s) con el formato
o a sus emociones respecto de requerido, se restarán
ella(s) (10 puntos). 10 puntos.
MANEJO DE FUENTES CITACIÓN. Si el
BIBLIOGRÁFICAS. El aparato crítico y la
alumno utiliza por lo menos dos bibliografía no se
libros, dos artículos de revista y apegan al sistema de
un artículo de libro como fuentes citación tradicional, se
bibliográficas. Estos pueden ser restarán 5 puntos.
textos teóricos, críticos o
historiográficos (5 puntos).
VOCABULARIO. El alumno TRABAJO EN
incorpora a su discurso el EQUIPO. Si no se
vocabulario revisado en clase (5 llevó a cabo una
puntos). corrección por parte del
equipo asignado, se
restarán 5 puntos.
OBSERVACIONES/ RECOMENDACIONES:

CALIFICACIÓN DEL ENSAYO: /30


NOTA: en caso de detectar plagio, el trabajo será anulado.

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