SAFAE ABIED TAFANY

GROUPE 370

LA VERDADERA VIDA DE ANTONIN ARTAUD

Ha llegado el momento de abandonar ciertas imágenes adjuntas al nombre de

Antonin Artaud. No para reintroducir este nombre en la historia de la literatura del
siglo XX, sino para liberar el auténtico poder de subversión de su obra del mito al
que dio lugar. Un día, además, habrá que contar la historia de esta mitificación, con
sus actores sinceros, sus ingenuos y sus aprovechados. Uno de los efectos de esta
fascinación fue percibir la locura de Ar- taud no sólo como alienación y sufrimiento
sino como puro poder creativo y anarquía. La extraordinaria singularidad de Artaud
se diluyó así en favor de una generalidad sin contornos, salvo los de los grupos que
se le acercaron: los antipsiquiátricos, los rebeldes de mayo del 68 o los poetas de la
"generación beat"... En 1959, André Breton ya lanzó, con un grandilocuente, este
sospechoso: "La juventud reconocerá para siempre este estandarte quemado como
propio. "¿Hay necesidad de blandir la molesta figura de Artaud para hacerle
justicia?

Es hora de evaluar conscientemente este trastorno, fuera del fanatismo impreciso

que imita la propia actitud del poeta sin provecho. En pocos años, con un
deslumbramiento sin ejemplo, Artaud planteó como una necesidad absoluta la
adecuación de su ser, o del ser en general, y de su literatura, como también lo hizo, a
otro nivel, para el cine, el dibujo y sobre todo el teatro. El primer acto fue su
correspondencia con Jac- ques Rivière (director de la NRF), publicada en 1924.
Confesión de impotencia, como pocos escritores han aceptado hacer, y testimonio
de una “lucidez absolutamente anormal”, estas cartas de una “asombrosa
inteligencia” no solo marcan un hito en la bibliografía del escritor, no son
únicamente una especie de preludio de su futura obra, sino que constituyen una
especie de manifiesto de la adecuación de la que hablábamos.

No son solo una especie de preludio a su obra futura, sino que constituyen el
manifiesto de la adecuación de la que hablábamos. Todos los escritos que vendrán
después ya estén o no marcados por la locura, y lo estarán cada vez más, ilustrarán
cada vez más la misma terrible lucidez.
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En el momento de la publicación de “L’Ombilic des limbes”, en 1925, Roger Vitrac

señala que “nunca la carne había ido tan lejos en la exploración del pensamiento”.
Observación que vale para toda la obra de Artaud.

La destacable edición en 2004 de las obras del escritor de la colección “Quarto”, de

la editorial de Gallimard, que debemos a Evelyne Grossman, ha permitido, en un
primer momento volver a los libros y a los mismos textos, ilustrados por una
selección de cartas y de documentos.

Esto solucionaba provisionalmente el bloqueo de la edición de las obras completas

por la que el escritor había firmado un concreto ya en septiembre de 1946, lo que
relativiza la figura del “poeta maldito”.

Artífice de este trabajo monumental y apasionante, Paule Thévenin, que fue una de
las allegadas del escritor, llevó acabo el proyecto hasta el tomo 26, antes de que un
juicio y la muerte le interrumpieran.

“Mística oculta”

La exposición de la BNF (Biblioteca Nacional de Francia) y la basta biografía de

Florence de Mèredieu constituyen las otras piezas de lo que puede llamarse una
rehabilitación.

A eso hay que añadir un ensayo inédito e inacabado de Paule Thévenin, que aparece
a continuación del libro que publicó sobre Artaud en la editorial Seuil en 1993.

El autor aborda la cuestión de las conexiones entre Artaud, el surrealismo y André

Breton. En este texto, para el que la edición no indica a qué fecha y en qué
circunstancias se ha redactado, testigo privilegiado donde los haya, se apoya en la

El autor habla de la relación entre Artaud, el surrealismo y André Breton. En este

texto, cuyo editor no indica cuándo y bajo qué circunstancias fue escrito, Thévenin,
testigo privilegiado si es que alguna vez lo fue, se basa en el número 3 de La
Révolution surréaliste que Artaud superó en abril de 1925 y que se titula "Fin de
l’ère chrétienne". Muestra que el autor de L’Ombilic des limbe, si se oponía a
Bretón, tenía alguna razón para reclamar el surrealismo, esta “mística oculta”.

En cuanto a la relación con el surrealismo, como en todos los demás capítulos de la

vida de Antonin Artaud, Florence de Mèredieu aporta puntos de vista nuevos y a
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menudo inéditos. Uno podría sin duda, de vez en cuando, desear más matices. Así,
sobre la relación con el esoterismo, el biógrafo asimila demasiado rápido el gusto de
Artaud por las teorías de un tal René Guénon y su breve relación, en 1927, con
Jacques Maritain, de la que difícilmente se puede decir que esté "ligada al
movimiento esotérico". Pero sobre este mismo tema, los detalles de las dos estancias
de Artaud, en 1936-1937 en México y luego en Irlanda, que marcaron un verdadero
cambio hacia el delirio, son de primordial importancia.

Utilizando a Michel Foucault como guía, el autor analiza la relación de Artaud con
la psiquiatría y la institución psiquiátrica, así como el papel de los psiquiatras, ¡y sus
esposas! Desde los 17 años, en 1914, en Marsella, el joven experimentó los primeros
episodios de malestar psíquico: "La catástrofe de la guerra me ha correspondido
como una catástrofe íntima del ser, como una derrota de la sexualidad.... La
catástrofe de la guerra había sido para mí una catástrofe íntima del ser, una huida de
la sexualidad..." explicó en 1945, al salir de esta segunda guerra pasada en la miseria
de los asilos, en Ville-Evrard y Rodez, donde se le aplicó el electroshock. Es desde
su confinamiento que Artaud dirige "hechizos" a varias personas, incluyendo a
"Hitler, Canciller del Reich", para exorcizar las maldiciones que llevaban.

El contexto familiar (más positivo de lo que se ha dicho) y las filiaciones literarias

también se analizan en detalle. En ambos casos, Artaud no nació de la nada. Es uno
de los méritos de la obra de Florencia de Mèredieu recordarnos esto. Y esto no lo
reduce de ninguna manera.

Patrick Kéchichian.