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Arida cutis: un blog sobre ecología de las zonas áridas 19 de febrero de 2021

Importar soja para blanquear


la deserti cación: el caso del
sector ganadero español
Diseccionamos nuestro último trabajo, publicado en la revista Land. El actual modelo ganadero, basado en
la importación de piensos, tiene consecuencias devastadoras en ecosistemas como el Chaco o la Amazonía.

E n los años ochenta la intensi cación del sector ganadero español era una
realidad. El tremendo éxodo rural que vivió el país tuvo consecuencias tanto
en la oferta de productos ganaderos como en su demanda. En efecto, buena parte
de los productores agrarios dejaron de serlo al establecerse en las ciudades, en
busca de una vida con menos sobresaltos y más comodidades. El modelo de
concentración urbana tuvo su réplica en la progresiva aglutinación de los centros
de producción. Aunque requiere una inversión inicial mayor, la economía de
escalas premia estabular la agricultura y la ganadería. Prueba de ello es el auge de
los invernaderos o de las granjas con poca super cie y muchos animales. Entre
2005 y 2013 se han perdido 108.000 granjas y la única categoría que muestra un
crecimiento considerable (del 25 %) son aquellas sin super cie de pastoreo (es
decir, las naves industriales).

Evolución del número de granjas según su superficie de pastoreo. Fuente Eurostat. Estos datos y todos lo
que hemos elaborado para este estudio están disponibles en Figshare.

La e ciencia productiva es el sanctasanctórum de este proceder. Los rendimientos


por hectárea o por animal dejan lugar a pocas dudas. El regadío produce de media
seis veces más que el secano y las razas ganaderas, que se han ido seleccionando y
modi cando genéticamente de acuerdo a su vertiente productiva, alcanzan cifras
espectaculares. Durante el período 1960-2019 las vacas lecheras han aumentado un
352 % su producción de leche, las gallinas ponen un 130 % más de huevos y los
pollos "broiler" (los más utilizados para producir carne) han aumentado su peso un
99 %, es decir, lo han duplicado.

Si tenemos en cuenta otros valores distintos de la productividad —que, en


de nitiva, viene a hablar de la rentabilidad—, este cambio de modelo productivo
no es tan ventajoso. Una de las primeras víctimas del modelo ganadero vigente
fueron las razas autóctonas, animales que con el paso de los siglos fueron
encajando en el paisaje para aprovechar lo mejor posible sus recursos y
condiciones bioclimáticas. Con la apuesta por unas pocas razas, las de mejor
aptitud cárnica y láctea, ese valioso acervo se perdía sin remedio.

Ahí empezó mi interés por este tema. Mi padre, Silvio


Martínez, investigador del CSIC, y su colega Miguel CONTENIDOS RELACIONADOS
Ángel García-Dory, el entrañable 'Miajo', dedicaron
buena parte de su actividad investigadora a estudiar Debate: ¿Armonía o conflicto
entre libre comercio y
los efectos tan devastadores que suponía este cambio ambiente?
de paradigma. Entre sus resultados destaca el modelo
RAPIM, un modelo de simulación dinámica cuyo Deforestación en los trópicos
acrónimo habla por sí mismo: 'Razas Autóctonas
frente a Piensos Importados'.

Una de las obras que realzan el valor de las razas autóctonas.

Aquellos memorables trabajos debieron de ir haciendo su efecto. Fue casi cuarenta


años después —¿en serio?— cuando la siguiente noticia me llevó a plantear el
estudio que hoy comentamos: 'España será el primer productor europeo de
piensos compuestos para animales este 2019'. Es decir, que aquel proceso de
intensi cación ganadera había seguido a un ritmo aún mayor.

Como decíamos, es posible que hayamos ganado en productividad, pero hay unas
cuantas cosas que hemos olvidado en aras del dios dinero. La desaparición de la
ganadería implica una pérdida evidente de la calidad de los alimentos ganaderos.
No es lo mismo alimentar a un animal con pasto, que a base de harina de pescado,
restos cárnicos de todo tipo o soja. El control de los incendios forestales provisto
por el ramoneo y el pastoreo desaparece (ahora hay iniciativas para utilizar el
ganado como cortafuegos: léanse los trabajos de Varela y Ruiz-Mirazo sobre el
tema) y la desaparición de la trashumancia y los pastores, además de ser una
evidente merma cultural, ayuda a desvertebrar un poco más la vida rural,
consolidando el vacío de buena parte del país.

Alimentar a toda la cabaña ganadera estabulada requiere una cantidad enorme de


recursos. El 36 % de la producción de cereales y el 75 % de la soja se utiliza para
alimentación animal; en total 350 millones de hectáreas son exclusivamente
cultivadas con el propósito de cubrir buena parte de las necesidades del ganado.
Aquí entra en duda que este modelo sea tan e ciente: 1 kg de carne de vacuno
requiere 15,415 m3 de agua, mientras que 1 kg de legumbres solo 4.055 m3. Hay
otros ratios interesantes: por cada 100 calorías de cereal que se utilizan en
alimentar al ganado, sólo obtenemos unas 40 calorías de leche, 22 calorías de
huevos, 12 de pollo, 10 de cerdo o 3 de ternera. No parece un negocio muy
redondo. En lugar de comernos directamente cereales y legumbres, las utilizamos
para dar de comer al ganado que luego nos comemos. Un rodeo un tanto absurdo
que habría que corregir en la medida de lo posible.

Para cerrar el tema de la e ciencia, que parece ser el que manda ¿hay alguna
máquina que sea capaz de convertir celulosa y lignina en leche? Los rumiantes
hacen eso precisamente.

Vacas lecheras que ya no pastan en el campo.

Sin ser objeto de nuestra investigación, no podemos olvidar los aspectos éticos de
esta manera de tratar a los animales: enjaulados, hacinados y diseñados para ser
bolas de carne que gasten lo menos posible en mantenerse vivos y dediquen la
mayor parte de lo que ingieren (conviene a nuestra visión de la e ciencia) en
fabricar músculo o leche. En este punto me planteo quién es el virus que está
asolando el planeta.

Nuestra idea con este trabajo es dar visibilidad a otro de los aspectos relacionados
con la evolución de este modelo agroindustrial. Al reverdecimiento del paisaje
gracias a la desaparición del ganado parecía interesante buscarle la cara B, es
decir, la deforestación en otros lugares, asociada a la producción de pienso para
alimentar a una cabaña ganadera que, aunque ha desaparecido del campo, sigue
existiendo.
En efecto, hoy en día, con la globalidad imperante, no parece muy sensato
restringir nuestra visión a fronteras políticas. En un interesante trabajo, Yu y
colaboradores nos hablan de cómo está cambiando la proporción de los alimentos
que se producen dentro y fuera de un país. Puede que no nos sorprenda que esta
ratio sea 8-92 para Japón o 20-80 en el Reino Unido, dos islas densamente pobladas.
Pero sí es llamativo que en Europa, de media, entren más alimentos de fuera que
los que se producen y que en un país como España, con tanto campo, la
proporción sea 37-63. Nuestra huella fuera de nuestras fronteras es profunda.

Todo este modelo de producción intensivo ganadero pivota alrededor del


suministro de pienso lo más barato posible. Y uno de los principales ingredientes
es la soja, producida a gran escala para disminuir su coste. Diversos trabajos (como
este de Boerema o el de Bai referido a China) e informes (tanto de WWF como
Greenpeace) vienen advirtiendo de las consecuencias de este modelo
agroindustrial tan dependiente de materias primas producidas sin miramientos a
miles de kilómetros.

Es cierto que el campo, tras el abandono rural, tienen mucha menos presión. Pero
no hay que olvidar que seguimos comiendo proteína animal. En realidad, mucha
más que hace medio siglo: el consumo de proteína de carne en España ha pasado
de unos 9 kg/persona y año en 1960 a 27 en 2000 para moderarse a los 23 actuales.
Nuestras aspiraciones conservacionistas no deben olvidar que la carne, huevos y
leche salen de algún lado. Nuestro consumo desmesurado de proteína animal
supone la destrucción de ecosistemas como la Amazonía, el Chaco o el Cerrado
(que está un poco más abierto).

Deforestación del Chaco (Argentina) para producir soja.

A partir del mapa de condición de la tierra de España elaborado por nuestros


colegas de la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC y coautores de este
estudio, María Sanjuán, Gabriel del Barrio y Alberto Ruiz, hemos calculado que
7.078 kha de potenciales zonas de pastoreo han mejorado su condición, es decir,
han acumulado biomasa. Con los datos de importación de soja procedente de
Sudamérica hemos estimado que 1.188 kha de ecosistemas primarios de gran valor
ecológico han sido sustituidos por monocultivo de soja. El bosque Atlántico
brasileño, la Amazonía, el Cerrado, el Chaco paraguayo y argentino son las
principales víctimas. Se trata de los algunos de los principales reservorios de
biodiversidad de la Tierra, terrenos impenetrables donde la motosierra y los
bulldozer han acabado con lugares prístinos para poner enormes extensiones de
soja.

Cambios en la condición de la tierra en el período 2000-2010 en las zonas potencialmente pastables de


España.

Una primera lectura puede llevarnos a la precipitada conclusión de que compensa


esta forma de hacer las cosas. A nosotros nos parece lo contrario, por las razones
ya expuestas y alguna otra. La acumulación de biomasa supone el crecimiento de
bosques secundarios, en el mejor de los casos, que están muy lejos de poderse
comparar con los bosques primarios sudamericanos. De hecho el aumento de
incendios forestales de grandes proporciones (los denominados megaincendios,
que queman de golpe más de 500 has) ha aumentado como consecuencia de la
acumulación de leña en el monte y la formación de masas forestales continuas. En
un paisaje como el nuestro, acostumbrado a la presencia humana desde hace
siglos, este abandono desordenado y rápido del campo ha aumentado el riesgo de
incendios forestales. Digamos que el cambio climático pone las cerillas y el
abandono rural la yesca.

Camino rural en el Chaco paraguayo.

Este modelo productivo importa alimentos y exporta degradación. En efecto,


trasladamos el impacto de la producción a otros lugares, donde las leyes
ambientales son más laxas o inexistentes. En el fondo, y considerando que el 73 %
del territorio nacional son tierras secas, se puede considerar que esta es una
manera de blanquear los problemas de deserti cación. Lo cual debería
contravenir los principios productivos y medioambientales de la UE. Como bien
sostiene este trabajo de Fuchs y colaboradores, los estándares de producción
deben aplicarse a los productos que vienen de otros lugares.

Hoy más que nunca, una visión holística es necesaria para deshacer las
contradicciones que nos impone el mundo globalizado que hemos construido. Con
este trabajo pretendemos dar una pincelada sobre ello. Alguna de las lecciones que
podemos extraer es que debemos reducir nuestro consumo de proteína animal,
consumir una mayor proporción de la que proceda de explotaciones extensivas y
exigir como consumidores que lo que comemos se produce de manera sostenible y
socialmente justa.

Comentarios (1) LO MÁS COMENTADO

José Luis González Rebollar - 14/04/2021 19:52 No, la física cuántica no explica la
homeopatía
Felicitaciones.
Gracias a artículos como el vuestro, por n la opinión pública se va enterando de estas cosas. ¿Por qué Nanotecnología? 10
Aunque no hay mas ciego que el que no quiere ver respuestas.
Enhorabuena.
No, ni es astrobiología, ni es ciencia
Saludos
COVID-19: una perspectiva desde la
psicología
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La medicina cuántica no existe
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