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PRISIONEROS DE LA TIERRA

Daniela Kozak

Hay películas que brillan en su época, abren el camino y se transforman


rá pidamente en clá sicos. Prisioneros de la tierra es una de ellas. La obra de Mario
Soffici estrenada en 1939 es una de las má s importantes de la historia del cine
nacional. Sin embargo, hasta ahora solo podía verse en copias incompletas o de
calidad insuficiente, porque el negativo original y las copias en 35 mm se
perdieron. El 13 de noviembre, gracias a la restauració n digital llevada adelante
por el Museo del Cine de la Ciudad de Buenos Aires, The Film Foundation y el
laboratorio L’Immagine Ritrovata, Prisioneros de la tierra se podrá ver en el
Festival de Cine de Mar del Plata como hacía décadas no se veía.

Basada en cuatro cuentos del escritor Horacio Quiroga (Desterrados, Una bofetada,
El peón y El destilador de naranjas), la adaptació n estuvo a cargo de Ulyses Petit de
Murat y de Darío Quiroga, el hijo del escritor. La película de Soffici denuncia la
explotació n de los trabajadores en los yerbatales misioneros a principios del siglo
XX. El cruel capataz de un obraje (Francisco Petrone) se entera de que el peó n
Esteban Podeley (Angel Magañ a) se enamoró de la hija del médico del pueblo
(Elisa Galvé) y lo castiga brutalmente. El enfrentamiento entre Podeley y el capataz
crece a la par de las injusticias contra los mensú es (los trabajadores rurales de las
plantaciones de yerba) hasta que estalla la violencia. La historia conjuga el drama
social con la influencia agobiante del paisaje, que altera a los personajes y
determina un destino trá gico.

Prisioneros de la tierra fue producida por Pampa Film, una empresa fundada en
1936 que se propuso hacer películas de calidad sobre temas nacionales y asumió el
riesgo de producir una obra distinta a las que se hacían en ese momento. Desde
1933, con el inicio de la producció n local de cine sonoro, la industria producía
películas en serie, protagonizadas por grandes estrellas, que cruzaban géneros
como el policial, el melodrama y la comedia con temas de la cultura popular como
el criollismo y el tango. Era un cine que buscaba entretener y lograba grandes
éxitos.

En ese contexto, la película de Soffici fue una verdadera sorpresa. Ya desde el


rodaje había generado expectativas porque se filmó en parte en Misiones cuando
casi todas las películas se hacían en Buenos Aires, encerradas en los estudios.
Ademá s, la filmació n fue larga y accidentada: José Gola, el galá n que iba a
protagonizarla, se enfermó y falleció al inicio del rodaje y fue reemplazado por
Magañ a. Cuando finalmente se estrenó , la película fue un éxito de taquilla y
también fue muy elogiada por la crítica, que en general despreciaba el cine popular
de la industria.

Prisioneros de la tierra llamó la atenció n por el enfoque personal de Soffici y por la


denuncia de las condiciones laborales de los mensú es, un tema poco habitual en las
películas de la época. “El cine de la década del 30 es fundamental porque da origen
a varias líneas narrativas y estéticas posteriores. Soffici fue uno de los primeros en
mostrar problemá ticas del interior y en hacer cine social”, observa la directora del
Museo del Cine, Paula Félix-Didier. Prisioneros de la tierra tuvo una influencia
directa en otra película clave como Las aguas bajan turbias. En 1952 Hugo del
Carril retrató la misma problemá tica, pero la perspectiva ya era otra. “Del Carril le
ofrece a los personajes una salida: irse al sur, donde hay sindicatos y hay un
horizonte para los trabajadores. En el caso de Prisioneros de la tierra, es una
tragedia en la cual la ú nica salida de la explotació n es la muerte”, agrega Félix-
Didier.

Unos añ os después, Soffici sería uno de los pocos realizadores del cine argentino
clá sico reivindicados por los directores de la Generació n del 60, que valoraban la
bú squeda de autenticidad de sus películas. El cineasta marcó un antecedente
importante para el cine político y social argentino, que comenzó a cobrar una
forma má s definida en 1958 y que alcanzaría su má xima expresió n a partir de
1968 con el cine militante.

Tratá ndose de una película tan significativa, sería ló gico suponer que está
preservada en algú n lado, pero esto no es así. El negativo original se perdió y
tampoco existen en el país copias en 35 mm. Prisioneros de la tierra es un ejemplo
alarmante del estado de emergencia en el que se encuentra el patrimonio
audiovisual nacional, y no es un caso aislado. En la Argentina, el 90% del cine
mudo y el 50% del cine sonoro se han perdido.

No se sabe con certeza qué pasó con el negativo original de la película de Soffici,
pero lo má s probable es que se haya perdido –como tantos otros negativos del
período clá sico-industrial (1933-1956)– en el incendio que en 1969 destruyó el
depó sito de Laboratorios Alex, porque la película se procesó allí. “Alex concentraba
la mayor cantidad de producciones del cine argentino y era habitual que los
productores dejaran ahí los negativos. Ese incendio no fue el ú nico, pero fue un
golpe importante que nos privó de una gran parte de los materiales de nuestro
cine”, señ ala Félix-Didier. En cuanto a las copias en 35 mm, en general se
deterioraban con las proyecciones o se destruían una vez que terminaba su
recorrido de distribució n, porque así lo estipulaban los contratos. “En muchos
casos, lo ú nico que nos ha quedado son las reducciones a 16 mm que se hicieron en
los añ os 60 para pasar por televisió n. Para las películas, eso es como una condena a
muerte”, explica la directora del Museo del Cine.

Historia de un rescate

En 1990 el director Martin Scorsese creó The Film Foundation, una organizació n
que se propuso recaudar fondos y generar conciencia sobre la necesidad urgente
de preservar la historia del cine. Desde entonces, ha ayudado a preservar y
restaurar má s de 800 películas norteamericanas y ha desarrollado el World
Cinema Project (Proyecto cine del mundo), mediante el cual ha preservado y
restaurado 35 películas de distintos países.

La idea de restaurar Prisioneros de la tierra nació a partir del interés de esa


fundació n por trabajar con una película argentina. Ante la consulta de Cecilia
Cenciarelli, especialista de la Cineteca de Bolonia y colaboradora de The Film
Foundation, Félix-Didier pensó en varios títulos nacionales que requerían tomar
medidas urgentes. “Uno de ellos era Prisioneros de la tierra, porque en Argentina
solo quedaban tres copias en 16 mm”, señ ala. Dos estaban en el Museo del Cine y la
tercera pertenece al coleccionista e historiador del cine Fernando Martín Peñ a.

Dado que las copias en 16 mm no tienen calidad suficiente como para hacer una
restauració n, el primer paso fue rastrear si había copias en 35 mm en otros
archivos del mundo. La restauració n de una película implica un proceso técnico y
también un trabajo de investigació n a partir de diversas fuentes para llegar a una
versió n que se acerque a la del estreno. En el Museo del Cine sabían que había una
copia en 35 mm en el Narodni Filmovy Archiv en Praga, pero tenía subtítulos
impresos en checo. Luego de investigar en varias instituciones, hallaron una copia
en 35 mm en soporte de nitrato, proveniente del negativo original, en una
colecció n privada guardada en la Cinemateca francesa. The Film Foundation
decidió entonces financiar el proyecto, coordinado por Félix-Didier y Andrés
Levinson, del Museo del Cine, y llevado adelante en L’Immagine Ritrovata, uno de
los laboratorios má s importantes del mundo dedicados a la restauració n.

El añ o pasado, las dos copias en 35 mm y las tres copias en 16 mm viajaron a


Bolonia, donde estudiaron y compararon todos los materiales. Segú n indica The
Film Foundation en su sitio web, la película se restauró a partir de los mejores
elementos existentes: la copia en 35 mm que estaba en la Cinemateca francesa y la
copia en 35 mm preservada en Praga. Como estaba completa y en buen estado, la
copia francesa se utilizó para restaurar la imagen, mientras que la copia checa fue
la fuente principal para la restauració n del sonido. Ademá s, tomaron como
referencia el material en 16 mm proporcionado por el Museo del Cine.

En junio, Félix-Didier viajó a Italia y supervisó la etapa el final de la restauració n


antes del estreno mundial de la película en el festival Il Cinema Ritrovato. “Primero
se revisó la correcció n de color, después se volvió a ver para detectar si había algo
má s que corregir en cuanto a manchas, rayas y estabilidad de la imagen. Y
finalmente se proyectó una tercera vez para chequear el sonido”, cuenta Félix-
Didier, y explica que su contribució n tuvo que ver sobre todo con la restauració n
de la banda sonora. “Había palabras que faltaban o a las que le faltaba el final de un
sonido. Como en el equipo de Bolonia nadie hablaba españ ol, eso no lo podían
distinguir. Entonces buscamos esas palabras en la copia en 16 mm, por ejemplo”. El
resultado, asegura, es muy bueno.

Por otra parte, a partir de la comparació n de las distintas copias surgieron algunas
novedades. El primer plano de la copia francesa, cuenta Félix-Didier, es un cartel
que dice “1915”, una imagen que ella no había visto nunca. Como muchas películas
de la época, Prisioneros de la tierra comienza con un cartel que advierte que los
hechos que se van a narrar transcurren en “días turbios y oscuros” del pasado.
“Hasta ahora no había una ubicació n temporal concreta, pero resultó que sí: un
cartel sitú a la historia en 1915. Eso ahora está ”, observa Félix-Didier. Ademá s,
agrega que en la copia francesa la escena emblemá tica de la película, en la que el
protagonista corre a latigazos al jefe desde el monte hasta el río, está completa. “Es
una escena poco habitual en el cine y menos en esa época; una escena de venganza
larguísima (dura unos cuatro minutos), muy fuerte y explícita, que en muchas
copias no estaba”.
Terminada la restauració n digital, The Film Foundation hizo una copia nueva en
fílmico, ú nico soporte que garantiza la preservació n de la película a largo plazo.
Ademá s hizo dos copias digitales de proyecció n, una de ellas para el Museo del
Cine. Esta es la copia que se verá en Mar del Plata y, má s adelante, también en
Buenos Aires. En el Museo se proponen reunir los fondos (unos tres mil dó lares)
para hacer una copia propia en 35 mm y que la película también quede preservada
en el país.

La pérdida de negativos y copias ú nicas es una forma silenciosa de destrucció n del


pasado. La ausencia de esos materiales afecta directamente la construcció n de la
memoria histó rica del cine argentino. En este sentido, el caso de Soffici es ejemplar.
“Es un gran director, un cineasta para reivindicar por muchas razones, sobre todo
por su profundo interés ante las cuestiones de la realidad social y por su visió n
humanista”, señ ala Félix-Didier. Sin embargo, ha quedado un poco al margen del
canon y hoy ya no se lo ve tanto, en buena medida por la dificultad para acceder a
sus obras en buenas copias. Por eso esta restauració n tiene tanta importancia
patrimonial: rescata su película emblemá tica, asegura su supervivencia y abre el
camino para que la descubran nuevos espectadores.

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