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ALFAGUARA INFANTIL
Cuentos de Ada
PePe Pelayo Ellustraciones de Alex Pelayo
www.pepepelayo.com
956239-258-9
ALFAGUARA
INFANTIL
97895623925871
ALFAGUARA INFANTIL
ALFAGUARA
Cuentos de Ada
O De esta edición:
2003. Aguilar Chilena de Ediciones S.A. Dr. Aníbal Ariztia 1444. Providencia
Santiago de Chile
PePe Pelayo Ilustraciones de Alex Pelayo
• Grupo Santillana de Ediciones S.A.
Torrelamuna 60, 28043 Madrid, España # Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara S.A. de
C.V.
Avda. Universidad, 767. Col del Valle, México D.F. C.P. 03100.
• Aguilar, Altea, 'Turus, Alfaguara S.A. de Ediciones
Avda. Leandro N. Alem 720, C1001 AAP, Buenos Aires, Argentina, Sanullana S.A.
Avda. Primavera 2160. Santiago de Surco. Lima, Perú. Ediciones Samillana S.A.
Constitución 1889, 11800 Montevideo, Uruguay.
• Santillana S.A.
C/Rio de Janeiro, 1218 esquina Frutos pane Asunción, Paraguay. * Santillana de
Ediciones S.A.
Avda. Aree 2333, entre Rosendo Gutiérrez y Belisario Salinas, La Paz, Bolivia,
ISBN: 956 239 258.9 Inscripción N" 132.641 Impreso en China/Printed in China
Primera edición: julio 2003 Septima edición junio 2008
Manuel Estrada
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ALFAGUARA
EL HERMANITO
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COMPTE
Las vacaciones
¡Ada! i:Qué?!
-;Ada...! ¡Adalberto!
¡Sí, mami!
-Ven aquí. Necesito un favor tuyo, tesorito.
Se me erizaron los pelos. Siempre que mi madre me llama tesorito es para
pedirme algo desagradable. Deseé que el favor no fuera algo muy
complicado, por que me había hecho amigo de varios mu chachos y habíamos
quedado en salir a re mar y la mañana estaba fantástica. Me encanta este
balneario. Debo convencer a mi papá para que nos traiga siempre a ve ranear a
este lugar.
-Mira, Adalberto, hace dos días que llegamos y todavía no me he podido
bañar en la playa. ¿Tú podrías entretener
a Yoyito mientras tu padre y yo nos da mos un chapuzón?
-Pero, mamá...
-Escucha, tesorito, estábamos pen sando en comprarte una tabla de surf,
pero no sé...
¡Guao! ¡Ella sabe perfectamente que esa tabla me obsesiona! Es muy
inteligente y pícara mi madre. Por esa tabla yo soy ca paz de cualquier cosa. Y,
la verdad, pensé que me iba a pedir algo más difícil. Porque, aunque
latoso, cuidar por un par de horas a mi hermano chico no es un precio tan alto.
-Está bien -le dije-. Pero un rato nada más porque tengo cosas que hacer.
De esa manera me responsabilicé del enano y decidí hacerlo con profesio nalismo.
Para empezar, me puse a recor dar cómo era yo cuando tenía esa edad. Por eso supe
que me iba a ser fácil mane jarlo. Aposté a que si me evaluaban como niñero me daban el
máximo de puntos. Por ejemplo, yo sé que a los niños hay que tratarlos con
dulzura. La entonación, so bre todo, es muy importante.
La mentira
zó a sacarme la lengua y a reírse. Agarré la almohada para tirársela por la
cabeza, pe ro me aguanté. Esa no era la mejor mane ra de tratar a un niño chico.
Lo miré y no le hice nada. Si me evaluaban me tendrí an que dar diez puntos.
Cuando se fueron, me desahogué: grité diez veces que odiaba a mi hermano. Después
lancé la almohada hacia el techo con toda mi rabia. Tuve mala suerte. Dio contra
la lá:npara, y ésta me cayó encima.
Me pusieron tres puntos en la fren te... con esos puntos, seguro desaprobé la
evaluación.
Hace como quince días, el tío Matías me llevó a pescar al río. Caminamos y..
caminamos. Y de repente, sin : darnos cuenta, estábamos en medio de un desierto.
Un cactus y el esqueleto de un camello, fue lo único que vimos en diez kilómetros a
la redon da. No habíamos comenzado a transpirar cuando, de pronto, de la arena
surgieron cuatro osos polares y nos rodearon. El tío Matías, con su gran
agilidad mental, me agarró de un brazo y pegó un salto tan descomunal que caímos
al borde de un precipicio, situado frente a una selva re pleta de serpientes, leones,
gallinas y mos quitos. No nos quedó más remedio que, con el impulso, rebotar
dando otro salto, y caer en la cima de un volcán en erup ción. Nos tomamos
unos minutos para
mera
U
.
ou
El sárdwich
-¿Y qué importa eso, flaco? ¿No me dijiste que querías un cuento para
dormir?
--;Mentiroso! ¡El boomerang me lo diste a mí!
-Yoyito, no grites, vas a lograr que papá...
-¡Mentiroso! -Mira... -¡Mentiroso! -Yoyito, ¡cómo te odio...! -¡Mentiroso!
-;Mamá!! ¡¡Papá!! ¡¡Yoyito no me deja dormir!!...
UE
plate
-Mentiroso...
Ese día me preparé el sándwich más rico y gran de que se haya visto jamás.
Tenía la boca hecha agua.
Me lo serví en un
plato para comérmelo con tranquilidad en el patio. Pero, de pronto, recordé que
estaba solo en casa con Yoyi to. Y si me veía y se le antojaba la mitad del
sándwich? Decidi entonces comérme lo encerrado en el baño...
Sólo contemplarlo era una locura. Dos tapas de pan apretaban una hambur guesa
doble, hojas de lechuga, cebollas, pepinillos, dos capas de rodajas de toma tes,
un huevo frito, varias lascas de queso, y sobredosis de mayonesa, mostaza y
ket chup... De nuevo se me hizo la boca agua.
Pero había un problema. O me co mía uno a uno los ingredientes por sepa
rado, o aplastaba los panes y me lo comía todo a mordiscos,
abriendo la boca lo más posible. Sí, porque el sándwich
media unos centímetros más que una estiradísi ma boca
promedio. Y la mía no era tan grande... Dudé.
Y en esa vacilación estaba cuando Yoyito, al no encontrarme por
ningún la do, comenzó a llamarme a gritos.
No lo pensé dos veces. Que me per donara mi hermanito, pero no
podía compartir aquella delicia. Abrí tan desme suradamente la
boca que sonaron los hue sos de mi mandíbula. Sentí un dolor
agu do, pero enseguida se me pasó. Sin embargo, una
sensación de parálisis me invadió la cara. Tocándola con mis
dedos lo pude comprobar: ¡se me había trabado la quijada!
¡No podía cerrar la boca! Era increíble! ¡Tenía que ir al médico
lo más pronto posible!
Pero sentí miedo. ¡Y ji salía y se burlaban de mí en la calle? Era muy
fácil reírse si me comparaban con un buzón, por ejemplo. O si un
gracioso me metía un papelito arrugado como si mi boca fuera un
basurero. ¿Y qué diría Cary si me viera así? Nunca más se
interésaría por mí.
Y lo que era peor! ¡Si el pesado de Orco me llenaba la boca con
agua sacada de cualquier lugar! ¡O un hombre; sin darse
2001
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CLUB
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FA
HP
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--Pues cómetelo tú, hijo mío -dijo mi madre-. Te lo mereces.
En ese instante sentí que se me ha cía la boca agua. Y sentí también un pro fundo
odio por mi hermanito...
cuenta, me apagaba un cigarrillo en la bo ca confundiéndola con un cenicero!
No, no podía salir así... ¿Pero qué podía hacer?
Intenté cerrarla a la fuerza, con una mano en la cabeza y otra debajo de la mandíbula.
Nada. Entonces se me ocurrió una idea estrambótica, pero era mi única
oportunidad: me golpearía la quijada con el puño cerrado. Comencé suavemente.
Nada. Continué con más fuerza. Nada.La tercera vez, me concentré pensando en
que golpeaba la cara de Orco..
El knock-out fue fulminante...
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SEGUNDA PARTE
EL ROMANCE
Oro
CALL
7
Primer intento
KERAAR
TODE
TO
22
34
Segundo intento
ta. Frente a frente me costaba mucho de cirle lo que
sentía.
Ahora, sólo tenía que esperar la res puesta. Entonces, me
senté a comer mis dulces en el banco del parque, por donde
debía pasar Cary.
Comencé a prepararme para el en cuentro. Cerré los ojos,
mientras me la imaginaba a ella corriendo hacia mí con el
pelo suelto y cara de felicidad...
AN
ARRO
TITA
Último intento
A16?
Siempre me embelesaba de esa ma nera al pensar en nuestra relación. Por eso di un salto de
sorpresa cuando me gritó al oído.
-¡Oye, bruto! ¿Quién te crees que soy yo?
-¡Cary! No entiendo...
-¡Escúchame, Ada! ¿Cuándo te he prestado alguna rodillera sucia? ¿Cuándo tú me has
dado una pelota de fútbol!
-i¿Cómo?!
-Y te digo más: ¡no permito que te dirijas a mí en ese lenguaje! ¿Por qué ra zón
me enviaste esto, Adalberto?
-Déjame ver esa nota... ¡Ay, mi ma dre! ¡Es el papelito que le mandé a Pocho!
¡Disculpa, Cary, esto no era para ti! ¡La que te escribí...! ¡Ay, mi madre! ¡Me
voy antes de que el Pocho la lea!... ¡Chao!
Te
esta.
-Sí.
-Bueno pues... deseo decirtelo ahora. -Dime entonces.
-Cary... Yo he intentado varias ve ces decirte esto... Pero no es fácil.
No quiero que me malinterpretes. Mira... no sé... ¡Ya! ¡Sea lo que
sea! ¡Yo quiero que tú y yo seamos algo más que amigos!
CZ
AN
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TERCERA PARTE
EL ENEMIGO
AT
132.31
ALLA
were
42
AN
18
Bere
La renuncia
que fue un accidente. Por eso te mojó ahora tu cabezota.
¡Por justicia!¡Y porque tú no puedes hacerle nada,
grandulón! Porque si se te ocurre hacernos algo, te vas a
buscar un tremendo lío. Sí, porque el Pocho no dudará
en delatarte, Orco...
Pog
-
A
SA
TUTTE
WITHIUL
C-311
LLLLLLL
LLLL
en
46
El acto heroico
NOTE
48
La venganza
SENTES
STUUDET
EN
al que tenía más cerca. Después salté por encima del mesón y caí sobre
otro. Le es taba apretando el cuello para asfixiarlo, cuando de pronto,
ya tenía los otros tres a mis espaldas. Entonces me amarraron, me
metieron en uno de sus sacos de cue ro, ¡y me encerraron en la
caja fuerte del banco! ¡Qué calor, Pocho! ¡Qué manera de transpirar!
Por eso me ves así, empapa do. Sin embargo...
-Te volvió a mojar Orco, ¿verdad, Ada?
-Sí.
-¡Dale!;Dale! ¿No puedes más? Lle vas rato corriendo, ¿eh? ¿Qué le
pasa al grandulón y fuertote? ¿Te estás aflojando, Orco?
¡Sigue! Demuestra ahora que eres el duro...
(Me costaba gritarle por la falta de aire. Siete cuadras corriendo a
esa veloci dad no era poca cosa. Por suerte, hacía viento y soplaba en
dirección contraria a nuestra carrera. Eso me refrescaba algo. La gente
me gritaba al vernos pasar, pero yo no entendía bien lo que decían. Yo
só
lo pensaba en él y en cómo
lo humillé delante de todos. Pero aque
llo no había e acabado.
• Todavía
podía fasti diarlo más).
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50
CUARTA PARTE
EL FINAL
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SAR
LLLLLL
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SARA
La batalla decisiva
-¿Y qué hacen uste-( des en el parque? -lee ft pregunté a los chi quillos.
-Yoyito nos dijo por teléfono, de parte tuya, que es tuviéramos aquí a esta
hora -respondió Pocho hablando por los otros cuatro.
-¿Yoyito? -me extrañó mucho. Y mirando a mi hermanito le increpé -¿Tú hiciste
eso?
-Sí –contestó Yoyito-. Porque va mos a hacer una guerra de agua.
-¿Una guerra de agua? ¿Y entre no sotros seis? No, eso no tiene gracia, ¿ver dad,
Ada? -comentó Pocho.
-Si va a tener gracia, porque se van a enfrentar a alguien poderoso y que
odian -aseguró Yoyito.
-¿A quién? -quise saber.
--A ese que viene por ahí –respon dió mi hermano.
Todos nos volteamos y una sorpre sa mezclada con susto se reflejó en nues tras caras.
Orco hizo su aparición.
-Así que eres tú el que quiere en frentarse conmigo en este parque? -
rugió. el grandulón, dirigiéndose a mí.
-¿Yo...? - balbucié.
-Sí, y dice que te va a humillar de lante de todos -saltó Yoyito.
-¿Delante de ustedes? -se burló Orco.
-Sí, delante de nosotros - continuo hablando Yoyito, porque los demás no en
contraban todavía el valor para hacerlo-. Pero también delante de las niñas que
vie nen por ahí con el armamento.
Y, en efecto, un grupo de quince ni has llegaban cantando y riendo con Cary a la
cabeza. Cada una traía dos bombas de agua en las manos.
-¡Ah! ¡Esto se pone bueno! --se jac to Orco-. Creo que me voy a divertir mu
cho esta tarde.
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-¡Pero, flaco! ¿Qué has hecho? -su surré, casi sin mover la boca.
-Bien-habló Yoyito sin responder me-. Ahora vamos a dividirnos en dos
bandos.
-¡Nada de dos bandos! -bramó Or co-. Todos ustedes contra mí.
i -¡No! ¡Tú y yo contra todos ellos! – afirmó decidido Yoyito.
-¿Tú conmigo? –gruñó el grandu lón-El hermano del gusano
este?
-¡Yoyito! -exclamaron todos los niños.
-Sí, porque lo odio a muerte - con testó mi hermanito, mirándome, y quie ro
verlo destruido.
-Bueno, está bien -aceptó Orco Todos los gusanos contra el
piojo este y yo. ¡Y empecemos ya!
-¡Claro que sí! -saltó de alegría Yo yito. Y señalando hacia mí y después
ha cia mis amigos, continuó-. ¡Ustedes se lla marán Los Gusanos y Ada
será El Gran Gusano! Nosotros somos Las Aguilas, por tanto, mi jefe es
La Gran Águila!
-¡Me está cayendo bien el piojo es te! -dijo para sí Orco, caminando
hacia las niñas para buscar sus bombas, pero yo lo escuché.
Antes de irse con su jefe, Yoyito me hizo un guiño extraño, como
de complici dad. La verdad es que me dejó más confuso.
Ya no podíamos echarnos para atrás. Y menos delante de las niñas, que
WA
es
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-
-
-
AL
atacaremos por detrás. Pero lo engañare mos. Vamos a arrastrarnos hasta aquella
zanja que está a unos metros de la cerca de ladrillos. En esa trinchera esperaremos. ¡Esta
es una acción comando sorpresa! ¿Entendieron?
-;Afirmativo, jefe! -gritó Pocho.
-Sí, más o menos... -asintieron los otros cuatro.
Por su parte, Orco y Yoyito se ins talaron, precisamente, detrás del muro de ladrillos a
reloj,
unos metros uno del otro. Des pués de acomodar sus bombas y mirar el
Orco imitó como pudo el graznido de un águila, y cuando al fin Yoyito
le pu so atención, lo llamó con su mano.
-Oye, piojo, mira por el agujero aquel que hay en el muro, y dime si ves
algún movimiento -le ordenó.
Mi hermanito fue agachado hasta el hoyo que le habían indicado, no sin
an tes detenerse para sacar una piedra peque ña que entró en su zapatilla.
Observó con calma y vio cómo Los Gusanos (es decir, nosotros), estábamos
tensos, en silencio y
listos para entrar en acción con nuestras bombas en las manos. Regresó corriendo hasta
su jefe:
-Es la hora de atacar! ¡Están todos distraídos, sentados y discutiendo entre ellos
sin atender la guerra!
Entonces, Orco soltó una risa de sa tisfacción. Decidió comenzar la batalla. El dispararía.
Y él, como siempre, humi María a esos gusanos (es decir, nosotros). ¡Estaba a
punto de realizar otra de las ha zañas que más le complacían! ¡Todos y ca da uno de
los chiquillos le iban a temer aún más! ¡Y las niñas se derretirían de ad miración ante
su presencia!
-¡Quédate aquí, piojo! –gritó.
Se incorporó lo más ágil que pudo. Agarró una bombita en cada mano. Subió a ha
cerca de ladrillos dando un feroz alarido.
- Aaaaaaaahhhhhhh!!
Entonces, lo que se vio en aquel parque fue espectacular.
Cinco bombas de agua, salidas de nuestras manos, fueron a explotar direc
ente en la cabeza del grandulón. La
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PEPE PELAYO